El invento de la Iglesia anglicana





Iglesia anglicana o Iglesia de Inglaterra, nombres que recibe la Iglesia nacional surgida en Inglaterra tras la Reforma protestante. Por la segunda de las acepciones también se reconoce a la antigua Iglesia cristiana inglesa, cuyos orígenes se remontan a la propia llegada del cristianismo a este país.
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PRIMITIVA IGLESIA CRISTIANA DE INGLATERRA
La evidencia histórica más antigua e indiscutible de la existencia de una Iglesia cristiana en Inglaterra se encuentra en escritos de los primeros años del siglo III, pertenecientes a padres de la Iglesia latina, tales como Tertuliano y Orígenes, a pesar de que lo más probable es que las primeras comunidades cristianas se establecieran algunas décadas antes. Se sabe que hubo tres obispos ingleses presentes en el Concilio de Arlés (314). Otros asistieron al Concilio de Sardica (actual Sofía) en el 347, y al de Ariminum en el 360. También fueron hallados en los escritos de los padres del siglo IV un gran número de datos referentes a la Iglesia de la Bretaña romana.
La disciplina y los ritos de la Iglesia primitiva de Inglaterra fueron introducidos principalmente por misioneros y monjes celtas y galos, hasta la llegada de san Agustín de Canterbury y de su grupo de misioneros de Roma en el 597. A partir de esa fecha, se uniformaron las prácticas del culto de los celtas y de los romanos, especialmente en el método para calcular la fecha de la Pascua, respecto de la organización de los monasterios y de las responsabilidades del clero. Estos asuntos fueron resueltos en el Sínodo de Whitby (664), cuando se tomó la crucial decisión de incrementar la unión con la Iglesia de Irlanda y de someter la organización de la Iglesia inglesa a la disciplina romana. Durante los cuatro siglos siguientes, la Iglesia inglesa sajona mostró los mismos niveles de crecimiento y de desarrollo que caracterizó, en toda Europa, a la Iglesia altomedieval. Después de la conquista normanda (1066), la influencia continental en Inglaterra hizo que se estrechara la unión entre la Iglesia y el Papado. Tanto en Inglaterra como en el resto de Europa se dejaron sentir las fuertes manifestaciones de poder del Papado, entre finales del siglo XI y comienzos de XIII (desde el papa Gregorio VII hasta Inocencio III), y la influencia y los privilegios del clero se extendieron, incluso a asuntos de tipo secular. Durante el periodo medieval, muchas veces los reyes ingleses pretendieron limitar el poder de la Iglesia y exigieron su independencia del Derecho canónico, sin haber logrado éxito alguno hasta que subió al trono el rey Enrique VIII.
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IGLESIA NACIONAL
Las acciones del Parlamento entre 1529 y 1536 marcaron el inicio de la Iglesia anglicana como iglesia nacional, independiente de la jurisdicción papal. El gran contratiempo que le provocó al rey Enrique VIII la negativa que recibió de parte del papa Clemente VII con respecto a la anulación de su matrimonio con Catalina de Aragón, indujo al Parlamento inglés a crear una serie de estatutos que rechazaban todo poder y jurisdicción papal sobre la Iglesia de Inglaterra. El rey reafirmó el antiguo derecho de los príncipes cristianos a ejercer la supremacía sobre los asuntos de la Iglesia que estaba dentro de sus dominios. Citó precedentes respecto de las relaciones entre la Iglesia durante el Imperio romano de Oriente y hasta el siglo IX, bajo Carlomagno. A pesar de que su actuación resultó convulsiva, Enrique VIII fue apoyado de forma abrumadora por los ingleses, tanto clérigos como laicos. Principalmente, porque no se introdujeron cambios drásticos ni en la fe católica ni en las prácticas religiosas a que estaban acostumbrados los ingleses. Después de la muerte del rey Enrique VIII, en Inglaterra se hizo sentir con más fuerza la influencia de la Reforma, y en 1549 se publicó el primer libro de oraciones anglicanas, estableciendo la obligatoriedad de que fuera usado por los clérigos ingleses; el hecho quedó refrendado por el Acta de la Uniformidad. El segundo libro de oraciones, que refleja con más fuerza la influencia del protestantismo continental, fue editado en 1552, seguido al poco tiempo por la publicación de los Cuarenta y dos artículos, un estatuto doctrinal de similares características. Con el ascenso al trono de María I Tudor en 1553, ambos libros fueron suprimidos. Esta reina hizo que Inglaterra volviera a someterse de modo oficial a la obediencia al papado, situación que duró hasta 1558, año en que murió.
