El invento de la POESÍA estadounidense DEL SIGLO XX




Wallace Stevens
El escritor estadounidense Wallace Stevens veía al poeta como una persona que encontraba armonía en el caos del mundo. Su primera obra publicada, Harmonium (1923), incluye algunos de sus poemas más conocidos, entre ellos “Sunday Morning” y “Trece maneras de mirar a un mirlo”.

La publicación de la revista Poetry (1912), por parte de la poeta y editora Harriet Monroe, supuso un extraordinario renacimiento poético tras un largo periodo de decadencia. La primera fase de ese renacer la representó el imaginismo, un movimiento iniciado por los poetas Amy Lowell y Ezra Pound que revolucionó el estilo convirtiéndose en uno de los pilares de la poesía del siglo XX e influyendo de modo singular en la poesía europea y latinoamericana. Sin embargo, hubo otras dos fases en el renacer poético de comienzos del siglo XX que fueron mucho más populares en Estados Unidos: la obra de un grupo de Illinois, en el que destacaron Edgar Lee Masters (Antología del Spoon River, 1915) y Carl Sandburg (Poemas de Chicago, 1915), y la obra de un grupo de Nueva Inglaterra, en el que destacó Robert Frost. La obra de Frost y Sandburg, durante sus prolongadas carreras, fue considerada como la expresión auténtica de un espíritu poético estadounidense. Alejada de estos grupos, pero también muy popular e influyente, fue Edna Saint Vincent Millay.
Anne Sexton
La poeta estadounidense Anne Sexton recibió el Premio Pulitzer de Poesía en 1967. En su obra poética se revelan zonas de la mente humana ajenas a la complacencia y a la convención social, a través de visiones que la escritora Julia Kristeva, en su obra sobre los "poderes del horror", situaría en el campo de la abyección. Se suicidó a los 45 años. Tres de sus obras fueron publicadas póstumamente.

La publicación de Tierra baldía (1922), del poeta anglo-estadounidense T.S. Eliot, supuso un cambio radical. La tendencia al esoterismo en las formas, lenguaje y simbolismo aumentó con los Cantos (publicados entre 1925 y 1960), de Ezra Pound. Tanto Eliot como Pound, por medio de su poesía y de sus escritos críticos, tuvieron una inmensa influencia en el curso de la poesía del siglo XX. Lo mismo ocurrió con la obra de William C. Williams, cuyos 40 volúmenes de prosa y poesía, entre ellos Paterson (1946-1958), influyeron en la escritura de varias generaciones de poetas.
John Robinson Jeffers
El poeta y dramaturgo estadounidense John Robinson Jeffers, que vivió en íntimo retiro en la costa californiana durante gran parte de su vida, es admirado por la intensidad de sus versos en poemarios tales como Tamar y otros poemas (1924) y por el éxito de su adaptación, en 1946, de Medea, tragedia del dramaturgo griego Eurípides.

También realizaron experimentos poéticos utilizando una imaginería compleja y a menudo difícil, Hart Crane, conocido por su poema épico El puente (1930), Wallace Stevens (El hombre con la guitarra azul, 1937) y Marianne Moore (Poemas completos, 1951). La inventiva obra de e.e. cummings, desde Es 5 (1926) a 73 poemas (1963), jugó con la forma tipográfica y la imaginación auditiva.
Marianne Moore
La poeta estadounidense Marianne Moore trabajó como editora de la revista literaria The Dial de 1925 a 1929. Inicialmente ligada al movimiento llamado imaginismo, Moore desarrolló después un estilo poético propio e innovador. Escribió sobre temas muy diversos, incluido el béisbol, deporte al que era muy aficionada.

Otros poetas que establecieron una comunicación más directa con el lector incluyen a John Robinson Jeffers, Randall Jarrell y Archibald Macleish. La poesía de protesta de la generación Beat, comunica de modo directo y con gran impacto. Muy diferente en el tono es la vena de la tradición narrativa oral negra del Sur, que se observa en la obra de Gwendolyn Brooks, Nikki Giovanni y Maya Angelou. Theodore Roethke utilizó dos estilos: una forma libre para la expresión de ideas surrealistas y una forma lírica más sencilla para la expresión de modos más racionales de pensamiento.
Marianne Moore
La poeta estadounidense Marianne Moore compuso sus primeros poemas siguiendo el estilo objetivo de los imaginistas, un grupo de poetas ingleses y estadounidenses de comienzos del siglo XX encabezados por Ezra Pound. Durante esta etapa abordó meticulosamente gran cantidad de temas que se despojaban en sus poemas todo su valor simbólico. En ‘Poetry’ (recitado aquí por una actriz), impregnó con su ironía característica una disertación poética acerca de la poesía.

