La Escritura




Escritura pictográfica
La escritura pictográfica, en la que se usan dibujos para representar objetos, se asocia comúnmente con los jeroglíficos egipcios, pero no es exclusiva del alfabeto de este pueblo.

Escritura, método de intercomunicación humana que se realiza por medio de signos gráficos que constituyen un sistema. Un sistema de escritura puede ser completo o incompleto; es completo el que puede expresar sin ambigüedad todo lo que puede manifestar y decir una lengua determinada por medio de la oralidad.
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SISTEMAS INCOMPLETOS
Los sistemas incompletos se usan para anotaciones, o son mecanismos mnemotécnicos que recuerdan hechos significativos o expresan significaciones generales. Estos sistemas, que también reciben el nombre de subescrituras, incluyen la escritura pictórica (o pictografía), la ideográfica y la que usa objetos marcados y no marcados, como mecanismos mnemotécnicos. Estos sistemas se caracterizan por una gran ambigüedad, dado que no existe correspondencia entre los signos gráficos y la lengua que tratan de representar. La finalidad de un pictograma, un ideograma o un objeto es la de traer a la mente una imagen o una sensación que antes se ha expresado por medio de la lengua oral. Éste y no otro era el procedimiento que seguía la escritura pictórica de algunos pueblos indígenas norteamericanos antes de la colonización, donde cualquiera puede leer aunque no conozca la lengua. De todas maneras, si se trata de interpretar la escritura de un sistema incompleto sin tener conocimiento previo de esa cultura, se corre el peligro de no comprender íntegramente su significado, o de realizar una interpretación errónea. Los pictogramas son los sistemas de escritura más primitivos.
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SISTEMAS COMPLETOS
Un sistema completo es aquel que es capaz de expresar en la escritura todo cuanto formule su lengua. Se caracterizan por una correspondencia más o menos estable entre los signos gráficos y los elementos de la lengua que transcriben. Tales elementos pueden ser palabras, sílabas o fonemas (unidad mínima de una lengua que distingue una realización de otra). Así pues, estos sistemas se clasifican en ideográficos (también llamados morfemáticos), silábicos y alfabéticos. Dado que cada signo gráfico representa un elemento de la lengua, hace falta conocer esa lengua para comprender el significado de lo que escribió su autor. Ahora bien, eso no significa que un sistema de escritura esté ligado únicamente a una sola lengua; de hecho, son fácilmente transferibles de una lengua a otra. Lo único que significa es que, a diferencia del pictográfico, ningún sistema completo puede leerse si el lector no comprende la lengua que allí está representada.
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SISTEMAS IDEOGRÁFICOS O MORFEMÁTICOS
Se caracterizan porque sus signos, que se llaman ideogramas, representan palabras completas. En algunas ocasiones los signos representan toda una serie de palabras derivadas, y en otras un solo signo representa varias palabras separadas y distintas. En un sistema ideográfico puro estas ambigüedades quedan sin resolver. Sin embargo, para deshacerlas existen unos signos determinados que aseguran la lectura correcta. Esos signos se usan como indicadores fonéticos y semánticos, y se suelen llamar complementos fonéticos y determinativos. Los determinativos son los que indican la clase o la categoría gramatical a la que pertenece la palabra que representa el ideograma. Los determinativos son también ideogramas, pero no se leen, sino que sirven para expresar una clase semántica, como dioses, países, pájaros, peces, verbos de acción, verbos que significan proceso, objetos de madera, de piedra, y así sucesivamente. Los complementos fonéticos tienen un uso parecido, pero muestran de forma más específica cómo se pronuncia toda o parte de la palabra que representa el ideograma. Por ejemplo, dentro de la escritura del español, el ideograma 2 se lee dos. Sin embargo, cuando se escribe el ordinal, hay que añadir el complemento fonético o y el ideograma más el complemento 2.º, se lee segundo, si el complemento fonético se combina con el determinativo que expresa femenino ª, el logograma se transforma en 2.ª y se lee segunda. En este ejemplo se emplean los signos con una finalidad fonética (y no ideográfica). En otras palabras, el signo º funciona no para traer a la mente una idea y la palabra con la que se asocie, sino que trae a la mente un sonido que forma parte de la palabra representada por el ideograma completo. Los indicadores fonéticos surgen a partir de unos ideogramas que tuvieron el mismo significado que el sonido que representan. A este procedimiento se le llama transferencia fonética. Los indicadores fonéticos tampoco se leen, sólo sirven para facilitar la lectura de los ideogramas básicos.
Se ha visto hasta aquí un sistema en el que los elementos de una lengua se representan únicamente por medio de ideogramas. Ahora bien, esta escritura resulta adecuada para muchos nombres y verbos simples y primitivos, pero no para los adjetivos y los adverbios que suelen ser palabras derivadas, ni tampoco para los pronombres o los nombres propios, y mucho menos puede representar los matices que añaden las terminaciones de caso o de la conjugación verbal. Por lo tanto, según lo que se definió anteriormente, no es un sistema de escritura completo ya que no transcribe todo lo que expresa su lengua. En resumen, si no cumple con este requisito, un sistema ideográfico no será completo, por mucho uso que haga de los indicadores semánticos y fonéticos.
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SISTEMAS SILÁBICOS
Para superar las deficiencias de la escritura ideográfica, se empleaba el principio de transferencia fonética. Cuando se utilizan signos que representan sonidos, sílabas en este caso, se pueden escribir todas las palabras que no era posible representar con la escritura ideográfica. Además, cuando se añaden los signos silábicos a las raíces, es posible representar morfemas, es decir las terminaciones de caso o las de la conjugación verbal. Hay que destacar que deben leerse e interpretarse porque son elementos de la lengua escrita, frente a los indicadores fonéticos.
Un sistema mixto, el ideosilábico, es el primer paso para uno completo. Una vez alcanzada la capacidad para expresarlo todo, el problema se plantea ante la disyuntiva de reducir la ambigüedad o hacer más económico el sistema de escritura (número de signos necesarios para escribir cualquier realización). El problema reside en que se requiere un elevado número de signos, porque el número de palabras que tiene una lengua es también elevado. El segundo paso consiste en reducir el número de signos imprescindibles, que se puede conseguir si se agrupan en uno solo todas las palabras de significado parecido, o en emplear el mismo signo para palabras distintas, pero aun así, este sistema necesita unos quinientos o seiscientos signos. Además, la ambigüedad es mucha, a menos que se empleen indicadores, lo que significa sacrificar su ventaja principal, que consiste en tener menos signos por cada realización. Por otro lado, el número de signos que precisa un sistema silábico puro pocas veces supera los doscientos. Frente a la escritura ideográfica, la silábica ofrece una ventaja adicional; no hay que interpretarla puesto que las palabras se escriben sin ambigüedad fonética. La desventaja consiste en que, de promedio, el sistema necesita más signos para escribir cada realización. En su forma más sencilla, un sistema silábico está formado por signos de vocal más consonante y signos para las vocales aisladas.
El siguiente paso consiste en reducir la lista de sílabas a signos que representen sólo consonante más vocal, sin diferenciar las vocales. Así se equipara el número de signos al número de sonidos consonánticos de la lengua, pero se aumenta la ambigüedad, porque el lector debe suplir el sonido vocálico correcto. Dado que se trata de escribir sílabas, los signos necesarios para escribir cada realización son tantos como los de la escritura silábica pura, que además expresa cada una de las vocales. El sistema silábico reducido necesita muchos menos signos y cada uno puede ser más sencillo. Sin embargo, mucha gente considera que esta forma de escribir es un sistema alfabético, o más adecuadamente semialfabético, puesto que no indica cada fonema aislado.
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SISTEMAS ALFABÉTICOS
El último paso hacia una escritura completamente alfabética consiste en escribir por separado los sonidos vocálicos y los consonánticos, lo que precisa de unos cuantos signos más, pero elimina la ambigüedad de tener que suplir las vocales al leer. Por tanto hay más signos para escribir cada realización, aunque el sistema completo necesite menos signos y más sencillos. Puesto que cada uno representa un fonema, la palabra así escrita es su transcripción fonética y no hay que sustituir ningún sonido al leerla. Véase Alfabeto.
Estos sistemas trazan la teoría y los procedimientos de escritura, pero hoy por hoy no existen sistemas de escritura que sean una forma pura. Existen elementos de uno y otro tipo incorporados a alguna de las formas que conocemos; un ejemplo de ello es el número de logogramas que son necesarios en los modernos sistemas alfabéticos.
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HISTORIA DE LA ESCRITURA
De la invención de la escritura al libro
El proceso que ha conducido de la tabla de arcilla de Mesopotamia al libro impreso moderno es un recorrido fascinante y lleno de sorpresas que se articula en torno al desarrollo de las grafías, el tipo de instrumentos y soportes empleados en la escritura, y la evolución del libro como objeto a lo largo de su historia.

