El invento del:
Arte islámico
Miniatura persa
La miniatura de
textos profanos fue una de las formas artísticas en las que la fe musulmana
permitió la representación de seres vivos. Esta miniatura realizada por Aqa
Mirak, pintor de corte de Tahmasp (1524-1576), muestra una historia en la que
se ha producido una lucha, representándose al perdedor tendido boca arriba. En
el fondo un jardinero trabaja laboriosamente.
Arte islámico, arte y arquitectura de
las áreas de Oriente Próximo, norte de África, norte de la India y España que
formaron parte del territorio del islam en diversos momentos desde el siglo
VII.
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ORÍGENES Y
CARACTERÍSTICAS
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Dos rasgos dominantes del arte y la
arquitectura islámicas, la importancia de la decoración caligráfica y la
composición espacial de la mezquita, estuvieron íntimamente ligados a la
doctrina islámica y se desarrollaron en los primeros tiempos de su religión.
El profeta Mahoma fue un rico comerciante
de La Meca que experimentó una serie de revelaciones divinas a los 40 años y
comenzó a predicar la nueva fe. Sus enseñanzas están contenidas en el Corán,
libro sagrado de los musulmanes, que recogió la herencia lingüística de la
literatura árabe. La posición esencial que este libro ocupa en la cultura
islámica y la estética propia de la escritura arábiga, contribuyeron al
desarrollo de los estilos decorativos caligráficos en todos los campos del arte
islámico. Con la palabra escrita, especialmente las inscripciones coránicas, se
decoraron las mezquitas y sus objetos litúrgicos.
En el año 622 d.C. Mahoma
huyó de La Meca en dirección a Yatrib, la futura Medina, en lo que se denomina
la Hégira, que supuso el inicio de la cronología islámica. En Medina, Mahoma
reunió a un grupo de creyentes para celebrar la oración comunitaria. La casa de
Mahoma consistía en un recinto cuadrado de muros de adobe abierto a un patio,
rematado por un soportal o cobertizo en el lado sur. En el muro oriental se
levantaron las habitaciones de las mujeres del Profeta, volcadas hacia el
patio, donde se reunían los fieles para orar bajo las directrices de Mahoma,
que se subía en un estrado para dirigirles. En esta disposición se ha querido
establecer el origen de las futuras mezquitas, que suelen presentar un patio
interior (sahn) rodeado de pórticos (riwaqs) y un espacio cubierto (haram),
articulado mediante naves de columnas y delimitado por la quibla, el muro que
señala la dirección de La Meca.
Los primeros seguidores de Mahoma fueron
pueblos nómadas procedentes de la península Arábiga, con escasas tradiciones
artísticas, en contraste de los imperios que conquistaron posteriormente. A
medida que se expandió, el islam asimiló las distintas tradiciones culturales y
artísticas de los pueblos sometidos, instaurando así un estilo artístico
propio, que varía de acuerdo con las diversas áreas climáticas o los materiales
disponibles. Algunos motivos adaptados de otras culturas se convirtieron en
temas universales del mundo islámico.
El arte islámico evolucionó a partir de
muchas fuentes, como las romanas, paleocristianas o bizantinas, que se
entremezclaron en su primera arquitectura, el arte persa Sasánida y los estilos
del centro de Asia, incorporados a través de las incursiones turcas y mongolas.
El arte chino constituyó un ingrediente esencial de la pintura, la cerámica y
las artes textiles.
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DESARROLLO
HISTÓRICO
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El desarrollo del arte islámico desde
el siglo VII al XVIII se divide en tres periodos. El periodo de formación, que
coincide aproximadamente con el califato Omeya (661-750), bajo cuyo mandato el
territorio islámico se extendió desde Damasco (Siria) hasta España; el periodo
medio que abarca la época de los califas Abasíes (750-1258), establecidos en
Bagdad (Irak), hasta la conquista mongola, y el periodo que transcurre entre
esta conquista y el siglo XVIII.
