El invento del Partido Conservador de España




Partido Conservador 
Antonio Cánovas del Castillo
El sistema político que imperó en España durante el último cuarto del siglo XIX y, en gran medida, en el primero del siglo siguiente fue denominado 'canovista' (aunque es más conocido, al igual que su correspondiente periodo histórico, como Restauración) debido a la figura de quien es considerado su artífice: el político e historiador malagueño Antonio Cánovas del Castillo. Este retrato suyo, pintado al óleo por Ricardo Madrazo, se encuentra en el Congreso de los Diputados (Madrid).


Antonio Maura
El político español Antonio Maura y Montaner fue, sin duda, una de las principales personalidades durante el reinado de Alfonso XIII: ministro de Ultramar (diciembre de 1892-marzo de 1894), de Gracia y Justicia (noviembre de 1894-marzo de 1895) y de Gobernación (diciembre de 1902-julio de 1903) así como presidente del gobierno en cinco ocasiones (diciembre de 1903-diciembre de 1904; enero de 1907-octubre de 1909; marzo-noviembre de 1918; abril de 1919-julio de 1919 y agosto de 1921-marzo de 1922). Este retrato escultórico de Antonio Maura, cuyo autor es Mariano Benlliure (c. 1905), se encuentra en la Real Academia de la Lengua (Real Academia Española, Madrid), institución que aquél llegó a presidir y en la cual ingresó en 1903.

Eduardo Dato
Tras sustituir en 1913 a Antonio Maura en la jefatura del Partido Conservador, Eduardo Dato fue presidente del gobierno español en tres ocasiones (1913-1915; 1917; 1920-1921).



Partido Conservador (España), formación política española de la segunda mitad del siglo XIX y del primer cuarto del siglo XX, uno de los dos partidos políticos más importantes del periodo llamado Restauración, fundado por Antonio Cánovas del Castillo en el contexto de la revolución de 1868, que se disolvió en 1923, después de haber constituido desde 1875 un eje fundamental del ejercicio del poder.
Durante el Sexenio Democrático (1868-1874), y de la mano de su fundador, el Partido Conservador recogió la herencia política del Partido Moderado, aglutinó a muchos de los liberales contrarios al proceso revolucionario, así como a la república, y contactó con las jerarquías eclesiásticas y con los católicos no carlistas para terminar de configurar una organización partidaria de la restauración de la Casa de Borbón dentro de un marco constitucional. Cánovas del Castillo se decantó desde 1869 por la opción alfonsina, y en 1870 logró que la reina Isabel II abdicara en favor de su hijo Alfonso, el futuro Alfonso XII.
El 31 de diciembre de 1874, Cánovas, jefe del Partido Conservador, presidió su primer gobierno, que fue también el primero de la Restauración. Durante ocho de los diez años del reinado de Alfonso XII (1875-1885), los conservadores ocuparon el poder y diseñaron el sistema político reflejado en la Constitución de 1876, con la Corona como árbitro. Después de atraer a sus filas a los restos de la Unión Liberal y terminar de integrar a los moderados históricos, se convirtió en uno de los dos partidos dinásticos turnantes, junto al Partido Liberal de Práxedes Mateo Sagasta. Al morir el Rey en 1885, ambas formaciones habían acordado el Pacto de El Pardo que aseguraba este turno pacífico. Durante la regencia de la viuda de aquél, María Cristina de Habsburgo-Lorena, el Partido Conservador sufrió una serie de crisis internas, especialmente a partir de la dimisión como ministro de Gobernación de Francisco Silvela, en 1891. El asesinato de Cánovas en agosto de 1897, supuso el inevitable inicio de una nueva etapa con la jefatura del regeneracionista Silvela.
En 1903, un año después de que accediera a la mayoría de edad el rey Alfonso XIII, se produjo otro relevo en la dirección del Partido Conservador: Antonio Maura sustituyó a Silvela y promovió su ‘revolución desde arriba’, hasta caer tras la Semana Trágica de 1909 y dimitir en la jefatura del partido en 1913. Ello determinó una escisión profunda entre los seguidores de Eduardo Dato y los mauristas, decantados hacia el ultraconservadurismo, como reacción a los problemas sociales, económicos y políticos generados por la I Guerra Mundial, la Revolución Rusa y la guerra de Marruecos. En 1921, Dato fue asesinado y el conservadurismo organizado quedó sumido en una delicada situación, agravada con la llegada de la dictadura de Miguel Primo de Rivera en 1923, momento a partir del cual el partido no se rehizo como tal, aunque muchos de sus miembros colaboraran con aquél durante sus siete años de gobierno al margen de la Constitución de 1876. Se puede decir que el final de la dictadura, en 1930, supuso la liquidación de un partido cuyo ocaso había comenzado con el inicio de aquélla, que se vio arrastrado al descrédito político y terminó por encontrarse sin sitio en el nuevo escenario que habría de traer un año más tarde a la II República, tras el exilio de Alfonso XIII.
Entre las más destacadas figuras del Partido Conservador cabría citar, al margen de las reseñadas, al general Arsenio Martínez Campos, quien, con su pronunciamiento a finales de 1874 facilitó el inicio del reinado de Alfonso XII; Francisco Romero Robledo, en numerosas ocasiones ministro de Gobernación; Raimundo Fernández Villaverde, dos veces presidente del gobierno; Juan de la Cierva y Peñafiel, ministro de Gobernación durante los sucesos de la Semana Trágica, en 1909; Joaquín Sánchez de Toca, ministro en diversos gabinetes conservadores y presidente del gobierno; y José Sánchez Guerra, sustituto de Dato en la jefatura del partido y en la presidencia del gobierno, a la muerte de éste.

El invento del Partido Colorado de Paraguay




Partido Colorado 
Nicanor Duarte
Nicanor Duarte, líder del Partido Colorado, fue elegido presidente de Paraguay el 27 de abril de 2003, y tomó posesión del cargo el 15 de agosto siguiente. Esta fotografía fue tomada entre ambas fechas, en el mes de mayo, en Brasilia.


Partido Colorado (Paraguay), formación política paraguaya, la más influyente de la historia reciente del país, cuya denominación oficial es Asociación Nacional Republicana y cuyos colores identificadores son los que le prestan su apelativo popular.
Fue fundado con el nombre inicial de Partido Republicano en 1887 por el general y ex presidente de la República Bernardino Caballero. Se creó con el objetivo de controlar la elección de los futuros presidentes y la distribución de empleos a los militantes. El Partido Colorado se mantuvo en el poder hasta 1904 (cuando ejercía la presidencia de la República Juan Antonio Ezcurra), año en que la coalición integrada por las distintas facciones liberales derrotó a los colorados en una guerra civil que duró dos años. Tras un segundo periodo de inestabilidad, el Partido Colorado volvió al poder en 1948 con Juan Natalicio González, derrocado por disidentes colorados al año siguiente y sustituido por su correligionario Federico Chávez Careaga. En 1954, un golpe de Estado depuso a este último e instaló en la presidencia al general Alfredo Stroessner, quien realizó una serie de purgas que le aseguraron la fidelidad del partido.
Stroessner se perpetuó en el poder convirtiendo al Partido Colorado en una extensa red de reparto de prebendas y favores. Se crearon en el partido varios niveles organizativos, desde la Junta de Gobierno Central a los comités vecinales, y así se llegaba a todos los grupos sociales, incluidos profesionales, obreros, mujeres, estudiantes y agricultores. Esta organización tan dirigista hizo que cualquier movilización opositora fuera difícil. Sin embargo, ese férreo control del partido acabaría con el paso del tiempo desencadenando la caída del dictador. El conflicto entre los militantes partidarios de Stroessner y los reformistas políticos, de ideología tradicionalista, acabaron con la expulsión de éstos de la convención que el partido celebró en 1987. Dos años después, una facción tradicionalista del Ejército, liderada por el general Andrés Rodríguez, depuso a Stroessner.
Después de la transición democrática paraguaya, el Partido Colorado continuó manteniendo un índice de afiliación muy elevado. Pese a que el gobierno posterior a Stroessner realizó una cierta liberalización política, la pertenencia al partido siguió mostrando ventajas que eludían los verdaderos cauces representativos. La vinculación histórica entre partido y nación quedó plasmada en los resultados de las elecciones celebradas en 1989, en las que el candidato del Partido Colorado (el citado general Rodríguez) obtuvo el 72% de los votos. Rodríguez fue sucedido en la jefatura del Estado paraguayo por otros miembros del Partido Colorado: Juan Carlos Wasmosy (1993-1998), Raúl Cubas (1998-1999), Luis González Macchi (1999-2003) y Nicanor Duarte (2003-2008). Este largo periodo hegemónico del Partido Colorado finalizaría como consecuencia de la derrota sufrida en las elecciones presidenciales del 20 de abril de 2008, cuando su candidata, Blanca Ovelar, fue superada por el de la Alianza Patriótica para el Cambio, Fernando Lugo.

