El invento de la:
La Ilustración en las artes
gráficas
De la invención de la escritura
al libro
El proceso que ha conducido de la
tabla de arcilla de Mesopotamia al libro impreso moderno es un recorrido
fascinante y lleno de sorpresas que se articula en torno al desarrollo de las
grafías, el tipo de instrumentos y soportes empleados en la escritura, y la
evolución del libro como objeto a lo largo de su historia.
Ilustración (artes
gráficas), componente gráfico que complementa o realza un texto.
Si bien las ilustraciones pueden ser mapas, planos, diagramas o elementos
decorativos, generalmente se trata de representaciones de escenas, personajes u
objetos que tienen relación —directa, indirecta o simbólica— con el texto que
acompañan. Los orígenes de la ilustración son tan antiguos como los de la escritura.
Las raíces, tanto de la ilustración como del texto, se encuentran en los
pictogramas (símbolos que representan palabras o frases) y en los jeroglíficos
(imágenes de objetos que representan palabras, sílabas o sonidos) desarrollados
por culturas antiguas como los egipcios, los mayas, los olmecas o los hititas,
entre otros.
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ILUSTRACIÓN A MANO
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El Libro de los muertos
El manuscrito egipcio conocido
como Libro de los muertos (c. 1310 a.C.) es el ejemplo más antiguo de un texto
ilustrado. Los jeroglíficos de oraciones, sortilegios e himnos están
acompañados por escenas que ilustran los episodios del recorrido del alma
después de la muerte. Esta imagen muestra el juicio final de Hu-Nefer, el
escriba real, ante Osiris, dios de los muertos.
Antes de la invención
de la imprenta, los libros (manuscritos) se ilustraban a mano. La muestra de
libro ilustrado más antiguo que se conserva es un papiro egipcio de alrededor
del año 2000 a.C. En el antiguo Egipto se ilustraba el Libro de los
muertos, que se colocaba en las tumbas para que los difuntos pudieran
utilizarlo en la otra vida. En Europa, durante la época clásica, las primeras
ilustraciones se hicieron para textos científicos. El filósofo griego de la
antigüedad, Aristóteles, hacía referencia a las ilustraciones, perdidas en la
actualidad, que acompañaban a sus escritos. El siguiente paso fueron las
ilustraciones en forma de retratos del autor, seguidas por ilustraciones de
textos literarios como la Iliada y la Odisea. También en China,
desde principios del siglo V a.C. se conocía la ilustración de las obras
literarias. Los artistas de la Europa medieval ilustraban los textos de los
manuscritos miniados, con miniaturas, iniciales con ornamentos o decoraciones
al margen. En el mundo islámico, los artistas persas y mogoles ilustraban los
libros de poesía e historia con delicadas pinturas semejantes a joyas. Al igual
que los manuscritos, las ilustraciones sólo podían duplicarse copiándolas a
mano.
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MÉTODOS DE REPRODUCCIÓN IMPRESA
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La primera reproducción
mecánica de ilustraciones se hizo por medio de matrices de madera. Se dibujaba
la ilustración sobre la superficie lisa del bloque y se vaciaba la madera a
ambos lados de las líneas del dibujo. La imagen en relieve resultante era
untada con pigmento o con tinta y se estampaba sobre el pergamino o el papel.
El proceso podía repetirse una y otra vez, consiguiendo con una sola matriz
numerosas reproducciones idénticas. En algunos casos se utilizaba una única
matriz para tallar la página completa de un libro, texto e ilustraciones; los
libros realizados con esta técnica se llaman libros xilográficos. Los textos
eran forzosamente limitados, por lo que el contenido de casi todos estos libros
era simple y tosco, destinado a lectores poco instruidos. Muchos contenían un
mensaje religioso como la Biblia pauperum (Biblia de los pobres)
y el Ars moriendi (El arte de morir).
