4 MOVIMIENTOS NATURALES DE LA POBLACIÓN




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MOVIMIENTOS NATURALES DE LA POBLACIÓN

Los movimientos naturales son las variaciones en el tamaño de una población que se producen por causas biológicas, es decir, aquellas que se deben al número de nacimientos y de defunciones. Para conocer el movimiento natural de una población se deben analizar la natalidad y la mortalidad.
El crecimiento real de la población se calcula a partir de las tasas de natalidad y de mortalidad, es decir, de los movimientos naturales de la población, y también de los movimientos migratorios o migraciones.
4.1
Natalidad y mortalidad
La natalidad mide el número de nacimientos que se producen en un área concreta en un tiempo determinado, normalmente un año. Para estudiarla se utiliza la tasa de natalidad, que se expresa en tantos por mil (‰). Este índice se calcula dividiendo el número de nacimientos que se han producido en un área concreta en un año entre la población total de dicha área, y multiplicando por mil. En 2006, el promedio mundial era del 21‰. Sin embargo, hay grandes diferencias: mientras en Yemen la tasa supera el 43 por mil, en Lituania es del 9 por mil.
La mortalidad mide el número de defunciones que se producen en un área concreta durante un año. La tasa de mortalidad también se expresa en tantos por mil (‰) y, como la anterior, se halla dividiendo el número de fallecidos en un año entre la población total y multiplicando por mil. En 2006, el promedio mundial era del 9 por mil.
Factores que provocan una baja mortalidad pueden ser, entre otras: los avances en los medicamentos y la difusión de vacunas; las medidas para reducir la desnutrición, que es la causante de la mortalidad infantil elevada; la mejora de condiciones higiénico-sanitarias en la atención de embarazos y partos; y el aumento de la esperanza de vida al nacer.
La utilización únicamente de estas dos tasas puede dar lugar a análisis distorsionados. Por ejemplo, una tasa de mortalidad elevada puede darse igual en una población con elevado nivel de vida que incluya un gran número de personas mayores que en una población con escasos recursos compuesta en su mayor parte por miembros jóvenes. Por esta razón, los demógrafos se valen también de otro tipo de índices e indicadores para estudiar los movimientos naturales de población, como los que se explican a continuación.
4.2
Indicadores demográficos relacionados
En relación con la natalidad se analizan otros indicadores: la tasa de fecundidad general, que se calcula al dividir el número de bebés nacidos en un año entre el número de mujeres en edad fértil (entre 15 y 49 años) y multiplicando por mil (‰); y el número medio de hijos por mujer, que es el número de hijos que una mujer podría tener durante su vida fértil. El promedio de hijos por mujer en el mundo era del 2,7 en el año 2006. Los países con índices de natalidad alta (de 40-50‰), presentan alrededor de 5-7 hijos por mujer, y los de natalidad baja (del 10-15‰), unos 2 hijos por mujer. Se dice que una población alcanza el ‘nivel de reemplazo’ (umbral de renovación) cuando supera un índice de 2 hijos por mujer, en condiciones de mortalidad baja y estable. De esta forma se asegura que una generación quedará sustituida al completo por la siguiente, ya que habrá más de un hijo por persona. El nivel cultural de la sociedad, y especialmente de las mujeres, influye en la fecundidad: a mayor cultura, se tienen menor número de hijos.
Los índices demográficos relacionados con la mortalidad son: la esperanza de vida al nacer, que es el promedio de años que se calcula va a vivir un bebé recién nacido, y la tasa de mortalidad infantil, que se calcula dividiendo el número de fallecidos menores de un año entre el número de nacidos ese año y multiplicando por mil (‰). En poblaciones preindustriales la esperanza de vida media era de 25-35 años; hoy es de 67 años (datos de 2006). La tasa de mortalidad infantil difiere mucho entre países desarrollados y menos desarrollados: 6‰ en los primeros frente a 57‰ en los segundos (61‰ si se excluye China).
