Greguería, género breve creado por Ramón Gómez de la Serna, próximo al epigrama y a la captación súbita de una imagen cuya gracia reside en la transgresión de la lógica previsible. También puede asociarse al chiste.
El mismo Gómez de la Serna define a la greguería como la suma del humorismo y la metáfora y como 'el atrevimiento a definir lo que no puede definirse'. Por su brevedad, se vincula también con el haiku, ese 'telegrama poético', según dice Ramón. Las primeras greguerías remontan a 1910. Su autor eligió este término —cuyo significado original es gritería confusa— por su valor eufónico. Citamos algunos ejemplos: 'Aparecen días tan húmedos que hasta los tenedores sienten reuma'; '¡Oh!: puñetazo por sorpresa en un ojo de lo escrito'; 'Las románticas se tocaban un bucle como si hablasen por teléfono con ellas mismas'. Pueden encontrarse greguerías en ciertas máximas de autores como Enrique Jardiel Poncela, Noel Clarasó, Ricardo Güiraldes y Oliverio Girondo, a quien Gómez de la Serna dedica el volumen de su selección de Greguerías de 1910 a 1960, calificándolo como el 'escritor más original y fantasmagórico de la literatura argentina'. Uno de los títulos de Girondo, “Membretes”, continúa la estética de las greguerías y ayuda a precisar aún más el significado de este género breve. Un membrete es, según la definición del Diccionario del español actual, de Manuel Seco, el “nombre o título de una persona o de una entidad, impreso o grabado en su papel de correspondencia”. Si al significado estricto, propio de la organización burocrática, se le añade humor, se afirma una tendencia propia de la literatura y el arte contemporáneos: la ruptura con la solemnidad y el gusto por la parodia de las convenciones.
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