El invento del
Arte celta
Caldero Gundestrup
La vasija de plata conocida como el
caldero Gundestrup constituye uno de los más enigmáticos vestigios del mundo
celta. Decorado en alto relieve, presenta escenas que ofrecen una visión de los
mitos y la religión celta, aunque su significado preciso permanece oculto. Las
figuras representadas estuvieron originariamente revestidas con pan de oro y
sus ojos se remarcaron con cristal azul y rojo.
Arte celta, conjunto de manifestaciones
artísticas realizadas por los celtas en la Europa central y occidental, que
tuvo un desarrollo cronológico de más de un milenio. El periodo central del
mismo se extendió entre los siglos V y IX, pero sus límites fluctuaron
hasta la baja edad media, donde se perduran algunos elementos de su estilo
artístico bastante definidos. Este estilo presenta una gran variedad de formas,
entre las que sobresalen los ámbitos de la metalistería, la construcción en
piedra y los manuscritos miniados.
Los celtas se constituyen
como una imprecisa unión de pueblos que habitaban en la Europa templada durante
la edad del hierro. Los escritores griegos utilizaron el término keltoi
para describir a estas tribus bárbaras desde el siglo VI a.C, aunque
se pueden detectar mucho antes algunos indicios de la existencia de una lengua
común. La génesis del arte celta es bastante más imprecisa. Algunos
investigadores han tomado como punto de partida la cultura de Hallstatt
(c. 750 a.C-450 a.C). Esta denominación está basada en el descubrimiento
de una necrópolis en Austria, pero la mayoría de los autores relacionan su
inicio con el desarrollo del estilo de La Tène, que toma su nombre de un
emplazamiento arqueológico descubierto en Suiza, en el lago Neuchâtel, en el
siglo XIX.
2
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LA CULTURA DE LA TÈNE
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Los historiadores han
subdividido la cultura celta de La Tène en diferentes categorías debido a su
duración de más de cuatro siglos. En la actualidad el sistema más aceptado es
el ideado en la década de 1940 por el erudito clásico Paul Jacobsthal. Este
autor identificó cuatro tendencias principales: el estilo primitivo, el estilo
de Waldalgesheim, el estilo plástico y el estilo de las espadas de Hungría. De
todos modos, estas clasificaciones deben ser empleadas con precaución, ya que
los diferentes estilos coinciden en el tiempo y, además, varían claramente
según las diferentes zonas geográficas en las que tiene lugar su desarrollo.
El denominado estilo primitivo,
que surge a partir del año 450 a.C., se definió a partir de los
descubrimientos realizados en los enterramientos de los jefes de Alemania y Francia.
En Reinheim y Rodenbach, se encontraron suntuosos torques y brazaletes de oro
inspirados en modelos griegos y etruscos, mientras que en las tumbas de
Kleinspergle y Basse-Yutz se descubrieron admirables jarros de bronce. Los
motivos clásicos y orientales son frecuentes, especialmente los dibujos de
hojas de acanto, capullos de loto y palmetas.
El estilo de Waldalgesheim
(c. 350 a.C.), denominado de esta forma por la necrópolis cercana a
Bonn, muestra el periodo de expansión celta en Grecia e Italia. Dentro de este
estilo deben destacarse los avances experimentados en los diferentes objetos de
joyería y utensilios de combate. La influencia clásica se mantiene, pero las
herencias artísticas se tratan con personalidad propia. Este estilo se denomina
también estilo vegetal debido al predominio de los diseños de zarcillos y
plantas.
Con la llegada del estilo
plástico a partir del 290 a.C., los artistas hicieron mayor hincapié en
las cualidades tridimensionales de sus composiciones. Se concedió, además, una
mayor importancia a las formas humanas y animales.
Como sugiere su nombre, el
estilo de las espadas de Hungría, desarrollado a partir del año 190 a.C.,
responde a las decoraciones grabadas en algunas espadas y en sus vainas. En
contraste con el llamativo estilo plástico de tendencia figurativa, los diseños
de estas armas presentan siempre un carácter plano, lineal y abstracto.
Jacobsthal señaló a Hungría como el centro de este nuevo fenómeno, pero ciertos
hallazgos posteriores y de mayor importancia realizados en otros lugares han
hecho que la denominación estilo de las espadas sea la más aceptada.
