Péndulo





El invento del Péndulo

Péndulo, dispositivo formado por un objeto suspendido de un punto fijo y que oscila de un lado a otro bajo la influencia de la gravedad. Los péndulos se emplean en varios mecanismos, como por ejemplo algunos relojes.
En el péndulo más sencillo, el llamado péndulo simple, puede considerarse que toda la masa del dispositivo está concentrada en un punto del objeto oscilante, y dicho punto sólo se mueve en un plano. El movimiento del péndulo de un reloj se aproxima bastante al de un péndulo simple. El péndulo esférico, en cambio, no está limitado a oscilar en un único plano, por lo que su movimiento es mucho más complejo.
El principio del péndulo fue descubierto por el físico y astrónomo italiano Galileo, quien estableció que el periodo de la oscilación de un péndulo de una longitud dada puede considerarse independiente de su amplitud, es decir, de la distancia máxima que se aleja el péndulo de la posición de equilibrio. (No obstante, cuando la amplitud es muy grande, el periodo del péndulo sí depende de ella). Galileo indicó las posibles aplicaciones de este fenómeno, llamado isocronismo, en la medida del tiempo. Sin embargo, como el movimiento del péndulo depende de la gravedad, su periodo varía con la localización geográfica, puesto que la gravedad es más o menos intensa según la latitud y la altitud. Por ejemplo, el periodo de un péndulo dado será mayor en una montaña que a nivel del mar. Por eso, un péndulo permite determinar con precisión la aceleración local de la gravedad.
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PÉNDULO COMPENSADO
El péndulo simple resulta adecuado como regulador para medir el tiempo si se mantiene constante la longitud de la varilla. Sin embargo, se comprobó que en invierno los relojes se adelantaban, y en verano se atrasaban, debido a la contracción o dilatación de la varilla metálica a causa del frío y el calor. Esto llevó a introducir un perfeccionamiento para mantener una longitud uniforme (y, por consiguiente, un periodo uniforme) mediante el uso de péndulos compensados. Los principales tipos son el péndulo de mercurio y el péndulo de parrilla. El péndulo de mercurio contiene un cilindro de vidrio casi lleno de mercurio. Cuando el péndulo se dilata hacia abajo por el calor, este cambio se ve compensado por la dilatación hacia arriba del mercurio en el cilindro. El péndulo de parrilla está compuesto por una serie de barras metálicas verticales, por lo general de acero y cobre, con distintas composiciones y, por ende, distintos coeficientes de dilatación térmica. Si se ajustan las longitudes relativas de estas barras, los cambios de temperatura no afectan al periodo del péndulo.
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OTROS PÉNDULOS
Diferentes tipos de instrumentos científicos emplean el péndulo bifilar, el péndulo de Foucault o el péndulo de torsión. Los péndulos bifilares, que emplean dos cuerdas o cables, se han usado para registrar irregularidades en la rotación de la Tierra o detectar terremotos. El péndulo de Foucault se emplea para poner de manifiesto la rotación de la Tierra. Se llama así en honor del físico francés Léon Foucault, y está formado por una gran masa suspendida de un cable muy largo; Foucault empleó una masa de 28 kg atada a un cable de 67 m. Una vez impulsado el péndulo de forma que oscile en un único plano, la rotación de la Tierra hace que el plano de oscilación gire lentamente con respecto al suelo. El efecto es muy pronunciado en los polos, donde el péndulo gira una vez cada 24 horas. La velocidad de rotación con respecto al suelo del plano de oscilación del péndulo disminuye a medida que baja la latitud; en el ecuador, el plano de oscilación no gira en absoluto.
Un péndulo de torsión está formado por una masa colgada de un cable o una fibra similar, pero a diferencia de un péndulo normal su oscilación consiste en que el peso gire alternativamente en un sentido y en otro alrededor del eje que pasa por el centro del cable, torciendo y destorciendo éste. Aunque no es un péndulo en sentido estricto, puesto que las oscilaciones no se deben a la fuerza de la gravedad, las fórmulas matemáticas que describen su movimiento son similares a las de un péndulo simple (véase Torsión; Balanza de torsión)

Interferencia





Descubrimiento de la Interferencia
Interferencia de la luz en burbujas de jabón
A menudo pueden verse franjas coloreadas en la superficie de las burbujas de jabón. Estas franjas se deben a la interferencia entre los rayos de luz reflejados en las dos caras de la delgada película de líquido que forma la burbuja. En una parte de la burbuja, vista desde un cierto ángulo, la interferencia puede intensificar ciertas longitudes de onda, o colores, de la luz reflejada, mientras que suprime otras longitudes de onda. El color que se ve depende de las intensidades relativas de las distintas longitudes de onda en la luz reflejada. En otras zonas, vistas desde otros ángulos, las longitudes de onda que se refuerzan o se cancelan son otras. La estructura de las franjas de colores depende del espesor de la película de líquido en los distintos puntos.

Difracción e interferencia de la luz
Cuando la luz pasa a través de una rendija cuyo tamaño es próximo a la longitud de onda de la luz, ésta se difracta, se produce un cambio en la forma de la onda. Cuando la luz pasa a través de dos rendijas, las ondas procedentes de una rendija interfieren con las ondas que vienen de la otra. La interferencia constructiva tiene lugar cuando las ondas llegan en fase, es decir, cuando las crestas (o los valles) de una onda coinciden con las crestas (o los valles) de la otra onda, formando una onda con una cresta (o un valle) mayor. La interferencia destructiva se produce cuando las ondas llegan en oposición de fase, es decir, cuando la cresta de una onda coincide con el valle de la otra onda, cancelándose mutuamente para producir una onda más pequeña o no producir onda alguna.


Interferencia de fuentes puntuales
Este diagrama de interferencias se formó moviendo dos varillas rítmicamente arriba y abajo en una bandeja de agua. Se pueden observar efectos similares al meter y sacar del agua dos dedos u observando a dos patos nadando en un estanque cerca uno de otro. Las ondas procedentes de una de las fuentes puntuales (la varilla, el dedo o el pato) interfieren con las que proceden de la otra fuente. Si dos crestas llegan juntas a un punto, se superponen para formar una cresta muy alta; si dos valles llegan juntos, se superponen para formar un valle muy profundo (interferencia constructiva). Los anillos brillantes y oscuros son zonas de interferencia constructiva. Si la cresta de una fuente llega a un punto a la vez que el valle de la otra, se anulan mutuamente (interferencia destructiva). Las líneas oscuras radiales son zonas de interferencia destructiva.

