Música disco




John Travolta
El actor estadounidense John Travolta, protagonista del musical Fiebre del sábado noche.


Música disco, género de música de baile que tuvo una gran difusión comercial y ejerció una gran influencia desde finales de la década de 1970. Sus melodías, basadas en el soul, en la compulsiva línea del bajo y en los latidos rítmicos constantes, la convirtieron en un éxito popular inmediato.
Nació en el seno de las comunidades homosexual, latina y en los clubes urbanos de la subcultura afroamericana de Estados Unidos. Sus primeros éxitos fueron “Soul Makossa” (1973), de Manu Dibango’s, “Love’s Theme” (1973), de Barry White, “Rock the Boat” (1974), de Hues Corporation’s y “Rock Your Baby” (1974), de George McRae, que alcanzó el primer puesto de las listas de ventas en Gran Bretaña. El sencillo “The Hustle” (1975), de Van McCoy, tras vender más de diez millones de copias, situó a la música disco como un fenómeno mundial asociado al baile. El “Philly Sound” de los productores Kenny Gamble y Leon Huff (que incluía líneas vocales de soul sobre fuertes patrones rítmicos y un exuberante fondo orquestal) fue característico de la primera época de la música disco.
KC y la Sunrise Band, con los sencillos “Get Down Tonight”, “That’s the Way (I Like It)” y “(Shake, Shake, Shake) Shake your Booty”, fueron pioneros del Miami Sound, para el que utilizaban instrumentos de percusión latinos, mezclados con silbidos y exclamaciones. Entre 1975 y 1976, situaron tres temas en el número uno de las listas de éxitos de Estados Unidos, algo que no sucedía desde The Beatles. Dona Summer, con “Love to Love You, Baby” (1976, producido por Giorgio Moroder y Pete Bellote), fue pionera en la utilización de sintetizadores y abrió el camino para la música disco europea (más tarde popularizada por Abba). El éxito masivo de la película Fiebre del sábado noche (1977, de John Badham, con John Travolta como protagonista) alzó su banda sonora (que incluía nuevas canciones de The Bee Gees y clásicos como “Disco Inferno” de los Trammps) al número uno de las listas durante veinticuatro semanas y vendió más de treinta millones de copias. The Bee Gees igualaron otro récord de The Beatles en 1978 con tres sencillos simultáneos en los diez primeros puestos de las listas de Estados Unidos (“Stayin’ Alive”, “How Deep Is Your Love” y “Night Fever”).
La música disco pareció decaer a principios de la década de 1980, pero demostró su fortaleza en los ambientes gay con el éxito de Sylvester and Village People a finales de la década de 1970, que continuaron como hi-NRG a comienzos de los noventa. Los Lps de música disco, diseñados para locales de baile, se promovían a través de los disc-jockeys más que por actuaciones en directo, y a mediados de la década de 1970, los sencillos de doce pulgadas (que solían incluir las pulsaciones por minuto o beats per minute, bpm, impresas en el disco), fueron de gran ayuda para el trabajo de los Dj. La producción de distintas mezclas (añadiendo, por ejemplo, determinados patrones rítmicos a las canciones), también fue una novedad que enfatizó la importancia del trabajo de estudio más que las actuaciones individuales en directo. La deuda de la música house con respecto a la disco llevó a un renacimiento de esta última en la década de 1990, aunque antes había sido despreciada por los críticos de rock.


Música de cámara




Conjunto de música de cámara
La música de cámara está escrita, casi siempre, para un número reducido de intérpretes. En un principio, los recitales tenían lugar en residencias privadas, pero durante el siglo XX pasaron a ocupar las grandes salas de conciertos. Este cuadro, titulado La fiesta, es obra del pintor francés del siglo XIX

