El invento de la Edición de libros




Fragmento del Libro de los muertos egipcio
El rollo de papiro es el antecesor del libro actual. El Libro de los muertos (c. 1310 a.C.), escrito sobre papiro, era un texto egipcio que contenía oraciones, sortilegios e himnos, cuyos conocimientos serían utilizados por las personas después de muertas para guiar y proteger sus almas en el arriesgado viaje hacia el más allá. Esta parte muestra el juicio final del difunto, en este caso Hu-Nefer el escriba real, delante de Osiris, el dios de la muerte. Los jeroglíficos y las ilustraciones enseñan el ritual en que se pesaba el corazón del difunto antes de serle concedida la vida eterna. Los antiguos egipcios creían que el rollo místico podría asegurar la benevolencia de Osiris, y por ello a menudo lo colocaban junto a los cuerpos momificados en la tumba.

Edición de libros, confección, publicación y distribución de libros. Sus orígenes pueden establecerse en las tablillas de arcilla y piedra y en los cilindros poligonales de los antiguos reinos asirios y babilónicos, o en las tiras de bambú de los primeros escribas chinos. Casi todos los especialistas, sin embargo, prefieren considerar los rollos de papiro como los verdaderos precursores de los libros. Ya en el año 600 a.C., los escribas habían copiado poemas, discursos y oraciones en estos rollos de papiro para venderlos con unos precios muy elevados.
2
HISTORIA
Biblioteca de Alejandría
La más famosa de las bibliotecas de la edad antigua fue la que fundó el rey egipcio Tolomeo I Sóter en la ciudad de Alejandría a comienzos del siglo III a.C. Convertida en el principal núcleo de erudición del periodo helenístico, fue definitivamente destruida a mediados del siglo VII durante la expansión del islam por el norte de África.

Es probable que fuera en Grecia donde por primera vez se vendieron de forma regular obras literarias, gracias a los discípulos de Platón, que vendían o alquilaban la transcripción de sus discursos. En el año 400 a.C. Atenas era la capital literaria de Grecia, y el centro de producción y venta de rollos y papiros. Los primeros vendedores de libros atenienses fabricaban sus propios rollos pero, posteriormente, los empresarios fabricantes de libros empleaban a copistas y no sólo vendían y alquilaban los manuscritos, sino que organizaban lecturas de pago en sus propias tiendas. En torno al año 250 a.C., Alejandría (al-Iskandariya) se convirtió en uno de los mayores mercados de libros del mundo. Las primeras publicaciones y ventas de libros se debieron a la gran biblioteca de Alejandría fundada por Tolomeo I. Gracias a la formación de numerosos escribas y a la explotación de los canales de distribución de las rutas comerciales de la capital, los editores alejandrinos retuvieron el control de la mayor parte del comercio mundial de libros durante más de dos siglos.
En Roma los primeros editores eran hombres ricos amantes de la literatura que podían permitirse costear a los caros esclavos que servían de escribas. A finales del siglo I d.C. floreció el comercio de libros en Roma y en otras grandes ciudades del Imperio. Sin embargo, cuando la capital se trasladó a Constantinopla en el año 328 d.C., las actividades literarias de Roma decayeron en seguida.
La consolidación de China como imperio, llevada a cabo por la dinastía Ch’in (Qin) en el año 221 a.C., creó las condiciones necesarias para un comercio de libros a gran escala, comercio que se vio de nuevo impulsado por la elaboración del papel en torno al siglo I d.C., reemplazando con gran rapidez el bambú, la seda, y la madera como materiales sobre los que escribir. Para entonces ya se habían prodigado las tiendas de libros en la capital del imperio loyang. Para el año 800 d.C. su uso se había difundido hasta la lejana Bagdad. Las necesidades de la enorme burocracia imperial china estimularon la producción y distribución del papel a gran escala; el comercio de libros se benefició del crecimiento de esta industria. Los primeros libros chinos solían tener forma de rollos. Los amuletos budistas de Japón del año 770 d.C. muestran que por esas fechas ya se había desarrollado la técnica de imprimir, aunque seguía sin aplicarse a la producción masiva de manuscritos, que se vendían en los grandes centros comerciales de las ciudades durante la dinastía Tang. La dinastía Song siguió favoreciendo el crecimiento de la industria de los libros, donde se reemplazaron los rollos por libros encuadernados, y se produjeron grandes ediciones de los clásicos impresos en madera. Desde entonces China dispuso de una industria librera destacada por su antigüedad y lo avanzado de su tecnología.
2.1
La edad media
Los evangelios de Lindisfarne
Los evangelios de Lindisfarne (698-721) eran libros ilustrados realizados por los monjes en Northumbria. Esta página muestra la decoración al inicio del Evangelio según san Mateo. Las formas, entrelazadas con criaturas fantásticas, fueron adoptadas del arte vikingo y se convirtieron en motivos irlandeses y anglosajones. Los evangelios de Lindisfarne forman parte de la colección de la Biblioteca Británica de Londres.

