Navegación deportiva
Navegación deportiva, actividad lúdica y deportiva en la que se utilizan barcos o navíos que son impulsados por la fuerza motriz del viento, por medio de velas, o por un motor (interno o externo al casco, lo que se denomina intraborda o fueraborda respectivamente). Véase Barcos menores (diseño y construcción).
2 | | PRINCIPIOS BÁSICOS DE LA NAVEGACIÓN A VELA |
Partes de un velero
Aunque existen muchos tipos de veleros, todos ellos comparten una serie de elementos comunes. El cuerpo principal de la embarcación es el casco, cuyas zonas delantera y trasera se denominan, respectivamente, proa y popa. El timón se sitúa en la popa y es una de las principales piezas de la nave, pues sirve para gobernarla. La orza de quilla, bajo el casco, reduce los movimientos laterales del barco y ayuda por tanto a los marineros a mantener un curso constante. La botavara y el mástil, a los que va sujeta la vela mayor, sostienen la navegación. La vela triangular dispuesta hacia proa se llama foque.
Los métodos varían según la manera en que estén aparejados los barcos, pero los principios esenciales de navegación son los mismos para todas las embarcaciones. El punto más simple y fácil de comprender en la navegación es lo que se llama, en términos náuticos, navegar a favor de viento, que, como el término indica, implica seguir el mismo curso que tiene el viento que sopla. Como muestra el primer diagrama de la figura 1, la vela o velas están colocadas, aproximadamente, en un ángulo de 90º con respecto al eje longitudinal del barco, derivando la fuerza motriz (véase Potencia) del empuje del viento en la parte trasera de la superficie de las velas. Este tipo de navegación se llama empopada.
Al navegar hacia fuera del viento, como se muestra en el diagrama del medio, el viento alcanza al barco por un costado, o de través, y las velas están colocadas, aproximadamente, en un ángulo de 45º con respecto al eje del barco. En esta posición de navegación, el viento ejerce una acción de estirar más que de empujar en la vela, que actúa como un plano aerodinámico, parecido al ala de un avión. El principio general de la acción del viento es que éste pasa a una velocidad mayor por la parte delantera de la vela, creando un área de baja presión delante de la misma. La fuerza real ejercida por el viento llega en los ángulos apropiados a la vela, como indica la línea de puntos a. Esta fuerza tendería a derivar el barco en un ángulo oblicuo si el casco del mismo fuera totalmente plano. Sin embargo, todos los barcos de vela están equipados con una quilla fija o una orza retráctil, que actúa como una superficie plana en sentido longitudinal para prevenir el movimiento lateral del barco en el agua. El efecto de este plano se muestra por la línea de puntos b, y el curso real del barco, que es la resultante de ambas fuerzas (la del viento y la de resistencia de la quilla) es la línea de puntos c, que representa el movimiento hacia adelante.
Dos tipos de virada
Una embarcación puede virar de dos formas. Una es la virada por avante (izquierda) maniobra que se hace orzando hasta tener el viento de proa y luego arribando hasta que incida en la otra cara de las velas. Otra forma es la virada por redondo o trasluchada (derecha), algo más peligrosa, ya que el viento sopla por popa y desplaza con fuerza la botavara. Si esta maniobra no se ejecuta con cuidado, la embarcación puede llegar a volcar.
Si los botes o barcos de vela pudieran navegar sólo a favor de viento sería imposible alcanzar destinos que, desde el punto de salida, estuvieran en contra del viento. Sin embargo, navegando contra el viento (ceñir), un velero puede seguir un curso de aproximadamente 45º con relación a la dirección en la que sopla el viento, como se indica en la figura 1. Navegando en una sucesión de cursos, primero hacia la derecha y luego hacia la izquierda de la dirección del viento (una maniobra llamada virada), los veleros pueden trazar una trayectoria en zig zag (dar bordadas) y remontar en dirección hacia el viento, como muestra la figura 2. Se dice que un barco está amurado a estribor cuando navega de manera que el viento le sopla por el lado derecho, o estribor, y está amurado a babor, cuando el viento le sopla por el lado izquierdo, o babor (el costado derecho o izquierdo se entiende mirando el barco desde la popa).
