El invento del Arte barroco
Autorretrato de Rembrandt
Este Autorretrato del artista holandés
Rembrandt, pintado en 1669, mide 86 x 70,5 cm y se conserva en la National
Gallery de Londres. Rembrandt pintó numerosos autorretratos a lo largo de su
carrera, pero éste, realizado en el último año de su vida, destaca por la
profundidad psicológica y por la perfección técnica del claroscuro.
Arte barroco, estilo dominante en
el arte y la arquitectura occidentales aproximadamente desde el año 1600 hasta
el 1750. Sus características perduraron a lo largo de la primera mitad del
siglo XVIII, si bien dicho periodo se denomina en ocasiones estilo rococó.
Manifestaciones barrocas aparecen en el arte de prácticamente todos los países
europeos, así como en las colonias españolas y portuguesas de América. El
término barroco se aplica también a la literatura y la música de aquel periodo.
Véase Barroco (música); Barroco (literatura).
2
|
DEFINICIÓN
|
Los orígenes de la palabra
barroco no están claros. Podría derivar del portugués barocco o del
castellano barrueco, término que designa a un tipo de perlas de forma
irregular. La palabra es un epíteto acuñado con posterioridad y con
connotaciones negativas, que no define el estilo al que hace referencia. De
cualquier modo, a finales del siglo XVIII el término barroco pasó a formar
parte del vocabulario de la crítica de arte como una etiqueta para definir el
estilo artístico del siglo XVII, que muchos críticos rechazaron después como
demasiado estrafalario y exótico para merecer un estudio serio. Escritores como
el historiador suizo Jakob Burckhardt, en el siglo XIX, lo consideraron el
final decadente del renacimiento; su alumno Heinrich Wölfflin, en Conceptos
fundamentales para la historia del arte (1915), fue el primero en señalar
las diferencias fundamentales entre el arte del siglo XVI y el del XVII,
afirmando que “el barroco no es ni el esplendor ni la decadencia del
clasicismo, sino un arte totalmente diferente”.
El arte barroco engloba
numerosas particularidades regionales. Podría parecer confuso, por ejemplo,
clasificar como barrocos a dos artistas tan diferentes como Rembrandt y Gian
Lorenzo Bernini; no obstante, y pese a las diferencias, su obra tiene
indudables elementos en común propios del barroco, como la preocupación por el
potencial dramático de la luz.
2.1
|
Antecedentes históricos
|
La evolución del arte
barroco, en todas sus formas, debe estudiarse dentro de su contexto histórico.
Desde el siglo XVI el conocimiento humano del mundo se amplió constantemente, y
muchos descubrimientos científicos influyeron en el arte; las investigaciones
que Galileo realizó sobre los planetas justifican la precisión astronómica que
presentan muchas pinturas de la época. Hacia 1530, el astrónomo polaco
Copérnico maduró su teoría sobre el movimiento de los planetas alrededor del
Sol, y no de la Tierra como hasta entonces se creía; su obra, publicada en
1543, no fue completamente aceptada hasta después de 1600. La demostración de
que la Tierra no era el centro del Universo coincide, en el arte, con el
triunfo de la pintura de género paisajístico, desprovista de figuras humanas.
El activo comercio y colonización de América y otras zonas geográficas por
parte de los países europeos fomentó la descripción de numerosos lugares y
culturas exóticas, desconocidos hasta ese momento.
La religión determinó muchas de
las características del arte barroco. La Iglesia católica se convirtió en uno
de los mecenas más influyentes, y la Contrarreforma, lanzada a combatir la
difusión del protestantismo, contribuyó a la formación de un arte emocional,
exaltado, dramático y naturalista, con un claro sentido de propagación de la
fe. La austeridad propugnada por el protestantismo en lugares como Holanda y el
norte de Alemania explica la sencillez arquitectónica que caracteriza a esas
regiones.
Los acontecimientos políticos
también tuvieron influencia en el mundo del arte. Las monarquías absolutas de
Francia y España promocionaron la creación de obras que, con su grandiosidad y
esplendor, reflejaran la majestad de Luis XIV y de la casa de Austria, en
especial de Felipe III y Felipe IV.
2.2
|
Características del arte barroco
|
Entre las características
generales del arte barroco están su sentido del movimiento, la energía y la
tensión. Fuertes contrastes de luces y sombras realzan los efectos
escenográficos de muchos cuadros, esculturas y obras arquitectónicas. Una
intensa espiritualidad aparece con frecuencia en las escenas de éxtasis,
martirios y apariciones milagrosas. La insinuación de enormes espacios es
frecuente en la pintura y escultura barrocas; tanto en el renacimiento como en
el barroco, los pintores pretendieron siempre en sus obras la representación
correcta del espacio y la perspectiva. El naturalismo es otra característica
esencial del arte barroco; las figuras no se representan en los cuadros como
simples estereotipos sino de manera individualizada, con su personalidad
propia. Los artistas buscaban la representación de los sentimientos interiores,
las pasiones y los temperamentos, magníficamente reflejados en los rostros de
sus personajes. La intensidad e inmediatez, el individualismo y el detalle del
arte barroco —manifestado en las representaciones realistas de la piel y las
ropas— hicieron de él uno de los estilos más arraigados del arte occidental.