Los sistemas de escritura tienden a ser conservadores, incluso no faltó en sus orígenes la atribución de ser un regalo de los dioses. Todo cambio o modificación ortográfica plantea grandes dudas, e incluso en los congresos de lingüistas que se plantean la necesidad de reformar la ortografía para eliminar pequeñas incoherencias, existen grandes resistencias para llevar a cabo estas reformas, y es difícil llegar a acuerdos y compromisos. Dado este grado de conservadurismo, la sustitución o las mayores innovaciones de la escritura sólo tienen lugar cuando un pueblo se la presta a otro porque lo domina o lo coloniza. Por ejemplo, los acadios adaptaron a su propia escritura la parte silábica del sistema sumerio que era ideosilábico; no obstante mantuvo sus propios ideogramas y los empleó como si fueran un sistema de taquigrafía (véase Lengua sumeria). Cuando los hititas adoptaron el sistema acadio, eliminaron los signos silábicos ambiguos, es decir, los homofonémicos o sus contrarios, polifonémicos, así como también muchos ideogramas sumerios, pero conservaron la ortografía silábica de los acadios (véase Lengua hitita).
Los moais de la isla de Pascua
La isla de Pascua alberga esculturas gigantes (denominadas moais por los habitantes de la isla) y otros restos arqueológicos de origen desconocido. En estas moles escultóricas hay grabadas unas inscripciones, que combinan quinientos signos, todavía sin interpretar.

El primer escrito que se conoce se atribuye a los sumerios de Mesopotamia y es anterior al 3000 a.C. Como está escrito con caracteres ideográficos, su lectura se presta a la ambigüedad, pero está presente el principio de transferencia fonética y se puede rastrear su historia hasta averiguar cómo se convirtió en escritura ideosilábica. En el caso de los egipcios se conocen escritos que proceden de unos cien años después y también testimonian el principio de transferencia fonética (véase Lengua egipcia; Jeroglíficos). Puede que la evolución de la escritura egipcia respondiera al estímulo de la sumeria.
Casi a la vez, en Elam se desarrolló la llamada escritura protoelamita. Todavía no ha sido descifrada y no se puede decir gran cosa sobre ella excepto que es ideosilábica y el número de signos que tenía. Algo después, surgieron también sistemas ideosilábicos en el Egeo, Anatolia, el valle del Indo y China (véase Lengua china). Otros pueblos tomaron sus silabarios para escribir sus propias lenguas. En la última mitad del segundo milenio antes de Cristo los pueblos semíticos que vivían en Siria y Palestina tomaron el silabario egipcio bajo la forma más sencilla y reducida (esto es, los signos de consonante más cualquier vocal), y abandonaron sus ideogramas y su silabario complejo (véase Lenguas semíticas). Este nuevo silabario estaba prácticamente hecho, porque los egipcios nunca escribieron vocales. El primer documento de escritura semialfabética se ha encontrado en las inscripciones conocidas por protosinaíticas, que están fechadas en torno al 1500 a.C. Otro sistema de escritura parecido data del 1300 a.C., y se ha encontrado en la costa norte de la actual Siria, en Ugarit, pero en este caso los caracteres de la escritura eran unas cuñas como las de la escritura cuneiforme de Mesopotamia. En toda la zona se escribía de forma parecida y fueron los griegos quienes tomaron su escritura de los fenicios. Dieron el último paso, pues separaron vocales de consonantes y las escribieron por separado; así se llegó a la escritura alfabética en torno al 800 a.C. (véase Lengua griega). Todavía no se ha alcanzado una escritura alfabética tal y como aquí se ha descrito al definirla como un sistema completo.


