El invento de los Partidos verdes




Partidos verdes
Partidos verdes, organizaciones políticas adheridas a un movimiento e ideología cuyo principal punto programático es la defensa activa del medio ambiente. El color verde ha sido durante mucho tiempo el símbolo de estos grupos ecologistas. Fue utilizado por primera vez como nombre de un partido político por Die Grünen (Los Verdes), el partido verde alemán, en la década de 1980. La protección del medio ambiente puede considerarse el objetivo principal de estos activistas, pero no el único, puesto que también mantienen que la consecución de esta meta depende de que la sociedad modifique sus principales valores. Esta concepción más amplia del término ‘verde’ aparece reflejada en el programa electoral que Die Grünen presentó en 1983 y cuyas bases eran la ecología, la democracia popular, la paz y la justicia social.
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LOS PRIMEROS PARTIDOS VERDES
Nacidos en la década de 1960 y situados en un principio fuera del sistema político, el objetivo de los primeros movimientos ecologistas era la defensa de la naturaleza y la lucha contra la contaminación. Su ideario se nutría en sus orígenes de las tesis antiautoritarias y anticonsumistas que habían florecido en esa década, además de alimentarse de los movimientos feminista y pacifista. Los años posteriores a las revueltas de mayo de 1968 condujeron a la cristalización de organizaciones izquierdistas, que pretendían encarnar los valores de la protesta y corregir las insuficiencias de la revolución fracasada. Los nuevos movimientos sociales que surgieron en la década de 1970 fueron el caldo de cultivo para nuevas formas de expresión política. La progresiva toma de conciencia de la ruptura entre el hombre y el medio natural en una civilización industrial llevó al surgimiento de una crítica política del progreso económico y de la sociedad de consumo. A ello se sumó la crisis económica y petrolera de la década de 1970, que contribuyó al desarrollo de programas de construcción de centrales nucleares contra las cuales lucharon sin descanso los ecologistas. Desde entonces, estos empezaron a organizarse y a tomar parte en elecciones locales o regionales para, desde estos organismos de poder intentar, llevar a la práctica sus ideas.
El primer partido que planteó una cuestión relacionada con el medio ambiente en las urnas fue el United Tasmania Group (UTG, Grupo Unido de Tasmania), que se presentó a las elecciones generales de Australia en abril de 1972. Los miembros del UTG, indignados por la complicidad que a su parecer existía entre los restantes partidos políticos y la comisión hidroeléctrica con respecto a los planes para inundar Lake Pedder, llegaron a la conclusión de que su única opción era obtener poder presentándose a los comicios. Sin embargo, esta formación no consiguió ningún escaño. A fin de perfilar el programa del grupo, el dirigente de la UTG, Richard Jones, escribió un libro titulado New Ethics (Nueva Ética) que contenía una doctrina sobre la comunidad y la integridad política, además de tratar el tema de la protección medioambiental. Un mes después se constituyó en Nueva Zelanda el primer partido verde del mundo, cuyo nombre era Values (Valores).
El primer partido verde europeo se constituyó en Gran Bretaña en 1973, inspirado en las formaciones verdes de Nueva Zelanda y Tasmania. Este grupo, conocido originariamente como People (Pueblo), pasó posteriormente a llamarse Ecology Party (Partido Ecologista) y finalmente Green Party (Partido Verde). Sus fundadores estaban muy influidos por la idea de que el aumento rápido de la población ponía a la tierra al límite de sus recursos y acabaría con su capacidad para absorber la contaminación, así como por el debate surgido en la década de 1960 sobre los límites al crecimiento. Uno de los resultados de esta discusión fue el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), creado en 1972 para promover la toma de conciencia internacional sobre los problemas medioambientales mundiales.
El grupo People extrajo las bases de su programa político del libro Blueprint for Survival (Anteproyecto de Supervivencia, 1972), en el que se señalaba que determinadas características principales de la sociedad podían mantenerse indefinidamente a la vez que se satisfacía de forma óptima a todos sus miembros. Estas actuaciones eran la alteración mínima de los procesos ecológicos; la máxima conservación de materiales y el ahorro de energía; un crecimiento de población cero; y un sistema social en el que los individuos pudieran disfrutar de las tres primeras condiciones en lugar de sentirse limitados por ellas. Estos principios estaban muy relacionados con el concepto de desarrollo sostenible, definido por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) como “el crecimiento que mejora la calidad de vida de los pueblos, sin rebasar la capacidad del planeta para mantener la vida”.
