El invento del:
Arte paleolítico
Cueva de Altamira
Los bisontes que se
pueden observar en la imagen son sólo una pequeña muestra del conjunto de
pinturas prehistóricas que la cueva de Altamira alberga. Datadas en más de
15.000 años de antigüedad, sus representaciones animalísticas, ejecutadas con
un hábil estilo naturalista dominador del trazo y de la utilización de los
colores, motivaron que esta gruta cántabra, ubicada en el término de Santillana
del Mar, recibiera el apelativo de 'Capilla Sixtina del arte paleolítico'.
Arte
paleolítico, arte desarrollado entre los años 32.000 y
11.000 a.C., durante el último periodo glacial. Comprende el arte mueble
(también llamado arte miniatura o arte portátil) consistente en figuras y
objetos decorativos tallados en hueso, cuernos de animal o piedra o modelados
toscamente en arcilla, y el arte parietal o rupestre, vinculado al interior de
las cuevas en forma de pinturas, dibujos y grabados. Algunos relieves también
aparecen en abrigos rocosos al aire libre. Arte paleolítico hay en todo el
mundo, pero es mucho más abundante en Europa occidental, de modo que en este
artículo sólo se considera el arte de esta zona.
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DESCUBRIMIENTO
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Los primeros hallazgos
de arte paleolítico fueron piezas de arte mueble descubiertas en las cuevas y
abrigos rocosos del suroeste de Francia en la década de 1860. Los objetos eran
indudablemente antiguos, probablemente herramientas y útiles paleolíticos así
como huesos de animales del periodo glacial. Algunas de las especies
representadas (como el mamut) se extinguieron, y otras (como el reno)
abandonaron la región hace ya mucho tiempo.
Estos descubrimientos
activaron el interés por la excavación en cuevas y abrigos rocosos en busca de
arte prehistórico. Algunas personas se habían dado cuenta ya de la existencia
de dibujos en las paredes, pero apenas dieron importancia al asunto. El primer
llamamiento serio en favor de la existencia del arte rupestre paleolítico se
hizo en 1880, cuando el español Marcelino de Sautuola dio a conocer sus
hallazgos en la cueva de Altamira (Cantabria). Sus opiniones fueron tratadas
con escepticismo por los arqueólogos de la época, hasta que el deslizamiento de
una falla ocurrido en la cueva de La Mouthe (Dordoña) en 1895, sacó a la luz
una galería con grabados tallados en sus paredes. Los sedimentos paleolíticos
aparecidos allí confirmaron la antigüedad de las pinturas. En 1901 se
encontraron otros grabados en la cueva de Les Combarelles (Dordoña) y pinturas
en la cercana Font de Gaume. En 1902 los arqueólogos reconocieron oficialmente
la existencia del arte rupestre. Tras esto, nuevos y numerosos hallazgos se
sucedieron ya de forma continuada. Los descubrimientos todavía prosiguen; en
Francia y España, incluso hoy, se descubre un promedio de un yacimiento nuevo
cada año. En fechas recientes, manifestaciones de arte rupestre de similar
cronología han aparecido en otras partes del mundo como Australia, América y el
sur de África.
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LOCALIZACIÓN
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Se han encontrado objetos
de arte paleolítico dispersos por múltiples lugares desde la península Ibérica
y el norte de África hasta Siberia, con una notable concentración de restos en
Europa occidental, oriental y central. Se conocen miles de ejemplares: mientras
en algunos lugares apenas hay unos pocos o ninguno, en otros se cuentan a
centenares los artículos de arte mueble aparecidos.
Se han localizado cuevas
con decoración paleolítica desde Portugal y el sur de España hasta el norte de
Francia. Su distribución es desigual, con abundancia de ejemplos en zonas ricas
en restos muebles. Destacan, por encima de todas, las regiones del Périgord,
los Pirineos franceses y el norte de España, donde cabe reseñar las cuevas de
Altamira y Puente Viesgo en Cantabria, y Tito Bustillo y Peña Candamo en
Asturias. También hay concentraciones aisladas en Italia y Sicilia, así como en
el suroeste de Alemania, los Balcanes, Rumania y Rusia. Algunas de estas cuevas
contienen sólo unas pocas figuras o simplemente una, mientras que en otras,
como las francesas Lascaux y Les Trois Frères, las tienen a centenares. En años
recientes este tipo de representaciones paleolíticas ha aparecido también en
rocas al aire libre, conservadas en circunstancias excepcionales. Hasta ahora,
estas pinturas se han hallado en diversos lugares de España, Portugal y los
Pirineos franceses.