Música de cámara, música instrumental para conjunto. Consta en general de dos a doce músicos, uno por cada parte melódica, y todas las partes tienen la misma categoría. La música de cámara de alrededor de 1750 estaba principalmente compuesta para cuarteto de cuerdas (dos violines, una viola y un chelo), aunque también han sido populares los dúos, tríos y quintetos, éstos últimos con cuatro instrumentos de cuerda y un piano o un instrumento de viento. Esta música estaba, en principio, destinada a actuaciones privadas. Los conciertos públicos de música de cámara comenzaron a tener lugar sólo a partir del siglo XIX.
La música profana de la edad media y el renacimiento (1450-1600) estaba generalmente compuesta para pequeños conjuntos vocales e instrumentales. La mayoría de las composiciones eran piezas vocales a tres, cuatro y cinco voces. Los grupos instrumentales simplemente tocaban esta música vocal de cámara usando cualquiera de los instrumentos deseados o disponibles en esa época.
El primer gran ejemplo de lo que hoy día identificamos como música de cámara apareció en Inglaterra a finales del siglo XVI y principios del XVII. En esa época se escribió una gran cantidad de música para grupos de cuatro a siete violas, conformando lo que se llamaría viol consort o conjunto de violas. Era una música de carácter íntimo y a menudo intensamente emotiva. Una de las formas más típicas para la cual se ha escrito música de violas es In nomine, una fantasía basada en una vieja melodía de canto llano que se hizo famosa por utilizar las palabras 'In nomine Domini' de una misa del compositor John Taverner de principios del siglo XVI. Christopher Tye compuso 20 arreglos de In nomine que revelaron el continuo desarrollo de un estilo instrumental característico. Para ello utilizó la totalidad de las seis cuerdas de las violas y su capacidad para interpretar grandes saltos melódicos. William Byrd escribió 7 arreglos. Esta forma continuó vigente durante el siglo XVII, cuando Henry Purcell produjo dos magistrales arreglos, a seis y siete partes, alrededor de 1680.
En la era del barroco (1600-1750), cobraron importancia, primero en Italia, y más tarde en la Europa más al norte, dos géneros instrumentales: la sonata da chiesa o sonata de iglesia, y la sonata da camera o sonata de cámara. En la música instrumental, así como en la vocal, la textura musical presente en todas las obras consistía en situar una melodía en la parte superior, y apoyarla con el bajo continuo —una melodía de bajo interpretada, por ejemplo, con el chelo o el fagot, cuyas armonías rellenaban el laúd, el clavecín o el órgano—. Los géneros principales de la música de cámara eran las sonatas en trío, en realidad sonatas da chiesa o da camera compuestas para dos violines solistas (o flautas u oboes, a veces dependiendo de la elección de los intérpretes), más un continuo. Las sonatas solistas estaban generalmente escritas para violín y continuo. No obstante, las sonatas en trío también podían tocarse, si así se deseaba, en un conjunto mayor, de seis a ocho intérpretes. Además, se componían cantatas de cámara para voz solista y continuo, así como dúos vocales con continuo, que de hecho sirvieron de modelo a la sonata en trío.
El compositor más destacado del siglo XVII de sonatas en trío y sonatas solistas fue el italiano Arcangelo Corelli, cuyas obras influyeron en la música de cámara de Henry Purcell y, más adelante, del compositor francés François Couperin y el alemán nacionalizado inglés Georg Friedrich Händel, así como en Johann Sebastian Bach. No obstante, en la época de Händel y Bach, se había eliminado la distinción entre las sonatas de iglesia y las de cámara, mientras que la sonata de trío contenía elementos de ambas.
Durante el clasicismo (1750-1820), el compositor austriaco Joseph Haydn escribió música de cámara en un estilo que lo distinguía de otras músicas para conjuntos. Resulta importante destacar que los predecesores del nuevo estilo provenían de géneros de la música ligera vienesa como el divertimento y la serenata. Estas composiciones, interpretadas al aire libre por grupos de instrumentos de cuerda y viento, abandonaron el uso del continuo y, en cambio, utilizaban instrumentos de tesituras intermedias para rellenar las armonías. Haydn estableció el cuarteto de cuerdas como el conjunto de música de cámara por excelencia. La forma en cuatro movimientos de sus cuartetos fue la predominante durante la era del clasicismo. La sonata clásica, como tal, surgió de sus cuartetos marcada especialmente con un juego de forja, complejo e íntimo, entre los cuatro instrumentos. Haydn otorgó a cada uno una condición de igualdad, sin utilizar ninguno de ellos como simple relleno armónico. Sus cuartetos de cuerda influyeron, y fueron influidos, por los de su compatriota Wolfgang Amadeus Mozart. Su sucesor, Ludwig van Beethoven, alargó enormemente las dimensiones del cuarteto de cuerdas, a la vez que preservó su carácter íntimo.
La música de cámara del romanticismo (1820-1900) fue desarrollada, especialmente, por aquellos compositores que fusionaron este estilo con cierta inclinación clásica. Ejemplos de ello son el austriaco Franz Schubert y el alemán Johannes Brahms. Durante este periodo, Schubert, Schumann y Brahms continuaron cultivando la forma del trío para piano, violín y chelo que habían establecido Haydn y Beethoven. Pero también comenzaron a establecerse otras combinaciones instrumentales, diferentes del cuarteto de cuerdas, como el quinteto de cuerdas (un cuarteto al que se añadía una viola o chelo adicionales), el sexteto de cuerdas (con viola y chelo adicionales), y el cuarteto para piano (piano más tres instrumentos de cuerda). Quizá la evolución más importante haya sido la consolidación de la sonata para instrumento melódico acompañado por piano. Una vez más la figura que hay que destacar es Beethoven, que compuso 10 sonatas para violín de este estilo, así como 5 para chelo, que son el modelo para sus seguidores. Schumann, Mendelssohn y Brahms, con sus sonatas para violín, chelo o (en el caso de Brahms) clarinete, dieron un nuevo sentido de profundidad y seriedad a unas formas que derivaban en parte de la sonata solista del barroco, pero también de los ligeros divertimentos vieneses.
En el siglo XX surgieron varias tendencias en la música de cámara. Los géneros clásicos como los cuartetos de cuerdas acusaron la influencia de lenguajes y técnicas contemporáneas en los trabajos de los compositores franceses Claude Debussy y Maurice Ravel, del húngaro Béla Bartók, cuyos 6 cuartetos de cuerdas forman una de las contribuciones más importantes a la música de cámara del siglo XX, de los austriacos Arnold Schönberg, Alban Berg y Anton von Webern, del compositor Dmitri Shostakóvich y del alemán Paul Hindemith. Los conjuntos de música de cámara de composición variada —incluyendo instrumentos como las voces, el arpa, la guitarra, los vientos o la percusión— se convirtieron en los principales vehículos para la nueva música de compositores como Schönberg, Webern, Ígor Stravinski, Benjamin Britten o Pierre Boulez. La música de cámara, que una vez fue el campo propio de los aficionados, se ha convertido, como la música de orquesta, en el terreno exclusivo de los músicos profesionales.


Música concreta




Música concreta, expresión musical basada en la composición a partir de sonidos grabados en cinta y manipulados posteriormente a diferentes niveles mediante el fonógrafo y el magnetofón. Las fuentes sonoras de este tipo de música pueden ser de origen natural, como gritos, instrumental o simplemente anecdóticos.
Su antecedente más directo fue el compositor italiano Luigi Russolo quien se unió en 1909 al movimiento futurista de Filippo Marinetti y escribió en 1916 su L'Arte dei rumori. Ese mismo año utilizó en un concierto en Milán toda clase de artefactos productores de ruidos. El ruidismo de Russolo desembocó, en la década de 1940, en un afán de ampliar la organización rítmica y tímbrica de los ruidos con el fin de extraer mayor provecho de una nueva sonoridad. Su búsqueda se realizó sobre un material sonoro distinto de los sonidos habituales y de los producidos por los aparatos electrónicos, a la vez que investigó su notación simbólica y el logro de verdaderas composiciones musicales. Por lo que se refiere al material sonoro, la aportación original de la música concreta es la de hacer posible la transformación de un sonido registrado de antemano, variando su forma, timbre, tesitura, dinámica o altura. Los 'objetos sonoros' que se derivan de tales transformaciones se agrupan según leyes de semejanza, lo mismo que los sonidos de los instrumentos de la música habitual se emparentan entre sí. Pero el hecho de que cada sonido sea susceptible de gran cantidad de manipulaciones electroacústicas significa una diversidad y un número prácticamente ilimitado de familias de sonidos. En estas manipulaciones se conservan los caracteres vivos del sonido de origen, así como sus fluctuaciones y asimetrías, que la música concreta prefiere a los sonidos electrónicos. Su figura capital, como mentor, ensayista y compositor ha sido Pierre Schaeffer. Entre sus escritos se encuentran: A la recherche d'une musique concrete (1953), La musique mecanisée y Vers une musique experimentale (1957), y entre sus obras: Concert de truits, 4 études (1947), Suite pour 14 instruments, Variations sur une flûte mexicaine (1949), L'oiseau R.A.I. (1950) y Toute la Lyre (1953). También destaca el compositor francés Pierre Henry con: Concerto des ambiguités (1950), Musique sans titre, Le microphone bien temperé (1951), Antiphonies vocalises (1952) Haut voltage (1955) Composition I (1956), Symphonie pour un homme seul (1950), Bidnle en ut (1950) y Orphée (1953), estas tres últimas escritas en colaboración con Schaeffer. Otros autores son: Olivier Messiaen, Timbres-durées (1952); Philippe Arthnis, Natures mortes (1956); Darius Milhaud, La rivière endormie (1954); Ivo Malec, Marena (1957); Pierre Boulez, Études (1952); y otras de Haubenstock Ramati, Michel Phillipot, Jean Barraque e Iannis Xenakis. Una de las más importantes aportaciones de la música concreta al mundo de la danza fue el ballet Symphonie pour un homme seul de Pierre Schaeffer y Pierre Henry.


Música china




La ópera de Pekín
La ópera de Pekín combina la música, el baile acrobático y un espectacular vestuario para poner en escena historias sobre el folclore y la historia chinas. A través de gestos abstractos, cargados de simbología teatral, los actores representan a personajes del mundo animal, divinidades y héroes. El maquillaje, que parece una máscara, y los elaborados trajes son dos elementos tradicionales que ayudan a identificar a los diferentes caracteres.