El Yeísmo




Yeísmo, pronunciación de la y en lugar de ll. Se trata de una tendencia fonética natural que convierte un fonema palatal lateral sonoro en el palatal central correspondiente. En su origen surge como resultado de relajar la pronunciación lateral por la central, más sencilla. Es un hecho de larga tradición en español, muy extendido y no proscrito. En España, las zonas más yeístas son Madrid, Castilla-La Mancha, Extremadura, Andalucía y Canarias, aunque cada vez aparecen más zonas contagiadas por la norma no distinguidora. En las zonas bilingües más conservadoras, que mantienen en las dos lenguas la distinción ll frente a y, hay una mayor resistencia al yeísmo, como ocurre en Álava, Lérida, Baleares o algunas regiones gallegas. En América aparece la distinción de forma restringida y el yeísmo es lo más extendido.
Existen otras variedades de pronunciación de la y como el africado sordo, parecido al sonido que se representa por la letra ch, tal y como se da en las provincias de Toledo, Ciudad Real y en el este y sur de Extremadura. En Argentina, Uruguay o Chile es africado sonoro y tiene una especial tensión articulatoria. El yeísmo es sólo fonético, pero no ortográfico. Véase también Y.


Ceceo y seseo




Andalucía
Los habitantes de Andalucía suelen sesear al hablar, es decir, pronuncian la z, o la c ante e, i, como s.


Ceceo y seseo, fenómenos fonéticos que se producen en determinadas zonas donde se habla español y consisten en una pronunciación alterada de la z y la c (de cecina) con la s.
Existe seseo cuando se pronuncia /s/ en lugar de /θ/. En esos casos se conserva la ortografía del fonema, es decir, z ante a, o, u, y c ante e, i, pero no se emite en la lengua hablada. Junto a ello existe una alteración en la emisión de la s, que deja de ser ápico-alveolar para pasar a ser predorsal. Dada la extensión de la pronunciación seseante, ha dejado de ser considerada como errónea o dialectal, ya que sería más sencillo marcar las zonas no seseantes del dominio lingüístico hispano y que corresponderían a las dos Castillas, Madrid, algunas zonas catalano-hablantes, Asturias, Cantabria y el País Vasco. En el resto de los países y comunidades donde se habla español, incluidas las de Hispanoamérica, existe el seseo, aunque no sea la norma dominante.
El ceceo consiste en pronunciar la /θ/ por la /s/. En este caso varía la pronunciación de la z, que no es interdental, sino que la punta de la lengua se apoya sobre los incisivos inferiores. Este fenómeno está poco extendido y no se considera correcto. Pertenece a algunas zonas de Extremadura y Andalucía. Es también un rasgo de la lengua hablada pero no escrita. Los hermanos Álvarez Quintero utilizaron ambos fenómenos en sus obras de teatro costumbristas andaluzas para caracterizar a algunos de sus personajes.