En la Europa medieval eran frecuentes los vendedores de libros ambulantes, aunque durante la alta edad media la producción de libros era, en esencia, monopolio de los scriptoria, o habitaciones de escritura de los monasterios. Durante algunos siglos los libros escritos en los monasterios se producían para uso exclusivo de los monjes o de sus discípulos seglares. Por lo tanto, durante siglos, el conocimiento de la lectura y la escritura quedó confinado a los clérigos. Más tarde, debido a que algunos príncipes habían sido educados en monasterios, las bibliotecas de los reyes y los nobles se llenaron con manuscritos de literatura.
En la baja edad media la venta de libros se vio fomentada por el crecimiento de las universidades, sobre todo por las de París (1150) y Bolonia (1200). Las universidades controlaban la preparación de los libros de texto y de obras literarias, y también determinaban la tasa de producción y venta. Los libreros, denominados stationarii, solían ser funcionarios de la universidad o licenciados. Los stationarii de la universidad de París no sólo proveían a la universidad, sino también a casi todos los intelectuales de Europa. Los stationarii de las universidades inglesas de Oxford y Cambridge aparecieron algunos años después de la creación de las universidades de París y Bolonia. Sin las restricciones que éstas sufrían, el negocio floreció deprisa en Inglaterra.
2.2
El comercio de libros en la edad moderna
La publicación y venta de libros se inició en 1440 con la aparición de la imprenta con caracteres móviles. Los primeros impresores solían ser también los editores de las obras que producían, y las vendían directamente a los lectores; contrataban a funcionarios de las universidades para vender en éstas sus libros. Anton Koberger, fue el primer editor que estableció un negocio de estas características (1470) en Nuremberg. Era propietario de 16 tiendas, y tenía representantes en casi todas las ciudades del mundo cristiano. Los editores alemanes Johann Fust, socio de Johann Gutenberg, y Peter Schöffer vendían libros a precios muy por debajo del de los manuscritos.
El editor más influyente de este periodo fue Aldo Manuzio, de Venecia. Fue gracias a los altos ideales intelectuales y a la labor altruista de Manuzio y sus sucesores, así como a la imaginación, sinceridad y persistencia tanto de Gutenberg como de Fust, que Europa, a finales del siglo XV, pudo disfrutar de los grandes valores de la poesía y la filosofía griegas. Para organizar su negocio de publicación y su imprenta, Manuzio tuvo que superar numerosos obstáculos, como fue enseñar a los tipógrafos italianos a imprimir los textos griegos, o el lograr distribuir sus libros desde Venecia hasta lejanos destinos del continente europeo.
También destaca en este periodo el editor-vendedor William Caxton, que montó una imprenta en Westminster, Londres, en 1476 y que fue el primero en imprimir libros escritos en inglés. Caxton publicó sus propias traducciones de obras escritas en latín, francés y holandés. Hay que mencionar también al editor alemán Johann Froben, que fundó una imprenta en Basilea, que destacaba por sus detalles artísticos y la escrupulosa precisión de los libros que publicaba.
En la ciudad de Wittenberg, Sajonia, en el año 1517, funcionaba una pequeña imprenta, con escasa importancia comercial, pero de una enorme influencia en la opinión pública europea, debido a los reformistas religiosos alemanes Martín Lutero y Melanchthon. Los panfletos publicados en esta imprenta, copiados por otros editores que simpatizaban con las ideas de Lutero, aseguraron su amplia difusión.
Durante los siglos XVI y XVII los principales mercados de libros estaban en ciudades de los Países Bajos, pero a finales del siglo XVIII las empresas editoras se encontraban en las principales ciudades de Europa y América, y algunas lograron sobrevivir hasta el siglo XX.
2.3
El inicio de las editoriales modernas
La regenta
Portada de la primera edición de La regenta de Leopoldo Alas Clarín, impresa en Barcelona en 1884. La verdad es que la ilustración del joven mancebo, que parece arrancado de un cancionero tardo medieval del amor cortés, en nada alude a algo que trate esta dura novela realista. Sin embargo, es una bella cubierta de libro.

Las editoriales modernas surgieron en el siglo XVIII, cuando en Inglaterra aparecieron las imprentas que editaban todo tipo de literatura. Durante la primera mitad del siglo XIX el comercio de libros cambió drásticamente al inventarse en Francia la prensa cilíndrica. La tecnología de la imprenta no había sufrido apenas variaciones desde los tiempos de Gutenberg, pero la prensa cilíndrica posibilitaba la impresión de libros y revistas a gran escala y permitió abastecer mercados masivos. Los libros en rústica aparecieron en la década de 1840, primero como suplementos para los periódicos, y después como libros de pequeño formato. Durante la Guerra Civil estadounidense eran tan populares que se llevaban en fardos hasta los campamentos de los soldados. Los vendedores de libros empezaron a publicar libros con tapas duras, y a finales del siglo XIX había centenares de editores que publicaban y distribuían libros en casi todo el mundo. En el siglo XIX las principales tendencias se dirigían al desarrollo de la especialización en la publicación de libros, y a distinguir la publicación de la venta, que se convirtió en el terreno exclusivo de grandes distribuidores y de minoristas individuales o corporativos.
