El invento del:
Posmodernismo del arte
Les Colonnes
Ricardo Bofill es uno de los
arquitectos españoles más populares fuera de su país. Esta imagen muestra una
vista general de una de sus obras, Les Colonnes, ubicada en París. La
composición de la fachada, interrumpida cada pocos metros por enormes columnas
de cristal, denota su proximidad a la corriente posmodernista.
Posmodernismo (arte), corriente artística
de la segunda mitad del siglo XX, que se caracteriza, a grandes rasgos, por el
empleo de materiales, formas y técnicas modernas combinadas según las sutilezas
compositivas y simbólicas de los estilos clásicos. En arquitectura supuso una
reacción contra el dogmatismo del movimiento moderno. En el resto de las artes
puede entenderse como un cambio de postura ante la filiación abstracta y
conceptual de las primeras vanguardias del siglo XX, o también como una
evolución desde el Pop Art, cuyo eclecticismo y populismo explotó el valor
simbólico de los objetos cotidianos.
Rascacielos, Nueva York
La construcción del edificio para
la AT&T (1984) en Nueva York, proyectado por Philip Johnson, significó el
espaldarazo definitivo para la arquitectura posmodernista estadounidense.
Como defendía Charles
Jencks, teórico de este movimiento, el espíritu posmodermo “es al mismo tiempo
la continuación de lo moderno y su superación”. El término también se aplica a
la literatura y a la danza. Véase Posmodernismo; Posmodernismo (danza).
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ARQUITECTURA
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Museo de Arte Moderno de San
Francisco
Como muchos otros edificios
diseñados por el arquitecto suizo Mario Botta, el Museo de Arte Moderno de San
Francisco, finalizado en 1994, presenta un gran cilindro que actúa de punto de
referencia hacia el exterior y supone además una estupenda fuente de luz para
el interior durante el día.
El posmodernismo ha dominado
una etapa de la arquitectura de finales del siglo XX, especialmente durante las
décadas de 1970 y 1980, cuando sus representantes más destacados (Robert
Venturi, Michael Graves, James Stirling, Ricardo Bofill, Aldo Rossi, Charles
Moore, Hans Hollein, Arata Isozaki, Mario Botta, Rob y León Krier, Robert A. M.
Stern y Óscar Tusquets, entre otros) gozaron de un gran prestigio en el ámbito
teórico y obtuvieron importantes encargos institucionales. Su obra, dotada de
un cierto carácter manierista, se ha difuminado en infinidad de estilos, desde
el clasicismo a la modernidad pasando por las actitudes vernáculas. Este
eclecticismo ha pretendido reflejar la pluralidad esencial de la sociedad
postindustrial, un factor decisivo para la arquitectura pública, que debe
representar a una gran variedad de personas con gustos y referencias culturales
dispares. Su actitud contra la modernidad se resume en la máxima de Robert
Venturi, que desafió con su “Less is a bore” (menos es un aburrimiento) a la
famosa consigna de Ludwig Mies van der Rohe “Less is more” (menos es más).
El deseo de agradar a
las clases medias ha inducido a los arquitectos posmodernistas a insertar en
sus obras referencias y motivos decorativos de los estilos históricos. Una muestra
de ello es el edificio de James Stirling y Michael Wilford para la
Staatsgalerie de Stuttgart (1977-1984), donde ciertos elementos coloristas
(como los pasamanos o las marquesinas) adornan un edificio que también contiene
referencias académicas a la arquitectura clasicista, en concreto a la obra del
alemán Friedrich Schinkel. Este carácter populista se opone al espíritu del
movimiento moderno, cuyas composiciones austeras sólo puede disfrutar (según
los posmodernistas) una escasa elite cultural.
De acuerdo con este razonamiento
crítico, la preocupación de las vanguardias históricas por las formas
abstractas también olvidaba el papel que desempeñan las asociaciones simbólicas
en nuestra percepción de la arquitectura. Estas connotaciones culturales o históricas
se han aplicado en la realización de numerosos edificios culturales, como el
Museo de Arte romano de Mérida, de Rafael Moneo, la Staatsgalerie de Stuttgart
o la nueva ala Sainsbury de la National Gallery en Londres, obra de Robert
Venturi y Denise Scott-Brown. Otro argumento fundamental es la valoración del genus
loci o genio del lugar, un concepto asociado a los contextos urbano, físico
e histórico en los que se inscribe cualquier obra arquitectónica. La ironía
sobre los estilos históricos también se aprecia como motivo recurrente del
posmodernismo. En el edificio bautizado como Las Escalas del Barroco (París,
1979-1986), de Ricardo Bofill, las fachadas vítreas de los interiores de las
viviendas conforman una enorme columnata dórica, rematada por un entablamento
gigante de piezas prefabricadas en hormigón armado. Una inspiración semejante
se puede encontrar en el Portland Public Service Building (Portland, 1980-1982)
de Michael Graves, un edificio de oficinas en el que, sobre una moderna fachada
de muro-cortina, se dibujan dos pilastras acanaladas que simulan sostener en lo
alto una gigantesca clave. Un caso más complejo es el del proyecto de Robert
Stern para la torre del Chicago Tribune, donde las referencias históricas a una
columna triunfal dórica se entremezclan con las del conocido proyecto dadaísta
que propuso el arquitecto austriaco Adolf Loos en 1922.
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ARTE
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La combinación de modernidad
con ciertas alusiones irónicas o simbólicas al pasado, distante o próximo,
también es una constante estilística en los pintores y escultores del
posmodernismo. En la obra de Sandro Chia los colores vivos, las formas
distorsionadas y las composiciones de planos manifiestan una raíz moderna, en
particular del futurismo italiano. Sin embargo, Chia no emplea estas técnicas
para representar escenas fabriles, sino la bucólica vida rural mediterránea. En
todo caso, estas referencias mitológicas también, como en el caso de la
arquitectura, tienen connotaciones irónicas. En su obra Hijo del hijo
(1981, Leo Castelli Gallery, Nueva York), por ejemplo, la figura principal
representa un ridículo campesino gigantesco que carga en su saco, no los
productos de la tierra, sino tres palos de golf.
Mientras que Chia emplea
una figuración estrictamente mediterránea, Mimmo Paladino realiza grabados
alegóricos que aluden al cristianismo, a los rituales paganos y a la mitología
clásica. Su obra, cargada de simbolismos y múltiples lecturas al igual que la
de otros artistas posmodernistas como Guillermo Pérez Villalta, Christopher Le
Brun o Patrick Poirer, es difícil de interpretar con claridad, y aparece
siempre envuelta en una atmósfera enigmática y oscura.
El gusto del posmodernismo
por la figuración clásica ha llevado a muchos críticos a considerar este
movimiento como una simple corriente reaccionaria, semejante a la que se
produjo durante los regímenes fascistas del la década de 1930. Sin embargo,
otros especialistas se inclinan a considerarlo una actitud propia de su época,
caracterizada por el escepticismo político, la invasión de la información y la
pérdida de inocencia respecto a los mensajes mesiánicos de las vanguardias
históricas.
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