LOS RETOS DEL DEPORTE MODERNO




Mark McGwire
Esta fotografía, tomada el día 7 de septiembre de 1998, muestra el momento en el que Mark McGwire, jugador de los St. Louis Cardinals, batea la bola antes de conseguir su home run número 61 del año. Posteriormente logró otros 9 y, con 70, batió el récord de home runs conseguidos en una sola temporada de las Grandes Ligas.

El movimiento olímpico provocó una formidable expansión del deporte durante el siglo XX. Las diferentes disciplinas y modalidades se organizaron en torno a federaciones nacionales e internacionales, e instauraron sus propias competiciones. Poco a poco, lo que comenzó siendo una simple forma de ejercicio físico se convirtió en una actividad a tiempo completo y profesional. Para competir y alcanzar récords, los deportistas tuvieron que prepararse de forma metódica e incluso científica. En todos los deportes se aplicaron las más avanzadas tecnologías y trabajaron los mejores profesionales para mejorar el entrenamiento de los atletas y diseñar los materiales de competición.

Lleyton Hewitt
El tenista australiano Lleyton Hewitt efectúa un golpe de derecha durante el Abierto de Estados Unidos de 2001. Hewitt, que contaba entonces 20 años de edad, se impuso en la final de dicho torneo al estadounidense Pete Sampras y logró así su primer título del Grand Slam.

Comprometidas con sus principios fundadores, las autoridades deportivas internacionales se opusieron insistentemente a la profesionalización del deporte, rechazando la idea de recompensar económicamente las victorias deportivas. Pero en la década de 1960, el golf, el tenis o el automovilismo dieron el paso decisivo y superaron el tradicional espíritu amateur del deporte (del que se erigieron en baluartes el atletismo o la natación). Sin embargo, el temor a que el concepto pecuniario ingresara en el vocabulario deportivo fue superado de forma progresiva (y terminó por esfumarse) ante las cifras que el deporte comenzó a generar por los ingresos procedentes de la publicidad y de los derechos de televisión: el deporte profesional había dado paso al deporte espectáculo y éste, a su vez, al deporte como sector económico. Los Juegos Olímpicos celebrados en Los Ángeles (Estados Unidos) en 1984 fueron financiados enteramente por empresas patrocinadoras y los derechos de retransmisión adquiridos por las cadenas de televisión señalaron simbólicamente la entrada en una nueva era. El deporte como actividad económica adquiere una importancia planetaria y sus protagonistas se convierten en héroes e ídolos de masas. El fútbol en Europa y Sudamérica, y el baloncesto, el béisbol y el fútbol americano en Estados Unidos, se transformaron en auténticos fenómenos sociales. Sólo algunos casos de dopaje o de violencia hacen recapacitar acerca del rumbo que el deporte toma cuando excede su propia esencia.

Deporte y aventura
La práctica de cualquier deporte implica un desafío: frente a un rival, ante el tiempo... En los denominados deportes de aventura, el deportista acepta el reto del riesgo. Es el caso del puenting, consistente en lanzarse desde un puente con una cuerda elástica atada a los pies, o de actividades similares, en las que el individuo se precipita al vacío desde plataformas elevadas. Toda una serie de cordajes, arneses y anclajes garantizan su integridad.

Pero a lo largo del siglo XX el auge del deporte también implicó la práctica de la educación física en las escuelas (incluso como asignatura). La realización de actividades de ocio, durante mucho tiempo reservada a cierta elite social y económica, se hizo accesible a todos los individuos, lo que redundó en una mejora de la salud y condición física de los seres humanos.

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