También se debe tener en cuenta el índice de envejecimiento, que consiste en el cociente entre el número de personas de 65 y más años y el número de jóvenes menores de 15 años; en 2006 había 15 mayores por cada 17 menores en el mundo más desarrollado y 5 mayores por cada 32 menores en el mundo menos desarrollado.
Algunos de los factores que provocan una baja natalidad son: el retraso en la edad del matrimonio y de tener el primer hijo; el cambio del papel de la mujer en la sociedad, pues ya no es solo madre; la disminución de la población joven; el menor peso de la religión en algunos países; la fuerte “carga” de los hijos hasta edades avanzadas, ya que pasan a ser más costosos y menos valiosos en términos económicos; el deseo de hacer una carrera, relacionado con la importancia de la posición social y del reconocimiento fuera de la familia; la atracción del bienestar material; y la ausencia de políticas demográficas llevadas a cabo por los gobiernos, que favorezcan los nacimientos.
4.3
Crecimiento natural o vegetativo
El crecimiento natural o saldo vegetativo es la variable demográfica que expresa la diferencia entre el número de nacimientos y el de defunciones en un área determinada a lo largo de un periodo concreto. El crecimiento natural es positivo cuando el número de nacimientos supera al número de defunciones y es negativo cuando la mortalidad es mayor que la natalidad. Este indicador muestra cómo evolucionaría una población si no hubiera migraciones.
El crecimiento natural se puede calcular en cifras totales. Sin embargo, normalmente se utiliza un índice expresado en porcentaje o tanto por ciento (%), que se halla dividiendo el resultado de la diferencia de los fallecidos y los nacidos, entre la población total y multiplicando por cien. O bien restando las tasas de natalidad y mortalidad que están en tanto por mil (‰) y dividiendo entre diez para obtener el tanto por ciento. En 2006, la tasa de incremento natural de la población era del 1,2 por ciento.
4.4
El modelo de transición demográfica
El análisis del crecimiento natural de una población ha llevado a los especialistas a proponer el modelo de transición demográfica. Este modelo se divide, a grandes rasgos, en cuatro fases principales: en la primera o régimen demográfico antiguo las tasas de natalidad y mortalidad son muy elevadas y la población apenas crece o lo hace lentamente; en la segunda o fase de transición, las mejoras en la alimentación y la medicina hacen descender la mortalidad y, como la natalidad sigue siendo muy elevada, se produce una explosión demográfica, que se atenúa años después con el descenso de la natalidad (es la fase en que se encuentran actualmente algunos de los países más pobres del planeta); en la tercera fase, las tasas de natalidad comienzan a bajar y las de mortalidad continúan su tendencia bajista, siendo el crecimiento natural ciertamente elevado; en la cuarta fase o régimen demográfico moderno, tanto la mortalidad como la natalidad son muy bajas y similares, y la población vuelve a crecer de forma muy lenta, al igual que en la primera fase, se estanca o hasta decrece; es la situación que tienen hoy algunos de los países más ricos con población envejecida.
5
ESTRUCTURA DE LA POBLACIÓN
Para conocer con mayor exactitud la población de un lugar se suele estudiar también su composición basada en aspectos biológicos (sexo y edad) y sociales (condiciones laborales, educación…).
5.1
Composición por sexo
Según el sexo, la población puede ser masculina o femenina. La variable que mide la proporción entre hombres y mujeres se llama sex ratio y la media mundial se sitúa en 101 hombres por cada 100 mujeres. Esta proporción no es igual en todas las regiones del planeta. Mientras que en Europa hay una sex ratio de 92,7 hombres por cada 100 mujeres, en Asia hay 103,9 hombres por cada 100 mujeres. En general, en los países más ricos es mayor la proporción de mujeres, mientras que en los pobres hay mayor número de hombres.
La proporción entre hombres y mujeres también varía en las diferentes edades. En el mundo nacen de promedio unos 105 niños por cada 100 niñas. Sin embargo, a lo largo de la vida la mortalidad masculina es mayor (en parte, por las guerras). La esperanza de vida media en las mujeres es unos 4 años más alta que en los hombres, lo que quiere decir que hay más mujeres de edad que hombres. Aunque debe apuntarse que en los países en vías de desarrollo la sobremortalidad femenina es mayor: muchas mujeres fallecen en los partos por falta de una adecuada asistencia sanitaria y, además, las niñas reciben menos cuidados familiares al valorarlas menos desde un punto de vista económico.
