Literatura alemana, literatura escrita en lengua alemana desde el siglo VIII hasta nuestros días, incluidas las obras de autores alemanes, austriacos y suizos. Se suele dividir en periodos que corresponden generalmente con el desarrollo de la lengua alemana y el crecimiento y unificación de Alemania como nación. Véase también Literatura austriaca; Suiza: Literatura.
2 | | PERIODO DEL ANTIGUO ALTO ALEMÁN |
(800-1100). La obra literaria más antigua que se conoce en alemán es el poema épico Hildebrandslied (El cantar de Hildebrand), del que ha sobrevivido un fragmento fechado alrededor del año 800. Esta obra describe, en versos aliterativos en bajo y alto alemán, el enfrentamiento y el inicio de una batalla entre el héroe legendario Hildebrand y su hijo. Otras leyendas tratan de personajes heroicos como Teodorico, rey de los ostrogodos; Atila, rey de los hunos; y Sigfrido, al que algunas autoridades en la materia identifican con el jefe germano Arminio, que derrotó a los romanos el año 9 d.C. en el bosque de Teotoburg, en la baja Sajonia.
El cristianismo, que fue la fuerza dominante en la literatura alemana desde el siglo IV hasta el XII, renegaba de esta tradición pagana. En la temprana fecha de 381, Ulfilas, obispo de los godos, tradujo la Biblia a su lengua vernácula, y un sacerdote anónimo escribió Muspilli (900), un poema aliterativo en dialecto bávaro que describe la destrucción del mundo por el fuego el día del Juicio Final. Otra obra importante, escrita en antiguo bajo alemán, es el poema épico Heliand (siglo IX), en el que Cristo es representado como un príncipe germánico y sus discípulos como súbditos feudales.
Bajo el dominio del franco Carlos Martel se fundaron muchas abadías, entre ellas la famosa de Sankt Gallen (ahora en Suiza) y la de Fulda en Alemania. En estas abadías los monjes preservaron la literatura antigua tanto como la historia de su propia época. Sin embargo, durante este periodo la mayoría de las obras literarias fueron escritas en latín, usándose el alemán principalmente para traducciones de la lengua antigua. Un ejemplo de poema épico escrito en latín es el Walthariuslied (Cantar de Walter, 930?) de Ekkehard, el abad de Sankt Gallen, que cuenta la fuga del héroe Walter de la corte de Atila y su boda posterior. Además de poemas épicos como éstos escritos para las cortes palaciegas, durante los siglos IX y X se desarrolló una literatura oral popular. De ella formaban parte cuentos y baladas que hasta aproximadamente el siglo XIV no se fijaron por escrito.
3 | | PERIODO DEL MEDIO ALTO ALEMÁN (1100-1370) |
Mientras los escritos en prosa y el teatro se presentaron casi siempre en forma de obras didáctico-religiosas durante toda la edad media, la poesía se desarrolló como un modo de expresión secularizada, y aparecieron las formas épicas, líricas y satíricas, que daban voz a las virtudes de la caballería y del amor cortés. Los Spielleute, o juglares itinerantes, entretenían a sus oyentes con historias de aventuras basadas a veces en las experiencias de los guerreros que volvían de las Cruzadas. Entre los poemas épicos de este periodo, el más notable fue König Rother (El rey Rother, 1150?). Otro estilo importante fue la epopeya cortesana, que alcanzó su forma más elevada en las obras de Hartmann von Aue (1170?-1235?), Gottfried von Strassburg, Wolfram von Eschenbach y Hendrik van Veldeke. Aunque las obras de algunos escritores franceses como Chrétien de Troyes y otros, sirvieron de modelos para los poemas épicos alemanes, los escritores alemanes expresaron sus propios ideales, encontraron su propia forma y estilo, y muy frecuentemente añadieron profundidad a las narraciones. Una variación de la epopeya cortesana fueron los poemas épicos en los que la figura central era un animal. Reineke Fuchs (Reineke el zorro, 1180?) de Heinrich el Glîchesaere, es el mejor ejemplo. El más importante de los poemas épicos germanos es el Nibelungenlied (Cantar de los nibelungos), que un autor desconocido puso por escrito a principios del siglo XIII.
La poesía lírica durante el periodo del medio alto alemán se desarrolló en la forma del Minnesang, o lírica cortesana, compuesta por poetas líricos llamados Minnesänger. El gran maestro de este tipo de poesía es Walther von der Vogelweide. Sus obras, que incluyen canciones de amor, poemas religiosos y epigramas, expresan su idealismo personal y político y muestran su independencia de la autoridad papal.
En la segunda mitad del siglo XIII la naturaleza de la épica comienza a cambiar con la introducción de personajes de la burguesía y del campesinado. Los campesinos, hasta entonces objeto de burla, poco a poco irán alcanzando importancia en literatura, apareciendo en lugar prominente en obras como Meier Helmbrecht, un cuento del siglo XIII sobre la vida campesina.
Till Eulenspiegel
El campesino medieval Till Eulenspiegel aparece en muchos cuentos folclóricos alemanes como un pícaro que se burla de las personas que ostentan poder y autoridad.
