El invento del: Manierismo
Mercurio, de
Giambologna
El artista
flamenco-italiano Giambologna (Juan de Bolonia) es uno de los escultores más
representativos del manierismo, autor de obras de gran complejidad en mármol y
bronce. Su escultura en bronce Mercurio, notable por su etérea elegancia, es
una pieza significativa de la tradición manierista. Fue esculpida en 1580 y
forma parte de la colección del Museo del Bargello, en Florencia, Italia.
Manierismo, estilo que se desarrolló
en Italia en el siglo XVI. Se caracteriza por el uso de modelos muy plásticos,
figuras exageradas, a menudo con posturas forzadas, un irreal tratamiento del
espacio, con frecuencia de efectos dramáticos, y una aparente elección
arbitraria del color. Supone el rechazo del equilibrio y la claridad del
renacimiento en busca de composiciones más dramáticas y complejas, y el deseo
de efectos más emotivos, de mayor movimiento y contraste. En este aspecto,
anticipó el barroco que se desarrollaría hacia el año 1600.
El término deriva de la
palabra italiana maniera, en el sentido de modo o manera en que los
artistas de segunda fila imitaban la maniera de los grandes. La idea
surgió en el siglo XVII con un significado peyorativo, aludiendo al arte
manierista como un movimiento de ínfima calidad. No será hasta el siglo XX, con
autores como Hauser o Dvorak, cuando se inicie la revisión de este concepto,
otorgándole la denominación de estilo artístico y unos valores propios.
El manierismo no fue una
reacción contra los cánones del renacimiento, sino que creció fuera de él,
cultivando casi en exceso el estilo (maniera, en italiano, palabra
utilizada en su origen por Giorgio Vasari) con el que la figura humana era
tratada por los últimos maestros italianos como Rafael y Miguel Ángel, cuyas
obras proporcionaron el impulso para su desarrollo. Así, el Juicio Final
(1536-1541, Capilla Sixtina, Vaticano) de Miguel Ángel coincide con la obra de
algunos pintores manieristas.
Descendimiento de
la cruz
Descendimiento de
la cruz (1521, Pinacoteca Comunal, Volterra) es un cuadro intencionadamente
inquietante en que su autor, Rosso Fiorentino, se distancia de los cánones del
alto renacimiento y evoluciona hacia un nuevo estilo llamado manierismo.
En el periodo que abarca
desde 1530 —inmediatamente después del saqueo de Roma en el año 1527— hasta que
finalizase el siglo XVI, el arte italiano se desarrolló con menor coherencia.
De esta forma, durante el manierismo, florecieron un importante número de
artistas en todas las artes.
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LA ARQUITECTURA MANIERISTA
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A pesar de que existen
obras renacentistas donde ya se pueden encontrar rasgos propios del manierismo,
como sucede con la Biblioteca Laurenciana de Miguel Ángel, la arquitectura
manierista tiene algunas características que la diferencian de su estilo
predecesor. Según el tratadista Sebastiano Serlio, se trata de “romper y
perturbar la forma bella”, y así se procede en la arbitraria alteración de la
correspondencia entre las partes del edificio, rompiendo de este modo la lógica
de las relaciones espaciales renacentistas. Además, se pierden o difuminan las
coordenadas espaciales del periodo anterior, de tal manera que el edificio ya
no se ordena según un eje de simetría.
Se prefieren los espacios
longitudinales y las salas estrechas que favorecen la perspectiva, y la
decoración llega a cubrir en ocasiones la totalidad del muro, de modo que se
desdibuja la función de algunos elementos sustentantes. En ocasiones esa
decoración se llena de intencionados ‘errores’, motivos muy exagerados que
tienen su paralelo en el alargamiento de las figuras en la pintura.
Entre los arquitectos
de este periodo, Andrea Palladio (1508-1580) fue el más destacado. Formado como
cantero en su nativa Vicenza, se convirtió en arquitecto hacia la mitad de su
vida. Además de desarrollar una arquitectura práctica, Palladio escribió tratados,
entre los que destaca los Cuatro libros de Arquitectura, que publicó en
1570, a modo de tratado práctico con poco texto y numerosos grabados.
