El invento del Arte
bizantino
Arte bizantino, conjunto de manifestaciones
artísticas desarrolladas en el Imperio romano de Oriente. La capital de este
estado fue Constantinopla, la antigua ciudad griega de Bizancio, que el
emperador romano Constantino I el Grande refundó el año 330 con su nombre (véase
Estambul). La duración del Imperio bizantino se prolongó durante casi 1.000
años, desde la caída del Imperio romano de Occidente en el año 476 hasta la
toma de Constantinopla por los otomanos en 1453. Su hegemonía se extendió hacia
el Mediterráneo por el oeste y hasta Armenia por el este. Aunque los
conquistadores otomanos destruyeron algunos tesoros artísticos bizantinos, se
han conservado muestras suficientes para hacer interpretaciones fundadas.
El arte y la arquitectura
bizantinas evolucionaron para satisfacer las necesidades de la Iglesia
ortodoxa. A diferencia de la Iglesia católica, en la que la veneración de las
santas reliquias fue habitual hasta el final de la edad media, la Iglesia
oriental promovió el culto popular a los iconos. Estos retratos de santos y
vírgenes, representados en posición frontal, solían ser imágenes estilizadas.
Aunque podían realizarse sobre distintos soportes, como pinturas murales o
mosaicos, generalmente se pintaban sobre pequeñas tablas.
La mayor parte del arte
bizantino comparte la cualidad abstracta de los iconos. Sus antecedentes
artísticos parecen remontarse a Mesopotamia y al interior de Siria y Egipto,
donde perduró el arte hierático del Oriente antiguo, como se aprecia en las
pinturas murales de Dura-Europos en el Éufrates y en los frescos de los
primeros monasterios del alto Egipto. A pesar de ello, en dos de las ciudades
más importantes de estas regiones, Antioquía y Alejandría, también se conservó
el estilo naturalista helenístico, al igual que en Pompeya y Roma.
El arte bizantino, por
tanto, nunca perdió por completo su herencia helenística, que de hecho se
mantuvo como una fuente importante de inspiración y renovación, aunque en este
proceso hubo que adoptar el carácter de la fe ortodoxa. El arte paleocristiano
de los siglos III y IV asumió el estilo y las formas del paganismo clásico, y
evitó el modelado de bulto redondo para eliminar la representación material de
las figuras sagradas. La escultura se limitó así a unas placas de marfil,
generalmente dípticos, esculpidas en bajorrelieve para minimizar los efectos
escultóricos.
Los mosaicos fueron el
método habitual para la decoración de las iglesias bizantinas. Estas
representaciones, compuestas por pequeñas piezas ortoédricas o teselas de
cristal coloreado o revestido con pan de oro, cubrían la superficie interior de
los muros y las bóvedas, produciendo un misterioso efecto lumínico que se
adaptaba perfectamente al carácter de la religión ortodoxa. Al mismo tiempo, su
carácter suntuario simbolizaba la magnificencia de la corte imperial y el poder
de su emperador, cabeza visible de la Iglesia ortodoxa.
2
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EL PERIODO PROTOBIZANTINO
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Aunque en ocasiones el arte
del siglo V se considera como el arte del primer periodo bizantino, es más
exacto encuadrarlo en el seno de la antigüedad tardía. En este periodo se
desarrolló la transición entre la tradición clásica del arte paleocristiano y
el verdadero estilo bizantino, iniciado poco después del año 500, cuando los
retratos de los cónsules asumieron el carácter hierático de los iconos
religiosos. La edad de oro de este primer periodo bizantino coincide con el
reinado del emperador Justiniano (527 al 565), constructor prolífico y mecenas
de las artes.
2.1
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Mosaicos
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La evolución del arte
bizantino durante el periodo de Justiniano se refleja en los distintos estilos
de los mosaicos. Estos varían desde la austeridad de la La transfiguración
de Cristo (c. 540), en el ábside de la iglesia monástica de Santa
Catalina en el monte Sinaí (Egipto), al cortejo de mártires (mediados del siglo
VI) de la basílica de San Apolinar Nuevo, en Ravena (Italia), que recuerdan las
procesiones de figuras oferentes del arte antiguo del Oriente Próximo.
En el año 547 se concluyó,
en la iglesia de San Vital de Ravena, una de las series de mosaicos más
extensas de la edad de oro de Justiniano. Sus diferentes estilos figurativos
aparecen por adaptación a las intenciones temáticas y no por una simple
diversidad estilística. Las escenas del coro, basadas en el Antiguo Testamento
son una muestra del modelo narrativo especialmente por su fondo pintoresco de
rocas, flores y nubes rosáceas, con evidentes reminiscencias pompeyanas.