Interferencia, efecto que se produce cuando dos o más ondas se solapan o entrecruzan. Cuando las ondas interfieren entre sí, la amplitud (intensidad o tamaño) de la onda resultante depende de las frecuencias, fases relativas (posiciones relativas de crestas y valles) y amplitudes de las ondas iniciales (véase Movimiento ondulatorio). Por ejemplo, la interferencia constructiva se produce en los puntos en que dos ondas de la misma frecuencia que se solapan o entrecruzan están en fase; es decir, cuando las crestas y los valles de ambas ondas coinciden. En ese caso, las dos ondas se refuerzan mutuamente y forman una onda cuya amplitud es igual a la suma de las amplitudes individuales de las ondas originales. La interferencia destructiva se produce cuando dos ondas de la misma frecuencia están completamente desfasadas una respecto a la otra; es decir, cuando la cresta de una onda coincide con el valle de otra. En este caso, las dos ondas se cancelan mutuamente. Cuando las ondas que se cruzan o solapan tienen frecuencias diferentes o no están exactamente en fase ni desfasadas, el esquema de interferencia puede ser más complejo.
La luz visible está formada por ondas electromagnéticas que pueden interferir entre sí. La interferencia de ondas de luz causa, por ejemplo, las irisaciones que se ven a veces en las burbujas de jabón. La luz blanca está compuesta por ondas de luz de distintas longitudes de onda. Las ondas de luz reflejadas en la superficie interior de la burbuja interfieren con las ondas de esa misma longitud reflejadas en la superficie exterior. En algunas de las longitudes de onda, la interferencia es constructiva, y en otras destructiva. Como las distintas longitudes de onda de la luz corresponden a diferentes colores, la luz reflejada por la burbuja de jabón aparece coloreada. El fenómeno de la interferencia entre ondas de luz visible se utiliza en holografía e interferometría (véase Holograma; Interferómetro).
La interferencia puede producirse con toda clase de ondas, no sólo ondas de luz. Las ondas de radio interfieren entre sí cuando rebotan en los edificios de las ciudades, con lo que la señal se distorsiona. Cuando se construye una sala de conciertos hay que tener en cuenta la interferencia entre ondas de sonido, para que una interferencia destructiva no haga que en algunas zonas de la sala no puedan oírse los sonidos emitidos desde el escenario. Arrojando objetos al agua estancada se puede observar la interferencia de ondas de agua, que es constructiva en algunos puntos y destructiva en otros.

Servomecanismo





El invento del  Servomecanismo

Servomecanismo, en ingeniería, dispositivo o conjunto de ellos que permite la automatización del control de un mecanismo o de una fuente de energía. Los servomecanismos pueden ser mecánicos, eléctricos, hidráulicos y ópticos. Su característica principal es que se activa por la llamada señal de error, que viene determinada por la diferencia entre la señal establecida como salida para una determinada señal de entrada y la señal de salida real. Esta señal de error se envía a la entrada para compensar ese error, de forma que el mecanismo se autorregula. Esta técnica se llama realimentación.
La dirección de los automóviles es un ejemplo de servomecanismo. La orientación de las ruedas delanteras se controla mediante el giro del volante. Cuando soltamos el volante, un servomecanismo, que en este caso es un sistema hidráulico y mecánico, obliga a las ruedas a volver a la posición normal. Otro ejemplo de servomecanismo es el control automático que efectúa un termostato del calor generado por un radiador doméstico. Otros ejemplos son los pilotos automáticos utilizados en barcos, aviones y naves espaciales, en los que el movimiento del vehículo está regido por las instrucciones de la brújula. En las naves espaciales no tripuladas los servomecanismos se encargan de orientar las cámaras, las antenas de radio y los paneles solares. En este caso la señal de entrada es la que proporcionan los sensores, que captan la situación del Sol y las estrellas, y la señal de salida es la que se aplica a unos pequeños motores a reacción que giran y orientan la nave.

Túnel del Canal de la Mancha






Los grandes  inventos: Túnel del Canal de la Mancha

Perforación del túnel del canal de la Mancha
Una inmensa perforadora avanza a través de capas arcillosas durante la construcción del túnel del canal de la Mancha, de 51 km de largo, que empezó a funcionar en mayo de 1994. Costó más de 10.000 millones de libras, y es el mayor proyecto de construcción emprendido nunca en Europa. Permite a los trenes de pasajeros y mercancías, y a los automóviles, viajar de París a Londres en unas 3 horas.

Túnel del Canal de la Mancha, túnel formado por tres galerías y sus accesos que dan una longitud total de 50,4 km, cuyo trayecto cubre el canal de la Mancha entre Cheriton cerca de Folkestone, en el condado de Kent, y Coquelles cerca de Calais.
Este túnel, uno de los grandes proyectos de ingeniería del siglo XX, tiene una capacidad para 600 trenes diarios en ambos sentidos. Es un servicio regular de trenes-lanzadera (véase Ferrocarril) gestionado por la compañía Eurotunnel, que transporta además automóviles y camiones. El trayecto tiene una duración de 35 minutos. Cada tren alcanza una velocidad de 130 km/h debajo del mar, tiene una longitud de 800 metros y puede transportar hasta 180 automóviles o 120 automóviles y 12 autobuses. Los trenes de mercancías pueden transportar 28 camiones.
Túnel del Canal, Kent
La entrada británica al Túnel del Canal, en la imagen, está en Cheriton, cerca de Folkestone, en Kent. Uno de los más grandes proyectos de ingeniería civil del siglo XX, el túnel (50,4 km de longitud) sale a la superficie en Coquelle, cerca de Calais, Francia, y por él pueden circular hasta 600 trenes en ambas direcciones cada día. Aunque excedió sus presupuestos originales en casi un 120% y se abrió de forma oficial con un año de retraso, en mayo de 1994, se consiguió un servicio de pasajeros y de automóviles casi completo para la temporada de verano de 1995, cuando la compañía gestora consiguió los primeros beneficios. El viaje a través del túnel se prolonga durante 35 minutos, y el viaje completo de Londres a París dura 3 horas.

En realidad son tres túneles paralelos: los trenes pasan por dos túneles de 7,6 m de ancho, uno a cada lado de un túnel de servicio, que tiene una anchura de 4,8 m. La sección bajo el mar es de 39 km de longitud. En total hay 195 km de recorrido incluyendo los 45 km de la terminal británica y los 50 km de la terminal francesa. Los servicios de mantenimiento y emergencia utilizan el túnel central y, si fuera necesario, los pasajeros podrían salir a pie por ese túnel.
La compañía Eurotunnel tiene una concesión de los gobiernos británico y francés para gestionar el túnel hasta el año 2052, cobrando el acceso a los operadores de la línea ferroviaria. Los trenes que transportan pasajeros sin vehículos los gestiona Eurostar, compañía conjunta de las líneas ferroviarias nacionales británica, francesa y belga. Los trenes Eurostar alcanzan en el túnel velocidades de hasta 140 km/h y el trayecto entre Londres y París dura tres horas.
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HISTORIA DE LOS PROYECTOS DEL CANAL DE LA MANCHA
El ingeniero de minas Albert Mathieu-Favier, de nacionalidad francesa, fue el primero en sugerir la construcción de un túnel bajo el canal de la Mancha en 1802. Desde entonces se han realizado numerosos proyectos. En 1875 la compañía Channel Tunnel creada por el ingeniero británico John Hawkshaw obtuvo la autorización de los gobiernos británico y francés para construir un túnel. En 1881 un nuevo Acta dio poderes a un proyecto competidor promovido por el colega anterior de Hawkshaw, William Low.
La construcción del túnel comenzó, pero pronto se interrumpió por asuntos de defensa militar. Entre 1882 y 1950 el Parlamento Británico rechazó 10 proyectos de Ley del Canal de la Mancha, la mayoría por razones de seguridad nacional. La construcción del túnel se reinició en 1922, pero se abandonó de nuevo.
El actual túnel está basado en un proyecto cuyo coste se estimó en 112 millones de libras elaborado por el Channel Tunnel Study Group, alianza entre compañías británicas y francesas, Technical Studies, Inc., de los Estados Unidos y la Suez Canal Company. En 1966 los gobiernos británico y francés anunciaron que se perforarían los túneles a un coste de 365 millones de libras. Pero el proyecto falló a causa de la inconstante política británica de principios de la década de 1970 y a la preocupación por el desembolso de 373 millones de libras que el estado británico destinaba a la construcción del enlace con Londres. Los trabajos se paralizaron en enero de 1975 después de haber cavado dos túneles de acceso de 740 m de longitud.
En la década de 1980, la compañía constructora Tarmac sustituyó a RTZ como promotora del proyecto. En noviembre de 1984 ambos gobiernos decidieron apoyar la reanudación y en abril de 1985 se solicitó a los promotores posibles presentar los proyectos. Otras propuestas incluían un puente, pero en enero de 1986 fue aprobado el proyecto de la compañía Transmanche Link (TML), designado por Mott Hay AND Anderson. TML era un consorcio de las firmas constructoras británicas Tarmac, Wimpey, Costain, Balfour Beatty y Taylor Woodrow (Translink Contractors) con las firmas francesas Bouygues, Dumez, Spie Batignolles, SAE y SGE (Transmanche Construction). En octubre de 1987 Eurotunnel, compañía creada por TML y sus bancos, comenzó a cotizar en bolsa. Eurotunnel se convirtió en el cliente y TML en su contratista.
La construcción del túnel comenzó en 1987. Las máquinas perforadoras comenzaron el trabajo desde las costas francesa y británica, hacia las terminales y al mar. Las dos secciones del túnel de servicio fueron las primeras que se unieron, en diciembre de 1990. Las compañías que realizaron estos trabajos fueron Graham Fagg de Reino Unido y Philippe Cozette de Francia, y lograron perforar 426 m en una semana. Se movieron un total de 7 millones de toneladas de escombros. En los momentos de máxima actividad, se emplearon hasta 15.000 trabajadores en la obra.
El coste original proyectado para la construcción del túnel ascendía a 4.800 millones de libras, pero el coste real fue de 10.500 millones de libras, a cargo de una fundación privada. Se inauguró oficialmente el 6 de mayo de 1994, un año más tarde de lo previsto, pero problemas iniciales retrasaron su pleno funcionamiento hasta diciembre de 1994.

