El invento del Realismo mágico




Alejo Carpentier
Alejo Carpentier (1904-1980) es el escritor cubano que, a pesar de su corta producción literaria, está considerado como uno de los artífices de la renovación de la literatura latinoamericana. Con un lenguaje rico, colorista y majestuoso incorpora todas las dimensiones de la imaginación —sueños, mitos, magia y religión— en su idea de la realidad.

Juan Rulfo
Las tierras áridas y los pueblos tristes de la provincia de Jalisco, donde nació el escritor mexicano Juan Rulfo, se perciben en sus grandes obras, en especial, en El llano en llamas y Pedro Páramo. La gran llanura en la que nunca llueve y la soledad del ser humano acosado por el espacio y que se acosa a sí mismo constituyen las coordenadas de su obra.


Realismo mágico, género de ficción cultivado principalmente por los novelistas iberoamericanos durante la segunda mitad del siglo XX. El término fue acuñado al parecer por el novelista cubano Alejo Carpentier al formular la siguiente pregunta: '¿Qué es la historia de América Latina sino una crónica de lo maravilloso en lo real?'. Lo hizo en el prólogo a su novela El reino de este mundo, publicada en 1949. Posteriormente Alistair Reid lo introdujo en el vocabulario de la crítica. El venezolano Arturo Uslar Pietri empleó exactamente el término 'realismo mágico' en 1948, aplicado a la literatura hispanoamericana. El realismo mágico, como gran parte de la literatura de la segunda mitad de siglo, es esencialmente ecléctico. Funde la realidad narrativa con elementos fantásticos y fabulosos, no tanto para reconciliarlos como para exagerar su aparente discordancia. El reto que esto supone para la noción común de la 'realidad' lleva implícito un cuestionamiento de la 'verdad' que a su vez puede socavar de manera deliberada el texto y las palabras, y en ocasiones la autoridad de la propia novela.
Estas tendencias se encuentran ya presentes en primeros novelistas, seminovelistas y antinovelistas como François Rabelais y Laurence Sterne; otros precedentes más inmediatos pueden ser las novelas de Vladimir Nabokov Pálido fuego (1962) y El tambor de hojalata (1959) de Günter Grass. Pero el realismo mágico floreció con esplendor en la literatura latinoamericana de 1960 y 1970, a raíz de las discrepancias surgidas entre cultura de la tecnología y cultura de la superstición, y en un momento en que el auge de las dictaduras políticas convirtió la palabra en una herramienta infinitamente preciada y manipulable. Al margen del propio Carpentier, que cultivó el realismo mágico en novelas como Los pasos perdidos, los principales autores del género son Miguel Ángel Asturias, Carlos Fuentes, Julio Cortázar, Mario Vargas Llosa y, sobre todo, Gabriel García Márquez. Las novelas de este último, Cien años de soledad (1967), El otoño del patriarca (1975) y Crónica de una muerte anunciada (1981) siguen siendo las cumbres del género.
Fuera del continente americano el realismo mágico ha influido notablemente en la obra del italiano Italo Calvino y del checo Milan Kundera. La tradición inglesa ha tardado más en asimilar el impacto del género, y sin duda no es casual que se deje sentir con mayor intensidad en las novelas de Salman Rushdie Hijos de la medianoche (1981) y Los versos satánicos (1988).


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