También las migraciones influyen en la estructura por sexos de la población: emigran más los hombres, por lo que las mujeres suelen ser más numerosas en los países de salida.
5.2
Composición por edad
La estructura o composición por edad de una población refleja su grado de juventud o de envejecimiento. Se diferencian tres grupos de edad: la población joven, desde los 0 a los 14 años (en ocasiones, en los países desarrollados y desde un punto de vista socioeconómico, se consideran jóvenes a los menores de 30 años); la población adulta, desde los 15 a los 64 años; y la población mayor, anciana o vieja (tercera edad): con 65 y más años.
La tasa de envejecimiento se define como el porcentaje que representan los mayores de 65 y más años sobre la población total de un lugar.
Se considera que un país es joven cuando hay mayor proporción de población joven que de mayores, y que un país está envejecido cuando ocurre lo contrario, es decir, predominan los mayores sobre los jóvenes. En el año 2006 había en el mundo un 29% de menores de 15 años, un 64% de adultos y un 7% de población de 65 y más años. A mediados del siglo pasado (hacia 1950) la población mayor era solo de un 4%. Se estima que, hacia mitad de este siglo XXI, la población anciana alcanzará el 16% y la joven bajará hasta el 20% en el mundo.
África central, con un 46% de menores de 15 años (y solo un 3% de población mayor), es la región con mayor población joven del planeta, frente a Europa occidental con solo un 16% y Japón, con un 14% de población joven. En general, en los países más ricos, la población tiende al envejecimiento porque se eleva continuamente la esperanza de vida y se mantienen tasas de natalidad muy bajas. El proceso de envejecimiento demográfico es más acusado en estos países porque los avances médicos y las jornadas laborales más cortas permiten que se alargue más la vida. Se prevé que este mismo proceso de envejecimiento demográfico progresivo vaya llegando en las próximas décadas también a los países menos desarrollados según se reduzca el número de nacimientos (descenso de la natalidad y aumento de las emigraciones de la población más joven).
Hoy, la edad media en el mundo es de 26 años. Para 2050, se cree que esta cifra aumentará en 10 años. Sin embargo, el planeta cuenta en este momento con la mayor generación de adolescentes registrada en la historia: más de 1.200 millones de jóvenes. Yemen es el país con la población más joven (edad media de 15 años) y Japón es el que tiene la población más envejecida (edad media de 41 años).
La composición demográfica por edad influye sobre la natalidad y la mortalidad. Los gobiernos intentan conocerla bien con el fin de planificar sus políticas de población: en los países jóvenes hay que invertir más en educación básica y crear muchos puestos de trabajo; en los países viejos se gasta más en jubilaciones y en asistencia social y sanitaria para la tercera edad.
5.3
Población rural y población urbana
Otra variable muy analizada para conocer la población es saber si habita en el medio rural o en la ciudad. La población urbana es la que vive en ciudades. La población rural es la que vive en el resto del territorio.
La tasa de urbanización mide el porcentaje de personas que vive en ciudades. En los países más desarrollados la tasa de urbanización suele superar el 75%, mientras que en los más pobres de Asia y África apenas alcanza el 40%. El nivel de riqueza de la sociedad no está relacionado directamente con la tasa de urbanización; por ejemplo, en Latinoamérica, la población que vive en las ciudades está por encima del 75% y la mayor parte de los países están en vías de desarrollo.
5.4
Estructura económica: población activa y población inactiva
A la hora de analizar la población de un lugar conviene conocer su estructura o composición ocupacional con el fin de planificar las políticas sociales y económicas (crear puestos de trabajo, invertir en seguridad social y sanitaria, aumentar los recursos para el desempleo, crear guarderías y residencias para mayores...).