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CRONOLOGÍA
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Recientemente, el análisis
de diminutas cantidades de pigmentos procedentes de los dibujos y pinturas
rupestres ha demostrado que en muchos casos tales muestras contenían restos de
carbón vegetal. La datación por isótopos radiactivos como el carbono 14 (véase
Datación: Método del carbono 14) pone de manifiesto que la
acumulación de figuras en las paredes de las cuevas fue un hecho inusual,
separado a veces por largos periodos de tiempo.
Aparte de los hallazgos
esporádicos de objetos decorativos de épocas precedentes, los descubrimientos
más antiguos de arte paleolítico se sitúan dentro del periodo auriñaciense,
hace 32.000 años. Tales objetos son, por un lado, pequeñas estatuillas
antropomórficas y zoomorfas talladas en marfil y piedra, aparecidas en
yacimientos del suroeste de Alemania y Austria; y por otro, sofisticadas
pinturas como las recientemente descubiertas en la cueva de Chauvet en Ardeche
(Francia). Las pruebas de carbono 14 realizadas sobre dos figuras de
rinoceronte lanudo y una de bisonte han arrojado una antigüedad de entre 30.000
y 32.000 años, convirtiendo a estas pinturas, por el momento, en las más
antiguas del mundo.
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TÉCNICAS Y
MATERIALES
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El arte mueble abarca
una extensa variedad de formas y materiales. La más simple fue la manipulación
de objetos naturales como colmillos, conchas o huesos tallados o perforados
para fabricar collares y pendientes. En algunos yacimientos han aparecido cientos
de plaquetas (piedras con dibujos grabados). También aparecen grabados en los
diferentes objetos de hueso tallado, como arpones, anzuelos, cuchillos,
punzones y bastones de mando. En diversas zonas, sobre todo en Moravia, se han
encontrado pequeñas esculturas de terracota con figuras humanas y animales,
pero la mayoría de las estatuillas paleolíticas estaban hechas de marfil o
piedra blanda. El marfil también se usó para componer collares, pulseras y
brazaletes. Particular interés ofrecen unas características figuritas femeninas
de pequeño tamaño talladas en piedra, casi todas del periodo auriñaciense,
denominadas genéricamente Venus. Con una clara tendencia a la esquematización y
un especial interés por resaltar los atributos sexuales, de entre las más de
cincuenta figuras descubiertas destacan la Venus de Willendorf y la Venus
de Savignano.
El arte rupestre comprende
una asombrosa variedad de técnicas. Un recurso llamativo fue la utilización de
las protuberancias naturales de la roca y las estalactitas para acentuar o
representar determinadas figuras. La manera más simple de transformar las
paredes de la cueva fue imprimir la huella de los dedos sobre la capa de barro
que recubre la roca. En algunas cuevas, estas marcas también representan
figuras reconocibles. El trabajo en arcilla, limitado al área pirenaica, se
extiende desde la estampación sobre las paredes de las huellas de las manos
hasta los grabados en el suelo de la cueva y la realización de bajorrelieves
mediante la acumulación de grandes cantidades de arcilla. Los famosos bisontes
de Le Tuc d’Audoubert están modelados en altorrelieve, y el oso tridimensional
de Montespan contiene cerca de 700 kilos (más de media tonelada) de arcilla.
Las figuras de barro sólo
se han encontrado en las zonas más profundas y oscuras de las cuevas, mientras
que las esculturas en piedra han aparecido siempre en los abrigos rocosos o en
las partes iluminadas de las cuevas, es decir, en el tramo más próximo a la
entrada. La escultura rupestre, tanto en alto como en bajorrelieve, se limita a
la región central de Francia, zona con abundancia de piedra caliza. Casi todas
estas esculturas tienen restos de pigmento rojo, lo que demuestra que en su
momento estuvieron pintadas, como la mayoría del arte mueble.
