Desarrollo del invento de la literatura en la edad media






El Cantar de Mio Cid
Rodrigo Díaz de Vivar, guerrero español del siglo XI conocido como El Cid, se convirtió en un héroe nacional y fue el personaje principal de la más famosa epopeya de la literatura española, el Cantar de Mio Cid (escrita hacia el siglo XIII). El Cid adquirió renombre como soldado de fortuna y obtuvo gran poder y riqueza con su pequeño ejército. En 1094 arrebató Valencia a los musulmanes, que dominaban una gran parte de la península Ibérica en esa época.

Hasta la edad media, con la aparición del Cantar de Mio Cid, no se puede hablar de literatura española propiamente dicha. Hasta ese momento, se sospecha de la existencia de una poesía románica popular en aquellos estratos que no fueron totalmente asimilados por al-Andalus; de hecho, una jarcha, una de las composiciones más antiguas dentro del territorio español, no es más que la última estrofa de las moaxajas o muwassahas, unos largos poemas escritos en árabe o hebreo en España. La literatura medieval española se caracteriza por ser un crisol en el que se desarrollaron temas profanos y religiosos en diversos géneros literarios con claras influencias de las ricas culturas judía e islámica, que florecieron en la península Ibérica en aquel periodo.
2.1
Siglos XI y XII
Alfonso X el Sabio
En esta miniatura del Tumbo (Códice) de Tojos Outos (siglo XIII), que se conserva en el Archivo Histórico Nacional (Madrid, España), se representan (de izquierda a derecha) al rey castellano-leonés Alfonso X el Sabio; su esposa, Violante de Aragón (hija del rey aragonés Jaime I el Conquistador), y al hijo de ambos, el infante Fernando de la Cerda. El rey sabio fue uno de los motores de la Escuela de traductores de Toledo.

Como se ha señalado anteriormente, las obras más antiguas en lengua española son unas breves composiciones líricas de tema amoroso denominadas jarchas, composiciones escritas en lengua romance que datan de mediados del siglo XI. Muy similares a estas, pero de mayor extensión, son las cantigas, inscritas en la tradición galaico-portuguesa de la época. A continuación en el tiempo, se sitúan los cantares de gesta, poemas épicos compuestos por los juglares (véase Poesía épica), que los recitaban o cantaban en las plazas públicas o en los castillos. Los temas principales de estas epopeyas eran las luchas que enfrentaban a los caudillos de los diversos reinos cristianos de la península Ibérica contra los moros que habían conquistado la península a comienzos del siglo VIII, así como las rivalidades suscitadas entre los nobles castellanos y los de los otros reinos cristianos. La épica española reflejaba la influencia de la poesía germánica, árabe y sobre todo francesa, pero se distingue de sus modelos en que aborda los acontecimientos históricos de la época, en lugar de temas antiguos o mitológicos. Tanto en las jarchas como en los poemas épicos se encuentran ya algunos de los rasgos característicos de lo que será la literatura castellana: la ausencia de elementos maravillosos y el realismo de los temas que trata; el ejemplo más antiguo que se conserva del arte de los juglares es el anónimo Cantar de Mio Cid (c. 1140), que narra las fortunas y adversidades de Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid. Esta composición —verdadera obra maestra del arte narrativo que exalta las virtudes del coraje, la lealtad y la entereza— destaca por el realismo y la fuerza de sus personajes. La leyenda de los infantes de Lara, El cerco de Zamora, El poema de Fernán González, Las mocedades de Rodrigo o El Cantar de Roncesvalles son otros cantos épicos importantes.
A finales del siglo XII suele fecharse el denominado Auto de los Reyes Magos, la única pieza dramática medieval conservada, aunque incompleta (véase Autos).
2.2
Siglos XIII y XIV
Juan Ruiz, Arcipreste de Hita
El poeta español Juan Ruiz (c. 1283-c. 1350), también conocido como Arcipreste de Hita es uno de los poetas más exuberantes no solo de la literatura española sino de la europea medieval. Muy en la línea del italiano Giovanni Boccaccio y del inglés Geoffrey Chaucer, realizó una obra culta que daba entrada a los anhelos y posición de la naciente burguesía medieval urbana. Su Libro de Buen Amor, una de cuyas páginas reproduce la ilustración, es un texto fundamental de las letras españolas, una de cuyas estrofas en cuaderna vía recita un actor.