Túnel aerodinámico





Los grandes  inventos: de Túnel aerodinámico
Túnel aerodinámico o Túnel de viento, en aeronáutica, aparato de investigación que simula las condiciones experimentadas por un objeto que se mueve a través del aire. En un túnel aerodinámico o de viento, el objeto permanece estacionario mientras se fuerza el paso de aire o gas por encima de él. Estos túneles se utilizan para estudiar los efectos del movimiento del aire en objetos como aviones, naves espaciales, misiles, automóviles, edificios o puentes.
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TAMAÑO Y CAPACIDAD
Túnel aerodinámico
El túnel aerodinámico se emplea para probar la eficiencia aerodinámica de un automóvil. Las formas aerodinámicas reducen la resistencia al avance de un automóvil o un avión.

El tamaño de los túneles aerodinámicos va desde unos pocos centímetros hasta los 12 m × 24 m del túnel del Ames Research Center en Moffet Field (California, EEUU), perteneciente a la NASA. Este enorme túnel de viento puede dar cabida a un avión real con una envergadura de 22 metros.
Cuanto mayor es la sección transversal del túnel, más difícil resulta crear y mantener flujos de aire de alta velocidad. Este problema es muy grande en los túneles supersónicos e hipersónicos, donde las necesidades de potencia son tan enormes que el tamaño del túnel tiene que ser mucho menor. Aunque en un túnel aerodinámico grande de baja velocidad se pueden emplear ventiladores movidos por un motor, las velocidades más altas requieren el uso de compresores de aire, la liberación de gas almacenado a presión o la descarga explosiva de gases. Los túneles aerodinámicos alimentados por una carga de gas sólo pueden funcionar durante un corto periodo de tiempo. En el túnel de hipervelocidad del Ames Research Center se obtienen velocidades muy grandes propulsando, mediante una carga explosiva, pequeñas maquetas de aviones o naves espaciales mientras que de forma simultánea otra carga explosiva lanza gas hacia el túnel en sentido opuesto. Con esas condiciones se pueden lograr velocidades relativas de casi 50.000 km/h durante un segundo.
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TÚNELES ESPECIALES
Durante el vuelo de naves espaciales supersónicas, el rozamiento genera una cantidad significativa de calor (véase Transferencia de calor). Para estudiar esos efectos se emplean túneles aerodinámicos especiales en los que un chorro de gases calientes fluye sobre la maqueta del vehículo mientras una serie de instrumentos mide el movimiento del gas y la generación de calor.
En los túneles de baja velocidad a veces se inyecta humo para hacer visible el movimiento del aire sobre las alas de un avión. Otros túneles permiten simular grandes altitudes y observar su influencia sobre el rendimiento de un avión. Se han simulado altitudes de hasta 145 km. Estas pruebas de gran altitud también son muy importantes para predecir el rendimiento de un reactor en cualquier condición de vuelo (véase Propulsión a chorro). El túnel del Flight Propulsión Laboratory de la NASA, en Cleveland (Ohio), puede poner a prueba reactores reales con velocidades de hasta 3.900 km/h y altitudes de más de 30.000 metros. El Túnel Aerodinámico Transónico Europeo, que será empleado por compañías aeroespaciales y centros de investigación europeas, tendrá una capacidad similar. Véase también Industria aeroespacial.

Guerras Polaco-turcas





El invento de las guerras: Guerras Polaco-turcas

Guerras Polaco-turcas, guerras que tuvieron lugar durante el siglo XVII entre Polonia (que entonces poseía Ucrania) y el Imperio otomano, el cual ocupaba en Europa Grecia, los Balcanes, Hungría y parte de Austria. La primera de las guerras comenzó cuando el sultán Osmán II, con 16 años, invadió Polonia en 1620, y derrotó a los polacos cerca de Cecora. Al año siguiente Polonia venció a los turcos en Jotin, esta vez ayudada por los cosacos ucranianos. Siguió un periodo de paz, pero cincuenta años más tarde comenzó una nueva guerra, cuando en 1672 el sultán Mehmet IV capturó la fortaleza de Kamieniec, en Podolia, obligando a los polacos a entregar no sólo esta provincia sino también el resto de Ucrania. Los polacos tenían un jefe militar brillante, Juan III Sobieski, biznieto del vencedor de la primera batalla de Jotin, que les llevó a una segunda victoria, más decisiva, en el mismo campo de batalla. El éxito de Sobieski fue reconocido en 1674, cuando se convirtió en el rey Juan III de Polonia.
Cuatro años más tarde, Juan formó una liga cristiana para luchar contra los turcos, cuyo resultado fue la campaña de 1683, que cambió la historia del sureste europeo. En julio de ese mismo año, un ejército turco de 138.000 hombres sitió la ciudad de Viena. Cuando el emperador, Leopoldo I, y el papa Inocencio XI solicitaron ayuda a Juan, éste movilizó un ejército de 30.000 hombres que trasladó a Austria donde comandó una fuerza conjunta, a la que contribuyó el príncipe Carlos de Lorena con un ejército austriaco de 46.000 hombres. Durante la acción decisiva de esta campaña, la batalla de Kahlenberg, que se libró el 12 de septiembre de 1683, la caballería polaca atacó desde las colinas de Wienerwald, y derrotó al ejercito turco, que hacia el anochecer se retiró. El avance turco en Europa se detuvo definitivamente.

