El asombroso Atlas
Atlas, colección de mapas que,
generalmente, se presenta en un volumen de papel encuadernado o en formato
digital (CD-ROM, DVD, Internet…).
Los primeros atlas modernos aparecieron
en el último tercio del siglo XVI y fueron obra de grandes cartógrafos
flamencos, como Abraham Ortelius y Gerardus Mercator. Desde entonces han
cambiado mucho en cuanto a las técnicas de elaboración (teledetección, SIG,
GPS…) y formatos (el más reciente es el digital), y se han hecho imprescindibles
para los estudiantes, las investigaciones de los científicos y en la toma de
decisiones de los políticos, pues ayudan a comprender mejor el espacio
geográfico.
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TIPOS
DE ATLAS GEOGRÁFICOS
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Tradicionalmente, los atlas han sido considerados
como un conjunto de mapas que versan sobre temas relacionados o están referidos
a una región concreta. Según el tema representado, un atlas puede ser de
dos tipos: general, el que trata todos los aspectos geográficos importantes de
un territorio; o temático, el que muestra un aspecto concreto de la realidad en
varias zonas, sin poner su prioridad en la topografía. Hay muchos tipos de
atlas temáticos, por ejemplo, los históricos, geopolíticos, estadísticos,
botánicos, zoológicos, lingüísticos, económicos, electorales o ecológicos.
También hay atlas destinados al mundo educativo, como los atlas escolares
producidos por algunas editoriales de lengua hispana.
Normalmente casi todos los mapas de un atlas
están realizados en unas pocas escalas. Según la escala territorial que
representen, un atlas puede ser universal o mundial, continental, nacional o
estatal, regional, municipal... Muchos atlas suelen contener informaciones
relativas a diferentes escalas.
Los atlas regionales generales (de
comunidades autónomas, de provincias, de entidades estatales…) y locales juegan
un papel fundamental y creciente en la actualidad.
En cuanto a los atlas generales
nacionales, es necesario señalar su contribución al conocimiento geográfico de
un país concreto, en tanto que su cartografía facilita información sobre la
orografía, hidrografía, geología, recursos naturales, economía, población y
cultura del mismo. No obstante, no todos los países producen este tipo de
atlas. Pueden publicarse en folios de mapas independientes, para guardar en
archivos, lo que facilita su actualización al resultar más económica que la
reedición de un libro o volumen entero.
Muchos atlas generales y educativos suelen
contener las siguientes secciones: un índice general y otro de topónimos; una
extensa leyenda de símbolos y colores para aclarar el significado de todos los
signos utilizados en los mapas; una descripción normalmente gráfica, acompañada
de breves textos, de nociones elementales de cartografía y geografía (tipo de
proyecciones, coordenadas geográficas, escalas empleadas, movimientos de los
astros, husos horarios, escala geológica, orientación espacial, paisaje, tipos
de clima, densidad demográfica, localización industrial...). El índice de
topónimos recoge la lista de los lugares representados en los distintos mapas
del atlas en orden alfabético, así como la página, el cuadrante y, en
ocasiones, las coordenadas geográficas exactas en que se localiza cada uno de
estos lugares.
Los atlas temáticos suelen presentar la
información geográfica con diferentes tipos de mapas, gráficos y tablas:
cartogramas, coremas, croquis, mapas conceptuales, mapas coropléticos, mapas de
flujos, mapas de puntos, mapas de símbolos proporcionales, mapas del tiempo,
mapas isopléticos, mapas mentales, perfiles fluviales, cortes topográficos,
climogramas, pirámides de población, planos urbanos…
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ELABORACIÓN
DE UN ATLAS
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Un buen atlas es una auténtica
obra maestra de planificación y diseño. El creador (cartógrafo y editor) debe
determinar qué es lo que va a mostrar y de dónde obtendrá la información que
necesita. También debe identificar al usuario al que va dirigido el atlas y
cómo deben hacerse los mapas para que el usuario comprenda fácilmente los
resultados reflejados en él. Asimismo decidirá qué países o territorios se
mostrarán, qué tipo de mapas utilizará, qué proyecciones reflejarán los
detalles con más exactitud y qué diseño será el más adecuado en cuanto a color,
maquetación, tamaño y formato de página… Todo ello se lleva a la práctica en
distintas fases, artísticas y mecánicas, y siguiendo el sistema de edición o
autoedición más adecuado para su composición y reproducción (repromat).