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EL DESARROLLO DE LOS PARTIDOS VERDES
A medida que la preocupación por la degradación del medio ambiente crecía en los países industrializados, los partidos verdes, especialmente los europeos, fueron entrando en su principal fase de desarrollo.
El número de votantes de estas formaciones aumentó progresivamente en Alemania, Austria, Bélgica, Finlandia, Francia, Irlanda y Suiza. En toda Europa obtuvieron un número cada vez mayor de escaños en municipios, gobiernos regionales y nacionales, y en las instituciones de la Unión Europea (UE). Con ello se fue consolidando su consideración como una fuerza política pujante.
El suizo Daniel Brélaz, en 1979, pasó a ser el primer político verde elegido para un Parlamento nacional. Los ecologistas consiguieron 14 escaños en las elecciones de 1991. Pero desde entonces, el apoyo popular al movimiento fue disminuyendo en Suiza hasta llegar a los 8 escaños obtenidos en los comicios de 1999, debido en parte a que los asuntos medioambientales fueron pasando a las agendas políticas de otras formaciones, como la del Partido Socialista. Cuatro candidatos verdes se hicieron con escaños en el Parlamento belga en 1981. En España, durante la década de 1980, también surgieron numerosos partidos verdes, el más destacado de los cuales fue Los Verdes. En junio de 1987 la Lista Verde logró en Italia trece diputados, con el 2,5% de los votos. Las elecciones europeas de 1989 mostraron la consolidación en Europa de los verdes como movimiento político: en total, los verdes europeos obtuvieron 28 escaños en 1989, y formaron un grupo propio en el Parlamento Europeo.
En marzo de 1995, el finlandés Pekka Haavisto fue el primer político verde que pasó a formar parte de un gobierno nacional en calidad de ministro de Medio Ambiente y Planificación. En Francia, Los Verdes hicieron su aparición en 1984, y más tarde llegaron a asumir la cartera de Medio Ambiente en el gobierno de Lionel Jospin, tras las elecciones anticipadas de 1997.
En Alemania existe uno de los partidos verdes más pujantes, Die Grünen. En 1983, este grupo, liderado por la carismática Petra Kelly, consiguió el 5,6% de los votos, 27 escaños, en el Bundestag (cámara baja del Parlamento de Alemania). A partir de este momento, participaron en el gobierno de varios estados alemanes (länder) formando parte de coaliciones con el Partido Socialdemócrata Alemán (SPD). En las elecciones legislativas de 1987 obtuvieron 42 diputados, pero en las de 1990 (que siguieron a la reunificación) el temor de muchos alemanes a una vuelta al pasado les llevó a perder toda representación en el Bundestag. Este fracaso dio lugar a una serie de disensiones internas entre fundamentalistas y partidarios de una realpolitik. El líder indiscutible de esta última corriente era Joschka Fischer, antiguo ministro de Medio Ambiente y Energía del estado federado de Hesse y figura emblemática de la evolución del partido hacia una línea política más pragmática. En las elecciones al Bundestag de 1994, Die Grünen, fusionados en 1993 con Bündnis 90 (Alianza 90, federación de movimientos que militaban por los derechos humanos en la antigua República Democrática Alemana) se hicieron con el 7,3% de los votos. Tras las elecciones de 1998, donde recogieron el apoyo de un 6,7% del electorado, accedieron a las más altas responsabilidades de gobierno en el gabinete de coalición dirigido por Gerhard Schröder y ocuparon tres ministerios, Medio Ambiente, Sanidad y Asuntos Exteriores, este último en la persona del carismático Joschka Fischer. Sus resultados en los siguientes comicios generales de 2002 les permitieron seguir siendo socios en el gobierno de Schröder, donde ocuparon las carteras de Agricultura, Asuntos Exteriores y Medio Ambiente.
