El invento del:
Arte y arquitectura contemporáneas
Frontispicio de
Simbad el marino
Esta pintura fue
realizada por Paul Klee para el frontispicio del libro Simbad el marino. Klee
fue un artista polifacético, que desarrolló un estilo muy personal y fue
maestro de la Bauhaus en Alemania.
Arte
y arquitectura contemporáneas, término utilizado para designar
genéricamente el arte y la arquitectura realizados durante el siglo XX, que
comprende diversos movimientos, estilos y escuelas, unidas por su ruptura
respecto al historicismo de finales del siglo XIX y su emancipación de los
cánones clásicos, que habían dominado las Bellas Artes desde el renacimiento.
El cuestionamiento sobre
los principios artísticos que se inició en las últimas décadas del siglo XIX
tuvo una influencia decisiva en la formación del espíritu crítico propio del
siglo XX. Esta revolución estética trajo consigo una sucesión de estilos y
movimientos, muchos de ellos de corta duración y la mayoría centrados en la
búsqueda de nuevas direcciones y principios innovadores. Los movimientos más
destacados fueron, entre otros, el fauvismo, el expresionismo, el cubismo, el
futurismo, el constructivismo, el neoplasticismo, el dadaísmo, el surrealismo,
el expresionismo abstracto y el Pop Art.
2.1
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Orígenes del arte
contemporáneo
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Manet y el
impresionismo
En el célebre
lienzo La merienda campestre (1863, Museo de Orsay, París), Manet da lugar a un
interesante trabajo de recuperación y, al mismo tiempo, de superación de la
tradición pictórica. La obra está inspirada en un grabado renacentista de
Marcantonio Raimondi, El juicio de Paris, realizado sobre un dibujo de Rafael.
El pintor adopta formas de representación innovadoras para la época, basadas en
la luz y el claroscuro más que en el dibujo. El realismo de lo percibido y la
forma insólita de mostrarlo conviven en este cuadro, tomado como manifiesto de
las revolucionarias novedades desarrolladas por el movimiento impresionista.
Las raíces del arte contemporáneo
se pueden rastrear en la vanguardia pictórica francesa de finales del siglo
XIX. En torno a 1860 los artistas comenzaron a preocuparse por la propia
naturaleza material de la pintura. Édouard Manet utilizó manchas de colores
planos, contorneadas mediante una pincelada suelta; los impresionistas —especialmente
Camille Pissarro, Claude Monet, Auguste Renoir— se interesaron por representar
los efectos de luz sobre los objetos, más que por reproducir las texturas
auténticas de las cosas. Avanzado el siglo, el postimpresionismo evolucionó
hacia un nuevo estilo, decisivo para el entendimiento de la pintura en las
primeras décadas del siglo XX: Georges Seurat cambió la soltura de la pincelada
impresionista por la precisión científica de los puntos yuxtapuestos de colores
complementarios, creando un estilo conocido como puntillismo; Paul Gauguin
exageró las formas y empleó el color de manera arbitraria, con un valor
decorativo y simbólico, en una dirección calificada a menudo como primitivista;
y las distorsiones expresionistas de línea y color en la obra de Vincent van
Gogh ejercieron una gran influencia en el noruego Edvard Munch y en los
expresionistas alemanes. Los descubrimientos de Paul Cézanne también fueron
decisivos, especialmente su sistema de composición a base de planos de color,
precursor de los experimentos analíticos de Pablo Picasso y Georges Braque a
principios del siglo XX.
El común denominador de
todos estos artistas de finales del siglo XIX fue una menor preocupación por el
realismo y por la aproximación fiel a la naturaleza, y un mayor interés por las
intenciones expresivas. En el cambio de siglo su obra comenzó a ganar
aceptación. Mientras tanto, la siguiente generación de pintores empleó incluso
mayores distorsiones de línea, color y espacio pictórico. Entre estos artistas
franceses (que se inspiraron en los experimentos de Gauguin) estaban Henri
Matisse, André Derain, Maurice de Vlaminck, Georges Braque y el pintor holandés
Kees van Dongen. El estilo anticonvencional que adoptaron estos artistas causó
una tormenta de desaprobaciones que les valió el epíteto de fauves (las
fieras). El fauvismo se desarrolló solamente entre 1898 y 1908, pero ejerció
una influencia significativa en la evolución del arte contemporáneo.
Munch y el
expresionismo
El cuadro de Munch
titulado La danza de la vida (1899-1900, Nasjonalgalleriet, Oslo) se expuso por
primera vez en Berlín en 1902 como parte del llamado Friso de la vida, un
conjunto de 22 obras realizadas durante los diez años anteriores cuyo tema
conductor era la existencia humana. Acabado en 1900, el lienzo, como todas las
obras de Munch, refleja el desasosiego del hombre contemporáneo ante la
angustia de reconocerse incapaz de controlar su propia vida. Fuerzas
invencibles dominan la existencia humana, arrastrada en una danza en la que al
hombre todo le viene dado, y después quitada sin posibilidad de elección. Este
es el mensaje transmitido por el expresionismo, que deforma los rostros,
transforma las formas y acentúa los gestos de los personajes.
Los artistas, tanto en
Francia como en Alemania, compartieron el interés por el arte de los pueblos
primitivos. Ello había motivado las estancias de Gauguin en Bretaña y las islas
polinesias de Tahití y Dominica; Vlaminck afirmaba ser uno de los primeros artistas
europeos en descubrir la escultura africana. En Alemania, un grupo de jóvenes
artistas conocido como Die Brücke (El puente) visitaban regularmente el
Museo Etnológico de Dresde y, como los fauvistas, se inspiraron en la energía y
la fortaleza del arte indígena. Entre sus miembros destacan Ernst Ludwig
Kirchner, Erich Heckel, Karl Schmidt-Rottluff y Emil Nolde. Conocidos también
como los expresionistas alemanes, desarrollaron un estilo simplificador, que
compartía algunas premisas con el fauvismo pero con los añadidos de la crítica
a la burguesía del Angst o miedo existencial. Un segundo grupo de
artistas, Der Blaue Reiter (El jinete azul), apareció en Munich en 1911
con los pintores Wassily Kandinsky (un emigrante ruso) y Franz Marc. También
inspirados por el arte primitivo, el fauvismo y el arte popular, su
expresionismo perdió el contenido figurativo y evolucionó hacia la pintura
abstracta.
El desayuno
En las primeras
décadas del siglo XX, el artista de origen español Juan Gris ejerció gran
influencia en la evolución del cubismo sintético por la innovadora utilización
del collage. Un ejemplo de ello es El desayuno, que forma parte de la colección
del Museo Nacional de Arte Moderno de París (Francia).
El interés por la escultura
primitiva también desempeñó un papel importante en la formación del cubismo.