2.3
|
Primer barroco
|
Las raíces del barroco se
localizan en el arte italiano, especialmente en la Roma de finales del siglo
XVI. El deseo universalista inspiró a varios artistas en su reacción contra el
anticlasicismo manierista y su interés subjetivo por la distorsión, la asimetría,
las extrañas yuxtaposiciones y el intenso colorido. Los dos artistas más
destacados que encabezaron este primer barroco fueron Annibale Carracci y
Caravaggio. El arte de Caravaggio recibió influencias del naturalismo humanista
de Miguel Ángel y el pleno renacimiento. En sus cuadros aparecen a menudo
personajes reales, sacados de la vida diaria, ocupados en actividades
cotidianas, así como también apasionadas escenas de tema mitológico y
religioso. La escuela de Carracci, por el contrario, intentó liberar al arte de
su amaneramiento retornando a los principios de claridad, monumentalidad y
equilibrio propios del pleno renacimiento. Este barroco clasicista tuvo una
importante presencia a lo largo de todo el siglo XVII. Un tercer barroco,
denominado alto barroco o pleno barroco, apareció en Roma en torno a 1630, y se
considera el estilo más característico del siglo XVII por su enérgico y
exuberante dramatismo.
3
|
ARTE BARROCO EN ITALIA
|
En Italia, la pintura,
escultura y arquitectura barrocas evolucionaron a partir del manierismo. Este
cambio fue consecuencia del Concilio de Trento en 1563, que reclamaba un arte
capaz de instruir y suscitar la piedad por medio de la austeridad.
3.1
|
Pintura barroca en Italia
|
Judit y Holofernes
En el cuadro Judit y Holofernes (c.
1620) de Artemisia Gentileschi se aprecia el sentido dramático del claroscuro,
inspirado en el tenebrismo de Caravaggio. Artemisia, hija del pintor Orazio
Gentileschi, fue la primera mujer que obtuvo el reconocimiento de artista.
Entre los primeros y más
influyentes artistas que acometieron la reforma sistemática del manierismo
están los Carracci. Annibale Carracci, su hermano Agostino y su primo Ludovico
fueron los tres artistas boloñeses que tuvieron mayor repercusión en Roma, el
centro artístico más importante de la época. Annibale, famoso ya en Bolonia por
su pintura al fresco, llegó a Roma en 1595 para pintar la bóveda del
salón-galería del palacio Farnesio (1597-1600). Fue su obra más importante, y
constituyó un punto clave para la evolución posterior del clasicismo barroco,
del que Annibale fue el principal precursor. El éxito de este estilo atrajo a
artistas como Guido Reni, Domenichino y Francesco Albani, discípulos de los
Carracci en Bolonia. Otros clasicistas, como los pintores franceses Nicolas
Poussin y Claudio de Lorena, llegaron del extranjero para trabajar en Roma.
También Caravaggio se trasladó a Roma, donde encontró en Annibale Carracci a su
rival más destacado. Obras como La vocación de san Mateo y el Martirio
de san Mateo (c. 1599-1600, iglesia de San Luis de los Franceses,
Roma) fueron bien acogidas, convirtiéndose Caravaggio en el maestro de toda una
escuela de naturalistas barrocos. El naturalismo se propagó durante las dos
primeras décadas del siglo XVII gracias a otros pintores italianos como Orazio
Gentileschi, su hija Artemisia, Bartolomeo Manfredi y Battistello, y más tarde
gracias a los extranjeros que fueron a trabajar a Italia, como el francés
Valentin de Boulogne, el holandés Gerrit van Honthorst y el español José de
Ribera, llamado el Españoleto. Aunque con menor importancia en la Italia
posterior a 1630, el naturalismo mantuvo su enorme influencia en algunas zonas
de Europa a lo largo de todo el siglo XVII.
Otro momento clave en la
historia de la pintura barroca tuvo lugar a finales de la década de 1620.
Algunos artistas intentaron introducir un efecto monumental en sus obras a
partir de la representación de espacios ilimitados (ilusionismo). Una de las
primeras obras maestras de este pleno barroco fue la Asunción de la Virgen
(1625-1627) que Giovanni Lanfranco pintó en la inmensa cúpula de la iglesia de
Sant’Andrea della Valle en Roma. Aunque este fresco tuvo su precedente en los
techos renacentistas que Correggio pintó en Parma, admiró a los espectadores de
la época por sus exuberantes trampantojos. Las obras de Lanfranco en Roma
(1613-1630) y en Nápoles (1634-1646) fueron fundamentales para el desarrollo de
este tipo de pintura en Italia.
La pintura al fresco de
bóvedas y techos mediante la creación de ilusiones perspectivas y grandes
escenas unitarias vistas de abajo a arriba fue una técnica muy empleada por los
pintores del pleno barroco. Pietro Berrettini, llamado Pietro da Cortona, la
manejó de manera extraordinaria en obras como los techos del gran salón del
palacio Barberini en Roma (1633-1639). Otras muestras se encuentran en la obra
de Giovanni Battista Gaulli, llamado el Baccicio, como la Adoración del
nombre de Jesús (1676-1679) que pintó para el techo de la nave mayor de la
iglesia del Gesù en Roma, y en la de Andrea Pozzo, como la Entrada de san
Ignacio en el paraíso (1691-1694), ubicada sobre la nave mayor de la
iglesia de San Ignacio en Roma, en un alarde de perspectiva que finge
arquitecturas en prolongación de las reales, y llega a simular incluso una gran
cúpula que no existe. Este género de pintura, que exige grandes conocimientos
matemáticos, recibió el nombre de cuadratura.
