La Novela policiaca




Novela policiaca, relato de misterio en el que se plantea un enigma criminal, por lo general un asesinato, investigado por una o más personas. El protagonista suele ser un detective o un oficial de policía y la narración se ofrece en primera o en tercera persona. El encargado de la investigación interroga a los sospechosos y reúne pruebas para reconstruir el crimen. El detective comparte con el lector las pistas que va encontrando, pero no revela su significado hasta el final de la novela.
La investigación se basa en el análisis del móvil, las circunstancias y los medios, y el caso se resuelve tras eliminar a todos los sospechosos que no se ajustan a estos criterios. Con el fin de que la trama resulte difícil para el detective e interesante para el lector, el autor va sembrando de obstáculos el desarrollo de la investigación: diversos sospechosos, nuevos casos de asesinato, pretextos para desviar la atención del lector y, a menudo, episodios de violencia. Sólo al final, se desenmascara al culpable y se explican los pasos seguidos para resolver el caso.
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PRIMEROS RELATOS POLICIACOS
Edgar Allan Poe
Fragmento de El cuervo de Edgar Allan Poe recitado por un actor: "Una vez, en una aterradora medianoche, mientras yo reflexionaba, débil y cansado, / sobre un gran volumen de extrañas y curiosas materias de una ciencia olvidada, / mientras daba cabezadas, casi dormido, de pronto hubo unos golpecitos, / como de alguien que llamara suavemente, llamara a la puerta de mi cámara."

El fundador del género fue el escritor estadounidense Edgar Allan Poe, creador del personaje de C. Auguste Dupin. Los métodos de deducción de Dupin y sus excéntricos hábitos personales sirvieron de modelo para todas las novelas policiacas posteriores. Dupin hizo su aparición en abril de 1841, cuando la Graham’s Magazine publicó el relato de Poe Los crímenes de la calle Morgue, ya un clásico del género. El personaje de Dupin está inspirado en el primer detective de la vida real, François Eugène Vidocq, jefe del Departamento de Investigación Criminal de París.
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EL IMPACTO DE SHERLOCK HOLMES
Los relatos policíacos se hicieron realmente populares en 1887, fecha en que el Beeton’s Christmas Annual publicó Un estudio en escarlata, la novela de Arthur Conan Doyle en la que se presenta por primera vez el detective más famoso de todos los tiempos, Sherlock Holmes. En la obra de Conan Doyle se aprecia claramente la influencia de Poe. El autor confirió a su personaje una personalidad similar a la de Dupin, e igualmente excéntrica. Pese al enorme éxito obtenido con sus novelas policiacas, Conan Doyle no tardó en cansarse de su detective y decidió matarlo, pero tuvo que devolverle la vida ante las numerosas protestas de los lectores.
Agatha Christie y Ngaio Marsh
La británica Agatha Christie (a la izquierda) y la neozelandesa Ngaio Marsh (a la derecha) están consideradas dos de las mejores escritoras de novela policiaca del siglo XX. Esta foto las muestra en 1960 en el Hotel Savoy de Londres.

Las novelas de Sherlock Holmes popularizaron el género tal como hoy se lo conoce. Sus numerosos seguidores han intentado modelar a sus héroes a imagen y semejanza de este personaje único y omnisciente. A partir de 1920, año en que comienza lo que podríamos llamar la edad de oro del género policiaco, Agatha Christie alcanzó un éxito similar al de Conan Doyle con una serie de magistrales historias policiacas basadas en el personaje de Hercules Poirot.
Sir Arthur Conan Doyle
El novelista inglés sir Arthur Conan Doyle creó a Sherlock Holmes, el detective más famoso de la historia de la literatura. Desde su presentación en Un estudio en escarlata (1887), aparecería en 68 obras posteriores. Cansado de su personaje, el autor intentó matarlo en Las memorias de Sherlock Holmes (1894). Sin embargo, sucumbió ante el clamor de sus lectores y le resucitó para las siguientes obras.

La obra de Conan Doyle sembró una nueva conciencia entre los autores del género, que se diferenció así de otros tipos de literatura de crímenes y misterio. Durante la década de 1930 los escritores se esforzaron en poner a prueba la inteligencia del lector ofreciendo casos sumamente complicados, como el clásico de la habitación cerrada.
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LA NOVELA POLICIACA EN ESTADOS UNIDOS
Raymond Chandler
Raymond Chandler, autor de novelas policiacas y creador del personaje de Philip Marlowe, un duro y honesto detective privado.

