Arqueología bíblica
Arqueología bíblica, estudio científico de la arqueología, de los restos y hallazgos históricos relativos a las religiones judía y cristiana y, específicamente, de los hechos narrados y los lugares descritos en la Biblia. Los relatos de peregrinaciones cristianas fechadas aproximadamente en el siglo IV constituyeron la única fuente de información sobre yacimientos bíblicos hasta el siglo XIX, cuando comenzó la moderna investigación en Palestina.
2 | ACTIVIDAD ARQUEOLÓGICA EN PALESTINA |
Manuscritos del Mar Muerto
Los antiguos textos conocidos como los Manuscritos del Mar Muerto comenzaron a descubrirse a partir de 1947. Se hallaban en el valle de Qumran, al noroeste del mar Muerto, donde habían sido ocultados por los romanos. Fueron escritos en hebreo y arameo entre el 20 a.C. y el 70 d.C. Su descubrimiento ha tenido una gran relevancia para el estudio de los orígenes de la cristiandad.
El erudito estadounidense Edward Robinson pasó a ser considerado como el padre de la arqueología palestina con la publicación de su libro Investigaciones Bíblicas en Palestina (1841). Durante las siguientes décadas, la confección del mapa de Tierra Santa y la identificación de yacimientos bíblicos progresó rápidamente bajo el auspicio de instituciones como la Palestine Exploration Fund (1865), la Deutscher Palästina-Verein (1877), la École Biblique (1890), la American School of Oriental Research de Jerusalén (1900), y la British School of Archaeology de Jerusalén (1919). Sin embargo, en Palestina la excavación deliberada de yacimientos bíblicos concretos, diferenciada de un estudio geográfico, no comenzó hasta la década de 1890, cuando el arqueólogo y egiptólogo británico sir William Matthew Flinders Petrie desarrolló intuitivamente los que se convertirían en principios de una excavación sistemática para todos los arqueólogos posteriores: la estratigrafía, o el arte de desentrañar los distintos estratos superpuestos, y la tipología cerámica, o estudio de los estilos de la cerámica como indicadores cronológicos. Las primeras excavaciones en Palestina antes de la I Guerra Mundial se centraron en los grandes yacimientos bíblicos como Jerusalén, Guezer, Meguido, Jericó y Samaria.
Tras la I Guerra Mundial, una segunda etapa en la arqueología bíblica fue dirigida por el científico estadounidense William Foxwell Albright, quien, junto con sus colegas, transformó la arqueología de una actividad en gran medida intuitiva en una disciplina científica. El trabajo de campo pasó de la caza de tesoros a la datación de cerámica, arquitectura y manufacturas, y comenzó a emerger la historia política de Palestina, complementaria a los relatos bíblicos. Al final de la década de 1920 y durante la de 1930 continuaron las excavaciones en Meguido, Jericó y Samaria y se iniciaron en Tel Beit Mirsim y Betel (Bet-el). Tras la II Guerra Mundial se adoptaron innovaciones en el trabajo de campo, cuando la arqueóloga británica Kathleen Kenyon introdujo una nueva metodología en Jericó y Jerusalén. Excavó en cuadrículas más pequeñas de 5 por 5 metros, dejando testigos en los que se podían ver los niveles estratigráficos en sección. Procedió a excavar siguiendo la estratificación natural, separando los estratos naturales o loci (singular, locus). Este nuevo procedimiento de excavación permitió separar los distintos niveles de restos, y los objetos contenidos en ellos, con mayor precisión. A finales de la década de 1950 y en la de 1960, G. Ernest Wright, David Noel Freedman y otros científicos estadounidenses, junto con otros israelíes, como Yigael Yadin, Moshe Dotan, Benjamin Mazar y Nahman Avigad, excavaron en nuevos y viejos yacimientos, como Jatsor (actual Tel el-Qida), Siquem, Ashdod (nombre de la antigua Asdod), Taanak (o Tanak), Guezer y de nuevo Jerusalén, usando este método.
Durante la década de 1970 la arqueología estuvo influida por las ciencias naturales, las ciencias sociales y los estudios medioambientales. Informáticos, geólogos, antropólogos, climatólogos, edafólogos y zoólogos trabajaron junto con arqueólogos para obtener datos e interpretar la información. Estos y otros especialistas estuvieron trabajando en yacimientos como Tell el-Hesi, Cesarea, Afec, Akko (antigua Acre) y la Ciudad de David en Jerusalén.