Bloques de templo chinos
Los instrumentos denominados bloques de templo chinos son conocidos asimismo como mu yus (peces tallados) por su forma de pez. Son instrumentos de percusión tallados en madera de alcanfor y lacados en rojo y oro. Estos instrumentos se tocan en las ceremonias del templo.

Música china, música vocal e instrumental compuesta e interpretada en China.
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EL PAPEL DE LA MÚSICA
Durante 2.500 años, la cultura de ese país estuvo dominada por las enseñanzas del filósofo Confucio, que concebía la música, en su más elevado sentido, como un medio de calmar las pasiones y asegurar la armonía pública, en lugar de una forma de entretenimiento. Este juicio sobre el arte musical estaba ligado a los rituales musicales relacionados con la monarquía en la antigua religión china, que regía las ceremonias de la corte.
Este antiguo concepto de que el arte de los músicos no debe servir al ocio sino a la purificación de los pensamientos propios, ha abierto una particular vía de expresión en el culto al k'in o qin, una larga cítara que posee un repertorio que exige una gran sutileza y refinamiento en la interpretación y que sigue siendo popular en un pequeño círculo de estudiosos de la música. Un famoso discípulo de qin dijo una vez: 'Podemos imaginar que el cuerpo del músico está en una galería o en una sala, pero su mente mora entre los bosques y los ríos'.
Tradicionalmente, los chinos también han creído en la influencia que ejerce el sonido en la armonía del Universo. Ejemplo de ello es que una de las obligaciones más importantes del primer emperador de cada nueva dinastía fuera determinar y establecer unas reglas para la tradición musical de la dinastía. Esta forma de confucianismo metafísico intentaba mantener a la comunidad y al cosmos en armonía. Como resultado de esta orientación filosófica, hasta hace poco los chinos se oponían a tocar música únicamente destinada al entretenimiento. Por la misma razón, quienes se dedicaban a entretener con la música quedaban relegados a una posición social muy baja.
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CARACTERÍSTICAS E INSTRUMENTOS
La melodía y el color tonal son rasgos sobresalientes de su música, en la que se pone un gran énfasis en la adecuada articulación e inflexión de cada tono musical. La mayor parte de la música china se basa en una escala de cinco tonos, o pentatónica, aunque también se utiliza la escala heptatónica (de siete notas) como una expansión de un núcleo pentatónico básico, mientras que la escala pentatónica ha sido muy utilizada en la música antigua. La música heptatónica suele encontrarse en el folclore del norte de la China.
Los instrumentos musicales chinos han sido clasificados tradicionalmente según los materiales utilizados en su construcción; éstos son el metal, la piedra, la seda, el bambú, la calabaza, la arcilla, el cuero y la madera. Entre los instrumentos más antiguos figuran las cítaras largas, las flautas, las flautas de Pan, el sheng u órgano de boca, y los instrumentos de percusión como los badajos, tambores y gongs. De origen posterior son los diferentes laúdes y violines que llegaron a China desde el Asia central.
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LA ÓPERA CHINA
Entre los distintos géneros de música china destaca una forma de drama musical al que suele denominarse ópera china. Antiguamente, estas óperas se basaban en viejos relatos de héroes y cuentos sobrenaturales. En la actualidad, las historias suelen tratar de héroes de la revolución comunista o de grandes sucesos históricos del pasado reciente. La primera forma plenamente desarrollada de ópera china, llamada drama norteño o beiqu, surgió durante la dinastía Yuan (1279-1368). En tiempos de la dinastía Ming (1368-1644) y la dinastía Qing (1644-1911), floreció y evolucionó el estilo del drama sureño también llamado xiwen. Una variedad de la ópera china conocida como ópera de Pekín, jingxi, es la más familiar a Occidente. Se desarrolló durante el siglo XIX como una síntesis de las formas provinciales primitivas.
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EVOLUCIÓN HISTÓRICA
La música china es tan antigua como su civilización. Entre los instrumentos procedentes de excavaciones en emplazamientos de la dinastía Shang (1766-1122 a.C.) se pueden encontrar campanas de piedra y bronce, flautas de Pan y varios sheng.
Durante la dinastía Zhou (1122-221 a.C.) la música constituía una de las cuatro materias que los hijos de los nobles y los príncipes estaban obligados a estudiar; por entonces, había más de 1.400 personas dedicadas a este arte. Si bien gran parte del repertorio se ha perdido, algunos ejemplos de música ritual china (yayue) se han preservado en manuscritos. Durante la dinastía Ch'in (221-206 a.C.) la música fue denunciada como pasatiempo inútil y se ordenó destruir casi todos los libros, instrumentos y manuscritos musicales. A pesar de esta severa vuelta atrás, la música china vivió una época de renacimiento durante la dinastía Han (206 a.C.-220 d.C.), al establecerse un departamento especial que se encargaba de la música ceremonial. Durante el reinado (58-75 d.C.) de Mingdi, el palacio Han tenía tres orquestas compuestas por un total de 829 intérpretes. Una de ellas se utilizaba para las ceremonias religiosas, otra para los concursos reales de tiro con arco y la tercera para entretenimiento en los banquetes reales y en el harén.
Después del inquieto periodo de las Seis Dinastías (220 d.C.-581 d.C.), la dinastía Tang (618-907) fue testigo de la cumbre artística de la música profana china (suyue). El emperador Taizong tenía diez orquestas diferentes, ocho de las cuales estaban compuestas por miembros de varios pueblos extranjeros. Todos los músicos y bailarines reales aparecían ataviados con sus vestimentas características. La corte imperial también poseía una enorme banda que tocaba al aire libre y que estaba compuesta por cerca de 1.400 músicos. Algunos fragmentos de la música Tang se han conservado en la música japonesa cortesana o gagaku.
Durante la primera mitad del siglo XX, la música china estuvo considerablemente influida por la música occidental. En respuesta a esta influencia, surgieron tres grandes escuelas. La primera pretendía revivir las viejas orquestas con miles de músicos que antaño deleitaran a los ancianos y sabios príncipes, resistiéndose a la influencia de la música de Occidente. La segunda escuela se dedicó casi exclusivamente a la música occidental. La última de las escuelas asumió con orgullo la herencia de la cultura musical tradicional, pero aplicando las técnicas compositivas e interpretativas occidentales. Esta última tendencia continúa siendo explotada por los compositores chinos modernos que viven fuera de su país, como Isang Yun en Alemania, Julian Yu en Australia o Bright Sheng y Tan Dun en Estados Unidos.
Durante la década de 1950, la influencia occidental impregnó a la música china hasta unos extremos sin precedentes. El régimen comunista chino, establecido en 1949, otorgó una importancia especial a la música rusa. En la China contemporánea existen notables instalaciones para la formación de músicos tanto en las tradiciones chinas como occidentales. Existen muchas orquestas sinfónicas y conjuntos instrumentales de estilo chino, así como grandes grupos corales en las mayores ciudades, universidades y fábricas. Se construyen grandes cantidades de instrumentos tanto chinos como occidentales que se utilizan en escuelas y conservatorios subvencionados por el Estado a lo largo de todo el país.