Picasso, en la obra Las señoritas de Avignon (1907, Museo de Arte
Moderno, Nueva York), muestra su conocimiento de la antigua escultura africana
e ibérica. Picasso y Braque instauraron el cubismo entre 1907 y 1914, uno de
los estilos más influyentes del periodo contemporáneo. En el cubismo se
enfatiza la superficie plana y bidimensional del lienzo y se propone una forma
analítica de perspectiva, basada en la multiplicidad de los puntos de vista,
que rechaza los presupuestos de la pintura tradicional tales como los escorzos,
la valoración de sombras y el claroscuro. En una primera fase, denominada
cubismo analítico, los artistas buscaron el análisis y descomposición de las
formas tridimensionales en múltiples elementos geométricos, a partir de la
fragmentación en elementos cúbicos y sus proyecciones planas. Para resaltar aún
más la naturaleza científica de la representación, se favorece el uso de una
gama de color apagada y monocroma. En una segunda fase, denominada cubismo
sintético, se desarrollaron experiencias con el collage. Materiales como
madera, papeles de periódico, fotografías o plumas se combinaron (síntesis) con
pigmentos planos en la composición del cuadro. Aunque las formas permanecen
planas y fragmentadas, en el cubismo sintético el color desempaña un papel más
importante, las obras son más decorativas y las evocaciones figurativas más
explícitas. Otros destacados exponentes del cubismo que aportaron su
interpretación personal del movimiento fueron Fernand Léger, Robert Delaunay,
Sonia Delaunay, Marcel Duchamp, Juan Gris y Frantisek Kupka. En España, además,
está representado por los escultores Pablo Gargallo y Julio González. Los
artistas del futurismo italiano, especialmente Gino Severini, Umberto Boccioni,
Carlo Carrà y Giacomo Balla, trabajaron en un estilo que se ha denominado
cubismo dinámico. Entre otras cosas, se interesaron por la representación del
movimiento y la velocidad a través de la repetición rítmica de líneas e
imágenes.
El cubismo también influyó
en la aparición del arte no figurativo o arte abstracto. Wassily Kandinsky ya
pintó en 1909 obras abstractas que contenían referencias a la naturaleza y a la
música. El suizo Paul Klee produjo algunas acuarelas abstractas después de su
primer encuentro con el cubismo. Los artistas rusos también conocían el cubismo
a través de algunas colecciones privadas de Moscú, pero evolucionaron hacia un
arte abstracto construido geométricamente. Kazimir Maliévich pintó un cuadrado
negro sobre fondo blanco en 1913, denominando suprematismo a su versión del
abstraccionismo, algo que para él expresaba la supremacía de la sensibilidad
pura en las artes figurativas. Otros pintores rusos inspirados por el cubismo,
conocidos como constructivistas, fueron Alexandr Rodchenko, Liubov Popova, El
Lissitsky, Naum Gabo, Antón Pevsner y Vladímir Tatlin.
Simultáneamente a la emergencia
del arte abstracto en Rusia, se produjo una evolución paralela en los Países
Bajos, donde los artistas de vanguardia querían crear una nueva realidad
universal y equilibrada, que abarcase todos los aspectos de la vida
contemporánea, desde el urbanismo y el mobiliario hasta la pintura y escultura.
Los principios del movimiento holandés denominado neoplasticismo se divulgaron
a través de la revista De Stijl (El estilo), encabezada por Theo
van Doesburg y Piet Mondrian. Mondrian, que estaba familiarizado con los
distintos movimientos de vanguardia, volvió a Holanda en 1917 y publicó en su
revista una serie de ensayos que se recogieron en París, en 1920, bajo el
título El neoplasticismo: principio general de la equivalencia plástica.
El método de composición de Mondrian parte de la utilización de líneas rectas
que delimitan rectángulos de colores primarios, repitiendo este tema una y otra
vez en distintas configuraciones. Su meta es destacar la bidimensionalidad de
la superficie del lienzo con el fin de expresar su ideal basado en la pureza
del arte, despojado de lo particular y acorde a las leyes universales del
equilibrio.
Desnudo bajando una
escalera
Desnudo bajando una
escalera (1912), del dadaísta Marcel Duchamp, combina las influencias
futuristas con las cubistas.
El movimiento dadaísta
surgió en Suiza durante la I Guerra Mundial (1914-1918). El dadaísmo
representó la antítesis del racionalismo de Mondrian y otros teóricos de la
abstracción. Un grupo de artistas y escritores disconformes con el sistema de
valores burgués eligió una palabra sin sentido, dada, para designar su
actividad de protesta y sus obras antiestéticas. Se convirtió en el movimiento
de ruptura más radical del arte contemporáneo. Los artistas y escritores más
conocidos asociados a Dadá fueron Tristan Tzara y Marcel Duchamp, inventor del ready-made,
esto es, la consideración de objetos cotidianos como obras artísticas,
generalmente esculturas. El más célebre de éstos fue el famoso urinario
titulado Fuente, expuesto en Nueva York en 1917. Otros artistas
implicados en el Dadá fueron los franceses Jean Arp y Francis Picabia, el
estadounidense Man Ray y los alemanes George Grosz y Max Ernst.
La incertidumbre
del poeta
El artista
grecoitaliano Giorgio de Chirico pintó en 1913 La incertidumbre del poeta, un
cuadro enigmático cercano al surrealismo, que se aleja de la pintura metafísica
que practicó en sus primeras obras.
A pesar de que el Dadá
había perdido fuerza en torno a 1922, algunos de sus exponentes dirigieron sus
energías hacia el emergente surrealismo, en el que, como en el dadaísmo, lo
incoherente y lo fortuito se emplearon en el proceso de producción. Las
obsesivas y oníricas pinturas de Giorgio de Chirico, conocidas en ocasiones
como metafísicas, se anticiparon al surrealismo en varios años. Sin embargo,
fue el escritor francés André Breton quien dio nombre al movimiento y escribió
su Manifiesto surrealista en 1924, asegurando la superioridad del
subconsciente y la importancia de los sueños en la creación artística. Los
surrealistas no compartieron criterios estilísticos, adscribiéndose sus
miembros a diversas tendencias, desde la figuración a la abstracción. No
obstante, tienen en común un ideal de inspiración espontánea e irracional. Los
que trabajaron con un estilo figurativo fueron, entre otros, Max Ernst,
Salvador Dalí, René Magritte, Paul Delvaux y Man Ray, mientras que a la
corriente abstracta pertenecieron Jean Arp, André Masson, Yves Tanguy y Joan
Miró.
2.2.6
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Expresionismo
abstracto
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Pollock
El pintor
expresionista abstracto Jackson Pollock utilizó el azar en su pintura mediante
la técnica del Action Painting (pintura de acción), que consistía en salpicar o
dejar caer pintura sobre el lienzo para lograr efectos como los que se aprecian
en esta obra titulada Black and White (1948).
Ciertos artistas estadounidenses,
que habían sido realistas en la década de 1930, se unieron a un nuevo
movimiento aparecido en las décadas siguientes con el nombre de expresionismo
abstracto. La presencia de numerosos surrealistas europeos en Estados Unidos
durante la II Guerra Mundial fue decisiva en la evolución de este
movimiento. Los artistas estadounidenses tomaron de éstos su interés por el
subconsciente, el simbolismo y la mitología. Influidos a su vez por la técnica
surrealista del automatismo, estos pintores empezaron a producir obras
totalmente espontáneas en las que el proceso pictórico por sí mismo se
convertía en el tema primordial de la obra. Jackson Pollock, la figura más
representativa de esta tendencia, utilizaba la técnica del dripping
(goteo de pintura sobre la tela puesta en el suelo), corriendo con sus botes de
pintura alrededor del lienzo. Otros artistas que compartieron la aproximación
de Pollock fueron Willem de Kooning, Franz Kline, Hans Hofmann y Robert
Motherwell. Esta corriente, conocida con el nombre de Action Painting,
fue una de las dos grandes tendencias del expresionismo abstracto; la otra,
denominada en ocasiones matierismo, fue la pintura a base de campos de color,
en la que los artistas representaban vastas superficies monocromas sutilmente
moduladas. Entre los seguidores de esta técnica destacaron Mark Rothko, Barnett
Newman, Clyfford Still y Morris Louis. El expresionismo abstracto se desarrolló
en Europa bajo el término informalismo, y entre sus artistas más destacados se
encuentran el francés Jean Dubuffet y los españoles Antoni Tàpies y Manuel
Millares, entre otros.