Guerras de Religión francesas




El invento de las guerras: Guerras de Religión francesas

Guerras de Religión francesas, enfrentamientos políticos y sociales que tuvieron lugar en Francia, desde 1559 hasta 1598, provocados por la debilidad de la dinastía Valois ante el conflicto religioso y la rivalidad aristocrática, durante los cuales tuvo lugar el acceso de la Casa de Borbón al trono francés.
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EL ORIGEN DEL CONFLICTO
A pesar de la constante persecución, el calvinismo tuvo un fuerte impacto en las ciudades, las universidades y la nobleza de la Francia de principios del siglo XVI. La evangelización protestante era coordinada por un grupo de predicadores procedentes de Ginebra, enviados por Juan Calvino, que fue quien organizó clandestinamente el primer sínodo nacional de iglesias reformadas en mayo de 1559. Ante la celebración de dicho sínodo, el rey Enrique II prohibió el protestantismo, pero su repentina muerte (en junio de ese año) fue interpretada por los reformadores como una señal del favor divino, y el número de conversiones se multiplicó. El trono pasó al hijo de 15 años de Enrique, Francisco II, que estaba manipulado por la católica familia de Guisa, especialmente por Francisco de Guisa y el cardenal de Lorena, quienes decidieron continuar con la campaña de persecución iniciada por Enrique II, pero no pudieron evitar una intriga para secuestrar al Rey, la denominada conjuración de Amboise, preparada por la nobleza en marzo de 1560, que acabó en fracaso. A partir de entonces, los nobles protestantes, responsables de la misma, fueron llamados hugonotes.
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LOS PRIMEROS ENFRENTAMIENTOS
Carlos IX
Hijo de Enrique II y Catalina de Medici, Carlos IX sucedió a su hermano mayor, Francisco II, en 1560. Las intrigas y las guerras religiosas entre católicos y hugonotes marcaron el transcurso de su reinado. El pintor oficial de la corte francesa, François Clouet, llevó a cabo numerosas representaciones de Carlos IX, como esta, que se encuentra en el palacio de Versalles.

Francisco II murió en diciembre de 1560 y le sucedió su hermano menor Carlos IX, que estaba dominado por su madre, Catalina de Medici. Durante la regencia de ésta, desplazó del poder a la familia Guisa y se apoyó en Antonio de Borbón, rey de Navarra, favoreciendo a los hugonotes, a quienes en enero de 1562, por el Edicto de Saint-Germain-en-Laye, les permitía celebrar reuniones privadas en el interior de las ciudades; después de que los Guisa asesinaran a toda una congregación hugonote en el mes de marzo, los protestantes tomaron varias ciudades e hicieron un llamamiento a la revuelta, dirigida por Luis I de Borbón, primer príncipe de Condé (que ya había encabezado la abortada conjuración de Amboise). Este primer enfrentamiento acabó con la derrota protestante, aunque murieron algunas de las figuras más destacadas del bando católico. Catalina de Medici promulgó el Edicto de Amboise (1563), cuyas disposiciones fueron menos benevolentes para los protestantes, al limitarles el culto público.
Durante los siguientes cuatro años, Catalina de Medici trató de mantener la inestable situación de paz existente entre ambas facciones, tanto en las ciudades como en la corte, pero dicha situación llegó a su fin en el otoño de 1567, cuando los hugonotes, enardecidos por la revuelta en los Países Bajos (la denominada guerra de los Países Bajos) y temerosos ante una posible traición, volvieron a incitar una rebelión contra Catalina, que fue avisada a tiempo y terminó por enemistarse definitivamente con los protestantes. Esta segunda guerra concluyó con el Tratado de Longjumean (también llamado Tratado o Edicto de Amboise, de marzo de 1568), que confirmaba lo acordado cinco años antes. Pero ambas partes siguieron levantadas en armas durante el verano, y el intento de Catalina de detener a sus líderes en el mes de agosto provocó un conflicto que continuó hasta agosto de 1570, cuando el Tratado de Saint-Germain-en-Laye permitió a los hugonotes ratificar los términos de Amboise, así como el derecho de guarnecer cuatro fortificaciones, lo que ponía en entredicho la autoridad real sobre todo el territorio francés.
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EL CONFLICTO DESDE 1571 HASTA 1577
Matanza de la Noche de San Bartolomé
El asesinato en masa de hugonotes que tuvo lugar en París el 24 de agosto de 1572 es conocido como la matanza de la Noche de San Bartolomé. La madre del rey Carlos IX, Catalina de Medici, intentó enfrentar a la facción católica la facción hugonote. Ordenó la muerte de Gaspard de Coligny, dirigente hugonote y consejero de su hijo; pero el fracaso de su conspiración llevó a que otros destacados protestantes franceses exigieran una investigación. Catalina convenció a Carlos IX para que mandara matar a los líderes hugonotes. Coligny se encontraba entre los primeros caídos. La masacre se extendió desde París a las provincias, y provocó el recrudecimiento de las guerras de Religión.