Hasta la llegada de los
ordenadores o computadoras, el repromat final se componía, a menudo, de
cuatro láminas de película o fotolitos. Cada una de estas láminas reproducía un
color: magenta, cyan, amarillo y negro. En cada lámina de película había
diferentes tintas que mostraban diferentes densidades de color. Primero, se
recogía cada nivel de densidad de tinta de manera independiente en una lámina
de película. La lámina negra contenía los límites, contornos y topónimos que
aparecerían en negro en el mapa; muchas veces, colocar los nombres en una
página de un atlas era una tarea larga y difícil, ya que no debían superponerse
a otro nombre ni ensombrecer rasgos importantes. Debido a ello, se podían
necesitar 20 o más películas para cada página antes de fusionarlas en un grupo
más pequeño de cuatro colores. De todo esto se deduce que, para realizar un
atlas, se necesitaba gran destreza y precisión cartográficas.
Hoy, la utilización del ordenador o
computadora facilita mucho el trabajo de elaboración de un atlas; en realidad,
se ha convertido en una herramienta imprescindible para almacenar, seleccionar,
extraer y manipular la información de las bases de datos geográficas
(relacionales y orientadas a objetos), que permite realizar cambios en la
proyección y escalas de los mapas, y actualizaciones y correcciones rápidas de
los datos (se ha reducido el tiempo de siguientes ediciones y las revisiones se
pueden llegar a hacer a diario). Los ordenadores o computadoras también han
supuesto un avance en las tareas de impresión, ahora automatizadas. Todo esto
ha dado como resultado una mejora de la calidad y una reducción en el coste de
los atlas.
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LOS
ATLAS DEL SIGLO XX Y XXI
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4.1
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Los
atlas en español más conocidos del siglo XX
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En el ámbito hispanoamericano, el Atlas
Universal Aguilar (1954) fue el primer gran atlas general editado originalmente
en español. Después aparecieron otros, como el Atlas de la enciclopedia
Larousse (1984), el Gran atlas ilustrado del mundo de
Plaza & Janés (1992) y el Nuevo Atlas del Mundo de Planeta
(1996). Con el paso de los años se han llevado a cabo actualizaciones de estas
obras cartográficas; así, en 1969 se realizó una segunda versión del Gran
atlas Aguilar en 3 volúmenes y una tercera, en un único volumen, en 1984;
por su parte, la editorial Planeta realizó en 1995 una actualización y
reedición del Atlas de Larousse.
Entre los primeros atlas temáticos se
pueden mencionar el Mapa ecológico de la República Argentina (1957),
realizado por J. Papadakis; el Atlas cantonal de Costa Rica (1987),
editado por el IFAM; el Atlas demográfico nacional de la República de Cuba
(1985), editado por el Comité Estatal de Estadística; y el Atlas geográfico
de Chile para la educación (1988), realizado por el Instituto Geográfico
Militar.
De todos los países hispanohablantes,
es imprescindible citar los siguientes atlas nacionales (entre paréntesis
aparece la primera fecha en que se publicaron): en España, el Nuevo atlas de
España Aguilar (1961); el Atlas nacional de España (1965) publicado
por el Instituto Geográfico y Catastral; el Atlas nacional de España,
publicado en cuadernillos independientes entre 1990 y 1994, por el Instituto
Geográfico Nacional (IGN); el Atlas de España de la Gran Enciclopedia
Larousse (1995); y el Atlas de España, publicado en dos volúmenes,
por El País-Aguilar entre 1992 y 1993. En México, el Nuevo atlas de la
República Mexicana (1980) de la editorial Porrúa. En Venezuela, el Atlas
de Venezuela (1969) del Ministerio de Obras Públicas; el Atlas de
Venezuela (1979) del Ministerio del Ambiente y de los Recursos Naturales
Renovables; y el Libro atlas de Venezuela (1987) de Distribuidora
Escolar. En Colombia, el Primer atlas de Colombia (1989) de la editorial
Voluntad; y el Atlas de bachillerato universal y de Colombia (1989) de
Aguilar. En Chile, el Atlas de la República de Chile (1983) del
Instituto Geográfico Militar. En Uruguay, el Atlas de la República Oriental
de Uruguay (1983) de la editorial Amanta. En Panamá, el Atlas nacional
de la República de Panamá (1988) del Instituto Geográfico Nacional. En
Honduras, el Atlas de Honduras y el mundo (1991) de ediciones Ramsés.