2.2.7
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Pop Art y otros
movimientos
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Tres banderas
Tres banderas
(1958), del artista estadounidense Jasper Johns, es una de las obras más
emblemáticas del Pop Art.
Establecido el expresionismo
abstracto como estilo dominante, algunos artistas estadounidenses comenzaron a
rebelarse contra su carácter rígido y teórico. De esta rebelión nació el
denominado Pop Art. Los artistas pop adoptaron imágenes de los anuncios publicitarios
de los medios de comunicación de masas, de las bandas de cómic, películas,
objetos cotidianos y de la cultura popular. A pesar de que se considera un
movimiento genuinamente estadounidense, tuvo su origen en Londres, en una
exposición de Richard Hamilton y otros artistas. Un precedente del Pop Art se
ha hallado en la obra dadaísta de Marcel Duchamp, concretamente en sus ready-made.
Los artistas más sobresalientes del Pop Art estadounidense fueron Andy Warhol,
Jasper Johns, Robert Rauschenberg, Roy Lichtenstein, Tom Wesselmann y James
Rosenquist.
La influencia del Pop
Art puede detectarse en el hiperrealismo, que surge a finales de la década de
1960 con una temática basada en los anuncios de neón, cafeterías y lugares
públicos urbanos y suburbanos. Estas obras se realizaban meticulosamente con
ayuda de la técnica fotográfica, y de ahí su nombre inglés de photorealism.
Richard Estes, Robert Cottingham y Chuck Close fueron sus representantes más
destacados.
La pintura abstracta continuó
su evolución tanto en Estados Unidos como en Europa. El Op Art (término acuñado
por oposición al Pop Art) retomó el camino de las vanguardias racionalistas (De
Stijl, constructivismo) y dominó en el terreno de la abstracción a lo largo
de las décadas de 1960 y 1970. En el Op Art se emplearon diseños geométricos en
blanco y negro o colores brillantes contrastados para crear ilusiones ópticas,
con la posibilidad de que el espectador modifique la percepción de la obra con
su propio movimiento. Otra tendencia abstraccionista fue el minimalismo,
aparecido a partir de las austeras composiciones de Josef Albers. En este
movimiento, que ganó popularidad a partir de 1965, las formas se reducían a las
geometrías más sencillas (cubos, pirámides y prismas) que se utilizaron repetitivamente,
desde una interpretación extrema del principio de economía expresiva. El
minimalismo osciló entre las vigorosas formas de Kenneth Noland o Larry Poons a
los lienzos casi monocromos de Robert Ryman.
En la década de 1970,
aparecieron otras tendencias basadas en la ruptura con los soportes
tradicionales, especialmente los cuadros de taller y las esculturas. El arte
rompe así sus limitaciones convencionales y se manifiesta en la naturaleza, la
ciudad, el cuerpo humano, el mundo cotidianos. El arte conceptual, por su
parte, engloba múltiples realizaciones que tienen en común la supremacía de la
idea del artista sobre la obra acabada.
2.2.8
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Neoexpresionismo y
tendencias neofigurativas
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Adieu
Durante la década
de 1980 el pintor alemán Georg Baselitz formó parte de un grupo de artistas de
todo el mundo que se alejaron de la abstracción geométrica minimalista y
optaron por una vuelta a la figuración. Al igual que en otros cuadros suyos, en
Adieu (1982), Baselitz pintó figuras invertidas con un marcado tono
expresionista. Esta obra se encuentra en la Tate Gallery de Londres, Reino
Unido.
A principios de la década
de 1980 se desató una reacción contra la impersonalidad del minimalismo y otros
estilos abstractos, que provocó un renacimiento de la pintura figurativa
denominado neoexpresionismo. Evocador y provocativo, el neoexpresionismo
empleaba con frecuencia formas distorsionadas y coloridos intensos, inspirados
en los expresionistas alemanes de 70 años antes. Entre los pintores asociados a
este movimiento destacan los alemanes Anselm Kiefer, Georg Baselitz y A. R.
Penck, los italianos Sandro Chia y Enzo Cucchi, y los estadounidenses Julian
Schnabel y David Salle.
Hockney: A Bigger
Splash
A Bigger Splash (La
gran zambullida, 1967) de David Hockney es uno de los numerosos cuadros que el
artista británico ha realizado sobre el tema del agua y las piscinas. Este
acrílico sobre lienzo mide 2,44 x 2,44 metros.
Con anterioridad a que
el neoexpresionismo devolviera el interés por la pintura figurativa, cierto
número de artistas independientes habían destacado por sus representaciones
figurativas. Los personajes atormentados y marginados de Francis Bacon, los
hábiles retratos urbanos y las escenas frívolas de David Hockney o el realismo
tradicionalista de Lucian Freud son muestras de la fuerza de esta corriente en
el arte del último cuarto del siglo XX. En este sentido, también cabe destacar
la labor del español Antonio López, un hiperrealista con tintes surrealistas
que ha alcanzado una gran proyección internacional gracias a sus vistas de
Madrid.
Mademoiselle Pogany
Constantin Brancusi
buscó siempre las formas más sencillas capaces de expresar sus mensajes, y a
menudo empleó las formas ovoides, curvilíneas y suaves. Está considerado un
pionero de la escultura abstracta moderna debido a su interés prioritario por
la fortaleza interna de sus obras.
Del mismo modo que los
pintores, los escultores de principios del siglo XX estuvieron influidos por el
arte primitivo, como se refleja en las primeras obras de Constantin Brancusi y
Henry Moore. Brancusi simplificó las formas hasta el límite en El recién
nacido (1915, Colección Arensberg, Museo de Arte de Filadelfia), que forma
parte de una serie de obras basadas en formas ovoides, cuyas curvas evocan los
ritmos del cuerpo humano sólo rotos por los bordes afilados y el extremo
cortado. Brancusi combinó la sutileza expresiva con una habilidad inigualable
para descubrir la belleza intrínseca de los materiales, ya fueran madera,
piedra o metal. El británico Moore también explotó la textura de los
materiales, creando obras curvilíneas de gran elegancia y monumentalidad.
Inspirándose en la escultura prehispánica, adoptó como tema recurrente la
figura femenina reclinada (véase Arte y arquitectura precolombinas).
2.3.1
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Principales
escultores del siglo XX
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Maqueta para
Columna
Esta escultura del
ruso-estadounidense Naum Gabo es una maqueta de una pieza mayor, concluida en
1923 con el título de Columna. Esta maqueta, al igual que la obra definitiva,
está realizada con vidrio, plástico y metal, y muestra algunas características
del constructivismo. Se conserva en la Tate Gallery de Londres.