Carlos IX tomó la iniciativa en 1571. Con la esperanza de remediar los enfrentamientos en la corte, propició el matrimonio de su hermana Margarita de Valois con su pariente hugonote Enrique de Navarra, e intentó desviar las tensiones internas hacia los Países Bajos, donde esperaba que el apoyo a Guillermo de Orange-Nassau (que estaba preparando una rebelión contra las tropas españolas del duque de Alba) facilitara la unión de católicos y protestantes. Dicho plan fue obstaculizado por los Guisa y por Catalina de Medici, pero el líder hugonote Gaspard de Coligny preparó su propia actuación en los Países Bajos en el verano de 1572, que sólo pudo ser frenada por un intento de asesinato (22 de agosto). Carlos IX, apoyado por su madre y por los católicos, y asustado por los rumores de una conspiración protestante, ordenó la matanza de los líderes hugonotes que habían llegado a París para presenciar la boda de su hermana con Enrique de Navarra. Coligny fue asesinado, y el baño de sangre no tardó en extenderse por París y por otras ciudades, causando la muerte de miles de personas y muchas más conversiones forzosas al catolicismo, entre ellas las de Enrique de Navarra y el hijo de Condé. Este suceso, que tuvo lugar el 24 de agosto de 1572, pasó a ser conocido como la Noche de San Bartolomé.
La matanza provocó otra guerra, durante la cual las ciudades hugonotes de Languedoc formaron una federación independiente, que tomó el control de la provincia. Tras fracasar en el sitio de la ciudad protestante de La Rochela, se alcanzó el acuerdo de Boulogne (1573), ampliando la libertad de culto en algunas villas. Muchos católicos moderados (politiques) también fueron perseguidos durante la matanza, y en la primavera de 1574 se descubrió una intriga politique que pretendía secuestrar al Rey y a su madre. Carlos murió en mayo de 1574, pero su hermano Enrique III prosiguió la guerra contra los hugonotes, los cuales recibieron el apoyo de varios nobles politiques e incluso de protestantes alemanes. El Edicto de Beaulieu, otorgado por el Rey en mayo de 1576, puso de manifiesto la fuerza de los rebeldes, ya que los hugonotes consiguieron libertad de culto en todas las ciudades, salvo París, así como el derecho de guarnición de ocho fortalezas. Los extremistas católicos, que, encabezados por la familia Guisa, rechazaban los acuerdos de Beaulieu, formaron la denominada Liga Santa, que contó con el apoyo de Enrique III. La sexta guerra de religión obligó a los hugonotes, tras el Tratado de Bergerac (septiembre de 1577), a aceptar una vuelta a los términos de 1570.
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EL REINADO DE ENRIQUE IV
La autoridad real se desintegró en unos pocos años, debido a que un gran número de nobles y de facciones religiosas trataron de favorecer sus propios intereses, al mismo tiempo que los campesinos demostraron su descontento mediante una serie de levantamientos. Los problemas llegaron a su punto culminante en junio de 1584, cuando Enrique III reconoció como legítimo heredero a Enrique de Navarra, que había abjurado de su obligada conversión al catolicismo tras la matanza de la Noche de San Bartolomé. Los Guisa volvieron a formar la Liga Santa y se aseguraron el apoyo de España y del Papado, con el fin de conseguir la exclusión de Enrique de Navarra de la sucesión. Enrique III se unió a la Liga Santa en julio de 1585, pero sus miembros desconfiaban de él, ya que la única forma de que pudiera mantener algún tipo de independencia era evitando que cualquiera de las dos partes lograra una victoria rotunda. Trató de enfrentarse a los miembros de la Liga Santa, en París, en mayo de 1588, pero el pueblo expulsó a sus tropas suizas y se puso de parte de la Liga, actitud que imitaron otras ciudades. La humillación real provocó que el monarca nombrara a Enrique I de Guisa lugarteniente general de los ejércitos reales y garantizara que su sucesor no sería un hereje. La ruptura con los católicos fue definitiva cuando el Rey ordenó el asesinato de Enrique I de Guisa, máximo dirigente de la Liga Santa, en diciembre de 1588. Esta acción provocó el levantamiento de las principales ciudades contra el Rey, que se vio obligado a firmar una alianza con los hugonotes. Cuando el rey Enrique III fue asesinado por un fraile miembro de la Liga Santa, en agosto de 1589, Enrique de Navarra accedió al trono con el nombre de Enrique IV. El nombramiento de un hugonote hizo que algunos de los politiques abandonaran el ejército de los hugonotes, y que los miembros de la Liga Santa recibieran apoyo de las tropas españolas desde los Países Bajos; pero la posición de la Liga se vio debilitada por su incapacidad para elegir un candidato católico para el trono. La cuestión iba a ser resuelta en la asamblea general de la Liga de 1593, pero las rivalidades internas y la definitiva conversión del rey Enrique IV al catolicismo en el mes de mayo impidieron solucionar el problema. Aunque muchos dudaron de la sinceridad de la conversión de Enrique IV, el país estaba cansado de padecer guerras y rebeliones campesinas, y durante los dos años siguientes las ciudades y los nobles defensores de la Liga se rindieron o juraron lealtad a la monarquía. En marzo de 1594, Enrique IV entró en París, pero aún hubo de aguardar cuatro años para hacer efectivo su control en el territorio. Primero reprimió un importante levantamiento campesino en el suroeste y después se enfrentó a los españoles en Bretaña y a lo largo de la frontera noreste, consolidando el final del conflicto mantenido contra aquéllos, en mayo de 1598, mediante la firma de la Paz de Vervins, que ponía fin a la intervención española en las guerras de Religión francesas.
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EL EDICTO DE NANTES
Edicto de Nantes
Manuscrito original del Edicto de Nantes, con cinta y sello regios. Proclamado el 13 de abril de 1598 por el rey Enrique IV, otorgó libertad religiosa parcial a los hugonotes y puso fin a las guerras de Religión francesas. El Edicto de Nantes sería revocado, en 1685, por Luis XIV.

El principal beneficiario del caos de finales del siglo XVI fue la monarquía, a la que recurrieron todas las partes para escapar de la anarquía social. Esto permitió a Enrique IV crear las bases de un absolutismo real que perduró hasta la Revolución Francesa, iniciada en 1789. El único grupo que no siguió este camino fue el de los hugonotes, a quienes se concedió libertad de culto y la defensa de un gran número de ciudades fortificadas situadas al sur y al oeste de Francia, de acuerdo con los términos del Edicto de Nantes, de abril de 1598, que ponía fin a las guerras de Religión. Suponía una solución honrosa para los hugonotes, que veían, sin embargo, perdida la posibilidad de situar a Francia del lado de la Reforma protestante. Su aparente fuerza disfrazaba la realidad: se trataba de un movimiento confinado a una minoría aislada, cuyos privilegios políticos fueron finalmente abolidos en 1629 por el hijo de Enrique IV, Luis XIII, y que, en 1685, veía como el Edicto de Nantes era definitivamente revocado por el hijo de éste, Luis XIV.

Guerra del Pacífico (1879-1883)





El invento de las guerras: Guerra del Pacífico (1879-1883)

Guerra del Pacífico (1879-1883), conflicto militar librado entre Chile, por una parte, y Bolivia y Perú, por otra, causado por la posesión de la región situada al norte del desierto de Atacama, rica en nitrato de potasio (salitre o nitro).
El tratado firmado en 1874 reconocía el control de Bolivia sobre la zona situada al norte del paralelo 24 de latitud sur, y eximía a las empresas de nitratos chilenas ubicadas en ese territorio de pagar nuevos impuestos durante 25 años. Cuando el presidente boliviano Hilarión Daza exigió que se gravara con un nuevo impuesto a estas empresas en 1878, Chile respondió con la ruptura de relaciones diplomáticas con Bolivia y con la ocupación, el 14 de febrero de 1879, del puerto de Antofagasta, situado en la costa del Pacífico. El 5 de abril de ese año, Chile declaró la guerra a Bolivia y Perú (aliados en virtud del Pacto Secreto de 1873). La Armada chilena se aseguró el dominio marítimo a través de varias acciones, entre las que destacaron el combate naval de Iquique (21 de mayo de 1879) y la decisiva victoria del cabo de Angamos (8 de octubre de 1879). A continuación se sucedieron las campañas bélicas terrestres, que culminaron con la campaña de la Sierra. El Ejército chileno tomó Tacna y Arica entre mayo y junio de 1880. Una vez que Chile había ocupado todas las provincias bolivianas y peruanas en disputa, Bolivia se retiró de la guerra.
El 17 de enero de 1881, las tropas chilenas ocuparon Lima, obligando al gobierno peruano a retirarse a las tierras altas. Tras dos años de ocupación, y la decisiva batalla de Huamachuco (10 de julio de 1883), los dirigentes peruanos, encabezados por el general Miguel Iglesias, aceptaron los términos de paz impuestos por los chilenos y firmaron el Tratado de Ancón (20 de octubre de 1883), por el que Perú cedía a Chile la provincia de Tarapacá, así como las de Tacna y Arica, con la condición de que se celebrara un plebiscito, en el caso de estas últimas, a los diez años de la ocupación (plebiscito que nunca se llevó a cabo). La disputa de Tacna-Arica no se resolvería finalmente hasta el Tratado suscrito por Chile y Perú el 3 de junio de 1929 en Lima, por el que Tacna quedó bajo la soberanía peruana, y Arica bajo la chilena, trazándose el límite entre los dos países a 10 kilómetros al norte del ferrocarril de Arica a La Paz (la denominada “Línea de la Concordia”).
De acuerdo con los términos del Pacto de Tregua (4 de abril de 1884), Bolivia dejó bajo administración chilena la provincia de Atacama y el puerto de Antofagasta. Finalmente, Bolivia y Chile suscribieron el 20 de octubre de 1904 el Tratado de Paz entre ambos estados. Desde la guerra del Pacífico, el acceso soberano al mar se convirtió en una aspiración permanente de los bolivianos.