El proceso de cambiar un bote de una amura a la otra, llamado virar, puede hacerse de dos maneras: el barco puede ser conducido de forma que su proa (el extremo frontal) apunte hacia el viento y luego hacia afuera del viento, en la amura opuesta (virar por delante). Cuando el barco apunta hacia el viento, pierde velocidad y las velas son presionadas directamente hacia atrás por el viento. Entonces, conforme la proa se aparta de la dirección en la que sopla el viento, hacia la otra amura, las velas se llenan de nuevo con el viento y adoptan una posición en el otro costado del barco. Durante el tiempo del viraje, el barco no recibe ninguna fuerza del viento, y debe contar con su propia inercia para mantener velocidad suficiente como para ser dirigido hacia la otra amura. Cuando un barco no lleva suficiente inercia y se para con su proa apuntando al viento y las velas desventadas, se dice que se encuentra apresado.
El otro método para cambiar de amura consiste en conducir el barco hacia afuera de la dirección en la que sopla el viento, hasta que éste llene las velas desde el otro lado y el barco esté en la otra amura. Esta maniobra se llama trasluchada. Navegando en empopada, un cambio de dirección de viento puede causar que el barco trasluche sin querer, lo que es una situación peligrosa debido a la velocidad con que las botavaras, o palos, que se encuentran en los pies de las velas, pasan de un lado a otro de la cubierta del barco, y también por el riesgo de que se parta algún mástil. En este tipo de trasluchadas, se puede llegar a perder el control momentáneamente y, si hay mar gruesa, un barco pequeño puede volverse sobre un costado con riesgo de zozobrar. Una trasluchada incontrolada con viento fuerte puede, frecuentemente, partir los mástiles de la embarcación. Cuando se traslucha intencionadamente, los marineros ciñen las velas aguantando las botavaras mientras giran, de forma que la botavara recorra una distancia corta cuando el viento alcanza la otra parte de las velas.
Durante un tiempo tormentoso, el área de vela expuesta puede reducirse por otro procedimiento de control llamado rizar. El rizo se hace agrupando una porción de la vela aflojada a lo largo de la verga o de la botavara, y asegurando el velamen doblado con cuerdas pequeñas llamados cabos de rizo. La parte de la vela que se pliega es el rizo.
En los barcos de vela, éstas se ciñen y, en cierto grado, se controlan, de acuerdo con la dirección del viento, por medio de cuerdas llamadas escotas y drizas.
Los barcos que usan velas como fuerza propulsora pueden clasificarse en cruceros a vela, botes (dinghys), balandros, cruceros auxiliares y veleros con motor. Los cruceros a vela son más largos y anchos que los balandros y, a diferencia de estos últimos, tienen camarotes para alojarse. Un crucero auxiliar es un crucero a vela con un motor intraborda. Un velero a motor es un barco que, en un principio, utiliza un motor o motores potentes para desplazarse, pero que puede también hacerlo con velas. El crucero con cabina, que está equipado con camarotes completos para vivir dos o más personas, es el más popular de los barcos con motor que se usan como yates. Los barcos más grandes suelen ir equipados con motores intraborda de gasolina o diesel. Muchos de los de tipo más pequeño, incluidos los que pueden ser montados a partir de kits, normalmente van propulsados por motores fueraborda.