En el siglo XIII los escritores cultos comenzaron a refundir en verso castellano las vidas de los santos, las leyendas moralizadoras y otros relatos antiguos, comunes en latín. Esta actividad poética, conocida como mester de clerecía, se desarrolló primero en los monasterios, caracterizándose, a diferencia del mester de juglaría, por una estricta observancia de la métrica. El poeta más representativo del mester de clerecía es Gonzalo de Berceo, poeta riojano que desarrolló su actividad como miembro del monasterio de San Millán de la Cogolla, y que recreó las narraciones piadosas dándoles forma de poemas y confiriéndoles una frescura y fervor renovados. Entre sus obras destaca los Milagros de Nuestra Señora, pequeña colección de 25 narraciones en verso, que cuenta diferentes milagros de la Virgen con carácter alegórico y de gran calidad literaria.
La prosa literaria castellana surge con fuerza en la persona de Alfonso X el Sabio. Castilla fue uno de los primeros estados europeos en desarrollar este tipo de literatura, muy diferente a los poemas que venían escribiéndose hasta entonces. Una multitud de jurisconsultos, historiadores, traductores y especialistas en diversos campos del saber trabajaron bajo su supervisión en un formidable intento de recopilar todo el conocimiento de la época en la Escuela de traductores de Toledo. Para ello, recurrieron a fuentes islámicas, judías y cristianas, pues el reino de Castilla era en aquella época un punto de encuentro para las personas doctas de las tres culturas. Este trabajo en conjunto estimuló el flujo de la cultura oriental hacia el occidente europeo. La prosa castellana, que con Alfonso X se convirtió en un poderoso medio de expresión, alcanzó la madurez artística en la obra de su sobrino, el infante don Juan Manuel, quien escribió la colección de relatos didácticos El conde Lucanor (1335). Hacia 1305 apareció el primer libro de caballerías español de cierta longitud, El caballero Zifar.
La poesía de Juan Ruiz, también llamado Arcipreste de Hita, forma parte de lo más selecto de la literatura española. Sus ideales y recursos estilísticos eran en principio los de la edad media, pero supo expresar su individualidad de una manera que se asemeja más a los escritores renacentistas que a los medievales. Su Libro de Buen Amor es una colección de poesías escritas en forma de autobiografía satírica y contiene ejemplos de prácticamente todas las formas y temas poéticos de la edad media. La fama de que gozó el Libro de Buen Amor, desde el momento en que fue escrito, hizo que los juglares recitaran de forma oral los pasajes más divertidos, para divulgarlos entre el pueblo llano. Al igual que su contemporáneo Geoffrey Chaucer, Juan Ruiz contempla la vida con un aguzado sentido del humor, semejante a los textos de la literatura goliárdica.
Por último, merece destacarse a Pero López de Ayala, canciller de Castilla y autor de Rimado de Palacio, que suele considerarse punto de unión entre la tradición medieval y la humanística.
2.3
Siglo XV
Elio Antonio de Nebrija
Esta miniatura, que se conserva en la Biblioteca Nacional de Madrid, representa, y lleva como título, Elio Antonio de Nebrija impartiendo su magisterio. A él se debe la primera gramática castellana, editada en 1492.

