La Retórica




Busto de Cicerón
A la oratoria debe, sobre todo, su fama el escritor y político romano Cicerón. Su actividad como político defensor a ultranza del Senado romano le costó el exilio en Macedonia, deportado por Julio César. Su hacer literario fue tan importante para el latín que su escritura se convirtió en modélica, no sólo en su época sino, incluso en siglos posteriores, especialmente durante el renacimiento.

Retórica, en su sentido más amplio, teoría y práctica de la elocuencia, sea hablada o escrita. La retórica hablada es la oratoria. La retórica define las reglas que rigen toda composición o discurso en prosa que se propone influir en la opinión o en los sentimientos de la gente y, en tal sentido, es una forma de la propaganda. Se ocupa, pues, de todos los asuntos relacionados con la belleza o vigor del estilo (véase Figuras retóricas). En un sentido más estricto, la retórica se ocupa de los principios fundamentales que tienen que ver con la composición y enunciación del discurso oratorio: inventio (del verbo invenire, encontrar o definir el tema del que se va a hablar); dispositio (disposición de las partes); elocutio (elección de las palabras, ligada con el ornato y las figuras); memoria (memorización) y actio (relacionada con el acto de emisión del discurso, próxima a la representación teatral). Las tres primeras son las fundamentales desde el punto de vista de la obra escrita.
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RETÓRICA CLÁSICA
El poder de elocuencia que demuestran Néstor, Odiseo y Aquiles en la Iliada llevó a muchos griegos a considerar a Homero como el padre de la oratoria. El establecimiento de las instituciones democráticas en Atenas en el 510 a.C. volvió esencial para todos los ciudadanos el desarrollo de la habilidad oratoria; así fue como surgió un grupo de maestros, conocidos como sofistas, que se propusieron hacer que los hombres hablasen mejor según las reglas del arte. Protágoras, el primero de los sofistas, realizó un estudio de la lengua y enseñó a sus alumnos cómo hacer que la causa más débil se tornase más fuerte. Se dice que el verdadero fundador de la retórica como ciencia fue Corax de Siracusa, quien la definió como 'artífice de la persuasión' y escribió el primer manual sobre este arte. Otros maestros fueron Tisias, alumno de Corax, también de Siracusa; Gorgias de Leontium, que fue a Atenas en el 427 a.C.; y Trasímaco de Calcedón, quien también enseñó en Atenas. Antifón, el primero de los llamados Diez Oradores Áticos, fue el primero en combinar la teoría y la práctica de la retórica. Con Isócrates, el gran maestro de la oratoria en el siglo IV a.C., el arte de la retórica llegó a ser un estudio cultural, una filosofía con un propósito práctico.
Platón satirizó el tratamiento más técnico de la retórica, con su énfasis en la persuasión más que en la verdad, en el diálogo Gorgias, y en Fedro discutió los principios que conformaban la esencia del arte retórico. Aristóteles, en su Retórica, definió la función de la retórica basándola, más que en la persuasión, en el descubrimiento de 'todos los medios disponibles de persuasión'. Recalcó, por tanto, la importancia de la victoria dialéctica mediante un razonamiento persuasivo y ordenado de la verdad, más que en dominar a los oyentes apelando a sus emociones. Consideraba a la retórica como arte hermana de la lógica. En Roma, al principio, fueron griegos los encargados de enseñar retórica formal, y los grandes maestros de la retórica teórica y práctica, Cicerón y Quintiliano, estuvieron influidos por los modelos griegos. Cicerón escribió varios tratados sobre la teoría y la práctica de la retórica, pero el más importante fue De inventione. El famoso De Institutione oratoria de Quintiliano todavía es válido por el amplio tratamiento que hace de los principios de la retórica y la naturaleza de la elocuencia ideal. Las disertaciones escolares del temprano imperio se encuentran en las suasoriae (disertaciones persuasivas) y en las controversias del retórico Séneca el Viejo, padre del filósofo, ambos nacidos en Córdoba (España). Las primeras corresponden al género deliberativo y estaban destinadas a los niños. Las segundas, pertenecientes al género judicial, eran practicadas por los estudiantes mayores. Durante los cuatro primeros siglos del Imperio romano, enseñaban retórica los maestros llamados sofistas, término que equivalía entonces a un título académico.
