El invento de la Acuñación de moneda





Acuñación de moneda, en su sentido primigenio, acción de prensar metal para fabricar monedas (del latín moneta, apodo de la diosa Juno, cuyo templo en Roma se utilizaba para acuñar monedas). La Casa de la Moneda es el lugar donde se diseñan, graban y fabrican las monedas, que son medios de pago de curso legal, es decir, dinero. Antes de la aparición de las monedas, el comercio se llevaba a cabo mediante el intercambio de bienes (trueque) o utilizando lingotes de oro y plata. Este sistema resultaba poco práctico porque era necesario pesar y evaluar la calidad del metal, en cada intercambio se establecía el valor de los lingotes, por lo que se dificultaba el crecimiento del comercio y la industria. La invención del sistema de acuñación de monedas, cuyo valor era siempre el mismo, resolvió los inconvenientes anteriores.
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HISTORIA DE LA ACUÑACIÓN
Se cree que las primeras monedas acuñadas con carácter oficial aparecieron durante el siglo VI a.C. en la zona de Lidia (en Asia Menor) y en China. A partir de entonces empezaron a surgir monedas en Grecia y en otras ciudades-estado. Sin embargo, con el Imperio romano se empezó a acuñar una única moneda, homogeneizando los tamaños, pesos y valores de todas las monedas existentes, y prohibiendo la acuñación de monedas por parte de individuos particulares, pues era monopolio del Estado. China conservó su sistema de acuñación homogénea centralizada durante su época imperial, pero con la desintegración del imperio empezaron a surgir distintas monedas en los diferentes principados.
Con la caída del Imperio romano desapareció el sistema de acuñación centralizado en Europa. Durante la edad media se acuñaban distintas monedas en los cientos de pequeños feudos, de forma que los distintos señores feudales, reyes y nobles, emitían cada uno una moneda distinta sin tener en cuenta ni el interés general ni lo que acuñaban los demás. La aparición del papel moneda en la China de la dinastía Tang en el siglo IX marcó un hito en la historia monetaria. Al principio, el papel moneda lo emitían bancos privados hasta que, en el siglo XI, bajo la dinastía Song, se convirtió en un monopolio estatal. En Europa se introdujo muy tardíamente, en el siglo XVIII, y lo emitía cada banco, respaldando sus emisiones con sus reservas de oro y plata. No fue hasta mediado el siglo XIX, con la aparición de los bancos centrales, cuando el papel moneda empezó a emitirse con el respaldo del gobierno de cada país.
La aparición de los Estados centralizados modernos posibilitó la homogeneización de la acuñación de monedas en grandes áreas. Sin embargo, existían numerosas excepciones. Por ejemplo, durante el siglo XVI España y Portugal crearon casas de la moneda independientes en Sudamérica y América Central para acuñar el oro y la plata que importaban de sus colonias del Nuevo Mundo. En Japón, durante la época Tokugawa, cada daimio podía emitir sus propias unidades monetarias. Sólo se ha conseguido uniformar la acuñación de monedas en la actualidad.
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ACUÑACIÓN ACTUAL
El uso del papel limitó las monedas a valores pequeños. Éstas, sin embargo, seguían siendo de metales preciosos. A comienzos del siglo XX se empezó a extender el uso de aleaciones de valor propio inferior al facial. La mayoría de los países disponen ahora de una Casa de la Moneda única, aunque la creación de dinero puede depender de varias instituciones. Por ejemplo, aunque la creación de dinero en España depende únicamente del Banco Central Europeo, las monedas las acuña el Tesoro, en la Casa Real de la Moneda, y los billetes los emite el Banco de España directamente. Otros países no tienen Casa de la Moneda propia, pero contratan el servicio en exclusiva con otra de otro país. Esto puede deberse a razones técnicas (que no se tenga la tecnología suficiente) o por razones políticas, cuando la demanda de dinero nacional no justifica una oferta independiente que resultaría enormemente cara.
La Casa de la Moneda suele encargarse de retirar de la circulación el dinero antiguo y de poner en circulación nuevas monedas y billetes, destruyendo los antiguos y refundiendo las monedas viejas. Muchas también realizan otro tipo de actividades, como es la refundición de metales preciosos, el diseño de grabados de alta calidad o la creación de medallas y monedas de colección.

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