Algunos escultores de
las primeras décadas del siglo XX compartieron los postulados del cubismo y
otras vanguardias. Entre ellos destacaron Alexander Archipenko, Raymond
Duchamp-Villon y Jacques Lipchitz, debido sobre todo a sus representaciones de
la figura humana por medio de los planos geométricos. El español Julio González
destacó por sus estructuras de hierro soldado, delgadas construcciones de
varillas y barras de hierro conectadas por arcos de metal que definen la forma
como espacio vacío. En 1930, González ayudó a Picasso a construir esculturas
soldadas, por lo que se ha señalado una influencia de Picasso, que también
realizó interesantes esculturas, sobre la obra de su amigo. En la misma línea
expresiva cabe destacar al escultor Pablo Gargallo. En Rusia, los
constructivistas edificaron sobre el espacio vacío, en lugar de tallar la masa
escultórica. Los principales artistas fueron Vladimir Tatlin, famoso por su
propuesta de Monumento a la III Internacional (1919, maqueta, Museos
Estatales Rusos, San Petersburgo), Alexander Rodchenko y El Lissitzky, quien
divulgó las teorías constructivistas por Europa occidental en la década de
1920. Las obras de los hermanos Naum Gabo y Antón Pevsner ejercieron una gran influencia
en el arte abstracto estadounidense, así como las del artista húngaro László
Moholy-Nagy.
Instalación de
sombrillas de Christo
Christo es famoso
por sus esculturas a gran escala, como las instalaciones de sombrillas azules
que levantó en 1991 en espacios abiertos de Japón y California (EEUU). Su obra
abarca grandes espacios, que obligan al espectador a contemplar paisajes que
conoce de una manera nueva.
El dadaísta Marcel Duchamp
hizo su primera escultura móvil en 1913, al montar una rueda de bicicleta sobre
un taburete, pero el nombre de móviles se aplicaría más tarde a las esculturas
articuladas de Alexander Calder. Menospreciando las formas y técnicas
escultóricas tradicionales, Duchamp comenzó, en la segunda década del siglo XX,
a recoger objetos cotidianos para sus ready-mades, como portabotellas,
palas de nieve o una percha para colgar abrigos. Por la misma fecha, otros
escultores como Picasso, Ernst y Man Ray también empezaron a incorporar objetos
de deshecho a sus obras, que adoptarían aspectos extraños y surreales, como se
observa en Regalo (1921), de Man Ray (una plancha con una hilera de uñas
saliendo de su base). Sin embargo, no todos los escultores surrealistas usaron
objetos cotidianos; Arp creó abstractas fantasías orgánicas que simbolizaban la
vida y el crecimiento, y Alberto Giacometti desarrolló sus características
figuras alargadas que expresan el aislamiento del individuo contemporáneo. Los
principios abstractos y geométricos del neoplasticismo fueron recogidos por
Calder, cuyas primeras construcciones abstractas de cobre y el uso de colores
puros primarios en sus móviles muestran la herencia de Mondrian. Otros
escultores también produjeron obras siguiendo las corrientes abstractas de las
vanguardias históricas, como el nipón-estadounidense Isamu Noguchi, el inglés
Anthony Caro y los españoles Jorge Oteiza y Eduardo Chillida.
2.3.2
|
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Últimas tendencias
de la escultura contemporánea
|
Mientras que cierto número
de escultores contemporáneos se han mantenido fieles a la estética de los
movimientos de principios de siglo, otros han explorado nuevas direcciones. La
definición de escultura se ha extendido hasta incluir un amplio espectro de
manifestaciones creativas, materiales y técnicas. Los minimalistas Robert
Morris, Sol LeWitt, Donald Judd y Dan Flavin destacan por la sencillez
geométrica y la repetición modular a gran escala, y Richard Serra por sus
enormes instalaciones con planchas de metal. En el campo de los earthworks
(intervenciones en la propia naturaleza) sobresalen las figuras de Robert
Smithson, Michael Heizer, Jan Dibbets, Walter de Maria o Denis Oppenheim. Otras
corrientes, como el videoarte, los happenings, el arte povera, se
cuentan entre las manifestaciones artísticas de las últimas décadas. Volviendo
a la escultura, las simpáticas estatuillas de Claes Oldenburg se asocian con el
Pop Art, al igual que las figuras en escayola a tamaño natural de Georges
Segal. El alemán Joseph Beuys utilizó materiales de los happenings,
electrónicos y tecnológicos, y al mismo tiempo otros convencionales como la
madera, la grasa y el fieltro. Con ellos elaboró una obra de carácter
conceptual dota de una fuerte personalidad. A mediados de la década de 1980,
especialmente en la obra de Joël Shapiro y otros, la figura humana comienza a
reaparecer en la escultura dentro de la tendencia conocida como posmodernismo.
2.4
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El arte
contemporáneo en Latinoamérica
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Roberto Matta
Retrato del artista
chileno Roberto Matta, uno de los pintores más influyentes de su país por sus
contactos con los mundos artísticos parisino y neoyorquino. Su obra suele
incluirse dentro de la corriente surrealista, aunque también hizo incursiones
en el arte abstracto.
A través de la integración
de arquitectura, escultura, pintura y artes decorativas, los actuales pueblos latinoamericanos,
desde los tiempos prehispánicos, se preocuparon por crear un arte ambiental que
lograse transmitir un efecto monumental. Tras la conquista española, esta
tendencia se minimizó, hasta que de nuevo se hizo evidente, sobre todo a partir
de 1950. Entre los ejemplos más espectaculares se encuentran las universidades
de México y Caracas y la ciudad de Brasilia (la nueva capital de Brasil), un
primer símbolo del espíritu entusiasta del arte y arquitectura contemporáneas
en Latinoamérica. México emerge como centro del mundo artístico latinoamericano
en la primera mitad del siglo XX. Entre sus múltiples manifestaciones
artísticas merecen una mención especial los muralistas Diego Rivera, José
Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros, en una línea figurativa y didáctica
que transmite una afirmación cultural nacionalista y unas reivindicaciones
políticas revolucionarias. Con posterioridad a 1945 los artistas se mostraron
más interesados por los estilos de la vanguardia internacional que por un
mantenimiento de los estilos representativos de la nación, como muestra la obra
pionera del uruguayo Joaquín Torres García (Composition symétrique
universelle en blanc et noir, 1931, Malba, Colección Costantini).
Numerosos artistas se sintieron atraídos por Nueva York o París, como los
venezolanos Marisol Escobar y Jesús Rafael Soto, principal exponente del arte
cinético. La pintura y la escultura latinoamericanas del siglo XX se han
caracterizado por un continuo diálogo entre lo figurativo y lo abstracto, lo
nacional y lo internacional. En los últimos tiempos, el arte latinoamericano ha
alcanzado una proyección internacional espectacular, como muestran los éxitos
comerciales del mexicano Rufino Tamayo, el chileno Roberto Matta Echaurren o el
colombiano Fernando Botero (Los viudos, 1968, Malba, Colección
Costantini).
3
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ARQUITECTURA
CONTEMPORÁNEA
|
La arquitectura del
movimiento moderno
A finales de la
década de 1920 Le Corbusier construyó la villa Savoie, una auténtica obra
maestra que se convertiría en uno de sus edificios más representativos. Esta
vivienda unifamiliar resume todos los postulados teóricos de su autor que más
tarde tendrían una influencia decisiva en la historia de la arquitectura
contemporánea hasta nuestros días.