Los barcos de vela que se usan para regatas se pueden agrupar en tres categorías: clase única, desarrollo o fórmula, y handicap. Los barcos de clase única son de varios tipos y todos los que pertenecen a una clase particular son idénticos; en las regatas de este tipo, en consecuencia, el éxito viene determinado por la destreza del patrón y la tripulación más que por diferencias de diseño o equipo. Particularmente populares entre navegantes con medios económicos limitados son los barcos pequeños de clase única, como el Enterprise, Mirror o Laser, cuya longitud oscila entre los 2 y los 12 m de largo. Los barcos de desarrollo o fórmula difieren ligeramente unos de otros en ciertas particularidades como el largo del casco, desplazamiento y área de las velas. Todos los barcos de una clase determinada deben cumplir un desarrollo total al que se llega de acuerdo con una fórmula matemática dada. El éxito de los barcos de desarrollo depende, de alguna forma, de la experiencia y acierto de su diseñador. Los barcos que difieren mucho en tamaño y diseño compiten en regatas handicap. Los barcos se miden con arreglo a un criterio determinado y se les asignan unos tiempos de paso apropiados. Este sistema permite competir, en términos de igualdad, a barcos pequeños y superficiales con barcos pesados y de gran tamaño. Durante el siglo XX los botes de vela se han convertido en la forma más popular de navegación a vela; tienen habitualmente entre 3 y 6 m de eslora y son las embarcaciones ideales para principiantes, pues pueden ser sacados del agua y guardados en tierra, remolcados por un coche o dejarse amarrados. Su trayectoria depende del peso de los tripulantes que se mueven por el barco para evitar los efectos desequilibrantes del viento. Ha habido numerosas clases desde que en la década de 1920 la clase ‘14 internacional’ se estableció como clase nacional de botes a vela. Los diseños de Uffa Fox dominaron la clase desde 1927 hasta 1939. Hoy probablemente la clase más popular es la clase Mirror. La primera regata internacional para botes de vela se celebró en Long Island Sound (Estados Unidos) en 1933. Los botes de vela son inmensamente populares en Europa, Asia, Oceanía y Estados Unidos.
Las regatas de barcos de vela están regidas por estrictas normas, reconocidas internacionalmente, de las que las más importantes van encaminadas a evitar colisiones entre los barcos participantes. Las formas más usuales de competición son: regatas en pista cerrada, regatas costeras y regatas oceánicas. Las regatas en pistas cerradas se celebran normalmente en lagos o aguas interiores, en tres mangas sobre un trazado triangular que oscila entre 5 y 48 km de longitud. Las regatas costeras se desarrollan sobre distancias mucho mayores. En competiciones oceánicas, las embarcaciones compiten en franjas de mar abierto de gran extensión. Algunas regatas en mar abierto destacadas son la que se desarrolla desde Sydney hasta Hobart Yatch Race, que se celebra cada año en diciembre, la regata Newport a Bermudas y la regata Fastnet.
Las regatas son celebradas por organizaciones locales, regionales o nacionales, pero todas se rigen por las reglas de la Unión Internacional de Regatas de Yates, fundada en 1907. Desde la II Guerra Mundial (1939-1945) Australia, Nueva Zelanda, Gran Bretaña y Estados Unidos han dominado el mundo de las regatas. Hay un número importante de regatas oceánicas. El Royal Ocean Racing Club donó la Admiral Cup en 1957 para fomentar las regatas en aguas de Gran Bretaña. La prueba es para equipos nacionales de tres barcos. La regata Fastnet cubre una distancia de alrededor de 975 km y el trazado es desde Cowes, bordeando Fastnet Rock en la costa suroeste de Irlanda, y vuelta a Cowes. La regata Vuelta al Mundo Whitebread (la más larga en el mundo), se celebró por primera vez en 1973; se celebra cada cuatro años y es de la clase handicap. La regata empieza y termina en Portsmouth (Gran Bretaña) y discurre por el cabo de Buena Esperanza y el cabo de Hornos. En 1990 se incrementó la distancia a 32.000 millas náuticas. La última regata duró desde septiembre de 1993 hasta junio de 1994 y el ganador absoluto fue el New Zealand Endeavour, patroneado por Grant Dalton después de 120 días, 14 horas y 55 minutos, estableciendo el récord de la prueba. La Regata Transatlántica para Navegantes Solitarios se celebra también cada cuatro años, desde Plymouth (Gran Bretaña) hasta Newport (Estados Unidos), sobre una distancia de unos 4.850 kilómetros. Se celebró por primera vez en 1960, cuando ganó sir Francis Chichester, que después dio la vuelta al mundo en su minúsculo yate Gypsy Moth, en los años 1966 y 1967.