2.4
Avances del siglo XX
La industria de la publicación de libros creció en tamaño y alcance durante el siglo XX. Las primeras asociaciones de libreros se convirtieron en grandes distribuidoras comerciales que vendían libros por correo, mediante suscripciones, a escala nacional. Estas asociaciones sirvieron de prototipo para muchas pequeñas organizaciones, algunas pertenecientes a las imprentas que las creaban para vender sus propios libros.
Los libros en rústica reaparecieron tras la II Guerra Mundial. La promoción masiva y diversas técnicas nuevas hicieron posible la distribución más allá de las fronteras nacionales, a precios asequibles. A principios de 1980 casi el 70% de los inventarios de las librerías eran ediciones en rústica. Otra generación de impresores desarrolló una nueva técnica de comercialización en masa que ha caracterizado al comercio de libros. La distribución sigue siendo el principal escollo de la industria.
En la década de los noventa la edición de libros se ha convertido en una floreciente industria internacional.
3
EL COMERCIO DE LIBROS EN LA ACTUALIDAD
El comercio de libros puede compararse a un iceberg en el que la cúspide, en torno al 20 o 25% del total, son las novelas de ficción o históricas —lo que a veces se denomina libros comerciales— que son los que se anuncian y analizan en los medios de comunicación de masas, y aparecen en las listas de ventas. El restante 70 u 80% abarca libros educativos, de negocios, científicos, técnicos, así como libros de referencias.
Los libros comerciales mantienen la tradición literaria, e incluso crean la imagen pública, de las empresas editoriales. Pueden sufragar los gastos de otras líneas de producción, pero normalmente, los beneficios de las editoriales provienen de los libros de texto, los libros de referencias, o los departamentos de Medicina o Religión, por ejemplo. Sin embargo, muchas editoriales se dedican, casi en exclusiva, a alguna de estas especialidades. Así, la publicación de libros de texto es uno de los aspectos preponderantes de la industria. Algunas se especializan en libros científicos y técnicos, otras en libros religiosos, otras en obras de referencia, etcétera.
Los libros comerciales suelen tener un coste unitario menor al de los libros de texto; por ejemplo, una tirada de libros de texto puede requerir una inversión mucho mayor que la que se necesitaría para la misma tirada de una novela o una biografía. Entre los libros no comerciales, los más importantes son los libros de texto. Además, ciertas obras profesionales, científicas y técnicas se venden como si fueran libros de texto. Desde 1945 el área de la industria que más ha variado ha sido la edición de libros educativos, científicos y técnicos, debido a la denominada explosión cultural que siguió a la II Guerra Mundial y a los enormes cambios sociales que acontecieron durante la década de 1960.
Hoy en día, predomina en la industria la edición de libros para un mercado masivo. Estas ediciones responden al desarrollo y venta de libros, con tapas duras o blandas, dirigidos al gran mercado que acude a las librerías y a los canales de minoristas conocidos. Los volúmenes dirigidos a este mercado masivo también se venden en supermercados, cadenas comerciales, estaciones de servicio, aeropuertos, etcétera. El público está informado con regularidad del enorme éxito de las ediciones de gran tirada cuando recibe noticias del enorme crecimiento de los ingresos por derechos de autor que ofrecen las principales editoriales de libros en rústica para reeditar los best sellers. La competencia ha impulsado el crecimiento de las ediciones en rústica desde principios de la década de 1950; las ediciones de lujo y los libros en rústica originales ya sólo se venden en las grandes librerías, y no en el resto de los canales comerciales de la industria del libro.
3.1
Procesos de edición y producción
Con independencia del libro que se produzca, el proceso de edición es siempre el mismo.
En los casos más corrientes de libros comerciales, la editorial pequeña publicará entre 3 y 5 títulos anuales, mientras que las editoriales poderosas pueden llegar a publicar más de 600 títulos distintos. Algunos de estos se seleccionarán entre los cientos de manuscritos que reciben anualmente, pero la mayoría se seleccionan en agencias especializadas. Una gran proporción de títulos publicados salen de la propia editora, porque los editores contratan a autores para que desarrollen algunas ideas. Éstos reciben un porcentaje de las ventas en concepto de derechos de autor que depende de la cantidad de libros vendidos; cuantos más libros se vendan, mayor es el porcentaje de beneficios, tanto para el editor como para el autor. En el mercado anglosajón, los libros comerciales cubren costes (tanto de producción como de distribución) cuando se venden más de 7500 ejemplares. En el ámbito cultural de España y América Latina, estas cifras oscilan, en cambio, en torno a los 3.000 ejemplares.
Una vez recibido el manuscrito, el editor se hace responsable. Los editores suelen trabajar atendiendo a varios libros a la vez, y en muchas editoriales son responsables de todo el proceso de producción. Las prácticas de edición son muy variadas. Pueden sugerirle al autor que cambie partes del manuscrito, o pueden cambiarlas ellos y revisar después los cambios.
Antes de que el manuscrito definitivo pase a la producción, debe hacerse una primera copia de impresión. Los editores preparan el libro para enviarlo a la composición, corrigiendo las faltas gramaticales y ortográficas, así como los errores de hecho o de contenido, las construcciones sintácticas extrañas y otro tipo de dificultades del texto. Los mejores editores llevan a cabo una cuidadosa investigación, consultando todo tipo de fuentes para asegurar que los hechos relatados por los autores son correctos.