3.2
|
Escultura barroca en Italia
|
Éxtasis de santa Teresa
A Gian Lorenzo Bernini le encargaron
este Éxtasis de Santa Teresa (1645-1652) para la capilla Cornaro de Santa Maria
della Vittoria en Roma. En sus figuras de mármol se aprecia todo el espíritu de
la escultura barroca, con su profundo dramatismo y su sentido del movimiento.
La reacción antimanierista en la
escultura italiana tiene su primer ejemplo relevante en la Santa Cecilia
de Stefano Maderno (1600, iglesia de Santa Cecilia in Trastevere, Roma). El
gusto por lo curvilíneo, el dramatismo y la pronunciada torsión de los cuerpos
son características que se repiten en sus primeros trabajos. Fue Gian Lorenzo
Bernini, sin embargo, quien dominó la escultura barroca en Roma. Entre sus
primeros grupos escultóricos de grandes dimensiones, el Rapto de Proserpina
(1621-1622) y Apolo y Dafne (1622-1624, ambas en la Galería Borghese,
Roma) muestran su dominio de la escultura en mármol, creando efectos realistas
de gran tensión dramática, fuertes contrastes de luz y sombra y la ilusión
óptica del jaspeado. El Éxtasis de santa Teresa (1645-1652, capilla
Cornaro, iglesia de Santa Maria della Vittoria, Roma) resume a la perfección la
elevada teatralidad que caracteriza al barroco. Bernini fue el artista
predilecto de los papas, para quienes realizó los proyectos más ambiciosos en
el Vaticano. Tanto el inmenso baldaquino (1624-1633), un enorme ciborio o dosel
sobre columnas salomónicas que cubre el altar mayor de la basílica de San
Pedro, como la Cátedra de San Pedro (1657-1666), en el ábside de la basílica
vaticana, atestiguan con su colosal tamaño y ricos materiales (mármol y bronce
dorado) el suntuoso esplendor de la Iglesia católica. Bernini fue también un
excelente retratista, como puede verse en los bustos de Constanza Buonarelli
(c. 1635, Museo del Barguello, Florencia) y del Papa Inocencio X
(c. 1647, Galería Doria Pamphili, Roma). Su único rival en este género fue
el escultor Alessandro Algardi.
Las fuentes se convirtieron
en uno de los monumentos públicos más representativos del barroco, un aspecto
en el que también destacó el polifacético Bernini. Su fuente de los Cuatro ríos
(1648-1651) en la romana plaza Navona, impresiona al espectador por sus
gigantescas estatuas, el enorme obelisco egipcio que remata su centro y los
efectistas juegos de agua. Bernini fue también un notable e influyente
arquitecto; además de la gran columnata (comenzada en 1656) que rodea la plaza
de San Pedro del Vaticano, proyectó iglesias como la de Sant’Andrea al
Quirinale (1658-1670) en Roma.
3.3
|
Arquitectura barroca en Italia
|
Zacchia Rondanini
Este retrato en piedra del cardenal
Zacchia Rondanini, que se conserva en el Staatliche Museen (Berlín), es obra
del escultor Alessandro Algardi, destacada figura del barroco italiano.
Entre los principales
arquitectos del primer barroco sobresale Carlo Maderno, conocido principalmente
por la conclusión de San Pedro del Vaticano. Entre 1606 y 1612 prolongó la nave
de la basílica y levantó la fachada monumental de esta iglesia iniciada por
Donato Bramante cien años antes aproximadamente. Además de Bernini, los
arquitectos más destacados de la Roma barroca fueron Francesco Borromini y, en
menor medida, Carlo Rainaldi. Juntos diseñaron la iglesia de Santa Inés en la
plaza Navona (comenzada en 1652). La elegante ondulación de la fachada de San
Carlo alle Quattro Fontane (1665-1667) en Roma, obra de Borromini, con sus
ritmos cóncavos y convexos trasladados al interior mediante una planta oval,
podría considerarse como la culminación del estilo barroco en Italia.
Iglesia de San Carlo alle Quattro
Fontane en Roma
La iglesia de San Carlo alle Quattro
Fontane (1634-1641), proyectada por Francesco Borromini, es uno de los
edificios más representativos del barroco romano. Su planta oval está cubierta
por una impresionante cúpula que proporciona una dramática luminosidad. La
fachada ondulante, comenzada en 1665, se completó en 1667, después de la muerte
de su autor.
La actividad constructiva tuvo
también relevancia fuera de Roma durante las primeras décadas del siglo XVII.
Francesco Maria Ricchino en Milán y Baldassare Longhena en Venecia destacan por
sus iglesias de planta centralizada. La iglesia de Santa María de la Salud, de
Longhena, comenzada en 1631, es famosa por su profusa decoración exterior y su
privilegiada situación a la entrada del Gran Canal veneciano. Especialmente
singular y exótica es la obra turinesa de Guarino Guarini. Su capilla del Santo
Sudario (1667-1694, destruida por un incendio en 1997) presentaba una elevada
cúpula de complicadas formas geométricas, inspiradas en los edificios
islámicos. En Turín también destaca la figura de Filippo Juvarra, que practicó,
ya en el siglo XVIII, un estilo barroco de corte clasicista.