Música caribeña




Música caribeña, denominación que comprende los diferentes estilos y tradiciones musicales de las islas del Caribe; abarca desde géneros folclóricos tradicionales, como la bomba de Puerto Rico y el mento de Jamaica, a ritmos populares contemporáneos, como la salsa y el reggae.
La música caribeña incluye la música del Caribe de habla inglesa (Antillas británicas), el Caribe de habla hispana (Cuba, Puerto Rico y la República Dominicana) y el Caribe de habla francesa (Haití y las islas Martinica y Guadalupe). La música de los países que circundan el Caribe también se ha clasificado a veces como caribeña. Véase Música latinoamericana.
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CARACTERÍSTICAS
En muchos aspectos es más marcada la diversidad que la unidad de la música caribeña, a pesar de que pueden trazarse algunos rasgos comunes. La mayor parte de la música de esta región combina rasgos africanos con rasgos occidentales; esta síntesis, que comenzó con la colonización europea y la importación de esclavos africanos, todavía se mantiene en la actualidad. A este tipo de música se la denomina a veces criolla o, de forma más general, sincrética, haciendo alusión a la mezcla de elementos africanos y occidentales que dan lugar a una música típicamente caribeña. La influencia africana constituye un denominador de estilo común a la mayoría de la música caribeña, que se manifiesta en forma de alegres sincopados (ritmos que enfatizan las partes débiles del compás), formas llamada-respuesta y ostinato (frases musicales repetidas), basados a menudo en sencillos acordes.
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ESTILOS
La mayor parte de la música caribeña puede agruparse en las categorías de folclórica, clásica o popular desde el punto de vista comercial. Algunos estilos folclóricos derivan básicamente de la música africana y suelen estar dominados por los instrumentos de percusión y las formas vocales de llamada-respuesta. En esta categoría se incluyen la rumba tradicional cubana, la bomba de Puerto Rico y la música asociada a las religiones afrocaribeñas, como el vudú de Haití o la santería cubana. Otros tipos de música reflejan más su origen europeo, como el jíbaro de Puerto Rico y el punto cubano, que utilizan formas en verso derivadas de la música española con guitarras o instrumentos similares. En una categoría diferente se encuentran las prácticas musicales asociadas a las minorías étnicas de las Indias Orientales, los descendientes de los trabajadores contratados que llegaron de la India al Caribe durante el periodo colonial. Los indocaribeños, que constituyen el mayor grupo étnico de Trinidad y Guayana, poseen una herencia musical propia de gran riqueza, con canciones tradicionales y estilos modernos, como el chutney.
En el siglo XIX, compositores con formación musical clásica crearon en Cuba y Puerto Rico formas locales propias de música clásica ligera, como, por ejemplo, la contradanza cubana (también conocida como habanera), el danzón, estilo cubano más ligero y rítmico, y la danza, estilo de Puerto Rico similar al anterior. A principios del siglo XX, surgieron varios compositores clásicos famosos, como Ernesto Lecuona, Alejandro García Caturla y Amadeo Roldán.
Las formas más famosas de la música caribeña son los géneros populares modernos. En el Caribe de habla española, los estilos más conocidos de este tipo proceden de Cuba e incluyen el son, el baile más popular de Cuba, el cha-cha-cha, el bolero, romántico y lánguido, y el mambo. A mediados de la década de 1960 , el género conocido como salsa, interpretado generalmente por puertorriqueños y otros latinoamericanos, se hizo famoso en el mundo como versión actualizada del son cubano y de estilos afines. En la década de 1970, el merengue, música rápida de baile, alcanzó gran popularidad, especialmente en Puerto Rico, en la ciudad de Nueva York y en su propio país natal, la República Dominicana.
Tal vez el estilo caribeño que mayor fama haya alcanzado en el mundo haya sido el reggae, surgido a finales de la década de 1960 en Jamaica como reinterpretación local de la música rhythm and blues estadounidense. Su gran popularidad, se debe a su ritmo contagioso, al brillo de sus intérpretes, como el jamaicano Bob Marley, y a sus gritos de justicia social. El calipso, un estilo musical de Trinidad, y la soca, una variante más ligera y bailable del calipso, han alcanzado asimismo fama internacional. El Caribe de habla francesa también ha tenido sus propios estilos musicales, como el compás, música popular de Haití, y el zouk, estilo bailable de Guadalupe y Martinica, que incorpora elementos de música funk.
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HISTORIA
La historia de la música caribeña comienza con los indígenas americanos que habitaban las islas antes de la llegada de los europeos. Las crónicas españolas describen algunas de las prácticas musicales de estos indígenas, como la ceremonia denominada areito, en la que los participantes cantaban y bailaban en círculos alrededor de un conjunto con tambores hechos con madera hueca, matracas y otros instrumentos de percusión.
La música caribeña posterior surgió como producto de la interacción entre los esclavos africanos y los colonizadores europeos. Los investigadores distinguen entre colonias de colonización, como Cuba y Puerto Rico, y colonias de plantación, como las Antillas británicas. Las primeras atraían a un gran número de europeos y dieron lugar a florecientes culturas de música criolla. Su amplia población negra libre y la importación relativamente tardía de esclavos permitieron la conservación y promoción de las prácticas musicales neoafricanas. En el siglo XIX, la burguesía local en estas colonias cultivaba formas de música criolla vivas y nacionalistas, dando lugar a géneros como la habanera y el danzón. Por el contrario, en las plantaciones británicas la represión cultural fue más severa y el comercio de esclavos finalizó antes, por lo que las tradiciones neoafricanas fueron perdiendo fuerza. La música de la burguesía criolla tampoco logró florecer en estas colonias por el pequeño número de residentes europeos allí existentes.
En el siglo XX, la llegada de los medios de comunicación (especialmente las grabaciones de discos y las retransmisiones de radio) estimularon la aparición de estilos musicales comerciales de baile popular, a menudo a expensas de la música tradicional. Aunque estos nuevos estilos pop se vieron influenciados por la música popular de Estados Unidos (y hasta competían con ella), sin embargo, florecieron al combinar la música estadounidense con las tradiciones locales. En la década de 1920, el son cubano, el calipso de Trinidad, el merengue dominicano y el merengue de Haití se imponían con fuerza como clara música pop local. En la década de 1940, el bolero cubano se hizo famoso en gran parte de Latinoamérica. En la década de 1950, el jazz americano se adaptó al mambo cubano, al merengue dominicano y a la plena puertorriqueña. En la década de 1960, fueron surgiendo conjuntos más pequeños a medida que los amplificadores y los instrumentos eléctricos fueron invadiendo el mercado, ya que los directores de banda trataban de evitar los altos costes de mantenimiento de estos conjuntos. En este periodo, las comunidades de inmigrantes caribeños de las ciudades de Estados Unidos desempeñaron un papel decisivo en la creación y difusión de la música popular caribeña. Especialmente la ciudad de Nueva York se convirtió en un centro muy activo de producción y consumo de música popular latinoamericana.
En las décadas de 1960 y 1970, surgió la salsa como popular reinterpretación de la música bailable cubana, al tiempo que el reggae jamaicano se extendía por todo el mundo. Los principales intérpretes de estos dos géneros, el cantante de salsa Rubén Blades y el de reggae Bob Marley, promocionaron estos ritmos con un contenido sociopolítico idealista, optimista y activo. En la década de 1980, por el contrario, los géneros musicales latinos dominantes en esta región fueron más sentimentales, como la salsa romántica y el merengue, de corte más ligero. En la década de 1990, ha surgido una nueva generación de intérpretes caribeños, como el artista jamaicano Buju Banton y el cantante dominicano Juan Luis Guerra.