El invento del Partido Colorado del Uruguay




Julio María Sanguinetti
Uno de los protagonistas del proceso de transición a la democracia en Uruguay, Julio María Sanguinetti, dos veces presidente de la República y líder del Partido Colorado, es una de las principales personalidades latinoamericanas.

Partido Colorado (Uruguay), partido político, una de las dos principales agrupaciones políticas históricas de Uruguay, junto a su tradicional rival, el Partido Nacional (llamado Partido Blanco).
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ORÍGENES DEL PARTIDO COLORADO
Las primeras elecciones realizadas en Uruguay después de su independencia, que tuvieron lugar en 1830, otorgaron la presidencia a José Fructuoso Rivera, quien había sido lugarteniente de José Gervasio Artigas y, más tarde, aliado de Brasil. Sus cuatro años en el poder estuvieron marcados por las continuas revueltas. A Rivera le sucedió su rival político Manuel Oribe, amigo de Juan Antonio Lavalleja y apoyado por el argentino Juan Manuel de Rosas. Desde entonces, las guerras civiles dominaron el escenario uruguayo hasta 1876. En ellas se gestaron los dos partidos que pasaron a la modernidad y sobrevivieron en el siglo XX: el Blanco (Nacional) y el Colorado. Rivera, como líder del Colorado, estaba apoyado por los partidarios de Artigas así como por los perseguidos unitarios de Argentina y de Brasil.
El ideal colorado fue el de ser el partido del liberalismo y del hombre común, defensor de la soberanía uruguaya. Sus miembros se identificaron con el Montevideo sitiado, los inmigrantes y la apertura a lo europeo.
Al derrocar Rivera en 1838 a Oribe, el gobierno de la provincia de Buenos Aires, ejercido por Rosas, siguió reconociendo a Oribe como presidente de Uruguay, a pesar de haber resultado Rivera electo por segunda vez en 1839. Por ello, Rivera le declaró la guerra a Buenos Aires, y como consecuencia comenzó la Guerra Grande entre blancos y colorados.
Cuando Justo José de Urquiza venció a Rosas, también fue vencido Oribe. A pesar de ello, se firmó una paz entre los orientales el 8 de octubre de 1851, por la cual se declaraba que no había ni vencidos ni vencedores y se buscaba borrar la huella de la división en ambos partidos, lo cual no se logró por completo. A continuación, el caudillo más importante del Partido Colorado pasó a ser Venancio Flores, que tomó el poder por la fuerza en 1853 (inicialmente como miembro de un triunvirato) y lo mantuvo hasta 1855. En 1863, durante el gobierno de Bernardo Prudencio Berro, el general Flores invadió Uruguay con el apoyo del presidente argentino Bartolomé Mitre y la colaboración final del Imperio de Brasil. Después de la caída en manos de Flores de la ciudad de Paysandú (enero de 1865), uno de sus generales mandó fusilar a los más destacados jefes blancos. Al triunfo de Flores siguió su dictadura (1865-1868) y la intervención de Uruguay en la guerra de la Triple Alianza, junto a Brasil y Argentina, contra Paraguay. En febrero de 1868, Venancio Flores fue asesinado.
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GOBIERNOS COLORADOS HASTA LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XX
A partir del gobierno de Venancio Flores y hasta 1959, fueron los colorados los que permanecieron en el poder en Uruguay, y de ellos el más influyente fue José Batlle y Ordóñez. Los gobiernos de los militares colorados Lorenzo Latorre Yampen (1876-1880), Máximo Santos (1882-1886) y Máximo Tajes (1886-1890), fueron los que asentaron el poder central, dominaron a los caudillos rurales y dificultaron los alzamientos y pronunciamientos.
A los militares, les sucedieron los gobiernos civiles, presidencialistas y autoritarios: los de Julio Herrera y Obes (1890-1894) y Juan Bautista Idiarte (1894-1897). El levantamiento de Aparicio Saravia en 1897 fue la base de un gobierno colorado de compromiso con los blancos: el de Juan Lindolfo Cuestas (1897-1903).
José Batlle y Ordóñez fue presidente en dos oportunidades desde 1903 hasta 1915, convirtiéndose en un hito ideológico en la historia uruguaya y logrando dar expresión a la sociedad de clases medias que estaba naciendo al amparo de la prosperidad económica y la facilidad del ascenso social. Fomentó la participación activa del Estado en la economía interior, adelantándose a su época. Batlle estableció también un gobierno colegiado, donde el presidente tenía un consejo de nueve miembros.
El presidente de la República electo en 1931, Gabriel Terra, dio un golpe de Estado el 31 de marzo de 1933, disolviendo el poder legislativo y la parte colegiada del ejecutivo (el Consejo Nacional de Administración). Permaneció en el cargo hasta 1938, ejerciendo un gobierno represor.
En 1952, se adoptó una nueva Constitución que implantó una estructura colegiada de nueve miembros para el poder ejecutivo, eliminando temporalmente la figura presidencial, seis de ellos para el partido mayoritario y tres para el que le siguiera en votos.
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ÉPOCA RECIENTE
Durante el periodo 1958-1967, los colorados perdieron el poder en manos de los blancos, quienes, en 1965, volvieron al régimen presidencialista no colegiado. Pero la administración que ejercieron fue deficiente y, dos años más tarde, el Partido Colorado retornó a asumir el poder en la persona de Óscar Gestido, quien fue inmediatamente sucedido por Jorge Pacheco Areco, cuyo gobierno (1967-1971) funcionó ya dentro de esquemas autoritarios, pues decretó la suspensión de las garantías individuales casi durante todo su mandato. A este siguió el golpe militar que se prolongó en el poder hasta 1985, cuando surgió como presidente constitucional el líder colorado Julio María Sanguinetti. Bajo su primera presidencia (1985-1990) y la de su sucesor, el blanco Luis Alberto Lacalle (1990-1995), se fortificaron las instituciones democráticas, el clima de tolerancia recíproca renació y políticamente el país tendió a dividirse en tercios: colorados, blancos y un tercer partido surgido un par de décadas atrás: el Frente Amplio.
Después del segundo mandato de Sanguinetti (1995-2000) y del gobierno del también colorado Jorge Batlle Ibáñez (2000-2005), el electorado uruguayo puso fin al bipartidismo imperante en el país durante más de 160 años; así, en los comicios legislativos y presidenciales del 31 de octubre de 2004, la victoria fue para la coalición izquierdista Encuentro Progresista-Frente Amplio y para su líder, Tabaré Vázquez.