4
|
ARTE BARROCO EN ESPAÑA
|
Durante el siglo XVII la
pintura española atravesó uno de los momentos culminantes de su historia,
pasando del realismo tenebrista de la primera mitad del siglo, al colorismo y
la luminosidad de influencia flamenca de la segunda mitad. En arquitectura
persistió la severidad y austeridad formal procedente de los modelos
herrerianos y escurialenses. La necesidad de lujo se manifestó sobre todo en
elementos decorativos como retablos dorados, frescos, fachadas, hornacinas o
columnas salomónicas, que según transcurría el siglo lo iban recubriendo todo.
4.1
|
Pintura barroca en España
|
Velázquez y el barroco
Este cuadro de Velázquez, titulado Las
hilanderas o La fábula de Aracne (c. 1657, Museo del Prado), representa según
muchos críticos la Real Fábrica de Tapices de Santa Isabel, que el pintor,
dignatario de la corte, solía visitar. El detallado tratamiento pictórico y la
estructura compositiva sobrepasan el hecho real y lo transforman en una escena
teatral en la que se funden cotidianidad y ficción, significante y significado,
particular y universal. Gracias al artificio del 'cuadro en el cuadro', pintura
de género y pintura de tema mitológico se mezclan en la representación de una
escena de trabajo, llena de terrenales y sensuales presencias, y de una fábula.
La compleja jerarquía de símbolos, no del todo transparente para el público
actual, obedece a una concepción barroca del arte.
La temprana aparición del
naturalismo barroco en España estuvo motivada por la influencia de Italia y,
sobre todo, por la importancia política de la Iglesia católica.
El florentino Vicente Carducho
contribuyó materialmente al establecimiento en el centro de España del estilo
pictórico antimanierista propugnado por la Contrarreforma. Juan Sánchez Cotán y
Juan van der Hamen destacaron por el realismo de sus bodegones (naturalezas
muertas) en los que combinan la influencia flamenca con la de Caravaggio. En
Valencia, el naturalismo se puede apreciar en la obra del pintor Francisco
Ribalta, conocedor del arte italiano del renacimiento, de la pintura de
Tiziano, de Caravaggio y de su paisano José de Ribera, que desarrolló su
actividad artística en Nápoles. Sevilla y Madrid se convirtieron en los dos
centros principales del arte barroco español. Así, a comienzos del siglo XVII
las características típicas del barroco se aprecian ya en los cuadros de Juan
de las Roelas, Francisco Pacheco y Francisco de Herrera el Viejo.
Finis gloriae mundi
El pintor cordobés Juan de Valdés Leal
es autor de los Jeroglíficos de las postrimerías (1671-1672) del hospital de la
Caridad de Sevilla, al que pertenece el cuadro de la imagen Finis gloriae
mundi. Con un lenguaje pictórico violento y descarnado narra lo que acontece al
hombre después de la vida: la muerte, el juicio, el infierno o la gloria.
Francisco de Zurbarán, afincado
en Sevilla desde 1629, fue el pintor monástico por antonomasia; nadie como él
supo representar con más sencillez el fervor religioso de la vida monástica
contrarreformista. Los volúmenes simples, la sencillez compositiva y el
tenebrismo, caracterizado por los fuertes contrastes de luz y sombra, definen
el estilo que no cambiará hasta los últimos años de su vida, cuando la
influencia de Bartolomé Esteban Murillo le lleve a experimentar con una pincelada
más suelta y ligera y un uso más vaporoso de los colores. Diego Velázquez, el
pintor más importante del barroco español, se moverá entre el naturalismo de la
primera mitad del siglo XVII y el barroquismo de la segunda. De su etapa
juvenil en Sevilla sobresalen obras como la Vieja friendo huevos (1618,
Galería Nacional de Escocia, Edimburgo) y la Adoración de los Magos
(1619, Museo del Prado, Madrid). En 1623 se trasladó a Madrid como pintor de
corte de Felipe IV, cargo que ocupará ya toda su vida. Sus series de retratos
reales culminaron con Las Meninas (1656, Museo del Prado), retrato
colectivo de las infantas, las meninas y otros personajes de la corte, en el
que aparece también el propio pintor. Maestro en el tratamiento de los
volúmenes, la forma y el color, y pionero de la perspectiva aérea y las grandes
pinceladas, Velázquez destacó también por sus cuadros de tema histórico, como La
rendición de Breda (Las lanzas, 1635, Museo del Prado), y
mitológico, con obras como La fragua de Vulcano (1630, Museo del Prado)
y la Venus del espejo (c. 1650, National Gallery, Londres).
La Sagrada Familia del pajarito
El lienzo titulado La Sagrada Familia
del pajarito (c. 1650, Museo del Prado, Madrid), es obra del pintor español
Bartolomé Esteban Murillo. Aún con una fuerte influencia tenebrista, en este
cuadro se aprecia la dulzura y la sensibilidad en el tratamiento de los
personajes y las situaciones característicos de este autor, especializado en
temas religiosos.