Música árabe




Música árabe, música de los países árabes del Oriente Próximo y del norte de África. La tradición de esta música se ha conservado en todas las regiones árabes durante miles de años. Si bien ha sufrido muchos cambios con el paso de los siglos, ha mantenido ciertos rasgos distintivos.
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ORÍGENES E INFLUENCIAS
La tradición de la música árabe se desarrolló en las cortes de las dinastías islámicas desde el siglo VII hasta el XIII. Floreció durante la dinastía Omeya de Siria a lo largo de los siglos VII y VIII. A Bagdad, ya en época de los Abasíes, fueron llevados los mejores músicos, cuando gobernaba Harun al-Rashid (766-809), que fue mecenas de las artes musicales durante el siglo VIII. Todas las ciudades del mundo musulmán, desde España y el norte de África hasta las del Oriente Próximo, acogieron a numerosos artistas. Estos músicos solían ser a la vez compositores, poetas e intérpretes.
Si bien los principales escritos sobre música árabe aparecieron después de la expansión del islam a principios del siglo VII, la tradición musical ya había comenzado bajo las influencias preislámicas. Antes de la expansión musulmana la música árabe había incorporado las tradiciones musicales de la dinastía sasánida (226-641) de Persia y del antiguo Imperio bizantino (siglos IV a VI), así como de la poesía cantada de la península Arábiga. Los estudiosos árabes también aprendieron de los escritos sobre música de los filósofos de la antigua Grecia. Teóricos musicales de los siglos X y XI como Alfarabí y Avicena (980-1037), construyeron sus propias teorías basándose en la tradición griega y en la música de su tiempo. Estas obras griegas traducidas por los eruditos árabes fueron más tarde objeto del estudio de los científicos y filósofos europeos.
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MELODÍA Y RITMO
La música árabe se crea a partir del uso de sistemas melódicos y rítmicos no armónicos. Las melodías provienen de una amplia variedad de modos melódicos, conocidos como maqamat. En los libros árabes de música se encuentran hasta 52 maqamat, de los cuales al menos una docena son de uso habitual. Estos modos utilizan más notas por octava que las escalas occidentales, con intervalos (microtonales) notablemente más pequeños que los semitonos occidentales. Las melodías árabes también suelen utilizar con frecuencia la segunda aumentada, un intervalo poco frecuente en las melodías de Occidente. Los sonidos de la música árabe son un ejercicio de melodía con sutilezas y variación creativa, que hace gala de una ornamentación continua y a menudo intrincada. En la melodía del ejemplo, la primera línea de la música representa el comienzo de una lección o una actuación simple. La segunda línea muestra las notas que el músico ha utilizado en forma de escala. Una escala similar a la que se señala es la utilizada por los maestros árabes para que sus alumnos aprendan a componer y tocar música.
La estructura rítmica de la música árabe tiene una complejidad similar. Los ciclos rítmicos tienen hasta 48 pulsos y engloban varios tiempos fuertes (llamados dums), así como tiempos débiles (llamados taks) y silencios. Para captar el modo rítmico, el oyente debe identificar un patrón largo. Es más: los músicos no tocan simplemente el patrón, sino que lo elaboran y ornamentan y, a menudo, se hace reconocible gracias a la disposición de los tiempos fuertes. El ejemplo muestra una interpretación simple del modo rítmico llamado samaci thaqil, al que sigue un patrón básico.
El control de la melodía y el ritmo de estos sistemas es fundamental para la composición y la interpretación de la música árabe. Los estudiantes también aprenden piezas musicales, tanto canciones como obras instrumentales, pero raramente las interpretan exactamente como aparecían en su composición o presentación originales. En la tradición árabe, los buenos músicos ofrecen algo nuevo en cada presentación, mediante la variación y la improvisación de piezas o modelos conocidos (taksim), de manera similar a los músicos clásicos de la India o los de jazz; estas innovaciones pueden ser composiciones prolongadas, de más de diez minutos y hasta una hora de duración, que sólo conservan una semejanza con la estructura general de los modelos.
Las invenciones del músico tradicionalmente dependen de la respuesta del público que reacciona durante la actuación, bien de forma verbal o mediante el aplauso; el silencio es interpretado como falta de interés o signo de desaprobación. Los miembros del público, en esta tradición, participan activamente en la determinación del tiempo de la actuación y en el perfil de la pieza musical, animando a los intérpretes a repetir una sección de la misma o a pasar a la siguiente.
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POESÍA CANTADA Y RECITADA
Históricamente las palabras y la música han estado estrechamente unidas en la música árabe. El canto sigue siendo el rasgo central. Aunque se distingue de la música, el Corán —libro santo del islam— se recita en voz alta, en público, y a menudo siguiendo los modos melódicos de la música árabe. Las imprecaciones religiosas y las canciones de la música de los países islámicos se basan en el sistema musical pero enfatizan el texto de una manera similar al recitado del Corán.
La oratoria es un arte apreciado en las sociedades árabes. Tradicionalmente los recitales de poesía forman parte de las ceremonias, celebraciones y otras actuaciones. Los poemas sofisticados y los versos coloquiales suelen cantarse con la esperanza de que la ejecución del cantante profundice en el espíritu y significación del poema, aunque sin oscurecer sus juegos de palabras. El canto de una qasidah, un largo poema narrativo de temática referida a la descripción de la naturaleza, sucesos políticos o devoción religiosa, sirve de ejemplo de la tradición clásica preislámica, en la cual los cantantes seleccionan una docena o más de líneas intensas de poemas mucho más extensos y crean melodías para ellas. Sus versiones poseen variaciones e improvisaciones largas que hacen que los oyentes se sientan arrastrados por el espíritu de la poesía y la música. Esta tradición continúa en una multitud de géneros de canciones, incluso en algunas de carácter folclórico y muy coloquial que se tocan en pequeñas aldeas y operan de forma similar, es decir, combinando ideas y juegos de palabras sofisticados con una ejecución musical creativa.
