El invento del sello
Sello antiguo |
Los sellos se utilizaron durante miles de años para cerrar acuerdos, registrar transacciones y validar documentos. Los sellos, una de las formas más antiguas de impresión, consistían en una piedra con un dibujo tallado o en relieve, que se oprimía sobre barro húmedo o cera para crear una marca característica y reproducible. Este sello con un toro procede de la India y es representativo de la época comprendida entre 2300 a.C. y 1750 a.C.
Sello, troquel o estampilla tallados en metal, piedra o piedra preciosa, utilizados para marcar documentos y objetos con la señal de su origen oficial o de su propiedad; el término se aplica también a la propia marca. Los sellos grabados con motivos pictóricos o con nombres de reyes han sido de gran ayuda para los historiadores en su tarea de reconstruir los acontecimientos de la historia antigua y de arrojar luz sobre detalles como los trajes, armaduras, naves y arquitectura de la antigüedad.
Los sellos antiguos solían estar grabados en hueco (véase Técnicas de grabado), con un dibujo que dejaba una impresión convexa en lacre o en arcilla húmeda. La evolución del sello, como medida de seguridad, se produjo antes de que se extendiera la escritura, pues se utilizaba para garantizar el cierre de vasijas, cajas, sacas y fardos. Hacia el año 3200 a.C., se utilizaban en Mesopotamia sellos de hueso o de piedra: eran pequeños cilindros tallados con dibujos geométricos o con figuras de animales que se hacían rodar sobre arcilla húmeda para producir un dibujo repetitivo, a manera de friso. Los sellos de Mesopotamia servían para autentificar los documentos escritos en arcilla, poniendo el remitente su marca personal en el propio documento y en la caja, también de arcilla, que servía de envoltorio. En el antiguo Egipto, se enrollaban los documentos escritos en hojas de papiro y luego se ataban, cubriendo el nudo con lacre, donde se aplicaba el sello.
Con la propagación de la escritura se incrementó el uso del sello que se fabricaba con metales preciosos y gemas. Los antiguos griegos y romanos utilizaban, incluso con fines legales, sellos, anillos de sello y sellos de retrato con la efigie del propietario.
Su empleo estaba muy extendido en la Europa medieval, no sólo entre los gobernantes y funcionarios, sino también entre los pequeños terratenientes. Había sellos reales, religiosos, municipales y comerciales y eran de gran importancia para el gobierno.
El empleo de sellos decreció en el siglo XIX, pues con el aumento de la alfabetización aumentó también la preferencia por la firma personal. Sin embargo, hasta la llegada de los sobres engomados, se seguían sellando las cartas con lacre o con goma laca.
En China y en Japón se utilizaban los sellos para confirmar una firma o para identificar posesiones como cajas, libros o cuadros. No iban estampados como en Occidente, pero se utilizaban con tinta como estampillas, por lo que representan una forma temprana de impresión. Por lo general eran cuadrados y en ellos se leía simplemente “Sello de” seguido del nombre del propietario.
Entre las culturas prehispánicas mesoamericanas se encuentra una serie de sellos o pintaderas tallados en cerámica, terracota o piedra y, se supone, que los debió de haber de madera. Su uso principal y más original era la decoración ritual del cuerpo humano, aunque también servían para decorar cerámica y textiles. Los sellos o pintaderas se remontan a las culturas más primitivas que empezaron a asentarse en el valle de Mexico, posiblemente anteriores al Horizonte Preclásico (1800 a.C.) y perduraron hasta los últimos días del imperio mexica de la Gran Tenochtitlan (1521). A grandes rasgos, los sellos podían ser de dos tipos: planos y con un mango en la parte posterior, y cilíndricos. Estos últimos podían ser huecos, para pasarles un palo por el centro y hacerlos rodar sobre la superficie que se quería pintar, o bien, sólidos, como un rodillo de amasar actual. En todos los casos, la superficie de los sellos estaba cubierta de motivos simbólicos y ornamentales en relieve.