El Argot





Argot, palabras y frases de carácter expresivo que emplean en la conversación personas de igual rango o condición, cuyo origen más frecuente suele ser la asociación con otras palabras o la yuxtaposición de imágenes; generalmente tienen una vida más corta que las expresiones habituales del coloquio. Es frecuente contraponer el argot a la jerga (vocabulario que emplea un determinado grupo o toda una profesión) y al lenguaje de la delincuencia o germanía, es decir, el caló de México, la replana de Perú o el lunfardo de Argentina. Como los límites que las separan son a menudo confusos y los estudios lingüísticos no han abordado la delimitación de estos conceptos, hay quien emplea indistintamente los términos argot y jerga. Véase también Jerga; Lengua.

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ORÍGENES
El argot suele ser el fruto de la actividad de un subgrupo social y cultural que está socialmente integrado, lo que lo distingue de la germanía. Son candidatos a crear tanto un argot como una jerga los grupos profesionales, como por ejemplo policías, profesionales de la medicina o de la informática, el deporte o el periodismo; sin embargo aparece un argot con más frecuencia entre minorías sociales diferenciadas como los soldados, los jóvenes, los drogodependientes, los gitanos, los integrantes de cualquier sociedad secreta o secta, e incluso entre los miembros de una confesión religiosa (por ejemplo, los católicos crean el término cardenal para nombrar las manchas moradas de la piel, por ser del mismo color que las ropas que lleva ese alto cargo eclesiástico). Las actitudes y el sistema de valores del grupo creador de un argot se ven reflejados perfectamente en sus expresiones, por lo que supone un elemento aglutinador y a la vez sirve para identificar quiénes son y cómo piensan las personas que dieron lugar a tales expresiones. Antes de que una frase o una expresión sea considerada argot, es preciso que la adopten todos los integrantes del grupo o, al menos, sus miembros con mayor influencia. En esto tienen el mismo comportamiento la jerga y el argot. Si el grupo en cuestión está en contacto con la cultura socialmente aceptada, sus creaciones, aunque reconocidas como argot, se incorporan a la lengua diaria estándar e incluso puede que lleguen a ser admitidas en la variedad normativa. Por ejemplo, 'chaval' (como sinónimo de chico), 'canguelo' (miedo), 'camelo' (mentira, exageración), y 'cañí' (gitano) son gitanismos, pero hoy son frecuentes en el español peninsular e incluso han traspasado la lengua hablada y asimismo son conocidas en otras zonas hispanohablantes. Lo mismo sucede con tele de televisión. Esto prueba que el argot no es obra ni pertenece en exclusiva a una zona delimitada.
Las creaciones del argot pueden tener una aceptación tan amplia que se desgasten rápidamente, o bien incorporarse a la lengua en su acepción original (mili, que procede de milicia), o alterar y matizar el significado inicial para poder usarla. Hay otras expresiones que perviven durante siglos en su registro inicial de argot (como melopea por borrachera en España; pelado por persona pobre y sin linaje, fregar por molestar o chamba por trabajo en América). En el siglo XX el argot incluso se ha traducido y con ello ha traspasado la barrera de las lenguas, como consecuencia de los viajes, los medios de comunicación, la televisión y el cine, así, por ejemplo, cinco de los grandes, que puede entenderse como cinco mil pesetas o cinco mil dólares, dependiendo del contexto, y que en no mucho tiempo significará además 2.500 euros. Ese es el caso de algunas expresiones que han popularizado frases y palabras procedentes del lenguaje de la delincuencia, difundidas por las novelas, las películas y las series de televisión. Los cambios sociales suelen ayudar a la propagación de una determinada expresión que pertenece al argot. Entender el significado de gris como sinónimo de policía era un hecho frecuente dentro del argot juvenil en la década de 1960; hoy es una denominación olvidada y no sólo por el cambio de color del uniforme de los policías, sino por la desaparición del hecho que lo propiciaba. En Puerto Rico, Panamá, México y Cuba se daba el nombre peyorativo de fotingo al automóvil de marca Ford que se consideraba barato y de mala calidad. Dejó de usarse cuando salieron otras marcas al mercado, aunque en Perú sigue empleándose como sinónimo de coche viejo y desvencijado.
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USO
