Futurismo





El invento del: Futurismo

Escultura futurista
Escultura futurista
Con este bronce de 1913 de título Formas únicas de continuidad en el espacio, el artista futurista italiano Umberto Boccioni intentó mostrar el modo en que el cuerpo humano interactúa con su entorno a medida que se mueve. Esta escultura se encuentra en la Tate Gallery de Londres.

Futurismo, movimiento artístico de comienzos del siglo XX que rechazó la estética tradicional e intentó ensalzar la vida contemporánea, basándose en sus dos temas dominantes: la máquina y el movimiento. Se recurría, de este modo, a cualquier medio expresivo (artes plásticas, arquitectura, urbanismo, publicidad, moda, cine, música, poesía) capaz de crear un verdadero arte de acción, con el propósito de rejuvenecer y construir de nuevo la faz del mundo. El poeta italiano Filippo Tommaso Marinetti recopiló y publicó los principios del futurismo en el manifiesto de 1909. Al año siguiente los artistas italianos Giacomo Balla, Umberto Boccioni, Carlo Carrà, Luigi Russolo y Gino Severini firmaron el Manifiesto del futurismo.

El futurismo se caracterizó por el intento de captar la sensación de movimiento. Para ello superpuso acciones consecutivas, una especie de fotografía estroboscópica o una serie de fotografías tomadas a gran velocidad e impresas en un solo plano. Ejemplos destacados son el Jeroglífico dinámico de Bal Tabarin (1912, Museo de Arte Moderno, Nueva York) y el Tren suburbano (1915, Colección Richard S. Zeisler, Nueva York), ambos de Gino Severini. En el campo de la fotografía destacaron los hermanos Bragaglia y sus imágenes movidas, que ofrecen tiempos sucesivos y trayectoria de los gestos, como en Carpintero serrando o Joven meciéndose.

En 1914 se presentaron también los primeros dibujos sobre una ciudad moderna de Antonio Sant'Elia y Mario Chiattone. Sant'Elia presentó ese mismo año su Manifiesto de la arquitectura futurista, un proyecto utópico que cristalizó en las imágenes de la Ciudad Nueva: la nueva medida ya no era el edificio, sino la estructura urbana, y apostaba, además, por las nuevas tipologías, como estaciones de trenes y aeroplanos, centrales eléctricas, casas escalonadas con ascensores… Se trataba de un nuevo mundo vertical y mecánico, conectado a través de redes de ascensores de hierro y cristal.

Aunque el futurismo tuvo una corta existencia, aproximadamente hasta 1914, su influencia se aprecia en las obras de Marcel Duchamp, Fernand Léger y Robert Delaunay en París, así como en el constructivismo ruso. En 1915 algunos de los representantes del futurismo, como Marinetti y Sant'Elia, se enrolaron en un batallón de voluntarios, de acuerdo con el punto nueve de su decálogo fundacional, donde se ensalzaba la guerra como la única higiene del mundo. Algunos de ellos murieron, como Sant'Elia, y los demás radicalizaron sus posiciones, como la conocida conversión al fascismo en las elecciones de 1919.


Fauvismo





El invento del: Fauvismo

Puente de Londres
Puente de Londres
Puente de Londres (1906, Museo de Arte Moderno, MOMA, Nueva York), de André Derain, presenta la perspectiva distorsionada, pincelada libre y fuerte colorido característicos de los pintores fauvistas.

Fauvismo, movimiento pictórico francés de escasa duración (entre 1904 y 1908, aproximadamente) que revolucionó el concepto del color en el arte contemporáneo. Los fauvistas rechazaron la paleta de tonos naturalistas empleada por los impresionistas en favor de los colores violentos, introducidos por los postimpresionistas Paul Gauguin y Vincent van Gogh, para crear un mayor énfasis expresivo. Alcanzaron una intensa fuerza poética gracias al fuerte colorido y al dibujo de trazo muy marcado, desprovisto de dramatismo lumínico.

El término fauves, literalmente ‘fieras’, fue una etiqueta peyorativa aplicada, probablemente por el crítico Vauxcelles, con motivo de la primera exposición, celebrada en la sala VII del Salón de Otoño de 1905, donde se mostraba un torso italianizante entre estas pinturas de colores casi puros; ante esta visión, parece ser que el crítico exclamó: “Donatello entre las fieras”. Sus integrantes fueron André Derain, Maurice de Vlaminck, Raoul Dufy, Georges Braque, Henri Manguin, Albert Marquet, Jean Puy, Emile Othon Friesz y Henri Matisse, su principal exponente. El término fauves nunca fue aceptado por los propios pintores y, de hecho, no describe de ningún modo su intención subjetiva ni el lirismo de sus imágenes.

El fauvismo, a diferencia de otros ismos, no reclamaba un programa estético ni lanzó ningún manifiesto. Pretendían revisar cuestiones abiertas aún no resueltas por los impresionistas, como la imposibilidad de imitar los efectos de la luz solar y su representación a través del color. De este modo su intención fue la de explorar el color como un medio expresivo independiente de la recreación de la luz.

Técnicamente, el uso fauvista del color derivó de los experimentos realizados por Matisse en Saint-Tropez durante el verano de 1904, donde contactó con los pintores que aplicaban pequeñas manchas de color puro para conseguir una imagen óptica más científica que la de los impresionistas. Los cuadros neoimpresionistas de Matisse, mientras siguió estrictamente estas reglas, ya mostraban un pronunciado interés por el lirismo del color.

En general, se suele hablar de dos etapas del movimiento fauvista: la primera, entre 1905 y 1906, denominada fauvismo de la técnica mixta, que se caracterizaba por la síntesis entre el divisionismo de Georges Seurat y la arbitrariedad de las áreas cromáticas de Vincent van Gogh. La segunda es el llamado fauvismo del color plano, desarrollada entre los años 1906 y 1907, influida por Gauguin y donde ya se apreciaba una madurez cromática y formal.

En el verano de 1905, Matisse y Derain pintaron juntos en Collioure con “una luz dorada que elimina sombras”. Empezaron a usar los colores complementarios puros, en pinceladas vigorosas y uniformes, sueltas y alargadas, obteniendo así campos lumínicos más que representaciones objetivas de la luz. Con su colorido estridente, estos cuadros evocan en el espectador el espíritu del Mediterráneo. Cuando ambos conocieron las pinturas de los mares del Sur de Gauguin, se confirmaron en sus teorías sobre la subjetividad del color y se consolidó el movimiento fauvista.
Matisse rompió definitivamente con la representación naturalista (óptica) del color: la nariz de una mujer puede representarse con una mancha verde si con ello se añade expresividad a la composición. “Yo no pinto mujeres, pinto cuadros”, dijo textualmente este artista.

Cada pintor fauvista experimentó con las premisas del estilo a su modo. Hacia 1908, no obstante, todos habían abandonado su vinculación al grupo, aunque mantuvieron en su obra la constante del colorido como elemento expresivo de la pintura.


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