El invento del:
Arte y arquitectura hispanomusulmanas
Arte y arquitectura
hispanomusulmanas, la arquitectura islámica española ofrece
edificios que son esenciales para la comprensión del arte musulmán, tanto por
ser creadora de formas originales, como por el papel que desempeña en la
difusión de formas y técnicas orientales.
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PERIODO
CORDOBÉS Y DE TAIFA
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Mezquita de Córdoba
La mezquita de Córdoba se comenzó
a construir hacia el 780, cuando esta ciudad era la capital del reino Omeya en
la península Ibérica. El bosque de columnas sobre el que se abren dos filas de
arcos de herradura confiere al espacio interior una misteriosa uniformidad,
acorde con el espíritu religioso del islam.
El arte hispanomusulmán
se inicia con el periodo cordobés, que comienza a fines del siglo VIII hasta
comienzos del siglo XI debido al establecimiento de la capitalidad en Córdoba.
En el arte cordobés hay una clara influencia de los edificios visigodos e
hispano-romanos, ya que se aprovecharon muchos elementos arquitectónicos de
edificios ya construidos. Por tanto es muy característico el uso del arco de
herradura semicircular, heredado de la arquitectura visigoda. Para las cubiertas
se utilizan diferentes tipologías de bóvedas, entre las que sobresalen la de
gallones y la de crucería. Su edificio más importante es la mezquita de
Córdoba.
Mandada construir por
Abd al-Rahman I en el 786 sobre el solar de una antigua iglesia visigoda. La
sala de oración está precedida por el alminar y el patio de abluciones o sahn,
y en su centro se halla la catedral del siglo XVI y la cubierta de la capilla
real de la primitiva catedral de Santa María. A la izquierda del muro del fondo
o quibla, se encontraba el palacio del califa. Una vez en el interior nos
encontramos con once naves perpendiculares a la quibla (al contrario de la
mezquita de Damasco) y una arquería doble de arcos de medio punto en la parte
superior y de herradura en la inferior con alternancia de dovelas, en rojo y
blanco, y cuyo antecedente remoto se halla en el acueducto romano de los
Milagros en Mérida. Dicha arquería reposa en un amplio cimacio que descansa en
capiteles de penca que coronan columnas de fuste liso y que no tienen basa.
Destaca su esplendoroso mihrab cuyo arco posee una fastuosa decoración vegetal
y epigráfica. En el año 833 Abd al-Rahman II amplió la cabecera y reformó la
puerta de San Esteban. Abd al-Rahman III construyó el actual alminar y,
finalmente, Al-Hakam II inició en el año 961 la gran reforma de la mezquita. Se
amplió hasta la cabecera y se dispusieron arcos polilobulados entrecruzados,
con lo que se enriqueció la obra.
Palacio de Medinat al-Zahara
La ciudad y palacio de Medinat
al-Zahara fue una de las construcciones más emblemáticas del califato Omeya.
Abd al-Rahman III ordenó el inicio de las obras en el 936 a Maslama ibn Abd
Allah. Posteriormente fue ampliado por Al-Hakam II. Ubicado en las afueras de
la ciudad y entonces capital del califato de Córdoba, es considerado precedente
artístico del palacio granadino de la Alhambra y una de las obras cumbres de
al-Andalus.
Otros ejemplos del mismo
estilo son la iglesia-mezquita del Cristo de la Luz (Bab al-Mardum), en Toledo,
transformada en iglesia en el siglo XII y que recurre al uso del ladrillo
cordobés como elemento de difusión de sus formas ornamentales, así como el
palacio de Medinat al-Zahara construido por Abd al-Rahman III para su favorita
Zahara en el 936 y que representa el prototipo de ciudad-palacio, anticipo de
la Alhambra.
A finales del primer tercio
del siglo X, sucede el periodo taifa, después de la destrucción de la unidad
política del califato cordobés. Este periodo emula constantemente el esplendor
cordobés empleando materiales de menor costo como el yeso que, a pesar de ser
poco noble, permite conseguir efectos decorativos de fastuosidad. La Aljafería
de Zaragoza es el ejemplo más ilustrativo. Presenta gran tipología de arcos de
compleja organización y profusa decoración. También son de destacar los
numerosos baños árabes que proliferan en la península Ibérica.
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PERIODO
ALMORÁVIDE, ALMOHADE Y NAZARÍ
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Planta de la Alhambra (Granada)
El palacio de la Alhambra de
Granada, residencia de varios reyes Nazaríes, se compone de un conjunto de
construcciones agrupadas de forma irregular en torno a un serie de patios.