El Aparato fonador




Aparato fonador, conjunto de órganos que intervienen en la producción de sonidos. También llamado aparato vocal o articulatorio. El objetivo fundamental de estos sonidos es la comunicación humana mediante el lenguaje hablado, pero existen otros animales que disponen también de órganos para producir sonidos, como las aves.
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COMPOSICIÓN
En los humanos, el aparato fonador está formado por la boca, la nariz, la faringe, la laringe, la tráquea, los pulmones y el diafragma. Los órganos que lo integran forman parte a su vez del aparato respiratorio y algunos del aparato digestivo.
La emisión de sonidos lingüísticos presenta tres fases: respiratoria, fonatoria o glotal y articulatoria, que tienen lugar en los pulmones, la laringe y el tracto vocal, respectivamente.
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FASE RESPIRATORIA
Para que se produzca un sonido, lo primero que se necesita es una fuente de energía que origine una vibración. En el caso del lenguaje humano, esta energía está producida por una corriente de aire que normalmente procede de los pulmones. Nunca se espira todo el aire que hay en los pulmones. En realidad, en conversaciones normales sólo se utiliza alrededor de un cuarto de la cantidad de aire contenida en los pulmones, aunque dicha cantidad puede aumentar cuando se sube el volumen del habla, como por ejemplo al gritar o hablar en público.
La mayoría de los sonidos del habla se producen mientras el aire sale de los pulmones; se trata en este caso de los sonidos llamados egresivos. Sin embargo, también es posible, aunque no frecuente, hablar mientras el aire está entrando en lugar de saliendo de los pulmones; en este caso los sonidos se llaman ingresivos. Este último tipo de sonidos se produce cuando alguien habla mientras ríe o llora, o cuando no puede respirar bien.
Al respirar sin hablar, el ciclo respiratorio se compone de dos fases que duran más o menos lo mismo: inspiración y espiración. Pero mientras se habla, el ciclo respiratorio cambia. La fase de inspiración se acorta y acelera mientras que la de espiración se enlentece extendiéndose en el tiempo entre cinco y diez segundos, una duración que puede alargarse incluso más.
En español y en otras muchas lenguas las vocales y las consonantes son sonidos egresivos pues se producen con aire pulmonar, pero existen otras lenguas cuyos hablantes emiten otro tipo de sonidos. Por ejemplo, en África se hablan lenguas que usan chasquidos de la lengua, como las lenguas khoisán de los bosquimanos. Otras emplean sonidos que empujan el aire desde la glotis, la abertura que queda entre las cuerdas vocales, dentro de la laringe. En este caso, si el sentido de la corriente de aire es de dentro afuera los sonidos se llaman implosivos; si el sentido es de fuera adentro, se da lugar a sonidos eyectivos. Algunas lenguas africanas, como el shona, y otras lenguas indias americanas utilizan consonantes implosivas. Las lenguas caucásicas, algunas lenguas africanas, como el hausa, y algunas lenguas indias americanas utilizan consonantes eyectivas, y también lo hacen algunas variedades del inglés.
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FASE FONATORIA
Para convertirse en sonido, el aire procedente de los pulmones debe provocar una vibración, siendo la laringe el primer lugar en que se produce. La laringe está formada por un conjunto de cartílagos y una serie de ligamentos y membranas que sostienen unas bandas de tejido muscular llamadas cuerdas vocales. La tensión, elasticidad, altura, anchura, longitud y grosor de las cuerdas vocales pueden variar dando lugar a diferentes efectos sonoros.
El efecto más importante de las cuerdas vocales es la producción de una vibración audible en los llamados sonidos sonoros, en contraste con los sonidos sordos, en cuya producción no vibran las cuerdas vocales. En español, todas las vocales y muchas consonantes (m, b, d,...) son sonoras.
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FASE ARTICULATORIA
Después de pasar por la laringe, la corriente de aire continúa por el llamado tracto vocal, formado por la faringe, la cavidad oral y, en ocasiones, también la cavidad nasal. A lo largo de este camino, esta corriente se ve modificada por una serie de órganos móviles, como la lengua, que interaccionan con otros órganos fijos, como los dientes, haciendo que la onda sonora se modifique, dando lugar a sonidos distintos. La producción de diferentes sonidos de habla por estos órganos se denomina articulación.
Además de verse modificada por los cambios de forma del tracto vocal, la onda sonora se amplifica y modula en las cavidades del tracto vocal que actúan como cajas de resonancia.
Entre los órganos que actúan en la articulación se distinguen dos tipos: órganos articulatorios activos, que se pueden mover, y órganos articulatorios pasivos. Los pasivos son el paladar duro, los dientes y los alveolos (prominencias que se encuentran entre los dientes superiores y el paladar). El paladar duro a su vez se subdivide en tres partes: anterior, media y posterior. Los activos son la faringe, el velo del paladar o paladar blando, la lengua y los labios.
La faringe es un tubo musculoso que conecta la laringe con las cavidades oral y nasal y que puede ensancharse o estrecharse. Algunas lenguas presentan sonidos que se producen por una fricción del aire en esta zona, por ejemplo el árabe.
El paladar blando o velo del paladar es la zona musculosa que se encuentra detrás del paladar duro y que acaba en la úvula o campanilla. Durante la respiración normal, el paladar blando tiene una posición baja, permitiendo que el aire fluya tanto por la boca como por la nariz. Durante el habla, el paladar blando puede adoptar tres posiciones diferentes:

• Alta: se cierra el canal de comunicación entre la cavidad nasal y la oral, de modo que el aire circula exclusivamente por la boca sin pasar por la nariz. En esta posición se producen sonidos orales, como son la mayoría de los sonidos del español.
• Media: parte del aire escapa por la boca y parte por la nariz de modo que se producen sonidos oronasales, como lo es la a en mamífero.
• Baja: esta posición se combina con el cierre de la cavidad oral de modo que todo el aire se libera por la nariz. Se producen en este caso los sonidos nasales, como las consonantes m, n y ñ en español.
Los labios también pueden adoptar distintas posiciones. Pueden estar abiertos, semiabiertos, como cuando se pronuncia la b en saber, o cerrados, para pronunciar la p.
De todos los órganos articulatorios activos, la lengua es la que tiene mayor capacidad para cambiar de forma y posición, y por tanto interviene en la articulación de muchos sonidos dando lugar a todas las vocales y a la mayoría de las consonantes.
Atendiendo a los órganos articulatorios que intervienen y al tipo de oclusión del aire que estos producen, los sonidos lingüísticos se clasifican según el lugar de articulación (labial, alveolar, etc.) y el modo de articulación (oclusivo, fricativo, etc.).


El acento




Acento, rasgo prosódico mediante el cual se destaca una sílaba de una palabra frente a las demás que la componen o una unidad lingüística frente a otras de su mismo nivel.
Cuando se escucha un mensaje, no se perciben todos los sonidos de cada unidad ni de cada frase por igual; el tono, el timbre, la intensidad y la cantidad hacen que unos sonidos resalten más que otros, estableciéndose un claro contraste entre ellos. Al hablar se agrupan los sonidos en sílabas para formar las palabras, haciendo recaer en una de ellas el acento principal (sílaba tónica o fuerte); las demás llevan un acento secundario (sílabas átonas o débiles).
En algunas lenguas, como la francesa, la checa o la polaca, el acento ocupa siempre la misma posición; son idiomas de acento fijo. En latín, que distinguía entre vocales largas y breves, el acento se situaba en la penúltima sílaba si la vocal de ésta era larga, pero, si era breve, el acento pasaba a la antepenúltima, por lo cual era un acento condicionado.
En la española, inglesa o italiana el acento es libre, puede ocupar dos o tres posiciones diferentes. No hay que confundir el acento de intensidad o prosódico, el que se pronuncia en el lenguaje oral, con el signo diacrítico que aparece en el lenguaje escrito de algunas lenguas: en francés escrito hay tres clases de acentos o signos diacríticos: agudo (´), tilde o rayita oblicua que baja de derecha a izquierda; grave (`), tilde o rayita oblicua que baja de izquierda a derecha, y circunflejo (^), compuesto de uno agudo y otro grave unidos por arriba; en castellano sólo existe el agudo; en inglés, ninguno.
La palabra, analizada aisladamente, forma un grupo tónico porque sus sonidos se agrupan en torno a la sílaba tónica. Sin embargo, al hablar, y esto se percibe perfectamente cuando alguien se dirige a otra persona en una lengua diferente y que no se domina con fluidez, no se utilizan las palabras de forma independiente, se agrupan formando grupos fónicos separados entre sí mediante pausas que permiten respirar a la persona que habla. Dentro de estos grupos fónicos, formados generalmente por varias palabras, se establecen otros grupos más pequeños en torno a las sílabas tónicas que existan: son los denominados grupos tónicos.
El acento sirve en las distintas lenguas para:


