Teatro Bolshói, Moscú
El teatro Bolshói es el centro de atención de la plaza Sverdlova en Moscú. Está construido en el lugar de un antiguo teatro que se incendió en 1853. El Bolshói ha conservado el grandioso pórtico de ocho columnas coronadas por el carro de Apolo, que es parte del edificio primitivo.
Ballet del Teatro Bolshói, una de las más antiguas y famosas compañías de ballet rusas. El Ballet del Bolshói tuvo su origen en las clases que se impartían en un orfanato de Moscú en 1773. La compañía comenzó a actuar en 1776, y en 1825 fue transferida al Teatro Bolshói, cuando Adam Gluszkovsky era su maestro de danza. En esa época, había adquirido gran importancia dentro del movimiento nacionalista del teatro ruso.
El coreógrafo italiano Carlo Blasis trabajó con ella desde 1861 hasta 1864, y fue la primera en representar Don Quijote (1869), con coreografía de Marius Petipa, y el desafortunado Lago de los cisnes, del austriaco Julius Reisinger (1877). En general, durante el siglo XIX la compañía moscovita gozaba de menos reconocimiento que la de San Petersburgo.
En 1878 se nombró maestro a Alexander Gorsky, quien desarrolló el estilo del Bolshói y cimentó una reputación que ha permanecido hasta nuestros días. Gorsky, junto con los bailarines Ekaterina Geltser y Vasili Tikhomirov, dirigió la compañía durante la Revolución y en la década de 1920 y 1930. Ballets como La amapola roja (1927), que celebraba los logros soviéticos, fueron representativos de su estilo. Entre las bailarinas de esta época se encontraban Marina Semenova y Olga Lepeshinskaya.
Después de la II Guerra Mundial, el Bolshói ofreció la primera representación de Cenicienta, de Serguéi Prokófiev, con coreografía de Rostislav Zakharov (1945). Galina Ulánova y Leonid Lavrovsky fueron transferidos desde el actual Ballet del Teatro Kírov, y el Bolshói se convirtió en la compañía más importante de la Unión Soviética. En la década de 1950 Maia Plisiétskaia, Raissa Struchkova, Nina Timofeyeva, Nicolai Fadeyechev y Andris Liepa eran los bailarines principales. En 1956 la compañía debutó con gran éxito en Londres y su reputación se extendió por todo el mundo. A mediados de 1960, Yuri Grigoróvitch fue nombrado director. Bajo su mandato se produjeron ballets de larga duración, entre los que destaca Spartacus (1968), con espectaculares movimientos de masas y acrobáticos pas de deux. Estos ballets, junto a versiones revisadas de los clásicos, han conformado, desde entonces, su repertorio. En 2000 el Teatro Bolshói pasó a depender del Ministerio de Cultura ruso, y Vladímir Vasíliev, el director que durante cinco años había conducido a la compañía a un estado de creciente deterioro, fue sustituido en medio de grandes polémicas por el director de orquesta Guennadi Rozhdéstvenski en el cargo de director general-director artístico.