Rosalía de Castro
Rosalía de Castro (1837-1885) renovó la lírica tanto en lengua gallega como castellana y fue una de las artífices, junto con Gustavo Adolfo Bécquer de la moderna poesía española. Sus poemas, desprovistos de cualquier esperanza, suponen un punto de partida de la lírica moderna. Rompen con las formas métricas de su tiempo y presentan unas imágenes religiosas inquietantes y muy poco tradicionales. Una actriz recita en gallego los primeros versos de Cantares galegos.
Literatura gallega, literatura escrita en lengua gallega.
2 | | PERIODO GALAICO-PORTUGUÉS |
La literatura y la lengua gallegas tienen su origen en la literatura y la lengua galaico-portuguesas. Durante algunos siglos, el galaico-portugués fue la lengua culta que utilizaron no sólo los reyes portugueses, como Dionisio el Liberal o don Diniz, sino también castellanos, como Alfonso X el Sabio, autor de las Cantigas de Santa María. Obras fundamentales de esta época son el Cancioneiro d’Ajuda y el Cancioneiro Colocci-Brancuti, de los que se conservan copias en la Biblioteca del Palacio de Ajuda de Lisboa y en la Biblioteca Vaticana de Roma, descubiertas recientemente. Los trovadores galaico-portugueses crearon una tradición autóctona: la de las cantigas de amigo, de escarnio y maldecir. Las primeras, cantadas por las enamoradas, eran muy distintas a las provenzales y más cercanas a las jarchas. Las otras tenían carácter satírico y crítico.
La prosa galaico-portuguesa, que acogió sobre todo traducciones de relatos del ciclo artúrico y obras de carácter jurídico y religioso, tuvo menor importancia al ser menos original. Además de Alfonso X y don Diniz, los más importantes trovadores fueron: Paio Gómez Charino, Martín Codax, Esquio, Meendiño, Airas Nunes, Bernal de Bonaval, Joan Airas, Pero da Ponte y Nuño Fernández Torneol. Otros escritores, como, por ejemplo, Íñigo López de Mendoza, el marqués de Santillana, Gómez Manrique o Macías el Enamorado, fueron bilingües y continuaron, a lo largo de toda la segunda parte del siglo XIV, creando una escuela gallegocastellana.
Tras esta época dorada, la lengua y la literatura gallega se sumergieron en un casi silencio de siglos. Sólo se mantuvo una leve tradición de poesía popular anónima, a través de canciones y villancicos. Es sólo a partir del siglo XIX cuando se inicia su renacimiento. Y lo inicia un poeta prerromántico, Nicomedes Pastor Díaz (1811-1863) con su poema A Alborada (1828). Pero será Rosalía de Castro quien recupere definitivamente el gallego como lengua literaria y culta. Sin embargo, autora bilingüe como casi todos los escritores gallegos, no sólo es la refundadora de la tradición lingüística y literaria de su país, sino también —junto con Gustavo Adolfo Bécquer— la más importante poeta del romanticismo español y una de las más grandes escritoras de la literatura española, cuya influencia se ha dejado sentir en toda la lírica del siglo XX, desde Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez hasta Federico García Lorca o Luis Cernuda.
En el año 1861 se celebran los primeros Juegos Florales de Galicia, impulsados por el espíritu nacionalista romántico que había ido cuajando en los territorios históricos españoles con lengua propia. Al año siguiente se publica la antología de las obras premiadas, Álbum de la Caridad, y todos sus poemas están escritos en gallego. Y así se inicia el Rexurdimento (renacimiento) en Galicia —movimiento correspondiente a la Reinaçenxa de Cataluña (Véase también Literatura catalana; Literatura vasca).
Manuel Murguía (1833-1923), marido de Rosalía de Castro, fue uno de los más importantes historiadores gallegos y animadores de este movimiento cultural y político y en 1865 publicó el libro titulado Los precursores, en el que citaba a escritores que habían contribuido a la concienciación cultural del país, como Antolín Faraldo, Aureliano Aguirre, Sánchez Deus, Eduardo Pondal y la misma Rosalía de Castro. En su época, Aureliano Aguirre, por su suicidio en una playa, fue considerado uno de los arquetipos románticos y modelo para los escritores renovadores del momento, pero los verdaderos poetas, y además bilingües, fueron Rosalía y Pondal. Este último puso en verso lo que historiadores como Murguía o Vicetto construyeron de manera no demasiado científica: los orígenes célticos de Galicia frente a la tradición del resto de la península. En Queixumes dos pinos (Rumores de los pinos, 1886), inspirándose en la invención macphersoniana de los cantos gaélicos, construyó un mundo panteísta de ruina y héroes célticos.