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RETÓRICA MEDIEVAL Y RENACENTISTA
La Retórica constituyó, junto con la Gramática y la Dialéctica, el Trivium, es decir, las tres disciplinas preliminares de las siete artes liberales que se impartían en las universidades. Las principales autoridades medievales en retórica fueron tres estudiosos romanos de los siglos V, VI y VII: Marciano Capella, autor de las Bodas de Mercurio y Filología, tratado basado en una alegoría de las siete artes liberales (además del Trivium, el Quadrivium: Aritmética, Astronomía, Geometría y Música); Flavio Casiodoro, historiador y fundador de monasterios, célebre por sus Institutiones diuinarum et saecularium litterarum, cuyo segundo libro contiene una relación de las siete artes liberales; e Isidoro de Sevilla, arzobispo español autor de las Etimologías, una obra enciclopédica que reúne la erudición del mundo antiguo.
Durante el renacimiento, el estudio de la Retórica continuó basándose en las obras de escritores como Cicerón, Quintiliano y Aristóteles, cuya Poética se difundió, desde finales del siglo XV hasta el XVII, gracias a traducciones italianas. Los manuales de Retórica, casi todos en latín, se convirtieron sobre todo en guías para escribir bien, para saber hacer versos. Este proceso lo desarrollarían los jesuitas, dando mayor relieve a la noción de orden, expresada en la identidad entre disciplina escolar, disciplina del pensamiento y disciplina de lenguaje. Destacan los manuales de los padres Núñez, Susius y Suárez. El primero, en su Institución, incluye ejercicios, las tres partes fundamentales de la retórica (invención, ordenamiento y estilo) y una parte moral (la sabiduría). En 1541, el fraile jerónimo Miguel de Salinas publicó en Alcalá de Henares una Retórica en lengua castellana 'para que con ella, no sabiendo latín, pudiese entender algo de lo que los retóricos latinos y griegos ponen acerca de la ciencia del bien hablar y escribir y aprovecharse de ello'. De 1604, en Toledo, es la primera edición de Eloquencia española en arte de Bartolomé Jiménez Patón. La importancia de la construcción retórica se revela, a través de aspectos parciales, en textos como el Arte nuevo de hacer comedias de Lope de Vega y en los comentarios dispersos que, sobre el uso del lenguaje y la composición del texto, aparecen en Cervantes.
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RETÓRICA MODERNA
A pesar de su decadencia a partir de finales del siglo XVIII, la retórica siguió brindando recursos para su ejercicio en el terreno de la oratoria política y del debate de ideas. Desde una perspectiva más libre de manuales, autores como Victor Hugo (a pesar de su grito de 'muerte a la retórica'), Baudelaire, Valéry, van ofreciendo las normas modernas de una nueva retórica. Que la retórica haya sido reducida al ámbito del manual y del texto escolar, no quiere decir que en ellos resida su significado original. Gracias a Arnold Schering (1877-1941), es posible afirmar que el sistema didáctico musical era adaptación del retórico: hay también en la música un 'arte de hallar' (la inventio), como lo demuestran las Invenciones de Bach. En el ámbito literario ha habido intentos de sustitución del término y de su propia estructura: de la poética a la estilística, de las artes poéticas a los manifiestos de las vanguardias. Está claro que la nueva retórica, a partir de investigadores como Roland Barthes, Roman Jakobson (retórica y lingüística), Tzvetan Todorov, el formalismo ruso, el new criticism angloamericano, Lacan y el psicoanálisis, el grupo de Agustín García Calvo, entre otros, es una prolongación enriquecida de la antigua porque, glosando a Ernst Robert Curtius, ¿cómo subsistir sin una exposición de la retórica que se renueve constantemente y que siga de cerca las producciones artísticas modernas?


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