Del mismo modo que el
arte contemporáneo, a partir de un rechazo de los estilos históricos del siglo
XIX, aparecieron los principios de la arquitectura contemporánea que nació de
una ruptura con los revivals. La arquitectura en el último tercio del
siglo XIX seguía aferrada a los estilos del pasado, basándose en sistemas de
composición, técnicas y materiales de la tradición académica, como el uso de
los órdenes clásicos, bóvedas y columnatas que formaban parte de la sintaxis
clasicista.
Frente a ello, la nueva
arquitectura propuso otros principios estéticos basados en el empleo
consecuente de las nuevas técnicas y materiales industriales, como el hormigón,
el acero laminado y el vidrio plano en grandes dimensiones.
La arquitectura contemporánea,
cuyas primeras manifestaciones aparecieron en varios centros durante la segunda
mitad del siglo XIX, se consolidó a gran escala en Estados Unidos, como
consecuencia de la Exposición Internacional de arquitectura moderna organizada
por el Museo de Arte Moderno de Nueva York en 1932, donde se acuñó el término International
Style. El purismo racionalista de los primeros tiempos se fue replanteando
paulatinamente, y desde la década de 1970 se ha mantenido en constante
revisión, incluso rechazando a veces los postulados del movimiento moderno o International
Style.
3.1
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Orígenes de la
arquitectura contemporánea
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Interior del
Crystal Palace
Joseph Paxton
proyectó el Crystal Palace para albergar la Exposición Universal de 1851,
celebrada en Londres. Su construcción, consistente en una estructura ligera de
hierro colado y un cerramiento de cristal, fue pionera en el campo de la
prefabricación, y marcó un hito decisivo en la evolución de la arquitectura
moderna.
La Revolución Industrial
cambió el contexto tecnológico y social de la construcción hasta tal punto que
los antiguos preceptos y objetivos de la composición arquitectónica perdieron
toda su validez. A partir de 1840, los principales artistas y críticos buscaron
nuevas aproximaciones a la arquitectura.
Los rascacielos más
altos de la historia
El rascacielos es
para muchos el símbolo de la modernidad y del progreso tecnológico alcanzado
durante el siglo XX. Esta tipología arquitectónica surgió a finales del siglo
XIX en Estados Unidos gracias a una serie de avances, como el ascensor y las
estructuras de acero, que permitieron que los edificios crecieran en altura
hasta alcanzar cotas extraordinarias.
En Inglaterra, el escritor
John Ruskin y el diseñador William Morris, fundador del movimiento Arts &
Crafts, sostenían que los objetos producidos por la máquina estaban
desprovistos de significado cultural y por ello carentes de cualidades
estéticas. Inspirados en el pasado medieval y en la ideología socialista
afirmaron la importancia del artesanado y buscaron la implicación directa de
los obreros en la producción de artefactos de uso cotidiano y doméstico.
La torre Eiffel: el
símbolo del París moderno
Erigida con motivo
de la Exposición Universal de París de 1889, esta famosa estructura metálica de
más de 300 m de altura, permanece como un hito de la construcción monumental en
hierro forjado.
En el terreno de la tecnología,
el Crystal Palace de sir Joseph Paxton, un enorme espacio para exposiciones
temporales construido con ocasión de la Exposición Universal de Londres en
1851, representó un notable avance en el desarrollo de la arquitectura
contemporánea. Realizado enteramente con elementos prefabricados de acero y
cristal, su belleza debía ser algo secundario. Sin embargo, una de las ideas
persistentes de la arquitectura del siglo XX es la creencia, compartida por
arquitectos e ingenieros, de que la belleza reside en la claridad estructural y
en el uso coherente de los nuevos materiales.
El hierro, el vidrio y
el acero se fabricaban masivamente y se generalizó su uso en la edificación.
Dos estructuras erigidas para la Exposición Internacional de París de 1889
mostraron sus posibilidades tecnológicas. La Galería de las Máquinas, del
arquitecto C.L.F. Dutert y la empresa de ingenieros Contamin, Pierron y
Charton, salvó una luz estructural —distancia entre apoyos— de 117 m,
mientras que la torre Eiffel, de Alexandre Gustave Eiffel, alcanzó los
305 m de altura.
La tecnología pronto afectaría
al diseño de edificios en aras de conseguir un mayor funcionalismo. La
invención del ascensor en Estados Unidos, unido a la carestía del suelo
edificable, alentó la posibilidad de construir edificios en altura. Para ello
se inventó un sistema reticular de acero —una especie de rejilla
tridimensional— a la que se añadieron suelos, ventanas y muros como simples
cerramientos. El prototipo de rascacielos de oficinas tomó forma en Chicago en
torno a 1890 y se difundió rápidamente por otros lugares. Entre los arquitectos
involucrados en esta investigación destacaron Louis Sullivan y el resto de los
miembros de la Escuela de Chicago.
Palacio Stoclet
Josef Hoffmann
construyó el palacio Stoclet en Bruselas entre 1905 y 1911. En este edificio ya
están presentes muchos de los elementos que más tarde popularizaría el
movimiento moderno.
El estilo conocido como
Art Nouveau, nombre acuñado a partir de la tienda parisina La Maison de L´Art
Nouveau, apareció a principios de la década de 1890 en diversos países. Se
denominó Jungendstie en Alemania, estilo Sezession en Austria, Modern Style en
Inglaterra, Stilo Liberty en Italia y modernismo en España. Se caracterizó por
la concepción artística global, desde los objetos decorativos y el mobiliario
hasta el propio edificio, y por su libertad creativa, simbolizada con las
formas orgánicas de la naturaleza. Por otro lado, algunas corrientes mostraron
mayor predilección por la línea recta y los planos perpendiculares. En
Barcelona, Antoni Gaudí representa con su obra el nacimiento del modernismo
catalán, sobresaliendo el inacabado templo de la Sagrada Familia (comenzado en
1883), donde refleja el espíritu imaginativo. Otros destacados representantes
del modernismo fueron Lluis Domènech i Montaner y Josep Puig i Cadafalch. En la
Europa continental los belgas Victor Horta y Henry van de Velde ejercieron una
profunda influencia en la arquitectura racionalista posterior; también se debe
mencionar al francés Hector Guimard, autor de los famosos accesos a las
estaciones de metro de París y a los arquitectos de la Sezession vienesa Otto
Wagner, Joseph Maria Olbrich y Joseph Hoffmann. En Escocia, Charles Rennie
Mackintosh proyectó la Glasgow School of Art (1887-1889; biblioteca en
1907-1909) con una sintaxis rectilínea, que culmina en la audaz fachada de
hierro y cristal. Junto con su esposa, Margaret MacDonald Mackintosh, realizó
decoraciones de interior y muebles de singular interés.
Casa de la Cascada
Frank Lloyd Wright
proyectó la casa de la Cascada (1937) en Bear Run para la familia Kaufmann,
siguiendo sus principios sobre la arquitectura orgánica. Está situada sobre una
cascada natural, y en su construcción se combinan perfectamente la piedra, el
hormigón y el hierro pintado.
