La Casa de Habsburgo




Casa de Habsburgo
Casa de Habsburgo, dinastía ligada al Sacro Imperio Romano Germánico (1438-1806) y a la Monarquía Hispánica (1516-1700), que reinó asimismo en Austria desde 1279 hasta 1918.
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ORÍGENES Y CONSOLIDACIÓN EN EL SACRO IMPERIO ROMANO GERMÁNICO
Esta familia, originaria de Suabia meridional (siglo X), se estableció posteriormente en Suiza. El nombre deriva del castillo de Habsburgo (Argovia, Suiza), construido por Werner, obispo de Estrasburgo (1001-1029). Su sobrino Werner aparece como el primer conde de Habsburgo (1064). Rodolfo I de Habsburgo aumentó el patrimonio suizo de la familia, y a su muerte (1232) dividió la herencia entre sus hijos Alberto y Rodolfo; el segundo fundó la rama colateral de los Habsburgo-Lauffenburg, que se extinguió en 1415. Rodolfo III de Habsburgo fue elegido emperador en 1273 (reinó como tal con el nombre de Rodolfo I de Habsburgo) y aumentó su patrimonio con Austria, Estiria, Carniola, Carintia y el Tirol, al mismo tiempo que abandonó sus intereses en Suiza. Consolidada su posición en Austria, en cuyo trono se mantuvieron hasta 1918, desde 1438 hasta su desaparición (1806) todos los titulares del Sacro Imperio Romano Germánico fueron miembros de esta Casa.
Con Federico III de Estiria (1440-1493) y su hijo Maximiliano I (1493-1519) la política dinástica de la Casa se orientó a extender su poder sobre el occidente europeo. El matrimonio de Maximiliano con María de Borgoña (1477), hija del último duque borgoñón, Carlos el Temerario, y los dobles enlaces de 1496 con la Casa de Trastámara —Felipe de Habsburgo (el Hermoso) con Juana de Castilla (la Loca) y Margarita de Habsburgo con Juan, heredero de los Reyes Católicos—, dieron sus frutos en la siguiente generación. Asimismo, en 1515, Maximiliano I consiguió el matrimonio de sus nietos Fernando y María, hijos de Felipe de Habsburgo y Juana de Castilla, con los hijos del rey Ladislao VI Jagellón, con el objeto de lograr la vieja aspiración familiar de unir a su patrimonio Bohemia y Hungría.
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LA OBRA DE CARLOS V, I DE ESPAÑA

Palacio de Carlos V
El soberano español Carlos I (como emperador, Carlos V) mandó construir junto a la Alhambra de Granada un edificio renacentista que sirviera de puerta al palacio Nazarí. De planta cuadrada, contiene el hermoso patio porticado circular rodeado por 32 columnas de mármol que podemos observar en esta reproducción fotográfica. El exterior del palacio mide 63 metros de lado por 17,5 metros de alto.

Felipe de Habsburgo (el Hermoso), fallecido en 1506, y su mujer Juana la Loca, por la muerte de los hermanos de ésta, accedieron al trono de Castilla en 1504. En 1517, el primogénito del matrimonio llegó a España para tomar posesión de la herencia de sus abuelos, los Reyes Católicos, con lo que inauguraba la Casa de Austria española como Carlos I (1516-1556). En 1519, falleció su abuelo Maximiliano I y, ese mismo año, fue elegido emperador del Sacro Imperio Romano Germánico como Carlos V (1519-1558), además de recibir los territorios patrimoniales habsburgueses. Con diecinueve años, y fruto de la acertada política matrimonial de sus antecesores, en Carlos recayó una inmensa herencia: la Corona de Castilla, con las Indias; la Corona de Aragón, con Sicilia, Cerdeña y Nápoles; la mayor parte del antiguo ducado de Borgoña, compuesta por los Países Bajos, el Artois y el Franco Condado; los territorios patrimoniales de los Habsburgo —Austria, Estiria, Carniola, Carintia y el Tirol—; y el título imperial, simbólicamente recibido del papa Clemente VII en Bolonia (1530).
La política de Carlos V estuvo determinada por la idea de conservar el Imperio cristiano, para lo cual tuvo que hacer frente al Imperio otomano en su momento de mayor potencia y luchar contra el protestantismo, hecho éste que significó una fractura religiosa de importantes consecuencias políticas y dividió Europa. Además, ocupó también su reinado en la larga pugna contra los Valois de Francia por el dominio de Italia y de otros territorios occidentales. En 1555, renunció a la jefatura de la Orden del Toisón de Oro y a sus títulos en los Países Bajos en favor de su hijo Felipe, duque de Milán desde 1540. En 1556, Carlos I abdicó de las coronas de Castilla y Aragón en Felipe y abandonó el título imperial en beneficio de su hermano Fernando, rey de Romanos, quien ya poseía los territorios patrimoniales de los Habsburgo, era rey de Hungría y Bohemia desde 1527 y sería elegido oficialmente emperador en 1558 como Fernando I.
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LOS HABSBURGO ESPAÑOLES

