La Prosa religiosa en el invento de la literatura española




Santa Teresa de Jesús
Teresa de Jesús (1515-1582), monja carmelita, escribió El libro de mi vida por imposición de su confesor. Por lo tanto no se trata ni de un diario personal ni de una autobiografía voluntaria; es un texto escrito sabiendo que alguien lo va a leer y analizar buscando la causa y razón de los arrebatos místicos que la santa decía pasar. En este fragmento, leído por una actriz, Teresa de Ávila cuenta de una manera ingenua y chispeante lo que de niña entendía que pudiera ser el martirio.

Durante los dos últimos tercios del siglo XVI, diversos autores místicos y ascéticos (véase Ascética) escribieron obras de considerable importancia. Entre ellos cabe destacar al dominico fray Luis de Granada —cuyos escritos reflejan tanto su ascetismo como su profundo amor a la naturaleza— y, sobre todo, a la mística santa Teresa de Jesús, que creó una nueva simbología para expresar sus experiencias místicas. En sus tratados, santa Teresa de Jesús alcanza la espontaneidad y la frescura de la lengua coloquial y reclama para la literatura la misma sencillez que defiende para su vida en la Tierra. El teólogo más importante del siglo de oro fue el filósofo escolástico Francisco Suárez, cuyas obras están escritas en latín.

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