Con Robert Lowell se inició, en la década de 1940, lo que se ha denominado un modo de poesía “confesional”, con referencias explícitas a las ansiedades personales. Los poemas de Sylvia Plath (Ariel, 1965) y Anne Sexton (Vive o muere, 1967) también contienen imágenes de sufrimientos personales. Un resurgir de la poesía se manifestó desde fines de la década de 1960, con proliferación de revistas y universidades que patrocinaron cursos de poesía ofrecidos por poetas. Entre los muchos poetas contemporáneos que practican una gran variedad de estilos, están May Swenson, Robert Bly y Galway Kinnellare, que destacan por el empleo de una imaginería clara y definida, generalmente basada en la observación detallada de la naturaleza. En contraste, James Merril utiliza imágenes muy personales, y John Ashbery, con su complicada sintaxis, hace que sus poemas resulten difíciles de comprender. Ashbery ganó el Premio Pulitzer en 1976 con su Autorretrato en un espejo convexo; Merrill lo ganó al año siguiente con su Divinas comedias. Mona Van Duyn, que también obtuvo el mismo galardón, destaca por el calor, el ingenio y las emociones que destilan sus poemas sobre padres e hijos, el matrimonio y el amor.
8
EL ENSAYO EN EL SIGLO XX
H. L. Mencken
El periodista y crítico estadounidense H. L. Mencken fue cofundador de la revista literaria American Mercury en 1924. Señaló los defectos de la democracia y fue un crítico acerbo de la clase media de Estados Unidos.

Una visión tradicional de la historia de Estados Unidos la ofrecieron historiadores como Charles Austin Beard y Mary Ritter Beard en la década de 1920, y Samuel Eliot Morison y Henry Steele Commager en la de 1960. Pero destaca Richard Hofstadter con sus estudios sobre los efectos del conservadurismo.
Algunos escritores dedicados a la narrativa se ocuparon de aspectos históricos. Así, Truman Capote realizó un relato estremecedor del asesinato de una familia de Kansas en A sangre fría (1966), y Norman Mailer describió con intensidad ciertos aspectos políticos radicales en Los ejércitos de la noche (1968).
A partir de los movimientos en favor de los derechos civiles, de las décadas de 1950 y 1960, surgieron escritores cuya obra revelaba las experiencias de los negros estadounidenses. Entre ellos estaba el dramaturgo y poeta Amiri Baraka (originalmente llamado LeRoi Jones) con sus ensayos sobre las relaciones entre las diferentes razas. Eldridge Cleaver publicó Alma encadenada (1967), y el líder nacionalista negro Malcolm X escribió su autobiografía en 1965 que tuvo una enorme repercusión, con ayuda de Alex Haley, el cual posteriormente se haría famoso como autor de Raíces (1976), un relato semificticio de la historia de su familia desde sus orígenes africanos hasta hoy. Maya Angelou, poeta y novelista, escribió por su parte unas intensas memorias de su infancia sureña.
Otros serios ensayos se escribieron a partir de 1960 sobre la guerra de Vietnam, la contaminación del medio ambiente y los derechos de las mujeres. Entre los primeros destacan Mi Lai 4 (1970), un relato de la matanza de civiles vietnamitas por las tropas estadounidenses en 1968, por el que su autor, Seymour M. Hersh, ganó el Premio Pulitzer. El magistral reportaje de Michael Herr, Despachos de guerra (1977), hace referencia a la vida cotidiana en Vietnam durante la guerra. Una obra pionera sobre el papel de las mujeres en la sociedad fue La mística de la feminidad (1963) de Betty Friedan, a la que siguieron otros análisis importantes.
En lo que se refiere a la crítica literaria merecen mención H. L. Mencken durante la década de 1920. Kenneth Burke y Robert Penn Warren fueron otros destacados estudiosos de la literatura de ese periodo, pero el libro sobre la literatura estadounidense más importante fue, sin duda, La imaginación liberal (1950) de Lionel Trilling. Amor y muerte en la novela norteamericana (1960) de Leslie Fiedler, es otro de los clásicos en este terreno.
Edmund Wilson fue el teórico fundamental de la literatura del siglo XX. Muy cerca de él está Harold Bloom, profesor de Yale, comprometido con el análisis radical de la literatura de todas las épocas, tanto de Estados Unidos como de otros países.


El invento de la Literatura y LA NARRATIVA estadounidense A PARTIR DE LA II GUERRA MUNDIAL






Paul Bowles
Paul Bowles en Casablanca, en septiembre de 1989.