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INSTRUMENTOS Y MÚSICA INSTRUMENTAL
Los instrumentos más utilizados en la interpretación de la música árabe son el ûd, pariente del laúd europeo y el ney, una flauta vertical de lengüeta. Entre las percusiones más habituales encontramos los tambores en forma de reloj de arena y las panderetas, con o sin platillos. Estos instrumentos varían en nombre y forma según la región de origen. En las celebraciones al aire libre se tocan instrumentos de lengüeta doble de tamaños diferentes, como el mijwiz libanés y el mizmar egipcio. El rababah, un violín árabe, está históricamente relacionado con el europeo, que hoy también puede encontrarse en muchas regiones árabes (tal como ha sido adoptado en la música clásica de la India).
Las actuaciones solistas deben provocar la participación del público, al que se considera con buen criterio, lo que representa la cima del cumplido musical para el instrumentista, una experiencia similar a la que el canto de la poesía representa para el vocalista. Durante un taqsim (una forma de improvisación instrumental), el instrumentista escoge un modo melódico, ofrece la interpretación del mismo, asciende de tesitura y modula a otros modos. En ocasiones, el intérprete desciende de nota para finalizar en el modo original. El nivel musical se mide por el virtuosismo técnico, la creatividad y la sutileza del músico para sugerir otros modos, composiciones e incluso la música de otros artistas.
Las actuaciones tradicionales —tanto si son espectáculos clásicos en salas de conciertos, como representaciones en hoteles o programas de televisión— suelen englobar actuaciones tanto instrumentales como de cantantes, a menudo en alternancia, que duran cerca de una hora y que están dispuestas de tal manera que alcanzan su cima durante la interpretación vocal. Esas colecciones de piezas —métricas o no, vocales o instrumentales, simples o complejas y muchas veces unificadas por un modo— son esenciales en la música árabe. Ejemplos de este estilo musical son las formas de la nuba, norteafricana aunque de origen andaluz, y la waslah del Mediterráneo oriental, que son las formas habituales de entretenimiento en las reuniones de los hombres árabes. Las actuaciones modernas de la vocalista egipcia Um Kalsum y del sirio Sabah Fakhri ejemplifican esta tradición en el siglo XX.
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LOS CAMBIOS EN LA MÚSICA ÁRABE
Si bien se han mantenido los principios generales, la tradición de la música árabe ha cambiado a lo largo de los siglos. Las prácticas locales características han evolucionado y se han convertido en una identidad cultural de sus sociedades respectivas. Por ejemplo, las ciudades norteafricanas de Fez, Tetuán, Tremecén y Túnez tienen distintas versiones de la nuba andalusí, lo que ayuda a definir la cultura local. Además, están estrechamente relacionadas con las historias de sus regiones. Los modos melódicos del mismo nombre se afinan con ligeras diferencias en Siria, Egipto, Irak y en los países del norte de África; la música de estas regiones se distingue por la entonación. Los modos rítmicos también tienen diferentes articulaciones según las distintas procedencias. Los estilos de las melodías y las versiones difieren. La poesía cantada, especialmente la que lo hace en un verso coloquial, cambia según los dialectos locales. El maqam iraquí no es simplemente un modo melódico, sino una serie de piezas en un modo particular. La palabra maqam en Irak conlleva un significado más cercano al de waslah o de nuba que la misma palabra en otros sitios.
Dada la ausencia de registros o notación anterior al siglo XX, resulta imposible dar un fecha certera del nacimiento de las melodías. Algunos ejemplos particulares, específicamente las de al-Andalus o las del muwashshahat sirio pueden ser centenarias, pero no parece que hayan permanecido intactas con el paso de los años. Hay piezas musicales muy conocidas de época antigua que probablemente hayan estado, a lo largo de la historia, sujetas a la reinterpretación en diferentes sitios.
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MÚSICA FOLCLÓRICA
En el mundo árabe se pueden encontrar cientos de tradiciones folclóricas locales, algunas de las cuales llevan las huellas de las prácticas musicales de pueblos con los que la cultura árabe ha tenido contacto. Así, se considera que las ricas tradiciones de percusión de los estados del golfo Pérsico son el resultado de un frecuente contacto con mercaderes africanos. La tradición gnawa de Marruecos toma su nombre de los esclavos guineanos llevados a Marruecos desde el África occidental. La música nubia de Egipto muestra un sistema melódico propio que utiliza una escala pentatónica (de cinco notas) e incorpora ritmos que la distinguen. En muchos casos, los oyentes locales no dudarían en englobar esas tradiciones entre los componentes propios de la música y la cultura árabes. En España la tradición árabe se enriqueció con la influencia andaluza dando origen a nuevas formas como la moaxaja y el zéjel.
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MÚSICA POPULAR
La música popular árabe proviene tanto de estilos folclóricos como clásicos, en cualquier caso, de acuerdo con los intereses y experiencias de los músicos y sus públicos. Los teclados electrónicos afinados en los maqamat son los instrumentos que suelen acompañar a cantantes y al verso coloquial en las canciones populares. Los tambores y ritmos de la música folclórica son una parte fundamental de los grandes conciertos en los que intervienen músicos jóvenes. En algunos casos, los cantantes adaptan su estilo para establecer vínculos con públicos cuya lengua materna no es el árabe y tratar al mismo tiempo de mantener algo de la tradición musical propia.
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LA MÚSICA ÁRABE Y OTRAS TRADICIONES MUSICALES
La tradición de la música árabe no tiene una existencia aparte, sino que cohabita con las tradiciones de Turquía, Irán y Asia central. Existen elementos comunes en los sistemas melódicos predominantes de la dastgah persa, el mugam azerí, el makam turco, el shashmaqam uzbeco-tayico y el maqam ugur de China. Las comunidades musulmanas de todo el mundo comparten las tradiciones del recitado coránico y la canción religiosa. De forma similar, los cantos religiosos de las iglesias cristianas del Próximo Oriente, como la maronita de Siria y la copta de Egipto, son compartidos por miembros de sus iglesias en todo el mundo.


