El invento del Contrato social




Jean-Jacques Rousseau
Jean-Jacques Rousseau estudió diversos ámbitos de la filosofía social. El contrato social es una defensa clásica de la forma democrática de gobierno. Rousseau confiaba en la 'voluntad general' de un pueblo democrático, expresado en el voto de la mayoría, para adoptar las decisiones importantes. Esta confianza en la mayoría contrasta con las ideas de los filósofos que defendían los derechos individuales y minoritarios.

Contrato social, acuerdo voluntario que define tanto la relación mutua de los individuos, concebidos como sujetos morales libres como la relación de éstos con el gobierno y por este proceso estructura una sociedad bien conformada. La preocupación por el origen y condiciones de una obligación política se hizo patente incluso en los escritos de los filósofos y estadistas de la antigua Grecia y Roma, aunque estas ideas no fueron formuladas de modo sistemático hasta finales del siglo XVI, cuando los autores protestantes buscaron un principio democrático con el que oponerse a la teoría autoritaria del derecho divino de los reyes, que era el resultado de trasladar al campo político su concepto de autonomía moral del individuo. En los siglos XVII y XVIII la teoría de un pacto social entre los individuos de una sociedad fue inseparable de la doctrina del derecho natural. Las principales teorías relativas al contrato social fueron expuestas por los pensadores ingleses Thomas Hobbes y John Locke y por el filósofo francés Jean-Jacques Rousseau.

El invento del Comunismo




Karl Marx
Karl Marx fue, junto a Friedrich Engels, el fundador del socialismo científico. Autor del Manifiesto Comunista y de El capital, ambas obras se convirtieron en el sustrato ideológico de dicho movimiento, que pronto pasaría a ser conocido por el nombre de comunismo.