En el muro curvo del ábside,
por su parte, aparece el emperador Justiniano frente a su esposa Teodora, ambos
flanqueados por su corte y ataviados con sus atributos imperiales. El emperador
—reverenciado como vicario de Cristo en la Tierra—, la emperatriz y su séquito
se yerguen frente al espectador, con la mirada perdida al estilo de las
representaciones icónicas. Por último, en la bóveda de horno que cubre el
ábside, aparece la figura de Cristo imberbe —como un Apolo— sentado sobre la
esfera del Universo, un Cristo sedente derivado de los sarcófagos
paleocristianos que ejemplifica la herencia clásica en el arte bizantino. Estos
tres modelos (narrativo, icónico y de inspiración clásica) se repitieron en
todos los periodos trascendentes del arte bizantino.
2.2
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Arquitectura
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San Vital de Ravena
La iglesia de San Vital de Ravena,
construida entre los años 526 y 547 d.C., está considerada como uno de los
mejores ejemplos de la arquitectura bizantina. Su planta centralizada, de
núcleo octogonal cupulado, está trazada siguiendo modelos de la arquitectura
bizantina más antigua de Constantinopla, capital del Imperio. Los mosaicos de
su interior muestran temas religiosos y profanos, entre ellos, al emperador
Justiniano I y al resto de la corte bizantina.
En el primer periodo bizantino
se pueden distinguir dos tipos de iglesias: la basílica, compuesta por tres
naves longitudinales de distinta altura y cubierta con una techumbre de madera
a dos aguas, y la iglesia de planta centralizada organizada en torno a un
espacio cubierto por una cúpula de material pétreo. El segundo modelo predominó
hasta el final del Imperio bizantino.
Santa Sofía, Estambul
Santa Sofía (iglesia de la Santa
Sabiduría) fue construida en Constantinopla (actual Estambul) entre los años
532 y 537 bajo los auspicios del emperador Justiniano I. La innovadora
tecnología bizantina permitió a los arquitectos Antemio de Tralles e Isidoro de
Mileto diseñar una basílica con una inmensa cúpula sobre un espacio cuadrado y
abierto. La cúpula original se cayó después de un terremoto y fue reemplazada
en el año 563. Después de la conquista otomana en 1453, la iglesia se convirtió
en mezquita. Hoy es un museo.
El ejemplo culminante de la
tipología centralizada es la basílica de Santa Sofía en Constantinopla,
concluida el año 537 según el proyecto de Isidoro de Mileto y Antemio de
Tralles. El exterior, de aspecto austero debido a la ausencia de decoración, se
configura de acuerdo a una jerarquía piramidal, pero el mayor interés
artístico, como en todas las iglesias bizantinas, se concentra en el espacio
interior. La inmensa cúpula central, que se eleva 56 metros sobre el suelo,
parece flotar sobre un anillo de luz que penetra por los vanos que circundan su
base. Para facilitar el tránsito hacia la planta cuadrada se dispusieron cuatro
triángulos esféricos, llamados pechinas, que discurren entre el borde de la
cúpula y los machones de cuatro enormes arcos que la sustentan. La iglesia
mantiene un sutil eje longitudinal, conformado por dos semicúpulas que
flanquean a la cúpula central y por las galerías laterales, que enmascaran los
enormes contrafuertes que sustentan el peso de la estructura. De este modo se
consiguió un espacio de apariencia mágica, dispersado en los bordes mediante
exedras, nichos y arquerías y dominado por la cualidad material de la luz. Este
efecto se reforzó con la decoración de mosaicos deslumbrantes y revestimientos
de mármol.
3
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EL PERIODO ICONOCLÁSTICO
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Aunque el arte religioso
estaba estrechamente ligado a la Iglesia de Oriente, ciertas partes en su seno
se opusieron a cualquier representación de escenas o personajes sagrados. Esta
postura llevó al comienzo de la iconoclasia en el año 726, cuando el emperador
León III el Isaurio ordenó la destrucción por todo el imperio no sólo de los
iconos, sino de todas las representaciones religiosas donde apareciera la
figura humana. Únicamente el territorio bizantino de Italia se resistió a esta
nueva norma.
