El invento de la Socialdemocracia





Gerhard Schröder
El socialdemócrata alemán Gerhard Schröder se convirtió en canciller federal en octubre de 1998, tras obtener la victoria en las elecciones celebradas un mes antes, en las cuales derrotó al conservador Helmut Kohl. Ponía así fin a los 16 años de gobierno de este último e iniciaba una nueva etapa en la política alemana al encabezar un gobierno federal en el que por primera vez entraron a formar parte miembros del partido ecologista de Los Verdes.

Socialdemocracia, teoría y doctrina política que aboga por una transición pacífica desde la economía capitalista de mercado hacia el socialismo usando los canales políticos propios de las democracias liberales, es decir, el parlamentarismo.
Nació y evolucionó a partir del socialismo del siglo XIX, recogiendo las aportaciones de Karl Marx y Friedrich Engels; compartía por tanto sus raíces ideológicas con el comunismo, pero repudiaba el uso subversivo de la violencia política que implicaría una revolución en el sentido marxista del término. Debido a esto, para los comunistas, la socialdemocracia es una forma de revisionismo, dado que renuncia a uno de los pilares básicos del marxismo: la lucha de clases. La socialdemocracia apareció en Alemania de la mano de August Bebel y Wilhelm Liebknecht, principales fundadores del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) en 1869, y que, a pesar de la política represiva del canciller Otto von Bismarck, fueron elegidos miembros del Reichstag (Parlamento) en 1871. En el Congreso de Erfurt (1891), Liebknecht impulsó una declaración programática que supuso la más clara afirmación hasta la fecha de las tesis socialdemócratas. Pese a que la represión continuó, la táctica de no-confrontación de Liebknecht dio buenos resultados. Aunque los socialdemócratas fueron sistemáticamente bloqueados por los partidos monárquicos y católicos, buena parte de las propuestas del SPD pasaron a engrosar la legislación laboral alemana, que antes de la I Guerra Mundial era la más avanzada del mundo en cuanto a seguros sociales y laborales. En 1912 el SPD era el partido alemán más votado, con un total de 110 diputados sobre los 397.
Para los teóricos socialdemócratas, el análisis marxista, que entendía que el capitalismo estaba abocado a la autodestrucción, debido a la sobreproducción, la tendencia a la concentración del capital, el paro masivo y la miseria de las masas trabajadores, no se estaba dando en la realidad. El pujante poderío industrial alemán se estaba distribuyendo entre un número creciente de compañías, la extensión del sufragio universal permitía a los trabajadores elegir a representantes de izquierdas que velaban por sus intereses, y se producían mejoras reales en sus condiciones laborales y en su nivel de vida. Es decir, la vía parlamentaria del SPD actuaba como correctora de los excesos del capitalismo.
El distanciamiento entre socialdemócratas y comunistas se evidenció todavía más al apoyar los primeros la política nacionalista del gobierno alemán durante la I Guerra Mundial, eludiendo una de las premisas básicas del socialismo obrero, el internacionalismo. La Revolución Rusa, que llevó al poder en octubre de 1917 a los bolcheviques en Rusia, y la propia escisión provocada por los espartaquistas en el seno del SPD, provocaron la ruptura final entre socialdemócratas y comunistas, agrupándose estos últimos en la III Internacional en 1919.
Después de la II Guerra Mundial, la socialdemocracia llegó al poder en diversos países europeos, como Suecia (donde gobernó prácticamente sin interrupción durante medio siglo), el Reino Unido (a través del Partido Laborista, cuya ideología guarda grandes concomitancias con las tesis socialdemócratas básicas) y la República Federal de Alemania. Desde entonces, los partidos socialdemócratas se han destacado por su defensa del llamado Estado de bienestar, abandonando definitivamente actitudes típicamente marxistas como la necesidad de la nacionalización de las fuerzas económicas y el desprecio del parlamentarismo, institución esta última que Marx consideraba una mera fachada burguesa para la dominación de clase.