Música antigua




Música antigua, término utilizado para describir la música europea desde el siglo X hasta el siglo XV, también conocida como música medieval. Se denomina del mismo modo un movimiento reciente relacionado con la práctica de la interpretación de la música anterior al siglo XIX.
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LA MONODIA SACRA
Si bien las fuentes más antiguas de música polifónica (a varias partes o voces) datan del comienzo de este periodo (por ejemplo, el tratado Musica enchiriadis, hacia el 850), las principales tradiciones heredadas eran monofónicas (a una sola parte o voz). Todavía se discute sobre los orígenes exactos del canto litúrgico, que hoy se conoce popularmente como canto gregoriano. Los manuscritos que han llegado a nosotros de finales del siglo IX muestran una notable diversidad de estilos regionales y unos tipos de notación musical (neumas) que indican sólo el contorno aproximado de las melodías.
En cualquier caso, los siglos X al XII fueron testigos de importantes avances dentro de este repertorio. Se añadieron nuevos temas poéticos y musicales (por ejemplo, las secuencias, tropos y conductus) a la liturgia tradicional, y las innovaciones teóricas de Guido d’Arezzo, que condujeron a la producción por primera vez de libros de cantos que utilizan la notación habitual en pentagramas. Una de las novedades más importantes fue el drama litúrgico que floreció entre los siglos XI y XII. Los ejemplos más antiguos, que fueron introducidos en las ceremonias del Sábado Santo, representan la visita de las tres Marías a la tumba de Cristo (Visitatio sepulchri) utilizando versiones ampliadas de los diálogos en canto llano entre los ángeles y las tres mujeres. Los dramas eclesiásticos posteriores utilizaron otros temas tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento (por ejemplo, Ordo prophetarum) y, a veces, también la vida y milagros de los santos (por ejemplo, de san Nicolás). La parte musical siguió basándose en modelos del canto llano, pero aumentando su vocabulario expresivo con lamentos apasionados (planctus) y gritos de ira. Parece que algunos de estos dramas fueron escritos para diversión de los cantantes de coro (por ejemplo, El juego de Daniel), así como para la enseñanza de la fe cristiana.
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LA MONODIA PROFANA
Comparado con la abundancia de fuentes de monodias sagradas a partir del siglo X, el repertorio de la canción profana anterior al 1150 está relativamente poco documentado, si dejamos a un lado las ocasionales citas de estribillos poéticos populares en los romances, obras de teatro y polifonía posteriores. Incluso en los casos en los que se ha conservado la notación musical, no hay garantías de que se trate de la obra original. No obstante, con el con el auge del provenzal y la lengua de Oïl (una forma primitiva de francés) como lenguajes poéticos de los siglos XII y XIII, se creó un amplio repertorio de canciones de trovadores y troveros para las cortes de la nobleza francesa. Los trovadores (activos en el sur de Francia) y los troveros (que actuaban en el norte) provenían de clases sociales distintas, aunque la mayoría descendía de la aristocracia y escribía dentro de las convenciones del amor cortesano, que elevaba a las mujeres a una relevante posición en la sociedad. No es casualidad que este periodo fuera testigo del crecimiento del culto a la Virgen María, pero también era la época de las Cruzadas. En consecuencia, uno de los temas característicos de la producción de estos poetas músicos era el de la guerra y la separación. Esta costumbre pronto se difundió por Alemania, Italia y España.
En general, las canciones de los troveros revelan un mayor interés por la organización formal que las de los trovadores, y anticipan algunas de las estructuras de las chansons de los siglos XIV y XV (especialmente el rondeau). Los cancioneros recogen más de dos mil composiciones de este tipo, y no sólo identifican a muchos de los compositores (por ejemplo, Teobaldo I, rey de Navarra, 1234-1253), sino que también retratan las vidas de las figuras más célebres. La monodia profana decayó después del 1300, pero sobrevivió brevemente en los virelais y lais de Guillaume de Machaut, inspirados en la poesía trovadoresca.
Junto a los trovadores y troveros conviene citar a otro tipo de personajes, mitad poetas, mitad saltimbanquis, llamados juglares. Iban de aldea en aldea, perseguidos por la Iglesia, divirtiendo a un público analfabeto. Son los transmisores de la música popular no litúrgica. Mientras que los trovadores componían y cantaban sus propias obras, el juglar sólo interpretaba por no tener formación para más.
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POLIFONÍA
Mientras Adam de la Halle, uno de los últimos troveros, aún se dedicaba a añadir acompañamientos armónicos simples a sus canciones, las grandes abadías y colegios eclesiásticos de Europa eran testigos de más de cuatrocientos años de experiencia con la polifonía escrita. No existen dudas de que había música improvisada tanto en los contextos profanos como en los sagrados incluso antes de que hubiera registro de ello. Pero entre el año 850 y el 1150 es posible trazar la evolución de la polifonía litúrgica conocida como organum, desde las simples duplicaciones paralelas del canto llano a la octava, la quinta o la cuarta, hasta otras versiones más sofisticadas en las que el canto llano aparece por debajo de una voz superior exuberante (llamada cantus). En Winchester, Limoges, Chartres y Santiago de Compostela se conservan importantes manuscritos con ejemplos de este tipo de repertorio. La cima de este proceso de embellecimiento de la liturgia (principalmente del propio de la misa) está representado por la escuela de Notre Dame, en París, de finales del siglo XII y comienzos del XIII. Hasta nosotros han llegado los nombres de dos de esos compositores: Leoninus (a quien se atribuye la compilación del Magnus liber organi, 1180) y Pérotin, llamado el Grande, que se supone revisó e hizo añadidos a la obra de su predecesor (c. 1185). Es muy probable que ambos tuvieran un papel destacado en el desarrollo de la forma primitiva de la notación rítmica basada en los seis modos rítmicos (cuyos nombres proceden de los pies poéticos griegos: troqueo y yámbico, entre otros). La aplicación de pies métricos (casi equivalentes a los ritmos binarios compuestos modernos) a las voces superiores del organum —y a veces también a los tenores (en esta época, las voces más graves) del canto llano—, revitalizó la forma y allanó el camino para un rápido desarrollo de la notación y de las técnicas de composición elaboradas durante los siglos XIII y XIV.
Dado que el mismo organum evolucionó como una mera ornamentación de las secciones solistas de los introitos y graduales del canto llano, resulta lógico pensar que también lo interpretaban solistas. De hecho, la superposición e intercambio constante de las voces, por ejemplo, en el Viderunt omnes (gradual navideño) a cuatro voces de Pérotin, presupone tal claridad en la ejecución que sería recomendable utilizar una sola voz por cada parte. También existen evidencias de que la voz o voces superiores del organum estaban reforzadas con textos adicionales (tropos) en las secciones en las que el tenor se movía de forma métrica respecto a la otra u otras partes. Estas secciones (cláusulas) eran interpretadas como piezas independientes de música de cámara devocional o recreativa, y también como parte del contexto original del organum. Alrededor del 1240 tanto las partes superiores en francés como las escritas en latín eran inventadas y se llamaban motetes, título que luego se aplicó a las obras completas.
Durante la segunda mitad del siglo XIII, el motete se estableció como la forma principal de música artística polifónica en Europa. Numerosas colecciones de manuscritos (algunas de ellas copiadas después del año 1300) atestiguan su significación y popularidad. El manuscrito Montpellier, por ejemplo, contiene más de 300 motetes para dos, tres y cuatro voces, cuyos temas van de lo religioso a lo erótico, y que a menudo contienen una yuxtaposición de dos, uno en latín y otro en francés. Un género importante, el motete pastoril, relata incidentes de corte rural entre pastores y pastoras e introduce la figura de un caballero que trataba de seducirlas. La influencia de las convenciones poéticas de trovadores y troveros, a menudo se combinaba con la cita de estribillos poéticos comunes o (en cerca de veinte casos) el uso de canciones y danzas profanas francesas en lugar de los habituales tenores del canto llano.