El pigmento rojo usado
en las paredes de las cuevas estaba compuesto por óxido de hierro (hematites u
ocre) mientras que el pigmento negro suele ser manganeso o carbón vegetal,
derivado de la combustión de la madera. El análisis de los pigmentos,
particularmente en la cueva de Niaux, en los Pirineos, ha puesto de relieve el
uso de recetas o trucos pictóricos basados en la combinación del pigmento con
talco o feldespato (para dar más cuerpo a la pintura), y con aceites vegetales
o animales como aglutinantes.
La manera más rudimentaria
de aplicar la pintura en los muros de las cuevas fue con los dedos, aunque por
regla general se utilizaron diversos tipos de útiles que no se han conservado
hasta nuestros días. Las investigaciones apuntan hacia pinceles hechos con
cerdas de animales o pequeñas ramas. Los trozos de pigmento encontrados en el
suelo pudieron haber formado parte de lápices o tizas. Para esbozar el contorno
de las manos (posándolas sobre la pared de la cueva) y algunos puntos y
figuras, la pintura fue, sin duda, rociada directamente con la boca o por medio
de un canutillo provisto de pintura. También se pintaron figuras en los techos
de las cuevas. Algunos, como los de Altamira (España), podían alcanzarse sin
dificultad, pero en otros lugares era necesario utilizar una escalera de mano o
algún tipo de andamiaje. En Lascaux, los huecos de una de las paredes de la
galería sugieren cómo se construyó el andamiaje.
La luz provenía de las
hogueras, pero para las zonas más interiores y profundas de las cuevas fue
necesario algún tipo de iluminación portátil, como por ejemplo los candiles de
piedra, de los que apenas se conservan unas cuantas muestras, en cuyo seno
ardían distintas grasas animales.
A diferencia de las piezas
portátiles del arte mueble, limitado a pequeños objetos, el arte rupestre no
restringió su tamaño, con lo que las figuras representadas en las cuevas
oscilan entre las formas más diminutas y las más desmesuradas. Algunas alcanzan
un tamaño superior a los 2 m, como los gigantescos toros de Lascaux que exceden
de los 5 m. Las figuras, ya sean humanas o animales, se representaban
aisladas o formando conjuntos, y aunque en muchas ocasiones captan el
movimiento y el volumen, en ningún caso aparece el suelo o el paisaje de fondo.
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TEMÁTICA
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El arte paleolítico se
clasifica, normalmente, en representaciones figurativas (animales o humanas) y
en composiciones abstractas (signos y símbolos). Casi todos los animales
aparecen representados de perfil, la mayoría de ellos en estado adulto y
fácilmente reconocibles; muchos otros, sin embargo, aparecen incompletos o se
identifican difícilmente, y unos pocos, por último, son seres imaginarios, como
el unicornio de Lascaux. El aspecto más llamativo de Lascaux es que la cueva
está decorada de forma unitaria. En la mayoría de las cuevas las pinturas no
están dispuestas de ese modo, sino que se superponen de modo casual,
dificultando su identificación e impidiendo afirmar, en consecuencia, si se
trata de asociaciones deliberadas, o de yuxtaposiciones carentes de relación
entre sí.
Los animales más representados
en el paleolítico fueron el caballo y el bisonte, aunque otras especies (como
el mamut o el ciervo) predominaron en determinados lugares. Los carnívoros
fueron inusuales y los peces y pájaros aparecieron mucho más en el arte mueble
que en el rupestre. Los insectos y las plantas tan solo se encuentran en unos
pocos ejemplos del arte portátil. No es, por tanto, el arte paleolítico una
mera acumulación de observaciones de la naturaleza. Tiene significado y
estructura, con diferentes especies predominantes según épocas y regiones.
Mientras que las huellas de manos son relativamente frecuentes, las
representaciones de seres humanos escasean en el arte rupestre. Fueron mucho
más frecuentes en el arte mueble, especialmente las pequeñas figuras femeninas
calificadas como Venus.
Los ideogramas (representaciones
de signos y símbolos) son mucho más abundantes que las imágenes figurativas.