Las primeras regatas de veleros en unos Juegos Olímpicos se celebraron en 1896. Las regatas han formado parte del programa olímpico desde entonces, pero las clases de embarcaciones han cambiado con cierta frecuencia. Los Juegos Olímpicos de 1996 tuvieron ocho clases: Tornado, Laser, 470 (hombres y mujeres), Europa, Soling, Star, Finn, y la clase Mistral de windsurf (hombres y mujeres).
Los primeros navegantes fueron, probablemente, los pescadores de la época prehistórica, que disfrutaban de su tiempo libre navegando o compitiendo con sus embarcaciones de vela. Barcos de recreo suntuosamente decorados fueron mantenidos por las clases privilegiadas de las antiguas civilizaciones de Egipto, China, Grecia y Roma; sin embargo, estos barcos eran, normalmente, embarcaciones militares o comerciales con aditamentos de lujo. Los primeros barcos diseñados exclusivamente para el recreo fueron encargados por la nobleza y los comerciantes holandeses, a principios del siglo XVII. La palabra yate es un diminutivo de la palabra holandesa jachtschiff (‘barco de caza’), un velero muy manejable que tenía entre 14 y 20 m de eslora. Más tarde, en el siglo XVII, Carlos II popularizó el deporte en Inglaterra después de recibir un yate como regalo del pueblo holandés. En 1720, la primera organización formal de entusiastas de los yates, el Cork Water Club, ahora Royal Cork Yatch Club, fue fundado en Irlanda. La organización más antigua todavía existente es el Royal Yatch Squadron, fundado en 1815 en Cowes, en la isla de Wight, con el nombre de Royal Yatch Club of England.
El yate estadounidense America ganó una regata internacional en Cowes en agosto de 1851, lo que sirvió de estímulo para los navegantes de este país. La Copa América, un trofeo llamado así en honor al yate del mismo nombre, se convirtió en el premio más famoso después de ser entregado al New York Yatch Club en 1857. El trofeo pasó de Estados Unidos al Royal Perth Yatch Club de Australia en 1983, pero en 1987 fue recuperado por Estados Unidos.
La navegación con yates vivió una auténtica revolución en el siglo XIX por la aparición de varios tipos de embarcaciones propulsadas a motor. El desarrollo posterior de propulsión para los barcos se aceleró tremendamente tras la exitosa demostración en 1887 de un barco propulsado por un motor de combustión interna de dos cilindros.
La vela se fue trasformando gradualmente, comenzando en 1890, con el desarrollo de la clase única, cuyos barcos entre 2 y 12 m de eslora y relativamente baratos de construir y mantener en comparación con otros barcos, atrajeron a miles de entusiastas de la vela.
8 | | NAVEGACIÓN DEPORTIVA MODERNA |
Los últimos años del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX supusieron el comienzo de los grandes yates a motor, muchos de los cuales rivalizaban en lujo con líneas comerciales. Al mismo tiempo, los constructores de yates produjeron barcos a un precio módico, equipados con motores de combustión interna. A pesar de la creciente popularidad de los barcos con motor, los barcos de vela dominaron el deporte hasta el final de la II Guerra Mundial. La Copa América continuó y se desarrollaron competiciones de pequeñas embarcaciones de clase única, como Sunfish, Laser, Lightning, Star, Optimist y Snip de mayor tamaño. También se dieron cambios significativos en la propulsión de los yates. Por razones económicas, los vapores enormes de principio de siglo fueron reemplazados gradualmente por cruceros con cabina, más pequeños y menos costosos, equipados con motores de gasolina o diesel.
Después de la II Guerra Mundial, los yates de vela y de motor, adquirieron una popularidad sin precedentes entre los aficionados a este deporte, gracias a un aumento general de los ingresos personales, y la producción en serie de muchos tipos de barcos de bajo coste: el uso de la fibra de vidrio y el aluminio para los cascos y el nailon para las velas redujeron los gastos de mantenimiento. Además, muchos propietarios de barcos pequeños transportaban sus embarcaciones en un tráiler desde una zona a otra.
A finales de la década de 1980, millones de personas de todo el mundo participaban en actividades de recreo con yates, tanto en aguas interiores como en oceánicas. Miles de puertos deportivos se establecieron para amarrar los barcos y satisfacer sus necesidades.