Guerra del Pacífico (1864-1866)





El invento de las guerras: Guerra del Pacífico (1864-1866)

Guerra del Pacífico (1864-1866), conflicto marítimo entre España, Perú y Chile. Se inició cuando una expedición española ocupó en abril de 1864 las islas Chincha (frente a la bahía de Paracas), pertenecientes a Perú y ricas en guano, como garantía de la deuda de este país con España. En solidaridad con los peruanos, Chile declaró la guerra a España en septiembre de 1865, a la que pronto se sumaron Ecuador y Bolivia. Tras los combates navales en Papudo y Abtao, la escuadra española mandada por Méndez Núñez bombardeó Valparaíso y Callao (marzo y mayo de 1866). La paz se firmó en Washington en 1871, aunque los acuerdos definitivos entre España y Perú no se lograrían hasta 1879 y hasta 1883 los de España y Chile.

Guerra de los Siete Años





El invento de las Guerras: Guerra de los Siete Años

Guerra de los Siete Años, serie de conflictos internacionales que se produjeron entre 1756 y 1763, con el objetivo de conseguir el control sobre Silesia, y la supremacía colonial en América del Norte y en la India. Participaron las principales potencias europeas, en concreto Prusia, Gran Bretaña y Hannover por un lado, y Austria, Sajonia, Francia, Rusia, Suecia y España, por otro. En el espacio norteamericano se denominó Guerra Francesa e India, y participaron Gran Bretaña y sus colonias americanas contra Francia y sus aliados algonquinos. La fase asiática dio lugar al dominio británico en la India.
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FASE EUROPEA
La guerra de los Siete Años
La guerra de los Siete Años, que comenzó en 1756, fue un conflicto librado entre Gran Bretaña y Francia por el dominio de los mares, las colonias norteamericanas no españolas y la India. En 1763 Gran Bretaña había adquirido la hegemonía sobre estos territorios.

La decisión austriaca de recuperar la rica provincia de Silesia, que había pasado a manos de Prusia en 1748, fue el motivo principal de la guerra de los Siete Años. María Teresa I de Austria consiguió el apoyo de Rusia, Suecia, Sajonia, España y Francia, con el único fin de declarar la guerra a Prusia y a su aliado, Gran Bretaña. Sin embargo, fue Federico II de Prusia quien inició las hostilidades, atacando y tomando Sajonia en 1756.
Durante la primera mitad de la guerra, ésta se decantó a favor de los prusianos, que derrotaron a los franceses en Rossbach, a los austriacos en Leuthen, en 1757, y a los rusos en Zorndorf (en 1758). Sin embargo, cuando Suecia entró en la contienda y casi toda Europa se opuso a Federico, el conflicto pareció dar un giro. Hacia 1759, Prusia Oriental se hallaba en manos de los rusos y Berlín había sido tomado, lo que hizo que la situación prusiana fuera desesperada. Sin embargo, dos factores importantes hicieron que se produjera el predominio prusiano al final de la guerra: uno fue el apoyo efectivo de Gran Bretaña y de Hannover que, si bien ninguno de ellos había combatido hasta entonces de forma eficaz, de repente vencieron a los franceses; el segundo factor, y más importante, fue la retirada de la guerra (1762) de Rusia y Suecia, debido a que, a la muerte de Isabel Petrovna, emperatriz de Rusia, en 1762, su sucesor, Pedro III, que era un gran admirador de Federico, rápidamente firmó un tratado de paz.
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FASE AMERICANA
La guerra Francesa e India
La Guerra Francesa e India (1754-1763) fue el último de una serie de enfrentamientos (1689-1763) librados entre Gran Bretaña y Francia para lograr la hegemonía en América del Norte. La contienda concluyó con la completa victoria de los británicos, y los territorios franceses de América del Norte fueron repartidos entre los vencedores y España.

En América del Norte, la guerra comenzó en 1754. La rivalidad colonial entre Francia y Gran Bretaña, debida al control de las lucrativas factorías de pieles y a las tierras situadas al oeste de los montes Apalaches, así como a los derechos de pesca en la costa de Terranova, fue creciendo poco a poco. Los franceses, mediante una estrategia de cerco, esperaban contener la colonización inglesa hacia el oeste, sobre todo en el valle de Ohio, donde los plantadores de Virginia habían establecido varias factorías peleteras en 1749, y así poder unir, gracias a la construcción de una cadena de fuertes, sus territorios canadienses con sus posesiones del sur de Nueva Orleans.
Durante los dos primeros años de guerra, vencieron las fuerzas francesas, logrando una importante y sorpresiva victoria en la defensa de Fort Duquesne. Sin embargo, en 1757, el político británico William Pitt el Viejo, que estaba a favor de los prusianos, se hizo cargo de la política exterior británica y puso al general británico James Wolfe al mando de las tropas en el Nuevo Mundo. La intrépida estrategia de Pitt logró derrotar a los franceses: hacia 1760, los británicos habían conquistado todo el Canadá francés.
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FASE INDIA
La guerra de los Siete Años: fase india
Gran Bretaña derrotó a las tropas francesas destacadas en la India en la batalla de Plassey, lo que impidió a Francia establecer su control sobre los territorios indios. Esta victoria permitió a la Compañía de las Indias Orientales británica gobernar en esta región.

Gran Bretaña también alcanzó sus objetivos en la India, acabando por completo con los planes franceses para hacerse con el control del país. Responsable en gran parte del éxito fue el militar británico Robert Clive. El suceso más importante de la guerra, inscrita en el contexto de las denominadas guerras de Carnatic, fue la batalla de Plassey.
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TRATADO DE PAZ
La guerra de los Siete Años acabó de forma oficial en 1763. El 10 de febrero de ese mismo año, se firmó el Tratado de París para solucionar las diferencias entre Francia, España y Gran Bretaña. Uno de los términos del acuerdo fue la adquisición, por parte de Gran Bretaña, de casi todo el Imperio Francés en América del Norte. Los británicos obtuvieron de España Florida, San Agustín y la bahía de Pensacola y los franceses se quedaron con sus posesiones en la India, pero bajo severas restricciones militares que imposibilitarían la creación de un Imperio francés allí. No se produjeron cambios territoriales en el continente europeo.
El 15 de febrero se firmó el Tratado de Hubertusburg (Sajonia). Este acuerdo confirmó la titularidad prusiana de Silesia y convirtió a Prusia en una destacada potencia europea.

Guerra de los Países Bajos




El invento de las Guerras:  Guerra de los Países Bajos

La guerra de los Países Bajos (1568-1648)
Este mapa muestra la distinta evolución de los territorios implicados en la llamada guerra de los Países Bajos, que enfrentó a éstos contra la Monarquía Hispánica entre 1568 y 1648.