El invento del Partido Blanco




Partido Blanco
Partido Blanco, nombre por el que es conocido popularmente el Partido Nacional de Uruguay.
Partido Nacional (Uruguay)
Partido Nacional (Uruguay), partido político, también conocido por el nombre de Partido Blanco. Es una de las dos principales agrupaciones políticas históricas de Uruguay, junto a su tradicional rival, el Partido Colorado.
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ORÍGENES DEL PARTIDO NACIONAL
Las primeras elecciones realizadas en Uruguay después de su independencia, en 1830, otorgaron la presidencia a José Fructuoso Rivera, quien había sido lugarteniente de José Gervasio Artigas y luego aliado de Brasil. Sus cuatro años en el poder estuvieron marcados por las continuas revueltas. A Rivera le sucedió su rival político Manuel Oribe, amigo de Juan Antonio Lavalleja y apoyado por el argentino Juan Manuel de Rosas. Desde entonces, las guerras civiles dominaron el escenario uruguayo hasta el año 1876. En ellas se gestaron los dos partidos que pasarían a dominar la historia contemporánea del país: el Nacional (o Blanco) y el Colorado. Oribe, como líder de los blancos, estaba apoyado por los estancieros mercaderes y el alto clero.
El ideal blanco fue el de ser el partido del orden, el protector de la fe, el instrumento del conservadurismo. Estando asentados en la campaña sitiadora, se identificaron con el medio rural, sus grandes terratenientes y el mundo criollo.
Al derrocar Rivera a Oribe, en 1838, el gobierno de la provincia de Buenos Aires, ejercido por Rosas, siguió reconociendo a Oribe como presidente de Uruguay, a pesar de haber resultado Rivera electo por segunda vez en 1839. Por ello, Rivera le declaró la guerra a Buenos Aires, a consecuencia de lo cual comenzó la Guerra Grande entre blancos y colorados.
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GOBIERNOS BLANCOS
Cuando Justo José de Urquiza venció a Rosas, también fue vencido Oribe. A pesar de ello, se firmó una paz entre los orientales el 8 de octubre de 1851, por la cual se declaraba que no había ni vencidos ni vencedores y se buscaba borrar la huella de la división en ambos partidos, todo lo cual no se logró no obstante. El presidente blanco Juan Francisco Giró (1852-1853) —que había intentado llevar a cabo una política de reconciliación nacional, para lo cual contó con integrantes del propio Partido Colorado— fue derribado por una sublevación de sectores militares adscritos al coloradismo, encabezada por Venancio Flores.
Más tarde, llegaron al poder Gabriel Antonio Pereira (1856-1860) y Bernardo Prudencio Berro (1860-1864). Ambos intentaron gobernar sin partidismos, evitando hacer hincapié en las tendencias tradicionales de enfrentamiento, pero esto se hizo imposible, ya que, en 1863, durante el gobierno de Berro, el general Venancio Flores invadió Uruguay con el apoyo del presidente argentino Bartolomé Mitre y la colaboración final del Imperio Brasileño. Berro buscó apoyo en Paraguay para restablecer el equilibrio en el Río de la Plata. Después de la caída en manos de Flores de la ciudad de Paysandú (enero de 1865), uno de sus generales mandó fusilar a los más destacados jefes blancos.
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NUEVO DOMINIO COLORADO
A partir del gobierno de Venancio Flores, y hasta 1959, fueron los colorados los que permanecieron en el poder del Uruguay, con gobiernos fluctuantes entre militares y civiles. Los blancos actuaron como una constante oposición, fomentando las huelgas y las críticas a los gobiernos colorados.
Desde la adopción de una nueva Constitución, en 1952, que implantó una estructura colegiada de nueve miembros para el poder ejecutivo, eliminando temporalmente la figura presidencial, seis de ellos para el partido mayoritario y tres para el que le siguiera en votos, los blancos tuvieron mayor acceso al poder y pudieron ejercer un mejor control sobre el gobierno colorado. Aunque esto llevaría principalmente a la ineficiencia y lentitud en la toma de decisiones.
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ÉPOCA RECIENTE
Durante el periodo 1958-1967, los blancos tomaron el poder, obteniendo seis miembros en el ejecutivo y mayoría en el Congreso. En 1965, por decisión de Washington Beltrán, se volvió al régimen presidencialista no colegiado. Pero la administración ejercida por los blancos fue deficiente, plagada de huelgas y con una deuda externa imposible de saldar. En 1967, volvió a asumir el poder el Partido Colorado y, cinco años más tarde, se produjo el golpe militar que habría de prolongar la dictadura hasta 1985, cuando surgió como presidente constitucional el líder colorado Julio María Sanguinetti. Bajo su presidencia (1985-1990) y la de su sucesor, el blanco Luis Alberto Lacalle (1990-1995) se fortificaron las instituciones democráticas, el clima de tolerancia recíproca renació y políticamente el país tendió a dividirse en tercios: colorados, blancos y un tercer partido surgido un par de décadas atrás: el Frente Amplio.
Tras el segundo mandato de Sanguinetti (1995-2000) y el del también colorado Jorge Batlle Ibáñez (2000-2005), la sociedad uruguaya, afectada por las consecuencias de la grave crisis financiera que el país vivió en 2002, requería un cambio de timón. La oportunidad se presentó en las elecciones presidenciales y legislativas del 31 de octubre de 2004. Aquella fecha supuso un hito en la historia uruguaya, ya que, después de más de 160 años de alternancia en el poder de blancos y colorados, el electorado depositó su confianza en la coalición izquierdista Encuentro Progresista-Frente Amplio y en su líder, Tabaré Vázquez.