La llegada de los caracteres
móviles permitió imprimir las ilustraciones sueltas grabadas sobre madera
cortada a la fibra junto con el texto. La necesidad de un mayor detalle en las
ilustraciones propició el desarrollo de diferentes técnicas de grabado, entre
ellas el aguafuerte, sobre planchas de metal, por lo general de cobre. El
grabado al humo, también conocido como manera negra, que se realiza bruñendo
una lámina de cobre y que consigue sutiles gradaciones de luz y sombra, se
desarrolló en el siglo XVIII, al igual que el aguatinta que permite
simular el efecto de la pintura a la acuarela. A finales de siglo se
perfeccionó la técnica de la xilografía que consiste en grabar, con un buril
metálico, sobre la madera cortada a la testa, consiguiendo imágenes de gran
delicadeza que, en muchos casos, aparecen en blanco sobre un fondo oscuro. A
finales del siglo XVIII se inventó la litografía, que permitía mayor
fluidez y un campo más amplio al artista en el terreno de la técnica de la
ilustración; las posibilidades aumentaron durante la primera mitad del
siglo XIX con la introducción de la litografía en color. La fotografía,
perfeccionada durante la segunda mitad del siglo XIX, fue esencial al
proporcionar métodos fotomecánicos adaptables para la reproducción de
ilustraciones originales creadas con cualquier tipo de técnica.
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APLICACIONES DE LAS
ILUSTRACIONES IMPRESAS
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En el siglo XVIII apareció
el periódico ilustrado, —ramificación del libro ilustrado—, que cobró más tarde
gran notoriedad. La literatura de ficción había sido ilustrada casi desde sus
comienzos y para el siglo XIX se había extendido tanto la costumbre que
eran raras las novelas publicadas sin contar por lo menos con una ilustración,
frecuentemente en color, en la portada. También en el siglo XIX proliferó
la ilustración de obras sobre topografía, arquitectura y botánica. En el
siglo XX decayó la costumbre de ilustrar los libros para adultos,
limitándose a la literatura no novelesca y haciendo hincapié en el aspecto
educativo de las ilustraciones, sobre todo en libros de texto y otras obras de
consulta. La ilustración de la literatura infantil había empezado a cobrar auge
en el siglo XIX y a partir de la mitad del siglo XX constituía la
mayor parte de las ilustraciones de libros. Los periódicos pasaron a depender
en gran medida de la ilustración fotográfica.
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SIGLOS XV Y XVI
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El primer libro ilustrado
con texto impreso con tipos móviles fue probablemente Edelstein de
Ulrich Boner, editado en 1461 por Albrecht Pfister en Bamberg, Alemania. Las
recopilaciones de las fábulas de Esopo se encuentran entre los primeros libros
ilustrados que aparecieron después de la invención de la prensa; el primer
Esopo ilustrado, impreso por Johann Zainer en Ulm, Alemania, en 1476, ejerció
una enorme influencia sobre las obras posteriores de este tipo. En Colonia
(1478) y en Lübeck (1494) se publicaron biblias ilustradas dignas de mención.
El autor impresor William Caxton realizó The Mirror of the World (1481),
primer libro ilustrado impreso en Inglaterra. Entre los libros ilustrados importantes
del siglo XV se encuentra Danse macabre des hommes (La danza de la
muerte, 1485); The Nuremberg Chronicle (1493), con más de 1.800
grabados; Der Ritter von Turn (1493), con grabados de Alberto Durero y
la Hypnerotomachia poliphili (1499) de Francesco de Colonna, impreso por
Aldo Manuzio en Venecia y considerado el más importante de los primeros libros
con grabados en madera. El primer libro ilustrado con grabados sobre cobre fue De
Casibus virorum illustrium (Brujas, 1476) de Giovanni Boccaccio. Entre los
primeros libros ilustrados, uno de los más bellos es la Divina Comedia
(1481) de Dante, con grabados de Baccio Baldini sobre dibujos de Sandro
Botticelli. Se ha estimado que durante el periodo incunabula
(c. 1480-1530, el primer medio siglo después de la invención de la prensa)
los libros ilustrados constituían alrededor de un tercio de todos los que se
imprimían.
En el siglo XVI, con la
propagación de la imprenta, proliferaron los libros ilustrados. Entre los
ejemplos más significativos cabe citar: en Italia, la edición de Petrarca
(1544) de Gabriele Giolito y las Las cien fábulas (1570) de Giovanni
Verdizotti; en Alemania, el herbario de Otto Brunfel (1530), probablemente el
primer libro en el que se reconoce la labor del ilustrador (Hans Weiditz), la
Biblia de Martín Lutero (1534), ilustrada por Lucas Cranach y la Iconographia
regum francorum (1576), ilustrada por Virgil Solis y Jost Amman; en Suiza,
la Danza de la muerte (1538) ilustrada por Hans Holbein, el Joven; en
los Países Bajos, una Biblia (1528) ilustrada por Jan Swart y Lucas van Leyden,
así como la Biblia Políglota de 1568 (que contiene varias versiones en
diferentes idiomas) realizada por el gran pintor flamenco Christophe Plantin;
en Francia un Libro de horas (1525) ilustrado por Geofroy Tory y El
apocalipsis ilustrado (1561), con grabados de Jean Duvet; en Inglaterra,
una edición de Vesalius (1545), ilustrada por Geminus, y el Libro de
los mártires de Foxe, editado por el impresor John Day en 1563.