Manuel Curros Enríquez (1851-1908), autor de poemarios como Aires de minha terra (Aires de mi tierra, 1880), fue el más heterodoxo de los poetas gallegos finiseculares. Poeta civil y social, fue un gran reivindicador de la nacionalidad gallega y del laicismo.
Entre esta primera tríada de grandes poetas (Rosalía, Pondal y Curros Enríquez) y el verdadero asentamiento de la literatura gallega con el Grupo NOS, hay una etapa de transición formada fundamentalmente por dos poetas: Antonio Noriega Varela (1869-1947), autor del poemario Do ermo (Del yermo, 1920), poemas de carácter bucólico, y Ramón Cabanillas (1876-1952), autor de Da terra asoballada (La tierra ultrajada, 1917), otra obra de carácter social.
Álvaro Cunqueiro
Álvaro Cunqueiro es un escritor español que escribió tanto en gallego como en castellano. Su prosa fresca, culta y muy imaginativa está considerada como una de las más importantes del siglo XX en España.
Los verdaderos y definitivos concienciadores de la cultura y la literatura gallega fueron el Grupo NOS, reunidos en torno a esta importantísima publicación (una especie de gran enciclopedia de la cultura gallega) que se editó a lo largo de las décadas de 1920 y 1930, hasta el comienzo de la Guerra Civil. Rodríguez Castelao y Vicente Risco fueron sus creadores, junto con Ramón Otero Pedrayo y el arqueólogo Florentino Cuevillas.
La vanguardia poética gallega tuvo en Manuel Antonio a su principal cultivador y divulgador en su libro De catro a catro (De cuatro a cuatro, 1928). Junto con el dibujante, Alvaro Cebreiro, Manuel Antonio publicó el primero y único manifiesto vanguardista gallego denominado Máis Alá (Más allá). La introducción de las vanguardias en Galicia se produjo a través de Risco y de otros autores como Eugenio Montes y Correa Calderón. Luis Amado Carballo también fue otro ilustre cultivador de esta tendencia. Pero la poesía gallega de anteguerra, imbuida por el descubrimiento de las cantigas galaico-portuguesas, creó una corriente autóctona, denominada neotrovadorismo. Fermín Bouza Brey fue su creador y Álvaro Cunqueiro su más intenso y delicado cultivador entre una larga nómina de seguidores. Al primero pertenece el libro Nao senlleira (Nave solitaria, 1933), y al segundo Cantiga nova que se chama Ribeira (Cantiga nueva que se llama Ribeira, 1933).
Vicente Risco
Entre la caricatura y el retrato, Díaz Pardo plasmó a Vicente Risco (1884-1963) uno de los escritores más importantes de la literatura gallega. Fue Risco un personaje controvertido, nacionalista, culto, maestro de generaciones posteriores y fundador, durante la II República, del Partido Galleguista, pero poco a poco se adhirió a posturas derechistas que le llevaron a aceptar el franquismo, una vez concluida la Guerra Civil española.
Manuel Antonio, Amado Carballo, Bouza Brey, Ramón Cabanillas, Eduardo Blanco Amor y Álvaro Cunqueiro cubren esa primera etapa de la anteguerra, en donde también comienzan a surgir las obras de otros poetas como Ricardo Carballo Calero, Vieiros (Caminos, 1931); Aquilino Iglesias Alvariño, Señardá (Melancolía, 1930), y Luis Pimentel, cuya única obra publicada en vida fue Triscos (Pedazos, 1950). Pimentel, un poeta en castellano, autotraducido o traducido al gallego, es uno de los grandes poetas españoles de la segunda mitad de este siglo, perdido en la provincia y en un simbolismo fuera de tiempo pero extraordinariamente efectivo e intenso. Sus poemarios póstumos fueron: Sombra do aire na herba (Sombra del aire en la hierba, 1959) y Barco sin luces (1960).