Dentro de esta secuencia se pueden
discernir, en las diferentes partes del mundo islámico, diversos estilos
artísticos asociados a las correspondientes dinastías de gobernantes. Además de
aquellos relativos a las grandes dinastías Omeya y Abasí, cabe mencionar otros
estilos, como el de los turcos Selyúcidas, que gobernaron Irán desde mediados
del siglo XI a 1157; el de los kánidas, pueblo mongol que controló el este de
Irán de 1256 a 1349; los Timuríes, grandes mecenas de la cultura iraní,
instaurados al oeste de Irán entre 1378 y 1502 y los Safawíes, gobernantes de
la totalidad de Irán de 1502 a 1736. El arte islámico también floreció bajo los
turcos otomanos, que dirigieron Turquía de 1299 a 1922 y extendieron su imperio
por Egipto y Siria en el siglo XVI. En el noreste africano destacan estilos
relacionados con el reinado de los fatimíes (909-1171) y con el de los
mamelucos, que controlaron estos territorios desde 1250, mientras que en el
Magreb y el sur de la península Ibérica cabe mencionar el apogeo de las tribus
bereberes, los almorávides y los almohades, así como la dinastía Nazarí del
reino de Granada.
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ARQUITECTURA
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Mezquita de Solimán
el Magnífico
La mezquita de
Solimán el Magnífico en Estambul fue construida en 1550. Sinan, el arquitecto,
se basó en las iglesias bizantinas y, en particular, en Santa Sofía. La cúpula
central está rodeada por semicúpulas. Los cuatro estrechos minaretes con
balcones son característicos del estilo arquitectónico de las últimas mezquitas
islámicas.
El escaso ritual del culto
islámico dio lugar a dos tipologías de carácter religioso: la mezquita
(masjid), recinto donde la comunidad se reúne para orar, y la madrasa o escuela
coránica. Dentro de la arquitectura civil destacan los palacios, los
caravasares y las ciudades, en las que se consiguió un planeamiento
racionalizado de acuerdo con las canalizaciones de agua y la protección frente
al calor. Otro edificio importante en el islam es el mausoleo, enterramiento de
un gobernante y símbolo de su poder terrenal. Todos estos edificios religiosos
y seculares tienen numerosos elementos estructurales y decorativos en común.
4.1
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Mezquitas
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Partes de una
mezquita
La mezquita es uno
de los edificios más emblemáticos de la arquitectura islámica. En esta
interactividad encontrará información sobre cada uno de los principales
elementos que la componen.
El muro de la quibla indica
la dirección hacia la que los musulmanes deben dirigir su oración, la ciudad
santa de La Meca. Para diferenciarla del resto de las paredes del templo se
abre en ella un pequeño ábside o nicho llamado mihrab, similar al altar
cristiano pero sin su contenido simbólico. El resto de las sala de oración es
un espacio techado indiferenciado, dividido en ocasiones por series de
arquerías sobre columnas, paralelas o transversales al muro de la quibla. Esta
disposición, heredada de las basílicas paleocristianas y transformada por el
culto musulmán en la tipología conocida como mezquita hipóstila, evita las
articulaciones espaciales jerarquizadas, características de sus antecesoras cristianas.
Otra de las novedades de estas salas hipóstilas es su capacidad para crecer
indefinidamente, como en el caso de la mezquita de Córdoba (España, siglos
VIII-X), ampliada en numerosas ocasiones debido al aumento de la población.
4.1.1
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Patio
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Las mezquitas, sin embargo, mantuvieron
la concepción primitiva del rezo al aire libre, en un patio rodeado de
soportales que proporcionaban sombra a los fieles. Por ello la sala de oración
permaneció como un espacio abierto al patio o sahn, que siguió siendo un
elemento importante del conjunto, a menudo con igual o mayor superficie que la
zona cubierta. En algunos casos —como en las mezquitas de Córdoba o Sevilla
(España)— el sahn imitaba la configuración interior por medio de filas de
naranjos alineados y a la misma distancia que las columnas de la sala
adyacente. Además, en el patio solían aparecer dos elementos característicos:
la fuente para las abluciones (sabial) y la torre para llamar a la oración, el
alminar o minarete.
4.1.2
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Minarete
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Alminar de la gran
mezquita de Sāmarrā
La gran mezquita de
Sāmarrā, levantada el año 847 d.C. en el actual Irak, era el mayor templo
erigido en aquella época. En la actualidad sólo se conserva intacto el
monumental alminar cónico desde el cual el muecín llamaba a la oración.
En los primeros tiempos no existía el
alminar, de modo que los fieles se reunían para orar sin necesidad de una
llamada previa. Sin embargo, debido al aumento de la congregación, se acabó
instituyendo la llamada de un muecín, a viva voz, desde la cubierta más alta
del edificio. La Gran Mezquita Omeya de Damasco (705-715) es el primer ejemplo
que presenta una torre o minarete, situada en una de las esquinas del patio,
para realizar esta función.