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SIGLOS XVII Y XVIII
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El cordero
William Blake, poeta, pintor y
grabador, creó una forma de poesía ilustrada en la que palabra e imagen están
íntimamente relacionadas. El cordero, perteneciente a su libro Cantos de
inocencia (1789), se refiere a la inocencia de la infancia; el poema contrasta
con el de El tigre del libro Cantos de experiencia (1794).
En el siglo XVII el arte
de la ilustración de libros decayó en cierta medida ya que se pasó a dar mayor
importancia a la tipografía y a la ornamentación. Sin embargo, aparecieron
libros notables, sobre todo en Francia, como el libro de emblemas Vie de la
Mère de Dieu (Vida de la Virgen, 1646) y Lux Claustri (1646),
ilustrados con grabados al aguafuerte por Jacques Callot, una edición del Tratado
de la pintura (1651) de Leonardo da Vinci ilustrada por Nicolas Poussin y
el Labyrinthe de Versailles (1677) de Charles Perrault, ilustrado por
Sébastien Leclerc. Probablemente el libro ilustrado inglés más importante
realizado en el siglo XVII fue la edición políglota de los textos de Esopo
ilustrada en 1666 por Francis Barlow.
En el siglo XVIII Francia
estaba a la cabeza de la ilustración de libros con obras como las Fables
(1755) de Jean de la Fontaine ilustradas por Jean-Baptiste Oudry. De Cuentos
de La Fontaine aparecieron dos ediciones, una en 1762 ilustrada por Pierre
Choffard y Charles Eisen, y otra en 1795 por Jean-Honoré Fragonard. Entre los
libros ilustrados más importantes realizados en Inglaterra en ese periodo se
encuentra una versión de Esopo (1722) con grabados de Samuel Croxall; Hudibras
(1726) de Samuel Butler con grabados de William Hogarth; Poems (1753) de
Thomas Gray, ilustrado por Richard Bentley, y Anatomía del caballo
(1766) ilustrado por George Stubbs. El artista alemán Daniel Chodowiecki se
encargó de ilustrar Vida y opiniones del caballero Tristam Shandy
(1759-1767) de Laurence Sterne.
A finales del siglo XVIII
las figuras más relevantes de la ilustración de libros en Inglaterra fueron
Thomas Bewick, que se encargó de resucitar y perfeccionar la técnica del
entallado en obras como History of Quadrupeds (Historia de los
cuadrúpedos, 1790) y el poeta-pintor William Blake cuyos “libros
iluminados”, el primero de los cuales fue Canciones de inocencia (1789),
presentaban una técnica muy similar a la de los libros xilográficos del siglo
XV. Por su parte, los artistas japoneses ilustraban sus libros con estampas
coloreadas de pájaros, flores y escenas de la vida cotidiana, como por ejemplo
Shigemasa (Espejo de las mujeres hermosas, 1776), Masanobu Kitao (Yoshiware,
1784) y Utamaro (Libro de los pájaros, 1791).
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SIGLOS XIX Y XX
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Isolda
Aubrey Beardsley fue uno de los
ilustradores más innovadores de finales del siglo XIX dentro de un estilo
decorativo, elegante y romántico característico del espíritu del Art Nouveau.
Esta ilustración de Isolda, heroína del poema épico Tristán e Isolda, apareció
en su versión de La muerte de Arturo (1891-1892).