Un nuevo paso en la producción es el diseño, que puede realizarlo la propia editorial o encargarlo a un diseñador independiente. Éste determinará el formato del libro: tamaño de las páginas, número de líneas por página, tamaño y tipo de letra, disposición de las ilustraciones, etcétera. Muchos diseñadores de reconocido prestigio trabajan para las grandes editoriales, y algunas de éstas destacan por sus creaciones.
El primer paso en el proceso de fabricación es determinar la composición del libro. En la década de 1970 el proceso de composición se empezó a realizar con equipos informáticos, y ya a mediados de la década de 1980 se empezó a producir una total automatización de las técnicas de impresión y del proceso de encuadernación. La edición masiva de libros en rústica hizo posible el desarrollo de un nuevo método de encuadernación que reemplazaba la costura de las páginas por su unión mediante cola. Estos avances tecnológicos, que tienden a normalizar el proceso de fabricación, tuvieron un papel determinante al permitir la reducción de costes y el incremento de la producción, ajustándose así a las necesidades del mercado.
3.2
Marketing y distribución
Cuando el libro ya está terminado sólo resta distribuirlo. Los libros comerciales se venden, principalmente, gracias a vendedores especializados que recorren las librerías del país anotando los encargos de éstas. Las dos épocas más favorables para la venta son la primavera y el otoño. Las grandes editoriales tienen sus propios comerciales, asesorados por los editores antes de que los libros salgan a la venta. Las pequeñas editoriales suelen contar con vendedores que trabajan a comisión, que muchas veces operan para varias empresas. Los libros suelen venderse también mediante grandes mayoristas que, junto con las asociaciones de libreros, han pasado a dominar el comercio del libro, por lo que pueden negociar grandes descuentos con las editoriales, mientras que el librero independiente tiene que competir en condiciones económicas desfavorables.
Hasta la década de 1960 los métodos modernos de marketing no se aplicaban a la comercialización de libros. Sin embargo, desde el inicio de la década de 1980 las grandes editoriales han aumentado sus inversiones en marketing, igualmente sus agentes comerciales están aplicando las técnicas de marketing más avanzadas. Los cambios más importantes en la edición de libros durante el siglo XX se han producido en este área y en el de la fabricación.


El invento de la Teneduría de libros y contabilidad




El ciclo de contabilidad en siete pasos, un medio sencillo de organizar y conservar la pista de las transacciones financieras, cubre las necesidades tanto de los individuos como de las grandes empresas. Cada vez que se adquiere o vende una partida, la persona a cargo de la contabilidad ejecuta los tres primeros pasos del ciclo y pasa la información al contable quien realiza los cuatro últimos pasos. Mientras que un individuo puede contratar un contable para preparar las declaraciones financieras, las empresas, a menudo, tienen una plantilla de tenedores de libros y contables para realizar los siete cometidos del ciclo.

Procedimientos de teneduría de libros
1 Registro de la transacción en un diario.
2 Transferencia de los resultados de diferentes
diarios al Libro Mayor.
3 Calcular si la suma de todos los débitos es igual a la suma de todos los créditos. También llamado balance de comprobación.
Procedimientos de contabilidad
4 Calcular ajustes.
5 Preparar el balance de comprobación ajustado.
6 Preparar los estados (informes) financieros.
7 Cerrar las cuentas no acumulativas.

Contabilidad
Contabilidad, proceso mediante el cual se identifica, mide, registra y comunica la información económica de una organización o empresa, con el fin de que los gestores puedan evaluar la situación de la entidad. La teneduría de libros se refiere a la elaboración de los registros contables, por lo que es la que permite obtener los datos, ajustados a principios contables, utilizados para evaluar la situación y obtener la información financiera relevante de una entidad.
Cuando se lleva a cabo una contabilidad personal se suele utilizar un sistema simple mediante el cual se van registrando las cantidades de los gastos en columnas. Este sistema refleja la fecha de la transacción, su naturaleza y la cantidad desembolsada. Sin embargo, cuando se lleva a cabo la contabilidad de una organización, se utiliza un sistema de doble entrada: cada transacción se registra reflejando el doble impacto que tiene sobre la posición financiera de la empresa y sobre los resultados que ésta obtiene. La información relativa a la posición financiera de una empresa se refleja en el llamado balance, mientras que los resultados obtenidos aparecen desglosados en la cuenta de pérdidas y ganancias.
2
HISTORIA
Los métodos utilizados para llevar a cabo la contabilidad y la teneduría de libros, creados tras el desarrollo del comercio, provienen de la antigüedad y de la edad media. La contabilidad de doble entrada se inició en las ciudades Estado comerciales italianas; los libros de contabilidad más antiguos que se conservan, procedentes de la ciudad de Génova, datan del año 1340, y muestran que, para aquel entonces, las técnicas contables estaban ya muy avanzadas. El desarrollo en China de los primeros formularios de tesorería y de los ábacos, durante los primeros siglos de nuestra era, permitió el progreso de las técnicas contables en Oriente. El primer libro contable publicado fue escrito en 1494 por el monje veneciano Luca Pacioli. A pesar de que la obra de Pacioli, más que crear, se limitaba a difundir el conocimiento de la contabilidad, sus libros sintetizaban principios contables que han perdurado hasta la actualidad.