El ascenso de la burguesía en los siglos XIV y XV y las luchas de los campesinos contra la nobleza culminaron en la gran revolución religiosa del siglo XVI conocida como la Reforma. Este movimiento tuvo su reflejo en la literatura, especialmente a través de Martín Lutero, cuya traducción de la Biblia estableció el nuevo alto alemán como lengua literaria de Alemania. En la literatura secular se abandonó el aristocrático Minnesang en favor de las Meistergesang (‘canciones de los magistrales’), escritas por gremios de artesanos llamados meistersinger. También fueron populares los sencillos poemas líricos que más tarde se llamaron colectivamente Volkslieder (‘canciones populares’; véase Folclore). El Schwank, una forma grotesca de argumento cómico, dio expresión popular a las historias de algún pícaro malicioso como Till Eulenspiegel. En el famoso Das Narrenschiff (La nave de los locos, 1491), el poeta humanista Sebastian Brant satirizó más de cien formas contemporáneas de estupidez e inmoralidad. Otro autor de éxito fue Johann Fischart, poeta satírico y polemista defensor de la causa protestante, que apoyaba su material en las aventuras de Gargantúa y Pantagruel, personajes creados por el satírico francés François Rabelais. Este periodo registra la primera aparición del legendario profesor Johann Faust en la anónima narración en prosa, publicada en 1587, Historia von Dr. Johann Fausten.
A fines del siglo XV el teatro en alemán, hasta entonces limitado a representaciones de la Pasión y otros espectáculos religiosos, comenzó a tomar forma secularizada en los Fastnachtsspiele (‘representaciones de carnaval’), piezas teatrales cómico-alegóricas que se representaban durante la época de carnaval. Elementos de ese mundo penetraron gradualmente incluso en las obras religiosas de Navidad y Pascua. Entre los dramaturgos importantes del periodo de la Reforma están Burkard Waldis, que escribió también fábulas satíricas, Nikodemus Frischlin y Hans Sachs, poeta y dramaturgo que se hizo famoso con sus Fastnachtsspiele.
A principios del siglo XVII, el crítico Martin Opitz llevó a cabo un intento de incorporar influencias francesas en la literatura alemana. En su obra principal, Das Buch von der deutschen Poeterey (Libro de la poesía alemana, 1624), Opitz pedía que los escritores alemanes imitaran los modelos franceses en estilo, metros y temas. Aunque algunas academias literarias llevaron sus reglas hasta extremos de complicada formalidad, otros poetas, influidos por Opitz, alcanzaron una creciente individualidad de expresión. Entre ellos se encuentran Simon Dach, Paul Flemming, Johann Scheffler, comúnmente llamado Angelus Silesius, y el barón Friedrich von Logau. La poesía protestante del siglo XVII alcanzó su cumbre en los himnos de Paul Gerhardt.
El desarrollo de la literatura alemana se vio frenado a causa de la guerra de los Treinta Años. Los efectos del conflicto se pueden ver en la obra del novelista Hans Jakob Christoph von Grimmelshausen. Su historia del hijo de un campesino desilusionado, Der abenteurliche Simplicissimus (Simplicissimus, 1669), es la primera gran novela en lengua alemana. Comedias como Peter Squentz, del satírico Andreas Gryphius, también describen el desencanto y la desilusión que siguieron inevitablemente a la guerra.
Al comienzo del siglo XVIII la vida cultural alemana se había hecho más receptiva a los nuevos modelos e ideas literarias. Novelas como Robinson Crusoe, del novelista inglés Daniel Defoe, fueron ampliamente leídas en Alemania, y significaron la decadencia de la narración heroica y el incremento del realismo en la novela alemana. Un crítico notable del periodo fue Johann Christoph Gottsched, cuyo Versuch einer critischen Dichtkunst vor die Deutschen (Ensayo de una poética crítica para los alemanes, 1730) fijó las normas derivadas de la lógica y la precisión de la literatura francesa. Gottsched intentó también reformar el teatro, como árbitro literario y traductor de piezas francesas, griegas y latinas. Su influencia literaria, sin embargo, fue desafiada por un grupo de escritores jóvenes que deseaban liberar a la literatura alemana de la restrictiva influencia de los modelos extranjeros. Estimulados por el nacionalismo de Federico II el Grande, pero influidos también por sus amplios intereses culturales, estos escritores encabezaron una de las épocas más importantes de la literatura alemana. Entre las sucesivas fases de esta época se encuentran el periodo preclásico (1748-1788), el movimiento del Sturm und Drang (que comenzó hacia 1770), y los periodos clásico (1788-1798) y romántico (1798-1832).
Gotthold Ephraim Lessing
Gotthold Ephraim Lessing fue uno de los más importantes escritores alemanes del siglo XVIII. Su pieza teatral Miss Sara Sampson (1755) es considerada la primera tragedia alemana que retrata la vida de la clase media.
Christian Fürchtegott Gellert, un escritor temprano del periodo preclásico, gozó de gran popularidad con sus fábulas didácticas, poemas, novelas y comedias. De mayor importancia, sin embargo, fue el poeta y dramaturgo Friedrich Gottlieb Klopstock. En su poema épico religioso Messias (El Mesías, 4 volúmenes, 1751-1773) y en su colección de odas, introdujo una fuerte emoción personal en la poesía alemana. Y, lo que es más importante, la concepción de Klopstock de la misión sagrada del poeta influyó en los escritores que le siguieron. Christoph Martin Wieland, autor del poema épico Oberon (1780), también tuvo su influencia en el desarrollo de la literatura alemana. El Agathon de Wieland (1766-1777) se considera la primera novela psicológica de la literatura alemana.
F. G. Klopstock
Klopstock, poeta lírico alemán, rechazó todo tipo de racionalismo en el arte. En sus poesías destaca el patriotismo y la religiosidad. Este retrato es obra de Johann Heinrich Wilhelm Tischbein (1751-1829) y se encuentra en el Museo Nacional Schiller de Marbach (Württemberg).
Los dramas de Gotthold Ephraim Lessing, notables por sus personajes y su pasión, están en el origen del teatro moderno alemán. Dio a la escena alemana su primera tragedia de la vida cotidiana (bürgerliches Trauerspiel) en Miss Sara Sampson (1755), y en su poema dramático Nathan der Weise (Nathan el sabio,1779) hizo un ardiente llamamiento en favor de la tolerancia religiosa. Minna von Barnheld (1767) es una hábil comedia. En su influyente tratado crítico Laokoon (Laoconte, 1766), Lessing introdujo el espíritu de la Ilustración en Alemania (véase Siglo de las Luces).
