Invento de la Literatura ecuatoriana




Literatura ecuatoriana, recorrido histórico a través de los autores y las obras literarias (narrativa, poesía, ensayo, teatro) escritas en la República del Ecuador.
Podemos considerar que la literatura ecuatoriana se inicia en el ámbito prehispánico con la cultura de la civilización incaica, cuyos dominios alcanzaron el actual territorio de Ecuador (véase Reino de Quito). Durante la colonia surgieron los primeros poetas dignos de mención: en el siglo XVII destacó Jacinto de Evia (1629-?) y en el XVIII Juan Bautista Aguirre (1725-1786). En esa misma época sobresalen el narrador y político Francisco Eugenio de Santa Cruz y Espejo, buen representante de las inquietudes renovadoras que mostraban los intelectuales en la segunda mitad del siglo XVIII, como demuestran los diálogos que tituló Nuevo Luciano o despertador de ingenios (1779), y Juan de Velasco (1727-1792) con su Historia del Reino de Quito (1789).
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EL SIGLO XIX
En el primer tercio del siglo, marcado por las luchas por la independencia y la influencia de la Ilustración, hay que mencionar al poeta neoclásico José Joaquín Olmedo con La victoria de Junín. Canto a Bolívar (1825) y Oda al general Flores, vencedor de Miñarica (1835). En el ensayo destacaría después Juan Montalvo, notable prosista, clásico y casticista, y figura relevante del catolicismo liberal y democrático, con títulos como Siete tratados (1882), Las catilinarias (1882) o Geometría moral (1917). El romanticismo contó también con la poesía de Numa Pompilio Llona (1832-1907) o de Julio Zaldumbide (1833-1887) y, sobre todo, con la novela Cumandá o un drama entre salvajes (1879), con la que Juan León Mera ofreció una muestra destacada de literatura indigenista. La influencia del parnasianismo se dejó ver en poetas como César Borja (1852-1910) y Remigio Crespo Toral (1860-1939).
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EL SIGLO XX
Con A la costa (1904) y otras novelas de fuerte contenido social, Luis A. Martínez (1869-1909) realizó el primer análisis realista de la sociedad ecuatoriana, pero sólo al final de la década de 1920 la narrativa ofreció una verdadera riqueza. Otros representantes de la narrativa realista fueron Eduardo Mera (1871-1913) y Manuel J. Calle (1866-1918). De 1927 data la primera novela indigenista ecuatoriana, Plata y bronce, de Fernando Chaves (1902- ). Pablo Palacio fue el mejor representante de la orientación vanguardista, pronto desplazada por el crudo realismo de los escritores de la década de 1930. En esta época sobresalió el grupo de Guayaquil, integrado por Demetrio Aguilera Malta, José de la Cuadra, Alfredo Pareja Diezcanseco (1908- ), Joaquín Gallegos Lara (1911-1944) y Enrique Gil Gilbert (1912-1973), a los que después se unió Adalberto Ortiz (1914- ). También en la Sierra aparecieron novelistas, entre los que destacó Jorge Icaza con su alegato indigenista y su indagación en la identidad nacional. Ninguna promoción posterior alcanzó relieve semejante, aunque la narrativa ecuatoriana se ha ido enriqueciendo con las aportaciones sucesivas de escritores notables, como Pedro Jorge Vera (1914-1999), Alfonso Barrera Valverde (1925- ), Miguel Donoso Pareja (1941- ), Iván Egüez (1944- ), Abdón Ubidia (1944- ) y Eliecer Cárdenas (1950- ), entre otros.
Con la obra de Arturo Borja (1892-1912), Medardo Ángel Silva y otros poetas, el modernismo se afianzó tardíamente en el país. Después llegaron las manifestaciones casi siempre moderadas de las vanguardias, representadas sobre todo por Hugo Mayo (1898-1988), Jorge Carrera Andrade y Gonzalo Escudero (1903-1971), hasta que los integrantes del grupo Madrugada (1944), como César Dávila Andrade (1918-1967) y Jorge Enrique Adoum, conjugaron las preocupaciones sociales con la exaltación de la tierra americana, antes de buscar otras soluciones para expresar sus inquietudes existenciales más íntimas. Los poetas posteriores prefirieron esta última opción, que ofreció numerosos matices en las creaciones de Efraín Jara (1926- ), Jacinto Cordero (1929- ), Francisco Granizo (1928- ) y Euler Granda (1935- ). Con Ileana Espinel (1933- ) y Fernando Cazón (1935- ) la poesía se enriqueció de escepticismo, mientras las preocupaciones sociopolíticas impulsadas por la Revolución Cubana determinaban en buena medida la obra de los Tzántzicos, como Ulises Estrella (1939- ) y Raúl Arias (1944- ), entre otros. Rubén Astudillo (1938- ), Ana María Iza (1941- ), Bruno Sáenz (1944- ), Iván Carvajal (1948- ) y Sara Vanegas (1950- ) son también poetas notables.
Gonzalo Zaldumbide (1884-1965) y Benjamín Carrión han sido ensayistas destacados. Demetrio Aguilera Malta, Francisco Tobar García (1928- ) y José Martínez Queirolo (1931- ) sobresalen entre los dramaturgos.


