Homonimia, cualidad que se da en la lengua cuando unas palabras presentan la misma forma pero tienen significado diferente. A estas palabras se las llama homónimas.
La identidad en la forma se debe generalmente a la evolución fonética de las lenguas que hace posible que términos sin ninguna relación etimológica terminen con el tiempo coincidiendo en su significante, sin variar por ello su significado.
Algunos lingüistas establecen dentro de la homonimia la distinción entre homófonos, los términos cuya coincidencia es fonética pero no ortográfica: vaca, hembra del toro / baca, objeto que se instala en el techo de los automóviles para colocar sobre él bultos o equipaje; a, preposición / ha, forma verbal del verbo haber / ah, interjección, y homógrafos, términos cuya coincidencia es fonética y ortográfica a pesar de tener diferente origen y significado: gato, animal doméstico / gato, máquina compuesta de un engranaje de piñón y cremallera que sirve para levantar grandes pesos a poca altura; río, corriente de agua / río, forma verbal del verbo reír.
La homonimia no suele producir ambigüedades importantes, ya que la mayor parte de los homónimos no coinciden en su acentuación o pertenecen a categorías gramaticales diferentes, pero si en algún caso existe riesgo de confusión, al crear una ambigüedad que el contexto no puede por sí mismo resolver, la lengua recurre al cambio de significante de uno de los términos. Es lo que ocurrió con las palabras latinas oculum y oleum cuando evolucionaron en castellano hacia la forma ojo; al tratarse de voces relativamente frecuentes en el vocabulario cotidiano se eligió ojo para designar el órgano de la vista y se tomó del árabe la palabra aceite, evitándose así equívocos innecesarios; óleo se incorporó como cultismo dentro del lenguaje eclesiástico.
Menos frecuente es la homonimia semántica, muy relacionada con la polisemia y cuyos límites son tan difusos que algunos lingüistas la consideran polisemia. Son palabras homónimas semánticamente aquellas que tienen el mismo origen etimológico, pero cuyos significados actuales no guardan ninguna relación; es el caso de la palabra verdugo, que, en un origen tenía el significado de ‘vástago, rama verde y tierna’, de ahí pasó a significar ‘azote, vara flexible con la que se aplicaba un castigo’, de ahí, se atribuyó a la persona que daba ese castigo, y luego al funcionario de justicia que aplicaba cualquier pena; con el fin de que no se pudiera reconocer a esta persona se cubría la cabeza con un capuchón, al que también se le llamó ‘verdugo’, y por extensión, se dio este nombre al ‘pasamontañas’, un gorro de lana que ciñe cabeza y cuello y deja al descubierto la cara. Véase Polisemia.
Cuando dos o más personas se denominan de igual modo, son tocayos y no homónimos.
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