Una de las consecuencias del uso de textos narrativos en las voces superiores de los motetes fue la necesidad de utilizar valores rítmicos más cortos que permitiesen acoplar palabras y música de forma silábica. Los teóricos Franco de Colonia (alrededor de 1260) —que introdujo una forma de notación mensural (medida) que incluía la semibreve como unidad distinguible (en transcripción moderna, aproximadamente una semicorchea)— y Petrus de Cruce (hacia el 1280) —quien dio aún más flexibilidad al sistema para permitir el agrupamiento de hasta siete semibreves, lo que permitió declamar con más rapidez— fueron los autores de las soluciones a este problema. Estos avances en la notación sentaron las bases para el Ars nova, cuyos principios quedaron establecidos en el tratado del mismo nombre (alrededor de 1325) de Philippe de Vitry (1291-1361). Entre otros refinamientos de la notación, Vitry (así como otros teóricos contemporáneos suyos) introdujo un nuevo valor rítmico (la mínima), así como un método más sistemático para indicar los silencios. Por primera vez fue posible tener notación para la síncopa —práctica ésta que alcanzó su más alto nivel de complejidad en el estilo llamado Ars subtilior (en latín, ‘arte más que útil’) de finales del siglo XIV, en la corte papal de Aviñón.
Si bien resultaría más lógico usar el término Ars nova sólo para describir la música de la primera mitad del siglo XIV, hoy se acepta su uso como etiqueta estilística para el periodo comprendido aproximadamente entre 1300 y 1400. Los autores de la época habían acuñado ellos mismos el término Ars antiqua para referirse al arte del siglo precedente, entre alrededor de 1200 y 1300. Aparte de las innovaciones en la notación, el nuevo arte del siglo XIV estableció una serie de patrones técnicos para la composición que han tenido una influencia muy duradera. Uno de ellos, el isorritmo (en griego, ‘ritmo semejante’), se construía sobre los esquemas rítmicos repetidos de los tenores de los motetes del Ars antiqua, al que se aplicaba los mismos principios que a las voces de los motetes y a los movimientos de la misa polifónica. El motete en sí continuó utilizándose, tanto en su forma sagrada como profana, tal y como era en el siglo XIII, y fue adoptado como medio de debate y sátira política (como en Le Roman de Fauvel, un extenso poema satírico escrito aproximadamente entre 1310 y 1314, con 167 melodías, varias de ellas de Philippe de Vitry).
Tanto si los motetes isorrítmicos se componían o no comenzando con el tenor (generalmente la parte inferior), las canciones polifónicas del periodo del Ars nova parecen haber sido construidas a partir de la voz superior (cantus). La parte o partes inferiores actúan como acompañamiento a una melodía más expresiva cuya poesía se amolda a una de las formas fijas establecidas (rondeau, balada y virelai en Francia). Las estructuras musicales (por oposición a las poéticas) se basaban en el uso de dos secciones equilibradas que se repetían con el mismo texto o con uno nuevo, según la forma que se emplease. El uso del canon era habitual, en especial en las canciones sobre temas de caza (en su más amplia definición) conocidas como chace (en Francia) o caccia (en Italia). En ocasiones, las canciones utilizaban técnicas del motete al citar una melodía popular en la parte del tenor. Este uso de un cantus firmus sería aún más explotado en las partes musicales de la misa, especialmente en la primera mitad del siglo XV.
Los dos compositores más importantes del siglo XIV fueron Guillaume de Machaut y Francesco Landini (alrededor de 1325-1397). La conservación de sus obras en bellísimos manuscritos refleja la estima de que gozaban entre sus contemporáneos y sucesores. Sus respectivas producciones son indicadoras de la popularidad de las formas fijas en Francia y del madrigal (que no debe confundirse con el del siglo XVI) y la ballata en Italia. Machaut fue también el primer compositor conocido de una obra completamente polifónica de ordinario para la misa además de ser un poeta muy considerado en su época. Sus trabajos se caracterizan por la refinada aplicación del isorritmo y la síncopa, por lo que a veces su música es descrita como intelectual. Esto no es cierto, dado que sus composiciones siempre son intuitivas respecto al texto y poseen un tono alegre en los momentos de alarde vocal. En comparación, Landini es justamente apreciado por su estilo melódico, fluido y sus maneras rítmicas más graciosas. Se puede afirmar que su música ensaya algunos de los rasgos del estilo posterior del bel canto italiano.
Otra forma que tuvo su importancia en esta época fue la danza. También hay tipos de danza religiosa, utilizados en las representaciones teatrales de la Iglesia. En España es famoso el Canto de la Sibila. Otras danzas de los peregrinos se conservan en el Llibre Vermell de Montserrat. España, por razones de vecindad con Francia, estuvo al corriente de las novedades musicales de la época. Destaca el Códice Calixtino, donde aparecen entre muchas piezas monódicas 21 discantos a dos voces y uno a tres, quizá el más antiguo conocido en Europa, pues data del siglo XII.
Otra colección importantísima de aspecto religioso fue las Cantigas de Santa María de Alfonso X el Sabio. Recopiladas a finales del siglo XIII, son más de 400 canciones monódicas dedicadas a la Virgen. De Martín Codax, trovador gallego, se conservan las melodías de 6 cantigas. En cuanto a la música polifónica, destacan el códice del monasterio de las Huelgas que contiene composiciones tanto monódicas como polifónicas del XII al XIV, y el Llibre Vermell del siglo XIV.
La música instrumental que ha sobrevivido del periodo del que hablamos es relativamente escasa y tanto la música profana como la religiosa de esta época, aunque era escrita para voces, podría interpretarse con acompañamiento instrumental (violas, flautas, chirimías, laúdes, salterios y gaitas). Un pequeño número de estampidas (de estructura AABBCC) se conservan en varios manuscritos de los siglos XIII y XIV, son casi siempre monofónicas y a veces tienen títulos muy atractivos (por ejemplo, El lamento de Tristán). Aproximadamente desde 1325 hay un número cada vez mayor de arreglos para teclados de composiciones vocales (incluidas algunas de Vitry en el Códice Robertsbridge) que representan los comienzos de una tradición que culmina en las colecciones del siglo XV, como el Libro de órgano Buxheim (hacia el 1470). La música del siglo XV siguió utilizando las técnicas y estructuras del periodo del Ars nova. En Inglaterra, especialmente, el desarrollo de un lenguaje armónico más rico alcanzó su cima en las partes musicales de las misas y motetes de Leonel Power (hacia 1375-1445), John Dunstable y otros, incluido los del manuscrito de Old Hall (copiado a principios del siglo XV). La síntesis de los estilos nacionales que coincidió con el establecimiento del ciclo de la misa como una forma de arte central en Europa (entre 1430 y 1470), fue estimulada en gran medida por la popularidad e influencia de la música inglesa en el continente.
La época de los Reyes Católicos fue muy importante para la música española. Los polifonistas, aunque conocían y practicaban las técnicas de los flamencos, mantuvieron un estilo propio, con formas más populares, como el villancico y el romance. Utilizaban unos procedimientos menos complicados que los flamencos, adquiriendo sus canciones mayor sobriedad y frescura. El más importante fue Juan del Encina, poeta, dramaturgo y músico.
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LA PRÁCTICA INTERPRETATIVA
En un segundo sentido, el término música antigua se refiere al movimiento cuyo objetivo se dirige a interpretar de la forma más auténtica tanto la música medieval como la del renacimiento y la música barroca. Identificada en principio con los trabajos pioneros de David Munrow (1942-1976) y el Early Music Consort de Londres, el término se utiliza ahora de forma generalizada para designar a todo estudio aplicado cuyo objetivo sea recrear las condiciones y convenciones de la interpretación original de una composición. Desde 1970 han proliferado los festivales y las muestras de reproducciones de instrumentos originales y temas relacionados con la música antigua.


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