No hay que olvidar el gran homenaje a la lengua y a la poesía gallega por parte de Federico García Lorca, autor de los Seis poemas galegos (1935).
Torrente Ballester
El esfuerzo creativo de Torrente Ballester se volcó sobre todo en la narrativa en castellano. Su prosa realista está recorrida en todo momento por una fina ironía y por el sentido de lo maravilloso.
La guerra condujo al exilio a muchos intelectuales y escritores. Los más destacados representantes del mismo fueron Lorenzo Varela y el pintor y editor de la revista bonaerense Galicia emigrante, Luis Seoane. El primero es autor del libro Lonxe (Lejos, 1954); y el segundo, de Fardel de esiliado (1952). En el exilio interior quedaron otros autores como Celso Emilio Ferreiro, continuador de la poesía cívica y social de Curros Enríquez (del que escribió su mejor biografía), aunque con una mayor intensidad y tensión lírica, dejando una obra fundamental, Longa noite de pedra (1962).
Desde la Guerra Civil hasta el año 1946, la actividad cultural y literaria de Galicia se colapsó. A partir de esa fecha, el gallego, como idioma culto, reanuda muy lentamente su reinserción en la sociedad. Varios acontecimientos marcan esta restauración. La publicación del libro de Aquilino Iglesias Alvariño, Cómaros verdes (1947), la fundación de la colección de poesía Benito Soto que dirige en Pontevedra Celso Emilio Ferreiro, así como la creación de la editorial Bibliófilos Gallegos, que da a luz el libro de Ramón Cabanillas Camiños no tempo (Caminos en el tiempo, 1949). Con la publicación del libro de Manuel Cuña Novas Fabulario Novo (1952), se creó una nueva tendencia en la lírica gallega que vino en denominarse Escola da Tebra (Escuela de la tiniebla), muy cercana al existencialismo. Otros poetas a señalar de estas últimas décadas son: Díaz Castro, Antonio Tovar, María Mariño, Pura Vázquez, Luz Pozo, Xohana Torres, Anxeles Penas, Bernardino Graña, Uxío Novoneyra, Méndez Ferrín, Arcadio López Casanova, Manuel Vilanova, y entre los más jóvenes, Álvarez Cáccamo, Vicente Araguas, Luisa Castro, Ramiro Fonte, Lois Pereiro o Manuel Rivas.
Si bien la poesía es el género literario dominante en gallego, la narrativa, aunque más tardía en su aparición, ha tenido también grandes representantes, tales como el mismo Castelao, Vicente Risco, Otero Pedrayo, Anxel Fole, autor de obras fundamentales como A lus do candil (1979), Terra brava (1976) o Contos da néboa (1973), Eduardo Blanco Amor, autor de una novela imprescindible, A esmorga (La parranda), Rafael Dieste y Alvaro Cunqueiro. Entre los narradores de las últimas décadas destacan Neira Vilas, Méndez Ferrín, Víctor Freixanes, Carlos Casares, Manuel Rivas, Suso de Toro y Ramiro Fonte, entre un largo etcétera. La narrativa gallega estuvo siempre surcada por el realismo agrario y marinero, así como por una imaginación y fantasía desbordantes provenientes de raíces antropológicas que fueron sabiamente culturizadas por las narraciones de Rafael Dieste, pero sobre todo por las de Álvaro Cunqueiro.
Entre los ensayistas destacan Ramón Piñeiro, Celestino F. de la Vega, Francisco García Sabell, Rof Carballo, Francisco Fernández del Riego o Ricardo Carballo Calero.
Si bien sólo se ha hecho referencia a aquellos escritores que escribieron únicamente en gallego, o también en castellano, alternando ambas lenguas, hay otros muy importantes que escribieron sólo en castellano, tales como: Emilia Pardo Bazán, Wenceslao Fernández Flórez, Salvador de Madariaga, Ramón María del Valle-Inclán, José María Castroviejo, Camilo José Cela (Premio Nobel de Literatura), Gonzalo Torrente Ballester, José Ángel Valente o Julio Camba.