El invento de los Partidos verdes




Partidos verdes
Partidos verdes, organizaciones políticas adheridas a un movimiento e ideología cuyo principal punto programático es la defensa activa del medio ambiente. El color verde ha sido durante mucho tiempo el símbolo de estos grupos ecologistas. Fue utilizado por primera vez como nombre de un partido político por Die Grünen (Los Verdes), el partido verde alemán, en la década de 1980. La protección del medio ambiente puede considerarse el objetivo principal de estos activistas, pero no el único, puesto que también mantienen que la consecución de esta meta depende de que la sociedad modifique sus principales valores. Esta concepción más amplia del término ‘verde’ aparece reflejada en el programa electoral que Die Grünen presentó en 1983 y cuyas bases eran la ecología, la democracia popular, la paz y la justicia social.
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LOS PRIMEROS PARTIDOS VERDES
Nacidos en la década de 1960 y situados en un principio fuera del sistema político, el objetivo de los primeros movimientos ecologistas era la defensa de la naturaleza y la lucha contra la contaminación. Su ideario se nutría en sus orígenes de las tesis antiautoritarias y anticonsumistas que habían florecido en esa década, además de alimentarse de los movimientos feminista y pacifista. Los años posteriores a las revueltas de mayo de 1968 condujeron a la cristalización de organizaciones izquierdistas, que pretendían encarnar los valores de la protesta y corregir las insuficiencias de la revolución fracasada. Los nuevos movimientos sociales que surgieron en la década de 1970 fueron el caldo de cultivo para nuevas formas de expresión política. La progresiva toma de conciencia de la ruptura entre el hombre y el medio natural en una civilización industrial llevó al surgimiento de una crítica política del progreso económico y de la sociedad de consumo. A ello se sumó la crisis económica y petrolera de la década de 1970, que contribuyó al desarrollo de programas de construcción de centrales nucleares contra las cuales lucharon sin descanso los ecologistas. Desde entonces, estos empezaron a organizarse y a tomar parte en elecciones locales o regionales para, desde estos organismos de poder intentar, llevar a la práctica sus ideas.
El primer partido que planteó una cuestión relacionada con el medio ambiente en las urnas fue el United Tasmania Group (UTG, Grupo Unido de Tasmania), que se presentó a las elecciones generales de Australia en abril de 1972. Los miembros del UTG, indignados por la complicidad que a su parecer existía entre los restantes partidos políticos y la comisión hidroeléctrica con respecto a los planes para inundar Lake Pedder, llegaron a la conclusión de que su única opción era obtener poder presentándose a los comicios. Sin embargo, esta formación no consiguió ningún escaño. A fin de perfilar el programa del grupo, el dirigente de la UTG, Richard Jones, escribió un libro titulado New Ethics (Nueva Ética) que contenía una doctrina sobre la comunidad y la integridad política, además de tratar el tema de la protección medioambiental. Un mes después se constituyó en Nueva Zelanda el primer partido verde del mundo, cuyo nombre era Values (Valores).
El primer partido verde europeo se constituyó en Gran Bretaña en 1973, inspirado en las formaciones verdes de Nueva Zelanda y Tasmania. Este grupo, conocido originariamente como People (Pueblo), pasó posteriormente a llamarse Ecology Party (Partido Ecologista) y finalmente Green Party (Partido Verde). Sus fundadores estaban muy influidos por la idea de que el aumento rápido de la población ponía a la tierra al límite de sus recursos y acabaría con su capacidad para absorber la contaminación, así como por el debate surgido en la década de 1960 sobre los límites al crecimiento. Uno de los resultados de esta discusión fue el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), creado en 1972 para promover la toma de conciencia internacional sobre los problemas medioambientales mundiales.
El grupo People extrajo las bases de su programa político del libro Blueprint for Survival (Anteproyecto de Supervivencia, 1972), en el que se señalaba que determinadas características principales de la sociedad podían mantenerse indefinidamente a la vez que se satisfacía de forma óptima a todos sus miembros. Estas actuaciones eran la alteración mínima de los procesos ecológicos; la máxima conservación de materiales y el ahorro de energía; un crecimiento de población cero; y un sistema social en el que los individuos pudieran disfrutar de las tres primeras condiciones en lugar de sentirse limitados por ellas. Estos principios estaban muy relacionados con el concepto de desarrollo sostenible, definido por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) como “el crecimiento que mejora la calidad de vida de los pueblos, sin rebasar la capacidad del planeta para mantener la vida”.
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EL DESARROLLO DE LOS PARTIDOS VERDES
A medida que la preocupación por la degradación del medio ambiente crecía en los países industrializados, los partidos verdes, especialmente los europeos, fueron entrando en su principal fase de desarrollo.
El número de votantes de estas formaciones aumentó progresivamente en Alemania, Austria, Bélgica, Finlandia, Francia, Irlanda y Suiza. En toda Europa obtuvieron un número cada vez mayor de escaños en municipios, gobiernos regionales y nacionales, y en las instituciones de la Unión Europea (UE). Con ello se fue consolidando su consideración como una fuerza política pujante.
El suizo Daniel Brélaz, en 1979, pasó a ser el primer político verde elegido para un Parlamento nacional. Los ecologistas consiguieron 14 escaños en las elecciones de 1991. Pero desde entonces, el apoyo popular al movimiento fue disminuyendo en Suiza hasta llegar a los 8 escaños obtenidos en los comicios de 1999, debido en parte a que los asuntos medioambientales fueron pasando a las agendas políticas de otras formaciones, como la del Partido Socialista. Cuatro candidatos verdes se hicieron con escaños en el Parlamento belga en 1981. En España, durante la década de 1980, también surgieron numerosos partidos verdes, el más destacado de los cuales fue Los Verdes. En junio de 1987 la Lista Verde logró en Italia trece diputados, con el 2,5% de los votos. Las elecciones europeas de 1989 mostraron la consolidación en Europa de los verdes como movimiento político: en total, los verdes europeos obtuvieron 28 escaños en 1989, y formaron un grupo propio en el Parlamento Europeo.