a) Marcar las sílabas tónicas, contrastándolas con las átonas.
b) Diferenciar el significado de ciertas palabras que sólo se distinguen por su acento.
c) Delimitar unidades dentro de una secuencia.
d) Indicar la existencia de una unidad acentual, aunque no señale sus límites.
Por acento también se entiende el conjunto de hábitos articulatorios (manera especial de articular los diversos sonidos, en función del tono, timbre, cantidad e intensidad con que se pronuncie cada uno de ellos), que hace diferente el habla de personas de distintas localidades y regiones, dentro de un mismo país en el que se hable un mismo idioma, o de aquellas que sean de otra comunidad lingüística, lo que permite distinguir, por ejemplo, entre un acento andaluz, argentino, mexicano o caribeño. El acento individual de una persona con cierto prestigio ante la sociedad, como, por ejemplo, un locutor de radio o un presentador de programas de televisión, unido al acento dialectal de la región en la que se viva, puede, con el tiempo, provocar alteraciones en la estructura fónica de una lengua.
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EL ACENTO ESPAÑOL
El término acento puede utilizarse en español con las siguientes acepciones:


1.- “Relieve que en la pronunciación se da a una sílaba de la palabra, distinguiéndola de las demás por una mayor intensidad o por un tono más alto” (Diccionario de la Real Academia Española): Acento prosódico.
2.- Tilde que en la lengua escrita se coloca sobre la vocal de la sílaba tónica de algunas palabras, siguiendo unas determinadas reglas ortográficas: Acento ortográfico.
3.- Mayor tono e intensidad con que se pronuncia la vocal de la sílaba tónica en algunas palabras para, además de establecer el contraste entre sílaba fuerte y débil, diferenciar el significado de ese vocablo del de otros homónimos suyos: salto / saltó; más (adverbio de cantidad)/ mas (conjunción adversativa): Acento diacrítico.
4.- Conjunto de particularidades fonéticas, rítmicas y melódicas que caracteriza el habla local, regional o el de un país, haciéndolo diferente de los demás: Acento fonético.
5.- Uno de los elementos constitutivos del verso: Acento métrico o rítmico.
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ACENTO PROSÓDICO
El acento sirve fundamentalmente para tres cosas:


a) Diferenciar dentro de una misma palabra la sílaba tónica de las átonas que existan: chileno, balón, o atraer la atención del oyente hacia palabras que el hablante quiera resaltar por algún motivo.
b) Diferenciar significados distintos: cántara (sustantivo) / cantara (imperfecto de subjuntivo del verbo cantar) / cantará (futuro imperfecto de indicativo del verbo cantar). (verbo dar) / de (preposición).
c) Marcar determinados ritmos, sobre todo en poesía: Ínclitas razas ubérrimas, sangre de Hispania fecunda / espíritus fraternos, luminosas almas, ¡salve! (Rubén Darío).
Las sílabas se clasifican por el acento en: tónicas o fuertes: aquellas que se pronuncian con mayor intensidad porque recae en ellas el acento principal, y átonas o débiles: las inacentuadas, pronunciadas con una menor intensidad. Casi toda palabra, analizada individualmente, tiene un acento que puede aparecer en una de las cuatro últimas sílabas, siempre que sea polisílaba, e incluso en el caso de que tenga una sola, ésta es fuerte. Atendiendo a la posición que el acento ocupa, las palabras se dividen en:


Agudas u oxítonas: Se acentúan en la última sílaba: sofá, baúl, reloj.
Llanas o paroxítonas: Se acentúan en la penúltima sílaba: pesa, ramo, árbol.
Esdrújulas o proparoxítonas: Se acentúan en la antepenúltima sílaba: pájaro, bárbaro, murciélago.
Sobresdrújulas o superproparoxítonas: Se acentúan en la sílaba anterior a la antepenúltima. Las palabras sobresdrújulas son poco frecuentes en español, se reducen casi siempre a los adverbios terminados en -mente o a palabras compuestas formadas por un verbo y dos pronombres enclíticos: fácilmente, íntegramente, cuéntamelas, siguiéramoslo.
El acento, como regla general, se mantiene en la misma sílaba en singular que en plural, por eso algunas palabras terminadas en consonante, que en singular son agudas o llanas, se convierten en llanas o esdrújulas al formar su plural: cartón/cartones, orden/órdenes. Como excepciones a la regla anterior, cambian al pasar al plural la sílaba acentuada régimen/regímenes o carácter/caracteres, porque, como se ha señalado antes, el español no tiene palabras simples sobresdrújulas.
Ciertos términos admiten dos tipos de acentuación: atmosfera/ atmósfera, cantiga/cántiga, coctel/cóctel, meteoro/metéoro, uno de los cuales suele ser frecuente en textos escritos de carácter culto y otro es más común en el uso cotidiano de la lengua oral. Los adverbios terminados en -mente y algunas palabras compuestas formadas por dos lexemas o por una forma verbal a la que se han añadido pronombres enclíticos pueden tener dos acentos, uno principal y otro secundario; la pérdida del segundo, al integrarse la palabra en una cadena fónica, es muy corriente.
En la lengua hablada las palabras forman grupos tónicos; una frase puede estar compuesta por uno o por varios de estos grupos, en cada uno de los cuales la sílaba fuerte sirve de soporte a las restantes. Las sílabas átonas que se apoyan en la tónica siguiente se llaman proclíticas; las que se apoyan en la anterior reciben el nombre de enclíticas.
 Algunas palabras, sea cual sea su posición dentro de la frase, llevan siempre acento, son palabras llenas; otras aparecen sin acento, son palabras vacías. Pertenecen a la primera clase: el sustantivo, el adjetivo calificativo, los pronombres tónicos, los numerales cardinales y ordinales, el verbo, el adverbio, los interrogativos y exclamativos; pertenecen a la segunda clase: el artículo, la preposición, la conjunción, los pronombres átonos, los adjetivos posesivos apocopados y los pronombres relativos no interrogativos.
Aunque en una frase haya varios grupos tónicos y, por tanto, varias sílabas acentuadas, sólo una de éstas predominará sobre las demás en la frase, subordinándose a ella las restantes, y estará siempre en la palabra que el hablante quiera destacar.
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ACENTO ORTOGRÁFICO
El acento prosódico no siempre aparece reflejado en la lengua escrita, pero cuando lo hace utiliza el signo diacrítico llamado tilde (´), siguiendo unas reglas fijas de acentuación dadas por la Real Academia Española. Véase Ortografía.