4.2
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Atlas digitales y
multimedia
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Recientemente, el ordenador (computadora) se
ha convertido en algo más que un agente de producción de atlas; ahora es
también un agente de divulgación. El material de los atlas puede almacenarse en
un CD-ROM o en un DVD, o hasta en servidores a los que se accede a través de
Internet, y venderse al público con el programa que se considere adecuado.
Existen empresas dedicadas a la cartografía y edición digital que elaboran
atlas por encargo, utilizando para ello nuevas tecnologías como los SIG y los
sistemas GPS.
Pero el mayor cambio en el mundo
de los atlas ha tenido lugar con la utilización de las propuestas multimedia.
La combinación de información geográfica y multimedia/hipermedia no ha sido
nada frecuente hasta los últimos años, a excepción del Aspen Movie Map Project,
desarrollado en el Instituto de Tecnología de Massachusetts en 1978, que es
considerado la primera aplicación hipermedia de la historia.
Otra pionera en este campo fue la
BBC (British Broadcasting Corporation) que, en 1986, produjo un particular
atlas nacional multimedia llamado Domesday, que señalaba el nonagésimo aniversario
de la primera recopilación de información topográfica de Guillermo I el
Conquistador con el fin de aumentar los impuestos. Almacenado en dos discos
láser de 30 cm, en los que se encuentran mapas de Reino Unido a diferentes
escalas, fotografías aéreas e imágenes de satélite, recoge miles de datos como
la población de Gran Bretaña, los suelos y otros muchos para cada celda de 1 km
de lado. El usuario puede escoger qué quiere representar en el mapa y cómo
hacerlo; puede escoger la escala, el modo de mostrar el tema seleccionado, los
colores que va a utilizar, etcétera. Además, contiene vídeos (pequeños clips
estáticos) sobre los aspectos de la vida contemporánea británica y
descripciones de casi todo el país, dividido en áreas de 4 por 3 km, ilustradas
con fotografías en color de sus pueblos y ciudades. Toda esta información puede
obtenerse de diversos modos: especificando el área mediante una palabra clave o
con el topónimo, señalando en los mapas o escogiendo a través de una galería de
arte simulada en la que lo que se expone aparece representado como si fueran
cuadros en la pared. Para explorar un área, el espectador tiene que atravesar
una puerta que le lleva a realizar un viaje por las calles de una ciudad, donde
el usuario puede girar a izquierda o a derecha y examinar con más detalle lo
que ve.
Los nuevos atlas interactivos y
multimedia dejan de lado las colecciones ‘aburridas’ en papel, silenciosas y
estáticas; contienen un mayor volumen de información, fácil de manejar, y el
usuario puede ver clips de vídeo mostrando imágenes de lugares concretos o
ayudando a entender definiciones de conceptos geográficos. El Atlas mundial
Encarta de Microsoft es un buen ejemplo de estos nuevos productos
multimedia, con mapas a diferentes escalas, fotografías, música, textos,
gráficos y tablas, que lo convierten en una valiosa obra de consulta.
También se pueden consultar este tipo
de atlas navegado a través de Internet. El Atles de les Illes Balears
fue probablemente el primer atlas multimedia en la Web, pero hoy en día existen
muchos más y surgen nuevos proyectos, como VideoGIS (2002), que combina vídeo e
información geográfica de una manera novedosa con el fin de generar
dinámicamente hipervídeos navegables por contenido geográfico; el sistema
permite visualizar varios elementos de posible interés (hoteles, escuelas,
ríos, límites municipales...), sobreimpresionados en la secuencia vídeo;
además, el vídeo resultante tras una consulta puede ser visualizado a través de
un explorador de Internet.
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