La literatura que surgió de la II Guerra Mundial se puede dividir en dos grupos: la de los escritores realista-naturalistas y la de los que utilizan el humor negro y una fantasía basada en el absurdo para describir el horror tecnológico de la guerra. Dos de las novelas más impresionantes de la II Guerra Mundial, referidas a la adaptación del individuo a la restrictiva vida militar, fueron De aquí a la eternidad (1951) de James Jones y Los desnudos y los muertos (1948) de Norman Mailer.
Al igual que las novelas de la II Guerra Mundial parecían subrayar la individualidad, las novelas escritas en las décadas siguientes continuaron esa tendencia. Escritores decididos a afirmar su individualidad trabajaron en una gran variedad de estilos y se ocuparon de una amplia variedad de asuntos. Entre los escritores más originales se cuentan Vladimir Nabokov y Paul Bowles. Nabokov, aunque nacido en Rusia, se convirtió en uno de los grandes maestros de la prosa de lengua inglesa. Sus novelas de ambiente estadounidense, como Lolita (1955) y Pálido fuego (1962), escritas muchos años después de que se convirtiera en ciudadano estadounidense, son dos destacados ejemplos. Tanto la primera novela de Bowles, El cielo protector (1949), que se convirtió rápidamente en un éxito de ventas, como las que le siguieron, Déjala que caiga (1952) y La casa de la araña (1955), están pobladas de personajes desencantados que escapan del convencionalismo y descubren la belleza, la pasión y la crueldad en los paisajes exóticos. La novela de la juventud rebelde, El guardián entre el centeno, de J. D. Salinger, es humorística y posee observaciones agudas; escrita en 1951 sigue siendo muy popular. Lo mismo pasa con Trampa 22 (1961) de Joseph Heller, una sátira sobre la mentalidad militar de la II Guerra Mundial. Un escritor que también utiliza un estilo sardónico e imaginativo en sus diatribas contra la autoridad es Kurt Vonnegut. Basa una de sus muchas innovadoras novelas, Matadero 5 (1969), en sus experiencias como prisionero en un campo de concentración alemán durante la guerra. Alternando de modo surrealista ese ambiente y un planeta ficticio, consigue una narración en muchos niveles que combina elementos de ciencia ficción, un género que se hará popular en las décadas siguientes a la II Guerra Mundial.
Sandra Cisneros
En sus libros, la escritora estadounidense Sandra Cisneros aborda temas de singular importancia para las mujeres hispanas de Estados Unidos. Es conocida sobre todo por la novela Una casa en Mango Street (1983), sobre una niña que crece en la ciudad.

Entre los escritores sureños de posguerra que continuaron la tradición de Faulkner —a veces denominada “gótico sureña”— están Carson McCullers (El corazón es un cazador solitario, 1940), Truman Capote (Otras voces, otros ámbitos, 1948), Eudora Welty (El corazón de los Ponder, 1954) y Flannery O'Connor (Los profetas, 1960). Más conocido por su novela ganadora del Premio Pulitzer, Todos los hombres del rey (1946), una poderosa caracterización de un político sureño, Robert Penn Warren fue también un notable poeta, crítico e historiador de la literatura.
Dos de los más importantes novelistas de finales del siglo XX, John Cheever y John Updike, comparten un interés similar al abordar de un modo abiertamente satírico la vida de la clase media alta de las afueras de las ciudades del noreste estadounidense. La carrera novelística de Cheever se extiende desde la relativamente bondadosa, Crónica de los Wapshot (1957), que es la historia de una familia excéntrica, hasta la desolada narración de un fratricida, Falconer (1977). Updike probablemente sea más conocido por sus libros, que se inician en 1960, sobre un joven que huye de la desilusión; dos de la serie, Conejo es rico (1981) y Conejo descansa (1990), obtuvieron el Premio Pulitzer. Otra excelente crítica y maestra de la narración, Joyce Carol Oates, sigue siendo una de las escritoras más prolíficas y destacadas de las últimas décadas. Un jardín de delicias terrestres (1967) y Ellos (1969) son dos ejemplos importantes de su narrativa de tintes góticos, un género que continuó en Bellefleur (1980).
6.1
La narrativa étnica y regional
Alice Walker
En sus cuentos, poemas y novelas, la escritora estadounidense Alice Walker retrata las experiencias de las mujeres negras. Obras tales como En busca de los jardines de nuestras madres: prosa feminista (1983) y Viviendo por la palabra (1988) la convirtieron en una de las figuras más notables del movimiento feminista. Por la novela El color púrpura (1982) obtuvo en 1983 el Premio Pulitzer de ficción.

El interés por su herencia étnica y su papel en la sociedad estadounidense ha caracterizado la obra de gran número de escritores judíos y negros.
Philip Roth
La polémica novela La queja de Portnoy, autobiografía escrita en 1969, proporcionó notoriedad pública al escritor estadounidense Philip Roth. La trama se centra en la confesión del personaje, Alexander Portnoy, desde el diván del psicoanalista. El tratamiento explícito dado por Roth a las cuestiones sexuales le originó conflictos con los sectores conservadores de la sociedad, que pretendieron sacar sus libros de circulación.

Al examinar su vida como judíos en Estados Unidos del siglo XX, unas veces con desesperación y otras con humor, varios escritores han creado un destacado corpus de narrativa introspectiva a partir del periodo de posguerra. El principal, Saul Bellow, autor de Las aventuras de Augie March (1953) y Herzog (1964), entre otras notables novelas, recibió el Premio Nobel de Literatura en 1976. Otros escritores judíos importantes son Bernard Malamud y Philip Roth.
Toni Morrison
La escritora estadounidense Toni Morrison fue galardonada con el Premio Nobel de Literatura de 1993, con lo que se convirtió en la octava mujer, y la primera de color, en recibir tal distinción. Sus obras, protagonizadas por mujeres negras de su país, alaban su vitalidad y describen sus luchas. Ganó el Premio Pulitzer de 1988 por Beloved, una novela en la que meditaba sobre los efectos de la esclavitud. Otras obras suyas son La canción de Salomón y Jazz, que presentan la rica herencia cultural de la población afroamericana.

