Guerra de Sucesión española





El invento de las guerras
Guerra de Sucesión española

Guerra de Sucesión española, conflicto dinástico e internacional, que tuvo lugar entre 1702 y 1714, tras el cual se asentó en España la dinastía Borbón. Además de dilucidarse el testamento de Carlos II y la legitimidad Borbónica, las potencias europeas se disputaban una serie de intereses territoriales, políticos y económicos a costa de España, víctima del reparto que se realizó al término del enfrentamiento.
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CAUSAS
La progresiva convicción de que Carlos II, después de sus dos matrimonios, no iba a tener descendencia, activó la pugna entre los candidatos europeos para hacerse con su herencia. Inicialmente el candidato designado como heredero había sido José Fernando, hijo del elector de Baviera, pero su muerte, en 1699, volvió a abrir el problema de elegir entre el archiduque Carlos, hijo del emperador Leopoldo y futuro emperador a su vez como Carlos VI, apoyado por la reina Mariana de Neoburgo y el partido austriaco de España, y Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV y María Teresa de Austria. El siempre moribundo Carlos, aconsejado por el cardenal Portocarrero y el partido nacional, decidió que sólo el apoyo de Francia, cuyas tropas se encontraban en la frontera española, podían garantizar la conservación de la monarquía en toda su integridad, y optó por Felipe. A pesar de las fuertes presiones, mantuvo esta decisión en su último testamento de 3 de octubre de 1700, con dos condiciones: no reunir nunca las coronas de España y Francia en una misma persona y no enajenar parte alguna de los territorios españoles.
Cuando murió Carlos II, el 1 de noviembre de 1700, las potencias europeas, salvo el emperador Leopoldo, reconocieron a Felipe V como rey de España. Sin embargo, la actitud de Luis XIV, ocupando algunas plazas de los Países Bajos españoles y haciéndose confiar su gobierno por el nuevo rey, contribuyó a formar la opinión de que España pasaría a formar, de hecho, un potente bloque con Francia, dirigido por el monarca francés, que rompería el orden europeo. Este temor empujó a las potencias marítimas —Inglaterra y Holanda—, opuestas a la hegemonía borbónica a apoyar las pretensiones del archiduque de Austria formando la Gran Alianza (La Haya, 1701) que el 15 de mayo de 1702 declaró la guerra a los Borbones. Europa se dividió en dos bloques que, con una excusa legitimista, buscaban sacar beneficios de un futuro desmembramiento de los territorios hispánicos y ventajas económicas de la apertura del monopolio de su comercio americano. Frente a Francia y España, a los que se unirá Baviera, militaron los aliados de La Haya, que pronto contaron con Dinamarca, la mayor parte de los príncipes alemanes y Prusia; más tarde se unirá Saboya y por el tratado de Methuen, en 1703, Portugal, que aportará una excelente base de operaciones en la península Ibérica.
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GUERRA EUROPEA
Guerra de Sucesión española
El mapa muestra los territorios europeos inmersos en la guerra de Sucesión española (1702-1714), incluidas las posesiones perdidas por el rey Felipe V tras la firma del Tratado de Utrecht que ponía fin a la misma.

Hasta 1705, la guerra se desarrolló especialmente fuera de España, en el Rin, Flandes e Italia. A partir de esta fecha se convirtió en una guerra civil azuzada por los intereses de Francia e Inglaterra. Los austriacos comenzaron las hostilidades atacando los dominios españoles en Italia, y Felipe V pasó a tierras italianas para resistir sus agresiones, obteniendo las victorias de Santa Vittoria y Luzaro (1702). Luis XIV inició una ofensiva en Alemania, y después de vencer en las batallas de Friedlingen y Hochstädt (1702-1703) se unió a las tropas bávaras con el objetivo de entrar en Viena, pero no sólo no lo consiguió sino que en 1704 sus ejércitos fueron aplastados en Blenhein por el duque de Marlborough y Eugenio de Saboya. En el territorio español una flota pasó por el Mediterráneo para sublevar a las poblaciones en favor del pretendiente Carlos y, aunque no tuvo éxito, a su regreso tomó Gibraltar (1704), plaza considerada imbatible.
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GUERRA CIVIL
Felipe V condecora al duque de Berwick
El hijo natural de quien llegara a reinar en Inglaterra como Jacobo II, James Stuart Fitz James, duque de Berwick (1670-1734), luchó en la guerra de Sucesión española del lado de Felipe de Anjou (Felipe V de España). En el cuadro que aquí se reproduce, obra del pintor francés del siglo XIX Jean Auguste Dominique Ingres (colección de la Casa de Alba, Madrid), aparece Felipe V condecorando al duque de Berwick con el Toisón de Oro.

En lo que respecta a España, Castilla, aunque contó con alguna oposición, apoyó a Felipe V, mientras que Cataluña y Valencia desde 1705 y Mallorca y Aragón en 1706, temerosos del centralismo Borbónico, se declararon decididos partidarios del archiduque, que desembarcó en Barcelona, donde comenzó a ejercer como monarca efectivo. Con estos hechos, la nueva dinastía Borbónica, presionada entre Levante y Portugal, se vio en serias dificultades, hasta el extremo de que Felipe V se vio obligado a salir de Madrid, donde entró el pretendiente Carlos (1706), que fue proclamado Carlos III. Mal recibido por el pueblo madrileño, las tropas aliadas tuvieron que retirarse hacia Valencia y Murcia, aunque conquistarán en estos años definitivamente Gibraltar y algunas plazas de Baleares, entre ellas Menorca. Felipe, gracias a la lealtad de Castilla, salvó la situación. Los ejércitos hispano-franceses, dirigidos por el duque de Berwick, derrotaron a las tropas aliadas mandadas por lord Galloway en la batalla de Almansa (1707), sometiendo a casi todo el reino de Valencia. En castigo por la adhesión de Aragón y Valencia al archiduque, Felipe abolió sus fueros (los de Cataluña lo fueron en 1716).
La situación se agravó en 1709. La rendición de las plazas francesas de Tournai y Mons llevó a Luis XIV al casi abandono de su nieto, pese a lo cual Felipe continuó el esfuerzo militar, y aunque sufrió el revés de Almenara, obtuvo los éxitos de Brihuega y Villaviciosa (1710), que le abrieron el camino hacia Cataluña. En el mismo año, a la muerte del emperador José, hermano del archiduque Carlos, éste accedió a tal dignidad, por lo que las potencias aliadas temieron que se pudiera reconstruir la situación geopolítica del emperador Carlos V (I de España) y que se rompiera el sistema de equilibrio. Así se llegó al comienzo de unas negociaciones de paz; Inglaterra y Portugal convinieron una suspensión de armas con España y Francia, y el Tratado de Utrecht (1713) habría puesto fin a la guerra de no haber sido por la resistencia de Mallorca y Cataluña que, hasta su capitulación el 13 de septiembre de 1714, siguieron luchando.

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