Imperio de Felipe II
En estos mapas pueden observarse los distintos espacios geográficos que estuvieron bajo la soberanía del rey Felipe II. Configuraron un auténtico imperio territorial, que marcó el momento de mayor apogeo de la Monarquía Hispánica, así como de la propia rama española de la Casa de Habsburgo.

Así pues, Felipe II (1556-1598), aunque por decisión de su padre había sido separado del título imperial y del patrimonio austriaco, se convirtió en el monarca más poderoso de su tiempo, más aún cuando, en 1580, añadió la corona de Portugal y su imperio ultramarino, al ser nieto por línea materna del rey portugués Manuel I. Su política siguió el eje trazado por el emperador Carlos V: conservación de la Monarquía Hispánica y lucha contra los enemigos del catolicismo, es decir, los protestantes y los musulmanes. Vencidas las ambiciones francesas (Paz de Cateau-Cambrésis de 1559) e instaurado por fin el equilibrio en el Mediterráneo con los turcos (Tregua de 1581), los problemas más graves vinieron de la revuelta de los Países Bajos (que desde 1566 se dio en llamar la guerra de los Países Bajos) y el conflicto contra Inglaterra (1585-1604).

Conflictos durante el reinado de Felipe II
El reinado de Felipe II (1556-1598) estuvo marcado por una serie de claves de carácter global, pero con unos referentes concretos ineludibles. Por un lado, el enfrentamiento con el Imperio otomano en el mar Mediterráneo, al cual pueden ser adscritos, de forma general, los ataques piráticos lanzados sobre las costas hispánicas desde el norte de África, así como el episodio local de la sublevación de los moriscos de Las Alpujarras (1568-1571). El punto álgido de este frente se alcanzó en 1571 con la batalla de Lepanto. Por otra parte, el enfrentamiento con Inglaterra, con el dominio del océano Atlántico como trasfondo subyacente, cuyo hito crucial se produjo en 1588 con la fracasada acción de la Armada Invencible. Con anterioridad, en 1566, había surgido otro foco que terminaría por convertirse en escenario de conflicto permanente para el Rey Prudente: los Países Bajos, rebelados contra la Corona por cuestiones políticas (búsqueda de la independencia), económicas (la zona era un eje básico del comercio de la época) y religiosas (abrazo del calvinismo frente al catolicismo que representaba la Monarquía Hispánica). Los principales enemigos de Felipe II fueron pues, musulmanes y protestantes (anglicanos ingleses y calvinistas flamencos), un reflejo, no casual, del papel de máximo defensor del catolicismo en que el soberano se erigió. En el plano teológico, este aspecto tuvo su máxima expresión en el Concilio de Trento.

Bajo Felipe III (1598-1621), la Monarquía vivió un periodo de relativa tranquilidad exterior, que se puso de manifiesto en la paz con Inglaterra (1604) y en la Tregua de los Doce Años en los Países Bajos (1609-1621). Pero la entrega del gobierno a favoritos (duques de Lerma y de Uceda) y la implicación de España en la guerra de los Treinta Años (1618-1648) al lado de los Habsburgo de Viena impidieron llevar a cabo las reformas necesarias.