Invento de la Literatura dominicana




Literatura dominicana, literatura producida por los nacidos en la República Dominicana. Contó con tempranas manifestaciones en la ciudad de Santo Domingo, entre las que destacan algunos sonetos de Leonor de Ovando y un entremés de Cristóbal de Llerena (c. 1540-c. 1610). La vida cultural entró después en decadencia, y no se reanimó con la independencia intermitente y precaria que los dominicanos consiguieron en el siglo XIX. Entre los escritores ligados al romanticismo destacaron el dramaturgo Francisco Javier Foxá Lecanda (1816-1865) y algunos poetas: José Joaquín Pérez (1845-1900), Salomé Ureña de Henríquez (1850-1897) y Gastón Fernando Deligne (1861-1913). Sólo a finales del siglo aparece la primera novela de relieve: Enriquillo (1879-1882), de Manuel de Jesús Galván (1834-1910), que reconstruyó la vida de la isla en la primera mitad del siglo XVI.
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EL SIGLO XX
El modernismo contó con poetas como Osvaldo Bazil (1884-1946) y Fabio Fiallo (1866-1942), pero merece recordarse sobre todo porque significó el impulso inicial de Pedro Henríquez Ureña (1884-1946), al que sus investigaciones y ensayos convertirían en una figura de extraordinario relieve intelectual iberoamericano, y también para su hermano Max Henriquez de Ureña, también ensayista notable. La vanguardia dio lugar después al postumismo de Domingo Moreno Jimenes (1894-1986) y Andrés Avelino García (1901-1974), aunque la proyección exterior de la poesía sólo se produjo con Franklin Mieses Burgos (1907-1976) y otros autores relacionados con la revista La poesía sorprendida (1943-1947). Por entonces realizaba sus mejores contribuciones a la poesía afroantillana Manuel del Cabral (1907-1999), cuyas preocupaciones sociales serían compartidas por Pedro Mir (1913-2000). Después han abundado los poetas: Freddy Gatón Arce (1920-1994), Máximo Avilés Blonda (1931-1988), Marcio Veloz Maggiolo (1936), Miguel Alfonseca (1942-1994), Norberto James Rawlings (1945), José Enrique García (1948), Cayo Claudio Espinal (1955) y José Mármol (1960) están entre los mejores.
La narrativa del siglo XX debe sus primeros resultados de interés a Tulio Manuel Cestero (1877-1950), que evolucionó desde el modernismo hacia el regionalismo. Juan Bosch (1909-2001), notable y frustrado político, destacaría sobre todo como autor de cuentos, y en los últimos tiempos sobresalen las novelas de Marcio Veloz Maggiolo. Virgilio Díaz Grullón (1924-2001), René del Risco (1937-1972) y Pedro Vergés (1945) también merecen atención. El poeta Héctor Incháustegui Cabral (1912-1979) fue un dramaturgo notable. Por sus contribuciones al teatro sobresalen también Franklin Domínguez (1931) e Iván García Guerra (1938).