Sin embargo, las artes
decorativas prosperaron durante el periodo iconoclasta. Algunas ideas de su
carácter se plasmaron en el trabajo de los artistas musivarios, como la
decoración a base de volutas de acanto de la cúpula de la Roca en Jerusalén
(finales del siglo VII), los encantadores paisajes de árboles de la mezquita
mayor de Damasco (706-715) o los motivos geométricos del mihrab de la mezquita
de Córdoba. Los ejemplos más antiguos de tejidos de seda bizantinos, algunos
con motivos inspirados en los diseños de la antigua Persia, están fechados en
el periodo iconoclasta. En las iglesias de Occidente se usaron estos tejidos, importados
de Oriente, como cortinas del sagrario y sudarios de santos y gobernantes.
4
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EL PERIODO BIZANTINO MEDIO: EL
RENACIMIENTO MACEDÓNICO
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La prohibición de llevar a
cabo representaciones figurativas fue cancelada finalmente el año 843, y con la
llegada de la nueva dinastía macedonia (867-1056), se inauguró una segunda edad
de oro del arte bizantino conocida como el periodo bizantino medio. Durante
este periodo del renacimiento macedónico el arte experimentó un resurgimiento
de las tradiciones clásicas. Este hecho puede comprobarse en los pocos
manuscritos miniados que se han conservado de los siglos IX y X. Las miniaturas
a página entera están basadas en el estilo helenístico del arte griego (véase
Arte y arquitectura de Grecia) desarrollado durante el periodo tardío.
4.1
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Las pinturas
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Los artistas bizantinos
aprendieron otra vez, estudiando los antecedentes clásicos, la representación
de figuras vestidas en el estilo de paños o pliegues mojados. También
intentaron sugerir la valoración de luces y sombras que crea la ilusión de
espacio tridimensional y da vida a la superficie pintada. Sin embargo, las
imágenes religiosas sólo se aceptaban si la figura humana no se representaba
como una presencia física tangible. Los artistas bizantinos resolvieron este
problema por medio de la abstracción, es decir, por medio de diseños planos que
conservaran el interés visual de la composición mientras evitaban cualquier
modelo concreto y con ello cualquier apariencia corporal. De este modo
establecieron convencionalismos para la representación de la figura humana que
perduraron en los restantes siglos del arte bizantino.
4.2
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Arquitectura
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El periodo bizantino medio
fue un momento de consolidación arquitectónica, en contraste con los
experimentos llevados a cabo en la época de Justiniano. La tipología de iglesia
de planta centralizada se consolidó y los temas representados en la decoración
de mosaicos fueron sistematizados de acuerdo a las creencias y prácticas de la
Iglesia ortodoxa.
El modelo de iglesia centralizada
de este periodo medio fue la de planta de cruz griega inscrita en un cuadrado.
Como en Santa Sofía, su principal elemento era la cúpula central sobre planta
cuadrada, flanqueada por cuatro brazos iguales dispuestos en cruz. Sin embargo,
la cúpula no estaba sostenida por pechinas, sino por trompas (pequeños arcos
ascendentes fijados en diagonal en las esquinas del cuadrado). Las zonas más
bajas del espacio interior correspondían a los pequeños espacios creados entre
los brazos de la cruz y el gran cuadrado dentro del que se inscribe la iglesia.
4.3
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El mosaico y el esmalte
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Corona de san Esteban
Esta corona de oro en forma de casco,
con perlas y piedras preciosas incrustadas, perteneció a Esteban I el Santo,
primer rey de Hungría en el siglo XI. Destaca su detallado trabajo de esmalte
tabicado, donde las formas están creadas calentando los enrejados de oro
rellenos con esmalte en polvo.
El típico esquema decorativo
de las iglesias de planta de cruz griega puede ser fácilmente reconstruido por
los ciclos de mosaicos de Nea Noma (isla de Quíos), San Lucas (Fócida), el
monasterio de Dafne (cerca de Atenas) y muchas otras iglesias griegas del siglo
XI. El esquema estaba basado en la disposición jerárquica de los temas en una
sucesión ascendente. Los santos de menor categoría estaban relegados a las
áreas más bajas y menos visibles del interior. Los santos más importantes se
situaban en los elementos estructurales principales. En las superficies murales
mayores y en los niveles más altos bajo la cúpula se colocaban las escenas de
los Evangelios y de la vida de la Virgen María. En las bóvedas se pintaban los
temas celestiales, como la Ascensión de Cristo. El tema de Pentecostés,
representado por una serie de rayos de luz que descienden sobre los apóstoles,
ocupaba la bóveda del brazo oriental.