Sus obras más destacadas
son una serie de villas campestres que construyó próximas a Venecia, en el Véneto.
Particularmente significativa es La Rotonda (1551), cerca de Vicenza.
Construida en un ligero promontorio, el edificio, con cúpula, tiene idénticas
fachadas en sus cuatro lados, y se completa con una escalinata y un porche de
seis columnas. Más que otros edificios, la villa La Rotonda sirvió de
inspiración al estilo neopalladiano, movimiento arquitectónico inglés que
dominó el diseño de edificios en el siglo XVIII tanto en Inglaterra como en las
colonias angloamericanas, y que llegó a ser considerado estilo nacional, en
oposición al barroco que se creaba en los países católicos. El plan de Palladio
para la iglesia de Il Redentore (comenzada en el año 1577) en Venecia incluye
el uso de órdenes arquitectónicos distintos y de elementos superpuestos (columnas
y pilastras) en la fachada, combinación que empezó a ser importante en el siglo
XVII.
El arquitecto Iacopo Sansovino
(1486-1570) trabajó en Venecia durante pocas décadas antes que Palladio. La
Biblioteca Marciana de Sansovino (1536-1588), ubicada en la plaza de San Marcos
en Venecia, es el edificio renacentista más admirado de esta época. También en
Venecia construyó la loggetta del campanile situada en la base de la
catedral de San Marcos, enriquecida con relieves y estatuas obra del propio
Sansovino.
Con análoga estructura
a la Biblioteca Marciana, se encuentra en Florencia la Galería de los Uffizi,
diseñada entre los años 1560-1580 por Giorgio Vasari (1511-1574) como sede
administrativa de la familia Medici, actualmente convertida en museo. Vasari es
más conocido hoy día como el autor del libro Vidas de los más excelentes
pintores, escultores y arquitectos, la primera biografía sistemática
realizada sobre artistas italianos del renacimiento.
Giulio Romano fue otro
de los grandes arquitectos del momento. Discípulo de Rafael, colaboró junto a
este gran pintor en la decoración de las logias del Vaticano, pero pronto
abandonó el refinamiento rafaelista para hacer composiciones gigantescas,
monumentales, tanto en arquitectura como en pintura. La obra más importante es
el palacio del Tè en Mantua, villa suburbana construida para la familia
Gonzaga, y cuya decoración realizó él mismo.
Otros arquitectos destacados
en este momento fueron Bartolommeo Ammanati (1511-1592), a quien se debe la
construcción de los jardines del palacio Pitti, en Florencia, y el Collegio
Romano, casa de los jesuitas en Roma. Por último, incluir a Iacopo Barozzi da
Vignola (1507-1573), autor de la iglesia del Gesù en Roma, y también a Michele
Sanmicheli (1484-1559), que construyó las fortificaciones de las ciudades de
Verona, Lido, Murano, Dalmacia, Corfú, Chipre y Creta, además de palacios y
puertas en la ciudad de Verona.
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LA PINTURA
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Los testimonios más interesantes
de la pintura manierista los ofrecen las ciudades de Florencia, Parma y
Venecia. Fue allí donde se presentaron una serie de innovaciones que configuran
este estilo pictórico: arbitrariedad en el uso del color y de las proporciones,
tensos escorzos, alargamiento excesivo de las figuras, distorsión y
dislocamiento, trazado serpentiforme, figuras constreñidas por estrechos
marcos, expresiones de angustia…, todo ello preludio del barroco.
En Florencia destaca,
entre otros, Rosso Fiorentino (1494-1540), autor del Descendimiento de la
cruz (1521, Pinacoteca Comunal, Volterra), donde se manifiestan la
violencia del color y la estridencia en la iluminación, además de unas figuras
muy pesadas, sólidas y esculturales; son obra suya, asimismo, cinco frescos de
la Pasión de Cristo (1522-1525, Monasterio Cartujano, Galluzzo, Italia).