La Revolución Industrial provocó la necesidad de adaptar las técnicas contables para poder reflejar la creciente mecanización de los procesos, las operaciones típicas de las fábricas y la producción masiva de bienes y servicios. Con la aparición, a mediados del siglo XIX, de las corporaciones industriales, propiedad de accionistas anónimos y gestionadas por profesionales, el papel de la contabilidad adquirió aún mayor importancia.
La teneduría de libros, parte esencial de cualquier sistema completo, ha ido informatizándose a partir de la segunda mitad del siglo XX, por lo que, cada vez más, corresponde a los ordenadores o computadoras la realización de estas tareas. El uso generalizado de los equipos informáticos permitió sacar mayor provecho de la contabilidad utilizándose a menudo el término procesamiento de datos, y actualmente el concepto de teneduría ha caído en desuso.
3
INFORMACIÓN CONTABLE
La información contable se puede clasificar en dos grandes categorías: la contabilidad financiera o contabilidad externa y la contabilidad de costes o contabilidad interna. La contabilidad financiera muestra la información que se facilita al público en general, y que no participa en la administración de la empresa, como son los accionistas, los acreedores, los clientes, los proveedores, los sindicatos y los analistas financieros, entre otros, aunque esta información también tiene mucho interés para los administradores y directivos de la empresa. Esta contabilidad permite obtener información sobre la posición financiera de la empresa, su grado de liquidez (es decir, las posibilidades que tiene para obtener con rapidez dinero en efectivo) y su rentabilidad.
La contabilidad de costes estudia las relaciones coste-beneficio-volumen de producción, el grado de eficiencia y productividad, y permite la planificación y el control de la producción, la toma de decisiones sobre precios, los presupuestos y la política de capital. Esta información no suele difundirse al público. Mientras que la contabilidad financiera tiene como objetivo genérico facilitar al público información sobre la situación económico-financiera de la empresa, la contabilidad de costes tiene como objetivo esencial facilitar información a los distintos departamentos, a los directivos y a los planificadores para que puedan desempeñar sus funciones.
3.1
Contabilidad especializada
De las diversas áreas de la contabilidad especializada, hay tres de especial relevancia: auditoría, fiscalidad, y la contabilidad de las organizaciones sin ánimo de lucro. La auditoría consiste en la evaluación, por parte de un auditor independiente, de los datos financieros, los registros contables y los documentos de la empresa, así como de otro tipo de documentación sobre la empresa que permita verificar la validez de sus registros contables. Las grandes empresas y las empresas públicas suelen tener un equipo de auditores propio.
Otra especialización de la contabilidad se refiere a la fiscalidad (véase Impuesto sobre la renta). La preparación de las declaraciones de la renta requiere la recogida previa de información, y la presentación de los datos de una forma coherente; para ello, tanto los individuos particulares como las empresas contratan a profesionales especializados, asesores fiscales, para hacer la declaración de la renta. Sin embargo, las reglas que determinan cómo se han de pagar los impuestos rara vez coinciden con la teoría y práctica de la contabilidad. Los reglamentos impositivos surgen a partir de leyes, son interpretadas por los tribunales y reguladas por determinadas instituciones administrativas. Sin embargo, la mayor parte de la información necesaria para calcular la base impositiva suele utilizarse también en la contabilidad, pública y privada, de las empresas. Muchas técnicas son comunes a las dos áreas.
El tercer bloque de especialización lo ofrecen las organizaciones sin ánimo de lucro, como las universidades públicas, los hospitales, las iglesias, las fundaciones, los sindicatos y las asociaciones patronales, y las agencias especializadas de los gobiernos. Estas organizaciones difieren de las empresas de negocios en que reciben recursos sin prestar a cambio un servicio específico, es decir, sus recursos no proceden de proporcionar un bien o un servicio a un individuo en concreto; además, son organizaciones sin ánimo de lucro y por lo tanto no tienen intereses particulares. Por ello, estas organizaciones llevan un registro contable distinto, así como criterios de medición y cuentas financieras diferentes.
3.2
Información financiera
De forma tradicional, la función de la información financiera debía permitir a los propietarios conocer la evolución de sus empresas. Pero cuando las responsabilidades de la administración fueron comúnmente relegadas a personal contratado, la información financiera adquirió una orientación más administrativa, es decir, se trataba de reflejar ante los propietarios la administración llevada a cabo por los agentes o administradores. El objetivo consistía pues en demostrar el grado de eficacia con el que se estaban gestionando los activos de los propietarios, tanto basándose en el mantenimiento del capital como en la generación de beneficios.
La generalización de las sociedades, la aparición de grandes corporaciones multinacionales y el extendido uso de la contratación de gestores o administradores profesionales, con propietarios cada vez más anónimos y alejados de su empresa, dio un nuevo giro a la orientación de la información financiera.