Dentro de ellos se incluye una amplia gama de motivos, desde un sencillo punto
o línea hasta complejas composiciones y extensos muros surcados por marcas
lineales. Pueden aparecer totalmente aislados en el interior de las cuevas o
estrechamente asociados a las representaciones figurativas. Mientras que para
algunos expertos estos signos son representaciones de cosas reales (casas,
trampas e incluso marcas de límites territoriales entre diferentes tribus),
para otros, como Leroi-Gourhan, son iconografías de carácter sexual.
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SIGNIFICADO DEL
ARTE RUPESTRE
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Arte rupestre
aborigen, Australia
El arte rupestre
aborigen tuvo un gran desarrollo antes de la llegada de los europeos. Alguna de
las pinturas que se han encontrado en Australia Meridional fueron realizadas
hacia el 18.000 a.C. Se cree que las figuras, como las que se aprecian en la
imagen, representaban a los espíritus de los artistas.
En un primer momento el
arte rupestre paleolítico se consideró como puramente ornamental, carente de
significados más complejos. Este punto de vista se apoyaba en el arte mueble conocido
hasta entonces. Pero los avances en el conocimiento de esa época, así como los
descubrimientos que se iban haciendo, pusieron de manifiesto que había un
complejo aunque indescifrable nexo entre los objetos representados y su
localización. Se pintaba un limitado número de especies; con frecuencia las
pinturas, dibujos y grabados se encuentran en los lugares más inaccesibles de
las cuevas; hay asociaciones y signos enigmáticos, figuras intencionadamente
incompletas o ambiguas, y cuevas decoradas que aparentemente no fueron
habitadas.
A comienzos del siglo
pasado se aplicó al arte paleolítico la teoría funcional de la magia simpática.
Según esta teoría, las pinturas servían para influir de forma mágica en sus
modelos reales. Así por ejemplo, un bisonte pintado provocaría la caza de dicho
animal. Se intentaron descubrir ritos y magias en cada aspecto del arte
paleolítico, en los fragmentos de objetos decorados y en la representación de
animales con flechas clavadas para propiciar su captura. Pero muy pocas figuras
de animales paleolíticos tienen flechas clavadas, y muchas cuevas no tienen
ninguna imagen de este tipo. En otros casos no hay escenas evidentes de caza y
los huesos de animales encontrados en muchas cuevas no guardan relación con las
especies pintadas, de modo que la motivación oculta del arte rupestre pudo
distanciarse de las prácticas cotidianas que reflejan los restos descubiertos
hasta ahora.
Otra teoría bastante popular
fue la denominada magia de la fertilidad, según la cual la representación de
animales garantizaría su reproducción y la consiguiente provisión de alimentos
para el futuro. Pero en muy pocos casos se distingue el género de los animales,
y los genitales se muestran casi siempre de manera discreta. En cuanto a la
copulación, en toda la iconografía paleolítica solamente hay uno o dos ejemplos
(bastante dudosos).
En definitiva, la mayor
parte del arte paleolítico no tiene una relación clara con la caza o la
reproducción. En la década de 1950 dos investigadores franceses, Annette Laming-Emperaire
y André Leroi-Gourhan, llegaron a la conclusión de que las cuevas no habían
sido decoradas al azar, sino de forma sistemática. Concibieron los diferentes
ejemplos de arte rupestre como composiciones cuidadosamente planificadas dentro
de cada cueva, considerando a los animales no como retratos sino como símbolos.
Descubrieron toda una serie de asociaciones que se repetían con frecuencia: el
predominio de caballos y bóvidos, agrupados en los muros centrales, se
consideró una representación de la dualidad sexual. Dividieron también los
signos abstractos entre masculinos (falos) y femeninos (vulvas).
Algunos investigadores
intentan establecer criterios para identificar la obra de artistas
individuales. Otros han creído descubrir relaciones entre las paredes más
decoradas y la acústica de la cueva, sugiriendo con ello que el sonido
desempeñó un importante papel en las ceremonias asociadas al arte rupestre.
De cualquier modo, ninguna
interpretación es suficiente para explicar todo el arte paleolítico, un periodo
que abarca las dos terceras partes de la historia del arte, 25 milenios sobre
la mayor parte de la superficie terrestre.