El invento de la Iglesia de San Baudelio de Berlanga





Iglesia de San Baudelio de Berlanga
La iglesia de San Baudelio de Berlanga (provincia de Soria), es un edificio mozárabe que sobresale por sus pinturas murales y por el curioso pilar central sobre el que descansa el peso de la cubierta (en la imagen), del que salen ocho nervios a modo de palmera, en clara alusión al paraíso terrenal.

Iglesia de San Baudelio de Berlanga, tardío ejemplo de arquitectura mozárabe ubicado en Soria (España), construida a finales del siglo XI sobre una gruta eremítica, que probablemente custodiara las reliquias de san Baudelio, santo galorromano del siglo IV (véase Prerrománico: arte y arquitectura).
Presenta una curiosa organización espacial que se aparta un tanto de las primeras trazas mozárabes: la planta es un cuadrado que configura una única nave, de la que sobresale la cabecera, que es rectangular. Los muros tienen más de un metro de espesor.
Las grandes dimensiones del espacio principal, demasiado amplio para una única bóveda, generan una solución constructiva de cubierta un tanto ingeniosa: un robusto pilar cilíndrico central del que afloran, a modo de palmera (con una clara simbología religiosa, tanto cristiana como musulmana, del paraíso), ocho nervios en forma de arco de herradura, que se apoyan sobre ménsulas, y que van a parar unos en los ángulos, y otros en los comedios de los muros. En la parte superior del machón central se abre una diminuta cámara en nicho circular (una linterna cilíndrica), con una pequeña bóveda califal cordobesa de seis nervios, y cuyo destino se ignora.
A los pies de la iglesia se dispone, en dos plantas, lo que podría entenderse como una especie de pequeña mezquita por su estructura espacial: en la parte inferior alberga una columnata con 18 columnillas, sobre las que descansan arcos de herradura, y que da acceso a una cueva eremítica que posiblemente dio origen a la iglesia. En la parte superior se encuentra una tribuna, a la que se accede por una escalera adosada al muro, con una capilla de planta cuadrada, cubierta con una bóveda de medio cañón, y que probablemente fuera un espacio destinado a la comunidad monástica.
Los frescos de los muros, que datan del siglo XII, eran el único elemento decorativo de San Baudelio. Fueron realizados al temple sobre un ligero enlucido de yeso y con poca variedad de colores. Esta serie de frescos se deben a la mano de tres artistas locales: el primero, el llamado maestro de Maderuelo o primer maestro de Casillas, realizó todos los temas decorativos de bóvedas, arquerías y ábside, es decir, todas las escenas religiosas. En el ábside se sitúa la figura del cordero (alegoría de Cristo), el pantocrátor y otras escenas religiosas. El cuerpo central, realizado también por este primer maestro, se divide en dos series: la zona superior, donde se localizan motivos del ciclo de la Natividad, como la adoración de los Magos o la huida a Egipto, y la parte central, con escenas de la vida pública de Jesús, como la resurrección de Lázaro.
El segundo de los maestros que intervinieron es el llamado maestro de San Baudelio, que fue el encargado de realizar las escenas cinegéticas y de combate de la zona baja. Quizá sea esta la parte más original del conjunto, constituyendo un raro ejemplo de pintura medieval dedicada a temas profanos, con una profunda influencia orientalizante. Un tercer maestro, mucho más modesto, llevó a cabo las pinturas del interior del coro.
En 1922 veintitrés de los frescos, hasta entonces propiedad de los vecinos de Casillas, fueron adquiridos por el anticuario Leon Levi en nombre del americano Gabriel Dereppe. Las protestas fueron numerosas, pero en 1926 las piezas más importantes fueron arrancadas y fijadas en lienzos, y después, exportadas a varios museos de Estados Unidos. Tras muchas vicisitudes, finalmente fueron depositadas en el Museo del Prado, cedidas indefinidamente por el Metropolitan Museum de Nueva York.

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