Contemporáneo de Velázquez fue
el granadino Alonso Cano, escultor, arquitecto y pintor célebre por sus
delicadas representaciones del cuerpo humano, como muestra el Descenso al
limbo (c. 1650, Museo de Arte del condado de Los Ángeles), uno de los
pocos ejemplos de desnudo en el barroco español. Murillo, pintor sevillano algo
más joven que Velázquez, fue el maestro de la gracia y delicadeza femenina,
encarnando un tipo de devoción plenamente sentimental que evidencian sus
representaciones del Niño Jesús y la Inmaculada Concepción. La última fase del
barroco sevillano tiene en Juan de Valdés Leal a su mejor representante. Entre
sus obras destacan los dos Jeroglíficos de las postrimerías (1672, Finis
gloria mundi e In ictu oculi, representaciones de la caducidad de la
vida y las postrimerías del hombre) del hospital de la Caridad de Sevilla,
escalofriantes pinturas de esqueletos y cuerpos putrefactos plenas de morbidez
y exacerbado realismo. En Madrid, la última generación de pintores barrocos
incluye a artistas como Francisco Rizzi, Juan Carreño de Miranda y Claudio
Coello, cultivadores de un estilo decorativo de clara influencia italiana.
4.2
|
Escultura barroca en España
|
San Jerónimo, de Martínez Montañés
La figura de San Jerónimo, del escultor
español Juan Martínez Montañés, es uno de los ejemplos más característicos de
la escultura barroca española en la que se manifiesta el gran patetismo
expresivo propio de este periodo.
El arte italiano apenas
tuvo influencia sobre la escultura barroca española, inclinada, esencialmente,
a la tradicional talla en madera policromada. El realismo y la intensa
preocupación por el detalle, puestos al servicio del fervor religioso
contrarreformista, son sus características fundamentales; las figuras
generalmente se pintan (policromía) e incluso a veces llegan a emplearse ojos
de cristal, vestimentas auténticas y pelo natural. Entre los trabajos más
destacados de escultura barroca española se encuentran los retablos para los
altares de las iglesias, algunos de ellos de considerable tamaño y riqueza,
realizados por equipos de escultores y arquitectos. Los principales escultores
fueron Gregorio Fernández, máximo exponente de la escuela castellana, con
impresionantes tallas de Inmaculadas, Piedades y Cristos yacentes; y los
representantes de la escuela andaluza, en especial Juan Martínez Montañés,
Pedro de Mena, Juan de Mesa y Alonso Cano. Estos últimos repartieron entre
Sevilla y Granada buena parte de sus Cristos crucificados, Inmaculadas, santos
y otros temas típicos de los pasos procesionales, para los que iban destinadas
muchas de estas imágenes cargadas de realismo, expresividad y fervor religioso.
4.3
|
Arquitectura barroca en España
|
Palacio de La Granja
Vista de los jardines y la fachada
posterior del palacio de La Granja, cerca de Segovia (España). Fue construido
por el arquitecto de origen alemán Teodoro Ardemans para el rey español Felipe
V. La fachada este (en la imagen), que corrió a cargo del italiano Filippo
Juvarra, es una de las más notables del barroco español.
La sobria austeridad geométrica
impuesta por Juan de Herrera en el monasterio de El Escorial se mantuvo en la arquitectura
barroca española de la primera mitad del siglo XVII. Los ideales
contrarreformistas y el espíritu de la casa de Austria facilitaron la
pervivencia de este modelo arquitectónico, tal como se aprecia, por ejemplo, en
las construcciones de Juan Gómez de Mora. El gusto por formas cada vez más
ricas lleva, a partir de mediados de siglo, a eliminar los vestigios
herrerianos, enriqueciendo la decoración con múltiples elementos naturalistas
localizados en los vanos de las fachadas. La iglesia de Santa María la Real de
Montserrat, de Sebastián Herrera Barnuevo, y la fachada de la catedral de
Granada, de Alonso Cano, son buenas muestras de ello. Ya en el siglo XVIII la
riqueza y fantasía decorativas alcanzan su apogeo con las construcciones de la
familia Churriguera, especialmente en Madrid y Salamanca, así como también en
la obra de arquitectos como el madrileño Pedro de Ribera y el gallego Fernando
Casas Novoa, autor de la fachada del Obradoiro de la catedral de Santiago de
Compostela.
5
|
ARTE BARROCO EN LATINOAMÉRICA
|
Compañía de Cuzco
El templo de la Compañía de Jesús,
levantado en la plaza de Armas de la ciudad peruana de Cuzco, presenta una
fachada de estilo barroco. Las trazas de esta iglesia se proyectaron de forma
que superaran en altura a las de la vecina catedral. Este hecho generó un
profundo malestar en el obispo de la ciudad y los jesuitas se vieron obligados
a modificar los remates del templo.
Durante los siglos XVII y
XVIII, la arquitectura barroca latinoamericana conservó las pautas marcadas por
la península Ibérica pero con algunas peculiaridades. Una de ellas es su
extraordinaria diversidad, condicionada por el propio medio físico, la gran
variedad de materiales existentes en cada área geográfica y la presencia de un
pasado precolombino. Entre los condicionantes físicos, la frecuencia de
terremotos en algunas zonas como Guatemala o Perú determinó ciertos patrones
estéticos, al tiempo que conducía al desarrollo de técnicas constructivas especialmente
resistentes a los movimientos sísmicos como la quincha (entramado de
cañas atadas con cordobanes aglutinado con barro).