En marzo de 1995, el finlandés Pekka Haavisto fue el primer político verde que pasó a formar parte de un gobierno nacional en calidad de ministro de Medio Ambiente y Planificación. En Francia, Los Verdes hicieron su aparición en 1984, y más tarde llegaron a asumir la cartera de Medio Ambiente en el gobierno de Lionel Jospin, tras las elecciones anticipadas de 1997.
En Alemania existe uno de los partidos verdes más pujantes, Die Grünen. En 1983, este grupo, liderado por la carismática Petra Kelly, consiguió el 5,6% de los votos, 27 escaños, en el Bundestag (cámara baja del Parlamento de Alemania). A partir de este momento, participaron en el gobierno de varios estados alemanes (länder) formando parte de coaliciones con el Partido Socialdemócrata Alemán (SPD). En las elecciones legislativas de 1987 obtuvieron 42 diputados, pero en las de 1990 (que siguieron a la reunificación) el temor de muchos alemanes a una vuelta al pasado les llevó a perder toda representación en el Bundestag. Este fracaso dio lugar a una serie de disensiones internas entre fundamentalistas y partidarios de una realpolitik. El líder indiscutible de esta última corriente era Joschka Fischer, antiguo ministro de Medio Ambiente y Energía del estado federado de Hesse y figura emblemática de la evolución del partido hacia una línea política más pragmática. En las elecciones al Bundestag de 1994, Die Grünen, fusionados en 1993 con Bündnis 90 (Alianza 90, federación de movimientos que militaban por los derechos humanos en la antigua República Democrática Alemana) se hicieron con el 7,3% de los votos. Tras las elecciones de 1998, donde recogieron el apoyo de un 6,7% del electorado, accedieron a las más altas responsabilidades de gobierno en el gabinete de coalición dirigido por Gerhard Schröder y ocuparon tres ministerios, Medio Ambiente, Sanidad y Asuntos Exteriores, este último en la persona del carismático Joschka Fischer. Sus resultados en los siguientes comicios generales de 2002 les permitieron seguir siendo socios en el gobierno de Schröder, donde ocuparon las carteras de Agricultura, Asuntos Exteriores y Medio Ambiente.
Los resultados electorales demuestran que los partidos verdes han logrado una mayor implantación en los países más avanzados industrialmente y con sociedades del bienestar más desarrolladas, mientras que en aquellos países europeo-occidentales con procesos de industrialización más tardía y con Estados del bienestar menos desarrollados son todavía los partidos comunistas o nacionalistas los que polarizan la articulación política de los sectores sociales representados por los nuevos movimientos sociales. Además, en los casos de España, Grecia y Portugal, la existencia de regímenes dictatoriales tras la II Guerra Mundial marcó pautas diferenciales respecto de la evolución de los países europeo-occidentales, dado el compromiso con la lucha democrática de los respectivos partidos comunistas. La mayoría de los movimientos democráticos de los antiguos países comunistas de Europa del Este partieron de grupos ecologistas, tales como Ecoglasnot en Bulgaria, el Círculo del Danubio en Hungría, la Biblioteca Ecológica en Alemania del Este y el Club Ecológico Polaco. Varios políticos verdes formaron parte de los gobiernos de transición de Europa del Este u obtuvieron escaños cuando se celebraron elecciones libres. Sin embargo, las formaciones verdes perdieron muchos votos cuando se hicieron patentes sus dificultades para reformar el sistema social y económico. Incluso Die Grünen, vanguardia del movimiento verde, se vio afectado como ya se ha dicho por esta situación en el periodo inmediatamente posterior a la Guerra fría y llegó a perder sus 44 escaños en 1990. Hoy la Federación de Los Verdes incluye a 32 partidos políticos en 29 países europeos, desde Irlanda a Georgia y desde Malta a Noruega. Esta permite la comunicación entre partidos miembros, parlamentarios y ministros verdes, y coordina la política verde europea y apoya a los partidos verdes pequeños para fortalecer el movimiento en el conjunto de Europa.
Los partidos verdes también despliegan su actividad en Latinoamérica. El Partido Verde de Brasil cuenta con amplia tradición y tiene representación en el Parlamento nacional. Lo mismo ocurre en México, donde el Partido Verde Ecologista se integró a la Alianza por el Cambio, junto al Partido de Acción Nacional (PAN), en las elecciones de 2000 de las que salió elegido presidente Vicente Fox Quesada. Los partidos verdes latinoamericanos han hecho un frente común contra la globalización y el libre comercio, contando con una presencia fuerte en cumbres regionales. En los estados de África y Asia, especialmente aquellos en los que el acceso al poder político es complejo o imposible, el activismo de los ecologistas independientes es el que ha logrado mayor repercusión política. Buen ejemplo de ello es Wangari Maathai, activista keniata galardonada con el Premio Nobel de la Paz en 2004.
En Estados Unidos, el candidato de los verdes a la presidencia, Ralph Nadar, obtuvo el 1% de los votos en las presidenciales de 2000 (posibilitando con ello la pírrica victoria de George W. Bush frente a Al Gore). En Japón, el Partido Verde ha sido eclipsado por el Club Seikatsu, que promueve el consumo ‘verde’ y ha influido en la producción agrícola y de bienes manufacturados.
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LOS RETOS FUTUROS
La política de los verdes inició una nueva fase en la década de 1990. La movilización por los temas medioambientales no es percibida ya como una actividad marginal. Las agendas políticas de los gobiernos otorgan una alta prioridad a estos problemas y los restantes partidos políticos han adoptado medidas de crecimiento sostenible.
El programa de los partidos verdes ha evolucionado a lo largo de su historia y hoy propone soluciones globales para reformar la sociedad. En muchos casos ello ha llevado a disensiones en su seno entre los fundamentalistas y los realistas quienes, como en Alemania, se han lanzado a la conquista del poder y no rechazan a priori aliarse con grupos socialdemócratas para conseguir sus objetivos. No obstante, su progresión electoral se ha visto frenada por el hecho de que muchos partidos tradicionales, tanto de la derecha como de la izquierda, deseosos de recuperar votos, han integrado a su discurso y a sus programas un cierto número de reivindicaciones ecologistas. Por otro lado, algunos sistemas electorales discriminan a los grupos con poca base electoral.
Los verdes centran ahora su activismo en la búsqueda de nuevas políticas económicas que impulsen un desarrollo económico más duradero y justo para los países en vías de desarrollo, promueven una ampliación de la democracia a través de la participación activa de los ciudadanos en el control de las decisiones científicas y representan también la voz disidente en asuntos de la máxima relevancia en la actualidad, como el de la inmigración.