También en Florencia sobresale Jacopo da Carucci, Il Pontormo (1494-1557),
autor del Descendimiento de la cruz (1526, Santa Felicità, Florencia), y
su discípulo, llamado Il Bronzino (1503-1572), pintor del magnífico retrato de Leonor
de Toledo y Giovani de Medici (1545, Galería de los Uffizi, Florencia),
quien aplicó el tratamiento del manierismo al género del retrato y a la
pintura alegórica, como en su famosa Alegoría de Venus, Cupido, Locura y
Tiempo (c. 1546, National Gallery, Londres). También es importante el
trabajo del pintor sienés Domenico Beccafumi (1486-1551), que en el Nacimiento
de la Virgen (1544, Pinacoteca Nacional, Siena) creó una típica composición
manierista con un uso dramático de luces y sombras.
En la ciudad de Parma
destacan los pintores Parmigianino y Correggio. Correggio, considerado como el
maestro del escorzo, es autor de numerosos frescos y óleos de algunas iglesias
de Parma, como El descendimiento (1524, Galería Nacional de Parma) para
la iglesia de San Juan, además de pinturas al óleo para la decoración del
castillo de la misma ciudad y también para el palacio del Tè, donde realizó una
serie de pinturas sobre los amores de Zeus, entre las que destaca el Rapto
de Ganímedes (c. 1531, Kunsthistorisches Museum). Parmigianino, cuyo
verdadero nombre era Girolamo Francesco Maria Mazzuoli, produjo uno de los
ejemplos más notables de la pintura manierista, La Virgen del cuello largo
(1534-1540, Galería de los Uffizi, Florencia), caracterizada por la extrema
verticalidad de la composición y una ambigua relación espacial, además de una
gran sofisticación y una notable influencia de los conceptos rafaelescos y
miguelangelescos. Muy famoso es también su Autorretrato (1524,
Kunsthistorisches Museum, Viena), donde copia su imagen en un espejo convexo de
forma circular, de tal manera que su rostro aparece distorsionado.
El último gran foco de
la pintura manierista es Venecia, donde destaca Tintoretto (1518-1594), autor
de fuertes escorzos, luces tenues y figuras alargadas, de fuerte sentido
dramático y movilidad. Entre sus obras destaca El lavatorio (1547, Museo
del Prado, Madrid), donde la escena principal es desplazada hacia el lateral
derecho, en un rincón de la gran estancia.
También El Greco (1541-1614)
merece una mención especial dentro de la pintura manierista. La mayor parte de
su obra fue producida en la ciudad de Toledo, y sus figuras se caracterizan por
un sentido puro de espiritualidad, alargamiento excesivo y expresiones
melancólicas. Entre sus obras cabe citar El entierro del conde de Orgaz
(1586, iglesia de Santo Tomé, Toledo), donde la superficie del cuadro ha
quedado dividida en dos zonas: la superior o zona celestial, donde aparecen
Cristo, la Virgen, santos y ángeles, y la inferior o terrenal, donde se
representa el entierro. Las figuras son excesivamente largas, cortadas y
serpentinadas; las luces parecen artificiales, y predomina el color frente a la
línea.
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LA ESCULTURA
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Al igual que en arquitectura
y en pintura, la escultura manierista tiende a quebrantar el ideal clásico de
armonía, claridad y simetría. El rasgo más sobresaliente de la escultura de
este periodo es la preferencia por el uso de la figura serpentinata,
donde esta se contorsiona imitando una ascensión helicoidal. Además, las
figuras suelen estar tensas, y no ofrecen un único punto de vista.
Benvenuto Cellini fue
uno de los máximos escultores y orfebres de finales del renacimiento. Su
azarosa vida se detalla en su autobiografía, escrita entre 1538 y 1562. La obra
más famosa de Cellini es la escultura en bronce que representa a Perseo
(1545-1554, Loggia dei Lanzi, Florencia). El héroe, desnudo y exhibiendo su
musculatura, sostiene con su mano la cabeza decapitada y ensangrentada de
Medusa.
La obra del flamenco Juan
de Bolonia, arquitecto y escultor establecido en Italia, se incluye en el
manierismo. El rapto de las sabinas (1583), que permanece expuesto junto
al Perseo de Cellini en la Loggia dei Lanzi, está compuesto por tres
figuras desnudas entremezcladas que ascienden verticalmente en espiral. En esta
escultura, realizada en mármol, Juan de Bolonia evita la frontalidad buscando
un efecto de violencia que se pueda observar desde todos sus ángulos.
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