La población activa es la población que trabaja o tiene disponibilidad para hacerlo, aunque no tenga un empleo. Normalmente, en países desarrollados, como por ejemplo España, se considera población activa a los mayores de 16 años pues a esa edad es a la que legalmente se puede empezar a trabajar. La población activa incluye, por tanto, la población ocupada, que recibe un sueldo a cambio de su trabajo, y la población parada o que busca su primer empleo (desempleados o en paro). La población activa es la que sostiene económicamente al país: genera riqueza y posibilita que el resto de las personas (población inactiva) reciba ayudas y prestaciones con los impuestos que paga y las compras que realiza.
La población inactiva es el grupo de personas que trabaja sin remuneración ni contribuir de forma directa en la producción del país y que no paga impuestos ni seguros laborales: estudiantes, niños, personas discapacitadas y las que trabajan en el hogar sin recibir un sueldo a cambio, personas jubiladas (65 y más años), voluntariado...
La estructura de la población activa por sectores económicos permite conocer el grado de desarrollo de un país: a mayor progreso económico y social, menor número de trabajadores en el sector primario. Los países que tienen mucha población activa empleada en el sector primario se identifican con economías menos desarrolladas. Por su parte, en los países más ricos, la población que trabaja en el sector primario apenas llega al 5-7%, mientras que la empleada en el sector terciario supone el 75-80% del total activo.
6
CRECIMIENTO Y DISTRIBUCIÓN DE LA POBLACIÓN MUNDIAL
Según las estimaciones de las Naciones Unidas, autoridad de reconocido prestigio en el cálculo de niveles y tendencias de población, la población mundial alcanzó los 6.550 millones a mediados de 2006, y aumenta cada año en más de 75 millones de personas.
El índice de crecimiento demográfico (1,2% anual) se encuentra por debajo del máximo del 2% anual alcanzado en 1970, y se cree que continuará decreciendo en un futuro. Por su parte el incremento anual absoluto de habitantes, que llegó casi hasta los 100 millones de personas por año, comenzó a decrecer a finales de la década de 1990.
6.1
Crecimiento hasta el siglo XXI
Las estimaciones de la población mundial antes de 1900 se basaban en datos parciales, pero los investigadores coinciden en que, en general, el crecimiento medio de la población se acercó al 0,02‰ anual. El crecimiento no era constante y variaba en función del clima, producción de alimentos, enfermedades y guerras.
A partir del siglo XVII, los grandes avances del conocimiento científico, la agricultura, la industria, la medicina y la organización social hicieron posible que la población creciera de forma considerable. Las máquinas fueron sustituyendo poco a poco la mano de obra humana y animal, aumentando lentamente el conocimiento y los medios para controlar las enfermedades. La población mundial se quintuplicó en 300 años (pasando de 500 millones en 1650 a 2.500 millones en 1950) y el crecimiento fue más espectacular en las regiones donde se inventaron y aplicaron nuevas tecnologías.
Hacia 1950 se inició una nueva fase en el crecimiento de población. Se logró controlar el hambre y las enfermedades, incluso en zonas que no habían alcanzado todavía un alto nivel de escolarización o que no estaban tecnológicamente desarrolladas. Las causas de este cambio fueron el bajo coste de importación de vacunas, antibióticos, insecticidas y variedades de semillas de alto rendimiento, y las mejoras en la red de abastecimiento de agua, las instalaciones de alcantarillado y las redes de transporte, que aumentaron las cosechas e hicieron disminuir de forma notable el número de fallecimientos por enfermedades infecciosas y parasitarias. En la mayor parte de los países más desarrollados, la esperanza de vida al nacer pasó de 35-40 años en 1950 a 61 años en 1990. La rápida disminución de fallecimientos en una población con altos índices de fertilidad hizo que muchos países en vías de desarrollo alcanzaran un índice de crecimiento anual superior al 3,1%, índice que duplicaría la población en veintitrés años. En 1999 se alcanzaron los 6.000 millones de personas en el planeta.