Catedral de Zacatecas
La fachada barroca de la catedral de
Zacatecas, México, de estilo churrigueresco, muestra una exuberante y rica
decoración, y constituye un claro ejemplo del barroco colonial.
El barroco en Hispanoamérica
es esencialmente decorativo, ya que aplica un lenguaje ornamental a esquemas
constructivos y estructurales inalterados desde los comienzos de la
arquitectura hispanoamericana. La presencia de ciertos elementos como el
estípite o el arco toral, marcan formalmente los estilos de ciertas regiones.
Mientras que el primero es el signo distintivo del barroco mexicano, el
segundo, cuya función es sostener la cúpula, se desarrolló principalmente en
Quito y Nueva Granada. En regiones donde el clima propiciaba un entorno natural
austero, florecieron la denominadas fachadas-retablo. Su principal finalidad,
como en la iglesia de San Francisco de Quito, es repetir en el exterior la
exuberancia decorativa del interior. La presencia del color es otro rasgo
característico del barroco colonial; se manifiesta, sobre todo, a través de la
piedra, el ladrillo revocado en blanco, la tintura de almagre (óxido rojo de
hierro), la yesería policromada y los azulejos. Un destacado ejemplo de esto
último lo encontramos en la fachada de San Francisco de Acatepec (México), en
donde la piezas cerámicas han sido modeladas en el taller ex profeso para la
iglesia. Otros elementos arquitectónicos propios del barroco americano son la
espadaña, la pilastra de almohadilla, como en la catedral de Tegucigalpa
(Honduras), la proliferación de formas mixtilíneas y el soporte antropomorfo.
Portada de los Arcángeles
La portada de los Arcángeles de la
iglesia del Carmen, construida en el siglo XVIII, es una de las obras más
admirables del barroco virreinal en la ciudad mexicana de San Luis de Potosí.
Los dos grandes focos,
donde con más intensidad iba a encontrar eco el nuevo estilo, son el virreinato
de Nueva España (especialmente en el territorio actual de México y Guatemala) y
las ciudades peruanas de Cuzco y Lima. Si en todas ellas la influencia española
es evidente, en Brasil la tendencia fue seguir los modelos portugueses.
San Felipe de Jesús
Esta talla polícroma de autor
desconocido, fechada hacia el 1650, representa a san Felipe de Jesús y es una
de las piezas más hermosas de la escultura mexicana del siglo XVII. Actualmente
se encuentra en la catedral de México.
En pintura, la obra de
Francisco de Zurbarán causó un profundo impacto en artistas como Sebastián de
Arteaga, José Juárez y Melchor Pérez de Holguín. A finales del siglo XVII y
principios del XVIII, la escuela sevillana de Bartolomé Esteban Murillo y, en
menor medida, de Juan de Valdés Leal, ejerció una gran influencia en algunos
pintores del Nuevo Mundo como el mexicano Juan Rodríguez Juárez y el colombiano
Gregorio Vázquez de Arce. Así mismo, fue decisiva la llegada a finales del
siglo XVII de artistas europeos como el flamenco Simón Pereyns, los españoles
Alonso López de Heredia y Alonso Vázquez, o el italiano Mateo Pérez de Alesio.
Los pintores de la escuela cuzqueña combinaron las formas decorativas indígenas
con las europeas, en especial las de la escuela flamenca, siempre ricamente
decoradas en oro.
El mismo sentido decorativo
afectará a la escultura ornamental, presente en los interiores y exteriores de
las numerosas iglesias barrocas que, con un estilo extremadamente recargado, se
construyeron a lo largo de las colonias españolas. En México destaca el español
Jerónimo Balbás, que llegó a América a principios del siglo XVIII, autor del
retablo del altar mayor de la iglesia del Sagrario. La imaginería popular
floreció en Guatemala, con Quirio Cataño y Juan de Chávez, en Quito, con
Bernardo Legarda, y en Lima donde, gracias al estrecho contacto con Sevilla, se
pueden contemplar numerosas obras de Martínez Montañés.
6
|
ARTE BARROCO EN EL NORTE DE EUROPA
|
Desde Italia, donde recibieron
su formación los principales artistas del periodo, el barroco se propagó
rápidamente por el norte de Europa. Cada país, no obstante, dependiendo de su
particular situación política, religiosa y económica, evolucionó hacia
diferentes versiones del estilo.
6.1
|
Barroco en Flandes
|
El archiduque Leopoldo en su galería de
pinturas
David Teniers el Joven inmortalizó en
varios cuadros la colección de arte del archiduque Leopoldo Guillermo de
Austria, para quien trabajó como pintor de cámara. Uno de ellos es el de la
imagen, pintado en 1651, que se conserva en el Real Museo de Bellas Artes de
Bruselas, Bélgica.