El argot es un código que pueden utilizar de forma excepcional otras personas que no pertenecen al grupo originario, para conseguir un efecto inesperado en quien lo escucha; así, ¿lo pescas? para asegurar la comprensión en un coloquio informal. Existen muchas expresiones disponibles para la valoración subjetiva, como por ejemplo estar para comérselo o comérsela o ser un mango, en México para valorar la belleza de una persona, estar de uñas para manifestar el enfado, ser un gallina, para denominar a una persona acobardada, ser una mierda en España, o un mugre en México, para valorar muy negativamente una situación, estar hecho o hecha polvo, estar hecho una breva (España), dejarlo a uno hecho un talco (México) o estar fané (Argentina) para describir la tristeza o la indefensión; empleando un tono irónico como por ejemplo irse a hacer puñetas una cosa por romper algo de forma involuntaria.
El argot proporciona infinidad de sinónimos para lo más cercano al individuo en su vida común y corriente, por ejemplo, el dinero (duros, pavos, talegos, pelas, lana, morlacos, pasta o plata, parné, tela, quita, marmaja, mosca, pipiolo, cuartos, reales, pachocha), las partes del cuerpo (cabeza: coco, cholla, melón, coca, calabaza, chola, casco, tatema, calamorra, chirimoya), o la comida (papa, pipirín, manduca, pitanza, condumio).
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FORMACIÓN
Las palabras y expresiones del argot se forman de acuerdo con las reglas que presiden todo el conjunto social. Desde el punto de vista morfológico, se acude al apócope y la abreviación para las palabras con más de dos sílabas; así, profe por profesor o profesora, mates por matemáticas, super por superior, y por supermercado. En la derivación se emplean los sufijos despectivos para renovar las palabras desgastadas, como -ata, -ora, y -aca y de ahí bocata por bocadillo, drogota por drogodependiente y paraca por paracaidista. Desde el punto de vista léxico, los neologismos surgen a partir de los préstamos de otras lenguas o de las onomatopeyas; así, esnifar por las viñetas y tiras cómicas; chistar y chista, que proceden de chis, el signo de silencio, ya están incorporadas a la lengua literaria.
En la formación de frases cortas que contengan valoraciones suelen estar presentes determinados recursos estilísticos como la metáfora (menudo churro para calificar algo defectuoso) o la comparación (más raro que un perro verde). Un término cualquiera puede cambiar el significado y pasar a tener una única acepción que después se generaliza, como rollo por aburrido, o carácter; también puede ocurrir lo contrario, tío pasa a ser sinónimo de cualquier persona de género masculino. Semánticamente uno de los campos que ofrecen mayor rentabilidad es el sexual, del que se suelen derivar las significaciones valorativas positivas o negativas. Desde el punto de vista fonológico existen unas pautas diferentes en la entonación, para marcar también así que se trata de un registro lingüístico concreto y definidor del grupo que lo emplea.
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LUGAR QUE OCUPA EN LA LENGUA
Una de las causas del cambio lingüístico y de la renovación de cualquier lengua es el argot, cuyas formaciones coloristas y creativas enriquecen la conversación diaria. En el pasado se le condenaba por vulgar, aunque en el siglo XX ha conseguido un mayor grado de respeto. No obstante, Cervantes empleaba términos de este origen, que consagró en sus obra para reproducir el lenguaje coloquial de las clases populares; así, registra canario por delator, gurapas por galeras y patochadas por tonterías. A partir del costumbrismo del siglo XIX muchos autores incorporan giros y palabras del argot en sus obras, aunque está presente en todas las épocas y en todas las lenguas. En sánscrito se daba el nombre de kapala (plato, fuente) a la cabeza de una persona, en latín, como en el español de finales del siglo XX, pasa a ser testa (olla), que se convierte en palabra de uso corriente y de ella derivan las palabras que nombran la cabeza en francés y en italiano: tête y testa, respectivamente. De la raíz sánscrita, que es una formación del argot, procede la palabra caput, que se acepta como forma culta, de donde derivan las voces cabeza, cabeça, cabessa, del castellano, portugués y catalán. Entre las lenguas occidentales son particularmente ricas en argot el español, el francés, el italiano, el alemán, el inglés y la lengua de los gitanos.


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