4.1.3
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Cúpula
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Cúpula de la Roca,
Jerusalén
La mezquita o
cúpula de la Roca, la estructura islámica más antigua de las que se conservan,
fue construida por el califa Abd al-Malik a finales del siglo VII. Se levanta
sobre la roca sagrada de Jerusalén, desde donde el profeta Mahoma ascendió al
cielo. La planta octogonal de la mezquita encierra un espacio central rematado
por una cúpula. Los muros exteriores están cubiertos con ricas decoraciones de
mosaicos.
Las cúpulas, un elemento importante de
la arquitectura islámica, proceden de la arquitectura Sasánida y de las
tradiciones paleocristianas. La primera mezquita monumental se conoce con el
nombre de cúpula de la Roca (Jerusalén, finales del siglo VII), un espacio
centralizado de planta octogonal rodeado por dos deambulatorios y cubierto por
una gran cúpula. Su composición deriva de la arquitectura romana, probablemente
de la mezquita del Santo Sepulcro (siglo IV) en Jerusalén. La mezquita de la
Roca está decorada con mosaicos coloristas, tanto en su interior como en el
exterior y alberga la piedra desde la que, según la tradición musulmana, Mahoma
ascendió al cielo.
El mausoleo, construido a principios del
siglo X, para el gobernador de Bujoro, en Asia Central, es otro ejemplo de gran
relevancia arquitectónica. Este edificio cuadrado de ladrillo posee una cúpula
sobre trompas (pequeños arcos que hacen de puente en los ángulos del cuadrado
para facilitar la transición hacia el espacio circular de la cubierta),
derivadas del Irán Sasánida en lugar de las tradicionales pechinas (secciones
esféricas triangulares) propias de la arquitectura bizantina.
Bajo los otomanos las mezquitas se
construyen siguiendo la tradición bizantina. De este modo, la magnífica
mezquita de Selimiya (1569-1574) en Edirne (Turquía), obra del arquitecto turco
Sinan, posee una colosal cúpula precedida por un patio porticado, donde se
multiplican las pequeñas cúpulas y semicúpulas. La composición es similar a la
de la basílica de Santa Sofía en Constantinopla (actual Estambul, Turquía), el
ejemplo más significativo de la arquitectura bizantina, que luego fue
convertida en mezquita. Esta forma —que Sinan también empleó en la mezquita de
Solimán— influyó en el diseño de otras mezquitas de Oriente Próximo y la India.
4.1.4
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Iwan
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En las mezquitas Abasíes de Irak,
aunque se mantiene la tipología hipóstila siria, se va imponiendo el modelo
formado por un patio central al que comunican los diversos iwanes o salas
abovedadas que se abren a través de grandes arcos. Esta disposición tiene su
origen en la arquitectura del Irán Sasánida.
4.1.5
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Arco apuntado
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Aunque el arco de herradura está
estrechamente ligado a la arquitectura islámica, su origen se remonta al
Imperio romano. Los visigodos de la península Ibérica lo emplean en numerosas
ocasiones, y sus invasores Omeyas lo adaptaron finalmente para las
construcciones musulmanas. Otro de los arcos empleados por los arquitectos
islámicos fue el apuntado, de origen sirio-romano y también recogido por la
dinastía Omeya, aunque más tarde se difundió por el califato de Bagdad. Desde
allí se transmitió hacia África, y los pueblos bereberes del Atlas lo
exportaron hacia sus territorios españoles, donde se conservó entre los artífices
mudéjares que, a su vez, extendieron su empleo por Latinoamérica.
4.1.6
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Mimbar y maqsura
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El mimbar o púlpito se utilizó por
primera vez en la mezquita de Medina. Al principio se empleaba como estrado, pero
pronto se convirtió en un verdadero púlpito para la predicación del imán. Otro
de los elementos característicos de las mezquitas es la maqsura, un espacio
acotado por arquerías situado delante del mihrab y decorado con mayor riqueza.
Es un ámbito destinado a los gobernantes de la comunidad con el fin de
protegerles de sus enemigos, especialmente después de que varios de los
primeros califas fueran asesinados por la espalda durante la oración.