El invento de los Partidos comunistas




Partidos comunistas
Partidos comunistas, organizaciones políticas adheridas al comunismo, en teoría máximos representantes de la clase trabajadora y en general creados a raíz del éxito bolchevique en la Revolución Rusa de 1917, que provocó la división de varios partidos socialistas. La mayoría de los partidos comunistas han sido totalitarios y monolíticos, tanto en espíritu como en la práctica.
La existencia de los partidos comunistas tuvo mucha trascendencia en la política mundial durante el siglo XX. En la década de 1980, más de una cuarta parte de la población mundial vivía en un país gobernado por un partido comunista. Dos de las naciones más pobladas del planeta, China y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), tenían gobiernos comunistas, y también controlaban el poder en Afganistán, Albania, Bulgaria, Camboya, Cuba, Checoslovaquia, Alemania Oriental, Etiopía, Hungría, Laos, Mongolia, Corea del Norte, Polonia, Rumania, Vietnam y Yugoslavia. Durante los últimos años de esa década y principios de la de 1990, sin embargo, los levantamientos políticos y económicos que tuvieron lugar en Europa del Este, la URSS y otros lugares produjeron el derrumbamiento de numerosos regímenes comunistas, minando de forma muy considerable la influencia de estos partidos en el panorama político internacional.
2
LA URSS
Durante toda la década de 1980 el Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) fue el partido político legal dominante en la URSS. Su organización matriz fue el Partido Obrero Socialdemócrata Ruso (POSDR), fundado en 1898, que se dividiría en 1903 en dos facciones, bolcheviques (‘la mayoría’) y mencheviques (‘la minoría’), aunque en realidad los bolcheviques, dirigidos por Lenin (Vladímir Ilich Uliánov), no fuesen, después de 1904, más que un grupo minoritario dentro de los miembros del Partido. En 1912 los bolcheviques se escindieron del POSDR para formar un partido independiente que, en 1917, tomó el control del movimiento revolucionario ruso y, tras el triunfo revolucionario, fundó en 1922 la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
En 1918 los bolcheviques adoptaron el nombre de Partido Comunista Ruso (bolchevique), que en 1925 pasó a llamarse Partido Comunista de los Bolcheviques de la Unión para adoptar por fin, en 1952, su definitivo nombre de Partido Comunista de la Unión Soviética.
2.1
Organización y composición
Por tradición la estructura del PCUS fue pareja con la estructura administrativa de la URSS. En la base del Partido existían unas 400.000 organizaciones primarias. Por encima, en orden jerárquico, había un número mucho menor de comités rurales, urbanos, de distrito, regionales y nacionales. En la cúspide de la pirámide se encontraban el Congreso de la Unión, el organismo directivo supremo del Partido, el Comité Central, elegido por el Congreso, la Oficina Política (el Politburó), cuyos componentes eran nombrados por el Comité Central, y la Secretaría. El secretario general del PCUS, el miembro de más rango dentro del Partido, ejercía el poder político efectivo en la URSS. La composición del Politburó y la Secretaría reflejaban por regla general la preponderancia de los grupos étnicos rusos en el Partido.
2.2
El liderazgo del Partido
La Constitución de 1977 reconocía al PCUS como “fuerza principal y guía de la sociedad soviética, y núcleo de su sistema político, así como de todas las organizaciones estatales y públicas”. Como tal, impregnaba todas las facetas de la vida cultural, política y militar soviética. Entre las organizaciones de masas que ejecutaban de manera regular la política del PCUS se hallaban la Liga de las Juventudes Comunistas (Konsomol), de la que se reclutaba casi el 75% de los miembros del Partido, y el Consejo Central Unificado de Sindicatos, con más de 100 millones de afiliados. Los órganos principales del PCUS eran el periódico Pravda (La Verdad), con una tirada de casi 10 millones de ejemplares, y la revista Kommunist.
Hasta finales de la década de 1980 el PCUS lideró el movimiento comunista internacional en virtud del poder y prestigio de la URSS, a pesar de los cambios efectuados bajo la glasnost y la perestroika. Su autoridad se hacía en particular evidente en las relaciones con los partidos comunistas de Europa del Este y con el resto de partidos comunistas. En Cuba las directrices dadas por la URSS en los años 1980 dieron como resultado la retirada de las tropas cubanas de Angola, pero no consiguieron que Fidel Castro efectuara reformas en concordancia con la perestroika soviética; es más, Castro acentuó la presión contra la disidencia interna. Resulta paradójico que, después de recibir más presiones del exterior, iniciara una reforma constitucional que le otorgó más poder como jefe de gobierno y del Estado. Aunque algunos partidos de Europa occidental, y en especial el Partido Comunista Chino, desafiaron la primacía del PCUS, este siguió siendo durante mucho tiempo la organización política comunista más poderosa del mundo.
2.3
El PCUS en crisis
A principios de la década de 1990, la agitación social y económica que se extendió por Europa del Este y la URSS obligó al PCUS a renunciar a su papel director tanto en el ámbito nacional como internacional. De los 19,5 millones de miembros con los que contaba el Partido en 1988, pasó a tener 15 millones en 1991. La URSS legalizó a los partidos de la oposición en febrero de 1990, y una nueva propuesta en julio de 1991 apartaba al Partido de la ortodoxia marxista-leninista. Al mes siguiente, la línea dura de los comunistas intentó restablecer su autoridad derribando al líder soviético Mijaíl Gorbachov. El fallido golpe de Estado supuso una desastrosa derrota para el PCUS. En cuestión de pocos días se disolvió su Comité Central, se suspendieron sus actividades, se requisaron sus archivos y se nacionalizaron sus propiedades. Para finales de 1991 la URSS ya se había disuelto y lo que quedaba de los comunistas se encontraba en el caos más absoluto. A pesar de que el presidente Borís Yeltsin ilegalizó el PCUS, los comunistas siguieron activos en Rusia tras la disolución de la Unión Soviética. Nuevos partidos políticos comunistas vieron la luz, como fue el caso del Partido Comunista Unificado de los Bolcheviques (PCUB), la Unión de los Comunistas, el Partido Comunista Obrero Ruso (PCOR) y el Partido Popular de la Rusia Libre. Estos partidos estaban integrados sobre todo por ciudadanos rusos que se oponían a las reformas de mercado de Yeltsin, aunque el Partido Popular había sido fundado y estaba encabezado por el vicepresidente Alexander Rutskoi. Estos partidos crecieron rápidamente gracias a la incorporación a sus filas de antiguos miembros del PCUS, tras decretar Yeltsin su ilegalización. En abril de 1992 el PCOR decía contar con 150.000 afiliados, lo que lo habría convertido en el mayor partido ruso en ese momento. Estos partidos organizaron numerosas concentraciones públicas para protestar contra la política nacional e internacional del gobierno, acabando algunas de estas manifestaciones en violentos altercados.
El decreto de Yeltsin por el que se prohibía al PCUS fue impugnado en el Tribunal Constitucional de Rusia. La decisión del Tribunal, hecha pública en noviembre de 1992, apoyaba la prohibición de la organización nacional del PCUS, aunque se pronunciaba contraria a la prohibición de este en el ámbito local. Como resultado de dicha decisión, los vestigios locales del PCUS se unieron para formar el Partido Comunista de la Federación Rusa (PCFR), que creció muy rápidamente. En abril de 1993 el PCFR decía tener 600.000 miembros. Estableció relaciones con otros partidos comunistas rusos y con grupos comunistas de otras repúblicas de la antigua Unión Soviética. En febrero de 1993 el Tribunal Constitucional asestó otro golpe político a Yeltsin rechazando la prohibición decretada por este del Frente de Salvación Nacional, organización nacionalista comunista opuesta a la política gubernamental. La paulatina recuperación del partido, aunando descontentos por la política económica de Yeltsin y el estallido bélico en Chechenia, culminó en las elecciones a la Duma (cámara baja del Parlamento ruso) celebradas en diciembre de 1995. En ellas, el PCFR, dirigido por Guennadi Ziugánov, obtuvo más del 35% de los escaños, siendo así el partido más votado. Casi una década después, en los comicios del 14 de marzo de 2004, el Partido Comunista se situó como segunda fuerza parlamentaria con un 12,7 por ciento, perdiendo la mitad del apoyo que había cosechado en los comicios legislativos de 1999.
3
EUROPA DEL ESTE
El drástico declive del PCUS se produjo poco después del derrumbamiento de muchos de los partidos comunistas de Europa Oriental, vinculados históricamente al PCUS. Tras más de 40 años de dominación, todos los gobiernos comunistas de la Europa del Este fueron entregando el monopolio del poder político entre 1989 y 1991. La República Democrática Alemana empezó por destituir a sus líderes comunistas para después disolverse y pasar a formar parte de la reunificada República Federal de Alemania. Los regímenes comunistas dieron paso a gobiernos multipartidistas en Albania, Bulgaria, Checoslovaquia, Hungría, Yugoslavia y Polonia. El dirigente comunista rumano Nicolae Ceausescu fue ejecutado en un sangriento golpe de Estado.
A excepción del Partido Comunista del Trabajo de Albania (fundado en 1941), todos los partidos comunistas de Europa del Este nacieron tras el triunfo bolchevique en la Revolución de 1917. La mayoría fueron prohibidos durante la década de 1920 y funcionaron en la clandestinidad hasta el final de la II Guerra Mundial. Su llegada al poder a finales de la década de 1940 se produjo después de la ocupación militar soviética de los países de Europa Oriental. Hasta 1948, fecha en que el Partido Comunista Yugoslavo (desde 1952 rebautizado como Liga de los Comunistas de Yugoslavia) se apartó de la tutela soviética, todos los partidos comunistas de la Europa del Este estuvieron casi por entero subordinados al PCUS. En la República Democrática de Alemania el Partido Socialista Unificado de Alemania (SED), siempre estuvo aliado al PCUS, como también lo estuvieron el Partido de los Trabajadores Húngaros y el Partido Obrero Unificado Polaco. El PCTA albanés continuó manteniendo el estalinismo incluso después del proceso de desestalinización acometido por el propio PCUS en la URSS a finales de la década de 1950. Sus resultados electorales, como PKSH, le situaron con una representación del 41,5% a comienzos del siglo XXI. En Rumania, el Partido Obrero Rumano, aunque organizado de forma estricta según la línea soviética, desarrolló una política exterior bastante autónoma.
Empujadas por las nuevas realidades políticas de la década de 1990, algunas organizaciones comunistas de Europa oriental intentaron enmascarar sus orígenes cambiando sus nombres. El Partido Comunista Búlgaro pasó a denominarse Partido Socialista Búlgaro y en coalición obtuvo 24 escaños en las elecciones de 1998. Los comunistas que permanecieron en el poder en Rumania adoptaron el nombre de Frente de Salvación Nacional. En Polonia, los comunistas se escindieron en facciones socialdemócratas rivales; actualmente, el partido político Unión del Trabajo es la alternativa para los partidos políticos postcomunistas. En Alemania, la unificación hizo de las organizaciones herederas del antiguo SED algo casi residual, aunque pervivan hoy en día agrupadas bajo las siglas KPD. En varias elecciones legislativas durante la década de 1990, los herederos del comunismo soviético lograron triunfos, caso de Bielorrusia, Bulgaria o Polonia. En la República Checa, el Partido Comunista de Bohemia y Moravia consiguió 24 escaños, el 11,3% del total de los votos, en el proceso electoral celebrado en 1998. En la vecina Eslovaquia, el KSS obtuvo el 6,3% del escrutinio total. En Hungría, el Partido de los Trabajadores logró cierta representación en las elecciones celebradas en abril de 2002.
4
CHINA
Congreso del Partido Comunista Chino
El Congreso del Partido Comunista Chino se reúne con una periodicidad quinquenal en la Gran Sala del Pueblo, en Pekín, para formular sus políticas y elegir delegados. En sus sesiones están muy presentes los principales iconos del movimiento comunista.