La entonación del lenguaje





Entonación
La entonación que empleamos al hablar puede cambiar el tono de una conversación. Puede hacerla distendida, tensa, aburrida, amenazadora… No es solo importante lo que digamos, sino cómo lo digamos.

Entonación (lenguaje), línea melódica con que se pronuncian las unidades lingüísticas de un mensaje; sirve para delimitar como un todo cada enunciado, independientemente de su estructura interna en fonemas, palabras y sintagmas: Luis ha llamado.
Lo esencial en la entonación son las variaciones tonales. Cuando se comienza a hablar, las cuerdas vocales se ponen en tensión y se produce una elevación más o menos rápida del tono, y al terminar la emisión, el relajamiento de las cuerdas vocales origina el descenso tonal. Los tonos agudos suelen asociarse con estados anímicos emocionales y los graves con situaciones depresivas. El ascenso del tono se utiliza para despertar el interés del interlocutor, lo que explica que el ascenso tonal caracterice a los enunciados no terminados, a las preguntas, a las expresiones afectivas. Al contrario, el descenso del tono marca el final del enunciado afirmativo, al no ser necesario mantener el interés y la atención del oyente. Los tonos son inseguros y cambiantes. Se puede decir que cada hablante tiene su propio tono; las características de pronunciación de cada individuo varían según su estado de ánimo y hábitos de pronunciación. El oído de las personas es muy sensible a las características tonales, de tal manera que se puede identificar a las personas por sus características de entonación. También la entonación tiene en cada región cierta fisonomía propia. Se dan hábitos de entonación peculiares a las que se llama acento; así se puede distinguir un acento castellano de uno andaluz, de uno porteño, o de uno mexicano.
El conjunto de tonos, que forman la línea melódica o entonación, adquiere valores lingüísticos significativos. Es una de las principales características lingüísticas de la oración y hace posible que las palabras que forman la oración, adquieran valor como unidad de sentido expresivo.
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UNIDADES MENORES DE ENTONACIÓN
Las unidades menores de la entonación son el grupo fónico, el tonema y la pausa.
2.1
Grupo fónico
Un grupo fónico es la parte del discurso que se pronuncia entre dos pausas. La extensión del grupo fónico es variable, desde grupos fónicos de una sílaba hasta de veinte sílabas, ya que es el fragmento de cadena fónica considerado como límite en una pronunciación normal y no forzada. En español, el grupo fónico medio es de ocho sílabas, lo que explica que sea el verso octosílabo el más antiguo e importante de la poesía española.
2.2
Tonema
El tonema es la altura musical que corresponde al final de cada uno de los grupos fónicos en que se divide el discurso. Es la parte más significativa de la entonación, lo distintivo de la entonación, y se da frecuentemente a partir de la última sílaba acentuada. Se pueden distinguir tres tipos de tonemas básicos: descendente, horizontal y ascendente. El tonema descendente puede ser de cadencia y semicadencia. El tonema descendente de cadencia se realiza cuando al final de la línea melódica se produce un rápido descenso. Es característico de las oraciones enunciativas: Luis se marchó. El tonema descendente de semicadencia se produce cuando al final de la línea melódica se da un descenso suave. Es propio de oraciones dubitativas: Quizás Luis se marchó. El tonema horizontal se produce sólo en suspensión. Es propio de las oraciones entrecortadas e inacabadas: Más vale pájaro en mano... Cinco y cinco...
El tonema ascendente presenta los tonemas en anticadencia y antisemicadencia. El tonema ascendente de anticadencia se realiza cuando al final de la línea melódica se produce una subida rápida. Se da en oraciones interrogativas totales: ¿Se marchó Luis? El tonema ascendente de antisemicadencia, al final de la línea melódica, produce una subida suave, característica de las oraciones interrogativas parciales o de oraciones que indican oposición o contraste: ¿Quién vino? Unos viven, otros mueren.
2.3
Pausas
Las pausas son las interrupciones que se hacen al final de la emisión de cada grupo fónico. Están motivadas por razones fisiológicas, necesitamos respirar y recuperar en aire para la fonación, y por razones lingüísticas, las pausas son unidades significativas que marcan el final de una expresión con significación. Se pueden distinguir cuatro pausas lingüísticas:
Pausa final o pausa absoluta es la que se hace después de un enunciado con significado completo; se marca en la escritura con punto o punto y coma: Luis se marchó hoy a Valencia.
Pausa enumerativa es la utilizada en la enumeración de elementos; se señala en la escritura con la coma: En la mesa hay libros, ceniceros, papeles...
Pausa explicativa se da cuando se introduce una explicación, se señala en la escritura con coma, paréntesis, raya o guión: Madrid, gran ciudad, es la capital de España.
Pausa potencial es la que hace el hablante cuando desea destacar alguno de los elementos del enunciado expresado; no se señala, generalmente, en la escritura de una manera específica: ¡El viernes iremos de excursión! o ¡El viernes! ¡Iremos de excursión!; en estos ejemplos, se marca por los signos de admiración.
La entonación permite caracterizar y determinar los distintos tipos de textos y de unidades lingüísticas que se dan en la comunicación: textos enunciativos, interrogativos y exclamativos.
3
FUNCIÓN DE LA ENTONACIÓN
Varias son las funciones que realiza la entonación: función distintiva, la entonación permite distinguir el significado oracional: Saldrá ¿Saldrá? ¡Saldrá!; función integradora, la entonación integra las palabras que forman la oración en una unidad significativa: El niño estudia la lección; y función delimitadora, se pueden agrupar las palabras en unidades oracionales menores de significación o relación sintáctica: El niño / estudia / la lección.
Los tres tipos más importantes de entonación son los que corresponden a las oraciones enunciativas, interrogativas y exclamativas: Está lloviendo / ¿Está lloviendo? / ¡Está lloviendo!