Comunismo, ideología política cuya principal aspiración es la consecución de una sociedad en la que los principales recursos y medios de producción pertenezcan a la comunidad y no a los individuos. En teoría, estas sociedades permiten el reparto equitativo de todo el trabajo en función de la habilidad, y de todos los beneficios en función de las necesidades. Algunos de los conceptos de la sociedad comunista suponen que, en último término, no se necesita que haya un gobierno coercitivo y, por lo tanto, la sociedad comunista no tendría por qué tener legisladores. Sin embargo, hasta alcanzar este último estadio, el comunismo debe luchar, por medio de la revolución, para lograr la abolición de la propiedad privada; la responsabilidad de satisfacer las necesidades públicas recae, pues, en el Estado.
El concepto comunista de la sociedad ideal tiene lejanos antecedentes, incluyendo La República de Platón y las primeras comunidades cristianas. La idea de una sociedad comunista surgió, a principios del siglo XIX, como respuesta al nacimiento y desarrollo del capitalismo moderno. En aquel entonces, el comunismo fue la base de una serie de afirmaciones utópicas; sin embargo, casi todos estos primeros experimentos comunistas fracasaron; realizados a pequeña escala, implicaban la cooperación voluntaria y todos los miembros de las comunidades creadas participaban en el proceso de gobierno.
Posteriormente, el término ‘comunismo’ pasó a describir al socialismo científico, la filosofía establecida por Karl Marx y Friedrich Engels a partir de su Manifiesto Comunista. Desde 1917, el término se aplicó a aquellos que consideraban que la Revolución Rusa era el modelo político ideal, refundido el tradicional marxismo ortodoxo con el leninismo, creador de una verdadera praxis revolucionaria. Desde el inicio de aquélla, el centro de gravedad del comunismo mundial se trasladó fuera de la Europa central y occidental; desde finales de la década de 1940 hasta la de 1980, los movimientos comunistas han estado frecuentemente vinculados con los intentos de los países del Tercer Mundo de obtener su independencia nacional y otros cambios sociales, en el ámbito del proceso descolonizador.
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LAS OBRAS DE MARX Y ENGELS
En sus obras, Marx y Engels intentaron analizar la sociedad capitalista. Pusieron de manifiesto las contradicciones existentes en el seno de la sociedad contemporánea: los derechos fundamentales no habían abolido la injusticia; los gobiernos constitucionales no evitaban ni la mala gestión ni la corrupción; la ciencia posibilitaba el dominio de la naturaleza pero no el de las fluctuaciones de los ciclos económicos; y la eficiencia de los modernos modos de producción no evitaba la existencia de barrios marginales en medio de la abundancia.
Describían la historia de la humanidad como el intento, de hombres y mujeres, por desarrollar y aplicar su potencial creativo con el fin de controlar las fuerzas de la naturaleza para poder mejorar la condición humana. Al realizar este esfuerzo para desarrollar y controlar las fuerzas productivas, la humanidad ha logrado grandes éxitos; la historia consiste en la historia del progreso. No obstante, al buscar el desarrollo de la productividad se han creado varias instituciones que han provocado una explotación, dominación y muchos otros males; el precio que la humanidad tiene que pagar por el progreso es el tener una sociedad injusta.
Según Marx, todos los sistemas sociales del pasado habían sido un medio para que unos pocos, ricos y poderosos, pudieran vivir a costa del trabajo y la miseria de una mayoría pobre. Por eso, todo sistema está amenazado por un posible conflicto surgido de cada contradicción histórica. Además, cada modo de producción que se sucede en el tiempo tiene fallos que, antes o después, terminarán por destruirlo, bien por su propia desintegración, bien por una revolución alentada por la clase oprimida. Engels y Marx pensaban que el sistema capitalista también tenía fallos y, por lo tanto, estaba condenado a su autodestrucción. Intentaron demostrar que cuanto más productivo fuera el sistema, más difícil sería que funcionara: cuantos más bienes fuera acumulando menos utilidad marginal se obtendría de esos bienes; cuanto más preparada estuviera la población, menos podrían utilizar sus capacidades. En definitiva, el capitalismo acabaría ahogándose en su propia riqueza.
Se creía que el colapso de la economía capitalista culminaría en una revolución política en la que el proletariado se rebelaría contra la clase opresora y acabaría con la propiedad privada de los medios de producción. Dirigida por y para el pueblo (tras un breve periodo de dictadura proletaria), la economía produciría, no en virtud del lucro y la rentabilidad, sino de las necesidades de la sociedad, con lo cual, una vez satisfechas éstas, las desigualdades desaparecerían a la par que los gobiernos coercitivos. Este proceso ocurriría, según las previsiones de Marx y Engels, en los estados más industrializadas de Europa occidental, donde el capitalismo había creado las condiciones necesarias para que estos cambios tuvieran lugar.
El capitalismo, aunque ha estado en peligro en ocasiones, no se ha colapsado; en los países autodenominados comunistas siguen produciéndose desigualdades y persisten tanto la escasez como los gobiernos coercitivos; por otra parte, los seguidores de Marx han alcanzado el poder en países que no reunían las condiciones que Marx y Engels consideraban esenciales. El primer país que instauró un sistema comunista fue Rusia, un Estado de gran extensión, pobre y relativamente atrasado, que iniciaba a principios del siglo XX su proceso de industrialización pero en el que no existía una auténtica clase burguesa autóctona que protagonizara la transición de una sociedad del Antiguo Régimen a otra capitalista. El pueblo ruso, mayoritariamente analfabeto, no tenía ninguna experiencia en cuanto a participación política. En 1917, la Revolución Rusa puso fin al gobierno zarista y, tras un periodo de inestabilidad política, convirtió a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) en el primer Estado regido por un partido comunista, concretamente el bolchevique dirigido por Lenin.
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DESARROLLO SOVIÉTICO POLÍTICO Y ECONÓMICO
Lenin arenga al Ejército Rojo
El máximo dirigente bolchevique, Lenin, se convirtió en la principal figura de la Revolución Rusa de 1917 y del Estado surgido del triunfo de ésta. Aquí aparece dirigiéndose el 25 de mayo de 1919 a las tropas del Ejército Rojo en la plaza Roja de Moscú, durante la Guerra Civil rusa.