Guerra de los Países Bajos, conflicto bélico que enfrentó a los reyes españoles de la Casa de Habsburgo con sus posesiones en Flandes desde 1566 hasta 1648. El territorio conocido históricamente bajo la denominación de Países Bajos (pero también, y de forma imprecisa, llamado Flandes) ocupaba un espacio geográfico que reunía la superficie de lo que en la actualidad son Bélgica, Luxemburgo y los propios Países Bajos, así como la región septentrional francesa de Artois.
Fueron una posesión de los duques de Borgoña desde finales de la edad media, y el rey español Carlos I (más tarde emperador Carlos V) los recibió en 1515 por herencia de su abuela paterna, María de Borgoña. Durante el reinado del hijo y sucesor de Carlos I, Felipe II, que dio comienzo en 1556, los Países Bajos se habían convertido en una pieza clave de la Monarquía Hispánica. En el momento en que el eje económico europeo basculaba hacia el océano Atlántico, la ciudad de Amberes era un emporio comercial y financiero fundamental para los intereses castellanos: el trigo báltico llegaba a España a través de esta plaza, que a la vez era el centro de distribución de las lanas de Castilla. Además, era el fundamento de uno de los ejes del comercio con las Indias.
La situación política de la zona era complicada, y ello dio lugar a una serie de revueltas en las que, en cada caso, primaron intereses sociales, económicos e ideológicos. Estas revueltas se producían, en ocasiones, de manera simultánea, otras veces se fundían en un movimiento único, pero siempre tenían el denominador común de la defensa de los privilegios locales, frente a lo que los flamencos consideraban la intromisión del poder autoritario y centralista de Felipe II.
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CAUSAS DE LA GUERRA
Guillermo de Orange-Nassau
Guillermo de Orange-Nassau está considerado uno de los grandes patriotas de la nación neerlandesa, al ser el principal líder de la lucha contra la Monarquía Hispánica de Felipe II. Su actividad resultó fundamental para que, por medio de la Unión de Utrecht (1579), nacieran la Provincias Unidas, núcleo del actual Estado de los Países Bajos.

La causa esencial de la guerra de Flandes (nombre por el que es conocido asimismo el conflicto) fue, sin duda, el enfrentamiento de intereses de una y otra parte, pero hubo ciertos factores que actuaron como desencadenantes. En la década de 1560, Felipe II impuso una serie de novedades sobre los territorios. Las principales de ellas fueron el control de las decisiones políticas a cargo del cardenal Antonio de Perrenot, señor de Granvela, y el acantonamiento en distintos lugares de tropas españolas. Destacaron asimismo las medidas religiosas adoptadas por el monarca español, como la introducción de los jesuitas o la creación de catorce nuevos obispados, que provocaron un amplio descontento. Por otra parte, muchos privilegiados comenzaron a utilizar el calvinismo en favor de sus intereses, más políticos y económicos que religiosos, e hicieron del apoyo a esta creencia la bandera de su idiosincrasia frente a la católica España. De entre los principales dirigentes que comenzaron a organizar un movimiento contra el gobierno español destacó desde un principio Guillermo de Orange-Nassau.
Conflictos durante el reinado de Felipe II
El reinado de Felipe II (1556-1598) estuvo marcado por una serie de claves de carácter global, pero con unos referentes concretos ineludibles. Por un lado, el enfrentamiento con el Imperio otomano en el mar Mediterráneo, al cual pueden ser adscritos, de forma general, los ataques piráticos lanzados sobre las costas hispánicas desde el norte de África, así como el episodio local de la sublevación de los moriscos de Las Alpujarras (1568-1571). El punto álgido de este frente se alcanzó en 1571 con la batalla de Lepanto. Por otra parte, el enfrentamiento con Inglaterra, con el dominio del océano Atlántico como trasfondo subyacente, cuyo hito crucial se produjo en 1588 con la fracasada acción de la Armada Invencible. Con anterioridad, en 1566, había surgido otro foco que terminaría por convertirse en escenario de conflicto permanente para el Rey Prudente: los Países Bajos, rebelados contra la Corona por cuestiones políticas (búsqueda de la independencia), económicas (la zona era un eje básico del comercio de la época) y religiosas (abrazo del calvinismo frente al catolicismo que representaba la Monarquía Hispánica). Los principales enemigos de Felipe II fueron pues, musulmanes y protestantes (anglicanos ingleses y calvinistas flamencos), un reflejo, no casual, del papel de máximo defensor del catolicismo en que el soberano se erigió. En el plano teológico, este aspecto tuvo su máxima expresión en el Concilio de Trento.

Estas circunstancias se conjuraron con la crisis de subsistencias de 1566 y la consiguiente sensibilización de la colectividad.
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DESARROLLO DEL CONFLICTO EN EL SIGLO XVI

La furia española
El 4 de noviembre de 1576 comenzó el saqueo de la ciudad de Amberes (en la actualidad, en Bélgica) a manos de las tropas españolas, descontentas por el impago de sus haberes. Tres días después, la violencia finalizó, dejando como vestigios los estragos producidos por la que pasó a denominarse 'furia española'. Este lienzo, pintado en el siglo XIX por H. Leys, conservado en los Museos Reales de Bruselas (Bélgica) y titulado La furia española, trata de reproducir uno de los instantes del saqueo.

En el verano de 1566 se produjo una oleada de desórdenes en las ciudades flamencas que se polarizó en el saqueo de iglesias y conventos. Felipe II, que según cartas de la época se hallaba 'gravemente ofendido' por la incapacidad de la alta nobleza para frenar estas acciones, tomó la decisión de enviar un año más tarde a los Países Bajos a Fernando Álvarez de Toledo, duque de Alba, al mando de un gran ejército.
A partir de la llegada de éste, la tensión se transformó en un verdadero enfrentamiento bélico. El duque de Alba estableció el que pasaría a ser más conocido como Tribunal de los Tumultos, con una deliberada confusión de jurisdicciones, política y religiosa, y recurrió a una serie de impuestos destinados a paliar los gastos de la guerra, que enconaron a la burguesía. En este momento comenzaron a operar quienes la historiografía española dio el nombre de “mendigos del mar”, que llegaron a controlar el estuario del Escalda y a comprometer el tráfico comercial de Amberes. Además, Francia e Inglaterra vieron la ocasión de presionar a España apoyando a los rebeldes.
El duque de Alba no pudo poner fin a la revuelta y en 1573 fue relevado por Luis de Requesens y Zúñiga, quien llegó a los Países Bajos con el cargo de gobernador e instrucciones precisas de negociación. Debía salvaguardar, a toda costa, la soberanía española y la ortodoxia católica. Requesens era un hombre de opiniones moderadas, pero fue incapaz de romper la dinámica política de su predecesor; la guerra pues continuó, con desigual fortuna para las tropas españolas. Felipe II enviaba a los Países Bajos ingentes sumas de dinero (en 1574, concretamente, más del doble que en los dos años anteriores), pero los gastos del Ejército, que en esas fechas contaba con 86.000 hombres, superaban con creces las posibilidades económicas. En septiembre de 1575, el Rey declaró suspensión de pagos de los intereses de la deuda pública de Castilla y la financiación del Ejército de Flandes quedó cortada. Fue el revés definitivo para un hombre que había encajado a la fuerza un cargo, cuyos objetivos no había logrado encauzar. Requesens murió en marzo de 1576. El vacío de poder propició el 4 de noviembre de ese año el inicio del más célebre de los saqueos de Amberes, que sirvió de aglutinante para una rebelión general de católicos y calvinistas frente al Ejército español.
Felipe II encomendó el control de la situación a su hermano, Juan de Austria. Mediatizado por la escasez de recursos, el nuevo gobernador no pudo hacer otra cosa que aceptar la mayor parte de las condiciones de los rebeldes, lo cual no aclaró la complicada situación política. Juan de Austria murió en octubre de 1578 y fue sustituido por Alejandro Farnesio, uno de los mejores diplomáticos de la época y un formidable militar.