A diferencia de las organizaciones comunistas de Europa del Este y la URSS, el Partido Comunista Chino (PCCh) fue capaz de contener la corriente de protestas democráticas que tuvo lugar a finales de la década de 1980. Fundado en 1921 y vinculado ideológicamente al maoísmo, es el mayor partido comunista del mundo: cuenta con más de 67 millones de militantes. Desde el establecimiento de la República Popular China en 1949, ha sido el único partido legal del país. Los partidos comunistas chino y soviético estuvieron en un tiempo muy unidos, aunque un conflicto ideológico provocó su separación durante la década de 1960, tras lo cual se convirtieron en rivales acérrimos.
El principal órgano del PCCh es el Congreso Nacional del Partido, que elige el Politburó y al Comité Permanente de este, además del presidente y vicepresidente del Comité Central. El Comité Central cuenta con 189 miembros de pleno derecho y 130 suplentes. Los primeros secretarios de las 30 divisiones administrativas principales —provincias, regiones autónomas y municipios— son miembros de pleno derecho.
Por debajo del Comité Central se extiende una red de comités de partido en el ámbito provincial, de distrito, de condado y municipal. Las organizaciones primarias del Partido, o delegaciones, se reparten por fábricas, minas, empresas, comunas populares, oficinas, escuelas, tiendas y barrios.
Debido a la inestabilidad política que sobrevino a la muerte de su presidente Mao Zedong (Mao Tsé-tung), el PCCh decidió evitar la repetición de excesos —asociados con el difunto presidente— como la Revolución Cultural (1966-1969), por lo que intentó reducir el monopolio del poder que tenían algunos líderes individuales. Así pues, de acuerdo con la Constitución adoptada en el mes de diciembre de 1982, el órgano superior del poder estatal lo integra el Congreso Popular Nacional, y lo ejerce a través de su Comité Permanente, ante el que es responsable el Consejo del Estado, o gobierno.
Igualmente, los nuevos dirigentes del PCCh intentaron también destruir el poder de los ‘comités revolucionarios’ que Mao había utilizado durante la Revolución Cultural para eliminar a sus adversarios. Al mismo tiempo resucitaron organizaciones de masas que habían sido disueltas durante dicho periodo, siendo las más importantes la Federación Unificada China de Sindicatos, la Liga de las Juventudes Comunistas de China y la Federación Unificada China de Mujeres. A partir de 1979, el PCCh favoreció el desarrollo de una economía de mercado, pero sin conceder reformas democráticas. Así, en 1989 un grupo de estudiantes se concentró en la plaza de Tiananmen (Pekín), como culminación a una serie de manifestaciones estudiantiles en favor de la democracia. La respuesta del gobierno no se hizo esperar. El Ejército Popular de Liberación aplastó a los manifestantes, matando, según las estimaciones, entre 5.000 y 8.000 estudiantes.
La influencia del PCCh en el movimiento comunista internacional fue perdiendo fuerza tras la muerte de Mao, aunque continúa aún vinculado a los intereses de varios partidos comunistas de Asia y África, todos los cuales compartían una oposición común a la hegemonía del PCUS dentro del movimiento comunista internacional. En la actualidad el PCCh continúa siendo el partido gobernante en China, quien representa los intereses de todo el pueblo y, al mismo tiempo, el núcleo dirigente de la causa socialista de China. El Partido, interpretando la voluntad del pueblo, da forma a sus planteamientos y políticas, los cuales se transforman posteriormente en leyes y decisiones estatales por medio de los procedimientos legales con que cuenta el Estado y decisiones de la Asamblea Popular Nacional. Las funciones del Partido Comunista chino no reemplazan a las del gobierno dentro del sistema de dirección del Estado, ya que actúa en el marco prescrito por la Constitución y las leyes, sin tener poder alguno superior a ellas.
5
OTROS PARTIDOS COMUNISTAS ASIÁTICOS
Los distintos partidos comunistas asiáticos en el poder, como el Partido Comunista de Vietnam, el Partido (Comunista) Revolucionario Popular Laosiano y el Partido Obrero Coreano de Corea del Norte han seguido la línea rusa o china según las circunstancias políticas locales. En Vietnam, la creación del Partido Comunista de Vietnam fue el resultado de la combinación entre el marxismo-leninismo y los movimientos obrero y patriótico de Vietnam; hoy está a la cabeza del país. Lo mismo ocurre con el Partido Revolucionario del pueblo de Laos y con el Partido de los Trabajadores de Corea del Norte, dirigido férreamente por Kim Jong Il. La mayoría son totalitarios; algunos se esfuerzan en desigual medida por asimilar la nueva concepción encaminada a la institución de un libre mercado global y unos pocos adoptaron métodos sangrientos, como fue el caso del Jemer Rojo en Camboya. Los partidos comunistas han sido también significativos en muchos países asiáticos no comunistas. El Partido Comunista tuvo un importante papel en la lucha de la India por su independencia del Imperio Británico, y el Partido Comunista de Indonesia (PKI) fue un elemento político determinante en la República de Indonesia hasta su brutal supresión en 1965. En Corea del Sur, las células comunistas clandestinas aplicaron durante mucho tiempo una política a favor de Corea del Norte, en oposición a los sucesivos gobiernos militares de derechas que precedieron al régimen democrático, y en Japón los comunistas orquestaron la oposición al establecimiento de vínculos militares con Estados Unidos.
6
FRANCIA
El Partido Comunista Francés (PCF) fue fundado en 1920 por los sectores más radicales de la Sección Francesa de la Internacional Obrera (SFIO, nombre que recibía entonces el partido socialista francés). Desde principios de la década de 1960 el PCF siguió una política de alianzas electorales con partidos no comunistas de la izquierda y el centro. Aunque nunca haya contado con una mayoría de votantes, el PCF era, a finales de 1970, el mayor de todos los partidos franceses, con un número que rondaba los 700.000 afiliados. La proporción de mujeres miembros, un 36% del total, era una de las más elevadas del mundo. Cerca de un 50% de sus miembros pertenecían a la clase trabajadora. Cuatro comunistas ocuparon puestos ministeriales en el gobierno presidido por Pierre Mauroy, siendo presidente de la República François Mitterrand, entre junio de 1981 y julio de 1984, momento en que el Partido se retiró de la coalición gubernamental a causa de las diferencias existentes con los socialistas en temas de política económica.
El PCF fue organizado a imagen y semejanza del PCUS. En su apogeo el Movimiento de las Juventudes Comunistas llegó a contar con más de 100.000 miembros, incluidos los que pertenecían a la Unión de Estudiantes Comunistas, organización universitaria del Partido. La Confederación General del Trabajo, con más de un millón y medio de afiliados, era la principal organización sindical en el ámbito de influencia comunista. Otras organizaciones de masas dominadas por los comunistas han sido el Sindicato Nacional de Educación Superior, el Sindicato Nacional de Profesores de Secundaria y la Unión de Mujeres Francesas, con una marcada militancia feminista.
El PCF mantiene un activo programa de prensa y publicaciones. Su principal periódico, L’Humanité, llegó a tener una tirada de más de 110.000 ejemplares diarios. Durante la década de 1970 el PCF se unió a sus homólogos español e italiano para reivindicar una forma más liberal y pluralista de comunismo: el eurocomunismo. La proporción de votos que el Partido ha recibido en las elecciones nacionales ha ido disminuyendo hasta quedar rebajado a niveles inferiores al 15 por ciento. En las elecciones legislativas de 2003, liderada por Marie George Buffet, la formación consiguió 16 escaños.
7
ITALIA
El Partido Comunista Italiano (PCI) fue establecido en 1921 por un grupo radical del Partido Socialista Italiano. Fue ilegalizado por el régimen fascista, aunque reapareció como elemento importante del panorama político italiano en 1944. A nivel local el partido ha gobernado en muchos municipios desde el final de la década de 1940, compartiendo además con el Partido Socialista Italiano el control de todos los núcleos urbanos importantes del país desde mediados de la década de 1970. Ha tenido un papel nacional significativo como parte integrante de una mayoría gubernamental, aunque no ha ocupado ningún ministerio.
