El invento del:
Impresionismo del arte
Vista de Pontoise
Camille Pissarro pintó esta Vista de Pontoise (1879),
en la que el auténtico protagonista es la luz, como sucede en la mayor parte de
la pintura impresionista. El estilo de este cuadro se acerca al puntillismo por
el pequeño tamaño de las pinceladas.
Impresionismo (arte), movimiento pictórico
francés de finales del siglo XIX que apareció como reacción contra el arte
académico. El movimiento impresionista se considera el punto de partida del
arte contemporáneo. Por extensión, el término también se aplicó a un
determinado estilo musical de principios del siglo XX. Véase Impresionismo
(música).
El impresionismo en pintura
partió del desacuerdo con los temas clásicos y con las encorsetadas fórmulas
artísticas preconizadas por la Academia Francesa de Bellas Artes. La Academia
fijaba los modelos a seguir y patrocinaba las exposiciones oficiales del Salón
parisino. Los impresionistas, en cambio, escogieron la pintura al aire libre y
los temas de la vida cotidiana. Su primer objetivo fue conseguir una
representación del mundo espontánea y directa, y para ello se centraron en los
efectos que produce la luz natural sobre los objetos. Las figuras principales
del movimiento fueron: Edgar Degas, Claude Monet, Berthe Morisot, Camille
Pissarro, Auguste Renoir y Alfred Sisley.
Los impresionistas se
preocuparon más por captar la incidencia de la luz sobre el objeto que por la
exacta representación de sus formas, debido a que la luz tiende a difuminar los
contornos y refleja los colores de los objetos circundantes en las zonas de
penumbra. Los pintores académicos definían las formas mediante una gradación
tonal, utilizando el negro y el marrón para las sombras. Los impresionistas
eliminaron los detalles minuciosos y tan sólo sugirieron las formas, empleando
para ello los colores primarios —cyan, magenta y amarillo— y los
complementarios —naranja, verde y violeta—. Consiguieron ofrecer una ilusión de
realidad aplicando directamente sobre el lienzo pinceladas de color cortas y
yuxtapuestas, que mezcladas por la retina del observador desde una distancia
óptima aumentaban la luminosidad mediante el contraste de un color primario
(como el magenta) con su complementario (verde). De este modo, los
impresionistas lograron una mayor brillantez en sus pinturas que la que se
produce normalmente al mezclar los pigmentos antes de aplicarlos.
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HISTORIA
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Jeanne Samary
Auguste Renoir retrató en 1879 a la actriz francesa
Jeanne Samary. Aunque el artista se adscribió al movimiento impresionista, su
obra es más conservadora que la del resto de sus correligionarios.
Aunque los hallazgos del
impresionismo francés resultaron decisivos para la pintura del siglo XX,
los intentos por plasmar los efectos de la luz natural no eran nuevos. En el
siglo XVII Jan Vermeer había utilizado fuertes contrastes de luces y
sombras para bañar sus lienzos de luz natural. Diego Velázquez en el mismo
siglo y Francisco de Goya a finales del siglo XVIII captaron la impresión
lumínica mediante la eliminación de sombras secundarias y la introducción de
zonas de luz en detrimento de la nitidez de los contornos. Su pincelada también
preludió la de los impresionistas franceses.
La merienda
campestre
Édouard Manet pintó La merienda campestre, en 1863.
Cuando se expuso por primera vez provocó un escándalo por la aparición de un
desnudo femenino en una simple imagen cotidiana, en lugar de una alegoría
clásica o una representación simbólica. El artista arguyó que el auténtico
protagonista del cuadro era la luz, una ideología que fraguó en el movimiento
impresionista.