Varias novelas que se desarrollaron en el periodo entre la Gran Depresión y la II Guerra Mundial trataron a escala personal los prejuicios raciales. La autobiográfica Chico negro (1945) de Richard Wright, escrita con un estilo realista, es una de las más intensas. Una indignación apasionada sobre la experiencia de ser negro aparece en El hombre invisible (1952) de Ralph Ellison, y en Ve y dilo en la montaña (1953) de James Baldwin. La larga tradición de la escritura regional estadounidense continuó en la última parte del siglo XX. Baltimore constituye el ambiente de las narraciones de Anne Tyler. Alice Walker, en su famosa novela El color púrpura (1982), que obtuvo el Premio Pulitzer, evoca el habla de los negros campesinos del Sur. Escribiendo desde el punto de vista de mujeres y negras, muchas novelistas de talento han recreado ambientes y vidas que conmueven a un amplio público. Una de ellas, Toni Morrison, se ocupa de la experiencia de los negros del sur en Ojos azules (1970) y La canción de Salomón (1977). Su novela Beloved (1987) obtuvo el Premio Pulitzer; en 1993 recibió el Premio Nobel de Literatura.

El invento de la Literatura estadounidense en los años de la Gran Depresión




Zora Neale Hurston
La escritora y etnóloga estadounidense Zora Neale Hurston es conocida por sus interpretaciones de los cuentos tradicionales afroamericanos y por sus novelas centradas en la cultura negra del sur de Estados Unidos. La novela Sus ojos veían a Dios fue publicada en 1937.

El brillo y los excesos de la “edad del jazz” terminaron con el catastrófico hundimiento de la Bolsa en 1929 que dio origen a la “década airada” de 1930. Se produjeron numerosas novelas neo-naturalistas y de protesta social inspiradas por los rigores de la Gran Depresión. Desde 1930 a 1950 los novelistas Zora Neale Hurston y Arna Bontemps se ocuparon de modo realista de los aspectos sociales de su época. Las obras de John Steinbeck, premio Nobel de Literatura de 1962, expresan desesperación, como Las uvas de la ira (1939). La lucha de clases es el tema que sirve de base a la obra más importante del prolífico John O'Hara, la novela Cita en Samarra (1934). Dos trilogías monumentales, Studs Lonigan (1932-1935) de James Thomas Farrell y USA (1930-1936) de John Dos Passos, están dominadas por la amargura y la ira. La intensidad de Thomas C. Wolfe en El ángel que nos mira (1929), expresa el tormento personal, así como un optimismo místico sobre Estados Unidos. La intrincada narrativa de las novelas de William Faulkner de este periodo, El ruido y la furia (1929), Santuario (1931) y El villorrio (1940), combinan una oscura violencia y humor con su visión de la sociedad trágicamente convulsa del Sur posterior a la Guerra Civil. Faulkner, que obtuvo el Premio Nobel de Literatura en 1949, fue el representante central del grupo que mantuvo viva la escritura regional sureña durante las tres décadas siguientes.

El invento de la Literatura estadounidense en la PRIMERA MITAD DEL SIGLO XX




Con el siglo XX tuvo lugar la revolución de las comunicaciones —cine, radio y, posteriormente, televisión—, por lo que los libros supusieron una fuente secundaria de diversión e ilustración. La sociedad estadounidense se hizo más móvil y homogénea, y la estética regionalista, la moda dominante del siglo XIX, fue decayendo, excepto en varios escritores sureños. Al mismo tiempo, los escritores estadounidenses empezaron a ejercer una influencia importante en la literatura mundial. Las formas literarias de este periodo fueron extremadamente variadas, y los autores de teatro, poesía y narrativa llevaron a cabo nuevas técnicas experimentales radicales.
5.1
La narrativa de la década de 1920
F. Scott Fitzgerald
En sus novelas y relatos breves, el escritor estadounidense F. Scott Fitzgerald retrató el ambiente brillante y excesivo de la década de 1920, una época que él denominó "la era del jazz". Tanto él como su mujer, Zelda, participaron, como actores y como observadores, en la atmósfera social marcadamente hedonista del momento, que el novelista describió como traspasada por una oculta angustia y una gran banalidad espiritual.

La reacción contra el romanticismo del siglo XIX, que ya se hacía sentir con el cambio de siglo, recibió gran impulso debido a la dura experiencia de la I Guerra Mundial. Los horrores y la brutal realidad de la guerra tuvieron un impacto duradero en la imaginación estadounidense. Novelas como La paga de los soldados (1926) de William Faulkner, y Fiesta (1926) y Adiós a las armas (1929) de Ernest Hemingway, presentan la guerra como símbolo de la vida humana, salvaje e innoble. Los escritores prosiguieron esa vena realista que se ha mantenido desde entonces, reemplazando el sentimentalismo por nuevas visiones psicológicas.
"Susie Asado", de Gertrude Stein
En este texto, leído por una actriz, Gertrude Stein juega con la palabra sweet ('dulce') y el nombre de su amiga Susie: "Dulce dulce dulce dulce dulce té. / Susie Asado. / Dulce dulce dulce dulce dulce té. / Susie Asado. / Susie Asado que es una bandeja contada sin duda. / Una inclinación en el zapato significa soltar soltar los suyos. / Cuando la antigua luz gris limpia es amarilla, / es uno que vende".