Desde la conquista del poder por los bolcheviques, el gobierno comunista de la Unión Soviética se enfrentó a toda una serie de problemas. Durante los primeros años, los enemigos del sistema dentro del país cuestionaban incluso la existencia del gobierno. Cuando el partido comunista salió victorioso, tuvo que enfrentarse con la necesidad de reconstruir y modernizar la arruinada economía del país. Después, todos los esfuerzos estuvieron encaminados a transformar un país atrasado en una nación industrial y en una primera potencia militar.
El objetivo era ambicioso, los obstáculos enormes, y no había tiempo que perder, sobre todo después de la desastrosa interrupción que significó la II Guerra Mundial. Por ello, los líderes soviéticos eran implacables a la hora de organizar todos los recursos disponibles, materiales y humanos, para lograr la modernización. La dura disciplina y la austeridad económica que se requería sólo podían imponerse mediante una inflexible dictadura que pudiera controlar todas las actividades de los ciudadanos y suprimir cualquier viso de disidencia o autonomía. El sistema de control total resultante fue denominado estalinismo, en virtud del personaje que lo protagonizó, Iósiv Stalin, el líder que controló y diseñó el gobierno de la URSS durante más de un cuarto de siglo tras la muerte de Lenin.
Por supuesto, el estalinismo se alejó tanto del dogma marxista como de la ideología leninista, estimulando el surgimiento de nuevas vías de comunismo de oposición, tales como el trotskismo. Tres décadas después de la muerte de Stalin, la URSS seguía regida por la imposición y no por el consenso; era una sociedad administrada de forma autoritaria por una burocracia administrativa que no era ni menos conservadora, ni estaba más cerca del pueblo de lo que lo están todas las grandes burocracias del mundo. La vida cultural e intelectual del país seguía, fundamentalmente, bajo el control del partido dirigente. Mientras tanto, la ideología del partido afirmaba que se había alcanzado el socialismo y que la implantación final del verdadero comunismo estaba cercana. El contexto histórico en que tal proceso se desarrolló provocó la disidencia de países en los que, si bien se había adoptado el marxismo, no se aceptaba la hegemonía soviética sobre el conjunto del comunismo mundial; tal fue el caso de China, donde su líder Mao Zedong alumbró una nueva tendencia comunista ajustada a las peculiaridades del Tercer Mundo que recibió el nombre de maoísmo.
A principios de la década de 1980, la URSS era la segunda potencia industrial mundial. Su arsenal bélico y equipamiento industrial estaban respaldados por importantes avances científicos y por un alto nivel general de educación técnica. El nivel de vida, aunque seguía siendo bajo comparado con el de los países occidentales, había aumentado considerablemente desde la II Guerra Mundial. Sin embargo, hacia finales de la década se fue haciendo patente que el comunismo soviético estaba en crisis. El crecimiento de los nacionalismos entre las repúblicas soviéticas, unido al resentimiento provocado por décadas de escasez y arbitrariedades, desafiaron tanto los fundamentos ideológicos del comunismo como la legitimidad del Estado. A finales de 1991, la lucha política llevó al colapso al Partido Comunista y a la propia disolución de la URSS.
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LA URSS Y EL COMUNISMO MUNDIAL
La relación entre el primer Estado comunista y el resto del mundo fue, lógicamente, problemática. Para Occidente, un gobierno comunista siempre constituiría una amenaza y desde su implantación, se intentó destruirlo por la fuerza; estos intentos no hicieron más que reforzar los esfuerzos del gobierno comunista por salvaguardar su integridad extendiendo la revolución al resto del mundo. A pesar de su posición aislada y amenazada, el régimen comunista también necesitaba establecer relaciones comerciales y alianzas con otros países.
Entre 1945 y 1975 el número de países comunistas aumentó espectacularmente, en parte porque los países vencedores de la II Guerra Mundial se repartieron el mundo y, en parte, porque los movimientos revolucionarios comunistas fueron ganando fuerza en muchos países del Tercer Mundo.
Los rápidos cambios políticos ocurridos en Europa del Este, la URSS y otros lugares del mundo entre 1989 y 1991 redujeron de forma dramática el número de regímenes comunistas existentes. Los gobiernos comunistas que aún perduran siguen leales a las doctrinas de Marx y Lenin, pero difieren no sólo en tamaño y desarrollo industrial, sino también en la interpretación de sus principios, objetivos y forma de gobierno. El comunismo mundial también abarca numerosos movimientos que luchan por el poder y son todavía más heterogéneos que los regímenes comunistas existentes.