Durante la década de 1920 surge una nueva variedad de historia policiaca difundida a través de las revistas de la época: el thriller. Esta nueva corriente se propuso derribar las barreras que separaban la ficción detectivesca de otros géneros populares, como la intriga y los relatos de espías. Entre los más destacados autores estadounidenses figuran Dashiell Hammett, creador de Nick Charles y Sam Spade, y Raymond Chandler, creador de Philip Marlowe, uno de los detectives más populares del siglo XX. Muchas obras de ambos escritores han sido llevadas al cine con gran éxito. Los detectives más famosos de la tradición policiaca estadounidense son tipos duros que trabajan más por dinero que por diversión. Si bien estas historias respetan todas las reglas clásicas del género, el énfasis se pone más en la acción, y la intriga pasa a ocupar una posición secundaria. A partir de 1950 esta tendencia da paso a la novela de procedimiento policial, basada en el modus operandi de los detectives reales para resolver sus crímenes. La diferencia con la tradición anterior estriba en que el lector no encuentra aquí héroes, sino hombres falibles de carne y hueso especialmente entrenados para el desarrollo de su oficio.
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LA NOVELA POLICIACA EN FRANCIA
Fue el gran poeta simbolista Charles Baudelaire quien dio a conocer el género en Francia traduciendo las obras de Edgar Allan Poe. Posteriormente llegó también la corriente inglesa encabezada por Conan Doyle, en un momento en que el género francés ya contaba con su propio personaje de ficción, el inspector Lecoq, fruto de la imaginación del novelista Émile Gaboriau. Estas dos influencias son decisivas en la obra de Gaston Leroux, que en 1907 escribe su primera y más famosa novela, El misterio del cuarto amarillo. Su popular detective Joseph Rouletabille, un joven y audaz periodista con unas dotes de análisis y deducción extraordinarias, es el protagonista de un ciclo de novelas enormemente populares entre los lectores franceses. El novelista francés de origen belga, Georges Simenon, ocupa un lugar de honor en la narrativa policiaca, con su célebre personaje del comisario Maigret, un investigador de la verdad muy humano, cuyo método consiste más que en deducir en intuir el motivo del crimen. Las novelas de Simenon se alejan de los esquemas tradicionales de la investigación y ofrecen intensos retratos psicológicos de personajes que se mueven en un mundo de soledad y hastío frente a la derrota. Entre su vastísima producción (casi 500 novelas) cabe mencionar Maigret (1934) o El testamento Donadieu (1937).
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LA NOVELA POLICIACA EN EL ÁMBITO LATINOAMERICANO
A diferencia de Francia y los países anglosajones, el género policiaco no goza de una tradición amplia en los países hispanohablantes hasta bien entrado el siglo XX. Entre los principales impulsores del relato detectivesco cabe citar a los escritores argentinos Adolfo Bioy Casares y Jorge Luis Borges, profundo conocedor del género y traductor de algunos de los principales títulos extranjeros. Ambos autores firmaron conjuntamente narraciones en clave de enigma como Un modelo para la muerte o Dos fantasías memorables. La novela policiaca en España surge a principios del siglo XX, como resultado de las influencias inglesa y francesa, el éxito de las crónicas periodísticas de sucesos y los antecedentes literarios de las novelas de bandoleros. En esta línea se inscriben algunos de los primeros relatos policíacos españoles, como El clavo (1853) de Pedro Antonio de Alarcón y La incógnita (1889) de Pérez Galdós, ambas basadas en delitos reales. A comienzos del siglo XX cabe citar a Emilia Pardo Bazán, que cultiva el género en diversos cuentos y una novela corta titulada La gota de sangre (1911). Este primer periodo, caracterizado por su primitivismo técnico y argumental, se inscribe en el modelo racionalista de las novelas de misterio. Entre 1939 y 1975 el género experimenta un importante desarrollo bajo la influencia del cine negro estadounidense. A finales de la década de 1950, y durante la década siguiente, comienza a dar muestras de mayor firmeza y solidez, con las obras de Mario Lacruz, El inocente (1953), y el ciclo de Francisco García Pavón protagonizado por el municipal de Tomelloso, Plinio, un divertido y atípico detective rural. En este último la intriga criminal se combina con la novela costumbrista y humorística. Pero es a partir de la década de 1970 cuando puede hablarse de una novela policiaca autóctona. Desde ese momento la lista de escritores y obras no ha dejado de crecer tanto en cantidad como en calidad. Entre la extensa nómina de novelistas españoles que han cultivado el género, desde entonces, cabe citar a Manuel Vázquez Montalbán, con su ya larga serie de Pepe Carvalho, iniciada en 1972, que opera la mayoría de las veces en Barcelona y cuyas características originales se las da el ser charnego (nacido en Cataluña de padres emigrantes), ex-comunista y gourmet, además de tener un gran cinismo y contar con los confidentes y amigos más singulares del barrio chino barcelonés. Cabe citar también a otros escritores como Juan Madrid, Eduardo Mendoza o Andreu Martín. En Brasil, uno de los escritores más importantes de literatura policiaca es Rubem Fonseca, autor de El gran arte (el crimen) y de Vastas emociones y pensamientos imperfectos, entre otras obras.


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