En el siglo XIX, volvió
a florecer la ilustración, sobre todo en Inglaterra en la década de 1860. A
principios del siglo el editor londinense Rudolph Ackermann publicó numerosas
obras sobre la topografía y la arquitectura de su país, con aguatintas
coloreadas a mano por artistas de la categoría de Thomas Rowlandson (The
Microcosm of London, 1808). El gran paisajista Joseph Mallord William
Turner ilustró algunos libros, entre los que se encuentra Italy (1830);
George Cruikshank, Hablot K. Browne (más conocido por su seudónimo de Phiz) y
John Leech realizaron famosas ilustraciones para las novelas de Charles
Dickens. En la década de 1860, los Dalziel —una familia de xilógrafos—
produjeron libros famosos ilustrados por artistas de la época como Charles
Keene, John Everett Millais y Miles Birket Foster. Elementos decorativos de
gran fuerza caracterizan la obra de Aubrey Beardsley, que ilustró Salomé
(1894) de Oscar Wilde, y de Edward Burne-Jones, ilustrador de la obra de
Geoffrey Chaucer en la Kelmscott Press (1896). Las obras del influyente artesano
y escritor William Morris en la Kelmscott Press emulaban los libros medievales,
mientras que las de William Nicholson en su London Types (Tipos
londinenses, 1898) se anticipaban a los libros ilustrados infantiles del
siglo XX.
Entre los artistas franceses
que, en el siglo XIX, realizaron importantes ilustraciones de libros se
encuentran Eugène Delacroix, Honoré Daumier, Gustave Doré, Grandville (Jean
Ignace Isidore Gérard), Gavarni (Sulpice Guillaume Chevalier), Édouard Manet y
Henri Toulouse-Lautrec; maestros del arte del Ukiyo-e como Hokusai e Hiroshige
se encargaron de mantener en Japón la tradición de estampas coloreadas sobre la
vida cotidiana.
Los libros ilustrados
más significativos de principios del siglo XX vieron la luz en Francia. El
editor y marchante de París Ambroise Vollard encargó ilustraciones a artistas
tan famosos como Pierre Bonnard, Marc Chagall, André Derain, Raoul Dufy, Marie
Laurencin, Aristide Maillol, Henri Matisse, Pablo Picasso, Georges Rouault y
Maurice de Vlaminck. Si bien se podría decir que esta era representa el último
brote de ilustraciones de libros para adultos, la segunda mitad del siglo ha
aportado notables contribuciones en este terreno.
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LITERATURA INFANTIL
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Ilustración para Alicia en el
país de las maravillas
Sir John Tenniel es célebre por
sus ilustraciones de las obras de Lewis Carroll Alicia en el país de las
maravillas (1865) y Alicia a través del espejo (1872). Esta ilustración muestra
a Alicia tomando el té con el Sombrerero Loco y la Liebre de Marzo; el cuarto
invitado es el Lirón. Lewis Carroll sentía gran admiración por los dibujos de
Tenniel.
El primer libro de texto
ilustrado destinado a los niños fue The Visible World in Pictures (El
mundo visible en imágenes) publicado por Juan Amos Comenio en 1658. La
proporción mayor de libros ilustrados durante el siglo XIX correspondió a
los destinados al público infantil, cuya producción aumentó considerablemente.
Entre los ilustradores más importantes cabe mencionar a William Mulready (El
baile de la mariposa, 1807), George Cruikshank (Cuentos de Grimm,
1823), Edward Lear (A Book of Nonsense, 1846), F.O.C. Darley (Rip Van
Winkle, 1850), Gustave Doré (Los cuentos de Perrault, 1862), John
Tenniel (Alicia en el país de las maravillas, 1865), Richard Doyle (En
el país de las hadas, 1870), Arthur Hughes (Sing-Song, 1872),
Winslow Homer (Courtin, 1874), Randolph Caldecott (La casa que
construyó Jack, 1878), Kate Greenaway (Tarta de manzana, 1886),
Walter Crane (Esopo para niños, 1887) y Beatrix Potter (El cuento de
Peter Rabbit, 1900). Todos estos artistas ejercieron un fuerte influencia
en el posterior desarrollo de la ilustración de libros infantiles. Son también
dignos de mención el artista francés Louis Maurice Boutet de Monvel (Jeanne
d’Arc, 1896) y el acuarelista inglés Arthur Rackham (Fábulas de Esopo,
1912).
En esta modalidad han
surgido clásicos modernos en diferentes países, entre los que destacan: Maurice
Sendak en Estados Unidos, (Donde viven los monstruos); Jean de Brunhoff
en Francia (los libros de Babar, que se iniciaron en 1931); Reiner
Zimnik (Jonás el pescador, 1956) y Marlene Reidel (El viaje de Eric,
1960) en Alemania; y Yashima Taro en Japón (El niño cuervo, 1955). La
mayor parte de los libros ilustrados que se editan en la actualidad están
dedicados a los niños.
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