Aunque el origen de la
cultura de La Tène es todavía objeto de múltiples discusiones, existe un
acuerdo general sobre sus tres principales componentes: el arte clásico de la
cuenca mediterránea, el estilo geométrico originario de la región de Hallstatt
y, en menor medida, ciertas composiciones orientales. Estas últimas parecen
haberse filtrado a través de la zona Escitia y de la península de Anatolia.
Debido al origen geográfico
de estas fuentes artísticas, el punto focal más primitivo del arte celta estuvo
localizado en la Europa central antes que en la Europa occidental. Aún así,
algunos aspectos de su evolución artística se filtraron finalmente a otras áreas
geográficas, como la península Ibérica y a las Islas Británicas. Sin embargo, a
medida que el Imperio romano extendió su poder a través de Europa, el eje de la
creatividad celta comenzó a desplazarse. Mientras que las tradiciones centrales
y orientales degeneraron en una forma de clasicismo provinciano, el arte celta
más puro sobrevivió en los límites occidentales del continente.
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LA CONTRIBUCIÓN DEL CRISTIANISMO
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En las Islas Británicas,
esta herencia cultural recibió un nuevo estímulo con la irrupción del
cristianismo. El proceso de conversión se había iniciado durante la ocupación
romana con la supuesta muerte de san Albano, primer mártir británico,
aproximadamente en el 304. Las misiones cristianas más importantes tuvieron
lugar en los siglos V y VI, pero las figuras pioneras de san Patricio, san
Columba y san Ninian fueron decisivas.
La estructura de la iglesia
celta fue diferente a la que se desarrolló en el continente. El sistema
diocesano de la segunda fue eclipsado por una red de comunidades monásticas
independientes. Entre las más importantes destacan las fundaciones de Iona en
Escocia, y Durrow, Clonmacnois y Kells en Irlanda. Se fundaron rápidamente
talleres donde realizar los manuscritos miniados, además de otros objetos
litúrgicos necesarios para llevar a cabo su labor evangélica. Los artesanos
monásticos utilizaron los estilos originales celtas que se habían desarrollado
en los siglos anteriores, creando de esta forma una combinación única entre el
arte pagano y el cristiano.
En el Sínodo de Whitby
del año 664, la iglesia celta aceptó la liturgia romana y se sometió
gradualmente al control del papado. Irónicamente, esto sólo sirvió para
incrementar la influencia de sus obras artísticas. Roma, reconociendo la alta
calidad de los scriptoria (talleres de los amanuenses monásticos)
irlandeses y del reino de Northumbria, envió libros y códices manuscritos para
que se copiaran en dichos lugares. Éstos, a su vez, fueron utilizados por
grupos de misioneros que salieron de Gran Bretaña para llevar a cabo nuevas
conversiones en las antiguas tierras celtas de las actuales Francia, Alemania y
Suiza.
La longevidad del arte
celta se debe en gran medida a la versatilidad de sus diseños. Los artistas
emplearon un repertorio limitado de motivos decorativos, fundamentalmente
nudos, entrelazos, espirales y formas en espiga, pero llevaron a cabo una
adaptación del uso de los mismos en una enorme variedad de objetos, desde las
espadas y las monturas de los caballos a los manuscritos y relicarios
cristianos.
3.1
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El armamento y las armaduras
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Muchos de los hallazgos del
periodo de la cultura de La Tène proceden de fuentes diversas: desde objetos de
ajuar funerario hasta ofrendas depositadas en lagos, ríos y pantanos. Las
armaduras ceremoniales fueron realizadas particularmente como ofrendas votivas.
Entre los ejemplos más espectaculares encontrados destacan dos cascos
procedentes de la antigua Galia, el primero de la cueva de Agris y el segundo
del río Sena en Amfreville. Están datados en el siglo IV a.C., y tienen la
forma de un casco de jinete de visera corta. Ambos están originalmente chapados
con pan de oro y presentan decoración de volutas, incrustaciones de coral y
vidrio coloreado.