Friedrich von Schiller
Friedrich von Schiller, el mayor dramaturgo de la literatura alemana, escribió también obras históricas, filosóficas y poéticas hacia finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, hasta su muerte en 1805. Sus obras teatrales exaltan la dignidad humana, el optimismo y el idealismo moral y las filosóficas ayudaron a extender el idealismo y el neoclasicismo alemanes.
El filósofo Johann Gottfried von Herder fue la figura dominante de este nuevo movimiento, que tomó su nombre de la pieza teatral Sturm und Drang (Tormenta e impulso, 1776) de Friedrich Maximilian von Klinger, uno de los jóvenes escritores deslumbrados por el rechazo de las autoridades tradicionales que llevó a cabo Herder. Los miembros de este grupo abandonaron el racionalismo y la preocupación por la forma y la estructura que habían caracterizado el teatro clásico y francés. Influidos por los estudios de Herder de los pueblos primitivos y la cultura popular, acentuaron el uso de elementos nacionales o populares, y buscaron inspiración en el Volkslied (poesía popular) y en otros aspectos de la cultura alemana. Su deseo de emancipación fue simbolizado en poemas y dramas que trataban de individuos heroicos dominados por emociones incontroladas y comprometidos en conflictos inmensos.
Muchos elementos del Sturm und Drang se pueden encontrar en los primeros dramas de dos de los más importantes autores alemanes, Johann Wolfgang von Goethe y Friedrich von Schiller. La temprana obra teatral de Goethe, Götz von Berlichingen (1773), de clara inspiración shakesperiana, trata de un caballero del siglo XVI, opuesto a la aristocracia y a la iglesia, que dirige una revuelta de campesinos. La melancolía introspectiva, otro de los rasgos del Sturm und Drang, se manifiesta claramente en la novela de Goethe, Die Leiden des jungen Werthers (Las desventuras del joven Werther, 1774). El héroe sentimental, desgraciado en amores, se suicida. Cientos de lectores jóvenes, según ciertos estudios, siguieron el ejemplo de Werther. La obra más importante de Goethe en este periodo es el llamado Urfaust, la versión conservada más antigua de su largo drama poético Faust (2 volúmenes, 1808-1832), completado en los últimos años de la vida del poeta. Schiller, en Die Räuber (Los bandidos, 1781) y Kabale und Liebe (Intrigas y amor, 1783), puso el acento en los aspectos políticos del Sturm und Drang, atacando la tiranía política y la corrupción social.
Johann Wolfgang von Goethe
Figura fundamental de la literatura alemana, Johann Wolfgang von Goethe es también el más genuino representante del romanticismo alemán. Entre finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, escribió poemas, obras teatrales y novelas, entre las que destaca Fausto (primera parte, 1808, segunda, 1832), un drama poético considerado como la mejor adaptación de la leyenda de Fausto, personaje que vende su alma al diablo a cambio de conocimiento y experiencia.
La evolución de Goethe y Schiller, después de sus primeros dramas, representa uno de los mayores logros del periodo clásico en la literatura alemana —una época caracterizada por su contención emocional, equilibrio del pensamiento y brillantez de expresión—. Ambos escritores recibieron la influencia de la extensa actividad filosófica del periodo, que culminó en el idealismo del filósofo Immanuel Kant y su discípulo Johann Gottlieb Fichte. Durante el periodo clásico, además, Goethe y Schiller se hicieron íntimos amigos, a pesar de las diferencias de sus actitudes filosóficas. Schiller creía en ideales éticos absolutos, que suministran las ideas fuerza de sus obras dramáticas más importantes: la trilogía Wallenstein (1798-1799), María Estuardo (1800), Die Jungfrau von Orleans (La doncella de Orleans, 1801) y Wilhelm Tell (Guillermo Tell, 1804). Goethe extrae su filosofía de sus experiencias como poeta lírico, dramaturgo, novelista, ensayista y personaje político. Vivió de acuerdo con el ideal expresado en el Fausto: nunca estar satisfecho con lo que uno es y esforzarse incesantemente por aprender, mejorar, alcanzar objetivos. Sus escritos muestran claramente su evolución desde la rebeldía juvenil a la búsqueda del dominio emocional, la objetividad, la belleza y la personalidad humana ideal. Las dos partes de Fausto, por otro lado, han sido consideradas a menudo representativas de las tendencias dominantes de la literatura alemana; la primera parte contiene muchos elementos del movimiento literario conocido como romanticismo, y la segunda representa el clasicismo más admirado por Goethe.
Esos elementos también pueden encontrarse en la obra del poeta Friedrich Hölderlin, cuya admiración por la armonía del mundo clásico resultó viciada, como lo vislumbraron Goethe y sus contemporáneos, por su visionaria actitud religiosa. El propio Hölderlin indagó en el conflicto entre los ideales absolutos y los problemas de la existencia en su novela epistolar Hyperion (2 volúmenes, 1797-1799) y en su poesía. Otro escritor muy individualista del último periodo clásico, el dramaturgo y autor de novelas cortas, Heinrich von Kleist, retrató a personajes heroicos en conflicto con su destino. Sus comedias Der zerbrochene Krug (El cántaro roto, 1806) y Amphytrion (1807) pintan los conflictos humanos de una forma casi trágica. Las narraciones del humorista Johann Friedrich Richter (más conocido por el seudónimo Jean Paul), con su fantasía y su sentido de lo grotesco, lo colocan cerca del movimiento romántico, que dominaba en la literatura alemana a comienzos del siglo XIX.