El invento de la Burocracia





Burocracia, estructura administrativa y de personal de una organización. Las entidades empresariales, laborales, religiosas, docentes y oficiales exigen unos abundantes recursos humanos, ordenados según un esquema jerárquico para desempeñar unas tareas especializadas basadas en reglamentos internos. El término se utiliza principalmente al referirse a la Administración pública. Se usa peyorativamente para denotar pérdida de tiempo, ineficacia y papeleo.
Sin embargo los obstáculos para el desarrollo de algunos países ha sido la carencia de estas técnicas de organización en gran escala. Por otro lado, parece ser que las burocracias dan lugar a mentalidades rígidas, a una preocupación mayor por el reglamento que por los resultados y a otros vicios que ponen en entredicho su eficacia en contraste con otros tipos de organización menos sujetos a estructuras fijas y que dependen más del buen funcionamiento para su supervivencia.
Max Weber, el más importante estudioso de la estructura y principios de la burocracia, identificó las siguientes normas básicas fundamentales: 1) el funcionariado está organizado como una jerarquía de mandos, 2) los funcionarios son remunerados mediante un sueldo y no reciben gratificaciones por servicios, 3) la autoridad de los funcionarios proviene de su cargo y viene determinada por éste, 4) el nombramiento responde a méritos probados, no a recomendaciones, 5) las decisiones se toman de acuerdo con unas reglas estrictas preestablecidas y 6) las burocracias actúan mediante la aptitud técnica y mantienen un registro de sus actuaciones. Weber consideraba que las burocracias constituidas de esta manera eran especialmente eficaces para cumplir con sus funciones, y por ello confiaba en que la burocratización se extendiera por todo el mundo moderno.
Las críticas posteriores a las ideas de Weber señalaron que pocas burocracias encarnan todos estos ideales y que a menudo pueden ser menos eficaces que otros tipos de organización. La China imperial, quintaesencia de la burocracia estatal, estaba especialmente agobiada por el cohecho y el favoritismo. No obstante, esos seis puntos siguen siendo una guía útil sobre las características y el sentido de la burocracia. Los teóricos weberianos que argumentaron que todas las sociedades modernas se convertirían en Estados burócratas, obligados por la necesidad de converger en un patrón burocrático único, quedaron desmentidos a finales de la década de 1980 por el colapso de las ineficaces economías centralizadas y por la deliberada reducción de la burocracia en algunos estados capitalistas.

El invento de los DE LOS PRIMEROS TRENES ELÉCTRICOS A LOS DE ALTA VELOCIDAD




Ya a fines del siglo XIX comienzan los trabajos de electrificación en los ferrocarriles.

En realidad, el primer ferrocarril eléctrico fue construido por el ingeniero Werner Von Siemens para la Berlin Trades Exhibition, del 31 de mayo al 30 de septiembre de 1879. Su montaje se hizo en trocha angosta sobre un largo de 600 yardas. La máquina tenía 3 HP, Y tomaba la corriente de 150 v de un tercer riel. Llevaba pasajeros en 3 coches a la velocidad de 4 millas la hora.

Así sucesivamente fueron construyéndose trenes subterneos en las grandes ciudades como en los suburbios. Todas las Instalaciones, en general eran a tercer riel y concatenarlas, o sea tomaban la corriente con pantógrafo, colocado
encima de los vehículos, y la corriente era continua, con distintos tipos de voltaje según el que se elegía.

De todos modos las instalaciones tenían un gran costo v necesitaban gran cantidad de tiempo para amortizar el dinero invertido, por lo tanto solamente se electrificaban las .líneas de gran movimiento de trenes.

Pero el gran adelanto en esta materia, es la electrificación con corriente alterna de 25.000 v (25 Kv) 50 c/s. Todas las Instalaciones desde hace 30 años casi se hacen con este sistema, así el costo de las obras fijas bajan en más o menos un 50 por ciento.