Invento de la Literatura cubana




Alejo Carpentier
Alejo Carpentier (1904-1980) es el escritor cubano que, a pesar de su corta producción literaria, está considerado como uno de los artífices de la renovación de la literatura latinoamericana. Con un lenguaje rico, colorista y majestuoso incorpora todas las dimensiones de la imaginación —sueños, mitos, magia y religión— en su idea de la realidad.

Literatura cubana, recorrido histórico a través de los autores y las obras literarias (narrativa, poesía, ensayo, teatro) escritas en la República de Cuba.
Exterminada por causas diversas la población aborigen, Cuba desarrolló una sociedad europea y africana, con algún aporte chino. No quedan testimonios de literaturas indígenas. La isla empieza a figurar en los cronistas de Indias: Cristóbal Colón, Bartolomé de Las Casas, Bernal Díaz del Castillo.
En los primeros tiempos de la conquista ya había representaciones teatrales festivas, sacras y profanas, con textos especiales, pero la literatura cubana se puede considerar inaugurada con el poema épico-heroico de Silvestre de Balboa Espejo de paciencia (1608).
En el siglo XVII, las órdenes religiosas enseñan letras en sus centros educativos, se introduce la imprenta (1723) y se funda la Universidad de La Habana (1721). Entre los poetas líricos de la época se recuerda a José Surí y Aguilar y a Diego de Campos, y entre los historiadores, a Agustín Morell, Ignacio de Urrutia y José Martín Félix de Arrate y Acosta. Ya en el XVIII había un teatro autóctono y funcionaron Sociedades de Amigos del País corresponsales de las españolas y afines a la Ilustración. Por estas influencias y ambiente cultural se imprimió el periódico el Papel Periódico de La Habana. Entre los ilustrados cubanos destacan José Agustín Caballero, Francisco Arango Parreño y Tomás Rodríguez y los poetas neoclásicos Manuel de Zequeira y Manuel de Rubalcava.
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EL SIGLO XIX
Gertrudis Gómez de Avellaneda
Nadie diría al observar a esta gran dama serena y digna que su vida fue un cúmulo de desgracias y sinsabores. Pero es que Federico Madrazo, el retratista de personajes acomodados de Madrid de finales del XIX, no tenía ningún interés en que Gertrudis Gómez de Avellaneda (1814-1873), escritora nacida en Cuba y una de las voces más auténticas del romanticismo hispano, pasara a la historia como una de sus heroínas desgarradas antiesclavistas o salvajes sometidas.