Ludwig Tieck
Figura relevante del romanticismo literario alemán, Tieck es el autor de una versión satírica del famoso cuento El gato con botas.
La creciente tendencia romántica de la literatura alemana, como se evidenciaba, por ejemplo, en algunos de los últimos escritos de Goethe, se convirtió en dominante en 1798, con la primera aparición del periódico Das Athenäum, editado por tres amigos, el escritor Ludwig Tieck y los críticos August Wilhelm von Schlegel y Friedrich von Schlegel. El romanticismo en la literatura de Alemania, como en la de otros países, fue el resultado de una fusión de elementos políticos, filosóficos y artísticos. Las guerras napoleónicas despertaron en los escritores alemanes un nuevo sentido de la identidad nacional, mientras crecía su admiración por individuos heroicos como Napoleón y Ludwig van Beethoven. Los elementos nacionalistas del romanticismo fueron defendidos en Alemania por el filósofo y teólogo Friedrich Ernst Daniel Schleiermacher, que insistió en las virtudes de la independencia nacional e influyó en poetas como Ernst Moritz Arndt y Karl Theodor Körner. La obra del filósofo Friedrich Wilhelm Joseph von Schelling dio al movimiento una base filosófica por su misticismo y su creencia en la unidad última del mundo natural y el espiritual. Los cuentos populares y la mitología, otra de las preocupaciones del romanticismo alemán, recibieron atención en las recopilaciones hechas por dos profesores, los hermanos Grimm, Jacob Ludwig Karl y Wilhelm Karl. Una notable colección de canciones populares alemanas fue recogida por el poeta y dramaturgo Clemens Maria Brentano y su cuñado Achim von Arnim, Des Knaben Wunderhorn (El muchacho del cuerno maravilloso, 3 volúmenes, 1805-1808).
Nikolaus Lenau
Lenau es el poeta lírico y romántico por excelencia de su país.
Los temas románticos caracterizan la obra del poeta Friedrich von Hardenberg, conocido como Novalis, autor de los misteriosos y profundamente religiosos Hymnen an die Nacht (Himnos a la noche, 1800) y de la novela Heinrich von Ofterdingen (1802). A Ludwig Tieck, poeta, dramaturgo y novelista, le faltaba la profundidad y el sentimiento religioso de Novalis, pero era extremadamente elocuente y estaba dotado para la expresión de elementos poéticos, fantásticos y satíricos. Joseph Eichendorff cantó la belleza de la naturaleza en sus poemas, y las virtudes de la pereza en su obra en prosa Aus dem Leben eines Taugenichts (La vida de un vagabundo tunante, 1826). La ternura genuina de la canción popular se encuentra en los poemas de Adelbert von Chamisso, aunque muchos tengan elementos trágicos, como muestra su obra en prosa, Peter Schlemihls wundersame Geschichte (La historia maravillosa de Peter Schlemihl, 1814). El escritor de baladas más importante de esta generación fue Ludwig Uhland. Uno de los maestros de la poesía y la prosa fue Eduard Mörike; la tranquila calma de su escritura contrasta con la melancolía de la poesía de Nikolaus Lenau. La mayoría de los poetas románticos fueron también magníficos narradores, pero el prosista más original de este periodo fue E. T. A. Hoffmann, el maestro de los cuentos que tratan de lo sobrenatural.
6 | | REVOLUCIÓN Y REACCIÓN (1832-1871) |
Paul Johann Ludwig von Heyse
Paul von Heyse (1830-1914) fue el primer escritor alemán que recibió el Premio Nobel de Literatura (1910). Se opuso a las tendencias naturalista e impresionista dominantes a finales del siglo XIX en Alemania. Autor de piezas teatrales y novelas, es más reconocido por su obra poética.
Durante la década de 1830 una nueva generación de escritores dejó las fantasías del romanticismo para participar en los acontecimientos políticos. Formaron un movimiento llamado Junges Deutschland (Joven Alemania) y en varias partes de Alemania apoyaron los intentos de los elementos liberales para modificar el poder absoluto de los príncipes feudales que aún sobrevivía. El filósofo principal de este periodo fue G. W. F. Hegel, cuyo idealismo racionalista influyó mucho en el poeta lírico y crítico Heinrich Heine. Este último, figura dominante entre los nuevos escritores, empezó su carrera con poemas irónicos sobre temas románticos. Se hizo famoso con la publicación de Buch der Lieder (Libro de canciones, 1828). Tras el fracaso de la revolución de 1830, huyó a París, donde escribió sus poemas más importantes y muchos artículos de crítica sobre arte contemporáneo y política. Observador perspicaz, Heine se anticipó a muchas de las técnicas del periodismo moderno. Otro político exiliado, Ludwig Börne, intentó agitar la actividad política alemana en sus Briefe aus Paris (Cartas de París, 1830-1833).
Las ideas políticas dominaron el teatro alemán del siglo XIX. Además de Kleist, Christian Dietrich Grabbe y otros escritores produjeron piezas significativas. El más importante, sin embargo, fue el dramaturgo revolucionario Georg Büchner, un pionero en el realismo psicológico, cuyas obras continúan representándose. Su Dantons Tod (La muerte de Danton, 1835) analiza la futilidad y apatía que se apoderaron del líder revolucionario francés Georges Jacques Danton al final de su vida. En Woyzeck (1836) —más conocida en la versión operística del compositor austriaco Alban Berg— Büchner pinta la trágica desintegración de un pobre soldado al que una sociedad injusta y cruel ha convertido en víctima. El tema, el estilo y la profunda introspección psicológica de esta obra la señalan como pieza clave del teatro alemán moderno.
