El fuego
El fuego, como el aire y el agua, no es nada nuevo, pero la habilidad de controlarlo sí lo es. Bueno, más o menos nuevo. La evidencia sugiere que los primeros seres humanos usaron fuego hace más de un millón de años, pero los primeros indicios de que aprendimos a controlarlo datan de hace 800,000 años. Los arqueólogos, en una excavación en Israel en 2004, descubrieron trozos de leña quemada que pertenecían a fogatas. La habilidad de iniciar un fuego de forma rápida vino hasta que se inventó el cerillo en 1872.
Se llama fuego a la reacción química de oxidación violenta de una materia combustible, con desprendimiento de llamas, calor, vapor de agua y dióxido de carbono. Es un proceso exotérmico. Desde este punto de vista, el fuego es la manifestación visual de la combustión.
Se señala también como una reacción química de oxidación rápida que es producida por la evolución de la energía en forma de luz y calor.
Se necesita la concurrencia de cuatro factores para que un fuego se inicie y tenga continuidad:
- Combustible (usualmente, un compuesto orgánico, como el carbón vegetal, la madera, los plásticos, los gases de hidrocarburos, la gasolina, etc.).
- Comburente, cualquier oxidante, el mas común el oxígeno del aire.
- Temperatura, o energía de activación, que se puede obtener con una chispa, temperatura elevada u otra llama.
- Reacción en cadena, es la reacción mediante la cual la combustión se mantiene sin necesidad de mantener la fuente principal de ignición. Sin esta última solo se tiene el fenómeno llamado incandescencia.
La concurrencia de estos cuatro factores da lugar a la combustión, lo que se expresa en la teoría del Tetraedro del fuego.
Cada combustible tiene una temperatura de ignición, (también llamado punto de Ignición) distinta, a la que es necesario llegar para inflamarlo. En la mayoría de los casos, una vez comienza la reacción de oxidación, el calor desprendido en el proceso sirve para mantenerlo.
Cada combustible libera, al quemarse, una cierta cantidad de energía en forma de calor, igual a la energía que mantenía unidos los átomos en las moléculas del combustible, menos la empleada en la formación de los nuevos compuestos (gases resultantes de la combustión o gases quemados). La cantidad de energía que cada combustible produce se expresa por su poder calorífico.
Los gases y vapores producidos por la oxidación (principalmente vapor de agua y dióxido de carbono), a alta temperatura por el calor desprendido por la reacción, emiten las llamas (gases incandescentes) que a su vez emiten luz visible e invisible (luz infrarroja), y calor.
La composición de los gases desprendidos, así como su temperatura, determinan el color de la llama. Así, son rojas, anaranjadas o amarillas en el caso de papel y madera; o azules en el caso de muchos gases de hidrocarburos, como los usados domésticamente, pero pueden ser de otros colores cuando arden otros elementos. Así mismo, el fuego está condicionado por algunos factores que dependerán, por ejemplo, de los distintos tipos de combustibles que lo originan. Los procesos industriales generan cada cierto tiempo, por sus tareas, distintos tipos de fuego, o los mismos con distintas intensidades, que sólo se logran sofocar con el continuo avance en las áreas de investigación anti-incendios.