6.2
Distribución regional actual
A mediados de 2006 había una población de unos 1.200 millones de personas en los países desarrollados y de unos 4.100 millones en los países menos desarrollados del mundo, que ascendía a unos 5.300 al sumarse China al grupo de los menos desarrollados. Más de la mitad de la población mundial habita en el este y en el sur de Asia, destacando China con más de 1.300 millones de habitantes e India con 1.125 millones en 2006. En ese mismo año, Europa representaba el 11%, América casi el 14% y África el 14% de la población mundial. Oceanía solo contaba con 34 millones de habitantes. Se proyecta un crecimiento demográfico mundial del 41% entre 2006 y 2050.
Los diferentes índices de crecimiento regional alteran sin cesar estos porcentajes. El 94% de los nacimientos actuales tiene lugar en los países menos desarrollados. La población de África se duplicará, según estimaciones, para el 2020 con respecto a los datos de 1990, mientras que la población de Asia en ese mismo periodo crecerá unos 1.500 millones de personas y la de Sudamérica, unos 200 millones. En ese mismo intervalo temporal se estima que el porcentaje relativo a los actuales países desarrollados será mucho menor: suponían el 23% de la población mundial en 1990 y descenderá al 16%.
6.3
Concentración urbana
A medida que un país pasa de una economía agrícola a una economía industrial o terciarizada, se produce una migración a gran escala desde el campo a la ciudad (éxodo rural). En este proceso, el índice de crecimiento de las áreas urbanas duplica el índice de crecimiento global de la población. En 1950, solo el 29% de la población mundial vivía en áreas urbanas; en 2006 esta cifra era del 48% y antes de 2010 se cree que habrá alcanzado el 50 por ciento. Por primera vez en la historia de la humanidad vivirán más personas en las ciudades (medios urbanos) que en el campo (medios rurales).
Esa migración a las ciudades conlleva una importante disminución del número de personas que vive en el campo, es decir, índices de crecimiento negativos en las áreas rurales. En los países menos desarrollados, el rápido crecimiento de la población mundial ha retrasado este fenómeno, aplazándolo hasta las primeras décadas del siglo XXI. La previsión para América Latina es que en el año 2020 más de 300 millones de niños vivan en las ciudades.
7
ESTIMACIONES Y PROYECCIONES DE POBLACIÓN
En las Naciones Unidas se define un parámetro demográfico como el valor numérico que caracteriza una población, y a la operación que determina ese valor del parámetro, a partir de una muestra, se le llama estimación estadística. En demografía el concepto de estimación se usa para medir los valores de algunos parámetros básicos, como las tasas de natalidad, mortalidad o fecundidad, cuando se tienen datos incompletos o se carece de ellos, lo que hace que sea necesario el uso de información no relacionada directamente con el tema, obteniéndose los datos, por ejemplo, a partir de registros administrativos o censales.
Los métodos de estimación demográfica suelen clasificarse en dos: directos e indirectos, en función de la manera en la que se usa la información al estimar el valor del parámetro de población. El cálculo se hace de forma directa cuando las fuentes de información son fiables y sus variables están directamente relacionadas con el parámetro demográfico investigado. Se habla de estimación demográfica indirecta cuando se utiliza información alternativa sobre el tema, es decir, datos que no se relacionan directamente con el parámetro.
Por ejemplo, en la práctica totalidad de los países occidentales, el cálculo de efectivos futuros de población por sexo y edad se elabora por el ‘método de componentes’, una proyección que consiste en obtener la población correspondiente a fechas posteriores a partir de la población residente en un cierto ámbito geográfico y de los datos observados para cada uno de los componentes demográficos básicos (mortalidad, fecundidad y migración), siempre bajo ciertas hipótesis sobre el devenir de esos tres fenómenos, que son los que determinan su crecimiento y su estructura por edades.
La mejora en las fuentes y en los sistemas de obtención de datos estadísticos permite realizar estimaciones de población para el futuro con fiabilidad razonable, salvo imprevistos. Por otro lado, en las últimas décadas, la acelerada variación de los comportamientos sociales ha hecho que el grado de incertidumbre de las predicciones demográficas haya aumentado. En apenas diez años, la última década del siglo XX, se tuvieron que corregir a la baja las predicciones que se habían hecho para mitad del siglo XXI, por lo que cualquier estimación resulta solo especulativa.