El realismo psicológico y la percepción política caracterizan también las tragedias históricas de Friedrich Hebbel y las obras teatrales del dramaturgo austriaco Franz Grillparzer. Ferdinand Raimund escribió comedias que tenían lugar en un mundo de cuento de hadas y de acontecimientos mágicos pero que reflejaban su profunda melancolía. Compusieron divertidas sátiras Johann Nepomuk Nestroy y Ludwig Anzengruber, que escribió obras sobre la vida campesina, anticipándose, en su preocupación por los problemas sociales, al movimiento literario conocido como naturalismo.
El compositor Richard Wagner ejerció una profunda influencia en el teatro alemán del siglo XIX. Participó en la fracasada revolución de 1848, produjo muchos escritos describiendo la importancia del teatro en el desarrollo de la civilización y llamó a la unión de las artes en la forma conocida como drama musical. Como poeta, escribió los textos de sus dramas musicales, exaltando las grandes tradiciones de la literatura alemana en obras como Die Meistersinger von Nürnberg (Los maestros cantores de Nuremberg, 1867) y Parsifal (1882). La filosofía de Arthur Schopenhauer, cuyo pensamiento oscuramente pesimista puede considerarse típico de la atmósfera derrotista que siguió a la represión política de 1848, es evidente en la obra de Wagner. Schopenhauer, en su obra principal Die Welt als Wille und Vorstellung (El mundo como voluntad y representación, 1819), concibe un principio activo fundamental, la voluntad, que opera como fuerza conductora en todas las formas de existencia y que, en los seres humanos, causa una insatisfacción y un sufrimiento inevitables, salvo que sean contrarrestados por una actitud de santa resignación. Esta concepción de una fuerza primigenia que gobierna en el comportamiento humano iba a tener una significativa influencia en la literatura y la filosofía alemanas posteriores.
Annette von Droste-Hülshoff
Annette von Droste-Hülshoff fue una de las mejores escritoras alemanas del siglo XIX. Es sobre todo conocida por su novela corta Die Judenbuche (El haya de los judíos), del año 1842.
Entre los narradores más populares de mediados del siglo XIX se encuentra la poetisa baronesa Annette Elisabeth von Droste-Hülshoff, conocida por su novela corta Die Judenbuche (El haya de los judíos, 1842). Detalladas descripciones de la naturaleza caracterizan las novelas de Adalbert Stifter; Der Nachsommer (El veranillo de San Martín, 1857) y Witiko (3 volúmenes, 1865-1867) son sus obras más famosas. El novelista suizo Gottfried Keller, en su novela autobiográfica Der grüne Heinrich (Enrique el verde, 4 volúmenes, 1854-1855), continuó la tradición del Bildungsroman, iniciada en la obra de Goethe, Wilhelm Meisters Lehrjahre (Los años de aprendizaje de Wilhelm Meister, 4 volúmenes, 1795-1796). La vida rural y los problemas del individuo en una sociedad en expansión son retratados por los novelistas Albert Bitzius, que utilizaba el seudónimo Jeremias Gotthelf, y Wilhelm Raabe. Conrad Ferdinand Meyer, poeta y novelista, elige personajes de la edad media para muchas de sus baladas y narraciones. La comunión de los seres humanos y la naturaleza constituye un tema recurrente en la poesía y las novelas cortas de Hans Theodor Storm. “Immensee” (1852), una de sus narraciones más famosas, es un cuento lírico y nostálgico sobre la infancia. Al final, su estilo se hace más sombrío, como puede comprobarse en Der Schimmelreiter (El jinete del caballo blanco, 1888), obra en la que muestra el efecto del mar en la vida de los habitantes de las costas. Theodor Fontane, escritor de baladas y novelas, se hizo famoso por sus perspicaces críticas de la sociedad alemana a fines del siglo XIX.
Theodor Storm
Las primeras obras del escritor alemán Theodor Storm destacan por un lenguaje que une, a su sencillez, una gran cualidad musical. Las obras posteriores reflejan una profunda preocupación por los temas sociales.
El idealismo dominante en la filosofía alemana quedó postergado en favor del materialismo por Paul Johann Aselm von Feuerbach, cuya obra influyó en los revolucionarios alemanes Karl Marx y Friedrich Engels. Entre los numerosos estudiosos que promovieron el desarrollo de la ciencia de la historia durante esta época se encuentran Leopold von Ranke, considerado un fundador de la escritura objetiva de la historia; Theodor Mommsen, un experto en estudios sobre Roma; y Jakob Burckhardt, famoso por Kultur der Renaissance in Italien (La cultura del renacimiento en Italia, 1860). Estudiaron el desarrollo de Alemania como nación Wilhelm Häring, que utilizaba el seudónimo de Willibald Alexis, y el ardiente nacionalista Heinrich von Treitschke.
7 | | NACIONALISMO ALEMÁN (1871-1945) |
Friedrich Nietzsche
Nietzsche basó su sistema moral en lo que consideraba como la motivación humana fundamental, la voluntad de poder. Tachó al cristianismo y a otros sistemas filosóficos de "moral de esclavos", dado que mantenían encadenados a los miembros de la sociedad con normas éticas universales. En contraste, presentó la "moral del amo", que defendía la influencia creativa de individuos fuera de lo común que trascendían las normas sociales.
Tras la unificación de los estados alemanes en 1871, las tendencias revolucionarias de la literatura alemana empezaron a entrar en conflicto con el militarismo y el materialismo económico de la burguesía alemana. El principal representante de esta última, el estadista prusiano y primer canciller del Imperio Alemán, el príncipe Otto von Bismarck, expresó la visión dominante en la sociedad contemporánea en sus memorias tituladas Gedanken und Errinerungen (Memorias, 1898). Sin embargo, el poeta y filósofo Friedrich Wilhelm Nietzsche realizó una crítica demoledora de los valores sociales existentes. En libros como Jenseits von Gut und Böse (Más allá del bien y del mal, 1886) y Wille zur Macht (La voluntad de poder, 1901), Nietzsche rechazaba los valores religiosos tradicionales de la moralidad burguesa y el idealismo predominante en la filosofía alemana. Expuso su poética visión de un nuevo tipo de ser humano como figura dominante de una sociedad radicalmente transformada en la obra Also sprach Zarathustra (Así hablaba Zaratustra, 1883). Este nuevo tipo, el Übermensch (‘superhombre’), daría cuerpo a las mejores cualidades del individuo creativo, la expresión más alta de la “voluntad de poder”, la fuerza que produce todo esfuerzo humano.