Aunque la orientación administrativa no ha desaparecido, está hoy mucho más encaminada a informar a los inversores. Tanto los inversores privados como los institucionales consideran que la propiedad de acciones es una alternativa más para su inversión, y exigen tener una información más a largo plazo que la que proporcionaba el concepto clásico de información administrativa. Puesto que los inversores utilizaban las cifras financieras para predecir los resultados de sus decisiones, la contabilidad se orientó a facilitar este tipo de información. Una de las consecuencias más importantes de este cambio fue el aumento de la información que podía proporcionar la contabilidad financiera.
A partir de ese momento proliferan las memorias que amplían la información otorgada por la contabilidad financiera. Estas memorias desagregan y amplían la información de la contabilidad financiera. Por lo general, una memoria explica los métodos contables aplicados cuando existen alternativas o cuando debido a la naturaleza específica del negocio desarrollado por la empresa es necesario aplicar métodos distintos a los utilizados de forma habitual.
En las memorias también se ofrece información sobre operaciones de menor importancia, pasivos, planes de pensiones, evolución del precio de las acciones, operaciones en el exterior e información detallada sobre deuda a largo plazo (como tipos o tasas de interés y fechas de vencimiento). Las empresas cuyo capital está repartido entre muchos accionistas también suelen presentar una memoria que incluye información sobre ingresos trimestrales, precio medio trimestral de las acciones, evolución de éstos, e información sobre el volumen de ventas y de los beneficios obtenidos en cada uno de los sectores en los que opera la empresa.
4
PRINCIPIOS DE CONTABILIDAD
En la contabilidad actual se parte de un sistema de supuestos, doctrinas, axiomas y convenciones englobados en lo que se denomina 'principios contables generalmente aceptados'. Muchos de estos principios han tenido una lenta evolución a lo largo de la historia y tan sólo los últimos avances contables realizados en décadas recientes están reflejados en las leyes. A continuación se exponen algunos de los principios contables más comunes.
El principio de empresa en funcionamiento afirma que la gestión de la empresa tiene una duración ilimitada por lo que los principios contables restantes no irán encaminados a valorar los activos y el valor del patrimonio de la empresa como si éstos fueran a ser vendidos de un modo total o parcial.
El principio de prudencia afirma que sólo deberán contabilizarse los beneficios realizados a la fecha de cierre del ejercicio; sin embargo, las pérdidas posibles, aún sin ser ciertas, se contabilizarán desde que se considere que se pueden producir.
El principio de registro establece que los hechos económicos deben registrarse cuando nazcan los derechos u obligaciones que dichos hechos originen. Cuando no se trate de una transacción de la empresa con el exterior se registrarán sólo cuando se haya producido el auténtico consumo del activo.
El principio de precio de adquisición exige que todos los bienes y derechos se contabilicen por su precio de adquisición o coste de producción. Este principio deberá aplicarse siempre, salvo que alguna ley establezca excepciones de forma explícita, en cuyo caso deberá redactarse una memoria en que se especifique la aplicación de dicha excepción.
El principio del devengo establece que la imputación de ingresos y gastos deberá hacerse en función de la corriente real de bienes y servicios con independencia de cuándo se produzca la corriente monetaria o financiera.
El principio de correlación de ingresos y gastos afirma que el resultado del ejercicio estará constituido por los ingresos de dicho periodo, menos los gastos del mismo realizados para obtener los primeros, así como por los beneficios y quebrantos no relacionados de forma clara con la actividad de la empresa.
El principio de no compensación impide que se equilibren las partidas del activo y del pasivo del balance, ni las de gastos e ingresos que integran la cuenta de pérdidas y ganancias establecidas en los modelos de cuentas anuales. Por ello, habrá que valorar por separado los elementos integrantes de las distintas partidas del activo y el pasivo.
El principio de uniformidad establece que, una vez adoptado un criterio para la aplicación de los principios contables, entre todas las alternativas posibles, deberá mantenerse dicho criterio a lo largo del tiempo hasta que se alteren los supuestos que motivaron la elección del criterio en cuestión.
El principio de importancia relativa sostiene que podrá admitirse la no aplicación estricta de algunos de los principios contables, siempre y cuando la importancia relativa en términos cuantitativos de la variación que tal hecho produzca tenga una trascendencia escasa y, en consecuencia, no altere el resultado de las cuentas anuales.
El principal objetivo: la imagen fiel consiste en que, en caso de conflicto entre principios contables obligatorios, deberá prevalecer el que mejor conduzca a que las cuentas anuales expresen la imagen fiel del patrimonio, de la situación financiera y de los resultados de la empresa. No obstante, el principio de prudencia tendrá un carácter preferencial sobre los demás.
Por otra parte, los principios y normas de contabilidad generalmente aceptados son todos aquellos que aparecen en los códigos de Comercio y leyes mercantiles, en el Plan General de Contabilidad (España), o Manual de Contabilidad (México), en las normas de desarrollo que, en materia contable, establezcan en su caso los institutos de Contabilidad y Auditoría de Cuentas o de Contadores Públicos, y la demás legislación que sea aplicable de modo explícito.