Frank Lloyd Wright se
formó en el estudio de Louis Sullivan hasta comenzar una trayectoria
profesional independiente en 1900. A partir de esta fecha, proyectó un tipo de
viviendas unifamiliares conocidas con el nombre de prairie houses (casas
de la pradera), entre las que destaca la casa Robie (1908) en Chicago. Esta
arquitectura novedosa no obtuvo una gran acogida en Estados Unidos pero sí en
Holanda, donde sus principios racionales y su composición a base de potentes
planos perpendiculares ejercieron una influencia decisiva en el movimiento
neoplasticista. Wright adaptó la casa Robie al terreno, con sólidas terrazas de
mampostería, dispuso una gran chimenea central y en torno a ella un espacio
fluido continuo, enmarcado por profundos salientes que se proyectan hacia el
exterior. Wright disfrutó de una larga y prolífica carrera, siendo el principal
exponente de la arquitectura orgánica. Uno de sus últimos proyectos fue el
Museo Solomon Guggenheim de Nueva York (1946-1959).
De Stijl (El estilo) fue el título de
una revista en torno a la cual se constituyó el grupo de artistas neoplasticistas
holandeses en torno a 1919. Sus representantes más destacados, aparte de los
pintores Piet Mondrian y Theo van Doesburg, fueron los arquitectos Jacobus
Johannes Pieter Oud y Gerrit Rietveld (también diseñador de muebles), cuya casa
Schröder (1924-1925) en Utrecht resume los criterios abstraccionistas del
movimiento —volúmenes a partir de la intersección ortogonal de planos
independientes, pintados en colores primarios, así como la eliminación del
ornamento y la simetría y la repetición—. La disciplina geométrica de De
Stijl se convirtió en un ingrediente del racionalismo del movimiento
moderno.
En Alemania y en Austria
investigaciones semejantes condujeron al establecimiento de un estilo moderno.
Especialmente influyentes fueron las innovaciones de dos arquitectos
austriacos: Otto Wagner, que enfatizó la función, la textura del material y la
claridad estructural, y Adolf Loos, que propugnó el uso de las formas
geométricas. Estos y otros esfuerzos por encontrar un lenguaje para la nueva
era industrial se fundieron en la personalidad del arquitecto alemán Walter
Gropius, nombrado director de la escuela de arte de Weimar tras la
I Guerra Mundial. Junto a su colega Adolf Meyer, Gropius, que se había
formado en el estudio de Peter Behrens, se había destacado ya por sus proyectos
modélicos de fábricas. La escuela de Weimar, con la denominación de Bauhaus, se
trasladó con posterioridad a Dessau, donde los nuevos edificios (1925-1926)
supusieron la codificación definitiva de los principios del movimiento moderno:
ventanas horizontales, muro-cortina de vidrio, disposición racional y diseño
global de todos los elementos. Al siguiente año se consolidó a escala
internacional con las Weissenhof Siedlung (viviendas obreras) cerca de
Stuttgart, dirigidas por Ludwig Mies van der Rohe (otro discípulo de Behrens
que en 1930 tomó el mando de la Bauhaus, sucediendo al arquitecto Hans Meyer) y
en las que participaron varios arquitectos europeos.
3.5.1
|
|
Objetivos sociales
de la Bauhaus
|
Esta temprana versión
de la arquitectura contemporánea contó con un programa social, derivado de la
crisis económica que vivió Alemania tras la I Guerra Mundial y de la
gravísima carestía de viviendas en los grandes núcleos urbanos. Durante la breve
República de Weimar (1919-1933), los gobiernos socialistas de muchas ciudades
abordaron estos problemas, al igual que numerosos arquitectos progresistas,
como lo atestiguan los Siedlungen (barrios obreros) de Viena, Berlín y
Frankfurt. En ellos se investigó con profundidad el concepto del Existenzmininun
(mínimo espacio habitable), proclamando que los conocimientos técnicos debían
aplicarse para mejorar las condiciones ambientales del conjunto de la sociedad
y no sólo de una elite.
3.5.2
|
|
Adopción de
técnicas industriales
|
Desde este punto de vista,
los arquitectos con inquietudes sociales emplearon los materiales industriales
y rechazaron los materiales caros y exóticos, tratando de aprovechar las
cualidades expresivas que brindaban las técnicas económicas. Con las
estructuras de acero, por ejemplo, los muros se convirtieron en delgadas
membranas, en ocasiones transparentes gracias a los cerramientos de vidrio
(muro-cortina). Ya no era necesario que los muros y la tabiquería coincidieran con
los pilares, o que las esquinas de los edificios fueran sólidas para resistir
el empuje de fuerzas de los elementos sustentados. Se eliminó el principio de
simetría y se controlaron con escrupulosidad las proporciones. Los edificios
debían responder a sus necesidades programáticas de acuerdo con un sistema
proyectual racionalista.
Los arquitectos, pintores,
diseñadores y artesanos que formaron parte de la Bauhaus llevaron a cabo una
interesante labor teórica dentro del campo de las artes visuales en la sociedad
industrial. Mies van der Rohe, director de la Bauhaus a partir de 1930, se
desvió en algunos casos de la línea más comprometida socialmente. En su
pabellón alemán de la Exposición Internacional de Barcelona de 1929, reflejó la
búsqueda de lo elemental a través de estructuras de acero y delgadas membranas
de vidrio combinadas con muros de ónice y un podio de travertino, utilizando un
sistema compositivo en el que la influencia de De Stijl se hace patente.
De la misma manera, en la casa Tugendhat (1930) en Brno (República Checa), la
nobleza de los materiales y la aplicación del principio de economía expresiva
que inspira su famoso lema ‘menos es más’ se convirtieron en los rasgos
distintivos de su obra.
3.5.3
|
|
Dispersión de la
Bauhaus
|
En 1933 los nazis accedieron
al poder en Alemania, y la Bauhaus, símbolo de la vanguardia alemana, fue
clausurada. Sus miembros se disgregaron. Gropius y Mies se exiliaron a Estados
Unidos. El primero obtuvo una cátedra en el departamento de arquitectura de la
Universidad de Harvard en 1937, desde donde, hasta su jubilación en 1952,
divulgó el concepto de diseño de la Bauhaus. Gropius llevó con él a su
discípulo Marcel Breuer, quien renunció en 1946 a la docencia para continuar su
carrera constructiva en Nueva York. Los edificios de Breuer, como el Whitney
Museum of Modern Art (1966) de Nueva York, conjugan el racionalismo de la
Bauhaus con una imagen impactante, heredada del expresionismo alemán de la
década de 1910.
Mies entró en el Illinois
Institute of Technology de Chicago, donde dirigió el departamento de
arquitectura y acometió la consolidación de una nueva tipología de rascacielos.
Los elementos comunes del rascacielos —la estructura de acero y su
revestimiento vítreo, es decir, empleo del muro-cortina— supusieron nuevos
retos arquitectónicos para Mies. Sus esfuerzos por resolver estas cuestiones se
manifiestan en el edificio de apartamentos de Lake Shore Drive en Chicago
(1951) y el edificio Seagram en Nueva York (1958), proyectado en colaboración con
Philip Johnson. En parte de la obra de Mies subyace un clasicismo que se
traduce en el cuidado por las proporciones, la perfección compositiva y en los
detalles y materiales de los acabados, obteniendo unos elegantes resultados por
medio de la supresión de cualquier elemento historicista.
Notre Dame du Haut
en Ronchamp
Le Corbusier
proyectó en 1950 la iglesia de peregrinación de Notre Dame du Haut en Ronchamp.