En 1558 surgió una controversia religiosa en Inglaterra, cuando la reina Isabel I sucedió en el trono a María I. Fueron reimplantadas la mayoría de las leyes eclesiásticas de Enrique VIII, y con el Acta de Supremacía se definió en forma más específica la autoridad de la Corona sobre la Iglesia. En otra Acta de Uniformidad, se estableció el uso de un libro de oraciones habituales que evitaba los excesos permitidos por el segundo libro de oraciones protestantes. Durante el reinado de Isabel I creció mucho el poder de los puritanos, se volvieron más insistentes sus demandas con respecto a nuevas reformas dentro de la Iglesia anglicana y se orientaron más hacia el protestantismo de Ginebra y de otros centros religiosos de la Europa continental. Con el ascenso al trono de Inglaterra del primer monarca de la familia de los Estuardo, Jacobo I (1603), la inquietud en torno a los cambios religiosos se asoció muy directamente con los conflictos que existían entre el Parlamento y el absolutismo de los Estuardo. Alrededor de 1645, el partido del Parlamento tuvo la suficiente fuerza para declarar como fuera de la ley el uso del libro de oraciones; en 1649, Carlos I, rey de Inglaterra, fue ejecutado, y quedó derrocada así, aunque sólo temporalmente, la monarquía inglesa.
En 1662, tras la llegada al poder de Carlos II, una tercera Acta de Uniformidad volvió a solicitar la utilización del libro de las oraciones, edición en la que venían revisados y corregidos los puntos esenciales. Surgió un nuevo problema en la Iglesia anglicana cuando el rey Jacobo II trató de reimplantar la práctica del catolicismo romano en Inglaterra. Sin embargo, se vio obligado a ceder su trono tras la revolución de 1688 a Guillermo III y a María II.
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MOVIMIENTOS POPULARES
Ordenación de mujeres
Mujeres diáconas esperando ser ordenadas, las primeras de la Iglesia anglicana. Estas 32 mujeres fueron ordenadas en marzo de 1994, durante una ceremonia celebrada en la catedral de Bristol.

Desde el siglo XVII, los sucesivos movimientos dentro de la Iglesia anglicana la han ampliado considerablemente, tanto en el plano espiritual como en el eclesiástico. En el siglo XVIII, y con el renacimiento evangélico, se infundió a la religión popular de la Iglesia oficial un nuevo sentido de piedad y de consagración personal, logrando así que la gente entendiera más en profundidad la responsabilidad que recae sobre el cristianismo con respecto a las misiones, a la educación religiosa y a los males morales y sociales de la época. Lo que impulsó este movimiento fueron los escritos de John Wesley y de sus seguidores, muchos de los cuales se alejaron de la Iglesia anglicana para convertirse al metodismo. Durante el siglo XIX, un grupo de clérigos de la Universidad de Oxford inició un movimiento cuyo propósito fue reincorporar a la herencia espiritual de la Iglesia anglicana elementos del catolicismo que habían sido respetados durante los años de la Reforma. Los miembros de la Iglesia baja, considerando que su piedad y sus prácticas religiosas eran muy similares a las principales características del protestantismo, temieron una tendencia excesiva hacia las creencias y prácticas del catolicismo, por la influencia de los miembros de la alta Iglesia (que preferían que existiera una mayor adhesión a los sacramentos y a la liturgia católicos). A pesar de este temor, el Movimiento de Oxford de la Iglesia alta prosperó, y transformó la imagen de la Iglesia anglicana. Dio un nuevo énfasis a la belleza y dignidad de las prácticas religiosas y a los centros donde se llevaba a cabo el culto. Más tarde, el movimiento amplió su preocupación a los asuntos teológicos de la Iglesia, al antiguo catolicismo, al carácter apostólico del ministerio, a los sacramentos, a la pastoral y al significado de sus principales credos. El hecho de que dentro de la Iglesia anglicana pudieran prosperar tanto el movimiento evangélico de la Iglesia baja como el Movimiento de Oxford de la Iglesia alta, ilustra la amplitud y la flexibilidad de la fe y de las prácticas de la tradición anglicana, en la que siempre se ha dado la verdadera coexistencia, a lo largo de los años, de las tendencias de las dos iglesias, la alta y la baja. Durante los últimos años del siglo XIX existió también el movimiento de la Iglesia tolerante. Estaba formada por aquellos anglicanos que se sentían en una posición intermedia entre los partidarios de la alta y de la baja Iglesia. Formaba parte de este movimiento, entre otros miembros eminentes de la Iglesia, el educador británico Thomas Arnold. Esta integración de tendencias tan divergentes, ha ocasionado controversias y tensiones dentro de la Iglesia anglicana, pero muchos anglicanos tienen la firme convicción de que el carisma de esta Iglesia es el espíritu de comprensión con que mantiene unidos puntos de vista tan distintos.