Ruinas de Masada
Desde 1963 hasta 1965, el arqueólogo israelí Yigael Yadin realizó excavaciones en Masada, la antigua fortaleza hebrea construida en la cima de una montaña situada al sureste de Jerusalén y cuyas ruinas podemos observar en esta fotografía. La fortificación, que fue originalmente un lugar de retiro edificado durante el reinado de Herodes el Grande en el siglo I a.C., fue el último bastión de la resistencia de los judíos zelotes ante el poder romano, el cual tomó Masada en el 73 d.C.
Libros como el Atlas histórico de la Biblia Westminster (edición revisada, 1956) escrito por Wright y Floyd V. Filson o el Atlas bíblico Macmillan (edición revisada, 1977) de Yohanan Aharoni y Michael Avi-Yonah se basan en un siglo de intensas prospecciones y excavaciones. Se están publicando continuamente nuevos atlas y artículos e incorporando nuevos descubrimientos y nuevas teorías arqueológicas.
El continuo estudio y la nueva investigación de ciudades a lo largo y ancho de Palestina han contribuido a establecer las secuencias de poblamiento y destrucción, a refinar el conocimiento de la cultura urbana y de la arquitectura y a definir los patrones de asentamiento de los habitantes de la zona y las migraciones de nuevos pueblos en la región. Por ejemplo, pasadas investigaciones en Meguido y Jericó y las recientes en Bab al-Dira y Numeira han desvelado mucho acerca de la cultura del bronce antiguo del III milenio a.C. Nuevos datos procedentes de Akko (Acre) en la edad del bronce medio se pueden combinar con información de Siquem, Guezer y Afec para recuperar una cultura urbana que se desarrolló en Palestina hacia el 2000 a.C.; estas grandes ciudades estaban fortificadas con murallas de adobe, mampostería de revestimiento y enormes puertas de acceso. Se han propuesto nuevas teorías reconsiderando la conquista de Canaán por los israelitas bajo Josué debido a los conflictivos datos arqueológicos. Aparecen niveles de destrucción en el siglo XIII a.C. en Meguido, Jatsor, Afec, Betel (Bet-el), Ashdod (Asdod), Guezer y Dayr Alla (Deir Alla), pero no así en Arad, Heshbón, Jericó, Ai y Gibea (Gabaa). Todas las pruebas indican una extensa agitación y cierta ruptura sociopolítica en Palestina en esta época, pero no confirman inequívocamente el panorama bíblico de una total conquista israelita.
También se ha obtenido una importante información relativa al periodo de la monarquía unificada. Durante las excavaciones en la Ciudad Vieja de David en 1980, Yigal Shilo descubrió un palacio de la edad del hierro fechado en el siglo X a.C., un gran edificio de la época de David y Salomón. El trabajo llevado a cabo entre 1955 y 1958 en el inmenso yacimiento de Jatsor, en el sur de Galilea, sirvió para confirmar la importante actividad constructora de Salomón. Características de esta obra son las murallas de casamata (dos muros paralelos con un espacio entre ambos y unidos a intervalos por muros transversales) con cuatro puertas de acceso similares a los que también existen en Guezer y Meguido. La actividad realizada entre 1963 y 1965 en Masada, junto a la orilla occidental del mar Muerto, sacó a la luz la fortaleza-refugio construida por Herodes el Grande. Los elaborados y bien conservados restos de un triple palacio testifican el amplio programa constructor de este monarca oriental romanizado en los inicios de la era cristiana.
Entre los más importantes hallazgos arqueológicos destacan numerosos materiales epigráficos. En 1967, en Dayr Alla (en la actual Jordania) se encontraron numerosos fragmentos con inscripciones escritas en un templo de la edad del hierro. El más importante de éstos es el relativo a las tradiciones paganas sobre el profeta adivino Balaam (aparentemente la misma persona mencionada en Núm. 22-24). La fecha probable de estas inscripciones es la del siglo VIII a.C., quizá hacia el 700 a.C. Se han encontrado muchas ostraca (fragmentos de objetos de cerámica) con escritura hebrea en las excavaciones de Arad, Beersheva, Quntillet Ajrud e Izbet Sartah (la antigua Ebenezer). Recientemente se ha descubierto un fragmento de cerámica de gran tamaño que contenía un sumario del sistema numeral egipcio escrito en tinta, presumiblemente para el uso de escribas. El hallazgo de los rollos de Qumran y otros fragmentos manuscritos a lo largo de la orilla occidental del mar Muerto desde 1947 ha revolucionado la comprensión de la historia judía anterior y el trasfondo del Nuevo Testamento. Estos materiales, datados en el siglo III a.C., han aportado una valiosa información sobre el estado del texto bíblico anterior a su estabilización en el siglo I d.C. También han aportado importantes datos confirmando la versión griega del Pentateuco y de otros libros como un testimonio fidedigno al texto original hebreo, que era diferente al texto usado como fuente de los textos de la Biblia moderna.