El Sistema fonológico español




Sistema fonológico español, conjunto de sonidos articulados (vocálicos y consonánticos), interrelacionados entre sí, que establecen su valor por la oposición que cada uno establece frente a los demás, en función de sus rasgos comunes y diferenciales.
Tanto desde el punto de vista fonético (propiedades articulatorias y acústicas) como desde el punto de vista fonológico (capacidad para formar signos lingüísticos), los sonidos del lenguaje forman un sistema y se relacionan unos con otros al tiempo que se oponen entre sí. El sistema fonológico español está formado por veinticuatro fonemas o sonidos, alguno de los cuales presenta alófonos o realizaciones diferentes de un mismo fonema. Pueden combinarse entre sí para formar unidades superiores. Como, por ejemplo:

/b/ + /o/ /c/ /a/
/f/ + /o/ /c/ /a/
/l/ + /o/ /c/ /a/
/p/ + /o/ /c/ /a/
/r/ + /o/ /c/ /a/
/t/ + /o/ /c/ /a/
Los sonidos /b/, /f/, /l/, /p/, /r/, /t/ entran en relación paradigmática porque tienen un rasgo en común, el ser sonidos consonánticos, aunque se diferencien entre sí por otros rasgos que les hace oponerse. Cada uno de ellos entabla una relación sintagmática con los fonemas /o/ /c/ /a/, ya que al combinarse con ellos da lugar a diferentes palabras: boca, foca, loca, poca, roca, toca.
Existen en español dos clases de sonidos: vocálicos y consonánticos. Cuando al salir el aire procedente de los pulmones, tras pasar por la tráquea, laringe y las cuerdas vocales hacia el exterior, no encuentra ningún obstáculo en la cavidad bucal se produce un sonido vocálico: /a/, /e/, /i/, /o/, /u/; cuando, por el contrario, la columna de aire encuentra algún obstáculo, el sonido es consonántico: /b/, /g/, /m/... Las vocales presentan una mayor abertura de los órganos articulatorios que las consonantes y un mayor número de vibraciones de las cuerdas vocales. Las vocales pueden formar sílabas, mientras que las consonantes necesitan de una vocal para hacerlo. Entre estos dos tipos de sonidos se sitúan los sonidos semivocálicos y semiconsonánticos.
2
EL SISTEMA VOCÁLICO ESPAÑOL
Sistema vocálico del español
El español tiene cinco fonemas vocálicos, en un sistema triangular en que los rasgos pertinentes son el grado de abertura de la cavidad oral y la disposición de los órganos que intervienen en la producción del sonido, en este caso la lengua y los labios.