4.2
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Madrasas
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Patio de la
mezquita de Isfahan
La Masjid-i-Shah,
de Isfahan, es una madrasa (escuela para estudiantes del islam) que incorpora
también una mezquita. Fue construida entre 1612 y 1637. La impresionante cúpula
es uno de los ejemplos de azulejería más delicados del mundo.
Bajo los Abasíes se introdujo en
Irán una nueva tipología de edificio religioso, la madrasa o seminario
religioso. Su forma, basada en la arquitectura Sasánida, dio lugar a un nuevo
tipo de mezquita que se difundió rápidamente por numerosos países. La madrasa y
la mezquita-madrasa están configuradas por iwanes, es decir, salas emplazadas
en los ejes de un rectángulo que se abren con grandes arcos a un patio central.
Las madrasas suelen disponer de habitaciones en torno al patio dedicadas al
estudio o a los dormitorios de los estudiantes. En algunos edificios del último
periodo, el patio está cubierto por una gran cúpula. A partir del siglo XI
fueron elegidos por califas y emires para construir sus mausoleos. La mezquita
del Viernes (donde se congrega el mayor número de fieles de una ciudad) de
Ispahan (siglo XI, Irán), es el primer ejemplo de mezquita-madrasa. En este
edificio, como en muchas tumbas del mismo periodo, aparece la decoración a base
de mocárabes, especie de estalactitas o formas prismáticas que penden de las
bóvedas o arcos. Entre los ejemplos tardíos de mezquita madrasa destacan,
también en Ispahan, la Masjid-i-Sha, en la que el iwan principal está coronado
por una elevada cúpula apuntada y la Lutfullah, con otra cúpula recubierta con
espléndidos azulejos.
4.3
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Arquitectura civil
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Durante la época de los Omeyas y
primeros Abasíes, los príncipes de las familias construyeron varios palacios en
el desierto de Siria e Irak. Algunos de ellos estaban rodeados por terrenos de
caza —como los de los últimos reyes Sasánidas— y otros disponían de baños
abovedados derivados de la arquitectura tardorromana, que también se aprecia en
su empleo como villas o explotaciones agrícolas. Por ello, estos palacios
supusieron una síntesis entre las tradiciones orientales y occidentales,
característica del primer arte islámico. Al mismo tiempo demostraban una cierta
libertad frente a las recomendaciones contra el arte figurativo, que no
llegaban a alcanzar connotaciones prohibitivas en el Corán pero sí en los hadit
(tradiciones orales) del siglo IX. Los palacios Omeyas estaban decorados con
mosaicos, pinturas murales y estucos, representando animales, escenas
cortesanas o al propio califa. Esta decoración deriva en gran medida de la
tradición Sasánida.
En el periodo medio, el mundo
islámico produjo los mejores frutos de su civilización urbana. Con la invasión
de los mongoles, no obstante, muchas ciudades fueron destruidas o reducidas a
pueblos, y se perdieron los ingeniosos sistemas hidráulicos que las permitían
existir.
Bajo los Abasíes se fundó en medio
del desierto, cerca de Bagdad, una ciudad administrativa llamada Sāmarrā, que
no llegó a terminarse. Sāmarrā ocupaba una extensión de 175 hectáreas rodeada
por una enorme muralla, contaba con jardines, palacios, edificios
administrativos, una mezquita, baños y cuarteles. Los edificios residenciales
estaban decorados con pinturas figurativas, pero los motivos ornamentales más
delicados están tallados en estuco, siguiendo esquemas geométricos de origen
turco. Todas estas ciudades de nueva planta, como Sāmarrā, El-Fustat (cerca de
El Cairo y conocida por excavaciones) o Medinat al-Zahara, cuentan con
importantes infraestructuras como acueductos y redes de alcantarillado.
Otro de estos palacios-ciudades del
mundo islámico fue la ya citada Medinat al-Zahara en las cercanías de Córdoba
(España), edificada por el primer califa cordobés Abd-al-Rahman III —de la
dinastía Omeya huida desde Siria hasta al-Andalus— y destruida por las tribus
bereberes en el siglo XI.