Alejandro Farnesio, duque de Parma
Hijo de Octavio Farnesio y de Margarita de Parma, heredó en 1586 los ducados italianos de Parma y Plasencia. Tras participar en 1571 en la batalla de Lepanto, su tío paterno, el rey español Felipe II, le nombró gobernador de los Países Bajos siete años después. Continuó desde ese cargo la llamada guerra de los Países Bajos, en la cual conquistó varias ciudades y recuperó para la Monarquía Hispánica, entre otras, las de Bruselas y Amberes. Más tarde colaboró con la Liga Santa, enfrentada a Enrique de Navarra (el futuro rey francés Enrique IV), en las llamadas guerras de Religión. El artista español Alonso Sánchez Coello le representó en este retrato juvenil que se conserva en la Galería Nacional de la ciudad italiana de Parma.

Los nobles católicos del sur mantenían la esperanza de un acuerdo honorable con el rey de España, en contra de la intransigencia de los burgueses calvinistas del norte, aglutinados en torno a la persona de Guillermo de Orange-Nassau. Alejandro Farnesio se valió de esta diversidad de intereses, logró controlar a los tercios y recibió enormes cantidades de plata procedente de las Indias.
En enero de 1579, diputados de las provincias de Holanda, Zelanda, Utrecht, Frisia, Güeldres y del territorio que circundaba la ciudad de Groninga (Ommelanden) firmaron la Unión de Utrecht, por medio del cual nacieron las Provincias Unidas. El acuerdo no mencionaba la autoridad del rey de España y comprometía a estos territorios a la lucha hasta la victoria total. Pocos días antes, los estados de Hainaut y Artois habían concluido la Unión de Arras, a la que pronto se uniría el Flandes valón.
En el Tratado de Arras, acordado en mayo de 1579, los valones reconocieron la plena autoridad de Felipe II, con lo que el sur de los Países Bajos quedó definitivamente integrado en los dominios españoles. Las provincias del norte continuaron la guerra, y el mar fue en adelante el campo de batalla fundamental. Los intereses de Inglaterra vinieron a incidir en una lucha perdida de antemano para los españoles. En efecto, tanto Inglaterra como Francia firmaron en 1596 con ellas la llamada Coalición de Greenwich, con el único objetivo de enfrentarse a la posición española en el orden internacional imperante. Después de haber acordado con Francia en mayo de 1598 la Paz de Vervins, Felipe II entregó los Países Bajos a su hija Isabel Clara Eugenia y al marido de ésta, el archiduque Alberto de Habsburgo, para que los gobernaran como soberanos conjuntos, con un estatuto de semiindependencia. Las provincias meridionales aceptaron, pero las septentrionales siguieron luchando.
El rey Felipe III, en el trono español desde 1598, reconoció oficialmente la independencia de los territorios septentrionales de los Países Bajos (Provincias Unidas) cuando el 9 de abril tuvo lugar en Amberes la firma de la denominada Tregua de los Doce Años.
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EL FIN DE LA TREGUA: LA GUERRA EN EL SIGLO XVII
Conflictos durante el reinado de Felipe IV
Durante el reinado de Felipe IV (1621-1665), la Monarquía Hispánica vivió un notable proceso de decadencia. En buena medida como consecuencia de la política de su valido, el conde-duque de Olivares, fueron múltiples las secesiones y sublevaciones de los distintos territorios que se encontraban bajo su cetro. Entre ellas, la guerra de Separación de Portugal, la rebelión de Cataluña (ambos conflictos iniciados en 1640), la conspiración de Andalucía (1641) y los distintos incidentes acaecidos en Navarra, Nápoles y Sicilia a finales de la década de 1640. A estos hechos se sumaban los distintos frentes extrapeninsulares: la guerra de los Países Bajos (reanudada en 1621 tras expirar la Tregua de los Doce Años) y la guerra de los Treinta Años. A su vez, el enfrentamiento con Francia en esta última (desde 1635) quedó conectado con el problema catalán.

Una de las razones de la intervención española en la guerra de los Treinta Años, que dio comienzo en 1618, ha de buscarse en los Países Bajos. Cuando la Tregua de los Doce Años estaba a punto de finalizar, Gaspar de Guzmán y Pimentel, el futuro conde-duque de Olivares, era partidario de reanudar la lucha, en tanto que en las Provincias Unidas el príncipe Mauricio de Nassau-Orange, hijo de Guillermo de Orange-Nassau (que había sido asesinado en 1584), encabezaba a un grupo de calvinistas y comerciantes especialmente interesados en volver a las armas.
En 1621, coincidiendo con el comienzo del reinado de Felipe IV, se reinició la guerra. Durante los primeros años las operaciones militares carecieron de espectacularidad, pero los recursos de las Indias llegados en 1624 permitieron a la Monarquía Hispánica llevar a cabo una gran inversión militar que condujo a Ambrosio de Spínola a la toma de Breda en junio del año siguiente. De forma paralela, la Armada española logró mejorar su posición en América.
La rendición de Breda
Conocido también como Las lanzas, este lienzo es una de las más afamadas y bellas muestras de la historia de la pintura. Lo pintó, hacia 1634, el sevillano Diego de Silva Velázquez para adornar el principal salón del palacio regio del Buen Retiro. En la actualidad, se conserva en el madrileño Museo del Prado. El cuadro representa la entrega de las llaves de la ciudad de Breda (Países Bajos) que efectuó Justino de Nassau a Ambrosio de Spínola, el 5 de junio de 1625. El hecho se enmarca en la denominada guerra de los Países Bajos que la Monarquía Hispánica mantuvo contra el intento, finalmente logrado, de independencia de esos territorios.

A partir de 1626, los intereses de España tomaron un rumbo diferente, acentuado a raíz de la captura en las cercanías de Cuba de la plata transportada por la flota de las Indias efectuada por la escuadra holandesa de Piet Heyn (1628). Sin embargo, y en contra de la opinión de Spínola, el conde-duque de Olivares decidió mantener una política agresiva frente a las Provincias Unidas, a pesar de que hasta después de la batalla de Nördlingen (1634) no consiguió el apoyo de los ejércitos imperiales.
La ayuda del Sacro Imperio Romano Germánico a las fuerzas españolas no fue más que simbólica y temporal; las dificultades económicas, financieras y políticas fueron en aumento desde 1638 y la sustitución de Olivares por Luis Menéndez de Haro y Guzmán, marqués de Carpio, en 1643, no varió sustancialmente el curso de la contienda. De hecho, en 1639, la derrota hispana en la batalla de las Dunas frente a una flota independentista ya había significado el ocaso del poderío naval español.
A comienzos de 1648 concluyó por medio la Paz de Westfalia la guerra de los Treinta Años. En el contexto de esos acuerdos, España buscó un tratado bilateral con las Provincias Unidas que se firmó en Münster el 30 de enero de ese año. Después de más de ochenta años de lucha, las Provincias Unidas vieron reconocida de forma definitiva su independencia, aunque los Países Bajos del sur continuaron siendo españoles hasta que en 1714 pasaron a incrementar las posesiones del Sacro Imperio Romano Germánico.

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