El invento de los Servicios secretos





Servicios secretos, entidades creadas al servicio de los gobiernos de todo país para obtener y evaluar diferentes informaciones acerca de los recursos bélicos, económicos, energéticos, actividades, planes de operaciones militares y otros datos valiosos de naciones que no necesariamente son enemigas u oponentes. De todas estas organizaciones, la más conocida es la CIA (Central Intelligence Agency) de Estados Unidos. Fue creada en 1947 bajo la dirección del Consejo de Seguridad Nacional, respondiendo a la necesidad expresada por el Presidente Harry S. Truman de coordinar los diferentes servicios de inteligencia que existían en el país tras la II Guerra Mundial. Además de las labores de espionaje y contraespionaje, la CIA ha efectuado intervenciones directas en asuntos internos de otros Estados, por medio de operaciones militares ocasionales. Junto a ella, el FBI (Federal Bureau of Investigation) se ocupa de toda investigación en la que esté implicado un interés federal (no exterior), incluyendo materias de espionaje, contraespionaje, sabotajes, traición, sedición y cuestiones de seguridad interior.
El KGB soviético (Komitet Gosudarstvennoy Bezopasnosti) fue creado en 1954, y encontraba sus orígenes en la policía secreta bolchevique (la cheka de 1917). Su momento de mayor poder fue en los primeros años de la década de 1980, cuando Yuri Andropov gobernaba la URSS.
Otras organizaciones conocidas son los MI5 y MI6 británicos, la DGSE (Direction Générale de la Securité Extérieure) francesa, el CNI (Centro Nacional de Inteligencia) español, el Mossad de Israel y el Departamento de Asuntos Sociales de China.

El invento de la Separación de poderes





Charles de Montesquieu
El pensador francés Charles-Louis de Montesquieu pasó a la historia, entre otras muchas aportaciones, por alumbrar la teoría de la separación de poderes, básica en los regímenes parlamentarios democráticos del último siglo y medio.

Separación de poderes, concepto, doctrina y práctica que, en ciencia política, se identifica con la división de las funciones del Estado, que son ejercitadas por organismos políticos diferentes.
La separación o división de poderes, principio característico del constitucionalismo contemporáneo, supone una garantía para el propio Estado y para el ciudadano (que queda protegido por un marco legal que dificulta los abusos de poder y posibles actuaciones arbitrarias de instituciones públicas). La tradicional teoría de la separación de poderes divide éstos en poder legislativo, poder ejecutivo y poder judicial. El primero (normalmente ejercido por el Parlamento) es el encargado de redactar, promulgar, reformar y derogar las leyes; el segundo (cuyo responsable es el gobierno) procura su cumplimiento; el tercero (a cargo de los tribunales), administra justicia.
Un Estado que divide en este sentido sus facultades y funciones es menos susceptible de caracterizarse por procedimientos tiránicos o dictatoriales que aquel cuyas distintas potestades se encuentran asumidas por un número menor de instituciones responsables. La separación de poderes es, en teoría, el principal garante del que ha sido denominado Estado de Derecho, cuya esencia es el “imperio de la ley”, y suele ser sinónimo de sistemas o regímenes políticos basados en comportamientos democráticos.
Esta doctrina fue desarrollada durante siglos. Uno de los primeros filósofos que teorizaron sobre ella fue el inglés James Harrington, quien, en su obra Oceana (1656), describió un sistema político utópico basado en la división de los poderes públicos. John Locke expuso un tratamiento más detallado de la misma en el segundo de sus Tratados sobre el gobierno civil (1690). En sus páginas, el filósofo inglés argüía que los poderes legislativo y ejecutivo son conceptualmente diferentes, aunque pensaba que no siempre es necesario separarlos en instituciones políticas distintas; no distinguía, en cambio, el poder judicial. El actual concepto de la separación de poderes fue definido por el teórico francés Charles-Louis de Montesquieu en uno de sus principales ensayos, El espíritu de las leyes (1748), donde ya quedaba descrita la triple división (él no usó el término “separación”) que desde entonces se convirtió en el eje fundamental de la mayoría de las constituciones contemporáneas.