La tradición islámica de los
palacios-ciudades se mantuvo en el norte de África, en Estambul, donde los turcos
otomanos comenzaron en 1459 la construcción del palacio Topkapi, y en el reino
Nazarí de Granada (España), con el magistral palacio de la Alhambra. El
conjunto de la Alhambra está formado por un fortaleza o alcazaba y por el
palacio real. A su vez, el núcleo principal del palacio está constituido por
una zona oficial en torno al patio de Comares y otra residencial abierta al
patio de los Leones. En el centro de este último aparece una fuente sobre
figuras de leones con surtidores en sus bocas. El mismo tema del león se repite
en la escultura de bronce de pequeño formato y en numerosos recipientes
cerámicos (véase más abajo Artes decorativas).
En Irán los últimos grandes
constructores fueron los Safawíes, cuya contribución a la arquitectura civil
incluye puentes, campos de polo y palacios con miradores de madera. En el
palacio de Abbas I se construyó una galería de arte para albergar su colección
de porcelanas chinas.
Los caravasares fueron una contribución
Selyúcida. Son lugares de descanso para los viajeros de las rutas de caravanas
y cuentan con una sala de columnas o apadana y un patio para los animales.
Otros edificios destacados de la arquitectura civil islámica fueron los baños
públicos, bazares, jardines y ribats o guarniciones fronterizas, como los que
se conservan en Túnez.
4.4
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Tumbas y mausoleos
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Taj Mahal, Āgra
El Taj Mahal, el
ejemplo más famoso de la arquitectura de los mogoles, se hizo como mausoleo
para la esposa de Sha Jahan tras su muerte en 1631. Fue construido en mármol
blanco con piedras preciosas incrustadas. En cada uno de sus ángulos destaca un
minarete, y sus muros externos están adornados con diferentes pasajes del
Corán. El Emperador y su esposa están enterrados en un panteón bajo el
edificio.
Las tumbas y los mausoleos,
levantados como símbolos del poder de los gobernantes fallecidos, se
convirtieron en los monumentos más importantes del islam después de las
mezquitas y los palacios. Entre los ejemplos más destacados se halla la
necrópolis de las afueras de El Cairo, que presenta tumbas cupuladas
construidas por los mamelucos en el siglo XV. La necrópolis Sah-i-Zindeh
(siglos XV y XVI) erigida por los Timuríes en Samarcanda, es un impresionante
grupo de edificios de ladrillo cubiertos con esbeltas cúpulas sobre tambores,
como la tumba de Tamerlán. En Irán, bajo la dominación mongola, se desarrolló
un tipo característico de enterramiento cuyo ejemplo más brillante es el gran
mausoleo de Sultaniyah (siglo XIV), cuya cúpula se eleva aún más por la
inclusión de un tambor octogonal. En relación a este tipo, la obra más
representativa del periodo mogol en la India es el famoso Taj Mahal, en Āgra,
un mausoleo construido en el siglo XVII por arquitectos iraníes.
4.5
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Decoración
arquitectónica
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El estuco, el ladrillo y el azulejo se
usaron como elementos decorativos en los edificios islámicos. Los Selyúcidas
añadieron la cerámica vidriada (véase más abajo Cerámica). La superficie de los
mihrabs, con sus bandas de inscripciones coránicas, se realizaron en estuco
tallado o barro vidriado. Los paneles murales se adornaron con motivos
decorativos de lacería geométrica sobre azulejos. En la arquitectura de los
Timuríes y en la Córdoba califal, los mihrabs se recubrieron con teselas de
mosaico de colores brillantes. Los turcos fueron destacados productores de
cerámica. En el Irán Safawí, la mayor parte de los edificios públicos se
decoraron con azulejos. La gama cromática incluyó el dorado y el verde, que se
aplicaban mezclados en vez de por separado, como se hacía anteriormente.
Las celosías de madera tallada, en
ocasiones con incrustaciones de marfil, también proporcionaron un soporte para
la decoración arquitectónica en el mundo islámico. Se emplearon en macsuras,
mimbares, ventanas, pantallas y puertas. Los relieves de piedra y de mármol se
encuentran en lugares tan distantes como Turquía, Egipto y España.
5
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ARTES DECORATIVAS
|
La proscripción de la temática
figurativa, contenida en los hadit, es similar a la iconoclasia desarrollada
durante el periodo del Imperio bizantino.
