El invento de la Casa de Saboya




Casa de Saboya
Amadeo I
Hijo del futuro rey de Italia, Víctor Manuel II, y miembro por tanto de la Casa de Saboya, el duque de Aosta, Amadeo de Saboya, se vio implicado en la necesidad de los revolucionarios españoles de 1868 de conseguir un monarca que sustituyera a la derrocada Isabel II. Su candidatura fue promovida por el general progresista y presidente del gobierno, Juan Prim, y en noviembre de 1870 las Cortes Constituyentes le proclamaron rey de España. Reinó brevemente, durante una de las fases del llamado Sexenio Democrático, en medio de gobiernos efímeros, de conspiraciones de todo tipo e incluso de dos guerras. Abdicó el 11 de febrero de 1873, y de inmediato tuvo lugar la proclamación de la I República. Falleció 17 años después en la ciudad italiana de Turín, donde había nacido en 1845.


Casa de Saboya, dinastía del norte de Italia que se convirtió en la familia real de Italia. La Casa fue fundada por un noble borgoñón, Humberto I Blanca Mano (fallecido hacia 1048). El hijo de Humberto, Odón, heredó el título de conde de Saboya y, al casarse con Adelaida, heredera de Turín, en el Piamonte, extendió sus dominios. Durante los tres siglos siguientes, las posesiones de la familia aumentaron de forma evidente en Francia, Italia y Suiza. En el siglo XII se anexionó Niza, que le proporcionó una salida al mar. Amadeo VIII, conde de Saboya, creó el ducado de Saboya y se convirtió en su primer duque en 1416, por su ayuda al emperador Segismundo de Luxemburgo. En 1434, cedió la mayor parte de su autoridad a su hijo Luis, y fundó una orden religiosa. En 1440 fue elegido papa, con el nombre de Félix V, por el Concilio de Basilea, pero renunció en 1449.
Hacia 1536, los duques de Saboya habían perdido su autoridad sobre Ginebra, así como sus territorios suizos. Francisco I, rey de Francia, se apoderó de los dominios de la casa de Saboya en 1536. Sin embargo, en 1559, la mayor parte del ducado le fue devuelto a Manuel Filiberto, décimo duque de Saboya, a través del Tratado de Cateau-Cambrésis.
Víctor Amadeo II, durante algún tiempo, se vio obligado a someterse a las exigencias francesas, pero al final se unió a la Gran Alianza contra Francia. Mediante el Tratado de Turín, en 1696, la Casa de Saboya firmó la paz con Francia y se separó de la Gran Alianza. Después de que Víctor Amadeo se uniera en 1703 a Austria en la guerra de Sucesión española, los franceses invadieron y asolaron el Piamonte, pero Víctor Amadeo y su primo, el general austriaco Eugenio, príncipe de Saboya, les derrotaron en el asedio de Turín (1706). Mediante la Paz de Utrecht, Víctor Amadeo tomó, en 1713 posesión de Sicilia con el título de rey. La alianza con Austria también añadió a la Casa de Saboya el resto de Montferrat, parte de la cual ya había sido cedida al ducado (1631). En 1720 Sicilia fue entregada a Austria a cambio de Cerdeña y Víctor Amadeo se convirtió en rey de Cerdeña. En 1831 Carlos Alberto de Saboya Carignan hizo lo propio. En 1849, abdicó en favor de su hijo Víctor Manuel II, quien cedió (1860) Saboya y Niza a Francia y, más tarde, tomó el título de rey de Italia (1861). Le sucedió (1878) Humberto I, asesinado en 1900. El hijo de este último, Víctor Manuel III, abdicó en mayo de 1946 en favor del príncipe heredero, Humberto II, que gobernó hasta junio de 1946, año en que Italia se convirtió en república. Poco después, Víctor Manuel III, Humberto y Víctor Manuel, su heredero, se exiliaron en Portugal. La rama segundona de los duques de Aosta, proveniente de Víctor Manuel II, dio reyes a Croacia y a España (Amadeo I; 1870-1873).

El invento de la Casa de Osuna




Casa de Osuna
Los duques de Osuna y sus hijos
Este hermoso retrato familiar creado por el pintor español Francisco de Goya fue donado al Museo del Prado (Madrid), en 1879, por los descendientes de quienes aparecen representados en él: Pedro de Alcántara Téllez Girón, noveno duque de Osuna (de pie, vestido de uniforme), su esposa, María Josefa de la Soledad de la Portería Alfonso Pimentel (sentada) y los hijos de ambos. El niño que aparece montado sobre un bastón (Francisco de Borja), heredaría el título de duque, pasando a ser el décimo de la Casa de Osuna.

Casa de Osuna, una de las familias más importantes de la nobleza española. Presenta grandes transformaciones desde su creación en la segunda mitad del siglo XV hasta la desvinculación y disolución de los señoríos en el siglo XIX. El primer núcleo importante de lo que será la Casa de Osuna se encuentra en el testamento del maestre de Calatrava, Pedro Girón (1466), que vinculaba sus propiedades en mayorazgo para su hijo Juan Téllez Girón, segundo conde de Ureña, en 1511 y 1523. Hasta el siglo XVIII la Casa no sufrió alteraciones de consideración. Estaba integrada por tres estados: Osuna, Ureña y Peñafiel, con capitalidad cada uno de ellos en la población que daba nombre al estado y con un título nobiliario para cada uno. El primer título concedido a la Casa fue el de condes de Ureña a mediados del siglo XV. Un siglo después, Felipe II otorgó al quinto conde de Ureña la merced de duque de Osuna (1562), entrando así en la minoritaria categoría de la Grandeza española. Mediante esta concesión se estableció oficialmente la villa de Osuna (Sevilla) como centro de la Casa. Por último, en 1568, el segundo duque recibió también el título de marqués de Peñafiel, que habitualmente era utilizado por el heredero de la Casa, al igual que las rentas del Estado.
A finales del siglo XVIII la Casa de Osuna comenzó un espectacular engrandecimiento por la acumulación de títulos y la agregación de estados. En 1772 Pedro de Alcántara Téllez Girón, noveno duque de Osuna, se casó con María Josefa de la Soledad de la Portería Alfonso Pimentel, que ostentaba, entre otros títulos el de duquesa de Benavente, Béjar y Arcos, pasando sus títulos y estados por matrimonio a la Casa de Osuna. En 1841 incorporó, por extinción de colaterales sin herederos directos, todo el patrimonio del ducado del Infantado. Con esto, los Osuna concentraban algunas de las Casas y estados nobiliarios más importantes y de más rancio abolengo de la Península. Entre ellas cabe destacar las del Infantado, Arcos, Béjar, Gandía y Benavente, convirtiéndose en cuatro veces Grandes de España.
El proceso de acumulación de títulos que se produjo en la Casa de Osuna desde finales del siglo XVIII y, sobre todo, en el XIX, se hizo, bien a través de una política matrimonial adecuada, de tipo endogámico dentro de la clase nobiliaria, o del disfrute de títulos de familias colaterales que murieron sin sucesión. En definitiva, acumularon prestigio social, económico y político, pues sus miembros, además de rentas y privilegios, acapararon cargos políticos, militares y diplomáticos.

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