El español presenta cinco fonemas vocálicos: /a/ vocal central abierta, /e/ vocal palatal media, /i/ vocal palatal cerrada, /o/ vocal velar media, /u/ vocal velar cerrada.
Desde el punto de vista fonético, las vocales se definen por:
a) El lugar de articulación, anterior: /e/, /i/; media: /a/, o posterior: /o/, /u/. Las vocales /e/, /i/ reciben también el nombre de palatales por articularse en la zona del paladar duro, frente a /o/, /u/, llamadas velares por articularse en la zona del velo del paladar; estas últimas están labializadas, aunque la /o/ en menor grado que la /u/.
b) Modo de articulación (abertura de la boca en el momento de articularlas): abierta o alta, si la lengua se encuentra bastante alejada de la bóveda palatal: /a/; media, si la lengua se encuentra separada de la cavidad palatal: /e/, /o/, y cerrada o baja, si la lengua permanece muy próxima a ésta: /i/, /u/. En algunas zonas de Extremadura, Andalucía oriental, Murcia, Uruguay, La Habana y Puerto Rico, la aspiración o pérdida de la - s final del plural o de la segunda persona verbal hace que la vocal anterior se abra para diferenciar estas formas del singular o de la tercera persona.
c) La vibración o no de las cuerdas vocales: todos los sonidos vocálicos son sonoros porque en la realización de todos ellos vibran las cuerdas vocales.
d) Cavidad de resonancia: las vocales son orales, ya que cuando se articula su sonido el velo del paladar permanece adosado a la faringe haciendo salir el aire por la boca; sólo cuando van entre nasales (/m/, /n/), como ocurre en algunas zonas de Andalucía y las Antillas en el habla oral, pueden presentar un alófono ligeramente nasalizado, recibiendo el sonido entonces el nombre de oralnasal.
En español, no existen vocales largas y breves como en otros idiomas; todas ellas pueden considerarse breves; sin embargo, en ocasiones puede hablarse de vocales semilargas y semibreves.
Como fonema integrante de una palabra, la vocal puede ser acentuada o tónica e inacentuada o átona, dependiendo de que reciba o no el máximo de energía articulatoria. Véase Acento; Sílaba.
Semivocales y semiconsonantes: en los diptongos y triptongos, /i/ y /u/ cuando se apoyan en vocales abiertas anteriores, son semivocales, mientras que, cuando se apoyan en vocales abiertas posteriores, son semiconsonantes. Véase Diptongos, triptongos e hiatos.
3
EL SISTEMA CONSONÁNTICO ESPAÑOL
1) Atendiendo a la vibración o no de las cuerdas vocales, los sonidos son: sonoros y sordos.
Son sonoros si al pasar el aire a través de las cuerdas vocales éstas están tensas y la presión del aire las hace vibrar con mucha rapidez: /m/, /d/; si no vibran, los sonidos son sordos: /f/, /t/.
2) Por el modo de articulación (forma especial de realización de cada sonido, independientemente del punto de articulación), los sonidos son: oclusivos, fricativos y africados, líquidos y no líquidos.
Oclusivos (también llamados explosivos o momentáneos): cuando para su articulación se cierra por un instante la salida al aire con los labios, la lengua y el paladar, para abrirla súbitamente, produciéndose una pequeña explosión causada por el aire acumulado: /p/, /t/, /k/, /b/, /d/ y /g/.
Fricativos: si se acercan los órganos articulatorios mucho, pero no llegan a obstruir totalmente la salida al aire: /f/, /s/, /g/, /y/, /j/. Reciben igualmente el nombre de espirantes, constrictivas o continuas.
Africado o semioclusivo: cuando momentáneamente se produce una interrupción en la salida del aire (momento oclusivo), para pasar gradualmente hacia una fricación: /ch/.
Líquidos y no líquidos: Los líquidos tienen a la vez rasgos comunes con las vocales y las consonantes; dentro de ellos se distingue entre: laterales, cuando el aire sale por uno o por los dos laterales de la lengua. /l/, /ll/, y vibrantes, si la punta de la lengua vibra en el momento de su pronunciación: /r/, /rr/. Todas las demás consonantes son no líquidas.
3) Por el punto de articulación (zona en la que un órgano activo entra en contacto con otro pasivo o activo, produciéndose un estrechamiento o cierre en el canal): bilabiales, labiodentales, interdentales y dentales.
Bilabiales: se articulan uniendo los labios para impedir momentáneamente la salida del aire por la boca: /p/, /b/, /m/.
Labiodentales: se unen los incisivos superiores al labio inferior: /f/.
Interdentales: la lengua se sitúa entre los dientes superiores e inferiores: /q/.
Dentales o linguodentales: el ápice de la lengua se coloca en la parte interior de los incisivos superiores: /t/, /d/.
Alveolares o linguoalveolares: el ápice de la lengua toca los alvéolos situados tras los dientes superiores: /s/, /l/, /r/.
Palatales o linguopalatales: el predorso de la lengua se une al paladar duro: /y/, /c/, /l/.
Velares: la parte posterior de la lengua se une al velo del paladar: /k/, /g/, /j/.
4) Atendiendo a la cavidad por donde sale el aire: orales y nasales.
Orales o bucales: el velo del paladar se sitúa pegado a la pared de la laringe e impide el paso del aire hacia las fosas nasales: Todos los fonemas consonánticos menos /m/, /n/, /ñ/.
Nasales: el velo del paladar, separado de la laringe, permite la expulsión del aire por la nariz: /m/, /n/, /ñ/.
Al hablar de fonemas se hace referencia a una idealización existente en la mente de los hablantes sobre cómo se realiza la pronunciación de determinados sonidos; pero al hacer esa idea realidad, los sonidos ofrecen múltiples variedades o realizaciones fonéticas (alófonos) dependiendo de la persona que los emita (variantes individuales), del uso general de una región o país (variantes generales), de la influencia que ejerzan sobre los fonemas otros sonidos y de la posición que ocupen en la cadena hablada (variantes combinatorias). A modo de ejemplo, como variantes generales puede destacarse: La fusión de los fonemas /s/ y /z/ en uno sólo: /z/ (ceceo), o /s/ (seseo) en Andalucía, Canarias y América. La confluencia de los sonidos /ll/, /y/ en una fricativa central (yeísmo) en algunas zonas de España o su neutralización en casi toda América hispana, aunque con algunas excepciones de realizaciones peculiares. La articulación del fonema /x/ en Chile que presenta dos alófonos: [x] ante /a/, /o/, /u/ y [ç] ante /e/, /i/. La aspiración y a veces pérdida de la /-s/ en Extremadura, Murcia, Andalucía, sur de México y otras zonas, que repercute en el timbre de la vocal anterior. La aspiración de /f/ a comienzo de palabra en Andalucía, norte de México, Perú, Chile y algunas zonas de Colombia.
La representación gráfica de los sonidos son las letras. Los fonemas son inmateriales ya que son representaciones mentales de los sonidos; los sonidos y las letras son materiales. Los sonidos son ilimitados, frente a los fonemas y las letras que son limitados. Los primeros son algo individual y concreto, fonemas y letras son algo colectivo y social.
Un fonema puede ser representado por dos o más letras:

/b/: b, v, w: balón, velo, wagneriano.
/z/: se escribe con z ante a, o, u, y c ante e, i: zagal, zopilote, zumo, ceja, cielo.
/c/, /qu/ y /k/: se escribe con c ante a, o, u y las consonantes l y r; como qu ante e, i, y como k en algunas palabras: cama, comedia, curandero, clavel, cresta; quemadura, química; kilómetro.
/i/: i/y: mirto, buey.
/j/: se escribe con j ante cualquier vocal, pero puede representarse con una g ante las vocales e, i: jarrón, jícara; general, gimnasia.
/g/: se representa como g ante las vocales a, o, u y ante las consonantes l, r, mas como gu ante e, i: gamo, gorila, guacamayo; glotón, grasa; guerra, guitarra.
/r/: se escribe r al principio de palabra y tras las consonantes l, n, s; sin embargo, como rr cuando va entre vocales: rama, alrededor, honra, israelita, arroz.
Ciertas letras, como la h o la u tras la q, no representan ningún fonema: hombre, querer. La x, en cambio, representa los sonidos s, ks y gs: excusa, expendio, taxidermista.


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