Las estimaciones medias de las Naciones Unidas publicadas en 2006 indican que la población mundial pasará de 6.555 millones de personas en 2006 a 7.940 millones en el año 2025 y a 9.243 millones en el 2050. El índice medio de natalidad mundial, que en 1990 era del 26‰, se redujo al 21‰ en 2006 y se prevé que será del 17‰ en el año 2025. Por su parte, el índice de fertilidad, que era de 3,3 en 1990 y descendió a 2,7 en 2006, se estima que será del 2,3 en el 2025; se piensa que la mayor parte de los padres potenciales de las próximas dos décadas ya han nacido. En cambio, el mayor porcentaje de población anciana (tercera edad) hará que el índice de mortalidad media mundial se reduzca muy poco, pasando del 9‰ en 2006 al 8,8‰ en el 2025. La esperanza de vida media mundial, sin embargo, pasará de 67 años en 2006 a 70 años en el 2025.
Se estima que en el futuro seguirán existiendo amplias variaciones en el crecimiento de la población. En los países más ricos se mantendrá un índice de crecimiento natural moderado, mientras que en los países más pobres se irá reduciendo conforme vayan entrando en el régimen demográfico moderno. En el mundo desarrollado, el crecimiento natural de la población seguirá siendo muy lento e, incluso, disminuirá dado el envejecimiento progresivo de la población. Sin embargo, se estima que la población de Europa occidental mantendrá un lento crecimiento real debido a la inmigración, la cual, además, hará que se mantengan las tasas de natalidad altas. En el caso estadounidense las previsiones hablan de un crecimiento hasta el año 2050 debido a la inmigración, aunque se irá reduciendo progresivamente; a partir de este momento el índice de crecimiento será prácticamente nulo.
Las Naciones Unidas estiman que los países menos desarrollados tendrán unos índices de crecimiento de población en continuo descenso. Si en su conjunto, el índice de crecimiento de esos países estaba en el 1,7% anual en 1990 y en el 1,5% en 2006, se estima que en el 2025 se reducirá hasta un 0,85% anual.
8
POLÍTICAS DE POBLACIÓN
Las políticas gubernamentales de población pretenden alcanzar objetivos de desarrollo y bienestar aplicando medidas que, directa o indirectamente, inciden sobre procesos demográficos como la fertilidad y la migración, y están relacionadas con la planificación familiar y el control de la natalidad. Como ejemplos cabe citar el establecimiento de la edad mínima reglamentaria para contraer matrimonio, los programas de divulgación de uso de anticonceptivos y los controles de migración. Cuando estas políticas se adoptan por razones distintas a las demográficas reciben el nombre de políticas implícitas.
Las políticas de población son el conjunto de medidas que adopta un Estado o región para influir y modificar la evolución demográfica. Se pueden distinguir dos tipos de políticas demográficas básicas: las pronatalistas y las antinatalistas. Las primeras favorecen el crecimiento de la población y son características de los países desarrollados (permisos laborales de maternidad y paternidad, ayudas económicas a familias numerosas, reducción de la jornada de trabajo y de los impuestos, educación infantil gratuita, aumento del número de guarderías…). Las políticas antinatalistas intentan limitar el crecimiento de la población y son características de los países en vías de desarrollo; entre las medidas que se toman destacan, por ejemplo, campañas informativas y mayor acceso a información sobre anticonceptivos, penalización a familias numerosas y ayudas a familias que no tienen muchos hijos… Muchos países confesionales, es decir, religiosos, rechazan el control de la natalidad.
8.1
Políticas de población en los países desarrollados
Los países europeos no tuvieron políticas de población hasta el siglo XX. Se concedieron entonces ayudas a las familias numerosas en países tan dispares como Reino Unido, Suecia, España y la desaparecida Unión Soviética. Los fascistas italianos en la década de 1920 y los nacionalsocialistas alemanes en la década de 1930 incluyeron el aumento de la población como parte importante de sus doctrinas.