Entre las estancias más representativas sobresalen las siguientes: 1) entrada;
2) mexuar; 3) oratorio; 4) cuarto Dorado; 5) patio de los Arrayanes; 6) sala de
la Barca; 7) salón de Comares; 8) patio de los Leones; 9) sala de los
Abencerrajes; 10) sala de los Reyes; 11) sala de Dos Hermanas; 12) sala de los
Ajimeces; 13) baños.
A partir del siglo XI,
se inaugura la segunda etapa en el arte islámico con la presencia de pueblos
bereberes (almohades y almorávides) en al-Andalus. El arte almorávide se
caracteriza por un predominio de lo decorativo sobre lo constructivo, que
recurre al uso del ladrillo en columnas o pilares, así como arcos más complejos
(polilobulados y mixtilíneos) y bóvedas más variadas como las esquifadas o de
mocárabes, y la decoración de red de rombos o sebka. Corresponden a este
periodo el mihrab de la mezquita de Almería.
Patio de los Leones, Granada
En torno al Patio de los Leones
(en la fotografía) se agrupan los aposentos privados del palacio de la Alhambra
en Granada (España). Es una de las zonas donde mejor se aprecia el carácter
paradisiaco de la vida cortesana Nazarí. Su planta rectangular está surcada por
pequeñas acequias que parten de la fuente marmórea que ocupa el centro del
patio.
La siguiente invasión
da origen al arte almohade, año 1153, que establece su capital en Sevilla hasta
su derrota frente a los cristianos en la batalla de las Navas de Tolosa (1212).
En esta fase prima lo constructivo tanto en las bóvedas como en los arcos y se
origina la tipología de mezquitas en forma de T. Así mismo se edifican
construcciones de tipo defensivo como las torres albarranas, (como la célebre
torre del Oro) las alcazabas o La Kutubiyya, mezquita de Marrakech.
Palacio de la Alhambra, Granada, España
La Alhambra, que en árabe
significa ‘el castillo rojo’, es el único ejemplo de arquitectura musulmana
medieval que ha llegado intacto hasta nuestros días. Está situado en lo alto de
una colina desde la que se divisa la ciudad de Granada. En su interior se
encuentra el bellísimo palacio real que pertenece a la etapa Nazarí del arte
hispanomusulmán.
Finalmente, el arte hispanomusulmán
culmina en su etapa Nazarí, reino de origen independiente creado a raíz
de la conquista de Granada en 1238. Arte en cierto modo ecléctico, se
caracteriza por la profusa decoración a pesar de la pobreza de los materiales
que emplean. Sus características principales son la columna de fuste cilíndrico
con un capitel de dos cuerpos, el inferior decorado con cintas y el superior
con ataurique. La elegante inscripción epigráfica que a veces decora sus
cimacios sirve de base a los arcos angrelados y peraltados. Se enriquecen las
cúpulas de mocárabes y se utilizan techumbres que complementan la rica
ornamentación en uno de los máximos momentos de declive del arte
hispanomusulmán.
Su edificio más emblemático
es la Alhambra de Granada, que comprende todo un conjunto residencial
amurallado. Sus orígenes se remontan a la alcazaba que mandó construir Muhammad
I, el fundador de la dinastía de los Nazaríes, quien abasteció de agua la
colina y levantó la torre de la Vela y la del Homenaje. El palacio que se
conserva hoy día fue construido por Yusuf I (1333-1354) —el salón del trono y
el patio de los Arrayanes en el espacio público— y por Muhammad V (1354-1391),
que completó la zona privada. Destacan los baños, quizá de los más ricos
hallados en la península, y el patio de los Leones, donde sobresalen la sala de
los Abencerrajes, la de Dos Hermanas y la de los Reyes. Los patios y los
jardines, tanto el del Partal, que es el más próximo al palacio, como el del
Generalife (la huerta excelsa) situado frente al palacio real llamado, resumen
la esencia del concepto del jardín islámico ofreciendo una imagen de belleza
sensorial incomparable. Véase Paisajismo: Oriente y el islam.
En las artes aplicadas,
son singulares las obras de seda granadina, la cerámica de reflejo metálico,
los trabajos en taracea, así como los realizados en cuero como cordobanes y
guadamecíes, y que reflejan la marcada huella oriental.