El invento del Parlamento





Parlamento, institución política compuesta generalmente por una o dos cámaras o asambleas, que suele ejercer el poder legislativo en un Estado. Su significado inicial era el de un lugar en el que se habla; etimológicamente el término deriva del verbo francés parler (‘hablar’). En la práctica, deliberar es sólo una de las funciones que realiza un Parlamento, y en el presente no la más importante.
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ORÍGENES
Las raíces de los parlamentos son muchas y variadas. Se considera que el Parlamento más antiguo que aún existe es el Althing, en Islandia, pero una interrupción en su funcionamiento en el siglo XIX implica que el Parlamento que ha funcionado más tiempo sin interrupción sea el Tynwald de la isla de Man. Entre los más antiguos se encuentra el Parlamento británico, que data del siglo XIII y que ha sido probablemente el más influyente en el desarrollo de las tradiciones del Estado parlamentario. Entre sus raíces se cuentan el Witenagemot anglosajón y el consejo asesor de los reyes normandos: el Curia Regis.
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DESARROLLO
Los parlamentos ingleses se formaron inicialmente porque los monarcas necesitaban ayuda para conseguir dinero. Muy pronto se implantó la costumbre de que antes de aceptar una nueva tasa se presentaran las quejas con antelación. A principios del siglo XVII, el Parlamento inglés se había embarcado en una lucha por la supremacía con la Corona. El resultado fue la Guerra Civil inglesa. Para acabar con los problemas que enfrentaban a los monarcas con los representantes parlamentarios fue preciso emprender una nueva lucha más avanzado el siglo. Después de la Revolución Gloriosa (1688-1689) quedó claro que los monarcas gobernaban con el respaldo del Parlamento, creándose un sistema de equilibrio entre ambos poderes que serviría de modelo a todo el mundo occidental.
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CLASIFICACIÓN
Los parlamentos del mundo contemporáneo tienen un muy variado grado de potestades. Algunos deciden cuestiones políticas, como el Congreso de Estados Unidos; otros más bien influyen en políticas ya definidas, como los del Reino Unido, Alemania o Francia. En algunos países, los parlamentos son una entidad burocrática sin ninguna independencia. Este era el papel más común del Parlamento en los países comunistas, como el Soviet Supremo de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas o el Congreso Nacional del Pueblo de China.
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FUNCIONES
Los parlamentos modernos realizan diversas funciones. Además de la idea inicial del debate, es usual que los parlamentos estén involucrados en la redacción de leyes, en el control del presupuesto, en la representación de la población del país y en la decisión de la composición del gobierno. En muchos sistemas democráticos el Parlamento se constituye mediante elecciones legislativas. Generalmente, los ministros participan en el Parlamento aunque a veces, como en la V República Francesa, no lo tienen permitido.
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EXTENSIÓN DEL SISTEMA PARLAMENTARIO
La gran mayoría de los países del mundo poseen un Parlamento. Una de las consecuencias de la influencia occidental en el resto del mundo ha sido la extensión del concepto de sistema parlamentario aunque algunos estados no occidentales ya tenían sus propias asambleas antes de la colonización. Esto es especialmente cierto en el caso de la Commonwealth. Países como Canadá, Australia y Nueva Zelanda han funcionado con un gobierno parlamentario tradicional durante mucho tiempo. La India también ha demostrado ser capaz de mantener un sistema parlamentario y puede reclamar el título de ser la mayor democracia parlamentaria con sus dos multitudinarias cámaras, el Lok Sabha y el Rajya Sabha. Un país vecino, Pakistán, ha tenido una experiencia parlamentaria menos satisfactoria e interrumpida con más frecuencia. Esto indica que los países en vías de desarrollo tienen mayores dificultades en mantener un sistema parlamentario por una inestabilidad política que ha derivado históricamente en la frecuente aparición de regímenes de partido único o dictaduras.