Este sistema se originó en una idea hoce ya bastante tiempo, entre 1915 y 1920. La iniciativa la tuvo el ingeniero húngaro llamado Koloman Kando, ingeniero en jefe de la
famosa casa Ganz & Cía., de Hungría, dedicada a la construcción de famosos materiales ferroviarios.

Se le ocurrió aplicar a una locomotora eléctrica que se estaba desarrollando en esa fábrica, una sola fase de corriente alterna que se tomaba directamente del sistema
nacional de 50 ciclos, 16Kv. La única fase fue convertida a tres fases. La locomotora fue experimentada en una línea especialcerca de Budapest y la frontera austríaca, hasta la localidad de Hegyeshalom (119 millas), en 1933.

En 1936, los alemanes tomaron el sistema para colocarlo en el ferrocarril de Hollenthal, desde el Rhin hasta la Selva Negr9, en 48 millas, que fungían como ruta para experiencias.

Al final de la Segunda Guerra Mundial, esta parte quedó en la zona francesa. Los Ingenieros de este país quedaron impresionados por la potencialidad del sistema.

El paso del tiempo, no hizo rnós que manifestar las enormes ventajas del mismo. La corriente tomada directamente del abastecimiento estándar de la industria, hace que el tren sólo necesite conductores livianos, además se usan estructuras menos pesadas y pocas subestaciones.

En la década del sesenta con este sistema, se inauguran los ferrocarriles de gran velocidad, comenzando un hito en la historia de los transportes ferroviarios.


FERROCARRILES DE GRAN VELOCIDAD JAPÓN

Comienzan a ponerse en funcionamiento los avances tecnológicos en los ferrocarriles en Japón, el 1 de noviembre de 1965, cuando las grandes velocidades alcanzan los 160 Km por hora.

Se construye una línea de trocha estóndar, también llamada media, la primera en Japón, pues todas las demós existentes son de 1,07m, y se le llama la línea del Tokaido. Une Tokio con Osaka a 321 millas.

A partir de este comienzo nuevas líneas se van construyendo en Japón, los trenes corren ya cerca de los 300 km por hora, por nuevas líneas que se van extendiendo por todo el territorio japonés, y además predominan diseños cada vez más eficaces en los trenes; éstos son los famosos trenes denominados "Bala".
J.R. Central indujo el 8 de marzo de 1990, el prototipo de su nueva generación de trenes Shinkansen, el de la serie 300 o .Súper Hlkari. El nuevo tren podrá circular a 270 km/h en lugar de la actual velocidad de 220 km/h en la línea del Tokaido existente. Se someterá a ensayos durante alrededor de un año y, si da buenos resultados, se ordenaron versiones para su producción a partir del año 1991.

FRANCIA

En Franela las velocidades con los nuevos trenes T.G.V. han cambiado la Imagen del transporte ferroviario, a situaciones Impensadas hasta hacía pocos años.

Ya corren normalmente los trenes a 300 km/h. y el nuevo T.G.v. Atlóntlco el 18 de mayo de 1990, a las 10.06 de la mañana, en prueba, batió todos los récords en velocidad
sobre rieles ortodoxos, pero con tendidos especiales para este tipo de trenes; la velocidad fue de 515,3 km/h
. La Sociedad Nacional de Ferrocarriles Franceses (SN.C.F.) ha propuesto al gobierno que se construyan 14 nuevas líneas de gran velocidad T.G.v. de un total de alrededor de 3.400 km para el año 2015, a un costo de 33.000 millones de dólares.

Las nuevas líneas incluyen la propuesta -- T.G.V. Este-, de París a Estrasburgo.

ALEMANIA

Los servicios ferroviarios de Intercity, en Alemania, van a dar un paso importante en 1991. Esto marca la entrada en servicio de una nueva generación de trenes de alta velocidad, llamados Interclty Express (ICE), y la terminación de las dos primeras líneas de alta velocidad construidas por los Ferrocarriles Federales Alemanes (DB), con un total de 427 km. Esto permite introducir a los alemanes sus primeros servicios en la gama de velocidades de 200 a 280 km/h.