El barroco en Flandes está
dominado por la brillantez de Petrus Paulus Rubens. Durante los años de
juventud, el estilo pictórico de Rubens recibió influencias de fuentes
italianas tan diversas como Caravaggio, los Carracci y Miguel Ángel, como se
aprecia, por ejemplo, en el Rapto de las hijas de Leucipo (1616-1617,
Alte Pinakothek, Munich). Rubens y sus ayudantes realizaron un considerable
número de cuadros de temas mitológicos y religiosos para clientes y mecenas de
toda Europa. El estilo maduro de Rubens, colorista, de composiciones dinámicas
y voluptuosas formas femeninas, marca el apogeo de la pintura barroca en el
norte de Europa, ejemplificado en su famosa serie de 21 enormes lienzos sobre
la Vida de María de Medici (1621-1625, Louvre, París) y en la serie de La
torre de la Parada (1635-1640, Museo del Prado). Entre los seguidores de
Rubens el de más talento fue sin duda Anthony van Dyck, prestigioso pintor de
la corte y la aristocracia inglesas, entre cuyas obras destaca el Retrato de
Carlos de Inglaterra en traje de caza (1635, Louvre). Jacob Jordaens y
Adriaen Brouwer son más conocidos por sus convincentes escenas de género que
retratan la sociedad pequeñoburguesa y campesina, como también lo hicieron el
artista flamenco David Teniers y el holandés Adriaen van Ostade.
El juicio de Paris
El juicio de Paris (c. 1639) de Petrus
Paulus Rubens representa el mito griego en el que Paris debe decidir cual de
las tres deidades es más hermosa. El sentido del movimiento y el dramatismo
lumínico caracterizan la pintura del artista flamenco.
Los escultores barrocos
flamencos tomaron frecuentemente su inspiración del arte italiano. François
Duquesnoy trabajó con Bernini en Roma, realizando el gigantesco San Andrés
del Vaticano en 1633. El estilo pictórico de Artus Quellinus presenta claras
influencias italianas y del propio Rubens. El gusto romano también se plasmó en
la arquitectura flamenca, como se ve en la ex-iglesia jesuítica de San Carlos
Borromeo (1615-1621, actualmente es un museo) en Amberes (Bélgica).
6.2
|
Barroco en Holanda
|
La ronda de noche
La ronda de noche (1642) es uno de los
cuadros más conocidos de Rembrandt. En él, la luz desciende de forma dramática
sobre los miembros más importantes del grupo, mientras el resto permanece en la
penumbra. Este retrato corporativo, cuyo título original era La compañía del
capitán Frans Banning Cocq y el teniente Willem van Ruytenburch no fue del
agrado de sus clientes, que no supieron apreciar la fuerza expresiva de la
composición.
Al comenzar el siglo XVII
muchos artistas holandeses, incluido Hendrick Goltzius, todavía pintaban al
estilo manierista. El barroco de Caravaggio llegó a Holanda cuando determinados
artistas, entre los que sobresalen Gerrit van Honthorst y Hendrik Terbrugghen,
retornaron a su país natal procedentes de Italia; hacia 1620 el naturalismo
estaba fuertemente asentado en la escuela de Utrecht. Durante esa década y la
siguiente, Frans Hals pintó retratos extraordinarios por su hábil pincelada y
por el intimismo de los temas. Muchos de los cuadros de Hals representan grupos
de la milicia local, un género que también practicó Rembrandt en su famoso
cuadro La ronda de noche (1642, Rijksmuseum, Amsterdam). Diferente al
resto de artistas holandeses, Rembrandt, el maestro más grande del barroco
holandés, pintó una gran variedad de temas —retratos, paisajes y escenas históricas,
mitológicas y religiosas— con incomparable virtuosismo. El manejo de la luz
dorada sobre los fondos oscuros, la pincelada arriesgada y la delicada
interpretación de los temas, colocan a Rembrandt en uno de los lugares más
destacados de la historia de la pintura.
La creación de un ambiente
psicológico convincente y los delicados reflejos lumínicos definen la pintura
de Jan Vermeer; gracias a la minuciosa preparación y el sutil manejo de los
pigmentos, muchas veces imitado, obtiene unas tonalidades inigualables.
Paisajes, bodegones, cuadros de animales y perspectivas arquitectónicas se
convirtieron a partir de su obra en importantes géneros de la pintura
holandesa.
Hasta 1650 aproximadamente, la
escultura holandesa se mantuvo dentro de la corriente manierista; la
exuberancia barroca se introdujo a través de los escultores flamencos,
especialmente con Quellinus y su trabajo en el ayuntamiento de Amsterdam. El
edificio, ahora palacio real, se comenzó en 1648 según el proyecto de Jacob van
Campen. En él se resume la constante inclinación de la época hacia el
clasicismo, inspirado en los cánones del arquitecto italiano Andrea Palladio.
6.3
|
Barroco en Inglaterra
|
La pintura barroca en
Inglaterra estuvo dominada por la presencia de Van Dyck, inspirador de una
generación entera de retratistas. La escultura recibió influencias, igualmente,
de los estilos italiano y flamenco. El arquitecto Inigo Jones estudió el
clasicismo de Andrea Palladio en Italia, como se aprecia en su Banqueting House
(1619-1622, Londres), que contiene un espectacular fresco en el techo con la Alegoría
de la Paz y la Guerra (1629) de Rubens. Christopher Wren también viajó a
Italia y Francia, y sus proyectos para la catedral de Saint Paul en Londres
(iniciada en 1675) revelan su profundo conocimiento de Bramante, Bernini y
otros arquitectos italianos. Wren, que dirigió la reconstrucción de Londres
tras el incendio de 1666, influyó decisivamente en la arquitectura inglesa y de
sus colonias americanas incluso después de finalizado el siglo XVII y bien
avanzado el XVIII.