Estas prohibiciones o recomendaciones se
seguían estrictamente en el caso de la arquitectura religiosa, como en el caso
de las mezquitas, pero la arquitectura civil las transgredía en numerosas
ocasiones, dependiendo en cualquier caso de la ortodoxia del gobernante de
turno. En el palacio de Msatta (principios del siglo VIII) en el desierto
sirio, se aprecia una clara distinción entre la decoración de las dependencias
laicas y las religiosas. Los relieves situados en la zona de la mezquita son
totalmente abstractos, mientras que los del resto del edificio presentan
decoración figurativa zoomórfica. De todos modos, la representación de figuras
humanas y animales se hace de forma convencional y con finalidad estrictamente
decorativa. Por otro lado estas limitaciones supusieron un acicate para el
desarrollo de un repertorio basado en diversas formas y motivos, como la
epigrafía (inscripciones caligráficas), el ataurique o decoración vegetal
estilizada (arabescos) y la decoración geométrica o de lacería.
5.1
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Cerámica
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Jarra turca del
siglo XVI
Esta jarra de
cerámica vidriada fue realizada en el siglo XVI en Turquía, durante el periodo
de dominación otomana. La estilizada decoración con motivos vegetales y
brillantes colores forma parte de la tradición árabe. Esta pieza se encuentra
en la colección del Museo Victoria y Alberto de Londres.
Una de las manifestaciones artísticas
que alcanzó mayor esplendor dentro del arte islámico es la cerámica, en la que
se puede apreciar un grado de innovación y creatividad comparable al de las
artes plásticas de otras culturas.
La primera etapa de innovación en
la cerámica islámica se define a partir de las excavaciones de Sāmarrā. La
presencia de porcelana china importada en el área de Bagdad estimuló el interés
de los ceramistas Abasíes, pero la perfección de estas obras no se pudo
conseguir con la arcilla local. La cerámica Tang de colorido verde y amarillo
se imitó con éxito, pero para representar el acabado de la porcelana, los
ceramistas aplicaron un reflejo metálico, que proporcionaba a las piezas un
aspecto cremoso. Algunas de estas vasijas se decoraban con pintura azul, y hay
quien opina que esta técnica inspiró las primeras porcelanas azules y blancas
de la China (imitadas a su vez por los últimos ceramistas islámicos). La
técnica de pintura brillante también apareció en Sāmarrā. Se trata de la misma
cerámica de reflejo metálico vuelta a cocer a fuego lento, produciendo así un
brillante efecto metálico —pardo, verdoso o rojo— que transforma el recipiente
en una pieza con apariencia de oro (loza dorada). Esta técnica se trasmitió a
todos los lugares civilizados de Europa, norte de África y Asia.
Desde fines del siglo VIII al siglo XI
se realizó en Nisapur y Samarcanda, en el noreste de Irán, otro tipo de
decoración cerámica. La nueva técnica consistía en verter un fina capa de
arcilla líquida sobre el recipiente para obtener una superficie sobre la que se
aplica la decoración pictórica. Algunas de estas piezas, influidas por la
tradición Sasánida, se decoraban con figuras de jinetes y otros motivos
geométricos y caligráficos. Otra de las tipologías cerámicas iraníes es la que
presenta una superficie grabada o esgrafiada, imitando las técnicas de la
metalistería. Como la cerámica de reflejos metálicos, esta modalidad puede
explicarse como el deseo de buscar un sustituto aceptable a un material más
costoso.
En El-Fustat, fundado por los fatimíes de
Egipto, se ha encontrado una gran cantidad de cerámica de reflejo metálico y
otras modalidades. En el Irán Selyúcida se realizaron vasijas con las paredes
de vidrio a imitación de la delicada porcelana china, así como cerámicas
vidriadas y azulejos de Ravy y Kasan. Algunos recipientes esmaltados presentan
ilustraciones de poemas y escenas heroicas, similares a las que se reproducen
en la miniatura persa. Las formas de estas piezas representan en ocasiones a
diversos animales.
En Irak, en los años previos
a la conquista mongola, Raqqa fue el centro de producción de una fina cerámica
vidriada y pintada. En la Turquía otomana lugares como Iznik y Kütahya fueron
productores destacados de azulejos, durante el siglo XVIII. Al comienzo
estuvieron influidos por los objetos chinos blancos y azules, pero después se
produjeron piezas de cerámica según los patrones típicamente turcos, con
motivos florales en color turquesa, verde, púrpura, castaño y negro. Los
ceramistas Safawíes de Irán, también influidos por las modas chinas, realizaron
cerámicas azules y blancas que se exportaban hacia occidente.