Al fondo, en el centro
de la bóveda de horno (semicúpula) sobre el ábside, impera una espléndida
Virgen amamantando al niño Jesús. Desde el centro de la cúpula, el pantocrátor,
o enorme busto de Cristo barbado que gobierna el mundo, mira hacia el Universo
creado. De esta forma la iglesia se convierte en un símbolo del cosmos, y todo
el interior con su jerarquía de imágenes sagradas se transforma en un inmenso
icono tridimensional.
A menor escala se realizaron
trabajos en esmalte alveolado, una técnica en la que los artesanos bizantinos
fueron especialmente diestros. Algunos ejemplos conservados incluyen coronas
(entre ellas la famosa corona de San Esteban de Hungría) y un gran número de
suntuosos relicarios, y su influencia se percibe en las coronas visigodas del
tesoro de Guarrazar. Los orfebres bizantinos forjaron también otros objetos
litúrgicos en oro y plata.
5
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EL PERIODO BIZANTINO MEDIO: EL ARTE DE
LA DINASTÍA COMNENA
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Mosaico del ábside de Monreale
La figura de Cristo como Pantocrátor,
rodeado de la Virgen, los ángeles y santos, ocupa el ábside de la iglesia de
Monreale en Sicilia (finales del siglo XII). El mosaico fue una demostración del
intento del rey Roger de importar la gloria de Bizancio a Sicilia como símbolo
de su poder.
La segunda fase más importante
del periodo bizantino medio coincidió con el dominio de la dinastía imperial
Comnena (1057-1204). Su arte inauguró una nueva tendencia artística que se
continuó en los siglos sucesivos. El icono de la Virgen de Vladímir
(c. 1125, Galería Tretyakov de Moscú) muestra un carácter humanístico
bastante alejado del primer arte bizantino. Ahora la Virgen María, en lugar de
mostrar el tradicional hieratismo, aprieta su mejilla contra la del niño Jesús.
En un fresco del año 1164 de la iglesia de San Pantaleón en Nerezi (Croacia)
podemos encontrar el humanismo comneno en un nuevo tema iconográfico, el Threnos
o Virgen Dolorosa, representado con un intenso patetismo. Al igual que la
Virgen de Vladímir, esta pintura al fresco es obra de un pintor de
Constantinopla.
Mural cristiano en Ucrania
La catedral de Santa Sofía de Kíev
(siglo XI) es uno de los más hermosos ejemplos de la arquitectura religiosa
bizantina rusa. La catedral fue reformada en el siglo XVIII cuando algunos
murales, incluido éste, fueron añadidos.
Las series más extensas de
mosaicos comnenos son los realizados a partir de 1174 por artistas bizantinos
para la gran iglesia de Monreale en Sicilia. El esquema decorativo de los
mosaicos orientales tuvo que readaptarse a la estructura de la basílica. Las
escenas del libro del Génesis ocupan los espacios pictóricos situados entre y
por debajo de la arquería de la nave central, siguiendo un precedente
occidental. Los temas de El sacrificio de Isaac, Rebeca en el pozo y Jacob
luchando con el ángel, representados en un nuevo estilo narrativo más
dinámico, se adaptan hábilmente al espacio plano de los arcos. Arriba, en la
inmensa semicúpula del ábside, se alza el gigantesco busto del pantocrátor.
Estos mosaicos de Sicilia
son otro ejemplo de la exportación del arte del periodo medio hacia los
territorios situados más allá de los límites del Imperio oriental. En algunas
cúpulas del oeste de Francia pueden detectarse influencias del arte bizantino.
En la república de Venecia el arte y la arquitectura bizantinas predominaron
durante los siglos XI y XII. La catedral de San Marcos (iniciada en el año
1050), con sus cinco cúpulas, fue construida siguiendo el modelo cruciforme de
la iglesia justiniana de los Santos Apóstoles de Constantinopla. En la catedral
de Torcello el gran paramento del Juicio Final en el muro occidental y la
impresionante visión de la Virgen y el Niño en la semicúpula absidal fueron
probablemente obras de artistas orientales. El arte bizantino se introdujo en
el Imperio Ruso gracias a la catedral de Santa Sofía de Kíev, fundada en el año
1037. La influencia bizantina en el arte occidental se prolongó hasta el siglo
XIII. En el extremo oriental, sin embargo, el periodo medio tuvo un final
traumático con el saqueo de Constantinopla por los caballeros cruzados en el
año 1204.
6
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EL PERIODO PALEÓLOGO O TARDOBIZANTINO
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Cuando la última dinastía
bizantina, la de los emperadores Paleólogos (1261-1453), accedió al poder,
terminó el breve intervalo de tiempo durante el que Constantinopla estuvo bajo
dominio occidental. Durante el periodo Paleólogo tuvo lugar el último
florecimiento del arte bizantino, que mantuvo hasta el final su vitalidad y
creatividad artísticas.