La preocupación de Nietzsche por las fuerzas interiores de la personalidad humana influyeron profundamente en el desarrollo del pensamiento de principios del siglo XX. En psicología, las teorías sobre la psique humana de Sigmund Freud y del psicólogo y psiquiatra suizo Carl Gustav Jung deben mucho a la obra de Nietzsche. A partir de la idea de Nietzsche de la recurrencia cíclica de los acontecimientos, el filósofo de la historia Oswald Spengler formuló sus principios sobre el determinismo histórico. Estos desarrollos en los estudios de psicología e historia, combinados con la concepción de Nietzsche del artista como un crítico radical de la sociedad, influyeron en los movimientos literarios más importantes de finales del siglo XIX y principios del XX: naturalismo, expresionismo y teatro épico.
Gerhart Hauptmann
Representante principal del movimiento naturalista en la literatura alemana, sus últimas obras, sin embargo, muestran una tendencia hacia el impresionismo.
El movimiento naturalista en literatura apareció después del apogeo del realismo. El realismo busca un arte que refleje las fuerzas del bien y del mal que afectan a la vida humana. El naturalismo, por su parte, es una forma de determinismo artístico que pinta un mundo desolado en el que los seres humanos están atrapados y condenados al fracaso y al desastre por fuerzas incontrolables. Los temas utilizados a menudo por los escritores naturalistas incluyen la enfermedad, la locura, la senilidad, la hipocresía religiosa, las relaciones familiares, los problemas políticos y las fuerzas ineludibles de la economía, la herencia, la raza, la clase y el entorno. Los principios artísticos del movimiento naturalista fueron descritos por el crítico y escritor Arno Holz en su tratado Die Kunst (El arte, 1891). Holz fue también coautor, con Johannes Schalf, de tres dramáticas narraciones naturalistas, recogidas bajo el título colectivo Papa Hamlet (1889). Algunos elementos del naturalismo, especialmente aquellos que tienen que ver con los aspectos eróticos de la vida, aparecen en los dramas del médico y dramaturgo austriaco Arthur Schnitzler. El representante principal del movimiento naturalista, sin embargo, fue el dramaturgo Gerhart Hauptmann. En su obra Vor Sonnenaufgang (Antes de amanecer, 1889) describe a los seres humanos como víctimas de la herencia y del entorno, condenados a luchas desesperadas contra fuerzas que no pueden controlar. Este tema, así como la forma de presentarlo, anticipaba muchos tratamientos similares en la literatura moderna. En una obra posterior de Hauptmann, Die Weber (Los tejedores, 1892), el héroe del drama está representado por un grupo social. En los últimos escritos de Hauptmann se produce una transición desde el naturalismo hacia el movimiento literario conocido como impresionismo, en el que el detallismo realista es sustituido por una pintura de las impresiones que los objetos ejercen en la visión individual del artista.
Otros movimientos importantes de la literatura alemana de principios del siglo XX fueron el neoclasicismo, el neorromanticismo, el simbolismo, el surrealismo, dadaísmo y, el más importante, el expresionismo, que pone el acento en cuestiones de orden psicológico.
Con origen en la pintura, el expresionismo empezó a influir en la literatura alemana alrededor de 1910. Como reacción frente al naturalismo y el impresionismo, que se preocupaban principalmente de la representación realista de la existencia, el nuevo movimiento tenía por objeto la expresión o representación de los sentimientos, experiencias y reacciones interiores del artista o escritor. El escritor expresionista da cuerpo al concepto de Nietzsche del artista como un crítico de los valores tradicionales. Además, igual que el pintor, el poeta o el novelista buscaba retratar las poderosas fuerzas interiores en la personalidad humana. Un lenguaje emocional exagerado y el dibujo de tipos abstractos más que de personajes realistas se convirtieron en medios para ese fin. El dramaturgo alemán Frank Wedekind, un expresionista temprano, con un sentido grotesco del humor, luchó contra las convenciones sociales en demanda de una nueva moralidad sexual. Fuerzas tales como la rebelión adolescente y la sexualidad amoral quedan retratadas en sus obras Frühlings Erwachen (Despertar de primavera, 1891) y Die Büchse der Pandora (La caja de Pandora, 1904). Esta última sirvió de base tanto para una versión cinematográfica (1928) como para Lulu, una ópera del compositor austriaco Alban Berg.
El conflicto generacional se convirtió para muchos escritores expresionistas en un símbolo de la crítica de los valores tradicionales, como en Der Sohn (El hijo, 1914) de Walter Hasenclever. Las actitudes antibelicistas después de la I Guerra Mundial encontraron expresión en las obras de Ernst Toller, Fritz von Unruh y otros. Georg Kaiser, en su inmensa producción dramática, fue un especialista en el diálogo epigramático, que resultaba muy apropiado para la naturaleza abstracta y simbólica de sus personajes. Carl Zuckmayer, quizás el dramaturgo más popular de su generación, se hizo especialmente famoso por sus vivaces caracterizaciones. Entre sus obras más conocidas están el drama Der Hauptmann von Köpenick (El capitán de Köpenick, 1931) y el guión para Der blaue Engel (El ángel azul, 1930), el film de Josef von Sternberg.