Por otro lado, el parlamentarismo latinoamericano es consecuencia del proceso de emancipación iniciado en 1810, y en el que ejerció una gran influencia la primera Constitución liberal española aprobada en las Cortes de Cádiz en 1812. En casi todos los países, el poder legislativo reside en un Parlamento bicameral compuesto por una cámara baja, que puede ser denominada de diversas maneras (Congreso de los Diputados, Cámara de Representantes, etcétera) y una cámara alta que suele identificarse como Senado.
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EL PARLAMENTO BRITÁNICO
Después de establecer su superioridad frente al monarca, la posición del Parlamento británico volvió a ser amenazada en el siglo XIX desde otra dirección. La extensión de la democracia provocó la aparición de disciplinas de partido en el Parlamento, especialmente en la Cámara de los Comunes, con lo que la idea del Parlamento como reunión de personas libres e independientes fue puesta en duda. El crecimiento de los partidos se unió al incremento en la actividad del Estado y a la mayor complejidad de la economía en el siglo XX, con el resultado final de que el poder se desplazó, en el Reino Unido y muchos otros países, al poder ejecutivo. De esta manera, durante el siglo XX el poder en el Reino Unido ha pasado de la Cámara de los Lores a la de los Comunes. Las funciones del Parlamento en su conjunto han sido: aprobar la formación de gobiernos, designar los componentes del gabinete, y controlar sus acciones.
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NÚMERO DE CÁMARAS
Los parlamentos constan generalmente de dos cámaras, pero hay muchos ejemplos de parlamentos unicamerales: el Folketing danés, la Kneset israelí, el Parlamento neozelandés, o la Asamblea Nacional surcoreana.
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COMPOSICIÓN
Por regla general, al menos una cámara de los parlamentos bicamerales se constituye por voto directo (es el caso de la mayoría de las cámaras bajas). La cámara alta es constituida también por votación popular, pero con un sistema distinto. En Japón, por ejemplo, ambas cámaras de la Dieta (la de Representantes y la de Consejeros) se eligen directamente, pero por procedimientos diferentes. En Estados Unidos la elección del Senado se hace por estados, tomado cada uno como una unidad, a diferencia de la votación por circunscripciones individuales asociada a la Cámara de Representantes. El sistema australiano tiene algunos aspectos parecidos: la Cámara de Representantes está formada por 148 escaños votados individualmente en circunscripciones diferentes; los doce miembros del Senado son elegidos en todo el país. En algunos sistemas puede que la segunda cámara no se constituya siquiera por elecciones: la Cámara de los Lores en el Reino Unido incluye a los nobles por herencia, los candidatos que han sido elegidos para ello, los abogados decanos y los arzobispos decanos de la Iglesia anglicana. En el caso del Senado canadiense los miembros resultan por designación. En algunos casos, como en la cámara alta de Alemania, el Bundesrat, existe un mecanismo de elecciones indirectas, aquí de representantes de las unidades básicas del país: los länder.
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EL PARLAMENTO EUROPEO
Parlamento Europeo
El Parlamento Europeo celebra sus sesiones plenarias (como la que muestra la imagen) en la sede de esta institución que se encuentra en la ciudad francesa de Estrasburgo.
Sarah Erringon/Hutchison Library
La prueba de la necesidad de parlamentos viene dada por el hecho de que aunque la Unión Europea no es aún un Estado, ya tiene un Parlamento. Desde 1979 los miembros del Parlamento Europeo han sido elegidos directamente por los ciudadanos de la Unión cada cuatro años. El número de sus escaños se reparte entre los países miembros teniendo en cuenta su población. El Parlamento Europeo cuenta actualmente con 624 escaños. El país más pequeño, Luxemburgo, tiene seis y el más grande, Alemania, 99. Francia, Italia y Gran Bretaña cuentan cada uno con 87 escaños.
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EL PARLAMENTO EN ESPAÑA
Congreso de los Diputados (España)
Sito en la madrileña carrera de San Jerónimo, el Congreso de los Diputados es la cámara baja del Parlamento español y, por tanto, quizá, el lugar clave de todo el sistema político del Estado. La imagen muestra su entrada principal, que se encuentra precedida y flanqueada por dos estatuas de leones que fueron construidas tras ser fundido el bronce de los cañones capturados por las tropas españolas al enemigo en 1859, en el inicio de las guerras de Marruecos.