Los resultados electorales demuestran que los partidos verdes han logrado una mayor implantación en los países más avanzados industrialmente y con sociedades del bienestar más desarrolladas, mientras que en aquellos países europeo-occidentales con procesos de industrialización más tardía y con Estados del bienestar menos desarrollados son todavía los partidos comunistas o nacionalistas los que polarizan la articulación política de los sectores sociales representados por los nuevos movimientos sociales. Además, en los casos de España, Grecia y Portugal, la existencia de regímenes dictatoriales tras la II Guerra Mundial marcó pautas diferenciales respecto de la evolución de los países europeo-occidentales, dado el compromiso con la lucha democrática de los respectivos partidos comunistas. La mayoría de los movimientos democráticos de los antiguos países comunistas de Europa del Este partieron de grupos ecologistas, tales como Ecoglasnot en Bulgaria, el Círculo del Danubio en Hungría, la Biblioteca Ecológica en Alemania del Este y el Club Ecológico Polaco. Varios políticos verdes formaron parte de los gobiernos de transición de Europa del Este u obtuvieron escaños cuando se celebraron elecciones libres. Sin embargo, las formaciones verdes perdieron muchos votos cuando se hicieron patentes sus dificultades para reformar el sistema social y económico. Incluso Die Grünen, vanguardia del movimiento verde, se vio afectado como ya se ha dicho por esta situación en el periodo inmediatamente posterior a la Guerra fría y llegó a perder sus 44 escaños en 1990. Hoy la Federación de Los Verdes incluye a 32 partidos políticos en 29 países europeos, desde Irlanda a Georgia y desde Malta a Noruega. Esta permite la comunicación entre partidos miembros, parlamentarios y ministros verdes, y coordina la política verde europea y apoya a los partidos verdes pequeños para fortalecer el movimiento en el conjunto de Europa.
Los partidos verdes también despliegan su actividad en Latinoamérica. El Partido Verde de Brasil cuenta con amplia tradición y tiene representación en el Parlamento nacional. Lo mismo ocurre en México, donde el Partido Verde Ecologista se integró a la Alianza por el Cambio, junto al Partido de Acción Nacional (PAN), en las elecciones de 2000 de las que salió elegido presidente Vicente Fox Quesada. Los partidos verdes latinoamericanos han hecho un frente común contra la globalización y el libre comercio, contando con una presencia fuerte en cumbres regionales. En los estados de África y Asia, especialmente aquellos en los que el acceso al poder político es complejo o imposible, el activismo de los ecologistas independientes es el que ha logrado mayor repercusión política. Buen ejemplo de ello es Wangari Maathai, activista keniata galardonada con el Premio Nobel de la Paz en 2004.
En Estados Unidos, el candidato de los verdes a la presidencia, Ralph Nadar, obtuvo el 1% de los votos en las presidenciales de 2000 (posibilitando con ello la pírrica victoria de George W. Bush frente a Al Gore). En Japón, el Partido Verde ha sido eclipsado por el Club Seikatsu, que promueve el consumo ‘verde’ y ha influido en la producción agrícola y de bienes manufacturados.
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LOS RETOS FUTUROS
La política de los verdes inició una nueva fase en la década de 1990. La movilización por los temas medioambientales no es percibida ya como una actividad marginal. Las agendas políticas de los gobiernos otorgan una alta prioridad a estos problemas y los restantes partidos políticos han adoptado medidas de crecimiento sostenible.
El programa de los partidos verdes ha evolucionado a lo largo de su historia y hoy propone soluciones globales para reformar la sociedad. En muchos casos ello ha llevado a disensiones en su seno entre los fundamentalistas y los realistas quienes, como en Alemania, se han lanzado a la conquista del poder y no rechazan a priori aliarse con grupos socialdemócratas para conseguir sus objetivos. No obstante, su progresión electoral se ha visto frenada por el hecho de que muchos partidos tradicionales, tanto de la derecha como de la izquierda, deseosos de recuperar votos, han integrado a su discurso y a sus programas un cierto número de reivindicaciones ecologistas. Por otro lado, algunos sistemas electorales discriminan a los grupos con poca base electoral.
Los verdes centran ahora su activismo en la búsqueda de nuevas políticas económicas que impulsen un desarrollo económico más duradero y justo para los países en vías de desarrollo, promueven una ampliación de la democracia a través de la participación activa de los ciudadanos en el control de las decisiones científicas y representan también la voz disidente en asuntos de la máxima relevancia en la actualidad, como el de la inmigración.

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