El movimiento expresionista produjo algunos poetas de gran originalidad. Su tema central era la crisis de los valores individuales y colectivos, como aparece en los poemas de Georg Trakl, llenos de nostalgia y soledad; o los de Georg Heym, que expresaban la desesperación ante la miseria y la soledad de la vida urbana. Franz Werfel, escritor austriaco, el poeta más importante del expresionismo, escribió sobre su nostalgia de una armonía entre los hombres y la naturaleza.
Bertolt Brecht
Poeta y autor teatral alemán del siglo XX, Bertolt Brecht escribió obras satíricas enormemente críticas sobre los puntos perversos del capitalismo, y opuestas a Adolf Hitler y a su nacionalsocialismo (también llamado nazismo). Defendió un tipo de teatro en el que el público pudiera involucrarse en los temas más que sentirse conmovido por los personajes. Así, desarrolló un teatro épico revolucionario en el que los actores recitaban sus papeles sin añadir emociones a su actuación, de modo que al público le llegaran fácilmente los mensajes del autor.
El dramaturgo más original y sugerente del periodo moderno fue Bertolt Brecht. Empezó como expresionista, pero pronto desarrolló su propio estilo al comenzar con su teatro épico, en el que utilizaba baladas, elementos documentales y otras innovaciones como comentarios a la acción dramática. Igual que Wagner, creía en la misión de la escena como centro de enseñanza política y moral. En sus numerosas obras, entre las que se encuentran Mutter Courage und ihre Kinder (Madre Coraje y sus hijos, 1941), Der Kaukasische Kreidekreis (El círculo de tiza caucasiano, 1944-1945) y Der gute Mensch von Sezuan (La persona buena de Sezuan, 1943), escribió parábolas dramáticas para educar a su público. La influencia de Brecht se extendió por todo el mundo y muchos escritores más jóvenes adoptaron las técnicas dramáticas que él desarrolló. Entre los discípulos de Brecht se encuentra Peter Weiss, famoso por su apasionado drama documental Marat-Sade (1964), Rolf Hochhuth y Heinar Kipphart, que han alcanzado éxito con el llamado teatro documental en el que se llevan a la escena acontecimientos históricos. El dramaturgo suizo Friedrich Dürrenmatt ha reanimando el teatro con importantes obras eclécticas, cínicas y melodramáticas. Max Rudolf Frisch mantiene creencias más fuertes y convicciones morales más profundas que Dürrenmat, pero ha tenido menos éxito de público internacional.
7.4 | | La novela del siglo XX |
Thomas Mann
El escritor de origen alemán Thomas Mann, galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 1929, está considerado como una de las figuras literarias más destacadas del siglo XX. En su obra narrativa, en la que aparecen personajes sumidos en profundos conflictos espirituales, utilizó la ironía y el análisis psicológico. En La montaña mágica (1924), analizó detalladamente la Europa de su época.
La poderosa tendencia narrativa que se percibe en algunos de los dramas de Hauptmann se hace prominente en su novela Der Narr in Christo Emanuel Quint (Manuel Quint, el loco en Cristo, 1910), la historia de un joven carpintero, lleno de entusiasmo religioso, cuyo martirio lo frustra el mundo profano. La prosa de Schnitzler pierde acción en favor del monólogo interior. En Leutnant Gustl (El teniente Gustl, 1901) y Fräulein Else (La señorita Elsa, 1924) creó una nueva técnica de tratar el inconsciente. Der Mann ohne Eigenschaften (El hombre sin atributos, 4 volúmenes, 1930-1942), del escritor austriaco Robert Musil, es un espejo intelectual y psicológico de una época cultural a punto de desaparecer en Europa. Hermann Broch, en su trilogía Die Schlafwandler (Los sonámbulos, 1931-1932), describió también la decadencia y la desintegración de la vieja sociedad burguesa. Monumentales cuadros de personalidades y acontecimientos históricos se pueden encontrar en los escritos de Ricarda Huch. En prosa, las obras más famosas de Franz Werfel son las novelas Die vierzig Tage des Musa Dagh (Los cuarenta días de Musa Dagh, 1933) y Das Lied von Bernardette (La canción de Bernardette, 1941). Alfred Döblin, en su novela Berlin Alexanderplatz (1930), encontró un original estilo de montaje para presentar la situación de la clase obrera berlinesa.
Los novelistas alemanes modernos más destacados son Thomas Mann, Hermann Hesse y Franz Kafka. Mann, en su primera novela, Los Buddenbrook (1901), expuso un tema frecuente en su obra posterior: el conflicto entre los suficientes y prósperos representantes de la saludable vida burguesa y el artista perspicaz y a menudo enfermizo. Los conflictos y dificultades de la personalidad creadora son el tema de las novelas y narraciones más importantes de Mann. En Der Zauberberg (La montaña mágica, 1924) ofrecía lo que de hecho es una alegoría de la vida intelectual occidental en vísperas de la I Guerra Mundial. Ácido opositor al nacionalsocialismo, Mann abandonó Alemania en 1933 y acabó en el exilio parte de los cuatro volúmenes de Joseph und seine Brüder (José y sus hermanos, 1933-1944). Su desesperación ante el destino de Alemania y su preocupación por el artista creador están elocuentemente retratados en Doctor Faustus (1947), un estudio de la vida cultural alemana durante el apogeo del nacionalsocialismo. Heinrich Mann, el hermano del gran novelista, se enfrentó también al nazismo y es conocido por sátiras políticas como Der Untertan (El súbdito, 1918).
Hermann Hesse
Las obras del novelista y poeta Hermann Hesse giran en torno a la individualidad y la autorrealización humanas, y suelen tratar el tema de la búsqueda de la identidad en las sociedades tradicionales. Nacido en Alemania en 1877, pasó la I Guerra Mundial en Suiza, un país neutral del que se hizo ciudadano en 1923. En sus últimas obras, como El lobo estepario (1927), utilizó conceptos psicoanalíticos de Carl Jung para explicar las dualidades humanas. En 1946 recibió el Premio Nobel.