Ramon Manent/Corbis
En España, las primera manifestaciones de carácter parlamentario se remontan a los siglos XIII y XIV, cuando, a petición del rey, se realizaban reuniones periódicas de notables, por regla general representantes de la Iglesia y la nobleza, sobre todo en Aragón y Castilla. Se constituyeron así las Cortes estamentales, asambleas responsables de formar el consejo del monarca, de discutir sobre el régimen de tributos de cada región y dictar leyes generales. Estos órganos, que no tardarían en recibir el nombre de Cortes generales, serían el sustrato de un sistema bicameral heredero de las tensiones históricas entre clérigos y aristócratas. Dichas confrontaciones alcanzarán su punto máximo de violencia a lo largo del siglo XIX, en que las contiendas civiles y la alternancia entre gobiernos de inspiración conservadora y los de espíritu liberal, restan a la institución parlamentaria su significado y el más mínimo asomo de eficacia. Tras la II República española (1931-1939), y luego de una guerra civil, el régimen del general Francisco Franco, de partido único, estableció un sistema autotitulado de ‘democracia orgánica’, con evidentes coincidencias con el modelo de Estado corporativo de Benito Mussolini. Tras la muerte de Franco, se promulgó la vigente Constitución de 1978, que consagraba un Parlamento bicameral, también llamado cortes generales, integrado por el Congreso de los Diputados y el Senado. La renovación de sus miembros ha de producirse cada cuatro años.
Las funciones del Congreso de los Diputados pueden ser básicas, exclusivas y específicas. Las funciones básicas son el ejercicio del poder legislativo, la aprobación de los presupuestos generales del Estado y el control parlamentario del gobierno. Entre sus potestades, también se encuentra la de aprobar los tratados internacionales, la cooperación entre las comunidades autónomas, la distribución de los recursos interterritoriales, las reformas institucionales que procedieran, la asistencia a la Corona y el papel de garante del cumplimiento del régimen sucesorio.
Las funciones exclusivas del Parlamento español atañen a la convalidación de decretos del gobierno del Estado, la tramitación de los proyectos concernientes a los estatutos de las comunidades autónomas, la convocatoria al rey de referéndums generales, la investidura del presidente del gobierno, las mociones de confianza o de censura, e incluso la reprobación del presidente en supuestos de delitos contra la seguridad de la nación.
Las denominadas funciones específicas, pero no exclusivas, afectan a la elección de 10 miembros del Consejo General del Poder Judicial y de 4 del Tribunal Constitucional, así como a la evaluación de los tratados internacionales respecto a la Constitución española.
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EL PARLAMENTO EN LATINOAMÉRICA
Tras lograr su independencia, los nuevos estados latinoamericanos han recorrido un difícil camino político, lleno de obstáculos y retrocesos, hasta conseguir la consolidación de regímenes democráticos fundamentados en sistemas parlamentarios representativos, e incluso algunos de ellos como Cuba aún no lo han logrado. Al igual que en el resto de la comunidad internacional, la variedad parlamentaria es notable. Prevalecen los sistemas bicamerales, pero también existen parlamentos unicamerales; tales son los casos de Costa Rica, Ecuador, Guatemala, Nicaragua, Panamá, Perú, o El Salvador (nótese la inclinación a esta tendencia entre los países centroamericanos). Entre los bicamerales tampoco es idéntica su denominación. Muchos de ellos (Argentina, Brasil, Colombia o Venezuela) reciben el nombre de Congreso Nacional siendo particular el caso de México, donde, debido a la propia esencia del Estado, el Parlamento se llama Congreso de la Unión. Las cámaras altas suelen denominarse Senado, y las bajas, Congreso de los Diputados o Asamblea de Representantes.
Latinoamérica no ha sido ajena a la progresiva mundialización de la política en todos los niveles, evolución que se ha manifestado en el progresivo incremento de la importancia de las organizaciones supranacionales. Así, ya en 1964 se constituyó el llamado Parlamento Latinoamericano, en cuya Asamblea se encuentran representados todos los países de este ámbito geográfico.