5.2
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Vidrio
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Lámpara de mezquita
El mundo islámico
realizó durante siglos delicadas cristalerías decoradas con esmaltes. Esta
lámpara de mezquita de principios del siglo XIV está cubierta con tres
inscripciones del Corán en letra cúfica. Cuando la lámpara está encendida, la
llama acentúa la elegante caligrafía.
Los artistas musulmanes trabajaron el vidrio
utilizando primero las técnicas empleadas en Egipto y en el Irán Sasánida y,
posteriormente, desarrollando otras nuevas como en el caso de los fatimíes, que
produjeron vidrio tallado, vidrio brillante pintado y vidrio estampado. En este
periodo se realizaron también un pequeño número de vasijas talladas en cristal
de roca. En Siria destaca el vidrio esmaltado del siglo XII, principalmente sus
copas y lámparas de belleza insuperable. Los sirios mantuvieron su maestría en
el arte del vidrio en el último periodo, al que pertenecen las conocidas
lámparas de mezquita cónicas y esmaltadas.
5.3
|
Ebanistería y
eboraria
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Además de su empleo decorativo en arquitectura,
la madera se trabajó como material de otras artes aplicadas. En los palacios
fatimíes se conservan excepcionales ejemplos de tablas con representaciones
cortesanas, que recuerdan el estilo de los coptos (cristianos egipcios).
También se tallaron las piezas del mobiliario, especialmente los biombos.
Las cajas de marfil tallado y los
colmillos de elefante abundaban en la corte fatimí, continuándose la tradición
en la Sicilia musulmana. En ellos se representaban cortesanos, animales y
vegetación.
5.4
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El arte del bronce
|
Algunos de los bronces islámicos más
refinados se han conservado en los tesoros de las iglesias europeas. Al
principio se adoptaron las formas Sasánidas pero el periodo fatimí produjo vasijas
de bronce con forma animal, así como candiles y platos. Aunque en el este de
Irán se realizaron interesantes piezas grabadas con incrustaciones de cobre y
plata, los bronces más refinados fueron producto de los talleres de Mosul
(Irak), durante los 50 años que precedieron a la conquista mongola. Entre sus
objetos más destacados se encuentran los aguamaniles, tazas y candiles con
incrustaciones de plata y oro y motivos abstractos, figurativos e
inscripciones. Por su parte, los talleres sirios continuaron produciendo
diseños figurativos durante el siglo XIV.
5.5
|
Manuscritos
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La elaborada escritura cúfica, que resultaba
tan apropiada para ser labrada en la piedra, aparece en los primeros
manuscritos coránicos que nos han llegado. En ellos, algunos acentos
diacríticos se pintan en rojo, y las decoraciones doradas entre las suras
(capítulos) contrastan con la elegante escritura negra. En el periodo Selyúcida
se desarrolló el nesjí, una escritura más cursiva y fluida. Los dos estilos se
emplearon en la arquitectura y las artes decorativas.
5.6
|
Marroquinería
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Las encuadernaciones de libros en cuero son
un excelente ejemplo de las artes decorativas islámicas. En los primeros
tiempos se realizaban en relieves repujados; más tarde se estampaban y doraban
las cubiertas y los lomos y, finalmente, en el siglo XVI, se pintan con
esmaltes. El trabajo del cuero se aplicó también a los arneses de los caballos
y a los objetos empleados en la cetrería.
5.7
|
Pintura
|
Laila y Majnum en
la escuela
Uno de los grandes
miniaturistas persas, Bihzād, dio un nuevo ímpetu a la tradición oriental de la
miniatura. Laila y Majnum en la escuela, muestra su habilidad en el uso del
dibujo y el color, así como su línea elegante y caligráfica. La perspectiva
plana muestra la influencia de los paisajes chinos. Hay que destacar la
yuxtaposición de escenas de interior y exterior.
La pintura de caballete no existió en
el arte islámico, concentrado en la ilustración de libros. Las primeras
muestras conservadas son miniaturas de manuscritos científicos griegos
traducidos al árabe (vehículo por el cual las enseñanzas del mundo clásico se
transmitieron a Occidente), las fábulas de Bidpai (300 d.C., traducidas al
árabe con el nombre de Caliba y Dinna) y el Maqamat de al-Hariri
(1054-1122), narración de las aventuras de un viajero. Estilísticamente todas
estas pinturas derivan de la escuela de Bagdad del siglo XIII. Las
ilustraciones científicas son dibujos lineales basados en los modelos clásicos,
mientras que las coloristas pinturas laicas son de una ingenuidad encantadora,
con sólo dos o tres figuras monumentales y paisajes como elementos decorativos.