Los precursores inmediatos
del impresionismo fueron los ingleses John Constable y J.M.W. Turner. Cuando
Monet y Pissarro vieron por primera vez sus obras en 1871 se sintieron
conmovidos por la atmósfera y los efectos difusos de luz característicos de la
pintura de Turner. Los pintores de la Escuela de Barbizon fueron también
antecedentes del movimiento impresionista francés. Treinta años antes de la
primera exposición impresionista, Camille Corot, miembro circunstancial de la
Escuela de Barbizon calificado en ocasiones como padre del impresionismo,
interpretaba los fugaces cambios lumínicos en una serie de temas pintados a
diferentes horas del día. Eugène Louis Boudin, un pintor preimpresionista, que
fue maestro de Monet, enseñó a sus discípulos a expresar un sentimiento de
espontaneidad en sus obras, mientras que el realista Gustave Courbet alentó a
los impresionistas a buscar su inspiración en la vida cotidiana.
Retrato de la madre
del artista
Composición en negro y gris nº 1: retrato de la madre
del artista (1871, Museo de Orsay, París) es una de las primeras obras de James
Whistler sobre las tonalidades, una serie de pinturas en las que la
investigación sobre el color se anteponía a la representación figurativa.
Édouard Manet considerado
el primer impresionista —aunque rechazaba este calificativo— mostró cómo se
podían obtener sutiles representaciones de luz por la yuxtaposición de colores
fuertes y contrastados. Su cuadro La merienda campestre (1863, Museo de Orsay,
París), expuesto en el Salón de los Rechazados (Salon des Refusés)
organizado en oposición a las exposiciones oficiales en el Salón de la
Academia, señaló el comienzo de una nueva era en el arte. Los pintores
impresionistas organizaron su primera exposición independiente en 1874. Los
treinta participantes compartían su rechazo al academicismo imperante y su
admiración por las atrevidas composiciones de Manet. El término impresionista
fue usado por primera vez por el crítico Leroy en la revista Charivari
para denominar irónicamente un cuadro de Claude Monet titulado Impresión,
amanecer (1872, Museo Marmottan, París). El término fue adoptado
oficialmente durante la tercera exposición impresionista en 1877. Los
impresionistas fueron apoyados por notables miembros de la sociedad francesa,
como los literatos Émile Zola y Charles Baudelaire, el pintor-coleccionista
Gustave Caillebotte, y el marchante de arte Paul Durand-Ruel. Sin embargo la
prensa y el público, acostumbrados al convencional estilo académico, se
mostraron hostiles hacia el nuevo arte.
Los impresionistas evolucionaron
hacia distintos estilos individuales y compartieron como grupo sus experimentos
sobre el color. Sólo Monet fue ortodoxo en la aplicación de la teoría
impresionista. Pintó varias series —la catedral de Ruán, la estación de
Saint-Lazare, los álamos— en diferentes horas del día y estaciones del año.
Pissarro utilizó una paleta más delicada y también se concentró en los efectos
de luz sobre las formas. Sisley, aunque muy influido por Monet, conservó una
sutileza propia. Degas, que no fue un impresionista ortodoxo, captó la
fugacidad del movimiento en las escenas de ballet y de caballos, a menudo
representadas con la técnica del pastel. Los sutiles paisajes de Morisot se
destacan por la intensa pincelada más que por la precisión lumínica.
El impresionismo francés
influyó en artistas de todo el mundo. Los más significativos fueron el
estadounidense James Abbott McNeill Whistler, cuyos nocturnos (1877) plasman
efectos de incendios o luces brillando a través de la niebla, Childe Hassam,
Winslow Homer y el inglés Walter Sickert, el italiano Giovanni Segantini y el
español Joaquín Sorolla.
El impresionismo ejerció
una fuerte influencia durante décadas. Artistas que partieron del impresionismo
idearon otras técnicas e iniciaron nuevos movimientos artísticos. Los pintores
franceses Georges Seurat y Paul Signac ejecutaron lienzos a base de pequeños
puntos de color, aplicando una derivación científica de la teoría impresionista
conocida como puntillismo o divisionismo. Los postimpresionistas Paul Cézanne,
Henri de Toulouse-Lautrec, Paul Gauguin y Vincent van Gogh estuvieron muy
influidos por la vivacidad del colorido impresionista. La obra de Cézanne
anticipó el cubismo, mientras que la de Gauguin y Van Gogh representaron el
comienzo del expresionismo.
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