El PCI fue organizado de forma parecida al PCUS con sólo algunas ligeras variaciones en función de las necesidades específicas. La organización básica del Partido es la sección. Varias secciones forman una federación, que suele coincidir con el área de una provincia italiana. Las federaciones, a su vez, están agrupadas en comités regionales. A mediados de la década de 1980 el PCI contaba con un millón y medio de afiliados, de los que un 40% eran obreros. El número de mujeres miembros es inferior al de los hombres y entre los jóvenes italianos la popularidad del partido ha disminuido. El PCI lleva a cabo una activa labor de publicación. El periódico oficial, L’Unità, llegó a tener una tirada de 300.000 ejemplares diarios.
En la década de 1970 y principios de la de 1980 el PCI se sintió muy identificado con el llamado eurocomunismo y fue el principal opositor de aquellas políticas del PCUS consideradas como represoras de los derechos humanos. Esta postura apenas contribuyó a conseguir un mayor apoyo de la clase media y de los campesinos italianos, que siguieron viendo con escepticismo la viabilidad del eurocomunismo y la ruptura con el PCUS, aunque en los comicios europeos de 1984 fue el partido más votado. Tampoco ejerció una gran atracción sobre algunas facciones radicales de izquierda, que decidieron optar por el terrorismo. Como respuesta a los levantamientos producidos en Europa del Este y la URSS, el PCI intentó redefinir su programa para la década de 1990, momento en el que quedó escindido en varias tendencias entre las que destacaron el Partido Democrático de la Izquierda y el Partido de la Refundación Comunista. Integrado en la coalición progresista del Olivo, en la actualidad cuenta con una representación parlamentaria testimonial.
8
OTROS PARTIDOS COMUNISTAS DE EUROPA OCCIDENTAL
Todos los partidos comunistas de Europa occidental fueron fundados entre 1918 y 1923, tras la Revolución Rusa. Su evolución ha estado muy condicionada por las diversas vicisitudes de las relaciones internacionales, y todos participan en mayor o menor grado en el poder político de sus respectivos países. Entre los partidos comunistas de menor significación están los de Austria, Dinamarca, Alemania, Irlanda, Países Bajos y Suiza, todos por lo general sustentados por el PCUS hasta la desaparición de este. Los partidos comunistas de Suecia, Noruega, Bélgica y Gran Bretaña tampoco son muy relevantes, aunque han tenido, en algún momento a lo largo de su historia, representación en el Parlamento de sus respectivos países y han participado en el gobierno tanto a nivel local como central. Los partidos comunistas occidentales con más peso, aparte del francés e italiano, han sido los de Grecia, Finlandia, Portugal y España. En su mejor momento, los partidos finlandés y portugués obtuvieron en torno al 20% de los votos en las elecciones nacionales. En términos generales, el partido finés mantuvo una postura de neutralidad con respecto al PCUS, mientras que los partidos griego y portugués manifestaron una más clara tendencia prosoviética.
9
ESPAÑA
En marzo de 1921 fue fundado el Partido Comunista de España (PCE), como escisión del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) ante la negativa de este a acudir a la III Internacional Socialista convocada por Lenin. Su importancia fue mínima hasta el estallido de la Guerra Civil española (1936-1939), momento en que su colaboración militar en defensa de la II República le permitió aumentar notablemente sus afiliados.
Desde el final de la contienda civil y hasta la primavera de 1977 el PCE fue ilegal, por lo que sus dirigentes estuvieron exiliados, lo que no impidió que aglutinara a la parte más reivindicativa de la oposición al régimen del general Francisco Franco, en especial a través del sindicato Comisiones Obreras (CCOO) y de organizaciones populares de base, tales como las asociaciones de vecinos.
En política internacional, fue uno de los pilares del eurocomunismo, que le permitió ser bastante crítico con el PCUS, en especial desde la ocupación de Checoslovaquia por tropas soviéticas.
Legalizado de nuevo en 1977, su aceptación de la Constitución de 1978 fue fundamental para la consolidación de la reforma política de la que vino acompañada el proceso de transición hacia la restauración de la democracia en España. Su primer candidato en las elecciones a la presidencia del gobierno español que ganó Adolfo Suárez fue Santiago Carrillo.
Sus resultados electorales siempre han estado por debajo de lo esperado por su presencia social. En 1979 alcanzó más del 10% de los votos, resultado que igualó en las elecciones de 1996. Desde 1986 se presenta en coalición con otros partidos integrados en la federación de Izquierda Unida, que tras alcanzar buenos resultados y una notable influencia política durante la década de 1990 se sumió en una crisis de identidad. En los comicios celebrados en marzo de 2004, la coalición, con Gaspar Llamazares al frente, obtuvo una escasa representación parlamentaria: 5 diputados.
10
AMÉRICA LATINA
Los partidos comunistas en América Latina surgieron al final de la I Guerra Mundial, como consecuencia de la ruptura del movimiento socialista, tanto en Europa como en otros continentes y la exigencia soviética, formulada por Lenin en 1920, del cumplimiento de las 21 condiciones que los partidos socialistas tenían que aceptar para formar parte de la III Internacional.
En la casi totalidad de los países los partidos comunistas aparecieron, en forma de escisiones, entre 1917, fecha de creación del partido comunista en Argentina y 1926, cuando se creó el de Ecuador, con excepción de Venezuela y Centroamérica, donde tuvieron un nacimiento más tardío.
En el surgimiento de los partidos comunistas latinoamericanos influyeron las dos revoluciones populares más recientes, la Revolución Mexicana iniciada en 1910 y la Revolución Rusa de 1917. Su desarrollo nunca fue espectacular y, en general, se mantuvieron como organizaciones de cuadros, minoritarias, pero que supieron penetrar y dominar las organizaciones obreras, los sindicatos estudiantiles y los grupos de intelectuales y artistas. Uno de estos grupos era el APRA (Alianza Popular Revolucionaria Americana) de Perú, fundado por Víctor Raúl Haya de la Torre. Su teoría, que intentaba rescatar del olvido a los indígenas andinos, se presentaba como una combinación del marxismo con las ideas de Einstein y con un fuerte influjo de Sun Yat-sen y de los revolucionarios mexicanos. El APRA había logrado aglutinar a buena parte de la juventud anticivilista que participaba en las movilizaciones estudiantiles a favor de la reforma universitaria. Las líneas principales sobre las que se basaba la ideología del partido era la peruanidad de sus planteamientos, su consecuente denuncia del imperialismo norteamericano, la lucha antiimperialista, la nacionalización de la tierra y la solidaridad entre las clases. La vocación de Haya de la Torre era convertir al APRA en un partido supranacional, que defendiera los intereses populares en toda 'Indoamérica'.
Otros comunistas latinoamericanos notorios fueron Aníbal Ponce, argentino; José Carlos Mariátegui, peruano; Lombardo Toledano, mexicano; Pablo Neruda, chileno; Nicolás Guillen, cubano; David Alfaro Siqueiros, mexicano, entre otros. Sometidos muy pronto a la disciplina de Moscú, a través de su pertenencia a la Internacional Comunista, sufrieron los impactos sucesivos de las crisis del comunismo internacional; la ruptura de Stalin y Trotski; la necesidad de establecer una política de Frente Popular, como consecuencia de la llegada al poder de Adolf Hitler en Alemania; el cambio de táctica a que les obligó la alianza de Hitler con Stalin en 1939; el inmediato cambio de orientación tras la invasión de la URSS por los alemanes, y el apoyo a los aliados occidentales de la URSS.
Al finalizar la II Guerra Mundial, los partidos comunistas latinoamericanos, siempre minoritarios pero fuertemente implantados en los movimientos estudiantiles y en el mundo de la cultura y las artes, aprovecharon todas las oportunidades para apoyar las consignas de Moscú, logrando un gran desarrollo en favor de las ‘campañas por la paz’, la firma del Manifiesto de Estocolmo y las movilizaciones populares, en pleno ambiente de Guerra fría, en favor de la URSS y en contra del imperialismo.
Sufrieron frecuentes escisiones y en casi todos los países, como México, coexistieron dos o tres partidos comunistas. Con los años y la crisis profunda del comunismo, decayeron en la década de 1980 hasta su práctica desaparición o su incorporación a grupos guerrilleros o de contestación más difusa.
Entre los años 1951 y 1954 formaron parte del gobierno izquierdista de Guatemala de Jacobo Arbenz Guzmán, y a partir de 1959 lograron penetrar y dominar el movimiento castrista en Cuba, transformando la Revolución Cubana, inicialmente una reivindicación campesina y popular, en un régimen comunista. El Partido Comunista de Cuba es el único partido comunista en el poder en Latinoamérica.

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