No hubo revolución de la independencia en Cuba hasta fines de siglo, pero, ya a principios de la centuria, apareció un poeta vigoroso, que anunció el romanticismo, de gran sentimiento y expresión clásica: José María Heredia. Es importante, por su obra de orientación, organización de tertulias y correspondencia, Domingo del Monte. Otros románticos notables son Gabriel de la Concepción Valdés, Plácido, y Juan Francisco Manzano. Entre los seguidores del regionalismo americano: José Jacinto Milanés. Y una de las figuras descollantes del romanticismo hispanoamericano: Gertrudis Gómez de Avellaneda.
Filósofos e historiadores como Félix Varela, José Antonio Saco y José de la Luz y Caballero prepararon la generación de la independencia. Surgió también una novela antiesclavista con Cirilo Villaverde, Ramón de Palma y José Ramón Betancourt. Asimismo floreció una literatura de costumbres con José Victoriano Betancourt y José Cárdenas Rodríguez y un romanticismo tardío con la “reacción del buen gusto”: Rafael Mendive, Joaquín Lorenzo Luaces y José Fornaris. En la crítica merece recordarse a Enrique José Varona.
La figura de José Martí, coetáneo del modernismo, domina por su relieve político y literario. Entre los modernistas cuentan Julián del Casal, Juana Borrero, Carlos Pío, Federico Uhrbach, René López y Enrique Hernández Miyares.
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EL SIGLO XX
Tras la independencia surgieron los poetas de la República: Bonifacio Byrne, Regino Boti, José Manuel Poveda y Agustín Acosta. Luego, la poesía cubana se diversificó en el purismo de Eugenio Florit, Emilio Ballagas y Mariano Brull, en el negrismo de Nicolás Guillén y en el feminismo de Dulce María Loynaz.
La novela contó con Miguel del Carrión y Carlos Loveira, y el cuento con Luis Felipe Rodríguez, Enrique Labrador Ruiz y Lino Novás Calvo. El acento folclorizante lo puso Lydia Cabrera. En el ensayo antropológico y crítico, hay que reseñar a Fernando Ortiz y Medardo Vitier.
La vanguardia se expresó en la relevante Revista de Avance (1927-1930), de la que surgieron Juan Marinello, Jorge Mañach, Francisco Ichaso, Félix Lizaso y el fundamental novelista Alejo Carpentier.
En 1940 apareció el grupo de la revista Orígenes, de inspiración católica y preocupación cubanista, cuyo líder fue José Lezama Lima, y en el cual se integran Ángel Gaztelu, Gastón Baquero, Octavio Smith, Cintio Vitier, Fina García Marruz y Eliseo Diego.
Otro grupo importante es el de Renuevo, que surge poco antes de la Revolución Cubana, con Ángel Pou y Ángel Cuadra. La revolución de 1959 divide la literatura cubana entre los escritores del interior y los emigrados. En la isla se fundan las revistas Casa de las Américas (véase Casa de las Américas) Verde olivo, Lunes de revolución y El caimán barbudo. En el interior trabajan, entre otros, Virgilio Piñera, Pablo Armando Fernández, Roberto Fernández Retamar, Vicente Leñero y Lisandro Otero. Fuera de Cuba, exiliados, escriben una obra muy personal: Severo Sarduy, Guillermo Cabrera Infante, Zoé Valdés, Reinaldo Arenas y Jesús Díaz. Un caso especial es Calvert Casey, nacido en Estados Unidos, nacionalizado cubano y que vivió en Europa.


El invento de la Literatura colombiana




Jorge Isaacs
Fragmento de María, única novela del escritor Jorge Isaacs, leído por un actor. Primera obra maestra de la literatura colombiana, es la historia de un amor que no llega a consumarse. Contada en primera persona por Efraín, la ilusión de su amor por María se transforma en la nostalgia del amor perdido.

Literatura colombiana, recorrido histórico a través de los autores y las obras literarias (narrativa, poesía, ensayo, teatro) escritas en la República de Colombia.
Empezó a ser una realidad en crónicas como la Historia de las conquistas del Nuevo Reino de Granada, del clérigo bogotano Lucas Fernández de Piedrahita, y Conquista y descubrimiento del Nuevo Reino de Granada, más conocida por el extraño título de El carnero, de Juan Rodríguez-Freyle. En la producción poética temprana destacan el largo poema épico Elegías de varones ilustres de Indias (1589, primer volumen), de Juan de Castellanos, y la obra de Hernando Domínguez Camargo, destacado seguidor de Luis de Góngora. También merece mención la Madre Castillo (Francisca Josefa del Castillo y Guevara), prosista y poeta de inquietudes religiosas. La cultura colonial contó con algunas manifestaciones teatrales, que permiten anotar los nombres de Fernando Fernández de Valenzuela y Juan de Cueto y Mena.
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EL SIGLO XIX
Los años de la independencia coincidieron con los gustos neoclásicos, que representó sobre todo el poeta y dramaturgo José Fernández Madrid. Sobre esos gustos se superpuso el romanticismo de poetas como José Joaquín Ortiz, José Eusebio Caro, Julio Arboleda, Gregorio Gutiérrez González, Rafael Pombo y Rafael Núñez (1835-1894).
En la novela sobresalieron Eugenio Díaz Castro, con Manuela (1866), y sobre todo Jorge Isaacs, que con María (1867) consiguió una obra maestra. Ya al final del siglo el modernismo encontraría representantes muy destacados en los poetas José Asunción Silva y Guillermo Valencia. Silva escribió también la novela De sobremesa, aunque como narrador no pudo competir con el hoy casi olvidado José María Vargas Vila. Los estudios lingüísticos se desarrollaban gracias a Miguel Antonio Caro y Rufino José Cuervo, mientras en el ensayo Baldomero Sanín Cano y Carlos Arturo Torre iniciaban una indagación en la identidad propia que habían de continuar más tarde Germán Arciniegas y otros escritores.
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EL SIGLO XX
Álvaro Mutis
El escritor colombiano Álvaro Mutis ha sido galardonado, entre otros, con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras, en 1997, o con el Premio Cervantes, en 2001.