La fundación de una Iglesia episcopal protestante independiente en Estados Unidos data de la época de la guerra por la independencia, cuando los miembros de la Iglesia anglicana de las primeras colonias no pudieron continuar su adhesión a la Iglesia madre, cuya sede central estaba al otro lado del océano. Se establecieron así otras iglesias, formadas todas en torno a la Iglesia anglicana, movimiento que recibió el nombre de Comunión anglicana. Independientes y separadas de la Iglesia anglicana, de Irlanda y Gales, y de la Iglesia episcopal de Escocia, estaban las iglesias anglicanas de Canadá, Estados Unidos, Australia, Nueva Zelanda, África occidental, África Central, República de Sudáfrica, India, China, Japón, y de las Antillas. Estas iglesias, y sus muchas misiones, se distribuyen por casi todo el mundo, entre personas de distinto origen, pero que se han asimilado a la cultura anglosajona. Constituyen una comunidad unida en torno a una fe y prácticas religiosas comunes.
Uno de los puntos de discusión más críticos dentro de la Iglesia anglicana contemporánea se refiere al de la ordenación de mujeres. A pesar de que existían precedentes de sacerdotisas dentro de la Iglesia americana episcopal, el que se oficializara esta práctica contaba con la oposición de uno de cada diez sacerdotes y miembros de la comunidad laica. El estatuto que establecía que “no existen objeciones fundamentales para la ordenación de mujeres” fue aprobado por primera vez durante el sínodo general de la Iglesia de Inglaterra en 1975; las primeras mujeres diáconos fueron ordenadas en 1987. El sínodo general finalmente otorgó su aprobación para la ordenación de mujeres en 1992. La aprobación parlamentaria fue votada el año siguiente, y el 12 de marzo de 1994 fueron ordenadas las primeras 22 sacerdotisas de la Iglesia anglicana. Sin embargo, un grupo de sacerdotes que no estaban dispuestos a aceptar la decisión, y que por lo general sostenían las posiciones de la Iglesia alta, se retiraron de ésta, siendo recibidos por la Iglesia católica. Se organizó un sistema de visitadores episcopales provinciales para regir las parroquias que se negaban a aceptar a las mujeres sacerdotes.
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DOCTRINA
Catedral de Canterbury
La catedral de Canterbury, uno de los más ilustres ejemplos de la arquitectura gótica en Gran Bretaña, guarda el sepulcro de santo Tomás Becket y es también el centro administrativo de la Iglesia anglicana. El arzobispo de Canterbury es el primado de toda Inglaterra y el primer prelado de la comunión anglicana. La estructura eclesiástica de la Iglesia anglicana, junto con su teología protestante, es una de sus mayores características.

La doctrina de la Iglesia anglicana se basa en el libro de oraciones habituales que contiene los antiguos credos de un cristianismo no dividido. En segundo lugar, se basa en los Treinta y nueve artículos, que son interpretados según el libro de las oraciones. Hacen un llamamiento a los primeros cuatro concilios generales de la Iglesia cristiana, las Sagradas Escrituras interpretadas por “los padres de la Iglesia y los antiguos obispos”. La Iglesia anglicana difiere de la Iglesia católica principalmente en su rechazo del Papado, tanto en el aspecto de su jurisdicción sobre la Iglesia como en relación a su infalibilidad a la hora de promulgar la doctrina cristiana y la verdad moral, y en su rechazo de doctrinas y modos característicos de Roma. Como se ha dicho, y también a diferencia de la Iglesia católica, la Iglesia anglicana autoriza la ordenación femenina. La Iglesia anglicana difiere muy poco de la Iglesia ortodoxa oriental. Por otro lado, la Iglesia anglicana y sus iglesias hermanas en la Comunión anglicana difieren de la mayoría de las iglesias protestantes porque exigen que los obispos sean los que ordenen al clero, pastores y diáconos; en la estructura y matices de sus servicios litúrgicos, que son traducciones y versiones revisadas de los servicios que celebraba la iglesia antes de la Reforma, y en la orientación espiritual, en la que la herencia católica sacramental se combina con el énfasis bíblico y evangélico que acentuaron con la Reforma.
En agosto de 2003 la Iglesia anglicana estadounidense, que agrupa a dos millones y medio de feligreses, dio un paso histórico al nombrar el primer obispo públicamente homosexual de la historia de la cristiandad. Una semana después autorizaba a sus párrocos, en otro gesto sin precedentes, la celebración de matrimonios entre personas del mismo sexo. Ante el fuerte rechazo del resto de diócesis anglicanas repartidas por el mundo, el arzobispo de Canterbury convocó un concilio para abordar este conflicto. A comienzos de 2005, y por este motivo, la Iglesia anglicana exigió a las diócesis de Estados Unidos y Canadá que retirasen voluntariamente a sus miembros del Consejo Consultivo Anglicano.

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