En las armas se logró
más fácilmente un equilibrio entre los aspectos funcional y representativo. En
la batalla, los celtas utilizaron espadas largas y pesadas. Por ello, si el
guerrero quería obtener eficacia, necesitaba una empuñadura sólida, donde a
menudo se concentraban los motivos decorativos. El pomo podía estar recubierto
con pan de oro o con incrustaciones de materiales preciosos, como ámbar y
marfil. En ejemplos más tardíos, la empuñadura tenía un pomo antropomórfico.
Con frecuencia, las vainas se adornaron también con hermosos motivos grabados,
generalmente zarcillos sinusoidales o pares de curvas que se asemejan a figuras
de dragones.
Para los príncipes guerreros
su caballería era muy importante, y por ello prodigaron una atención especial a
la decoración de los carros de combate y los arneses de sus monturas. Los
artistas celtas demostraron en ellos su gusto por la decoración esmaltada
polícroma, utilizando a menudo la técnica del esmalte campeado, de la cual se cree
fueron pioneros. En las colinas Polden de Somerset se descubrió una excelente
serie de aparejos de montura, aunque el descubrimiento aislado más
impresionante fue un casco para poni realizado en Torrs (Escocia), que
perteneció al novelista Walter Scott.
3.2
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Los espejos
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Los objetos domésticos y la
joyería eran más usuales en los enterramientos femeninos. Los espejos, que
derivan de modelos etruscos y fueron muy populares en la Gran Bretaña romana,
se encuentran entre los objetos encontrados más hermosos. Existen
aproximadamente tres docenas de ejemplos del periodo de la ocupación, la
mayoría de ellos muestran complejos motivos de cestería. Se añadieron también
algunos dibujos grabados en los fondos y en los mangos de objetos mucho más
modestos, como los que se han encontrado en numerosos lugares de Gran Bretaña.
3.3
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La joyería
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Broche de Tara
El broche de Tara, fechado en el siglo
VIII d.C., es uno de los ejemplos más célebres de piezas de este tipo en forma
de aro celtas. Está decorado con filigranas en forma de espiral y motivos
geométricos, con elementos antropomorfos. Se fijaba a la ropa con un alfiler,
probablemente sobre el hombro. Fue encontrado en Bettystown, Irlanda, y se
exhibe actualmente en Dublín, en el Museo Nacional de Irlanda.
La joyería celta adoptó una
enorme variedad de diseños. Los broches y las fíbulas, desarrollados a partir
de fuentes clásicas, fueron las formas más simples. Los pasadores eran bastante
largos y sus cabezas se decoraban con abalorios o con vidrio y esmalte. Sin
embargo, los broches estaban mucho más decorados. El modelo principal fue la
fíbula, una antigua forma de broche o hebilla parecido a un imperdible de
seguridad, conocido desde los tiempos micénicos. Desde el siglo V en
adelante, los artistas celtas empezaron a transformar esta forma básica,
decorando su extremo con representaciones festivas de dragones, pájaros y
máscaras humanas.
3.4
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Los torques
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Torques de oro
Los torques fueron una especie de aros
que los guerreros y nobles celtas llevaban en el cuello. Algunos, como este
torque de oro de Waldalgesheim, en Rhineland, son un aro simple con florones
decorados. Existen variedades más robustas, realizadas con dos o más trenzas de
metal retorcido, con florones anillados, o de un único conducto de metal hueco.
Realizados en bronce y oro, los torques representaban un nivel social alto y
tuvieron valor en sí mismos. La mayoría de ellos han sido encontrados en
enterramientos.
El ornamento personal más
apreciado, sin embargo, fue el torque o collar pesado, con una labor de
trenzado de cobre y oro, y generalmente rematado por una especie de anillo. El
torque tuvo un origen oriental y en un principio se asoció únicamente con las mujeres.
Algunos de los ejemplos más destacados se han descubierto en las tumbas de dos
princesas, en Reinheim cerca de Sarrebruck y en Waldalgesheim (ambas de
mediados del siglo IV a.C.). Los torques ofrecen un espacio amplio
donde disponer una gran variedad de decoraciones, sobre todo a base de formas
vegetales como los dibujos de volutas dispuestos en bandas. Algunos artistas se
deleitaron con la representación de cabezas humanas y de animales en los
extremos, creando así una especie de confrontación en la garganta del que los
llevara.