Los gustos poéticos finiseculares habían de mantenerse firmes por mucho tiempo, a pesar del acercamiento irónico al entorno que pronto llevó a cabo Luis Carlos López, de la parodia que intentó León de Greiff y de los matices que en la década de 1920 incorporaron Porfirio Barba, Luis Vidales y otros poetas conocidos como “los novísmos”. El ambiente tampoco se alteró a partir de 1939 con Eduardo Carranza, Jorge Rojas, Arturo Camacho Ramírez y demás miembros del grupo Piedra y cielo. Frente a su esteticismo, Aurelio Arturo incorporaba territorios próximos al surrealismo, y por esa vía y otras avanzan los poetas de la revista Mito, fundada en 1955 por Jorge Gaitán Durán (1924-1962) y Eduardo Cote Lamus (1928-1964). De ahí surge Álvaro Mutis (1923), que a través de Maqroll el Gaviero creó una de las voces más personales de los últimos tiempos.
Gabriel García Márquez
El renombrado escritor colombiano Gabriel García Márquez recibió el Premio Nobel de Literatura en 1982. En sus novelas y relatos breves se entremezclan realismo y elementos de naturaleza fantástica. Entre sus obras más conocidas destacan Cien años de soledad (1967),El otoño del patriarca (1975) y El amor en los tiempos del cólera (1985).

Las inquietudes relacionadas con el triunfo de la Revolución Cubana potenciaron el nadaísmo de Gonzalo Arango, Mario Rivero y Jaime Jaramillo Escobar. Más tarde el desencanto ganó progresivamente a la promoción de Giovanni Quessep, Jaime García Maffla, Juan Manuel Roca y Juan Gustavo Cobo Borda, poetas de calidad ya contrastada.
En cuanto a los narradores, la tradición del XIX se prolongó con Tomás Carrasquilla y otros autores mientras José Eustasio Rivera daba a conocer La vorágine (1924), la famosa novela de la selva devoradora. Aunque posteriormente destacaron Eduardo Zalamea Bordá y José A. Osorio Lizararo, el desarrollo de la ficción se produjo en la década de 1950. La violencia fue el tema fundamental de Eduardo Caballero Calderón, Manuel Mejía Vallejo, Álvaro Cepeda Samudio y otros novelistas entre los que pronto había de destacar Gabriel García Márquez, después el representante por excelencia del realismo mágico con Cien años de soledad (1967). Tardíamente se incorporaron al género Héctor Rojas Herazo y Pedro Gómez Valderrama, mientras los jóvenes buscaban nuevos caminos. Óscar Collazos, Albalucía Ángel, Fanny Buitrago, Gustavo Álvarez Gardeazábal, Rafael Humberto Moreno-Durán, Marco Tulio Aguilera Garamuño y Andrés Caicedo (1952-1977) figuran entre los más destacados.
Desde la década de 1950 el teatro también ha experimentado gran auge, sobre todo gracias a los esfuerzos de Enrique Buenaventura y el Teatro Experimental de Cali. Como dramaturgos destacan Gustavo Andrade Rivera, Carlos José Reyes, Jairo Aníbal Niño, Esteban Navajas y José Manuel Freidel. Véase también Teatro latinoamericano.


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