Es uno de los edificios religiosos más relevantes de la arquitectura moderna, y
muestra el estilo brutalista que dominó la obra del maestro franco-suizo a
partir de la II Guerra Mundial.
La otra gran aportación
al movimiento moderno partió de Francia. Las primeras manifestaciones habían
pasado más o menos inadvertidas en Francia, Inglaterra y Estados Unidos,
dominados durante las décadas de 1920 y 1930 por el Art Déco, un estilo empleado
en edificios públicos y en la mayoría de los rascacielos estadounidenses, como
el Empire State Building (1930) de Nueva York. Una excepción fue Charles
Édouard Jeanneret, apodado Le Corbusier, un suizo francófono discípulo de
Auguste Perret y Peter Behrens establecido en París, cuyas aportaciones a la
arquitectura contemporánea le conceden un lugar privilegiado en el panorama
internacional.
Durante la década de 1920,
Le Corbusier proyectó una serie de viviendas unifamiliares para una clientela
culta que compartía con el arquitecto la premisa de que la vivienda moderna
debía ser una machine à habiter (máquina de habitar), como es el caso de
la villa Saboye (1928-1930) en Poissy-sur-Seine (Francia). Esta obra muestra
los principios de la nueva arquitectura: planta principal separada del suelo
sobre pilotis, planta libre, sin subordinaciones respecto a la
estructura, utilización de ventanales horizontales por los que penetra
abundante luz y disposición de terrazas ajardinadas que permitan desarrollar la
vida al aire libre. Realiza una serie de propuestas urbanísticas innovadoras
que apuntan a la resolución del problema de la vivienda obrera mediante el
planteamiento de casas fabricadas en serie y de ciudades organizadas en altura
(villas-inmuebles). Entre las construcciones de los diversos equipamientos y
servicios, se abren amplios espacios para las vías de circulación y zonas
ajardinadas.
Después de la II Guerra
Mundial, Le Corbusier realizó distintas versiones de la Unidad de habitación
(1946-1952), comenzando por el edificio de Marsella. Por entonces, el
arquitecto estaba explotando todas las posibilidades plásticas del hormigón
armado como material de construcción. En lugar de seguir los métodos de
cerramiento habituales en los rascacielos, consistente en ligeras membranas
montadas sobre estructuras invisibles, Le Corbusier hizo de nuevo énfasis en la
expresividad de los cerramientos, concibiendo el edificio como un objeto
esculpido. Los artistas habían profetizado la importancia del hormigón, pero su
popularización fue lenta a causa de la dificultad de dominarlo con precisión.
En 1901 el arquitecto y urbanista francés Tony Garnier realizó un proyecto de ciudad
para Lyon, publicado como La ciudad industrial (1918), en el que estaba
previsto la utilización del hormigón a gran escala. Uno de los precursores en
la explotación de las posibilidades estructurales y formales del hormigón
armado fue el maestro de Le Corbusier, Auguste Perret, que cuenta con ejemplos
excepcionales construidos exclusivamente con este material, como la iglesia de
Notre Dame du Raincy (1922-1923) y la reconstrucción del puerto de El Havre
tras la II Guerra Mundial.
Le Corbusier también ejerció
gran influencia a través de sus escritos, como el libro Hacia una
arquitectura (1927), que recoge varios artículos sobre su pensamiento
arquitectónico. Realizó audaces proyectos no construidos para el palacio para
la Sociedad de Naciones (1927) en Ginebra y el palacio de los Soviets (1931) en
Moscú. Sus postulados también se manifestaron en 1925 en el pabellón del Esprit
Nouveau para la Exposición de Artes Decorativas de París.
Le Corbusier se adentró
progresivamente en las posibilidades plásticas del hormigón armado, manejado
con el fin de producir efectos expresivos. De este modo inspiró a otros
arquitectos, sobre todo ingleses, a trabajar en un estilo que se denominaría
brutalismo, un término derivado del francés béton brut (hormigón bruto o
visto). Durante la década de 1950, Le Corbusier realizó la ciudad de
Chandīgarh, la nueva capital del Punjab, en el noroeste de la India. Sus tres
grandes edificios gubernamentales, levantados en la plaza del Capitolio, se
cuentan entre los ejemplos más dramáticos de la arquitectura del siglo XX. Dos
edificios religiosos en Francia culminaron la extraordinaria carrera de Le
Corbusier: la capilla de peregrinación de Nôtre Dame du Haut (1950-1955) en
Ronchamp, en el Alto Saona, y el monasterio dominico de La Tourette
(1956-1960), en Eveux (Rhône). La capilla está compuesta por unas expresivas
formas curvas que encierran un espacio recogido, matizado por las sutiles luces
que penetran por los cristales coloreados, mientras que el monasterio,
revestido de hormigón visto, contiene espacios complejos para la vida en
comunidad, organizados en torno a un patio rectangular.
3.7
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|
Arquitectura
escandinava
|
Fábrica de celulosa
de Sunila
Entre 1935 y 1937,
el arquitecto finés Alvar Aalto proyectó una fábrica de celulosa en la isla de
Sunila. El conjunto lo componen una serie edificios unidos por avenidas que se
disponen en terrazas escalonadas rodeados por un bosque de pinos. Construida
entre 1936 y 1939, posteriormente fue ampliada entre 1951 y 1954.
La aparición de la arquitectura
contemporánea en Escandinavia estuvo ligada a la obra de personalidades
innovadoras como el sueco Erik Gunnar Asplund y el danés Arne Jacobsen. El
finlandés Eliel Saarinen se trasladó a Estados Unidos en 1922, donde fundó una
escuela de arte conectada con la tradición europea, la Cranbrook Academy, cerca
de Detroit (Michigan). En este ambiente se formó su hijo Eero, que llegó a ser
un arquitecto prominente en las décadas de 1940 y 1950.
Iglesia de
Grundtvit
P. V. Jensen-Klint proyectó
esta iglesia de Grundtvit (Copenhague) en 1922. Aunque su estilo rectilíneo se
asocie con el Art Déco, sus trazas reproducen la tipología medieval nórdica.
El finlandés Alvar Aalto
fue sin duda el arquitecto más destacado. Aunque en sus primeras obras
importantes, como el sanatorio de Paimio (1929-1933), adoptó un lenguaje
racionalista blanco y rectilíneo, pronto manifestó su vocación expresiva. Para
ello empleó los materiales tradicionales fineses —granito, ladrillo, madera, azulejos
cerámicos y cobre— enfatizando sus cualidades visuales y táctiles para producir
una arquitectura poética que respondiese al carácter escandinavo. La libertad y
complejidad de los interiores, el interés por la percepción lumínica del
espacio, y sus circulaciones y las evocaciones formales del entorno son algunos
rasgos distintivos de su obra. A menudo utiliza con precisión los lucernarios,
tanto para estructurar el espacio como para manipular la luz con criterios
expresivos. Su Centro cívico (1950-1952) para la isla de Säynätsalo (Finlandia)
está organizado con locales comerciales en la planta baja sobre los que se
disponen modestos alojamientos para las autoridades locales, logrando un
conjunto sereno y monumental. Su iglesia (1956-1958) de Vuoksenniska
(Finlandia) es una poética solución que responde a un complejo programa
funcional, donde se combinan un lugar para el culto y un centro social.