El invento del Pacifismo





Mahatma Gandhi
La figura de Mohandas Karamchand Gandhi, conocido entre sus compatriotas indios como Mahatma (en sánscrito, 'alma grande'), es un inconfundible símbolo del pacifismo mundial, agigantado tras su asesinato cometido el 30 de enero de 1948.


Pacifismo, oposición a la guerra y a otras formas de violencia, expresada a través de un movimiento político organizado o como una ideología específica. El pacifismo incluye variantes absolutas y doctrinarias y otras más generales y prácticas. Los pacifistas absolutos se oponen a todas las guerras y a cualquier forma de violencia; los pacifistas relativos asumen ciertas posturas respecto a los conflictos y las clases de violencia hacia los que manifiestan su oposición y crítica. La mayoría de los pacifistas absolutos ponen de relieve la inmoralidad de la muerte de una persona a manos de otra. La filosofía del pacifismo se basó a lo largo de la historia en la moral, la voluntad divina o la conveniencia económica y social. El término en sí no se hizo popular hasta comienzos del siglo XX.
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OBJETIVOS PACIFISTAS
En el intento por prevenir la guerra, los pacifistas han de conseguir cuatro objetivos primordiales: establecer un clima favorable a la paz, reducir o eliminar las causas potenciales de conflicto inherentes a la competencia económica, a la ambición de poder y al miedo a la dominación extranjera, deben poner en marcha formas de solucionar los conflictos, tales como procedimientos de mediación, arbitraje y juicio, y, por último, han de encontrar mecanismos para garantizar el cumplimiento de las decisiones adoptadas. Se han propuesto varias formas diferentes de conseguir estos fines.
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PACIFISMO ABSOLUTO
Los miembros de algunos grupos religiosos, como los de la Iglesia menonita y los cuáqueros, creen que pueden lograr que los agresores adopten comportamientos pacíficos dando ejemplo de conducta solidaria y no violenta. Esta actitud está recogida en el Nuevo Testamento en el sermón de la Montaña, pero es mucho más antigua que el cristianismo: su origen puede encontrarse en las enseñanzas de Buda, Confucio y otros filósofos orientales. El pacifismo absoluto preconiza que sus seguidores serán capaces de mantener su valentía moral cuando se enfrenten a una agresión o a una provocación, y que influirán en los agresores al devolverles bien a cambio de mal. Sin embargo, este pacifismo nunca ha tenido un éxito completo. Aunque los primitivos cristianos observaron esta actitud durante varias generaciones, su oposición sin compromisos al uso de la fuerza desapareció cuando la Iglesia se alió con Estado romano en el siglo IV. Un postulador contemporáneo del pacifismo absoluto se declarará generalmente objetor de conciencia cuando deba realizar el servicio militar.
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PACIFISMO RELATIVO
Los pacifistas menos absolutos siguen otros códigos de conducta. Algunos rechazan el uso de la fuerza y propugnan la persuasión moral, pero también fomentan la resistencia pasiva para conseguir sus objetivos. Dos ejemplos de este comportamiento son la resistencia contra el Gobierno británico en la India durante el siglo XX, y la desobediencia civil de los estadounidenses por los derechos civiles. Los críticos de esta visión argumentan que incluso la resistencia pasiva provoca frustración, resentimiento y una mayor opresión por parte del agresor.