Los escritos de Hesse expresan un sentido de la soledad espiritual, a menudo atemperado por la sabiduría y el misticismo de la filosofía oriental. Hesse describió la alienación y la dualidad de la naturaleza de los seres humanos modernos en Demián (1919) y Steppenwolf (El lobo estepario, 1927). En su obra quizás más importante, Das Glasperlenspiel (El juego de abalorios, 1943), propugna una nueva aristocracia ética e intelectual. La obra de Hesse, poco leída al principio salvo en Alemania, gozó de un considerable interés durante la década de 1960.
Ningún escritor en alemán ha ejercido una influencia tan extraordinaria en la novela contemporánea como el escritor checo Franz Kafka. Sus novelas Der Prozess (El proceso, 1925), Das Schloss (El castillo, 1926) y Amerika (1927), así como sus numerosas narraciones ofrecen un fascinante ajuste de cuentas con un mundo desarticulado e inescrutable, atrapado por la falta de fe y de dirección. El estilo narrativo aparentemente sencillo de Kafka dio una nueva profundidad al principio expresionista, evocando el misterio de la experiencia humana a través de símbolos sugerentes.
La época moderna de la poesía alemana empieza con Nietzsche, que escribía poesía lírica según las escuelas impresionista y expresionista. Su influencia puede rastrearse en la poesía y la prosa de Gottfried Benn, cuya desilusión y desesperación casi nihilistas subyacen en su búsqueda de valores positivos. Un gran resentimiento de injusticia social caracteriza los poemas de Richard Dehmel. Hugo von Hofmannsthal desarrolló sus dotes poéticas en poemas líricos y en libretos para óperas del compositor alemán Richard Strauss. El principal exponente del movimiento simbolista en la poesía alemana fue Stefan George, que, como Nietzsche, intentó recuperar el papel del poeta como crítico del materialismo y de la corrupción. Una tarea similar se propuso el también famoso poeta moderno alemán Rainer Maria Rilke. En Die Sonette an Orpheus (Sonetos a Orfeo, 1923), Rilke intentó transmitir las misteriosas percepciones de la belleza que tiene el poeta.
8 | | CONFLICTO Y RENOVACIÓN DESDE 1946 |
Günter Wilhelm Grass Al escritor Günter Grass le tocó vivir su infancia y su juventud en la Alemania nazi y está considerado uno de los escritores alemanes más importantes de la posguerra. En El tambor de hojalata (1959), lleva a cabo, a través de las experiencias de su protagonista, Alfred Matzerath, una ácida sátira de la prosperidad económica que siguió a la II Guerra Mundial. Esta obra fue la primera novela alemana que consiguió un reconocimiento internacional desde los escritos de Thomas Mann, anteriores a la II Guerra Mundial.
El conflicto entre el artista radical, como lo concebía Nietzsche, y una sociedad cada vez más materialista y militarista alcanzó su fase extrema durante la década de 1930. El ascenso del nacionalsocialismo y el gobierno totalitario de Adolf Hitler destruyeron virtualmente la cultura alemana. Los nazis impusieron en la literatura un realismo trivial y un fanatismo nacionalista. Muchos escritores se vieron obligados a abandonar Alemania víctimas de la persecución o porque no querían soportar la opresión de una dictadura. Durante este periodo, la única literatura alemana significativa fue producida por escritores exiliados de su país natal, entre los cuales destacan, por ejemplo, Thomas Mann y la poetisa sueco-alemana Nelly Sachs, coganadora del Premio Nobel de Literatura en 1966, que vivió en el exilio desde 1940 y continuó escribiendo en alemán. “Oh, las chimeneas”, su poema más famoso, es un emotivo testimonio de la tragedia de los judíos bajo el nazismo.
Tras el colapso del régimen de Hitler, tuvo lugar una renovación considerable de la literatura alemana. Muchos escritores continuaron su tarea en la novela del siglo XX y en la poesía moderna. El serial radiofónico se convirtió en una prometedora forma de arte; muchos de estos dramas, dedicados al análisis de la vida moderna, fueron contribuciones de escritores más conocidos como poetas, narradores y novelistas, entre los que hay que incluir a Marie Luise Kaschnitz, Günther Eich, Wolfgang Weyrauch, Ilse Aichinger y Siegfried Lenz.
De la nueva generación de novelistas alemanes que empezaron a tener éxito tras la II Guerra Mundial sobresalen Heinrich Böll, ganador del Premio Nobel de Literatura de 1972, Uwe Johnson, Günter Grass y Lenz, miembros del Grupo 47, un grupo de jóvenes y dinámicos escritores comprometidos a liberar la expresión y en desacuerdo con las actitudes complacientes con la guerra. Billard um Halbzehn (Billar a las nueve y media, 1959), de Böll, indaga en la historia de Alemania a través de la peripecia de una familia a lo largo del último medio siglo. Una trilogía semiautobiográfica de Johnson, Jahrestage (Aniversarios, 1970-1973), presenta los problemas morales y políticos en los Estados Unidos de la década de 1960 y en la Alemania de la de 1930. Entre las innovadoras novelas de Grass, que tratan a menudo del conflicto entre la sociedad moderna y sus críticos, se encuentran Die Blechtrommel (El tambor de hojalata, 1959), una desenfadada sátira sobre la Alemania nazi, llevada al cine en 1979; Der Butt (El rodaballo, 1976) y Kopfgeburten; oder, Die Deutschen sterben aus (Partos mentales, 1980), obras en las que mezcla lo fantástico y lo macabro.