El invento del:
Arte pompier
Arte
pompier, denominación peyorativa utilizada para calificar el arte
oficial de la segunda mitad del siglo XIX.
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DEFINICIÓN
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Como sinónimo de arte
académico, la expresión surgió a partir de una burla formulada por los pintores
románticos contra los pintores neoclásicos de la escuela de Jacques-Louis
David, que solían representar a los guerreros tocados con cascos (pompier
significa en francés ‘bombero’). Por extensión, el arte pompier terminó por
referirse a toda forma de expresión artística adscrita a las reglas estéticas
preconizadas por las autoridades de Bellas Artes, es decir, los miembros del
Instituto de Francia, los profesores de la Academia de Bellas Artes y el jurado
del Salón. Estudios recientes sobre los pintores de esta tendencia han
contribuido a rehabilitarlos y a comprender mejor sus aspiraciones estéticas.
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PRINCIPALES
REPRESENTANTES
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Los primeros representantes
fueron Jean-León Gérôme, Jean-Louis Hamon y Charles Gabriel Gleyre, en activo
durante las décadas de 1840 y 1850. Surgidos del neoclasicismo, sustituyeron la
grandilocuencia del género histórico por un intimismo algo amanerado, como Jóvenes
griegos en una pelea de gallos (1847, Museo de Orsay, París), de Gérôme.
Las esculturas de estilo clásico de Jean-Jacques Pradier (Odalisca,
1841, Museo de Bellas Artes, Lyon) y de Auguste Clesinger (Mujer picada por
una serpiente, 1847, Museo de Orsay) son más sensuales.
Simultáneamente, se realizaron
obras grandiosas y magistrales, entre las que figuran Los romanos de la
decadencia (1847, Museo de Orsay), de Thomas Couture. A la manera de las
esculturas de Carrier-Belleuse, esta pintura atestigua el apego de las
instituciones y del público a los principios estéticos de la antigüedad clásica
y a la historia.
El fin de siglo vio el
desarrollo de una pintura más edulcorada, como testimonian las obras de William
Bouguereau (El nacimiento de Venus, 1879, Museo de Orsay) y de Alexandre
Cabanel (El nacimiento de Venus, 1863, Museo de Orsay). En cambio, con
Eugène Guillaume (Matrimonio romano, 1877, Museo de Bellas Artes,
Dijon), Jules Dalou (Triunfo de la República, 1879-1889, plaza de la
Nación, París), Frédéric-Auguste Bartholdi o Emmanuel Fremiet (Juana de
Arco, 1874, París), el estilo escultórico se volvió más sobrio.
Los honores y los numerosos
encargos oficiales que recibían los artistas pompiers acabaron por
desacreditarlos a los ojos de los artistas de vanguardia. Lo cierto es que su
arte cayó muchas veces en el oportunismo: Jean-Louis Meissonier pintó
hábilmente temas históricos, Léon Bonnat retratos mundanos y Henri Gervex supo
explotar los temas del momento (Rolla, 1878, Museo de Bellas Artes,
Burdeos). Convencidos de la superioridad de un oficio paciente y sabio fundado
en la belleza, se opusieron al impresionismo, cuya modernidad e innovación les
desconcertaba.