Conflictos durante el reinado de Felipe IV
Durante el reinado de Felipe IV (1621-1665), la Monarquía Hispánica vivió un notable proceso de decadencia. En buena medida como consecuencia de la política de su valido, el conde-duque de Olivares, fueron múltiples las secesiones y sublevaciones de los distintos territorios que se encontraban bajo su cetro. Entre ellas, la guerra de Separación de Portugal, la rebelión de Cataluña (ambos conflictos iniciados en 1640), la conspiración de Andalucía (1641) y los distintos incidentes acaecidos en Navarra, Nápoles y Sicilia a finales de la década de 1640. A estos hechos se sumaban los distintos frentes extrapeninsulares: la guerra de los Países Bajos (reanudada en 1621 tras expirar la Tregua de los Doce Años) y la guerra de los Treinta Años. A su vez, el enfrentamiento con Francia en esta última (desde 1635) quedó conectado con el problema catalán.

La mitad del largo reinado de Felipe IV (1621-1665) estuvo dominada por la figura del conde-duque de Olivares (1621-1643), cuyo programa de reformas administrativas, fiscales y militares quedó bloqueado por las guerras exteriores —inicio de la guerra con Francia (1635), que se sumó a la guerra de los Treinta Años— y los conflictos interiores —reanudación de la guerra de los Países Bajos y levantamientos de Portugal y Cataluña (1640)—. En la década de 1640, la Monarquía se situó al borde de la desmembración, hasta que, por la Paz de Münster (1648) finalizó la guerra en los Países Bajos, en 1652 se sofocó la revuelta catalana y la Paz de los Pirineos (1659) concluyó la guerra con Francia.

Carlos II de España
Carlos II, rey de España desde 1665 hasta 1700, fue el último soberano de su país perteneciente a la Casa de Habsburgo. Este retrato suyo es obra de Juan Carreño de Miranda, pintor que trabajó en su corte.

El proceso de decadencia culminó bajo el último Habsburgo español, Carlos II (1665-1700), con el reconocimiento de la independencia de Portugal (1668) y la cesión de la hegemonía continental a Francia. Las luchas intestinas por hacerse con la voluntad del Rey y la intervención extranjera en los destinos de la dinastía ocuparon las últimas décadas del siglo XVII, mientras los territorios peninsulares empezaban a dar algunos síntomas de recuperación demográfica y económica. Ante la manifiesta incapacidad de Carlos II para engendrar un sucesor, las potencias europeas negociaron diversos repartos de la herencia de los Habsburgo españoles. Finalmente, Carlos II otorgó testamento en favor de Felipe de Anjou (futuro Felipe V), nieto de Luis XIV de Francia y de María Teresa de Austria, hija de Felipe IV, con lo que el trono de España pasó a la Casa de Borbón.
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EL FINAL DEL SACRO IMPERIO ROMANO GERMÁNICO Y DEL IMPERIO AUSTRO-HÚNGARO

Baile en el palacio de Hofburg
La Casa de Habsburgo gobernó Austria desde el siglo XIII hasta el XX, pero también el Sacro Imperio Romano Germánico entre 1438 y 1806 e incluso su rama española dirigió durante sus casi doscientos años de existencia la Monarquía Hispánica. La corte austriaca de los Habsburgo estaba emplazada en la ciudad de Viena, concretamente en el palacio de Hofburg, comenzado a construir en 1278. Esta imagen reproduce un baile celebrado en uno de sus salones, durante el reinado del emperador Francisco José I.

El último emperador del Sacro Imperio fue el hijo de Leopoldo II (1790-1792), Francisco II, quien reinó como tal desde 1792 hasta 1806, aunque dos años antes pasó a ser emperador de Austria, título éste que desempeñaron sus descendientes hasta que, en 1918, tras la derrota de los Imperios Centrales en la I Guerra Mundial, dejó de existir el que había sido Imperio Austro-Húngaro. El último miembro de la Casa de Habsburgo que reinó sobre los territorios austriacos (y húngaros) fue Carlos I, quien falleció en su exilio en la isla de Madeira, en 1922, cuatro años después de perder el trono imperial.

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