La década que siguió a la I Guerra Mundial se ha denominado muchas veces como la “edad del jazz” o “los felices años veinte”. En la sociedad se produjeron rápidos cambios cuando los estadounidenses se rebelaron contra el puritanismo. Fue fundamental al respecto Sherwood Anderson, con su libro de relatos Winesburg, Ohio (1919), de penetrante visión psicológica. F. Scott Fitzgerald, desilusionado pero al mismo tiempo candoroso, dirigió su mirada satírica a las clases altas en novelas como A este lado del paraíso (1920) y El gran Gatsby (1925). La crítica considera que esta última novela constituye una visión perfecta sobre el sueño estadounidense de riqueza y poder. Sinclair Lewis, el primer escritor estadounidense que obtuvo el Premio Nobel de Literatura (1930), satirizó brillantemente la cultura del “hágase rico rápidamente” de la época en novelas como Calle mayor (1920). Thornton Wilder, autor de El puente de san Luis Rey (1927), tuvo una prolongada carrera durante la que escribió comentarios urbanos sobre la existencia humana, tanto en obras de teatro como en novelas.
Gertrude Stein, escritora estadounidense que residía en París, fue quien dio el nombre de “generación perdida” al grupo de jóvenes escritores estadounidenses sin raíces que vivieron en Europa después de la I Guerra Mundial. El grupo incluía a Anderson, Firzgerald y Wilder, pero el más famoso, y el que se iba a convertir en uno de los escritores estadounidenses más importantes del siglo, fue Hemingway. Además de sus novelas sobre la guerra, Hemingway, que obtuvo el Premio Nobel de Literatura en 1954, escribió durante esta década varios libros de relatos con personajes desilusionados y cínicos, supervivientes de la guerra que terminaría con todas las guerras, como se había dicho de la I Guerra Mundial. La propia Stein supuso una influencia importante para los escritores de esa generación, no sólo como amiga sino como estilista literaria, con su apego a la tradición y sus experimentos con el lenguaje, que se inició con tres relatos, Tres vidas (1908). Quien tuvo mayor influencia fue el novelista y poeta irlandés James Joyce. Su uso del monólogo interior, de símbolos y de una prosa conscientemente poética se reflejó en casi toda la narrativa importante posterior a la I Guerra Mundial, tanto en Estados Unidos como en Europa y América Latina.
5.2
El renacimiento de Harlem
Jean Toomer
El escritor estadounidense Jean Toomer fue un miembro influyente del renacimiento de Harlem durante las décadas de 1920 y 1930. Su innovadora novela Cane (1923) constituyó uno de los primeros signos de que había una nueva energía en las artes y la literatura afroamericanas.

Desde 1920 hasta 1930 se produjo un importante estallido de actividad creadora entre la población de color en todos los terrenos artísticos. El punto focal de esta actividad fue Harlem, en Nueva York; por eso muchas veces se conoce este periodo como el “renacimiento de Harlem”. Entre los escritores adscritos a este movimiento se encuentran Jean Toomer y Claude McKay, nacido en Jamaica, ambos autores de poemas y relatos. También el conocido poeta Countee Cullen y el igualmente famoso poeta y autor de relatos Langston Hughes, quien junto a Jesse B. Simple son creadores de auténticos símbolos de la vida de la población de color estadounidense en los guetos urbanos contemporáneos.

El invento de la Literatura estadounidense en el EL SIGLO XVIII y XIX






EL SIGLO XVIII

En el siglo XVIII el interés se dirigió a problemas más prácticos, aunque todavía es notable la obra de un teólogo del puritanismo, Jonathan Edwards. Dos nombres asociados con la vida en provincias ilustran la creciente secularización de la escritura estadounidense. El primero es William Byrd y el segundo, Benjamin Franklin, cuya inacabada Autobiografía se ha convertido en un clásico de la literatura universal.
La primera obra conocida de un escritor afroamericano la constituyen 28 versos, aparecidos en 1746, de Lucy Terry. Júpiter Hammon, que era esclavo, escribió un poema en 1760.
La literatura estadounidense, aunque no alcanzó plena madurez en el siglo XVIII, sí tuvo notables personalidades literarias que surgieron en el tumulto de la guerra de la Independencia. Destaca Thomas Paine, cuyos escritos El sentido común (1776) y La crisis (1776-1783) despertaron el entusiasmo por la independencia.
Tuvo gran significación posterior para la novela estadounidense la publicación de El poder de la simpatía (1789), obra de William Hill Brown. La curiosa mezcla de terror y pseudociencia de las novelas de Charles Brockden Brown, publicadas a fines del XVIII, señala el camino hacia la obra de Edgar Allan Poe y Nathaniel Hawthorne.
4
EL SIGLO XIX
Herman Melville
Con estas frases (recitadas por un actor) comienza la obra Moby Dick, de Herman Melville: "Llamadme Ismael. Hace unos años, no importa cuántos sean exactamente, encontrándome con poco o ningún dinero en el bolsillo, y sin nada de particular que me interesara en la tierra, se me ocurrió irme a navegar por ahí, con el fin de ver la parte acuática del mundo. Es un modo que tengo de echar fuera la melancolía y arreglar la circulación". Melville desplegó en esta obra, prototipo de novela de aventuras, todo su conocimiento acerca del mar.