Los torques fueron un
símbolo de las clases altas, y quizás tuvieron también un significado
religioso. Los dioses celtas se representan luciéndolos o sosteniéndolos, y en
muchas ocasiones se utilizaron como ofrendas votivas.
3.5
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Los calderos
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Los calderos ejercieron una
fascinación ritual para los celtas. Se asociaron con las fiestas del más allá y
con la idea de la regeneración. Una leyenda galesa recoge la existencia de un
caldero mágico que podía hacer resucitar a los guerreros muertos si se
cocinaban en su interior por la noche. Por ello no debe ser una coincidencia
que una de las placas del caldero de Gundestrup (siglo I a.C.)
represente este tema.
Estos enigmáticos objetos han
atraído una mayor atención que cualquier otro objeto celta, principalmente por
ser una de las pocas piezas que nos proporcionan pistas sobre sus creencias
religiosas. En las placas de plata clavadas al caldero se representa una
secuencia de tema mitológico, y aunque ninguna de las figuras puede
identificarse con absoluta seguridad, existe un común acuerdo sobre la escena
más compleja, que representa al dios Cernuno con cuernos sujetando una
serpiente-carnero y un torque, símbolo de la fertilidad y la abundancia. Se
desconoce el origen del caldero: por la pericia con que está hecho, pasa por
ser obra de un artesano tracio, pero algunos estudiosos prefieren creer que fue
saqueado de un santuario druida de la Galia.
3.6
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Los animales celtas
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Otros recipientes, como los
jarros y los cubos, tuvieron un uso más profano. Los primeros reflejan la
importancia del comercio del vino con el mundo mediterráneo, mientras que los
segundos desarrollan el arte de las sítulas (cubos de bronce), que se había extendido
por diferentes partes de Europa durante el periodo de Hallstatt.
Los animales fueron otro de
los temas favoritos de los artistas celtas. Los representaron en estatuillas de
todos los tamaños, desde perros en miniatura labrados en cristal azul y blanco,
como los encontrados en una tumba alemana, al modelo en bronce de un verraco,
casi de tamaño natural, que fue enterrado en Neuvy-en-Sullias. Muchos objetos,
como los escudos de los calderos y cubos, los fondos de los jarros, o los
protectores de mejillas de los cascos, también presentan motivos zoomórficos.
3.7
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Objetos eclesiásticos y relicarios
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Cáliz Ardagh
La metalistería celta creció bajo el
patronazgo de la iglesia. El cáliz de Ardagh, fechado probablemente en el siglo
VIII, fue realizado en plata con decoración aplicada en oro, bronce dorado y
esmalte. Se descubrió en un sembrado de Ardagh, donde pudo ser enterrado para
ponerlo a salvo.
Las órdenes religiosas de
misioneros continuaron encargando objetos de metal realizados en el estilo
primitivo. Los cálices y las patenas que se descubrieron en los tesoros de
Ardagh y Derrynaflan se ajustan a los requisitos litúrgicos normales, aunque
luzcan la decoración típica de La Tène. Los relicarios celtas, sin embargo,
fueron más especiales. Los cumdachs presentaban forma de caja para
albergar los grandes evangeliarios, que fueron en sí mismos venerados como
objetos sagrados. Otros tenían forma de tejados a cuatro aguas, y esta
disposición se imitó en las cumbreras de muchas cruces celtas. Los relicarios
irlandeses posteriores adoptaron formas más individualizadas, como un cinturón,
una campana o un brazo humano, pero acabaron sucumbiendo a las influencias
introducidas por los invasores vikingos.
3.8
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Cantería
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La contribución artística de los
celtas puede parecer limitada en algunas áreas, si se compara con sus logros en
el ámbito de la metalistería. Sin embargo, este punto de vista se ve alterado
en parte si tenemos en cuenta que el número de obras artísticas que han llegado
hasta nosotros es escaso. Los vestigios de monumentos en piedra de la cultura
de La Tène, aunque escasos, sugieren que los celtas pudieron ser también muy
competentes en este campo.
Muchas de las piezas conservadas
tienen una fuerte asociación ritual. En los emplazamientos de culto se
levantaron monolitos impresionantes, coronados por severas cabezas con forma de
máscara.
