El invento de la Casa de Trastámara




Casa de Trastámara
Casa de Trastámara, dinastía regia que se estableció en la Corona de Castilla en 1369, con Enrique II, y en la de Aragón en 1412, con Fernando I de Antequera. Reinó en aquélla hasta 1504 y en esta última hasta 1516, año en que fue definitivamente sustituida en ambas por la Casa de Habsburgo, en la persona del rey Carlos I, quien llegaría a ser el emperador Carlos V. El nombre de la Casa tiene su origen en el condado de Trastámara, del que fue titular desde su infancia Enrique, un hijo bastardo del rey Alfonso XI de Castilla y de su amante Leonor de Guzmán.
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EL ACCESO DE LA CASA DE TRASTÁMARA A LOS DOS TRONOS
El acceso al trono castellano de los Trastámara tuvo lugar después de la guerra que enfrentó al monarca Pedro I con su hermanastro Enrique, y que concluyó con el asesinato del rey de Castilla en Montiel (1369). En el caso de la Corona de Aragón, la llegada al trono de los Trastámara se produjo cuando, vacante la dignidad regia, los compromisarios reunidos en Caspe eligieron, entre los diversos candidatos que optaban al sillón regio, al castellano Fernando de Antequera (1412). La presencia de una misma familia en los dos principales núcleos político-territoriales de la España cristiana hizo posible que, unos años después, se produjera la unión dinástica de las coronas de Castilla y Aragón, al casarse en 1469 Isabel y Fernando, los herederos de ambos tronos.
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LOS TRASTÁMARA EN LA CORONA DE CASTILLA

Enrique IV de Castilla
En esta miniatura de la Genealogía de los reyes de Castilla, de Alonso de Cartagena (Biblioteca Nacional, Madrid, España), aparece una representación del monarca castellano de la Casa de Trastámara Enrique IV, cuyo reinado (tercer cuarto del siglo XV) se desarrolló en medio de turbulentos avatares que no cesarían con su fallecimiento, en 1474.

La dinastía Trastámara se inició en Castilla con Enrique II (1369-1379), el cual hubo de premiar generosamente a la nobleza que le había ayudado a conquistar el trono con las conocidas como “mercedes enriqueñas”. Pero al mismo tiempo procuró fortalecer el poder regio, regulando de manera definitiva el funcionamiento de la audiencia, tribunal superior de justicia de sus reinos. Su sucesor, Juan I (1379-1390), casado en segundas nupcias con Beatriz de Portugal, fracasó en su intento de acceder al trono lusitano, al ser derrotado en Aljubarrota (1385). En el orden interno, fue el creador del Consejo Real (1385), órgano decisivo en la toma de decisiones políticas. Durante la minoridad de su sucesor, Enrique III (1390-1406), estalló en Sevilla la violencia antijudía (1391), rápidamente propagada por toda la península Ibérica. En su reinado, que tuvo un carácter pacífico, se inició la presencia de Castilla en las islas Canarias, al convertirse Juan de Béthencourt en vasallo de Enrique III.
La época de Juan II (1406-1454) fue testigo de un áspero enfrentamiento político entre el bando regio, capitaneado por Álvaro de Luna, favorito del monarca castellano, y diversos sectores de la nobleza, en particular los infantes de Aragón. En la batalla de Olmedo (1445), los realistas vencieron, pero Álvaro de Luna fue finalmente eliminado (1453). El conflicto continuó en tiempos de Enrique IV (1454-1474), que llegó a ser depuesto en efigie por los nobles rebeldes en la denominada “farsa de Ávila” (1465). Enrique IV logró superar las dificultades, pero por la Concordia de los Toros de Guisando (1468) reconoció como heredera a su hermana Isabel.
Nobleza y monarquía protagonizaron una dura pugna en Castilla en la época de los Trastámara. Pero al final ambas salieron fortalecidas: la nobleza, que recibió abundantes concesiones en el terreno económico y social, y la monarquía, en el plano político. En efecto, con los Trastámara se desarrollaron importantes instituciones centrales de gobierno, se robusteció la Hacienda, al surgir la Contaduría Mayor de Cuentas, y se dieron los primeros pasos para la constitución de un Ejército permanente al servicio de la monarquía. Por eso se ha dicho que los monarcas castellanos del siglo XV ejercían el “poderío real absoluto”. De todos modos, nunca dejaron de convocar a las Cortes, que alcanzaron su época de máxima expansión en las últimas décadas del siglo XIV.
En otro orden de cosas, el fundador de la dinastía, Enrique II, consiguió establecer la hegemonía de Castilla sobre los restantes núcleos políticos peninsulares. En el terreno internacional, la Castilla gobernada por la Casa de Trastámara fue una fiel aliada de Francia, lo que supuso su intervención contra los ingleses en la guerra de los Cien Años. La proximidad a los franceses explica asimismo que, cuando estalló el Gran Cisma de la Iglesia católica, Castilla apoyara al pontífice de Aviñón.
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LOS TRASTÁMARA EN LA CORONA DE ARAGÓN
En la Corona de Aragón, el primer monarca de la dinastía Trastámara fue Fernando I (1412-1416). En su breve reinado hubo de combatir al conde de Urgel, uno de los derrotados aspirantes al trono. Su sucesor, Alfonso V (1416-1458), que fue un gran entusiasta del humanismo, dedicó sus principales esfuerzos al mundo italiano. Tras diversas alternativas, conquistó Nápoles (1442). Mientras tanto, en tierras peninsulares se acentuaban las tensiones sociales en el campo (revuelta de los payeses de remensa), en la ciudad de Barcelona (lucha entre la Biga y la Busca) y en Palma de Mallorca (alzamiento foráneo). Juan II (1458-1479), que era rey de Navarra desde 1425, hubo de hacer frente a un agudo conflicto en Cataluña. Las disputas de Juan II con su hijo Carlos, príncipe de Viana, dieron pie al estallido de la revuelta catalana. El principado fue ofrecido a diversos candidatos, entre ellos al rey de Castilla Enrique IV, pero al final se logró la concordia (Capitulación de Pedralbes, en 1472). El sucesor de Juan II fue su hijo Fernando II, casado con Isabel I de Castilla. La época de los Trastámara de Aragón fue testigo del enfrentamiento entre el estilo de gobernar de sus monarcas, tendente al autoritarismo, y la tradición pactista de aquellos territorios. El punto culminante de esa pugna fue la guerra civil de Cataluña de tiempos de Juan II. El principado catalán experimentó en el siglo XV una profunda crisis, tanto política como demográfica, social y económica. En el orden internacional, los Trastámara de Aragón fortalecieron la proyección política y económica hacia el ámbito italiano, al tiempo que mantuvieron una bronca hostilidad con Francia.
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LOS HABSBURGO SUSTITUYEN A LOS TRASTÁMARA
En 1516, accedió a los dos tronos (al castellano y al aragonés) el hijo de Juana I de Castilla y de Felipe I el Hermoso: Carlos I, nieto por tanto de los Reyes Católicos (es decir, de Isabel I de Castilla y de Fernando II de Aragón), así como del emperador perteneciente a la Casa de Habsburgo Maximiliano I. La línea dinástica Trastámara fue sustituida por una nueva Casa, la de Habsburgo, cuyo origen se encontraba fuera de los territorios de la península Ibérica, que pasó a ser conocida popularmente como la Casa de Austria y habría de reinar sobre la entidad política denominada Monarquía Hispánica hasta el final del siglo XVII.

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