Unió las ciudades de Hamburgo, Frankfurt, Stuttgart y Múnich La primera línea de alta velocidad tiene solamente el 5% de terreno natural, todos los restantes son viaductos, puentes, túneles, terraplenes, etc. Los ICE significan mucho más que velocidad y viajes más cortos: están capacitados para ofrecer a los viajeros más confort que los trenes Interclty convencionales. Además, desde el punto de vista tecnológico, representan una ventaja a la gran velocidad; sobre



El invento de los Ganadores de la Concha de Oro




Ganadores de la Concha de Oro

AÑO
CONCHA DE ORO
1953
La guerra de Dios, de Rafael Gil
1954
Sierra maldita, de Antonio del Amo
1955
Giorni d’amore (Días de amor), de Giuseppe de Santis
1956
Il ferroviere (El ferroviario), de Pietro Germi
1957
La nonna Sabella (Sabela), de Dino Risi
1958
Ewa chce spac (Eva quiere dormir), de Tadeusz Chmielewski
1959
The Nun’s Story (Historia de una monja), de Fred Zinnemann
1960
Romeo, Julia a tma (Romeo, Julieta y las tinieblas), de Jirí Weiss
1961
One-Eyed Jacks (El rostro impenetrable), de Marlon Brando
1962
L’isola di Arturo (La isla de Arturo), de Damiano Damiani
1963
Mafioso (El poder de la Mafia), de Alberto Lattuada
1964
America, America (América, América), de Elia Kazan
1965
Mirage (Espejismo), de Edward Dmytryk
1966
I Was Happy Here (Retorno al pasado), de Desmond Davis
1967
Two for the Road (Dos en la carretera), de Stanley Donen
1968
The Long Day’s Dying (Todo un día para morir), de Peter Collinson
1969
The Rain People (Llueve sobre mi corazón), de Francis Ford Coppola
1970
Ondata di calore, de Nelo Risi
1971
Le genou de Claire (La rodilla de Clara), de Eric Rohmer
1972
The Glass House (La casa de cristal), de Tom Gries
1973
El espíritu de la colmena, de Víctor Erice
1974
Badlands (Malas tierras), de Terence Malick
1975
Furtivos, de José Luis Borau
1976
Tabor ukhodit v nebo (Los gitanos se van al cielo), de Emil Loteanu
1977
Neokonchyonnaya piesa dlya mekhanichskogo pianino (Pieza incompleta para piano mecánico), de Nikita Mijalkov
1978
Alambrista, de Robert Young
1979
Ossny maraphon (Maratón de otoño), de Gueorgui Danelia
1980
Dyrygent (El director de orquesta), de Andrzej Wajda
1981
Storie di ordinaria follia (Ordinaria locura), de Marco Ferreri
1982
Demonios en el jardín, de Manuel Gutiérrez Aragón
1983
Coup de foudre (Entre nosotras), de Diane Kurys
1984
Rumble Fish (La ley de la calle), de Francis Ford Coppola
1985
Yesterday, de Radoslaw Piwowarski
1986
La mitad del cielo, de Manuel Gutiérrez Aragón
1987
Urs al-jalil (Boda en Galilea), de Michel Khleifi
1988
On the black hill, de Andrew Grieve
1989
La nación clandestina, de Jorge Sanjinés
1990
Las cartas de Alou, de Montxo Armendáriz
1991
Alas de mariposa, de Juanma Bajo Ulloa
1992
Un lugar en el mundo, de Adolfo Aristarain
1993
Principio y fin, de Arturo Ripstein
1994
Días contados, de Imanol Uribe
1995
Margaret’s Museum, de Mort Ransen
1996
Trojan Eddie, de Gilles MacKinnon
Bwana, de Imanol Uribe
1997
Rien ne va plus (No va más), de Claude Chabrol
1998
El viento se llevó lo que, de Alejandro Agresti
1999
C’est quoi la vie? (¿Qué es la vida?), de François Dupeyron
2000
La perdición de los hombres, de Arturo Ripstein
2001
Taxi para tres, de Orlando Lübbert
2002
Los lunes al sol, de Fernando León de Aranoa
2003
Schussangst, de Dito Tsintsadze


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