El invento de los Padres de la Iglesia





Orígenes
Orígenes fue uno de los escritores y teólogos más significativos de la Iglesia cristiana primitiva. En su obra cumbre, Hexapla, realizó un complejo trabajo de crítica textual de la Biblia. Para ello, dispuso en columnas paralelas las seis versiones que conocía de las Sagradas Escrituras: el texto hebreo, el texto hebreo transliterado al griego y cuatro traducciones griegas.


Tertuliano
Tertuliano fue el primer gran autor cristiano que escribió en lengua latina. Acuñó numerosos términos teológicos usados posteriormente con profusión y, pese a que abrazó el montanismo, la Iglesia católica incluye muchas de sus obras en el conjunto de la literatura patrística.


Padres de la Iglesia, nombre dado por la Iglesia católica a los teólogos y autores que establecieron la doctrina cristiana con anterioridad al siglo VIII. Los escritos de los padres (denominados, en su conjunto, literatura patrística), se fundamentan en los textos de la Biblia (especialmente del Evangelio), en los escritos de los padres Apostólicos, en las máximas eclesiásticas y en las decisiones de los concilios de la Iglesia. Facilitaron un conjunto doctrinal articulado de la enseñanza cristiana para que pudiera ser difundido por todos los rincones del Imperio romano.
Los primeros doctores de la Iglesia fueron, a su vez, cuatro padres de la Iglesia de Occidente (san Ambrosio, san Agustín de Hipona, el papa san Gregorio I y san Jerónimo) y cuatro padres de la Iglesia de Oriente (san Atanasio, san Basilio, san Juan Crisóstomo y san Gregorio Nacianceno). Los primeros padres orientales (Clemente de Alejandría, san Justino Mártir y Orígenes) estuvieron bajo la influencia de la filosofía griega. Sin embargo, los padres occidentales (principalmente Tertuliano, san Gregorio I y san Jerónimo), por lo general, evitaron la síntesis del pensamiento pagano con el cristiano.
La Iglesia estableció cuatro requisitos para otorgar el título de padre de la Iglesia a los primeros autores. Además de haber vivido durante el primer periodo de la historia de la Iglesia, tenían que haber llevado una vida santa, sus escritos debían estar libres de errores doctrinales y tenían que proponer una defensa o explicación destacada de la doctrina cristiana. Por último, sus escritos tendrían que haber sido aprobados por la Iglesia.


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