4.1
El balance
De las dos figuras contables tradicionales, el balance refleja la situación de la empresa, mientras que la cuenta de pérdidas y ganancias muestra el resultado de la actividad. El balance proporciona información sobre los activos, pasivos y neto patrimonial de la empresa en una fecha determinada (el último día del año natural o fiscal). A la izquierda, en la hoja del balance, aparecerán los activos de la empresa, ordenados de menor a mayor liquidez. En el lado derecho se reflejarán los pasivos de la empresa, ordenados de menor a mayor exigibilidad. El neto patrimonial refleja lo que queda de la empresa tras compensarse activos y pasivos. (Por ejemplo, un edificio constituye un activo de la empresa valorado en 10.000 dólares. La cuantía pendiente de pago de la hipoteca, de 3.000, constituye un pasivo para la empresa. El neto patrimonial sería, en este caso, de 7.000 dólares).
Los activos se pueden dividir en activo circulante e inmovilizado. El activo circulante viene determinado por aquellos activos que pueden hacerse líquidos (convertirse en dinero) con relativa rapidez (menos de un año); estos activos incluyen el dinero en caja, las cuentas corrientes, los pagos pendientes, los productos almacenados y las inversiones a corto plazo en acciones y bonos. El inmovilizado está constituido por los activos físicos de la empresa —terrenos, edificios, maquinaria, vehículos, equipos informáticos y mobiliario. En el inmovilizado también se incluyen las propiedades que tiene la empresa en otras y activos intangibles como las patentes y las marcas registradas.
Los pasivos son las obligaciones de la empresa hacia terceros, como pueden ser los acreedores comerciales. El pasivo exigible a corto plazo viene determinado por lo que hay que pagar en un periodo inferior al año, incluyendo impuestos, préstamos a corto plazo y el dinero adeudado a los proveedores de bienes y servicios. El pasivo exigible a largo plazo está constituido por las deudas con plazo de vencimiento superior al año, como los bonos, las hipotecas y los préstamos a largo plazo. Mientras que el pasivo representa las obligaciones de la empresa con terceros, el capital social de la empresa refleja la inversión de los propietarios para adquirir los activos de la organización. Cuando la empresa pertenece a una sola persona o a un reducido número de individuos, en el balance puede aparecer el porcentaje de cada individuo sobre el capital social. Cuando la organización se constituye en sociedad anónima, el balance refleja el capital social total, es decir el capital al que tienen derecho los accionistas, desglosado en dos grandes categorías: (1) el capital desembolsado por los accionistas y (2) las reservas creadas a partir de los beneficios no distribuidos generados por la actividad de la empresa.
4.2
La cuenta de pérdidas y ganancias
La cuenta de pérdidas y ganancias refleja el resultado obtenido a partir del desarrollo de la actividad de la empresa en un plazo determinado, ya sea el trimestre o el año, reflejando los ingresos, gastos y pérdidas y beneficios obtenidos durante ese periodo por la empresa. Los ingresos reflejan las cantidades obtenidas por la venta de los bienes o servicios producidos por la empresa, mientras que los gastos reflejan todas aquellas transacciones que hacen posible que la empresa desarrolle su actividad, por lo que en ellos se incluyen los salarios, los alquileres, el pago de intereses y los impuestos.
4.3
La memoria
En la memoria aparece detallada información que no se puede obtener extrayéndola del balance ni de la cuenta de pérdidas y ganancias. En primer lugar, la memoria deberá describir el objeto social de la empresa y la actividad o actividades a las que se dedique.
En segundo lugar, la memoria reflejará las bases de presentación de las cuentas anuales (balance y cuenta de pérdidas y ganancias). En esta parte de la memoria se deberá justificar el porqué se han aplicado criterios distintos a los establecidos por los principios contables y por qué se han aplicado principios contables no obligatorios. Además, se deberá justificar el cambio de criterios aplicados y el cambio de estructura de las cuentas reflejadas. Asimismo, si se ha procedido a agrupar cuentas será necesario detallar en la memoria esta agregación. Por último, la memoria reflejará los elementos que estén integrados en varias partidas distintas.
4.4
Teneduría de libros y ciclo contable
La contabilidad moderna consta de un ciclo de siete etapas o pasos. Los tres primeros se refieren a la teneduría de libros, es decir, a la compilación y registro sistemáticos de las transacciones financieras. Los documentos financieros constituyen la base de la contabilidad; entre estos documentos cabe destacar los cheques de banco, las facturas extendidas y las facturas pagadas. La información contenida en estos documentos es trasladada a los libros contables, el diario y el mayor. En el libro diario se reflejan todas las transacciones realizadas por la empresa, mientras que en el mayor se reflejan las transacciones que afectan a las distintas partidas contables, por ejemplo, caja, bancos, clientes, proveedores, etcétera.