A menudo se ubicaban en
lugares siniestros. Como los estudiosos clásicos anotaron con aversión, los
celtas decapitaban a sus enemigos y enseñaban sus cráneos en altares
construidos especialmente. Dos de los más importantes ejemplos se encuentran en
Roquepertuse y Entremont, al sur de la Galia, donde algunas esculturas de estos
horrorosos trofeos se colocaron junto a los espeluznantes originales humanos.
Durante su largo proceso de
conversión, los celtas cristianos buscaron adaptar más que destruir los
monumentos paganos. Se supone que el mismo san Patricio aprobó la costumbre de
esculpir cruces sobre los monolitos paganos. Entonces, cuando los conversos
empezaron a levantar sus propios monumentos, esta práctica asumió una mayor
dimensión artística. De este modo, hubo un periodo de transición entre los
sencillos motivos grabados y las tallas más complejas en bajorrelieve, hasta
que finalmente se esculpieron las mismas piedras adoptando la forma de cruces.
En Irlanda y en los lugares
más lejanos de Gran Bretaña, donde las legiones romanas no llegaron, el
repertorio estilístico de estos primeros monumentos fue el del estilo de La
Tène. Las cruces presentan los mismos motivos de espiral, entrelazo y trabajos
de nudos que los trabajadores del metal habían utilizado durante generaciones.
Finalmente, estos motivos fueron reemplazados en las grandes cruces de los
siglos IX y X, donde aparecen escenas bíblicas esculpidas sobre la piedra.
Estas excelentes realizaciones anuncian la tendencia hacia un arte figurativo
que marcó el declive de la influencia celta.
3.9
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La escultura en madera
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Puede que los escultores de
La Tène trabajaran en madera tanto como sobre la piedra, pero se han conservado
muy pocas de sus obras. Los objetos más interesantes son los pequeños
talismanes que se ofrecían a los dioses sanadores.
3.10
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La cerámica
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La cerámica celta se desarrolló
en jarras y cuencos de formas simples, decorados con volutas incisas y diseños
curvilíneos. La introducción del torno en el siglo V a.C. muestra el
alto nivel técnico, pero el arte de los ceramistas se eclipsa frente al de los
orfebres celtas. Además, la existencia de una abundante cerámica importada en
las tumbas celtas sugiere que la reputación de los alfareros nativos no era muy
notable.
3.11
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La miniatura
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Libro de Durrow
Los evangeliarios realizados en los
escritorios monásticos de Irlanda en los siglos VII y VIII representan el
apogeo del arte celta del periodo cristiano. Los motivos entrelazados del Libro
de Durrow (c. 675) recuerdan el arte precristiano celta. En la imagen, que
corresponde al evangelio de san Marcos, se representa probablemente un león,
atributo del evangelista.
Los amanuenses de los
monasterios crearon en los siglos VII y VIII magníficos evangeliarios. La
miniatura de estos códices está considerada a menudo como la más hermosa del
arte celta de la era cristiana.
Sin embargo, debido a las
coincidencias entre las escuelas de los celtas irlandeses y de los anglosajones
de Northumbria, algunos estudiosos opinan que el término hiberno-sajón es más
acertado que el de celta. Otros prefieren describir todos los manuscritos de
Gran Bretaña e Irlanda como insulares, en oposición a los continentales.
De hecho, la característica
principal de los tres evangelios insulares más relevantes, el Libro de
Durrow (c. 675), los Evangelios de Lindisfarne
(c. 698-721, Museo Británico, Londres) y el Libro de Kells
(mediados del siglo VIII, biblioteca del Trinity College, Dublín), es que
en todos ellos aparecen elementos de diferentes culturas fusionados con éxito.
Se aprecian las influencias de la escultura bizantina, los manuscritos coptos,
los mosaicos romanos y los textiles persas. Por otra parte, las características
celtas se observan a la perfección tanto en las páginas iniciales, donde la
decoración se prodiga en las letras mayúsculas e iniciales del manuscrito, como
en las decoraciones que se extienden a lo largo de páginas enteras. En ellos se
interpreta la evolución final del arte celta iniciado en la primitiva cultura
de La Tène.
El arte celta no desapareció
totalmente tras la invasión de los normandos y vikingos. Su estilo resurge en
ocasiones, e incluso en este siglo se han rescatado algunos de sus rasgos
estilísticos.