Japón, con una economía comparable a la de los países europeos, fue el primer país desarrollado en la era moderna que inició un programa de control de natalidad: en 1948 el gobierno instituyó una política que incluía la anticoncepción y el aborto para limitar el tamaño de las familias.
Las políticas europeas a favor de la natalidad no tuvieron mucho éxito en la década de 1930 y sus ligeras variantes durante las décadas de 1980 y 1990 (en Francia, España y en muchos países europeos del Este) no parece que lograran detener la continua y preocupante disminución de la natalidad. El control gubernamental de la migración parece que resulta más eficaz. La migración a corto plazo por demanda de trabajo ha sido una práctica común en Europa occidental para aumentar el número de nacimientos y tributos sociales, y ha dado a los diferentes países la flexibilidad para reducir la migración durante las recesiones económicas.
Desde 1995, las políticas de población en los países más ricos se han centrado en controlar los flujos migratorios que llegan desde los países más pobres. Paralelamente, el imparable fenómeno de la inmigración está reavivando la natalidad en un gran número de países.
En muchos países avanzados se intentan desarrollar políticas que concilien la vida laboral con el cuidado de los hijos, aunque los incentivos hasta ahora parecen ser insuficientes, y los gobiernos de momento apuestan por la reducción del gasto público antes que en invertir en una mayor promoción de las ayudas directas, las becas y las guarderías.
8.2
Políticas de población en América Latina
Desde su independencia, los países hispanoamericanos se plantearon los problemas de población derivados del mestizaje y de la existencia de amplias zonas con escasa presencia humana.
El vertiginoso crecimiento de los índices de natalidad, las tradiciones y prejuicios religiosos y familiares, y las costumbres de fuerte arraigo, contrarias al uso de métodos anticonceptivos, han obligado a todos los gobiernos a desarrollar campañas de información y educación, a promover el control de la natalidad y los programas de planificación familiar.
8.3
Políticas de población en el resto del mundo
Población mundial: Distribución
A la hora de analizar las tendencias de la población mundial, los economistas distinguen entre naciones desarrolladas y naciones en vías de desarrollo. Generalmente, los países en vías de desarrollo presentan un nivel de vida inferior a los países más avanzados. Como demuestra el gráfico, el crecimiento de la población en los países menos desarrollados es mayor que el de los países más avanzados.

En 1952, la India fue el primero de los países en vías de desarrollo que adoptó una política oficial para disminuir el ritmo de crecimiento de su población. El objetivo era facilitar el desarrollo social y económico reduciendo la carga de una población joven y en constante crecimiento. Estudios para investigar los conocimientos, actitudes y prácticas sobre anticonceptivos de la población pusieron de relieve que un alto porcentaje de parejas no deseaba tener más hijos, aunque algunos ya practicaban una anticoncepción eficaz. Los programas de planificación familiar fueron considerados como una forma de satisfacer el deseo de un amplio sector de la población de limitar y controlar la natalidad.

Control de natalidad, Pekín
Cartel sobre la política de control de natalidad que instituyó el gobierno de China: "un niño por pareja". Para detener el crecimiento de una población de alrededor de 1.200 millones de habitantes, el gobierno chino ha adoptado numerosas medidas para alentar a sus ciudadanos a que sólo tengan un hijo.

La reducción del índice de crecimiento en algunos países de Asia, como China, puede atribuirse sobre todo a las estrictas políticas de control de la población. A pesar de su inmensa población, China ha reducido con éxito los índices de natalidad y mortalidad: el gobierno ha promovido, de forma a veces éticamente discutible, una política de familias con un solo hijo con el fin de reducir el índice de crecimiento anual del país; la tasa de mujeres que usan métodos anticonceptivos supera el 80% en el país (la media del continente asiático es del 60%).
Hoy, gran parte de los países en vías de desarrollo cuentan con gobiernos que, al menos en principio, permiten el acceso a anticonceptivos por razones de sanidad, como la prevención del SIDA, y que han hecho campañas de información sobre su uso. Estudios recientes muestran que en muchos países se están reduciendo los índices de natalidad y de crecimiento de la población estatal, en parte gracias a los programas de planificación familiar propiciados por los gobiernos.


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