4.4.1
Primer paso
El registro de cada transacción en el libro diario constituye el punto de partida del sistema contable de doble entrada. Con este sistema se analiza la estructura financiera de una organización teniendo en cuenta el doble efecto que toda transacción tiene sobre dicha estructura (una compra de bienes constituye, por un lado, un aumento del activo, pero también refleja una disminución del mismo al reducirse la cantidad de dinero disponible). Por ello, toda transacción tiene una doble vertiente o dimensión, una el debe (que aparece a la izquierda) y otra el haber (que aparece a la derecha). Esta doble dimensión afecta de distinta forma a la estructura financiera. En función de su naturaleza, una partida contable puede disminuir con el debe e incrementarse con el haber, y otra puede aumentar con el debe y disminuir con el haber. Por ejemplo, la compra de bienes al contado aumenta la cuenta de bienes (siendo un débito) y disminuye la cuenta de caja (crédito). Sin embargo, si el bien se compra a crédito se creará una cuenta de pasivo, y en el libro diario aparecerá una nueva partida, incrementándose la cuenta de bienes (débito) y aumentándose la partida que refleja el pasivo (crédito). El reconocimiento de la obligación de pagar a los empleados aumentará la partida contable de salarios (siendo un débito) y aumentará el pasivo (crédito). Cuando se paguen los salarios se producirá una disminución en la cuenta de caja (crédito) y disminuirá el pasivo (débito).
4.4.2
Segundo paso
En la siguiente etapa del ciclo contable las cantidades reflejadas en el libro diario se copian en el libro mayor, en el que aparece la cuenta concreta de cada partida contable. En cada cuenta aparecen los débitos a la izquierda y los créditos a la derecha, de forma que el saldo, es decir el crédito o el débito neto, de cada cuenta puede calcularse con facilidad.
Cada cuenta del mayor puede a su vez desglosarse, es decir, en cada cuenta se pueden diferenciar distintos aspectos. Por ejemplo, en la cuenta de clientes se pueden desglosar, uno a uno, los clientes de la empresa, pudiéndose saber así cuánto ha comprado cada uno de ellos. Por analogía, la cuenta de salarios se puede desglosar en función de cada trabajador.
4.4.3
Tercer paso
Una vez reflejadas todas las transacciones en el mayor se procede a obtener el saldo -deudor o acreedor- de cada cuenta. La suma de todos los saldos acreedores debe ser igual a la suma de todos los saldos deudores, pero con signo contrario, ya que cada transacción que genera un crédito provoca, al mismo tiempo, un débito de la misma cuantía. Este paso, al igual que los siguientes, se produce al concluir el año fiscal. En cuanto se han completado los distintos libros, finaliza la parte de teneduría de libros del ciclo contable.
4.4.4
Cuarto paso
Finalizadas las etapas correspondientes a la teneduría de libros, el contable o contador público procede a ajustar una serie de cuentas con el propósito de resaltar hechos económicos que, aunque no se han producido de forma convencional, sí representan transacciones ultimadas. A continuación destacamos algunos de los casos más comunes: ingresos pendientes de pago (por ejemplo, intereses a cobrar que todavía no se han hecho efectivos); gastos pendientes (por ejemplo, salarios del mes corriente que todavía no se han satisfecho); ingresos percibidos con antelación (por ejemplo, cuando se recibe la cuantía de una suscripción por adelantado); gastos que se realizan de una forma anticipada (el pago de la prima de un seguro de riesgo); la depreciación (que es el reconocimiento de que el coste de una máquina debe amortizarse a lo largo de los años de vida útil de dicha máquina); inventarios (valoración de los bienes almacenados y verificación de que la cantidad almacenada coincide con la que se deriva de las cuentas); e impagados (que consiste en declarar una serie de cuentas pendientes de pago como de dudoso cobro, de forma que se reconozca el posible quebranto en el futuro).
4.4.5
Quinto y sexto pasos
Una vez realizados los ajustes anteriores, el contable o contador público realiza un primer balance de comprobación de saldos, adaptando éstos a los ajustes anteriores (paso quinto). Cuando se han actualizado todos los saldos se procede a redactar el balance y preparar la cuenta de pérdidas y ganancias (paso sexto). Los saldos de las distintas cuentas proporcionan la fuente de datos para la contabilidad financiera y de costes de la empresa.
4.4.6
Séptimo paso
El último paso consiste en cerrar las cuentas anuales, transfiriéndolas a la cuenta de pérdidas y ganancias de forma que, aquellas cuentas que corresponden tan sólo a la actividad anual se anulan unas a otras, de forma que los créditos y débitos del siguiente año fiscal reflejen en exclusiva la actividad de ese año.
5
REGLAMENTOS Y PATRONES
La contabilidad está muy bien delimitada y suele proceder con unos métodos y técnicas muy bien definidas. Por ello, muchos países (como Estados Unidos, España o México) cuentan con un Plan General o Manual Contable que permite adecuar la contabilidad a las nuevas técnicas empresariales y que se desarrollen de manera homogénea las distintas técnicas contables alternativas. Esto debe responder a los cambios socioeconómicos, a la evolución de las leyes y a la aparición de nuevas técnicas de producción y comercialización. Sin embargo, lo que no se ha conseguido es la creación de un cuerpo teórico homogéneo para el desarrollo de la contabilidad en un plano internacional, por lo que existen importantes diferencias entre la información que proporciona la contabilidad de las empresas en un país con la que se puede obtener en otro distinto. Estas diferencias dificultan en sumo grado las comparaciones de empresas a escala internacional.


Entradas populares

Me gusta

Seguidores