El tiempo transcurrido entre 1815 y 1865 ha sido llamado el “primer periodo nacional”. La frase es válida, pues las energías literarias que adquirieron fuerza después de la Guerra Anglo-estadounidense alcanzaron su punto de mayor vigor en la década de 1850, durante la cual se produjeron más obras importantes que en cualquiera de las décadas previas. En la historia de Estados Unidos, la Guerra Civil supuso una línea divisoria entre la apacible etapa anterior y el inquieto periodo industrial de la posguerra.
Las aventuras de Tom Sawyer
El escritor estadounidense Mark Twain escribió Las aventuras de Tom Sawyer en 1876, acerca de las correrías de un niño por el río Mississippi. En esta ilustración, Tom consigue que su amigo acabe de blanquear la cerca haciéndole creer que será un trabajo divertido.

La tarea literaria consistía en demostrar que el país había alcanzado madurez cultural. Anticipando las posiciones desarrolladas posteriormente por el ensayista Ralph Waldo Emerson y por el poeta Walt Whitman, algunos escritores defendieron la postura de que un experimento político radical debía ir acompañado de una literatura radicalmente nueva. En Nueva York, los tres primeros creadores importantes de una literatura estadounidense nacional, pero al mismo tiempo cosmopolita, fueron Washington Irving, William Cullen Bryant y James Fenimore Cooper.
Edgar Allan Poe
Fragmento de El cuervo de Edgar Allan Poe recitado por un actor: "Una vez, en una aterradora medianoche, mientras yo reflexionaba, débil y cansado, / sobre un gran volumen de extrañas y curiosas materias de una ciencia olvidada, / mientras daba cabezadas, casi dormido, de pronto hubo unos golpecitos, / como de alguien que llamara suavemente, llamara a la puerta de mi cámara."

Los escritos de Irving conservan su encanto al enriquecer los mitos de su país. También se ocupó de asuntos históricos y, con menos éxito, del Lejano Oeste. James Fenimore Cooper fue el primer autor estadounidense que alcanzó renombre universal después de Franklin. Algunas de sus novelas, como Los pioneros (1823), El último mohicano (1826) y La pradera (1827), que siguieron el modelo de Walter Scott, constituyen toda una épica de la conquista de Estados Unidos. Entre los que siguieron más de cerca las tradiciones literarias europeas está Henry Wadsworth Longfellow, un aristócrata atraído por los anhelos religiosos, patrióticos y culturales de la clase media. Es el autor de sonetos más importante del siglo en Estados Unidos, además de traductor eximio.
Henry David Thoreau
El escritor estadounidense del siglo XIX, Henry David Thoreau, escribió ensayos filosóficos en los que criticaba las instituciones sociales y exaltaba la naturaleza y el individualismo. Thoreau se rodeó de las cosas básicas y esenciales cuando se fue a vivir por un tiempo en Walden Pond, y escribió sobre la vida sencilla en su libro más famoso, Walden o la vida en los bosques (1854). En su influyente ensayo de 1849, “Desobediencia civil”, Thoreau desarrolla el concepto de resistencia pasiva.

Durante la primera mitad del siglo, con la intensificación de la esclavitud, la mayor parte de las obras escritas por negros dramatizan su inmoralidad y rechazan la visión romántica de la vida en las plantaciones presentada por los escritores blancos sureños. Destaca la autobiografía del abolicionista Frederick Douglass, que revisaría en diferentes periodos de su vida. El historiador, novelista y dramaturgo William Wells Brown, que se liberó de la esclavitud en 1834, escribió la primera novela de un afroamericano, Clotel o La hija del presidente (1863).
Henry Wadsworth Longfellow
El escritor del siglo XIX Henry Wadsworth Longfellow fue uno de los poetas estadounidenses más conocidos de su época. Aunque sus contemporáneos alabaron la gran sencillez y claridad de su poesía, más tarde se la ha considerado falta de originalidad. Sin embargo fue un gran divulgador de la poesía entre las gentes de su país.

