Casa de Osuna
Los duques de Osuna y sus hijos
Este hermoso retrato familiar creado por el pintor español Francisco de Goya fue donado al Museo del Prado (Madrid), en 1879, por los descendientes de quienes aparecen representados en él: Pedro de Alcántara Téllez Girón, noveno duque de Osuna (de pie, vestido de uniforme), su esposa, María Josefa de la Soledad de la Portería Alfonso Pimentel (sentada) y los hijos de ambos. El niño que aparece montado sobre un bastón (Francisco de Borja), heredaría el título de duque, pasando a ser el décimo de la Casa de Osuna.
Casa de Osuna, una de las familias más importantes de la nobleza española. Presenta grandes transformaciones desde su creación en la segunda mitad del siglo XV hasta la desvinculación y disolución de los señoríos en el siglo XIX. El primer núcleo importante de lo que será la Casa de Osuna se encuentra en el testamento del maestre de Calatrava, Pedro Girón (1466), que vinculaba sus propiedades en mayorazgo para su hijo Juan Téllez Girón, segundo conde de Ureña, en 1511 y 1523. Hasta el siglo XVIII la Casa no sufrió alteraciones de consideración. Estaba integrada por tres estados: Osuna, Ureña y Peñafiel, con capitalidad cada uno de ellos en la población que daba nombre al estado y con un título nobiliario para cada uno. El primer título concedido a la Casa fue el de condes de Ureña a mediados del siglo XV. Un siglo después, Felipe II otorgó al quinto conde de Ureña la merced de duque de Osuna (1562), entrando así en la minoritaria categoría de la Grandeza española. Mediante esta concesión se estableció oficialmente la villa de Osuna (Sevilla) como centro de la Casa. Por último, en 1568, el segundo duque recibió también el título de marqués de Peñafiel, que habitualmente era utilizado por el heredero de la Casa , al igual que las rentas del Estado.
A finales del siglo XVIII la Casa de Osuna comenzó un espectacular engrandecimiento por la acumulación de títulos y la agregación de estados. En 1772 Pedro de Alcántara Téllez Girón, noveno duque de Osuna, se casó con María Josefa de la Soledad de la Portería Alfonso Pimentel, que ostentaba, entre otros títulos el de duquesa de Benavente, Béjar y Arcos, pasando sus títulos y estados por matrimonio a la Casa de Osuna. En 1841 incorporó, por extinción de colaterales sin herederos directos, todo el patrimonio del ducado del Infantado. Con esto, los Osuna concentraban algunas de las Casas y estados nobiliarios más importantes y de más rancio abolengo de la Península. Entre ellas cabe destacar las del Infantado, Arcos, Béjar, Gandía y Benavente, convirtiéndose en cuatro veces Grandes de España.
El proceso de acumulación de títulos que se produjo en la Casa de Osuna desde finales del siglo XVIII y, sobre todo, en el XIX, se hizo, bien a través de una política matrimonial adecuada, de tipo endogámico dentro de la clase nobiliaria, o del disfrute de títulos de familias colaterales que murieron sin sucesión. En definitiva, acumularon prestigio social, económico y político, pues sus miembros, además de rentas y privilegios, acapararon cargos políticos, militares y diplomáticos.
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