6.4
|
Barroco en Francia
|
Puerto al atardecer
El magistral tratamiento de la luz en
los paisajes del pintor francés del siglo XVII Claudio de Lorena ha influido en
muchos artistas posteriores, especialmente en los maestros paisajistas
ingleses. Su obra Puerto al atardecer, pintada en 1639, se encuentra en el
Museo del Louvre en París, Francia.
Al comienzo del siglo XVII
en Francia, la escuela manierista de Fontainebleau mantenía su actividad
gracias a los encargos para el castillo de Fontainebleau, entre los que
destacan la decoración de la capilla de la Trinidad con pinturas de Martin
Fréminet (1619). El manierismo también se conservó en las pinturas de Jacques
Callot y Jacques Bellange. Las escenas tenebristas de Georges de la Tour, sin
embargo, sugieren la influencia de Caravaggio. El naturalismo barroco
evolucionó de la mano de artistas como Valentin de Boulogne, que había vivido
en Italia, y de aquellos otros que habían tenido relación con los pintores
flamencos naturalistas, como los hermanos Le Nain y Philippe de Champaigne. De
enorme transcendencia en la historia de la pintura barroca francesa fue el
clasicismo de Nicolas Poussin. Aunque vivió en Roma la mayor parte de su vida,
la influencia de Poussin —como la de su compatriota en la capital italiana
Claudio de Lorena— en su país natal fue enorme. La segunda mitad del siglo XVII
abrió paso a un arte plenamente barroco, donde se combinaba el clasicismo
precedente con los nuevos gustos dictados por la Academia de Bellas Artes,
ejemplificado en los frescos de Charles Lebrun para el palacio de Versalles. El
último exponente de la pintura barroca francesa fue Antoine Coypel, fuertemente
influido por la obra de Rubens, como se aprecia en las pinturas para la capilla
real de Versalles.
El entierro de Foción
En El entierro de Foción (1648) Nicolas
Poussin empleó el rigor compositivo y los colores austeros para pintar un
cuadro solemne y perfectamente equilibrado, característico de la tendencia
clasicista del último barroco.
La escultura de Pierre
Puget también fue característica del pleno barroco, mientras que François
Girardon y Antoine Coysevox practicaron un marcado clasicismo en las esculturas
monumentales para el rey Luis XIV. El grupo escultórico de Girardon Apolo y
las ninfas (1666-1672), en la cueva de Tetis de Versalles, es una muestra
del gusto francés por la interpretación fidedigna de la antigüedad.
Palacio de Versalles
La grandiosidad del palacio de
Versalles, construido en el siglo XVII como residencia real, refleja el poder
de la corte francesa, y en especial de su primer inquilino, Luis XIV. La parte
central del edificio (en la fotografía) está flanqueada por dos enormes alas
que dominan los extensos jardines y bosques del conjunto.
El palacio de Versalles
(comenzado en 1661), construido para albergar la corte de Luis XIV por Louis Le
Vau, André Le Nôtre y Charles Lebrun, es el monumento arquitectónico más
importante del barroco francés. Su dedicación al Rey Sol, sus estrictas formas
clásicas, sus vastos y complejos jardines y los suntuosos interiores, estaban
destinados a mostrar la gloria y el poder del monarca; dio origen a imitaciones
encargadas por los reyes absolutistas de toda Europa. Un proyecto igualmente
grandioso, sutil y delicado, fue la ampliación del palacio (actual museo) del
Louvre (1660-1680), encargada a Bernini en un primer momento pero
definitivamente realizada por Le Vau, Lebrun y Claude Perrault entre otros.
6.5
|
Barroco en Austria y Alemania
|
Aunque los acontecimientos
políticos —guerra de los Treinta Años (1618-1648) en Alemania y presencia de
los turcos en Austria— impidieron el desarrollo del barroco en ambos países
hasta el siglo XVIII, algunos artistas importantes se destacaron a lo largo del
siglo XVII. Dos maestros de la pintura barroca alemana fueron Adam Elsheimer,
que se trasladó a Roma en 1600 y pintó dentro de la corriente clasicista
italiana, y Johann Liss, que viajó a Venecia en 1621, trabajando allí y también
en Roma.
La escultura del siglo XVII
en Alemania y Austria conservó las características del gótico tardío y el
manierismo. En Alemania, el altar Überlingen (1613-1619), de Jörg Zürn,
representa la continuidad de la tradición alpina en la talla de madera,
mientras que el de la iglesia parroquial de Insterburg (c. 1623), de
Ludwig Munstermann, evidencia la influencia manierista. Balthasar Permoser, en
Baviera, asimiló el estilo del pleno barroco italiano trasladándolo a Dresde,
donde se convirtió en el escultor barroco más destacado. Sus alegres esculturas
para el Zwinger (comenzado en 1711), una ampliación grandilocuente del palacio
de Dresde proyectada por Pöppelman, están consideradas por los estudiosos como
la parte más interesante del edificio. En Viena, al igual que en Dresde, la
arquitectura barroca encontró entre los monarcas a sus mejores mecenas. Uno de
los más destacados arquitectos barrocos de Austria, Johann Bernhard Fischer von
Erlach, demostró su perfecto conocimiento de los modelos italianos en la
exuberante iglesia de San Carlos Borromeo en Viena (1716-1737).
No hay comentarios:
Publicar un comentario