Al considerar el siglo XIX, los lectores modernos suelen preferir a los escritores que buscaron soluciones más radicales a los problemas relativos a la identidad cultural de esta nación. Entre ellos destacan los ensayistas Ralph Waldo Emerson y Henry David Thoreau, y los novelistas Nathaniel Hawthorne y Herman Melville.
James Fenimore Cooper
El escritor estadounidense James Fenimore Cooper, famoso por sus novelas de aventuras sobre la vida de frontera en Estados Unidos, fue también un apasionado crítico social. Cooper escribió una serie de cinco novelas, conocidas como Leather-Stocking Tales, en las cuales narra las aventuras de un hombre de la frontera llamado Natty Bumppo. A través de Bumppo, Cooper retrató a un hombre ligado a la naturaleza y a un amigo de los nativos de Estados Unidos. Además de sus obras de ficción, Cooper escribió varios ensayos en los que criticaba a la sociedad estadounidense, exponiendo su creencia en la importancia de la libertad individual y del derecho a la propiedad de la tierra.

Emerson proclamó una filosofía de un individualismo idealista, como dejan en claro sus libros Naturaleza (1836) y Ensayos (1841-1844). Aunque su filosofía tuvo un similar desarrollo en Alemania y Gran Bretaña, Emerson habló con acento genuinamente estadounidense. Los escritos de Thoreau puede que sean menos ambiciosos que los de Emerson, pero Walden, o la vida en los bosques (1854) en la actualidad se lee más que cualquiera de los de Emerson. El ensayo de Thoreau, Desobediencia civil (1849), ha tenido una influencia política importantísima. A Emerson le desagradaba la esclavitud, pero Thoreau se opuso activamente a ella.
La grandeza de Hawthorne y de su magistral novela La letra escarlata (1850) es indudable, hasta el punto de que su estudio e interpretación continúan interesando a numerosos críticos literarios. Muchos lectores del XIX le consideraron un romántico soñador, aunque esta imagen se ha visto alterada posteriormente, apareciendo como un sardónico comentador de un acontecimiento público concreto y como un maestro de la novela psicológica. El enigma del bien y el mal es central en muchos de sus relatos y en sus novelas.
Más drástica ha sido la revalorización moderna de Herman Melville. Conocido originalmente como el hombre que vivió entre los caníbales, debido a las aventuras que cuenta en su primera novela, Typee (1846), sorprendió a sus lectores contemporáneos con Mardi (1849) y, todavía más, con su obra maestra Moby Dick (1851). Olvidado en la segunda mitad del siglo XIX, Melville fue redescubierto durante el siglo XX. Como en Hawthorne, el problema del mal es central en la obra de Melville, pero su concepción aparece tan oculta por mitos y alegorías que los críticos no se ponen de acuerdo sobre el significado que ha querido dar el autor.
El poeta, crítico y autor de relatos Edgar Allan Poe fue una de las más importantes figuras de la primera mitad del siglo. Habitó simultáneamente el mundo del periodismo y un extraño y solitario universo propio, caracterizado por una lógica implacable y un obsesivo sentido de la angustia. En su obra crítica era capaz de una parcialidad extrema y una severidad sin medida. Su poesía influyó profundamente en el simbolismo francés, y sus relatos se cuentan entre los grandes logros del género del terror romántico. Poe inició el género policiaco en la literatura de Estados Unidos.
Con una visión estética que puede oponerse a la de Poe en prácticamente todos los aspectos, el poeta Walt Whitman publicó en 1855 la primera versión de Hojas de hierba, que continuó reeditando hasta 1882. De sus libros escribió: 'Quien toca este libro toca a un hombre', y el hombre era afirmativo y a la vez místico y sensible. La exuberancia de Whitman dio lugar a la creación de una poesía sin frenos que se centra en las creencias, ideas y experiencias del hombre corriente. El poeta recurre a largas estrofas rítmicas, a gran número de detalles y a la afirmación de una identidad mística con todo lo que existe, con la intención de celebrar la fuerza espiritual en la democracia de las 'poderosas personas sin educación'.
4.1
La Guerra Civil y la segunda mitad del siglo XIX
Theodore Dreiser
Theodore Dreiser es uno de los grandes representantes de la escuela naturalista en Estados Unidos, tendencia que ve al individuo como víctima de fuerzas incontrolables. Su obra más importante es Una tragedia americana, publicada en 1925.

El presidente Abraham Lincoln describió humorísticamente a Harriet Beecher Stowe, autora de la novela La cabaña del tío Tom (1852), como 'la mujer pequeña que originó esta guerra tan grande'. Más que una gran obra literaria, esta novela fue la expresión del profundo sentimiento abolicionista de los estados del Norte. El propio Lincoln destacó como escritor por la simplicidad de su oratoria y su inspirada prosa.
Después de la Guerra Civil surgieron muchos escritores nuevos, en especial prosistas. La renovación de la literatura estadounidense se debió, entre otros factores, al aumento progresivo de editoriales en la ciudad de Nueva York; a la nueva producción, venta y distribución de materiales impresos; a la eficacia del naciente sistema de enseñanza público, que supuso un mayor acceso de estudiantes; todo ello repercutió en el aumento del público lector. También fueron importantes las publicaciones periódicas de carácter literario. Algunos escritores de los estados del Sur presentaron una imagen idealizada de la vida en la Confederación. En Nueva Inglaterra, por su parte, destacó un grupo de escritoras, como Sarah Orne Jewett, cuyos temas eran la vida y las gentes de Maine. Mientras, California fue el escenario de las historias de Bret Harte, a quien se llamó 'el padre de los relatos con color local del Oeste'.
Ralph Waldo Emerson
Fragmento del ensayo Autoconfianza, de Ralph Waldo Emerson, leído por un actor: "Hay un momento en la educación de cada hombre en que éste adquiere la convicción de que la envidia es ignorancia; que la imitación es suicidio; que debe atenerse, para bien o para mal, a lo que le toca; que aunque el inteligente universo esté lleno de bienes, no conseguirá ni un grano del alimenticio maíz sino a fuerza de los sudores con los que riega la tierra que le toca cultivar. La fuerza que en él reside es de una naturaleza nueva, y nadie sino él sabe qué es lo que puede hacer, ni lo sabe siquiera hasta que lo intenta."