Muchos pacifistas piensan que sólo es posible mantener la paz mediante una disposición a usar la fuerza en algunas circunstancias normalmente caracterizadas como defensivas. Una de estas concepciones permite la defensa armada frente a un ataque, pero no ayudar a otros países que sean atacados. La teoría de la seguridad colectiva propone una alianza defensiva de naciones amantes de la paz frente a las que la rompan. Si se desea que esta opción no degenere en un mero sistema de alianzas rivales, debe establecerse alguna maquinaria internacional que sea capaz de arbitrar y de imponer sus decisiones. Por tanto, los partidarios de esta teoría han defendido todas las organizaciones internacionales, como el Tribunal permanente de arbitraje, la Sociedad de Naciones y la Organización de las Naciones Unidas.
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HISTORIA
Aunque los movimientos organizados por la paz no se crearon hasta el siglo XIX, la búsqueda de formas de prevenir la guerra empezó con el auge de las ciudades-estado al final de la edad media. En el siglo XIV Dante Alighieri propuso un imperio mundial para acabar con la guerra; en el siglo XV Jorge de Poděbrad, Rey de Bohemia, postuló un parlamento internacional; en el siglo XVI Enrique IV de Francia defendió una postura similar; en el siglo XVII el cuáquero inglés William Penn escribió Un ensayo para la paz presente y futura de Europa (1694); y en el siglo XVIII el escritor francés Charles Irénée Castel, conocido como el Abate de Saint-Pierre, influyó en los lectores de su tiempo con sus propuestas para asegurar la paz perpetua que más tarde fueron desarrolladas por Immanuel Kant.
La primera organización pacifista de la historia fue fundada en Nueva York en 1815 por el comerciante americano David Low Dodge; otra fue organizada en Massachusetts ese mismo año por el teólogo Noah Worcester. Ambas fueron incorporadas a la Sociedad Americana para la Paz fundada por el pacifista William Ladd en 1828. Más avanzado el siglo se establecieron diversas sociedades pacifistas en los países europeos. En 1848 el lingüista estadounidense Elihu Burritt fundó la Liga de la Fraternidad Universal con filiales de Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y Holanda. Sin embargo, estos primeros grupos idealistas no formularon ningún plan específico para prevenir la guerra.
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PACIFISMO CONTEMPORÁNEO
Después de la I Guerra Mundial, las esperanzas de muchos pacifistas de conseguir una defensa colectiva estaban puestas en la recién creada Sociedad de Naciones. Esta organización se hallaba, sin embargo, débilmente estructurada y no proporcionaba ningún medio efectivo de prevenir la guerra. Hacia 1941, la mayor parte de los países del mundo estaban envueltos en la II Guerra Mundial. Ésta fue seguida a su vez por la fundación de la ONU que poseía un mecanismo más complejo para mantener la paz.
Subsisten muchas organizaciones pacifistas internacionales. El impulso más grande dado al pacifismo contemporáneo ha sido el desarrollo y empleo de las armas nucleares en las postrimerías de la II Guerra Mundial. Enfrentados con la posibilidad de una contienda nuclear total, muchas personas que no se habían comprometido anteriormente se unieron a los pacifistas para lograr la prohibición de fabricar armas nucleares, el cese de las pruebas de estas armas, y el desarme de las naciones que las poseyeran.
Hacia el final de la década de 1960 y comienzos de la de 1970, la guerra en el Sureste asiático suscitó la oposición de millones de personas en todo el mundo. Estaba claro, sin embargo, que la mayoría no se habrían opuesto a una contienda que consideraran justificada, como fue la II Guerra Mundial.

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