6.1
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Arquitectura
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En este periodo evolucionaron
ciertas características arquitectónicas que ya habían sido prefiguradas en el
periodo bizantino medio, bajo la dinastía Comnena. En general, se realzaron las
proporciones verticales y las iglesias con cinco cúpulas se convirtieron en la
nueva tipología dominante. Los tambores, elementos sobre los que descansan las
cúpulas, fueron estructuras elevadas de planta octogonal, mientras que las
cúpulas se redujeron a pequeñas linternas. Se concedió una atención especial al
embellecimiento de los exteriores.
6.2
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La pintura y los mosaicos
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Icono bizantino
La Trinidad del Antiguo Testamento (c. 1410),
realizada por el artista ruso Andréi Rublev, constituye un ejemplo de la
pintura bizantina de iconos del siglo XV. Representa a los tres ángeles que se
aparecen a Abraham cerca de los robles de Mambré (Gén. 18, 2-15). Su estilo de
fuerte linealidad, espacio plano y colores intensos tipifica el estilo de la
pintura de iconos.
Los cambios más importantes
se produjeron en la decoración de las iglesias. Salvo algunas excepciones, como
los espléndidos mosaicos de la iglesia de San Salvador de Chora, en
Constantinopla (1310-1320), la pintura mural remplazó a la costosa decoración
con mosaicos. Las normas que regían la disposición jerárquica de las figuras en
las iglesias del periodo bizantino medio se abandonaron. Las escenas narrativas
ocuparon en algunos casos las bóvedas, y el tamaño de las figuras tendió a
disminuir, estableciéndose un nuevo énfasis en los paisajes y en los fondos
arquitectónicos. En los mosaicos de la iglesia de Chora unas estructuras
arquitectónicas fantásticas (que evocan el cubismo del siglo XX) se combinaron
cuidadosamente con las figuras. En un fresco coetáneo de la iglesia de
Peribleptos en Mistra (Grecia) se representa el tema de la Natividad con un
inmenso erial rocoso de fondo que agrava el aislamiento de las pequeñas figuras
de la Virgen María y el niño Jesús. En el fondo de la Resurrección de
Lázaro, en la iglesia de la Pantanasa de Mistra (1428), una amplia
hendidura entre dos altas cumbres simboliza el abismo de la muerte que separa
al cuerpo momificado de Lázaro del Salvador lleno de vida. Aunque los artistas
hicieron hincapié en los escenarios, fueron muy prudentes para evitar cualquier
ilusión perspectiva que hubiera destruido el carácter espiritual de las
escenas.
Aunque conservaron las formas
compositivas de las imágenes tradicionales, se reinterpretaron con novedosa
vitalidad. En un fresco del ábside de la capilla funeraria contigua a la
iglesia de Chora en Constantinopla, el tema de la Anastasis (el descenso de
Cristo al limbo) se representa con una extraordinaria energía: Jesucristo
resucitado avanza victoriosamente a través de las puertas del infierno, hechas
pedazos, para liberar a Adán y Eva de la condenación. La Koimesis o Asunción de
la Virgen María se representó de acuerdo a un simple pero efectivo orden: el
cuerpo horizontal de la Virgen se contrapone a la figura vertical de Cristo,
que sostiene en el aire su alma ascendente. En la iglesia de Sopoçani
(c. 1265, Serbia) esta composición básica de la Virgen y Cristo se extiende
a lo largo de una gran cohorte de ángeles, ordenados en un semicírculo
alrededor de la figura del Redentor.
La tradición del arte
Paleólogo continuó en los Balcanes hasta la mitad del siglo XV. Para entonces,
sin embargo, los días de gloria de Constantinopla habían terminado. Hostigado
por los turcos, el Imperio se redujo a poco más que la propia ciudad. El final
llegó con la toma de Constantinopla por Mehmet II en 1453. No obstante, el arte
y la arquitectura bizantinas se conservaron. Santa Sofía proporcionó el modelo
para las mezquitas que los turcos otomanos construyeron en Estambul, el nuevo
nombre de la ciudad de Constantinopla. Las iglesias de Rusia continuaron
construyéndose en una exótica versión eslava del estilo bizantino. En Europa
oriental y en otras partes del mundo ortodoxo, las tradiciones seculares de la
pintura de iconos se transmitieron a través de muchas generaciones y, aunque
influenciadas por el arte occidental, estas tradiciones han sobrevivido hasta
hoy día.