Entre 1865 y 1910 la poesía sufrió un declive, aunque cabe destacar la obra del poeta sureño Sidney Lanier y la del filósofo George Santayana. Emily Dickinson, en la actualidad reconocida por su genio único y considerada la poeta más importante de la época, fue desconocida para sus contemporáneos, pues la primera recopilación de poemas suyos no apareció hasta 1890, cuatro años después de su muerte, y fue poco leída antes de la década de 1920.
El humor estadounidense se puede estudiar como una manifestación especial de la literatura nacional. Fluctuó entre el humor campesino, que tendía a reproducir el habla popular y el urbano, más inclinado a las frases ingeniosas. De la tradición popular emergió la personalidad literaria más poderosa del periodo posterior a la guerra, Samuel Langhorne Clemens, conocido como Mark Twain. Con sus novelas Las aventuras de Tom Sawyer (1876) y Las aventuras de Huckleberry Finn (1884) creó dos obras maestras de la vida a orillas del río Mississippi. Otra obra muy popular de la época fue Mujercitas (1868-1869), escrita por Louisa May Alcott.
Nathaniel Hawthorne
Un poderoso simbolismo y una gran complejidad psicológica son las características distintivas de la narrativa del escritor estadounidense del siglo XIX Nathaniel Hawthorne. Sus obras exploran el lado más oscuro de la naturaleza humana, especialmente la culpa, el pecado y la redención. En La letra escarlata (1850), la protagonista ha de llevar bordada en su ropa una letra de color escarlata, la A, como castigo por su adulterio. Una actriz lee un pasaje de esta novela: "Ella asumió la libertad de pensamiento que entonces era muy común en el otro lado del Atlántico, pero que nuestros antepasados, de haberlo sabido, lo hubieran juzgado un crimen más terrible que aquél estigmatizado por la letra escarlata".

El mentor de Twain y crítico literario, William Dean Howells, calificó de realistas y naturalistas a los novelistas y autores de relatos de su época. Stephen Crane (La roja insignia del valor, 1895), fue uno de los más destacados, junto a Frank Norris (McTeague, 1899, y El pulpo, 1901), y a un escritor de un genio especial, Ambrose Gwinett Bierce. Sucesores suyos de los primeros años del siglo XX fueron novelistas como Jack London y Upton Sinclair. Sobre ellos destaca el novelista y periodista Theodore Dreiser, que empezó siendo un escritor de estilo naturalista y terminó como místico religioso. Su novela más conocida, Una tragedia americana (1925), es una de las más representativas del naturalismo estadounidense.
Mientras naturalistas y realistas discutían sobre el grado en que las acciones humanas venían determinadas por fuerzas ajenas a la voluntad, el novelista Henry James se centró en la experiencia subjetiva y las relaciones personales. Exploró el conflicto entre los valores europeos y estadounidenses en varias de sus novelas. Desarrolló una sutileza superior de visión y un complejo estilo único que tuvo tantos detractores como devotos. Sus prólogos supusieron la primera revelación de la psicología en lo que se refiere a la creación literaria. Su influencia fue inmensa, como demuestran Edith Wharton y Willa Cather.
Emily Dickinson
Aclamada como una de las poetas más destacadas de Estados Unidos, Emily Dickinson escribió casi 2.000 poemas de los que sólo pudo publicar una pequeña parte debido a los prejuicios de la época contra las mujeres escritoras. La mayoría de su obra se publicó a partir de su muerte en 1886 y, tal y como se puede comprobar en este poema, ‘Because I Could Not Stop for Death’, recitado por una actriz, giraba particularmente en torno a temas como la muerte, la eternidad y el amor.

A fines del siglo XIX y comienzos del XX la mayoría de los escritores de color importantes procedían de la clase media. Entre ellos destacó W.E.B. Du Bois, que luchó por la igualdad para todas las personas de color en Estados Unidos, y Frank J. Webband.
James Parton sentó las bases de la biografía moderna. En historia brilló Henry Brooks Adams. El economista Henry George y el periodista Edward Bellamy ofrecieron inquietantes análisis de la filosofía industrial, inspirando movimientos de reforma. Lester Frank Ward fue un pionero de la sociología, mientras que William James escribió obras que influyeron tanto en la psicología como en la expresión literaria, y creó lo que se llamó pragmatismo, que supuso un cambio profundo en el pensamiento de Estados Unidos.

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