Durante el siglo XV la producción literaria española aumentó de un modo espectacular. Los poetas más destacados de este periodo son Íñigo López de Mendoza, marqués de Santillana; Juan de Mena, autor del poema alegórico Laberinto de Fortuna, y sobre todo, Jorge Manrique, quien en las Coplas a la muerte de su padre dio expresión perfecta a la aceptación cristiana de la muerte. Asimismo, merece ser mencionado Gómez Manrique.
Jorge Manrique
El poeta y caballero Jorge Manrique (1440-1479), ha conseguido uno de los lugares más altos de la lírica española con su elegía, escrita en estrofas de pies quebrado, Coplas a la muerte del maestre de Santiago don Rodrigo Manrique, su padre. El renacimiento ya se anuncia en esta obra medieval, pues en una elegía mortuoria, las imágenes plásticas con las que plantea la levedad de la vida se convierten en brillantes ejemplos de exaltación vital, como puede observarse en la estrofa recitada por un actor.
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La lírica culta de este siglo, en la que se impone la lengua castellana frente al gallego-portugués, es principalmente de carácter cortesano. La producción poética de la época aparece agrupada en cancioneros, antologías que recogen poemas de uno o varios autores. Aunque los temas son variados, el amor es el que predomina, presentado habitualmente con las características del amor cortés. Entre los cancioneros más destacados se encuentran el de Baena, recopilado por Juan Alfonso de Baena, o el de Stúñiga, que toma su nombre del primer poeta que se encuentra en él, Lope de Stúñiga.
Portada de La Celestina
Esta portada de una de las ediciones de La Celestina de 1502 y que se conserva en la Biblioteca Nacional de Madrid recoge el momento crucial de la obra, el encuentro amoroso entre Calisto y Melibea en el jardín de su casa. La ilustración parece un boceto para la representación, incluso figuran las iniciales de los nombres de los personajes. Tras Melibea se encuentra su criada Lucrecia y detrás de Calisto está Pármeno, cuidando su caballo. Celestina aparece fuera de escena llamando con la aldaba en casa de Melibea.

En la lírica popular, destacan las historias de los poemas épicos, que estaban reunidas en los romanceros, colecciones de romances que se cantaban con acompañamiento instrumental. Con las modificaciones introducidas por los juglares, el romancero adoptó su forma definitiva, ocupándose también de los acontecimientos de cada época. Destacan también los villancicos, composiciones líricas de arte menor, formadas por estribillo y glosa, con un origen medieval, común a las jarchas y las cantigas de amigo, pero cuyos primeros testimonios escritos aparecen en este siglo.
Durante el siglo XV floreció la literatura satírica e histórica. Con el reinado de los Reyes Católicos comienza una nueva etapa en la literatura española, que se caracteriza por el pleno desarrollo del humanismo y la lectura directa de los textos clásicos de Roma y Grecia. El humanista más destacado de la época fue el gramático y lexicógrafo Antonio de Nebrija, autor de la Gramática de la lengua castellana (1492). En este periodo cobró también forma definitiva la novela de caballerías española más famosa e imitada, el Amadís de Gaula (1508), publicándose posteriormente muchas novelas de caballerías a semejanza suya. Destacan en esta época otros nombres como Alfonso Martínez de Toledo, Arcipreste de Talavera, autor del Corbacho; Diego de San Pedro y su Cárcel de amor, o el cronista Hernando del Pulgar.
La Celestina o Tragicomedia de Calisto y Melibea (1499), escrita por Fernando de Rojas, es otra de las obras más significativas de la literatura española. La Celestina es una novela dialogada que combina elementos narrativos y teatrales. Las fuentes literarias de esta obra, que ejerció una influencia considerable en la literatura posterior, son latinas y medievales, pero expresan un concepto de la vida que difiere con radicalidad del espíritu religioso de la edad media. El argumento desarrolla una historia de amor apasionado: el joven Calisto busca la ayuda y la complicidad del siervo Sempronio y la trotaconventos o alcahueta Celestina, para convencer a Melibea de que le entregue su amor. Las vidas de estos personajes se entrelazan de tal manera que es la causa de su perdición. Nunca hasta entonces se había presentado la tragedia de la vida en la literatura española con tal profundidad psicológica y tanta maestría en el manejo de los medios de expresión. La madurez artística y el dominio de los registros estilísticos de Fernando de Rojas fueron un modelo valiosísimo para los escritores del siglo de oro español, que se inició poco después de la publicación de esta obra pionera.

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