3.8
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El racionalismo
español
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Hipódromo de la
Zarzuela
El ingeniero
español Eduardo Torroja construyó en 1936 el hipódromo de la Zarzuela de Madrid
en colaboración con los arquitectos Carlos Arniches y Martín Domínguez. En esta
obra destaca la cubierta de las tribunas, un impresionante e innovador voladizo
compuesto por bóvedas laminares de hormigón.
Los primeros pasos que
significaron una ruptura con el historicismo de las primeras décadas del siglo
XX en España, vinieron dados por la llamada generación del 25, cuyo máximo
exponente fue el arquitecto Fernando García Mercadal. Con la instauración de la
II República en 1931 se creó un clima favorable al desarrollo del racionalismo
arquitectónico, intensificándose los contactos con los miembros de la
vanguardia europea y la participación en los CIAM (Congresos Internacionales de
Arquitectura Moderna, iniciados en 1928). En 1930 se fundaba el GATEPAC (Grupo
de Artistas y Técnicos Españoles para el Progreso de la Arquitectura
Contemporánea), que supuso la adhesión al racionalismo más ortodoxo del
movimiento moderno europeo, destacando las realizaciones del grupo catalán (GATCPAC)
capitaneado por Josep Lluís Sert, discípulo de Le Corbusier, entre cuyas obras
más notables está el dispensario central antituberculoso de Barcelona
(1934-1936), en colaboración con Torres Clavé y Subirana. La guerra civil y el
consecuente cambio político segaron esta evolución, con el exilio de muchos de
sus componentes, entre ellos Josep Lluís Sert, quien realizaría una brillante
labor docente y profesional en los Estados Unidos, y Félix Candela, que inició
una nueva carrera profesional en México.
3.9
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Nervi, Candela,
Torroja y Saarinen
|
El empleo del hormigón
armado continuó su perfeccionamiento técnico gracias a los esfuerzos de una
serie de ingenieros, como es el caso del italiano Pier Luigi Nervi y del
hispano-mexicano Félix Candela, discípulo en España de Eduardo Torroja, autor
de las impresionantes cubiertas del hipódromo de la Zarzuela en Madrid (1935).
Independientemente de la preocupación por el hormigón, Eero Saarinen pulió el
modelo del muro-cortina de acero y cristal en el centro técnico de la General
Motors (1957) en Warren, Michigan, en un intento de minimizar el delgado
esqueleto arquitectónico. Sin embargo, el mayor éxito lo consiguió con el
aeropuerto internacional de Dulles, cerca de la ciudad de Washington, acabado
en 1963, dos años después de su muerte.
3.10
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Arquitectura
latinoamericana
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Catedral
metropolitana, Brasilia
La catedral
metropolitana de Brasilia, capital de Brasil, es uno de los muchos edificios
diseñados por el arquitecto brasileño Oscar Niemeyer en la década de 1960. Este
edificio parcialmente enterrado, cuenta con dieciséis columnas convexas y su
interior está decorado con vidrieras. Cerca de la entrada hay cuatro estatuas
conocidas como los Cuatro Evangelistas. En sus diseños, Niemeyer combinó
técnicas y materiales modernistas con líneas curvas, y la libre utilización de
reminiscencias del barroco brasileño.
La arquitectura contemporánea
se consolidó en Latinoamérica gracias al apoyo de Le Corbusier a dos jóvenes
arquitectos brasileños, Lúcio Costa y Oscar Niemeyer, y al resto del grupo de
artistas que comenzaron a finales de la década de 1920 a reivindicar la
renovación de los estilos historicistas. Entre los pioneros destacaron los
también brasileños Gregorio Warchanchik y Alfonso Reidy y el uruguayo Julio
Vilamajó. Después de la II Guerra Mundial fueron apareciendo otras figuras
importantes, especialmente en México, donde los principios del movimiento se
combinaron con el carácter colonial y con las reivindicaciones precolombinas.
Entre los mejores arquitectos mexicanos cabe destacar a Luis Barragán, Juan
O’Gorman y Pedro Ramírez Vázquez, líderes de una primera generación que ha
consolidado la arquitectura contemporánea en este país. Otros arquitectos
destacados del último medio siglo han sido el venezolano Carlos Raúl
Villanueva, el colombiano Rogelio Salmona y el uruguayo Eladio Dieste.
Su educación en la tradición
academicista le inculcó la admiración por los sistemas constructivos romanos
(como el de las termas de Caracalla) y determinó una actitud ambigua basada en
el estudio reflexivo de la historia arquitectónica desde la antigüedad hasta
Claude Nicolas Ledoux. A mitad de su carrera combinó estas preocupaciones con
las premisas del movimiento moderno en edificios como los laboratorios Richards
(1958-1961) de la Universidad de Pennsylvania (Filadelfia) o el Instituto Salk
(1965) en La Jolla (California). Gracias a estas obras monumentales alcanzó un
gran renombre internacional que le procuró importantes encargos en países en
vías de desarrollo. A esta etapa de su trayectoria pertenecen el Instituto
indio de empresa (1975), en Ahmedabad (India) y sus proyectos de la década de
1960 para Dhaka, la capital de Bangladesh, como el edificio de la Asamblea
Nacional.
3.12
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Arquitectura
posmoderna
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Rascacielos
AT&T en Nueva York
La construcción del
edificio para la AT&T (1984) en Nueva York, proyectado por Philip Johnson,
significó el espaldarazo definitivo para la arquitectura posmodernista
estadounidense.
En la década de 1960 surgió
entre muchos arquitectos un sentimiento de rechazo hacia el International
Style, que había degenerado desde su pureza inicial hacia fórmulas que
parecían monótonas y estériles. Una de las corrientes arquitectónicas que va a
reaccionar contra la ortodoxia del racionalismo será la denominada posmoderna,
ligada al movimiento filosóficos del mismo nombre. El posmoderno en
arquitectura no pretendió ser un movimiento conexionado, sino una serie de
actitudes individualistas que varían desde las tendencias neohistoricistas de
Ricardo Bofill o de Óscar Tusquets hasta los extremados rasgos del deconstructivismo
que practican Frank Gehry o Zaha Hadid, pasando por la ironía de Robert
Venturi, Helmut John o Michael Graves. El polifacético Philip Johnson dio un
espaldarazo a la corriente posmoderna con la erección del edificio AT & T
(1982) de Nueva York, un rascacielos coronado por un frontón partido.
3.13
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Últimas tendencias
arquitectónicas
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Facultad de
Arquitectura
Álvaro Siza Vieira
es el autor del nuevo edificio de la Facultad de Arquitectura de Oporto (en la
imagen) y del pabellón Carlos Ramos. Ambos edificios son representativos de la
obra de este maestro luso de la arquitectura contemporánea.
En la última década en
el panorama arquitectónico han aparecido diferentes tendencias divergentes,
como el deconstructivismo o el high-tech. Al mismo tiempo, se ha
reiniciado un proceso de revisión de los maestros vanguardistas, produciéndose
la reactivación de los postulados del movimiento moderno. Esta tendencia se
puede observar en la obra de numerosos arquitectos, entre los que destacan el
holandés Rem Koolhaas, el japonés Tadao Ando, el estadounidense Richard Meier,
el portugués Álvaro Siza Vieira y el español Rafael Moneo.