La miniatura persa de los mongoles o de
Il-Khanid floreció en el siglo XIV en Tabiaz (Irán). La influencia china en los
detalles del paisaje, la expresividad y la complejidad compositiva caracterizan
la nueva escuela. Muchos poemas épicos persas, como el Shar-nama —un
manuscrito épico escrito por Firdusi en el siglo XIX— se ilustraron en este
estilo. La miniatura continuó su evolución en el siglo XV en Harat (actual
Afganistán) bajo el patrocinio de los Timuríes. Bihzād fue uno de los mejores
miniaturistas Timuríes, gracias a sus escenas dramáticas y a la profundidad
psicológica de sus figuras.
Los gobernantes otomanos también promovieron
el arte del libro. Una escuela turca de miniatura del siglo XIV, localizada en
Tabiaz, representó escenas de la vida cortesana y militar. Los artistas
Safawíes fueron diestros en su estilo y, como consecuencia de la influencia
europea, ampliaron su repertorio al incluir retratos de personajes.
En la India musulmana se desarrolló
desde el siglo XVI hasta el siglo XIX un estilo peculiar de pintura miniada,
más influida por el arte hindú, que representaba con frecuencia a los
gobernantes y sus ceremonias oficiales.
5.8
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Textiles
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Las telas se consideraron objetos de
lujo, y las más refinadas se realizaron en los talleres denominados tiraz,
controlados por el califa. El sistema del tiraz, comparable a las instituciones
oficiales del Imperio bizantino, copto y Sasánida, terminó con la conquista
mongola. Los tejidos procedentes de un tiraz (a menudo prendas ceremoniales) se
consideraban posesiones del más alto valor. Los tiraz —el término también
designa al propio tejido— a menudo llevaban impresa la firma del taller, la
fecha y el nombre del gobernante.
En Egipto la mayoría de los tiraz
eran de lino y en la época de los fatimíes se entretejían en ellos bordados de
seda con hilos de oro. Los mejores tejidos de sedas proceden de la región de
Bujará (siglos IX y X) y de Irán, Bagdad, Egipto y España (siglos X y XI).
Estas sedas llegaron a Europa a través de las embajadas enviadas por los
gobernantes islámicos y allí ejercieron tal influencia que algunos términos
europeos para designar tejidos —como damasco— derivan del mundo islámico. El
manto de coronación de los emperadores del Sacro Imperio fue bordado por
artistas islámicos en Sicilia, y las sedas sicilianas mantuvieron su hegemonía
en el siglo XIV, después de la apertura de otros talleres de seda europeos.
Las sedas chinas influyeron en los
tejidos islámicos a partir de la conquista mongola como se observa en las sedas
con brocados en oro y en algunos detalles decorativos. Los turcos otomanos
crearon nuevos diseños para los tejidos de seda caracterizados por el uso de
claveles, tulipanes, palmetas y el motivo chino de la nube.
5.9
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Alfombras
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Alfombra persa
El diseño de esta
alfombra posee una fuerte carga simbólica. El motivo central representa el Sol,
y en su interior las cuatro flores de loto simbolizan la lluvia. Rodeando el
medallón central se esparcen más flores que aluden a la fecundidad que traen el
Sol y la lluvia. Procede de Tabriz y fue tejida para la mezquita-mausoleo del
sha Tahrnasp en Ardabīl. Actualmente se conserva en el Museo Victoria y Alberto
de Londres.
Las primeras alfombras islámicas que se
conservan se fabricaron en Konya (Turquía) en el siglo XIV. Estas alfombras de
tonos azules, verdes y rojos siguen un esquema basado en formas naturales con
un borde de inscripciones. Durante el dominio de los mamelucos se realizaron
alfombras de patrones geométricos en tonos azul pálido, rojo y amarillo. El
tejido de alfombras resurgió durante el periodo de los Safawíes de Irán, entre
cuyo repertorio aparecen escenas de caza y motivos vegetales. Estas alfombras
de seda, de tonos pasteles e hilos de oro y plata, se confeccionaron
expresamente para el mercado europeo. Aunque son de gran belleza, marcan el fin
de la tradición islámica en el tejido de alfombras.