3 | ACTIVIDAD ARQUEOLÓGICA EN OTRAS REGIONES |
Puerta principal de Nínive
El yacimiento arqueológico de la antigua ciudad de Nínive muestra en la actualidad dos tells y los restos de las murallas. La imagen reproduce una reconstrucción de la puerta principal de las mismas.
Desde el siglo XIX se han llevado a cabo extensas investigaciones a lo largo de todo el Próximo Oriente, al igual que en Grecia e Italia, que han hecho que el mundo bíblico sea más amplio, vivo y real. Durante una serie de expediciones británicas a mediados del siglo XIX, el gran archivo fechado en el siglo VII a.C. del rey asirio Assurbanipal fue descubierto en el yacimiento de la antigua Nínive. En este archivo se encontraron tablillas con narraciones babilónicas acerca de la creación y del diluvio universal, un descubrimiento que sitúa los relatos bíblicos del Génesis bajo una luz completamente diferente. Documentos cuneiformes de la antigua Mari (en la actualidad Tell Hariri), en Siria occidental, han aclarado los orígenes de las profecías del Antiguo Testamento, la identificación de topónimos y el concepto del nomadismo tribal. Las tablillas de la antigua Nuzi (actualmente Yorgam Tepe), al norte de Irak, han ofrecido a los investigadores información relativa a costumbres legales del siglo XV a.C., que presentan paralelismos con la narrativa patriarcal. Cartas de los reyes de Canaán a sus señores egipcios, halladas en Tell el-Amarna, en Egipto, han arrojado luz sobre la situación política de Palestina unos cien años antes de la conquista israelita. Numerosos códigos legales procedentes de los archivos reales de los grandes monarcas asirios y babilonios han ofrecido semejanzas con los códigos legales del Antiguo Testamento.
Desde 1929 hasta el presente, las excavaciones francesas en Ra’s Samra (la antigua Ugarit), al oeste de Siria, han extraído cientos de tablillas correspondientes al periodo comprendido entre 1400 y 1200 a.C., escritas en ugarítico (véase Lenguas semíticas). Muchas de ellas tienen un carácter literario y narran las proezas de los dioses de la religión cananea, entre ellos el dios de las tormentas, Baal, mencionado frecuentemente en el Antiguo Testamento. Además, la poesía de Ugarit tiene estrechas afinidades con la bíblica. Ambas comparten en gran medida el vocabulario, la estructura y el uso de figuras lingüísticas y otros recursos literarios.
Escritura cuneiforme
La escritura cuneiforme, sistema que probablemente tuvo su origen en Sumer, la empleaban los antiguos pueblos de Mesopotamia y de Anatolia. Consta de 600 caracteres, cada uno de los cuales representa palabras o sílabas que se inscribían en tablas de arcilla o piedra.
En 1945, en la antigua Nag-Hammadi, en el Alto Egipto, fueron encontrados en torno a 50 textos gnósticos en escritura copta. Podrían ser datados en el siglo IV d.C., pero el estudio de sus características y de su contenido mostró que eran traducciones de textos griegos quizás del siglo II, lo que los situaría entre las fuentes más antiguas para el cristianismo gnóstico. Estos textos han aportado información muy valiosa para comprender la evolución del cristianismo en Egipto, especialmente para sus variantes no ortodoxas. La colección completa de los textos de Nag-Hammadi fue publicada en inglés en 1977.
Desde 1964, un equipo italiano bajo la dirección de Paolo Matthiae ha sacado a la luz en la antigua Ebla (la actual Tell Mardij), en Siria, palacios reales, una monumental puerta de acceso a la ciudad, un recinto amurallado, templos y casas particulares. Desde 1974 a 1976, han aparecido cientos de tablillas y fragmentos de éstas, datadas en la edad del bronce antiguo (quizás en torno al 2500 a.C.). Las tablillas están escritas en escritura cuneiforme y representan dos lenguas. La primera es sumeria, cultura que debió ser la inventora de la escritura cuneiforme, y la segunda es semítica, la verdadera lengua de los eblitas y de muchos otros pueblos dispersos a lo largo y ancho del Oriente Próximo. Estos textos han arrojado nueva luz sobre el comercio y la cultura en la Siria del III milenio y han aportado información considerable sobre ambas lenguas en esta fase de su evolución. En 1979 la estatua de un rey asirio fue hallada en Tell Fajariye, en la región del río Jabur, (Siria). La estatua, con una inscripción en asirio y en arameo y datada en torno al 1000 a.C., podría ser de un incalculable valor para los lingüistas, especialmente para los especialistas en arameo, ya que es una de las más largas y antiguas inscripciones en esa lengua. La existencia del texto paralelo en asirio realza aún más su valor.
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